La Batalla de Huaqui

Por José de Guardia de Ponté

La batalla de Huaqui o Guaqui, conocida también como batalla del Desaguadero o Yuraicoragua, marcó el fin de la primera campaña militar  al Alto Perú por parte de la Junta de Gobierno de Buenos Aires.

Ocurrida el 20 de junio de 1811 entre las tropas comandadas por el General Antonio González Balcarce y las tropas realistas del virreinato español del Perú al mando del General José Manuel Goyeneche.

Antecedentes:

Los antecedentes de la terrible derrota sufrida en el Desaguadero arrancan muy lejos, en Buenos Aires, el 14  de junio de 1810 cuando la Junta de Gobierno comisiona al vocal Juan José Castelli a la formación de un Ejército para hacer frente a insurgentes levantados en Córdoba en contra de la revolución a las órdenes del ex virrey Dn. Santiago de Liniers.

La Junta comenzó una colecta en Buenos Aires para pertrechar a la expedición y se reunió un ejército de 1.150 hombres, al que se les dio una formación apresurada y partió de la capital del ex virreinato el 6 de julio de 1810 al mando del coronel Francisco Ortiz de Ocampo, secundado por el teniente coronel Antonio González Balcarce, el cual no contaba con experiencia alguna para tamaña empresa, e imbuidos de aires surgidos de la misma revolución francesa llevaban consigo un comisionado político: Hipólito Vieytes y un auditor, Feliciano Chiclana que se incorporó más tarde y que luego fuera nombrado gobernador intendente de Salta del Tucumán.

El mando militar estaba sujeto al político y éste a la Junta a través de la Secretaría de Guerra que ocupaba Mariano Moreno.

Esta fuerza expedicionaria, primera en acción militar de la incipiente revolución, en el transcurso de su infructuosa aventura cometió innumerables errores y excesos, en su mayoría a causa de la inexperiencia pero, y sin lugar a dudas, por la soberbia propia de los inseguros que creen ser mejores porque son originarios de tal o cual parte.

Santiago de Liniers

El primer acto desbordado de la fuerza expedicionaria es, como todos sabemos, el fusilamiento de Liniers junto con el gobernador de Córdoba del Tucumán, Juan Gutiérrez de la Concha, el teniente gobernador Victorio Rodríguez, Santiago Alejo de Allende y Joaquín Moreno, el 26 de agosto en Cabeza de Tigre.

Luego de este acto reprochable y con cambios en el mando, el ejército siguió su curso hacia el norte. Paso a paso iban engrosándose sus filas con hombres idealistas imbuidos de los aires de libertad. En Santiago del Estero se formó un Batallón de Patricios Santiagueños comandados por el Coronel Juan Francisco Borges. En Salta y Jujuy gauchos aguerridos y conocedores del terreno a las órdenes de Martín Miguel de Güemes. Luego en Tarija se sumarían los caudillos Mendez y Arraya.

Cotagaita primera acción:

El primero en entrar en suelo enemigo fue el mismo Martín Miguel de Güemes comandando tropas de Salta y Jujuy, es así como el 3 de setiembre toma un pequeño campamento realista donde se apodera de valiosa información como el sitio de la vanguardia enemiga, órdenes, armas y fuerzas que aglomeraban los del rey. (Archivo General de Nación - Sección Trelles p.56). Llegado el Ejército Expedicionario a las órdenes del General González Balcarce se incorporó Güemes con su partida de observación.

General González Balcarce

Luego se le confió a Güemes la misión de ocupar la ciudad de Tupiza, la que verificó sin resistencia alguna. Después seguiría a Tarija donde formaría una división de voluntarios que se sumaría a los ya reclutados en los Valles de Salta y Jujuy.

Entre tanto el grueso de las fuerzas realistas al mando de José de Córdova había establecido su cuartel general en Cotagaita. a 400 kilómetros al norte de Jujuy.

