General Martín Miguel de Güemes

un héroe sin reconocimiento nacional

Luchó por la libertad americana, pero apenas es recordado como el defensor de la frontera Norte.

Militar de carrera. Político. Estadista. El general Martín Miguel de Güemes es un héroe sin reconocimiento nacional, con excepción de Salta. Para muchos es sólo un prócer del Norte Argentino cuando su trayectoria tiene una dimensión continental. Y está en el olvido pese a ser uno de los hombres que defendió la libertad y la independencia de las provincias argentinas desde mediados de 1816 hasta su muerte ocurrida el 17 de junio de 1821.

Frente de la Casa de Tejada (actual calle España 720 – 740) Casa familiar de los Güemes desde 1789 a 1807

De Güemes se dice mal que sólo fue un defensor de la actual frontera Norte del país. Cuando en realidad fue uno de los defensores de la Independencia de las Provincias Unidas, declarada por el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816, asevera el historiador Luis Oscar Colmenares. Es más sostiene que "con la muerte de Güemes, tuvo como consecuencia la desmembración de las provincias Unidas del Alto Perú, el 6 de agosto de 1825".

Las palabras de Bernardo Frías retumban claras "...sin pecado de exageración, San Martín, Bolívar y Güemes forman por la magnitud de la obra realizada, por su enlace y conexión tan íntima, tan firme e inseparable, la trípode gloriosa sobre la que descansa, por los siglos, el augusto edificio de la independencia americana".

Güemes es un hombre sobre cuyas espaldas cae casi todo el peso de la guerra en lo que hoy es el Noroeste Argentino. Pero, no sólo eso. Formó parte del plan continental de San Martín. "Entendió perfectamente que la idea grande del país era consolidar una Confederación Sudamericana, con estados que evolucionen de Confederación en Federación, al igual que Estados Unidos", dice el historiador Enrique Galiana.

Para defender la independencia apeló a las milicias gauchas salto-jujeñas. Jujuy y Salta fueron los únicos escenarios de la lucha por la emancipación desde que Juan Martín de Pueyrredón le encomendó a Güemes la defensa de las provincias. Contuvo y rechazó las invasiones españolas desde mediados de 1816 hasta 1821. Evitó que los invasores consiguieran su propósito de llegar hasta Buenos Aires. Para eso puso en pie de guerra a Salta y Jujuy. En 1818 el ejército de Güemes tenía 6.610 hombres: El 85 por ciento eran milicias gauchas y sólo el 15 por ciento tropas de línea.

Como el Gobierno no le mandaba recursos para enfrentar al enemigo, Güemes recurrió a las contribuciones obligatorias en Salta y Jujuy. Los "pudientes" se hicieron cargo de los gastos de guerra, víveres, armamentos, caballos y vestimentas de los combatientes, cuenta Colmenares.

Así, a mediados de 1820 Martín Miguel de Güemes triunfa en la defensa de las actuales provincias argentinas. Esto sucede cuando el virrey del Perú, Joaquín de la Pezuela, se entera que el general José de San Martín estaba en condiciones de partir con su ejército desde el puerto chileno de Valparaíso para liberar a los peruanos. El general realista decide que la mayor parte de las fuerzas del Alto Perú pasaran al Perú. Así, los españoles dejan de intentar recuperar la posesión de las provincias y por ende la pretensión de llegar hasta Buenos Aires.

Antes de partir a Chile, el general San Martín designa al Güemes general en jefe y le pide que se dirija por tierra al Perú. Le encomienda que avance con sus milicias por la región altoperuana con la misión de destruir el principal centro español en América del Sur.

El prócer se pone en campaña. Como no había autoridad central desde febrero de 1820 solicita el reconocimiento en el cargo y el auxilio económico de las demás provincias. Obtiene el reconocimiento, pero ninguna le da dinero ni recursos. Por eso vuelve a recurrir a los salto-jujeños, pero ellos se niegan a ser los únicos sostenedores de los gastos de guerra.

El 24 de mayo de 1821 el Cabildo de Salta aprovecha que Güemes estaba en Rosario de la Frontera y lo depone del cargo de gobernador. Güemes retorna de inmediato a la ciudad y recupera con facilidad el poder. Pero, algunas de las fuerzas españolas que volvían al Alto Perú se enteran y envían una división para auxiliar a las fuerzas opositoras a Güemes.

El general español Olañeta dispone que su lugarteniente, el “Barbarucho”, que acampaba en Yavi con 300 hombres, marche hacia el sur en maniobra oculta y sigilosa, con el propósito de alcanzar en el menor tiempo posible la ciudad de Salta, sorprender a los patriotas y cumplir con el 0bjetivo principal: asesinar a Martín Güemes, verdadera pesadilla goda.

Invocación al Caudillo de Jaime Dávalos