www.biblioatitliocornejo.gov.ar

Biblioteca Atilio Cornejo

Dn. Virgilio García

Hay un salteño que es español. Se llama don Virgilio García, y todavía vive entre nosotros, como siempre lo hizo, enamorado de este rincón de la República que eligió, años ha, cuando llegó a esta tierra desde la vieja España. Don Virgilio afincóse en la ciudad de Salta, trayendo consigo las habilidades de su oficio de barbero. Ser barbero por aquellos años, requería varias cualidades especiales de quien lo practicaba.

Además de maestría para manejar la siempre amenazante navaja, debía saber de política, de hechos y situaciones de actualidad y mantener conversaciones con su clientela, que por lo demás, ocupaba siempre un plano de importancia, entre los vecinos de la ciudad, todavía aldea, que era Salta.

Su establecimiento estaba en la recova del Cabildo Histórico. Tal vez eligió el lugar, porque la solidez de la arquitectura del edificio le recordaría algún lugar de la lejana madre patria. Allí era el lugar obligado de reunión de mucha gente importante, y don Virgilio mantenía al día su repertorio de comentarios y noticias, tomándolas, con gentiles maneras, de quienes llegaban en busca de sus habilidades de fígaro elegante.

Pasaron los años y de pronto su nombre sobresalió en Salta como el de un auténtico "self-made-man". Fue a poco de comenzar la ultima guerra. Se hacían toda clase de comentarios, sobre su extraordinaria habilidad y experiencia para los negocios. En realidad nadie daba detalles exactos de la técnica bursátil utilizada por el bueno de don Virgilio, pero era evidente que había encontrado la senda segura para la prosperidad de su actividad comercial. No transcurrió mucho tiempo, y sobresalía entre los comerciantes fuertes de Salta. Su generosidad personal, le llevó a efectuar realizaciones sociales con el personal de su establecimiento, que se adelantaron en mucho a las leyes que rigieron después sobre esta materia en el país.

Hizo un club para sus empleados, donde los fines de semana se realizaban bailes familiares. Fue - puede decirse - un pionero de la avenida Belgrano, pues allí construyó su residencia, cuando todavía era parte del camino que unía la ciudad con San Lorenzo. Siempre sintióse no solamente consustanciado con Salta, sino preocupado en devolver - en una actitud de sincero agradecimiento - parte de lo que esta le había brindado. Así fue efectuara generosas donaciones a entidades de bien público, donaciones que culminaron en la construcción de la escuela, que aún hoy funciona en la vecina villa de San Lorenzo.

Pasó el tiempo, y los avatares de la vida, y vaivenes económicos, le fueron quitando de entre las manos la fortuna que había logrado acumular con su esfuerzo y su talento. Poco a poco fue perdiendo sus bienes, hasta quedar reducido a los mismos recursos con que contaba cuando llegó para adoptar como patria a esta tierra soleada de Salta. Su nueva situación no le hizo cambiar. Continuó siendo el mismo hombre bueno y sencillo que siempre fue, ahora orgulloso de lo que hizo, orgullo que renace cada vez que alguien, con gesto de agradecido afecto, le saluda en la calle, como recordando el bien que hizo a la comunidad salteña.

No hace mucho, en la escuela que él donara, fue agasajado como el benefactor de los niños de San Lorenzo, a quienes les legó esas aulas, donde varias generaciones han aprendido a iniciar su camino por la vida. Todavía anda erguido y sonriente entre nosotros, contento de su suerte y de su sino, en esta Salta que eligió para pasar el arduo camino de la vida.

Cuando lo encuentren, con cabeza coronada de cabellos que emblanquecieron bajo nuestros celajes, salúdelo con el reconocimiento que se merecen los ciudadanos de bien, que han pensado más en este terruño que en sí mismos.

FUENTE: Crónica del Noa. Salta, 12-10-1981

Esta Página Web es posible gracias a la Cámara de Diputados de Salta
Todos los derechos reservados