Ya próximos ambos enemigos, Córdova adopta una actitud defensiva o mejor dicho cautelosa, ya que el jefe realista, militar experimentado, no conocía a su enemigo y prudentemente decide esperar a que los revolucionarios realicen los primeros movimientos.

González Balcarce tomó la iniciativa. Primero se aseguró de haber recibido las cargas de municiones de la artillería, luego avanzó y se situó en Cazón a 3 leguas de las trincheras enemigas.

Antes de iniciar el combate, González Balcarce dirigió un oficio “A los Señores Generales, comandante de los cuerpos y oficiales de la tropa del Alto Perú”, indicándoles sus buenas intenciones e invitándoles a rendirse o retirarse. Actitud soberbia para un principiante de la guerra ante experimentadas fuerzas reales. Soberbia que no se respaldaba tampoco en lo estratégico ya que las fuerzas patrias contaban con menos hombres y material bélico, sitiando a fuerzas más numerosas, mejor armadas, experimentadas y muy bien atrincheras en una fortaleza natural inexpugnable.

El resultado es absolutamente lógico: en este desafortunado encuentro las fuerzas patrióticas perdieron tres hombres, cuarenta y cinco heridos, siete prisioneros y una decena de efectivos se pasaron al bando realista. Afortunadamente el enemigo no intento perseguirlo puesto que no contaba con cabalgaduras.

Suipacha:

Luego de Cotagaita las fuerzas patriotas retrocedieron a Tupìza donde se reorganizaron. Al corpo central se suman las fuerzas gauchas y milicianas de Salta, Jujuy, Tupiza y Tarija, unos 200 hombres más la incorporación de 100 hombres de Buenos Aires que venían del sur.

Córdova, habiendo observado la incapacidad militar de González Balcarce, avanza seguro de vencer a un enemigo tan inexperto. El 5 de noviembre las fuerzas realistas comenzaron la marcha hacia Tupiza, luego de recibir refuerzos de Nieto con 200 veteranos provenientes de Chuquisaca. Al día siguiente Balcarce desalojó ese pueblo, que fue ocupado por los realistas, y se situó en Nazareno el 6 de noviembre, ubicado sobre el río Suipacha frente a la población de Suipacha, en donde recibió refuerzos provenientes de Jujuy con dos piezas de artillería.

Güemes al frente de sus gauchos

Córdova recibe informes de sus espías sobre la moral combativa de las fuerzas de González Balcarce, convenciéndose de que se retiraban descontentos y mal armados y por lo tanto sería relativamente fácil dispersarlos. Lo que no tiene en cuenta es la actitud de las milicias gauchas de Güemes que se encuentran expectantes y muy concentradas.

González Balcarce ordena retroceder a Tarija dejando a las fuerzas Milicianas Gauchas como resguardo de retirada. Córdova y Nieto viendo el retiro de tropas patriotas deciden perseguirlo al día siguiente y ordenan acampar  sus tropas al margen del río Suipacha.

Este es justamente el momento clave,  las tropas concentradas en Nazareno a las órdenes de Güemes, acompañadas de la caballeria chicheña de Tupiza comandada por el coronel Pedro Arraya – imprevistamente - atacan el Campamento realista de Suipacha el 7 de Noviembre obteniendo un triunfo contundente.

El triunfo de Suipacha tuvo un fuerte efecto moral, que se vio reflejado en el pronunciamiento de las ciudades de Potosí el 10 de noviembre, Chuquisaca, La Paz y Cochabamba (en donde Esteban Arze consiguió el triunfo de Aroma el 14 de noviembre) en favor de la Junta de mayo.

Castelli que estaba en Yavi en el momento de la batalla, el 8 de noviembre informa a Buenos Aires sobre la victoria – parte de guerra que luego terminaría en Tupiza el 10 de noviembre. En el mismo, convenientemente, omite resaltar la importancia  de las fuerzas gauchas salto-jujeñas-tarijeñas y sólo les confiere un papel secundario en la importante victoria.

