Carlos A. Diez San Millán

 

 

INDICE

CONTENIDO

 

PAGINA

Introducción

Prólogo

Colanzulí (foto)

 

 

2

3

4

Agradecimiento

5

Máximas

6

Elevación

7

La Heredad

Los Diablillos

8

11

El Atraso

16

El Visitante

 

17

El Mutante

 

20

El Pasajero del Zodíaco

 

26

El Regreso

La Muerte del Cazador

Canción a los Valles

¿Quién Eres?

Estreyita

Nostalgias

Nicolás San Millán

La Tercera

Oración Gaucha

Mi Poncho

 

27

28

29

30

31

33

35

37

55

56

 

Portada: “Saliendo del Poblao” Dibujo de Alberto Güiraldes

 

 

 

 

 

 

Introducción

 

El Andar de los Andares es la recopilación de sentimientos de un caminante, de un recorredor  de caminos,  experiencias dinámicas expresadas en forma de versos que tratan de reflejar las vivencias.

El tanto andar,  me ha  enriquecido el morral de los amigos, y debo hacer honor a la verdad, pues la cosecha ha sido fructífera, ya que en cualquier  lugar donde mis pasos me vuelven a llevar, encuentro a alguien con quien compartir un momento agradable y eso me llena de satisfacción.

Los caminos son de ida y de vuelta,  y depende de cómo los haya uno recorrido para saber que huellas dejarán en nuestra esencia, si el perfume franco de los aromas de las flores silvestres o el doloroso tajo del artero garabato,  que esconde bajos sus verdes hojas el garfio que hiere hasta el corazón cuando se clava sin compasión, desgarrando todo lo que encuentra a su paso.

Esto es por así decir, un caso curioso, pues no menciono los caminos sinó las situaciones vividas en cada uno de ellos, pero todos apuntan  al mismo destino, ir trayendo  a mi memoria todas esas vivencias que me acompañan desde tiempos pasados, y que están conmigo,  siempre presentes, totalmente conexas, firmes, vibrantes, asomando en la actualidad como el resumen de toda una vida azarosa de hechos vividos intensamente, día tras día,  de los cuales no me arrepiento en lo más mínimo.

El tiempo ha pasado y ya no recorro tanto, pero en mi mente, poco lúcida por cierto, mis pasos siguen adelante, la huella de la vida me ha puesto de nuevo al cruce con mi amigo y Compadre Fernando García Bes “a” Ferdy, con quien  cabalgamos por distintos senderos hallándonos razones, sorprendiéndonos con cosas sencillas en un nuevo descubrimiento, la alegría de escribir lo que uno siente y dejar nuestras ideas y recuerdos para que cualquiera, en algún momento de la vida, comprenda que a nuestra manera intentamos ser felices conjugando el tiempo presente de esos difíciles  y olvidados verbos “Compartir” y “Ser Sin Tener”.

 

Carlos A. Diez San Millán - 31 de mayo de 2004, día de los Muertos en Guerra.

 

 

 

 

EL ANDAR DE LOS ANDARES

 

PROLOGO

 

            Comenzar un camino es de ya una valentía superior, porque se sabe de antemano de donde se parte y para donde uno  cree que pueda llegar.

En el camino se acomodan las cargas.

            Cuando este camino es el de la vida donde el resultado en cada destino es la experiencia, se esta llegando al sentido y al objetivo de las cosas.

            El camino puede estar situado en un paisaje de montaña, el asombro de su imponencia, el amor presente en la vida de una mujer y la necesidad que esta vida se perpetúe, se mantenga, enfrente las realidades que confronta el dolor y la soledad.

            Las realidades de los ciclos que en ocasiones nos derrotan y las fortalezas del que le toca, tenga él la realidad de buscar en la pelea para no postergar la naturaleza de su pertenencia y la lucha por un lugar y también de su historia.

            Los caminos de la geografía se intercalan con los del alma, donde la luz de Dios es el camino, la verdad y la vida.

Equidistancias aparentemente contrapuestas de las verdades de la vida y las miserias de los humanos. Desde el despojo miserable  de dineros heredados a la sonrisa franca que nos deja las enseñanzas de un caballo que debe sufrir las injusticias de la realidad.

            Enseñanzas metafóricas.

            Los poemas que realiza Carlos Diez (dicho con cadencia musical), son el resumen de una actitud puesta al servicio de los sentimientos y de las emociones, que van reflejando pinceladas de sombra, de luces, de brillos, de barros.

            Desde lo cotidiano de gusto folklórico hasta lo superlativo del sentimiento de Dios, Carlos Diez nos deja el gusto de la vida, que es la mejor entrega que nos puede brindar, un creador profundo, profuso y sensible.

            El Andar de los Andares, sea con seguridad la segunda parada de su primer libro, Tras los Pasos de Fierro.

            Ojalá que el tiempo nos depare varias paradas más, para el deleite de todos.

 

 

Marzo de 2.005

Dr. Edmundo del Cerro.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                Colanzulí – Iruya – Salta

(Vista desde el Abra del Cóndor)

 

 

 

 

 

 

Agradecimiento

 

Gracias a todos y a quien alguna vez se detenga a leer esto que he llamado El Andar de los Andares, sonrían si les divierte, más cierren los ojos si les  despierta la conciencia, pero  aunque traten de dormirla  no podrán liberarse de ella.

Los pensamientos no tienen patria ni origen, por eso voy a incluir unas palabras de Rudyard Kipling, que me las diera un gran amigo, Ignacio Saravia Toledo, en momentos e que mis fuerzas flaqueaban, palabras que  son extraordinarias por el valor que encierran y por su temple, y por la enseñanza  que predican, lo que me hace pensar  que, “El Andar de los Andares”  tiene un camino que continuar.

 

No Desistir

 

Cuando vayan mal las cosas,

como  a veces suelen ir,

cuando  ofrezca tu camino

solo  cuestas que subir,…

cuando  tengas poco haber,

pero  mucho que pagar

y precises sonreír

aún  teniendo que llorar,…

cuando  el dolor te agobie

y  no puedas ya sufrir,

descansar  acaso debes…

¡Pero   NUNCA DESISTIR!

Tras las sombras de la duda,

ya plateadas, ya sombrías,

puede bien seguir el triunfo,

no  el fracaso que temías,

y  no es dable a tu ignorancia,

figurarte  cuan cercano…

puede  estar el bien que anhelas

y  que juzgas tan lejano,

¡lucha pues!,  por más que tengas

en la brega que sufrir…

¡Cuando todo esté peor,

MAS DEBEMOS INSISTIR!

 

 

Un agradecimiento especial a Cecilia Smyth de Dragui, quien en nombre del museonor/ Gauchesco “Ricardo Güiraldes” y del Parque Criollo de San Antonio de Areco me han hecho el honor de permitirme utilizar  dibujos de Alberto Güiraldes para la portada de  “El Andar de los Andares”.

 

 

 

 

MAXIMAS de GRANDES y PEQUEÑOS PENSADORES

 

 

Es más honorable tener la razón que obedecer el frío contenido de la ley.               MAHATMA GANDHI.

 

 

No existe mayor demostración de poder de aquel que no tiene la razón, que imponer el peso de la ley al que dice la verdad, para callar la conciencia, y si no la tiene, darle valor a una pobre y rastrera cobardía.

CH. Ten Mac  Millan

 

 

 

 

 

 

 

Elevación

 

Cuando tu llegaste hasta mí

se acabó por fin la oscuridad,

a mi alma triste le llegó la luz

que iluminó, todo mi ser.

 

Quiero compartir la inmensidad

que me brinda todo tu existir,

no me dejes nunca más, Señor

hazme brillar muy junto a ti, oh mi Dios.

 

Tengo que morir para vivir

déjame encontrarte, oh mi Bien,

llévame contigo hasta el fin, Señor

Te entrego a ti, mi corazón.

 

Año 1.986

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA  HEREDAD

 

Pa’ que pueda entender

 ese cruel comportamiento

de las actitudes humanas,

empiece ya por saber,

qu’ el hombre puede perder

 por un peso el sentimiento.

