Personajes de Salta

El Fiero Arias

Por Andrés Mendieta

"Cuando la suerte que es grela
fallando y fallando
te largue parar
cuando te viene la vida
sin rumbo y desesperao
cuando no tengas ni fe
ni yerba de ayer
secándose al sol
cuando rajés los tamangos
buscando ese mango
que haga morfar
la indiferencia del mundo
que es sordo y es mudo
recién sentirás".


omo remembranza, a todos aquellos calaveras que concurrían a ciertos bailes -a hurtadillas o con las debidas licencias de su esposa- a bailar o escuchar los hermosos acordes de tango o piezas folklóricas que afloraban del bandoneón del "Fiero" Arias.

Instrumento de original sonoridad que le da a la armonía un tono melancólico y desgarrado. Nació en Alemania, desde donde se exportó hasta el hemisferio americano.

El ejecutante se caracterizaba por el ala baja de su sombrero, traje de chaqueta oscura, pantalón de fantasía -rayas- y el "lengue" (pañuelo blanco en el cuello) ropaje con que vestía de leyenda la figura de este músico popular. Además, un pucho de cigarrillo, interminable, despedía humo cuando quebraba su esqueleto sobre el fuelle

Del Fiero Arias nos quedó la vivencia de su espíritu y de sus pasos milongueros y de sus ensueños de zamba.

"Yo quisiera olvidarte
Me es imposible mi bien mi bien
Tu imagen me persigue,
Tuya es mi vida, mi amor también,
Y cuando pensativo yo solo estoy
Deliro por la falsía
Conque ha pagado tu amor, mi amor."


Los que ya peinamos algunas canas ¡quién no lo ha conocido!... Solía presentarse al cierre de las ediciones de los antiguos diarios de la Salta de antes, y acompañaba con la armonía a los desvelados tipógrafos y operarios de las impresoras planas y después de las rotativas. Dejaba que la música mojara el desvelo de los hombres rodeados de prisa y distancia.

Realmente el sobrenombre que llevaba era estricto. Puesto que Arias, cuyo nombre de pila quedó en el tintero de infinitas veladas musicales, y en los vasos llenos de vino tinto. En lenguaje de nocheros el Fiero Arias era por naturaleza una costumbre de las noches de jarana, fecundación de las bromas, multiplicación del ingenio devorador, del cogote duro.

Tenía terror a los fogonazos para las fotografías, dado que despreciaba olímpicamente las manifestaciones bruscas como el flash y el relámpago. O la visita de las suegras. Esto último se consideraba un poco arbitrario y, como así, fuera de lugar en razón que el Fiero Arias era solterón de profesión. Célibe hasta el último compás.

Fiero Arias, en la añoranza de este suelo, sigue paseando con su sombra vestida con "lengue", su sombrero y su figura cargando su fuelle. Con una zamba que lleva por nombre y homenaje de este personaje la escribieron Gustavo "Cuchi" Leguizamón y Manuel "Jota" Castilla.

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