Ante este agravio, las fuerzas comandadas por Güemes se retiran del Ejército del Norte. La falta de reconocimiento a estos hombres será una de las causas que decidirá la suerte de la campaña ya que el ejército expedicionario perdería milicias importantes, conocedoras del terreno, afines a las personas y soldadesca que se iba sumando y fundamentalmente el espíritu aguerrido del hombre que pelea en su territorio, en defensa de su tierra.

De aquí en más el camino hasta el momento cúlmine, Hoaqui, será una cadena de hechos desafortunados, desaciertos y acciones irresponsables que irán forjando un final desastroso e irremediable:

Ya el 20 de abril de 1811 Castelli sufre un levantamiento contrarevolucionario en Potosí organizado por dos marinos venidos con Córdoba desde España de nombres Miguel Goñi y Pedro Lobo. El levantamiento fue reprimido y sus impulsores fueron enviados encadenados a Salta para ser juzgados.

Era tan grande la desorientación de los hombres de Buenos Aires que un suceso poco conocido nos ilustra inmejorablemente:

Este suceso transcurrió el 25 de Mayo de 1811 en Tiahuanaco para celebrar el aniversario de la Revolución de Mayo, pero paso a transcribirles a Frías :

".... Eligió así Castelli lugar tan imponente para lograr más grandes los efectos en el acto que meditaba realizar; porque allí revivían las grandes tradiciones, y la opresión sería sentida mas hiriente con la ternura de los recuerdos, viendo aquellos pueblos, congregados allí en asamblea, como se ligaban dos épocas de su historia, aquella de una patria antes poderosa y libre, y ésta otra del reinado de la igualdad, cuya rosada aurora parecía amanecer, al fin, en el seno de aquellas ruinas veneradas, de aquella ciudad santa; sede que en otrora había sido del esplendor, del poder y de la gloria de sus antepasados. Hasta la misma cercanía del sagrado lago Titicaca, en el seno de cuyas aguas había engendrado el sol, según la leyenda, a Manco Capac, primer rey y padre civilizador del pueblo peruano, daba motivos para que se rodeara el espectáculo de sublime y melancólica grandeza.

Castelli allí, subiendo a ocupar aquella majestuosa tribuna, en medio de los pueblos de indios congregados a propósito, hizo la solemne proclamación de sus derechos en nombre de la Junta de Buenos Aires; pintándoles al terminar, en lenguaje estudiado y vehementísimo, cuáles eran los abusos y las crueldades del despotismo que ya conocían, y cuales los beneficios de la libertad que él venía a traerles; y es fama que hecho lo cual, les preguntó, aguardando proclamaran por unanimidad sus banderas democráticas:

"Ya habéis visto los males y los bienes que os ofrecen el uno y el otro sistema; pues bien, ahora decidme vosotros : ¿qué quereis?". Y la indiada, a coro, le respondió en su mala jerga y recordando lo que tenía costumbre de que se le diera en todas sus fiestas y reuniones: "¡Abarrente, tatay!" (Aguardiente, señor)". ¡¡El ilustrado revolucionario, que sin duda lo fue, no había logrado entender ni hacerse entender por los desposeídos!!” y mientras realizaba ese imponente y patético acto, Goyeneche se rearmaba y como un tigre agazapado esperaba el momento decisivo.

Juan José Castelli

Tregua del Desaguadero:

Con fecha 11 de mayo el Dr. Castelli remite una nota a la Junta informándole las intenciones de entablar negociaciones con el Brigadier Goyeneche a fin de lograr un armisticio o tregua que le permita ganar tiempo para reorganizar su ejército, el cual se encontraba en pésimas condiciones de disciplina y moral. Necesitaba además con urgencia reaprovisionarse de armamento y cabalgaduras. Contradictoriamente terminaba diciendo que contaba con seis mil hombres bien preparados y dispuestos a morir por la libertad.