 

Ha de conocer seguro

 y es una ley mundana,

rápido se hace duro

 el hueso que queda al sol,

el  óleo  al agua  no hermana

 y le pone mal olor.

 

Esto que  voy a decir

 tengaló también por cierto,

ejemplos hay a montones,

 por asuntos de patacones

puede yegar a convertir

la hermandad en un desierto.

 

Crías de  misma camada

 que duermen todos juntitos,

cuando yega el tiempito

 de repartir la frazada,

aparece una malcriada

 y se lo lleva al  trapito.

 

Si la madre se avieja

  yegando la ancianidá,

ya sale la comadreja

y al pasar le pregunta,

donde guarda la platita?

 ¡ ni una moneda le deja!.

 

Siempre la madre es noble

 y el padre tiene honor,

hay que decir con dolor

 no hay hijo que se  iguale,

y pueden  salir diferentes

 pero algunos, ¡Dios te salve!

 

No existe cosa más triste

 la cría que sale avara,

así mismo la prepara

éya,  a su propia hija,

eso es lo peor que existe

cada cual es más malvada.

 

Así con mucha perfidia

 le van sacando las plumas,

de a poco y sin descanso

 pero con enorme malicia,

igualito que el carancho

 se le meten en el rancho.

 

Le van hurtando en silencio

 lo poco que eya tuviera,

platería y las monedas,

 y la van arrinconando,

le venden hasta el amor

 hasta que sola se queda.

 

Dicen que así es la hiena

 que de lejos se sonríe,

con esa  sonrisa atroz,

  yo he conocido a dos,

una madre, otra soltera,

  las dos; a cual más  feroz!.

 

El hombre no juzgará

 lo que es terreno de Dios,

pero si debe entender

 que no es bueno comer,

devorar su propia carne

 como si fuera un matambre.

 

Con este buen ejemplito

de lo que el hombre es capaz

si piya  un queso grande,

 se vuelve demás rapaz,

la angurria se le expande

 lo demás le importa un pito.

 

Ansí le iba contando

 de miserias y  ruindades,

que el hombre puede tener

 igual que la comadreja,

que le quita hasta la lana

 de las colchas de la cama.

 

Esto le está mostrando

 como actúa el  cristiano,

qu’ por trás del tanto tener

 no perdona ni a su mama,

y qué le puedo decir!

 si se trata de un hermano.

 

Teniendo esas condiciones

 nunca se puede esperar,

que pueda el hombre mostrar

 bondá en el sentimiento,

esas cosas vienen juntas

 en la cuna ´el nacimiento.

 

El asunto era meterse

 como el oculto en la cueva

de nochecita y sin buya,

lo mesmo que hace la chuña

pa` joderla a la cigüeña,

 y en el nido se le acuña.

 

Por esa misma cuestión

 hay causas que son perdidas,

la chancha que’s mal nacida

 se come la parición,

el que  traiciona su sangre

 no tiene perdón de Dios.

 

Carlos Diez San Millán

Noviembre de 2.003

 

 

 

 

EL ATRASO

(Abra del Condor-Colanzulí)

 

Sentado estoy aquí Señor

disfrutando,

el azar así, dispuso

sin querer detuvo, nuestra marcha

irracional, insensata, presurosa,

rumbo a la  locura de esa cosa

que algún orate le llamara

¡Vida!

 

Atrás, dejamos la paz y la cordura

infinita

del mundo cabal de los ancestros,

presente,

en cada uno de los nuestros.

Crisol

de las razas que son duras

muestras

del color marchito del invierno.

 

Mis ojos

se  llenan de sol y de blancura

colores, que matizan lo profundo

del valle, que a mi ser  proclama,

dueño

absoluto de la paz y de la calma.

 

Prosigo ahora mi camino

pregunto:

¿No te habrás Señor, equivocado

al abrir de nuevo el paraíso?

Nunca dijiste en realidad

de que color, o como era,

la piel

de tus hijos Adán y Eva.

Carlos Diez San Millán

Agosto 2.003

 

 

 

 

 

El Visitante

 

El Morado encapotado

 se cubre de nubarrones,

aumenta el Colanzulí,

 ya está tronando en Iruya,

don Huayra muy enojado

 nos advierte, nos arulla.

 

Ese bramido feroz

que ha todos enmudece

se agiganta, ya decrece,

 desde lejos ya se escucha,

parece, un tropel atroz

 en el fragor de la lucha.

 

Toda la gente callada

 mira pa`l lao del sur,

el corazón tiritando

esperando su llegada,

¿de dónde viene bajando?

¿cuál será el nuevo albur?

 

¡Allá viene! El grito sale

 de la garganta quebrada

del que está en el mirador,

 anunciando con horror

una crónica anunciada

 de miseria y de dolor.

 

Sin faltar uno, regresa,

año tras año se espera,

de una u otra manera,

 sin alegría ni pena,

pero siempre, siempre llega

 a cobrarse su talega.

 

Como un tigre agazapado

 se abalanza y se detiene,

un zarpazo calculado,

 y de nuevo se nos viene,

con ímpetu arrollador

 metiendo al alma temor!

 

Es el gran protagonista

 del Coliseo Iruyano,

es el león de los romanos

 que viene por los cristianos,

a comerse lo que encuentra,

 matando a diestra y siniestra.

 

¡Se viene pa’ la defensa!

 y la empieza a carcomer,

le pega del lao de abajo

 y comienza a  socavarla,

como queriendo voltearla

 cuando arrecia la tormenta.

 

El lomo se le encrespa,

 el pelo se arremolina,

abre aquí y cava allá,

 golpea y así patalea,

abriendo surcos y hueyas

 en semejante querella.

 

La defensa, pobrecita,

 estoicamente resiste,

como si fuera El Alcazar,

 para morir como un toro

entregando el corazón

 por tres moneditas de oro.

 

De pronto la puñalada

 por debajo de su cuerpo,

el barro así la penetra

 y le quiebra el basamento,

¡grita la gente! y la piedra

 se derrumba en la estocada.

 

Arriba la juventud,

como Barrabás en la cruz

¡ruge ya enloquecida!

 los ancianos en silencio,

esperando nueva suerte,

 lloran de luto la muerte.

 

Así es la vida en Iruya,

 lucha del bien y del mal,

entre lo mucho y lo poco,

 es una historia mortal,

no hay invasor que la espante

 ¡siempre va para adelante!

 

La existencia continúa,

 por siglos que van pasando,

luego que muere el tormento,

 bajan de nuevo al río,

a  sacarle los adobes,

 a rejuntar esas piedras.

 

Compondrán los caminos,

 arreglando las acequias

esperando el año nuevo,

 y, en la fecha de llegada,

¡Estarán todos presentes

 para esperarlo al Volcán!

 

Carlos Diez San Millán

23 de Noviembre de 2.003

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL MUTANTE

 

¡Digo bajo juramento!

lo que  le voy a relatar,

es la historia de un Jumento

y es la pura verdad,

pués ha ocurrido de veras

nunca pudo ser invento.

 

Por asuntos personales

y también profesionales,

rumbiando en la camioneta

camino a Las Higuerillas,

con miedo entre las piernas

salimos pa` juntar  leña.

 

Allá el dueño me esperaba

tempranito esa mañana,

llena la casa de gente

changos y chinas cantando,

bajo la atenta mirada

de su mujer, Doña Adriana.

 

Don Martín que así se llama

el dueño de ese lugar,

allí nos empezó a mostrar

un oficio judicial,

que la gente de Vialidad

le acababa de mandar.

 

La cosa no era tan brava

seguro se arreglaría,

pero también el contaba

que modificaría el caminito,

la traza y la puerta de entrada

pa` dentrar a su ranchito.

 

Eran varios los tenores

que sobre el asunto charlaban,

contando los pormenores

 al corral se acercaban,

con intención de agarrar

los matungos pa’ ensillar.

