Haciendo un clic ingresa al Portal mas importante de la Provincia de Salta

Anecdotario Histórico de Salta

Castelli: ilustrado revolucionario

Por José de Guardia de Ponté

Esta anécdota – parte de nuestra historia, es el cabal ejemplo de desorientación y porque no decir también la ignorancia que parte de la arrogancia porteña.

Este suceso transcurrió el 25 de Mayo de 1811 en Tiahuanaco para celebrar el aniversario de la Revolución de Mayo, pero paso a transcribirles a Frías :

".... Eligió así Castelli lugar tan imponente para lograr más grandes los efectos en el acto que meditaba realizar; porque allí revivían las grandes tradiciones, y la opresión sería sentida mas hiriente con la ternura de los recuerdos, viendo aquellos pueblos, congregados allí en asamblea, como se ligaban dos épocas de su historia, aquella de una patria antes poderosa y libre, y ésta otra del reinado de la igualdad, cuya rosada aurora parecía amanecer, al fin, en el seno de aquellas ruinas veneradas, de aquella ciudad santa; sede que en otrora había sido del esplendor, del poder y de la gloria de sus antepasados. Hasta la misma cercanía del sagrado lago Titicaca, en el seno de cuyas aguas había engendrado el sol, según la leyenda, a Manco Capac, primer rey y padre civilizador del pueblo peruano, daba motivos para que se rodeara el espectáculo de sublime y melancólica grandeza.

Castelli allí, subiendo a ocupar aquella majestuosa tribuna, en medio de los pueblos de indios congregados a propósito, hizo la solemne proclamación de sus derechos en nombre de la Junta de Buenos Aires; pintándoles al terminar, en lenguaje estudiado y vehementísimo, cuáles eran los abusos y las crueldades del despotismo que ya conocían, y cuales los beneficios de la libertad que él venía a traerles; y es fama que hecho lo cual, les preguntó, aguardando proclamaran por unanimidad sus banderas democráticas :
"Ya habéis visto los males y los bienes que os ofrecen el uno y el otro sistema; pues bien, ahora decidme vosotros : ¿qué quereis?". Y la indiada, a coro, le respondió en su mala jerga y recordando lo que tenía costumbre de que se le diera en todas sus fiestas y reuniones : "¡Abarrente, tatay!" (Aguardiente, señor)". ¡¡El ilustrado revolucionario, que sin duda lo fue, no había logrado entender ni hacerse entender por los desposeídos!! Y mientras realizaba ese imponente y patético acto, Goyeneche se rearmaba y lo aplastaría pocos días después en Huaqui, perdiendo los argentinos para siempre el Alto Perú...".

 

Volver