Goyeneche también necesitaba tiempo para movilizar tropas desde el Perú y terminar una serie de fortificaciones importantes.

En estos términos el armisticio se firmó el 14 de mayo entre los dos beligerantes por el término de cuarenta días.

En definitiva esta tregua beneficiaba a los realistas ya que les daba tiempo de recibir los refuerzos que necesitaban para poder hacer frente al ejército patrio, el cual se deterioraba día a día en su disciplina y efectividad.

José Manuel de Goyeneche

Momentos Preliminares:

Luego del armisticio que no fue cumplido por ninguno de los dos bandos y dado que Abascal, Virrey del Perú, no se fiaba de Castelli, envió nuevos refuerzos y abastecimientos a Goyeneche, quien continuó los preparativos bélicos.

Advertido Castelli de estos preparativos, movió su ejército desde el campamento de La Laja, en el que se había instalado a principios de abril, hacia el nuevo campamento en Huaqui para guarnecer el paso del río Desaguadero (denominado Puente del Inca) y observar los movimientos realistas, lo que constituía una violación flagrante del armisticio firmado por ambas partes.

Un nuevo suceso viene a sumarse a los problemas del ejército expedicionario, de Buenos Aires se reciben noticias de la destitución de Mariano Moreno y la caída de todos sus hombres. Saavedra está indeciso de remplazar a Castelli y éste no está seguro de regresar a Buenos Aires con su ejército para derrocar a Saavedra.

Las Fuerzas y disposición de batalla:

Los realistas se disponían en tres grupos, una vanguardia, una gran guardia o avanzada y un núcleo cerrado o grueso de tropa.

La Vanguardia: La infantería, el  Regimiento de Línea del Cuzco; batallones 1º al mando de Francisco de Picoaga y 2º con Fermín Piérola, y el Batallón de Milicias de Abancay, todos unos dos mil hombres, estacionados al oeste del Río Desaguadero en un paraje llamado Zepita. Contaba con cuatro piezas de artillería.

Avanzada: emplazada en la cuesta de Vila Vila cubriendo los caminos de Huaqui que conducían al Desaguadero. Dispuestos a la derecha el  Segundo Batallón del Regimiento Fijo Real de Lima al mando del Coronel Antonio Suarez, emplazado en las laderas del cerro de San Andrés; a la izquierda, un destacamento compuesto por los Dragones de Chumbivilcas, el Escuadrón de milicias de Dragones de Arequipa al mando de Pedro Galtier Winthuysen. Emplazado en el poblado de Yunguyo estaba los Escuadrones de milicias de Dragones de Tinta al mando de Francisco de Paula González y el Escuadrón de milicias de Azángaro.

Grueso: detrás de Zepita estaban los Batallones  Fernando VII, de milicias de Puno; de milicias de Paruro, y  de milicias de Paucartambo.

Los Patriotas, por su parte, estaban distribuidos :

Vanguardia: al mando del Cnel. Díaz Vélez con un batallón del Regimiento nº 6 – unos trescientos hombres con tres  cañones apostados al costado de la quebrada de Yuraicoragua.

Grueso: dividido en dos partes – una al mando del General González Balcarce (grueso) otra al mando del Teniente Coronel José Bonifacio de Bolaños (Regimiento Nº 7 de Infantería).

Caballería: detrás de Bolaños al Norte de Huaqui al mando de Francisco del Rivero - Ala izquierda de la formación - Regimiento de Caballería de Cochabamba.

Regimiento Nº 7 de Infantería - Fuente Sitio Oficial del Ejército Argentino

La Batalla:

Los ejércitos estuvieron uno frente al otro durante mucho tiempo, sus jefes temerosos se mantenían a la defensiva. La situación se puso insostenible. Goyeneche convocó a sus oficiales el 19 de junio para instarlos a atacar. En dicha reunión que duró tres horas el comandante supremo de las fuerzas realistas tuvo que apelar a toda su autoridad para convencer a sus subordinados a tomar la iniciativa. Se resolvió atacar a las tres de la madrugada del 20 de junio.