 

López mandaba de lejos

el reparto de los fletes

¡Vos que ya no sos changuito

andá ensillate el peticito!

Para aquel medio gringuito

que se suba al tobianito.

Si sos medio avispao

poné los cueros del basto

a ese chuncho gateao

y que no te mande pal pasto,

¡uno a uno le asignaba

asegún qué necesitaba!

 

Sólo un flete quedaba

en el medio del corral,

un moro gordo, gigante

demás grande el animal,

sólo la trompa faltaba

pa` que sea un elefante.

 

¡Usté le viera la cara

y los ojos al equino!

Cuando el gaucho se le vino

derechito pa montarlo!

Pa`que no se disparara

¡hasta hubo que maniarlo!

 

El noble bruto pensaba

ya estoy viendo visiones,

de miedo el freno tascaba

y a partir de ese momento,

´toy creyendo que este Gaucho

se ha bajao del monumento.

 

Ya lo empezó a mirotear

de abajo para arriba,

¡ay! Si me llega a pisotear!

Pobrecita la vaquita

que habrán tenío que cueriar

pa´ cercarlo a la vueltita.

 

Seguía con los pensamientos

de semejante humanidá,

pa` cubrir tamaña panza

tiene que ser realidá,

¿Habrán pelao una vaca

como si fuera naranja?

 

Cuando sus ojos llegaron

para el lao de la mollera,

¡Casi muere de pavor!

Este no es gaucho cualquiera,

si se ha tapao la sesera

con un plato volador!

 

 

En la primera arrimada

le puso la pata al estribo,

¡De no creer, se lo digo!

El bicho dio una costalada,

las patas se le aflojaron

y ahí nomás lo apuntalaron.

 

Bajo la panza pusieron

a la manera de crique,

una mesa de carniar

de su amigo Juan Enrique,

así al jinete subieron

y al fin se pudo montar.

 

El bicho se acomodó

abriendo las cuatro patas,

y sufriendo caminaba

como chiquiyo ensuciao,

que avisaba  a los gritos

¡mamita mei’ desgraciao!

 

Machazo el moro marchaba

y sólo al frente miraba,

llevando al marajajá

entronao en la galera,

si me tropiezo pensaba

quedo pa` reposera.

 

¡Advertido el animal!

Ahí nomás le cambió el paso

andando en bípedo lateral,

iba dando bandazos

como zapayo en el carro

que ha dentrao en el barro.

 

Montao en una mula lobuna

Yo, la cara al Moro miraba,

¡Qué fortaleza pensaba!

Con los ojos me contestaba,

con una que otra lagrimita

y una sardónica risita.

 

De pronto y de sopetón

Se armó la confusión,

la tranquilidá se perdió

y el mundo se convirtió,

en semejante gritería

¡Qué bochinche madre mía!

 

 

En cuanto menos pensaba

el moro `taba dentrando

a una profunda quebrada,

ahí nomás arremetió,

y de una sola patinada

en el fondo se clavó.

 

Cuando se iba cayendo

en medio de la barriada,

las herraduras chirriaban

como colectivo lleno,

que tenía bien gastadas

las pastilyas del freno.

 

El hocico se enterró

hasta medio `e la carretiya,

los dientes se le aflojaron

quedando medio prognato,

y por el peso adelante

se doblaron las rodiyas.

 

No era una pose cualquiera

la del gaucho y cabalgadura,

le faltaba un talismán

pa` creer que en tal postura,

cualquiera los confundiera

con un adorador musulmán.

 

Para atrás lo tironearon

pa` poder desenterrarlo,

¡Entero todo temblaba!

y si el gaucho se arrimaba,

con pretensión de montarlo

¡Muerto al piso se tiraba!

 

De vuelta ya pa` la casa

meta boyo y dale al mate,

todo el mundo comentaba

las peripecias pasadas,

uno a favor, otros en contra,

como ocurre en un debate.

 

Estando en la galería

un relincho se escuchó,

el Moro se apareció

al tiempo que arremetía,

arrodiyado en el pasto

entre soyozos decía:

 

 

¡Le juro mi patroncito

que no existen razones

pa` semejante castigo!

Y de corazón le digo

mi querido Lopecito,

yo le pido mil perdones!

 

¡De no creer! Era alarmante

ver yorar  ese cabayo

en un tono suplicante,

¡Le juro que yo no he sido,

no se quién le habrá mentido

yo no he pisao sus zapayos!

 

Daba piedá y tristeza

semejante humiyación!

`Taba en el piso clavado

soyozando con dolor,

tapados con las orejas

los ojos del castigado.

 

¡Le confieso Don Martín

que el asunto de su Baya,

es una historia sin fin

no va a ocurrir de nuevo,

le prometo que mañana

me hago pelar los huevos!

 

Yo no voy a soportar

otra afrenta como esta,

me está doliendo la testa

y ya mi puesto a pensar,

que si me vuelve a pasar

yo me voy a suicidar.

 

Haga de mi lo que quiera

azotes, arado de tero,

capemé, mándeme  p`al cerro,

vendamé pa`l matadero!

Pero por Dios, no permita

¡Que se me suba de nuevo!

 

Luego que se despachó

con tan triste perorata,

se paró sobre sus patas

con tranco cancino marchó,

y recién caí en la cuenta

del motivo de la afrenta!

 

 

Mirándolo de costao

algo raro le pasaba,

al pobre le había bajao

en medio del  lomo la alzada,

el saldo de la mutación

lo sumió en la desazón.

 

Las patas todos hinchadas

como fuente de empanadas,

el lomo con dos jorobas

la verdad que era cierto,

ahora el pobre parecía

un animal del desierto!

 

En esas cavilaciones

ese pobre engendro andaba,

cuando yegó un mercachifle

¡Beines, beinetas, balas de rifle!

Y se paró a contemplarlo

poniéndose a acariciarlo!

 

¡Que anibalito bás bello!

¡Y enciba de color Boro!

Ahí nomás yo pegué un grito:

¡Esto es  una mina de oro!

El Tomy es el moldecito

¡Pa` producir los cameyos!

 

Carlos Diez San Millán

(Agosto de 2.003)

 

 

 

 

 

 

 

 

EL PASAJERO DEL ZODIACO

 

Parado estás allí, en el umbral

de  ésto,  que dicen, es la vida,

métrica impar de la estampida

árbitro cruel del bien y el mal.

 

No lo sé, y no es por suerte

que te dieran un mes por cada año

y no tienes calendario para el daño

es tu emblema,  el signo de la muerte.

 

¡Iluso já, creí que te  habías ido!

mi cuenta terrena  aún sigue impaga?

quieres que sea dueño de la nada?

por esto, ¡hasta el alma ya he vendido!

 

¡Avanza nomás en tu camino

tortuoso y brutal, desaprensivo!

volverán los tiempos que se han ido

el bien por ti, ¡jamás será vencido!

 

Piensa que tu no eres, solo estás

diferencia filosófica en tu contra,

con dolor me marcas tu presencia,

pero yo, ¡formo parte de la esencia!.

 

Llegará el tiempo en que la mente,

imbuida de la gran luz que ilumina

encuentre el remedio que domina

¡y extermine tu risa irreverente!.

 

Cáncer, de nombre así, te han puesto

tu reinado poco a poco se termina,

Alguien ya, en tu búsqueda  camina

pronto efímero rey, serás depuesto.

 

Contados los días ya te quedan

tremendo destructor, eres malvado

el amor de muchos te has robado,

¡Tu morirás, que dudas no te quepan!

 

 ( 27 de Agosto 2.003)

 

 

 

 

 

 

 

El Regreso

(Canto a Río Blanco)

 

Como puede ser que sea

que un día, cualquiera,

se vuelva así, dichoso

 especial, lleno de vida,

será siempre el ver su rostro

el principio del regreso

y no más la despedida!

 

Volviste ansiosa tras los pasos

tiempo atrás para  esta tierra,

sin darte cuenta tal vez de lo que hacías,

¡llena de dolor el alma humbría

sin poder entregar aquel abrazo,

partido de dolor el corazón sufría!

por ese adiós,  que tu razón no comprendía.

