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Cuadro de la Muerte de Güemes

Antonio Alice

Copia de la carta de Antonio Alice al Dr. Joaquín Álvarez Muñoz en respuesta a su demanda de información respecto del cuadro "La Muerte de Güemes"

 

Buenos Aires, Febrero 9 de 1943.

Sr. Doctor Joaquín Álvarez Muñoz
Rosario

Muy distinguido señor,

He recibido su muy atenta carta del 5 del corriente mes a la que tengo el agrado de contestar, tratando de satisfacer su noble y patriótico deseo en lo que respecta a la gran figura del General Güemes.

Pinté ese cuadro, ante todo, atraído por el tema. Esto, al posesionarse de mi espíritu, me lo hizo ver con los ojos del pintor, sintiéndole en lo que representa Güemes en nuestra historia de la Independencia, que como el baluarte del norte significaba la seguridad absoluta para San Martín en su gran empresa por el lado de Chile. Su hermosa figura de caudillo valiente, la veía tan pictórica y llena de colorido, digna de ser llevada al lienzo.

Guiado en las lecturas por Mitre, Lugones en su "Guerra Gaucha" y de otros representé la escena que Ud. conoce – imaginando a Güemes, herido de muerte en una emboscada, quien, sobre la rústica camilla improvisada recibe a los parlamentarios enemigos que se presentan, enviados para ofrecerle su curación y al mismo tiempo para que se rinda.- El sol en el ocaso, manda un rayo que ilumina por última vez al héroe; en un extremo del cuadro a la izquierda, sobre ese rayo de sol hay dos sombras que se van: las sombras de los parlamentarios enemigos, despedidos por Güemes, después de rechazarles las ofertas que traían; simbolizando con ésto que las sombras enemigas, al alejarse, deben desaparecer para siempre del suelo argentino. - Güemes, en ese momento supremo, reúne a sus jefes, viéndose de frente al principal, el coronel Widt, y les hace jurar sobre sus espadas que continúen la campaña libertadora. Más atrás, sus centauros, los famosos "infernales" se agrupan con emoción profunda para llorar la muerte del gran Jefe – En el extremo a la derecha, después del caballo de Güemes, cerca del hombro de éste, parece presentir lo que está pasando, aparece con su caballo un paisano negro, herido, que muy tímidamente se va acercando para ver al héroe, su jefe, que muere para liberarle a él de la esclavitud.

He aquí más o menos una síntesis del momento trágico que pinté, cuya escena pasa bajo el árbol, cebil colorado – según Mitre – No sé si todo esto podrá serle útil. Mucho me felicitaría que así fuera.

Al desearle que tenga el mayor éxito en la interesante conferencia que prepara le agradeceré me la hiciera llegar, si la imprimen. Con esto me es grata la oportunidad de retribuir su saludo con el sentimiento de mi más distinguida consideración.

S.S.

Antonio Alice

(PS. Le incluyo una fotografía del cuadro y un folleto)

 

ESTA CARTA FUE DESCUBIERTA POR LA PROF. ROSA NOEMÍ LÓPEZ DE PEREYRA ROZAS, EN SALTA, 30 DE ABRIL DE 1993.

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