Plano de la Batalla de Huaqui - hacer clic en la imagen para ampliar

Castelli también había decidido atacar el 20 pero a las 7 de la mañana, con un buen golpe de la caballería patriota sobre el puente que estaba al oeste del Río Desaguadero protegido por el  Regimiento de Línea del Cuzco al mando de Francisco de Picoaga .

Goyeneche atacó en bloque con su grueso de ejército sobre el centro donde estaba posicionado Díaz Vélez el cual le hizo frente durante una hora pero al no poder frenar el avance tuvo que retroceder.

 La Caballería patriota al mando de Francisco del Rivero tuvo que salir a cubrir la retirada del Regimiento Nº 6 evitando una verdadera masacre, aunque no pudo evitar la perdida de tres cañones . Al retroceder por la izquierda con su división obligó, a fuerza de coraje, que los realistas se atricheren en los cerros.

Fue entonces cuando González Balcarce hizo frente a la embestida realista del centro frenándola en furiosa carnicería durante dos horas pero tampoco pudo soportarla y debió replegarse, el resto de la batalla se convirtió en innumerables escaramuzas desordenadas.

Los patriotas trataron de atrincherarse pero fueron barridos con fuego de artillería de los nuevos obuses recibidos de Lima y cuando la caballería patriota fatigada y desmembrada no pudo ya arremeter contra las fuerzas de Goyeneche la batalla se terminó, dispersándose las tropas patrias en diferentes direcciones con el saldo para éstas de más de mil hombres perdidos y abandono de numeroso parque y de artillería. El Comandante Bolaños fue abandonado por sus tropas. Literalmente quedó solo en el campo de batalla, aunque logró huir.

Epílogo:

La 1era. Expedición al Alto Perú marca en primer lugar la inexperiencia de nuestros hombres, tanto políticos como militares. Pero fundamentalmente nos muestra que una derrota militar de estas características no es casual, es simplemente una consecuencia.


Bibliografía:

Citas:

Movimientos de la Vanguardia en Partes y Documentos relativos a la Guerra de la Independencia - Archivo General de la Nación Argentina

Historia General del Alto Perú, Luis Paz, Tomo II

La Expedición y Auxilio a las Provincias del Interior 1810 - 1812 - Emilio A. Bidondo. Ed. Círculo Militar 1987

Archivo General de la Nación – Publicación Oficial – Buenos Aires – 1894


 

Partes oficiales de la batalla de Huaqui

Parte de Castelli

Exmo. Señor.

De resultas del ataque intentado por una gruesa division enemiga en la noche del dia 6 del corriente á una avanzada de nuestro campo de Huaqui, que repitieron por otras dos veces, acercandose únicamente, fué preciso reforzar el punto de Yuraicoragua aproximandose sucesivamente dos divisiones del exército á dicho punto, mandadas por los xefes Viamont y Diaz Velez, en los dias 18, y 19, quedando á marchar por el siguiente la tercera division al mando del teniente coronel Bolaños.

Aunque eran urgentes los motivos de atacar al enemigo, como lo he manifestado á V. E., y lo hicieron al mismo tiempo los generales, estaban estos de acuerdo conmigo en esperar oportunidad, que reuniese las circunstancias propuestas en el plan de operaciones.