 

Por eso es que, de nuevo

llegaste a ésta, que es tu cuna

que, nunca dejara de ser tuya,

por que no habrá fuerza alguna

que pueda quitarte el embeleso

de mirarte por dentro en el espejo

de un Río Blanco y de los cerros.

 

El sol, sonriente se asomaba,

y colgada en la mañana

cómplice,  la luna se dormía,

mirándote, y

con sus ojos, muda te decía

¡es el principio del regreso

y nunca más la despedida!

Agosto de 2.004

 

 

 

 

 

 

 

 

LA MUERTE DEL CAZADOR     

(Canción)

 

Volando en el cielo estelar

el Rey de las nubes estaba,

gira  que te gira marcando el compás,

vuela que te vuela  buscando su presa.

 

Saltando en el verde tapiz

un blanco cordero jugaba,

brinca que te brinca de aquí para allá,

salta que te salta ajeno a su drama.

 

De pronto el alado lo vió

y cierra sus alas al viento,

zumba  que  te zumba bajando veloz,

brama que  brama  sacando  sus garras.

 

Subiendo a los pagos del Sol

El Cóndor emprende su viaje,

busca que te busca el pan del dolor

sube que te sube llevando  la muerte.

 

De pronto un disparo se oyó

tiñendo de rojo la tarde

cae que te cae hacia el nido final,

muere y se cumple la ley de la vida.

 

Volando en el cielo estelar

El Rey de las nubes estaba........

 

 

Sept. 92

 

 

 

 

 

 

 

 

CANCION A LOS VALLES       

(Canción)

 

He venido a los Valles a buscar

Los ancestros que dieron a luz

a esta raza más fuerte qu`el sol

amalgama de luna y sudor.

 

El  camino me lleva a San Carlos

A La Viña, y al  Dique Los Sauces,

ahi me espera ya Juan Filemón

lo acompaña Don Quipildor.

 

Al  tranquito  ya vamos subiendo

por el río  hasta el fondo  del cerro

con  lazos  de nubes a pialar silencio

pa' darle sosiego  al  que ande sufriendo.

 

Me gusta venir a Los Valles

a llenarme de luna y de sol

al igual que bajo mi techo

Yo me siento cerquita de Dios.

 

De vuelta ya pa' mi pago

desandando toda la quebrada

en El Paso y por medio del río

ablandando una lonja sobada.

 

Bajo el alero de caña

ya me espera mi niña bonita

con  tres  yuntas y media de críos

que son fruto del  don  de  la vida.

 

Me gusta volver a mi rancho

a llenarme de paz y de amor

al igual qu` en medio ‘e Los Valles

Yo me siento cerquita de Dios.

 

Marzo 92

 

 

 

 

 

 

MUJER

 

¿Quién eres tú?

Yo  pregunto,

de día, de noche, a toda hora

que llenas de calores mi memoria,

inundando de recuerdos

a mi alma, tal cual

si fuera las celdas de una noria?

 

¿Qué tienes tu?

Que así detienes

mi espíritu y mi cuerpo

alimentas de fuego mi deseo

y te siento metida en mis entrañas

¡te disfruto mujer con tantas ganas,

eres la música eterna en mi solfeo!

 

¿Cómo eres tu?

Tanto lo se que así me animo

a cerrar los míos  y así verte,

tus ojos puros  son la suerte

esperando día a día tu presencia,

tus raíces están dentro de mi alma

¡y  ya  eres parte de mi esencia!

 

Noviembre de 2004

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estreyita

 

Estreyita de mi cerro

qu’ alumbrai  los caminitos

del pago ande yo vivo,

yo te vengo a saludar.

 

Estreyita de mi  cerro

no te escuendai  tras la nube,

estoy  aflijío de amores

y te quiero  prieguntar.

 

Estreyita de mi cerro

la china que ando queriendo

no me afloja ni un siquiera,

la viá tener que gatiar.

 

Estreyita de mi cerro

no te hagai la distraída,

bien que la conocís,

es la que me hace soñar.

 

Estreyita de mi cerro

eya tiene ojitos negros

briyantes como el carbón

y no paro  ‘e suspirar.

 

Estreyita de mi cerro

alumbrale el corazón,

decile   que hay un coyita

que la quiere conquistar.

 

Estreyita de mi  cerro,

eya vive en la mesada

pasando la quebradita,

y yo la quiero atajar.

 

Estreyita de mi  cerro,

cuando la tope en la senda

escondete en la nubita

pa’ poderla conviersar.

 

Estreyita de mi cerro,

cuando nos veas juntitos

tapanos  con tu frescura,

pa`  poderla enamorar.

 

 

 

 

Estreyita de mi cerro,

decile nomás al pasar,

que vos será la madrina

cuando la vaya a entenar.

 

Estreyita de mi cerro,

en  ancas de mi burrito

sobre mantita vayista

pa`l ranchito viá rumbiar.

 

Estreyita de mi cerro

te dejo aquí el encargo,

me voy a juntar florcitas

qu` a mi niña viá ofrendar.

 

Estreyita de mi cerro

que alumbrai  las nochecitas

del pago ande  yo vivo,

yo te vengo a saludar.

 

             07 de   Marzo de 2.005

 

 

 

 

 

 

 

Nostalgias

 

Vengo a pedirte perdón

por haberte abandonado

cobarde, así te he dejado,

y me apena el corazón

que al despertar de mi sueño,

a mi no me perteneces

y ya tienes otro dueño.

 

Ese abandono forzoso

de los tiempos juveniles

en pos de otras quimeras,

desenfrenadas carreras

terminaron convirtiendo,

en ceniza la madera

y mi  sueño en pesadillas.

 

Nunca más sentir tu bruma

tus aromas y sabores,

ni que decir los colores

y el frescor de tus amores,

 ¡todo eso lo he perdido!,

la vida fue como una espuma

soy como un muerto, que vivo.

 

Te recuerdo fuerte,

resistiendo a mis embates,

como si fuera yo,  un magnate

que te quiere conquistar,

y con todo el oro del mundo

aunque quisiera y tuviera,

no te consigo comprar.

 

Sufro por verte lejos

ya no tengo libertad,

estás allí y no puedo

ni siquiera disfrutar,

ni  llegar hasta esa puerta

por más que se halla abierta,

y que no cruzaré jamás.

 

¿Qué pasó entre nosotros?

¿Qué es lo que hice mal?

El dejarte abandonada

fue lo que marcara

en el reloj  de la vida,

ese momento fatal

de la triste despedida.

 

Cuando quise regresar

en busca de tus perdones,

ya no estabas para mi,

allí fue que comprendí

que la nave del olvido

te llevó para otro puerto,

y yo,  estoy vivo, pero muerto.

 

¿Cuántos amantes tuviste?

Solitarios y a montones

te quisieron y desearon

de cerca y también de lejos,

dentro tuyo se soñaron,

muchos, sus ojos  secaron

por haberte amado tanto.

 

Por eso vengo a decirte

que jamás te olvidaré,

en mis ojos llevaré

todo el fragor de tu selva,

serás siempre el gran amor

y no pidas por favor

¡es imposible que vuelva!

 

Fuiste la huella, mi karma

y mi amada compañera

era, lo que más quería,

vivirás dentro de mi alma

¡devuélveme así la calma

querida tierra mía

Finca  Santa Sofía!

 

 

Enero 2.005

 

 

 

 

 

 

 

Nicolás San Millán

 

Extraña medida sobre el tiempo

tiene el Creador para el humano,

que no entiende que la mano

tendida hacia el hermano,

parece cruel, sin sentimiento

y escapa a su pobre entendimiento.

 

Aún sigue, y seguirá,

larga la sorpresa,

no nos entra en la razón

tamaña cosa,

triste cruel y dolorosa

estrujando mal el corazón.

 

Nicolás la vida ha vivido,

como nadie pudo jamás

haberlo hecho,

torbellino total en el camino,

nada dejó para el mañana,

todo, todo, lo ha cumplido.

 

¿Murió?, ¡No señor!

Solo se ha ido

a la casa celestial

de donde vino,

a seguir conquistando

como siempre, mil amigos.

 

 A las pruebas me remito,

a la vista están, y más que muchas,

el vivir para él fue una lucha

de conquistas y de inventos,

con mil cosas vividas

cada día.

 

No lo añores, no lo llores,

recuérdalo con todo su cariño,

ya no pidas por él,

solo te cabe,

y no lo dudes,

pedirle a El, por tu destino.

 

Cuando mires para arriba

por las noches,

si ves estrellas ovaladas,

o al lucero que parece ser cuadrado,

ten la certeza total,

Nicolás está en el cielo.

 

 

 

Ya sabrá el buen San Pedro

lo que es bueno,

y el peligro de habérselo llevado,

lo verá pasar muy instalado,

montado sobre un rayo por los cielos,

o en la cola de un cometa bien sentado.

 

Ya sabrá el de más abajo,

que anda cerca Nicolás,

cuando una mañana despierte

y encuentre sorprendido,

a todo el fuego del averno

en feroz hielo convertido.

 

Seguro que  en el cielo,

cambiarán las cosas no lo dudo,

tendrán las reglas que fijar

rigurosas por demás,

¡Alerta roja! Seguro,

¡Ha llegado Nicolás!

 

Pillín los amigos le decían,

 honor  hacía del apodo,

corrió como quiso y  a su modo,

disfrutando del hoy y del mañana,

también se fue fugaz,

como ha vivido.

 

Piensa que no murió,

por que El, ha trascendido,

se halla ya en el Paraíso,

de donde todos salimos,

pero no todos tuvimos,

la suerte que tuvo Nico.

 

Carlos A. Diez San Millán

Diciembre 21 de 2.005

 

 

 

 

 

 

LA  TERCERA

 

 

Una Historia de Vida

(A Leonardo Castellani, por su valentía).

I

Y ansí nomás es la historia,

el  asunto y la cuestión,

parece que la vencida

es la que dicen tercera,

ya estoy de vuelta en el ruedo

pa` continuar la partida.

 

II

El que escribe nunca sabe

cuando comienza y termina,

si le agarra la picazón

la mente se le arrebata,

 igual que ñandú boleao

correrá sobre una pata.

 

III

Esa estraña sensación

de poder sacar afuera

lo que está en el corazón,

no lo debe sofrenar

por no ser su voluntá,

sinó la del Superior.

 

IV

Y le viá yamar “La Tercera”

por que en una que fue primera,

“Tras los pasos de Fierro”,

viajamos con el Compadre

refrescando los valores

que se heredan de la madre.

 

V

La segunda fue una linda

“Historia Sagrada Crioya”,

pa` recordarle a este mundo

de no olvidar los ancestros,

que aunque parezcan de otros

son los mismos que los nuestros.

 

 

 

 

 

VI

En esta ocasión viá salir

yo solito a  campiar,

tengo en el corral un nuevo

compañero de aventura,

de verdá ¡una hermosura!

fletazo de nombre “Fierro”

 

VII

Lo  viá poner de ladero

junto a mi querido Negro,

que me yeva a todos lados

y yo me siento feliz,

con un destino sin fin,

como vive la perdiz.

 

VIII

Mi Compadre no saldrá

por dos razones seguras,

s’ está yendo p`al  Perú

a recorrer la senda del Inca,

en busca de la identidá

de la raza americana.

 

IX

La otra razón del asunto

es que yo voy a intentar

hacer el tramo final

de contar la propia vida,

en un viaje solitario

de mi responsabilidá.

 

X

Hay momentos en el tiempo

que lo marcan al cristiano,

cuando tiene que decidir

que rumbo ha de tomar,

si se equivoca de senda

hay que  saber recular.

 

XI

La vida es igual qu’el monte

no se ve mucho más lejos,

pero ha de saber el crioyo

que del otro lao anda La Luz,

las hojas tapan el sol,

pero no dan oscuridá.

 

 

 

XII

La vida nos va enseñando

como campiar noche y día

escuchando los sonidos,

aprendiendo a comprender

lo que nos quiere mostrar,

la natura con sus señas.

 

XIII

Si estando tirao en el pasto

contemplando la espesura

los pájaros se cayaran,

póngase alerta mi amigo,

ajuste la cincha del flete,

anda cerca un enemigo.

 

XIV

Por el contrario si ve,

que de solo estar tranquilo

se le acercan los salvajes

y felices voladores,

a comerse las miguitas,

¡tesé tranquilo aparcero!

 

XV

La vida es una ristra

de cosas que van pasando

y lo que ha dejao pasar,

yoreló nomás paisano,

que no tiene solución

aunque se rasque con marlo.

 

XVI

Mas de un noble cristiano,

puede ser que se equivoque

muchas veces en la vida,

pior es no haberse jugado

aunque tenga que yorar,

por andar con tranco errado.

 

XVII

La existencia es pa’ todos

trabajo y mucho lomiar,

es difícil de lograr

ganar el pan de cada día,

si no fuera tan averno

un paraíso sería.

 

 

 

XVIII

Lo que si le quede claro

depende de cada uno

que sea campo o destierro,

y de acuerdo a lo que haga

en esta tierra, aseguro

será su cosecha y su paga.

 

XIX

El que atente contra la sangre

que heredó de sus mayores,

pagará con su tristeza

y sus crías sufrirán

lo que no supo advertir,

por culpa de su dureza.

 

XX

Viá tratar de recordar

cosas que han pasado

de niñez a juventú,

en la vida de estudiante,

lueguito de trabajante,

hasta los tiempos de ahora.

 

XXI

Recuerdo cuando de niño

era feliz en Cerrillos

en semejante casona

entre sótanos y altiyos,

capiyita colonial

y demás largas galerías.

 

XXII

Semejantes noviyadas

y los tractores nuevitos,

muchas vaquitas de tambo,

¡los ataques de langostas!

esas fiestas navideñas,

¡vaya saber cuantas cosas!

 

XXIII

De golpe, se terminó

y pa’ Cámara  rumbiamos,

ayá fuimos a parar

a nuestra tierra querida,

parecida al paraíso

yamada Santa Sofía.

 

 

 

XXIV

En ese lugar, felices,

 de imborrables recuerdos

pasamos años de vida,

yenos de aprendizajes,

dolores y esperanzas

compartiendo cada día.

 

XXV

Pa`esos tiempos fue qué,

me yegó la juventú,

descubriendo trás los cerros

una tropiya de hermanos,

que en honor de la verdá,

¡nunca soltaron mis manos!

 

XXVI

Yo, fui feliz en Río Blanco,

aprendiendo a compartir,

lo mucho o poco que hubiera,

el cariño, ayí sobraba,

me sentía contenido

 y por muchas madres querido.

 

XXVII

Como todo lo qu’es bueno

en seguida se acabó,

empezando un nuevo rumbo

dejando atrás  los amores,

cambiando por sinsabores

¡la pucha que lo tiró!

 

XXVIII

A estudiar ya me mandaron

casi dos años perdí,

en la selva de cemento

estaba sin compriender,

como chivo solitario

a los gritos me pelaba.

 

XXIX

Dos ingresos me mandé

pa’ dejar bien asentao

¡que mala base tenía!

El estudio es cosa seria,

y si el bruto se dispone,

aprobará la materia.

 

 

 

XXX

Ya p’al medio de aquel año

la cosa se complicó,

de repente sin pensarlo

mi gran amigo José,

tirando las riendas de un flete

d’este mundo se marchó.

 

XXXI

¡La pucha que me dolió!

El alma quedó marchita,

sin sentido de vivir,

pero aquí lo viá decir

no se fue sin saludar,

El, se ayegó pa’ avisarme.

 

XXXII

El mundo cambió de forma

para adentro, en mi interior,

un amigo se apiadó

de verme tan estropiao,

pa’su rancho me ha yevao

y del pozo me sacó.