Pero los enemigos se dexaron ver bien temprano en la mañana del día 20, con direccion á la Quebrada de Yuraicoragua, que comunica al campo de Josus de Machaca, y Rio del Desaguadero, con el de Huaqui y Laguna. Entre 7 y 8, llegó á nuestro quartel general el parte verval del coronel Viamont; con aviso de que se le atacaba con quatro numerosas columnas, de las quales una venía por las alturas del Asafranal: un instante despues, llegó otro aviso de que los enemigos venian haciendo fuego á las avanzadas nuestras. Ya se había mandado tocar generala: el general en xefe, brigadier Balcarce, se presentó en la plaza para hacer marchar la tercera division, que debía ser la del centro, y ahora apoyaba la derecha, siguiendole el cuerpo de reserva. Yo me diriji sin espera al campo, y á mi vista llegó la division de izquierda del contrario, que desplegó en batalla, desau- briendo su artillería, y destacando sus guerrillas, con la mira de interceptar la comunicacion de nuestras lineas, favoreciendose, aunque la posicion, en que me hallaba es ventajosísima, que solo la cubría una avanzada de 16 fusileros: el contrario no la atacó, sin duda porque presumió, que estubiese encubierta la fuerza en la falda posterior del Morro.

Llegó el genenal Balcarce, y dispuso la colocacion de la division tercera, que hise avanzar á ese punto con aceleracion, animandola como convenía en su marcha, á que me vine á encontrar. Ella se colocó ventajosamente con artillería á su cabeza, en el pie, y falda rdel morro, sin riesgo de que se le tomase la retaguardia. así porque apoyaba su costado derecho sobre la rivera de la Laguna como porque se la cubría el cuerpo de reserva que venía marchando, entre la Laguna y cerros de Huaqui. Quando el enemigo rompió el fuego de cañon, cuyas primeras balas pasaron por sobre mi cabeza, ya estaba formada parte de nuestra batalla y nuestros cañones contestaron con tezon. La division tercera se componía del regimiento de patricios de la Paz, y 3 compañias de fusileros de los de Cochabamba.

Sin empeñar el fuego de fusileria, tres de nuestros cañones falsearon por sus montages, sin que por eso decayese el fuego bien servido por los otros de mejor estado. Ya observabamos que los pazeños estaban temblando y sin hacer fuego, ni ver caer alguno de la linea se salían de ella siendo los primeros sus oficiales. Mas remisos y cobardes se mostraron quando se trabó el fuego de fusil: sin que bastase el esfuerzo, con que les alentaba, procurandoles sacar detras las peñas, haciendoles ver la proxima derrota del enemigo. Nuestras fatigas, persuasiones, y esfuerzos, hasta el extremo del rigor, fueron inutiles. A pretexto de que les dolía el pie, ó de que no tenian cartuchos (que yo vi tirar, y ocultar) ó de que se descompuso la llave, viendoles yo mismo sacar el tornillo pedrero á dos, se paraban. El enemigo cargó y ellos sin esperar disposicion del general, ni del xefe de la division, se pasaron al enemigo algunas de las compañías, haciendonos fuego, y las demas emprendieron una retirada en desorden, tal como fuga vergonzosa, y maliciosa, tomando los caballos de los desmontados: la reserva no los pudo contener, porque tenian brios para hacerse paso por entre las filas. Asi dexarou perder la artillería de su division, y sin poder socorrer las divisiones interiores de Viamont y Diaz Velez. Estas despues de sufrir un ataque vigoroso de 4 horas; se replegaron al campo de Machaca con alguna pérdida, de que no puedo dar razon circunstanciada por ahora: á este tiempo el general Bi- vero, que en aquella mañana atravesaba el campo con el resto de caballería, para pasar á situarse sobre San Andres de Machaca, del otro lado del Desaguadero, donde tenia gran fuerza con fusilería y 4 piezas de artillería, observando él las señales de ataque, de que le iba aviso, se dirigió al punto de la accion, y pudo favorecer la reunion de las divisiones, y hacer que los enemigos se replegasen á su campo. Ellos han experimentado una pérdida tan considerable, que por informes, y calculos verosimiles, es triple de la nuestra.