 

XXXIII

Bustillo era su apeyido,

de apelativo Martín,

tozudo como el que más

logró cometido al fin,

¡Al burro que se rebela

hay que clavarle  la espuela!

 

XXXIV

Con las paletas marcadas

por los golpes recibidos,

ayí fui bien comprendido

por sus hermanos y madre,

no hacía mucho tiempo

que había perdido a su padre.

 

XXXV

De tiempo en tiempo veía

a mi hermanita de leche,

qu’en Río Blanco me cuidaba

me entregaba su cariño,

bondá y la gran amistá

que nace de la hermandá.

 

 

 

XXXVI

Casadita la trajeron

a la ciudá de las luces,

y como coyas que somos

igual que un  avestruz

que nunca aprende a cantar,

éramos dele yorar.

 

XXXVII

Meta darle al yanterío

recordando las mesadas,

mirando  las estreyitas,

diciendo se lamentaba:

-¡a que diablo hemos venío

querido hermano mío!-

 

XXXVIII

Así jué que de repente

una gringa se cruzó

en medio de mi camino,

y arrancamos por la vida

para el proyecto mayor

¡y pa’ Salta enfilamos!

 

XXXIX

Lindos fueron los primeros

años de buen trabajar,

yo lo solía pasar

de una punta a la otra,

maltratando movilidá

como si fuera una potra.

 

XL

Los avatares del mundo

con tiempos de fundición,

me yevaron a dentrar

a una banca oficial,

no me arrepiento jamás

de la esperiencia lograda.

 

XLI

A puro pulmón y peliar

para afuera y para adentro,

sin encontrar equilibrio

no podía comprender

que existiera tal delirio,

de corrución y poder.

 

 

 

XLII

Varias veces me fletaron

en el exilio a vivir,

pero al perro qu’ es enseñao

y entrenao para cuidar,

así nomás no le sacan

los peyones del recao.

 

XLIII

Las crías fueron yegando

hasta formar una tropa

de tres yuntas y media,

¡mucho tuve que yugar

pa’ darles el alimento!

Pero no aprendí a fayar.

 

XLIV

Muchas veces me tentó

satanás con las prebendas,

otritos con coimisiones,

muchos, eran regalones,

y yo, más me empacaba

y a la m. los mandaba.

 

XLV

Difíciles fueron los tiempos

por que no hice fortuna,

finca y rancho perdí,

y hasta el vacío sentí

del abandono mundano,

en la espalda del hermano.

 

XLVI

Solito como el Cacuy

dentro del rancho yo estaba,

y a pesar de la malaria,

¡ahí estaba mi tropiya!

Mujer, críos, perro había,

¡pero minga que aflojaría!

 

XLVII

Me yegaron a proponer

que me doble como mimbre,

era cuestión de tocar

apenitas algún timbre,

y ahí mesmo era ingresar

al mundo del buen comer.

 

 

 

XLVIII

En esas cosas amigo

basta una sola vez

de aflojarse el cinturón,

y sabrá que ha sío ilusión

y que su vida por denantes,

será toda perdición.

 

XLIX

La pulseada la ganaron

y tuve que recular,

yo estiré los cuatro tientos

hasta que pude aguantar,

pero al lazo de mi tata

no lo quería cortar.

 

L

Aflojé un poco la cimbra

y le solté la presiya,

pa’ que se vaya nomás.

El animal qu’es traidor

y de mala leche demás,

no sirve para amansar.

 

LI

Así jué que ya salí

a montiar al desparejo

a solo pulmón y porfía,

por estas tierras benditas

que son salvajes y duras

pero es la patria mía.

 

LII

Probando de tanto en tanto

de trabajar para otro,

siempre termina igual

con los bolsiyos pegados,

¡yertas las ilusiones

y con los ojos mojados!.

 

LIII

Un sujeto me yevó

pa’ que le atienda sus tierras,

qu’estaban todas botadas

con los fierros un desquicio,

si daba fiebre mirarlas,

era todo un tribulicio.

 

 

 

LIV

Pa’ esos montes ya me fui

y al cabo de poco tiempo

ya se veía el campo flor,

la cosecha fue mejor

de la que nunca tuvieran,

y como a usté, me pagaron.

 

LV

Delante de un cura, señor,

que era su confesor,

el bendito  palangana

dijo fuerte una mañana:

-Dentro de poca fecha

tendrás casa, por cosecha-.

 

LVI

Telegrama me yegó

y no era p’al felicito,

me dejaron a la caye

mano atrás otra delante,

y el infeliz muy campante

dale al rezo y crucifijo.

 

LVII

Contrito mi corazón,

ensangrentada mi alma,

capaz que me desgraciara

si Conciencia no me para,

seguro que me engrasaba

si a ese cura no escuchaba.

 

LVIII

Daseló como regalo

de una sentada me dijo,

y por eso mismo colijo

que lo estaba conociendo,

 el estaba sabiendo

que no m’ ìban a pagar.

 

LIX

Olvidate del asunto,

-te lo digo por amigo-,

me dijo aquel padrecito

qu’era mi consejero,

y no sos vos el primero

que me lo quiere puntiar.

 

 

 

LX

El tiempo me fue cerrando

las heridas recibidas,

pero sigue nomás la vida

del tilingo figurón,

que tiene sangre de anguila

y quiere ser tiburón.

 

LXI

A partir d’esa leción,

aprendí qu’el corazón

nos juega vuelta a vuelta

unas jugadas siniestras,

y es al ñudo que te fajen

si has nacido barrigón.

 

LXII

Y digo nomás qu’es al cuete,

 porque apenitas te ofrecen

un conchabo por ahí,

uno sale como cuis,

y en la primera topada

ya te meten la ensartada.

 

LXIII

Volviendo p’atrás en el tiempo,

viá contarles lo que fue

la familia d’este crioyo,

antes de soltar el royo

que resulta del relato

que ya estaba contando.

 

LXIV

Yo jui d’una camada

de nueve pariciones,

y entre esos montones

el sétimo me tocó,

y como era lobizón

ligaba siempre el sermón.

 

LXV

La mayor muy ordenada

p’al estudio y religión,

la segunda, diferente,

de ahí pa’ la sociedá,

de vocación muy mundana,

¡habilidosa demás!

 

 

 

LXVI

Los dos varones siguientes

se metieron en el campo,

las dos chinas que seguían

se fueron pa’ los cantones,

siguiendo a los oficiales

de nuestra cabayería.

 

LXVII

La octava es una mujer

d’esas que no se empardan,

dura vida le tocó

quedar viudita de joven,

como tigra parida pelió

pa’ sacar las cuatro crías.

 

LXVIII

El noveno y ultimito,

el que menos disfrutó

de nuestro querido tata,

de chico nomás salió

a peliarle a su destino,

hasta que se aquerenció.

 

LXIX

Del total de nueve yuntas,

meta darle al multiplico,

el mundo nos queda chico

y mi mama se ufanaba

de nietos como setenta,

y de bis un poco más.

 

LXX

Volviendo pa’ mi camino

 la historia se repite,

mis poyos van  emplumando

 y empiezan a volar solos,

las tres mayores se fueron

y van volviendo de nuevo.

 

LXXI

Traen consigo sus morrales

y dos tienen cría al pie,

la primera y la tercera

tienen tres hijos cad’ una,

ahora les viá contar

la calaña de los tigres.

 

 

 

LXXII

Los mayores son buenitos,

Les juro que ni adrede

salieran de parejito,

¡de los segundos, Dios te libre!

un chango y una chinita,

que juntos son dinamita.

 

LXXIII

Los terceros pintan bien

y con la escuela que ven

serán de ahí p’al traveseo,

y así como yo los  veo

nos esperan tiempos bravos,

con la runfla delincuente.

 

LXXIV

El cuarto, m’hijo varón

es mi amigazo del alma

me hinca con su alegría,

si me enojo, me da calma,

y de chico puso su hombro

cuando me quise mancar.