El general en xefe conmigo, se dirigió sobre la fuga de los paceños, á facilitar el paso por sobre los cerros, á reunirnos en Jesus de Machaca. Pero reconociendo que ni en el pueblo, ni en aquel campo había gentes, retrocedimos á las faldas de Huaqui, á tiempo que una partida enemiga entraba; y nos dirijimos para Tiahuanaco, De allí se retiraban los restos de la division, y pasamos hasta Laja en la noche. Supimos que era mucha la fuerza de tropa dispersa, de que eramos en parte observadores. Nos fué preciso emprender la diligencia de contenerla, y recogerlas á diversos puntos por las rutas de Potosí, Plata, y Despoblado, que hemos recorrido hasta este, de donde retrocedemos al cuartel general, con designio de reforzar el exercito, para obrar, segun pidan las circunstancias, á consecuencia de las medidas, que se han tomado, y de nuevo adelantamos.

Este reves, aunque ha debilitado la fuerza, y disminuido el armamento, ha reforzado el entusiasmo, y nos hará más segura, y cierta la ventaja, que debemos prometernos sobre unos enemigos atroces, infidentes, y alevosos, que aspiran á la servidumbre de los pueblos, ó por la incorporación de ellos á la suerte de la metropoli.

De lo que resulte daré cuenta á V. E. para su conocimiento, á fin de que no se dé mas bulto á un acaecimiento, que revela la justicia de nuestras intenciones.

Dios guarde á V. E. muchos años. Macha 20 de junio de 1811.

—Exmo. Sr. Juan José Castelli.

—Sres. de la Exma. Junta Gubernativa del Río de la Plata.

 

Parte de Balcarce

En la mañana del 20 del pasado fui atacado pr. tres columnas Enemigas qe. ocupaban la derecha, isquierda, y sentro de la Sierra de Bila Bila de qe. estaban apoderados anteriormaute, de esta novedad dí a V. S. parte inmediatamente con mi Ayudte. de Campo D. Apolinario Saravia, haviendo yá dispuesto qe. él comandante de Guerrillas él Capitan D. Mig1. Araus, operase con las detalladas ál efecto; mandando ál 3r. Gefe el Sr. Dn. Eustoquio Diaz Veles, saliese con su division ál llano siguiéndolo yó con el primer Batallon de mi Regimiento, y dejando el segundo á la orden del Sargento Mayor D. Matias Balbastro, á la boca de la Quebrada pa. impedir pudiese ser flanqueada mi Batalla, pues ál regresar mi dicho Ayudte. Saravia me dijo benia pr. ella una columna como de dos mil hombres, consultando en esta operacn. él auxilio reciproco pues solo distabamos quatro ó cinco quadras.

La columna derecha Enemiga muy supor. a mi Batalla allandose en tiro sufrio los fuegos de Artilleria bien dírigidos pr el 3r Gefe y él comandte. de élla D. Felipe Pereyra Lucena qe. abanzaron intrepidamte. con los dos Obuces y algunos cañones bien sostenidos, aquellos fuegos treparon, y ganaron la quebrada contigua á la de la cituacion de mi Campamento donde se empeño la mas visarra accion que se sostuvo aumentando en quanto me fué posible la fuerza de las alturas, de que resultó un combate obstinado de mas de cinco oras. Las dos culebrinas de a dos que operaban en las Guerrillas se inutilizaron á los primeros tiros, igual desgracia tuvimos con un cañon de aquatro de Batalla, y uno de los obuces: Este suceso, la enorme desigualdad de fuerzas, el haver sido atacado inopinadamte. contra todas nuestras esperan- sas, la dificultad de trepar los Cerros cuyo camino hera de practica al enemigo, todo concurrio á no poderse sostener pr. mas Tpo la accion de que resultó la retirada del Señor Diaz Veles, él comandte. Pereyra (herido mortalmte) y Tropas de operacion en las alturas. Como la Batalla estava dominada de los fuegos de las alturas, me fué necesario retirarme. Este movimiento con la incorporacion de las tropas qe. havian operado en los Cerros causó aquella confucion necesaria en esos momentos, y aprovechandose de élla los oficiales qe comprende la relacn qe acompaño, huieron cobardemente hasta Jesus de Machaca llebandose mas de 500 hombres sin qe los estimulase a bolver á la acción él bernos muy luego en la Pampa formados en Batalla. A mas de media tarde vino el Señor Ribero con la division de Caballeria de Cochabamba, que habia estado divertida con el ruido de nuestros fuegos. Toda la mañana a su vista, los enemigos que estaban reunidos en la boca de la Quebrada mucho Tiempo antes ganaron el Cerro ál que tambien suvió el Señor Ribero pero la noche impidio toda operacion. Cerrada esta, nos retiramos á Jesus de Machaca, savida ya la suerte desgraciada de Guaqui, y en élla, y los siguientes dias se dispersaron las Tropas y oficiales en los tros qe V. S há presenciado, apoderandosé de los hombres un terror extraordinario cuyo origen aun no hé podido comprender. La pérdida en la accion la jusgue de 50 hombres. Entre los muertos son de la mayor concideracn la del comandante de Artilleria y el capitan de Usares de la Paz.

Dn Bernardo Velez. Entre los heridos lo son levemente él teniente de Artillería Dn Fran°° Villanueba, el Subteniente agregado á mi Regimiento Dn. José Maria de la Corte, y el Sargento de Artillería graduado de Subteniente Dn Juan Luna y contuso él Capitan de Granaderos de Chuquisaca Dn Joaquin Lemoyne. El 21 me puse en marcha retrogada hasta Calamarca, donde llegue la Madrugada del 24 pr no haverme sido posible mantenerme en Biacha, como pensé pr. no haverme sido posible hacer reunion alguna. Como htá esta fecha aun no havia savido él destino de V. S. ni del Exmo Señor Representante determiné dár parte el superior Govno de lo susedido, y lo hise con extraordinario que condujo él capitan de mi Regimiento Dn Pedro Pablo Gorostigua, encargado de orientar del todo pues practicamente lo havia nresenciado.

En él mismo dia supe que la ciudad de la Páz, en insurreccion, los Indios havian muerto, al Colegua Marquez de Sn. Felipe, y aun Europeo, y apricionado á los demás de esta nacion; para evitar estos males de acuerdo con el Señor Presidente de la Junta Pro vl. Dn. Domingo Tristan, y él colega Dr. Astete, que estaba en aquel punto, determiné pasar con la poca gente qp. tenia á la dicha Ciudad, y lo verifique él 25, resultando de esta afortunada determínación él bien de tranquilidad qe. luego se estableció; siendo muy reparable la conductii de los Colegas, Landaveri y Baldes, qe. havian profugado lo mismo qe. la mayor parte del cuerpo Municipal dejando asefalo el Govno. y sugeta aquella Poblacion á los terrores de) desempeño de la Popularidad ya en fermentacion. En ella me mantuve hasta él 29 en que saviendo la aproximacion de los Enemigos, y intimacion á la Ciudad, determiné salir con las Tropas que tenia, pues sin energía alguna aquella multitud de havitantes solo trataban de abandonar la ciudad cuya concerbacion no tenia fuerzas con qe. mantener.

Los dias siguientes hasta el 4. del corrte. en qe. me incorporé á V. S. en el punto de Oruro no hubo novedad alguna cuyo conocimiento hé dado á V. S. de palabra en dho. punto.—

Como nunca hay un motibo mas real pa. graduar la importancia de los hombres qe. en los momentos de adversidad, así es que no puedo dejar de recomendar á V. S. la constancia, sufrimiento, y distinguida conducta de la oficialidad de Pardos y Morenos lo mismo qe. la muy brillante del Capitan de mi Regimiento Dn. Miguel Araus pa. qe. tenga á bien elebarla al Superior Govno.

—Dios gue. á V S. ms. as. Quartel Gral. de la Plata 18 de Julio de 1811

—Juan José Viamonte.

—Señor Gral en Xefe Dn. Ant°. Gonz. Balcarce.

—Es copia. Balcarce.

 

 

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