 

LXXV

La quinta es mujercita,

ya se fue pa’ la ciudá

a estudiar pa’ dotora

de las leyes y justicia,

yo le yamo mi plumín

y es un canto a la vida.

 

LXXVI

Las dos mas chicas ya son

como cola de parición,

parecen un aluvión

que baja de la quebrada,

arrasando cielo y monte

y hasta la tierra sembrada.

 

LXXVII

De toda la tropiyada,

fueron las más jeta dura,

difícil de sofrenar,

pero no hay bicho que resista,

por mas dañino y mañero,

si lo enfrenás con mulero.

 

 

 

LXXVIII
Aunque parezca odiosa

la descrición familiar,

ha de saber cada cual

y al que le toque que sepa,

no hay ofensa pa’ ninguno,

por qu’ es demás cariñosa.

 

LXXIX

Así les iba contando

de la cuestión laboral,

andaba meta intalar,

 unos equipos de riego

pa’ usar mejor el agua

y justo me vengo a mancar.

 

LXXX

Por andar aveloriao

la pata se me atrancó

 en una dura rejiya,

con tan mala suerte señor,

que caí patas arriba

y se partió una rodiya.

 

LXXXI

Del dolor que yo sentía

ya comprendí qu’ era fiero

lo que encima se venía,

nada iba a ser tan dañino

¡fue terrible madre mía!

el deber la garantía.

 

LXXXII

Cortita la voy hacer

pues no merece mas tranco,

pero seguro aprendí

que si no hay perro n’el rancho,

seguro yegan los cuervos

por detrás de los caranchos.

 

LXXXIII

El tiempo tiene virtú

de darle a quien tiene, razón,

no doy ni pido perdón

para aquel que no merece,

por ser mala la atitú

y portarse como hereje.

 

 

 

LXXXIV

El hombre puede aguantar

los dolores y la infamia,

pero no ha de permitir

que dañen al hijo con saña,

sea quien sea el que lo haga,

de la misma tropa o ajena.

 

LXXXV

Le juro amigo por Dios

¡que sufrimos amarguras!,

el  malo en su impostura

a la larga tragará,

las espinas que le salgan

de adentro de su garganta.

 

LXXXVI

Al niño que lo atropeyan

y lo hieren sin razón,

le quedarán para siempre

adentro del corazón,

el dolor del abandono

y la soledá en sensación.

 

LXXXVII

Demás fiera fue la cosa

por varios años sufrida,

soportando las heridas

injustas como el que más,

no olvidaré esa partida

que nos marcara la vida.

 

LXXXVIII

Junto al tiempo qu’el Creador,

se la yevara a mi madre

pa’ que vaya a acompañar

a quien fuera nuestro padre,

la oyita se destapó

largando al aire su olor.

 

LXXXIX

Así como dije endenantes,

qu’el tiempo da la razón

al que seguro la tiene,

asimismo le aseguro

qu’el que las hace las paga,

aquí, o en otra región.

 

 

 

XC

No se trata de venganza,

ni siquiera de rencor,

pero si se ofende el honor

no se debe permitir,

qu’el zaino quiera salir

sin pedir algún perdón.

 

XCI

El orguyo es cosa mala

y onubila el corazón,

 le hace creer al malvao,

que diciendo lo que dice

seguro, estará  salvao,

y a final, es el finao.

 

XCII

Mire la naturaleza,

como es  de buena maestra

pa’ mostrar es una diestra,

el ejemplo de las hienas,

las víboras venenosas

y también las comadrejas.

 

XCIII

Ninguno de esos bichitos

tienen respeto por nadie,

son capaces de morder

picar o también quitarle,

lo poco que pueda tener

hasta su propia madre.

 

XCIV

El dolor, no es pa’ cualquiera

pero no se ha de ocultar,

también es malo cayar

por no aplicarle  castigo,

y no querer sofrenar

al que traiciona a un hermano.

 

XCV

Un amigo me tiró

una cuarta semejante

 y yá me fui p’al Bermejo,

andaba de aquí p’ayá

por los cerros, por los ríos,

y también por el parejo.

 

 

 

XCVI

Aquí fue que mi Compadre

a preguntarme yegó,

si tenía algún escrito

que le quisiera mostrar,

unos papeles le saqué:

Tras los pasos de Fierro.

 

XCVII

Así como lo vieron

otros que son más leídos,

le dieron salida al corral

y ya me puse a buscar

quien me pudiera ayudar,

para poderlo editar.

 

XCVIII

Un Puma,  me salió al cruce

en la selva de El Tipal,

y al poco tiempo nomás

el libro era realidá,

y con ruído de guitarras,

alegres lo presentamos.

 

XCIX

Como fiebre que no afloja

sin saber si es noche o día,

a la tinta le metía,

sin aflojarle un tranquito,

mientras iba creciendo

la idea de otro librito.

 

C

A mis manos había yegao

un semejante librazo,

escrito por un jesuita,

¡alvertío era el curita!,

conocedor de la gente

¡crioyo como el que más!

 

CI

Con dibujos de Marenco,

que no tienen desperdicio,

hizo el Nuevo Testamento

contando a todo el mundo,

asigún  lo que pasó

desde que yegara el Señor.

 

 

 

CII

De veras me enyenó

el corazón de alegría,

 y  me dentró la porfía

de atacarlo al anterior,

ese que es el antiguo

y de la gente mayor.

 

CIII

Leyendo, y de a poquito

¡todito lo fui bichando!

mientras iba entendiendo,

qu’ esa historia sin igual

era el origen del mundo

para todos por igual.

 

CIV

Como fue que lo escribí,

no me pregunte aparcero,

¡ni siquiera yo lo sé!,

pero si se lo entregué,

a varios de mis amigos

pa’ que vean si era bueno.

 

CV

Entre Requena y Sermassi

Raúl Méndez y Ocampito,

ya me dieron opinión

que tenía visto bueno

y ahi me puse a pensar,

quien me podría ayudar.

 

CVI

Es de no creer amigazo,

y si no cree, no me aflige,

asimismo sucedió

como le voy a contar,

hubo de Dios, providencia

 esa es la pura verdá.

 

CVII

Estando un día en el campo

un paisano se ayegó,

a preguntarme que hacía

y sensiyo le contesté:

-poniendo la cañería

pa’ un  flete que tiene sé-.

 

 

 

CVIII

-A usté yo lo conozco

y le quiero prieguntar,

si tiene alguito escrito

y si me lo quiere prestar.

-Claro que si, le alvertí,

-en seguida le viá dar-.

 

CIX

De pura causalidá

tenía yo en mi alforja,

los escritos de tres libros

que hay mesmito se yevó,

al día siguiente volvió

y me los dio muy sonriente.

 

CX

-¿No le gustaron señor?

Afligío le priegunté.

-No amigo, verá usté

a toditos los leí,

y me han gustado demás

¡unito le viá  editar!-

 

CXI

Las patas ya me temblaban

como antes de la monta

 de un fletazo reservao,

el corazón me brincaba

y se quería salir

como potro del corral.

 

CXII

Casi justo pa’l Milagro

apareció la edición,

hicimos presentación

con amigos por cantidá,

que alegraron la reunión

con cantos y melodías.

 

CXIII

El curita Méndez fue

quien dijo las palabritas,

pa’ que la gente supiera

del libro, su contenido,

mientras yo estaba ese día

rebosante de alegría.

 

 

 

 

CXIV

Historia Sagrada Crioya

es el nombre que titula

al Antiguo Testamento,

historia de los mayores

desde aquel momento,

en que empieza la creación.

 

CXV

De  a poquito  fui yevando

hasta yegar al final

cuando jué La Anunciación,

y ese momento, señor,

fue para todo el mundo

el nacer de la ilusión.

 

CXVI

Otros fletes tengo ya

listos para largar,

y que salgan a correr

por esos campos de Dios,

pero tengo que esperar

quien me los quiera enfrenar.

 

CXVII

Uno d’estos reservaos

se yamará Los Relatos,

son toditas remembranzas

de cosas que me pasaron,

como resumiendo mi vida

con mucho humor y alegría.

 

CXVIII

Otrito más complicao,

El Andar de los Andares,

en verso lei relatao

distintas cosas pasadas,

pa’ que se sepan la verdá

de semejante patriada.

 

CXIX

Hasta’quí llegó la cencia

de contar la historia mía,

y ahorita y en denantes

les via pasar la esperiencia,

de lo que supe aprender

de tanto andar por la vida.

 

 

 

CXX

La vida, es un largo viaje,

que se debe realizar

solito o acompañao,

y no se debe quedar

el cristiano atrancao,

por temor a equivocar.

 

CXXI

Elegir la compañía

que sea de igual pelaje

es asunto primordial,

 los potros de una tropiya

que maman la misma leche,

lo muestran  en el andar.

 

CXXII

Cuando se trae al corral

un burro qu’es de otra laya

a la larga o a la corta,

y es de verdá ¡amalaya!

si no se lo tiene a raya

ha de querer manotear.

 

CXXIII

De seguro no se puede

poner a todos la marca,

o tenerlos señalaos,

pero el potro que ha patiao

y se le deja la maña,

te ha de partir las entrañas.

 

CXXIV

En cuantito te descuides

y les des una brazada

de la soga o el cabresto,

meterá una arrancada

y el hocico clavarás,

hasta perder la dientada.

 

CXXV

La vida, les aseguro

¡si que da gusto vivirla!

aprendiendo a disfrutar

en cada momento d’ eya,

¡hasta la taba culera

sabe, la suerte hechar!

 

 

 

CXXVI

Es cierto que hay que juntar

chelines y moneditas

para el tiempo de la vejez,

yo los tuve alguna  vez

y  así mismo se me fueron

para mi honor mantener.

 

CXXVII

Y ahora que estoy yegando

a la inesorable vejez,

también tienen que saber

seguro que no se vive,

y es la pura verdá,

de la yamada honradez.

 

CXXVIII

Razones han de tener

pero seguro ha de ser,

difícil de palenquiar,

la voluntá que se quiebra

es como virginidá,

cuando se va, ya no vuelve.

 

CXXIX

Hasta el más pintao alvierte,

que mi tranco ya es más corto,

ya no beyaquea el potro

con las ganas de hace tiempo,

pero sigue cabrestiando,

gracias a Dios, y por suerte.

 

CXXX

Muchos han de pensar

qu’ estaba el tigre agotao,

sin embargo ha demostrao

que puede salir a campiar,

dejuro no voy ‘aflojar,

ni que vengan degoyando.

 

CXXXI

Pa’ que vayamos cerrando

el corral de nuestro encierro

alguito quiero decirles,

pa’ que sepan lo que tiene

el que seguro ha sufrido,

adentro del  corazón.

 

 

CXXXII

No le tengan miedo al mundo,

ni ahora ni después,

no aflojen ni que diciendo

ni siquiera bajo el agua,

al que monta en la verdá,

buen padrino está teniendo.

 

CXXXIII

Ya no quiero continuar

y de la hueya me aparto,

lamento no haber aprendido

una guitarra templar

y poder algunas noches,

a las estreyas cantar.

 

CXXXIV

Es de no creer que esa cosa

mezcla de cuerda y madera,

pueda de esa manera

volverse vida en la mano

de un virtuoso ser humano,

que la convierte en grandeza.

 

CXXXV

Por eso ya les advierto

que algún día y no se cuando,

he de poder aprender

a tocar una guitarra,

para cantarle a la vida

que me queda por andar.

Carlos Diez San Millán

Septiembre de 2.006.-

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

        

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A mi Poncho

(A Nicolás Rodríguez Durañona)

 

¡Ah,  mí querido amigo!

Apenado, me pone  verte,

tristón y acongojado

como sintiéndote solo,

resentido, abandonado,

¡Nada de eso, mi bien preciado!

 

Como puedes tu sentir

que yo te pueda cambiar

por un hermano menor.

¡Falsía es, craso error,

jamás eso pasará!

Tú, eres  el principal.

 

Los años, como  a mí,

han desgastado tus hebras

y van abriendo tu cuerpo,

¡y me duele que otros hilos,

invadan el rojo sangre

cambiando tu colorido!

 

Ya cumpliste esa misión,

la que mi Tata te diera,

que del frío protegieras,

Y  cuidaras mi prestancia

vistiéndome bien de gaucho,

con esa sobria elegancia.

 

De Iruya estará llegando,

un mozo bien alvertido,

a cubrirme en los desvelos

que tenga yo, a campo abierto

para que vos, por las noches,

abrigues mis desaciertos.

 

Ya no queda mucho tiempo

para los cerros ni montes,

y, a medida que los años

me van quitando camino,

vos y yo, mi viejo amigo,

vamos al mismo destino.

 

 

 

 

 

 

Conmigo te quedarás,

en medio de mis jergones,

para arropar mi tristeza

y qu’ el otro ande de día,

mientras tu lana, bendita,

caliente, mis noches frías.

 

¡Nunca será traición

si no te saco a  campiar!

Solo te quiero cuidar

para que sigas durando,

lo mismo que dure yo,

hasta que vamos p’al Puesto.

 

Confía en mí, Poncho Amigo,

¡ya te he perdido una vez,

 no quiero que otra me pase!,

y fue la obra del Padre,

que por la mano de Nico,

 hizo que vuelvas conmigo.

 

Carlos A. Diez San Millán

Salta, a 21 días del mes de Junio de 2.008

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Carlos Alberto Diez  San Millán nació en Salta, Argentina, tiene  59 años, casado 7 hijos, 8 nietos, cursó sus estudios primarios y secundarios en su ciudad natal, es Ingeniero en Producción Agropecuaria, fue Asesor Agropecuario del Banco Provincial de Salta hasta su privatización y  trabajó hasta Junio de 2006 como técnico en la Sub Sede Salta de la Comisión Regional del Bermejo, alternando su tiempo en proyectos en las áreas de Iruya, Los Toldos y el departamento de Rivadavia.

                Sus ensayos o esbozos literarios, en su mayoría inéditos, corresponden a una profusa producción de poemas, cuentos cortos, narrativos, relatos testimoniales e información de orden técnico, trabajos que, algunos de ellos, fueron publicados en el boletín de la institución bancaria donde trabajaba.

               Hasta la fecha se hallan editadas tres obras; “Tras los Pasos de Fierro”, que representa un profundo y fuerte análisis de la situación sociopolítica nacional,  basado en el rescate de los valores fundamentales del hombre y la familia y, la “Historia Sagrada Criolla”, una versión telúrica del Antiguo Testamento, que es, según el autor, la niña mimada de sus ojos, y no voy a entrar en disquisiciones al respecto, solo leyendo este  trabajo  se puede llegar a comprender lo que quiso decir.

         Remembranzas, el último trabajo editado corresponden a cuarenta cuentos cortos, experiencias de vida transformadas en divertidos relatos que mantienen una sonrisa permanente en el lector y también momentos de profunda congoja.      

                 El Rejunte  es exactamente un conjunto de versos con elevada  dosis de contenido afectivo que permite al lector sonreír ante las vicisitudes de los protagonistas, que,  en todos los casos, son personajes reales, situaciones puestas en evidencia con gracia y picardía.

                 Los Hombres de la Bolsa  es una sátira de alto contenido político, efectuada en un lenguaje tosco, firme y preciso que  permite tomar contacto con situaciones que, normalmente se tiende a eludir y que, el autor  describe con exquisita mordacidad, por lo que  el lenguaje a veces atrevido, se diluye ante el contenido del mismo.

                Ensayos Literarios, incompletos aún, encaran   algunos aspectos de la vida socio  política de la nación, vicisitudes eleccionarias, trabajos técnicos específicos y una síntesis de lo que pretende ser la interpretación teológica de un elemento comunicativo como  lo es La Oración para todo creyente cualesquiera sea su religión.

               Todos estas obras, conforman la producción literaria de Carlos Alberto Diez San Millán - A.R.G.

 Salta, Junio   de 2008.-