PLAN DE LA OBRA
TOMO I (1864-1950)

"LA HISTORIA DEL CARNAVAL DE SALTA"
comprende cinco tomos de 350 páginas cada uno .
La publicación será bajo el sello editorial
de la Biblioteca Popular “Juan Carlos Dávalos” y
abarcará el periodo 1864-1994.

AUTORES:
Prof. MIGUEL ANGEL CÁSERES

Prof. FERNANDO GUSTAVO CÁSERES


FOTOGRAFÍAS:
NESTOR JULIO CÁSERES
ISIDORO ZANG
FOTOTECA DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE SALTA


COLABORADORES:
GREGORIO CARO FIGUEROA
SOFIA M. OROPEZA
FIDEL VERA
MILENKO J. JURCICH
JULIO LEÓN
PATRICIA ISABEL CASERES
DANIELA DEL VALLE RUEDA
VICTOR HUGO CASERES
PATRICIA KARINA CASIMIRO





LA COMPARSA "LOS CACHIS"

Este trabajo abarca el período 1864-1994. En el período comprendido entre los años 1867 y 1891, veinticuatro años, hemos podido contactar con documentación que nos brinda un panorama respecto de las características que tenían por aquella época las celebraciones del carnaval. Pero si bien los partes policiales, la escasa y raleada documentación municipal y las pocas referencias de diarios y periódicos de la época, citan "las Comparsas" y "las Tertulias"; rara vez, por no decir nunca, en dicho lapso de tiempo, pudimos enterarnos de nombres de comparsas, de responsables e integrantes. Cosa diferente a lo referido a las tertulias y que están volcados en las primeras páginas de este tomo. Así como podemos afirmar que en nuestro criterio las primeras murgas del Carnaval Salteño son "Jano", "Los Ladrones de Madrid" y "Los Hijos del Arte", que si bien carecemos de datos de responsables e integrante, podemos certificar que participaron de los corsos llevados a cabo en los alrededores de la Plaza 9 de Julio en el año 1891. Con la misma seguridad hemos planteado en líneas posteriores que la primera murga integrada por obreros salteños que transitaron las calles de nuestra Capital fueron "Los Vota Fuegos de La Época", que lo hicieron en el año 1895.
Asimismo relacionado con lo que hoy denominamos "Las Comparsas de Indios", que no son otra cosa que la gran característica diferenciadora de nuestro corso en el contexto nacional, es decir una especie de identidad de los corsos salteños; de la investigación realizada, informamos que la primera de estas comparsas fueron "Los Indios Pampas", que debutaron en el año 1925 en el corso de la calle La Florida (en 1924-1925 no hubo corsos en la Plaza 9 de Julio); comparsa de la que desconocemos el nombre de su cacique y de sus integrantes e incluso al barrio a que representaban. Recién cuatro año después, 1929, encontramos la primera "Comparsa de Indios", de la cual no solo conocemos el nombre "Los Pieles Rojas"; sino también que su cacique era Pablo Toledo y que representaba al Ingenio San Isidro .
Pero gracias a la gentileza y generosidad del amigo, Periodista-Investigador, Gregorio A. Caro Figueroa, pudimos contactar con una copia del libro "Nuevos Capítulos Folklóricos" con traducción y notas ampliatorias por Milsiades Alejo Vignate, libro cuya autoría pertenece al arqueólogo, periodista y poeta sanjuanino, Adán Quiroga, y cuya edición data del año 1958 editado en Buenos Aires por La Academia Argentina de Letras.
En la página número ciento treinta y nueve de dicho ejemplar, Quiroga, publicó un artículo titulado "Los Cachis", mediante el cual narra que hasta el año 1874 en El Valle Calchaqui, y en el actual departamento de Cachi, solía existir una comparsa (entendiendo este término como agrupación de personas que utilizan una vestimenta común y que tienen objetivos y desarrollan actividades también comunes) que recorría las angostas calles del pueblo en las diferentes épocas del año y ante diferentes circunstancias, como por ejemplo las fiestas de San Plebeyo y San Benito. El objetivo de esta agrupación era divertir a la gente "del Bajo Pueblo", ya que los sectores aristocráticos no acostumbraban a mezclarse, en "Las Fiestas y Barullos de La Plebe". El aporte de Caro Figueroa y la narrativa literaria de Adán Quiroga nos posibilitaron contactar con lo que entendemos representa una explícita y amena descripción de lo que en nuestro criterio constituye "LA PRIMERA "COMPARSA DE INDIOS" DEL INTERIOR DE LA PROVINCIA DE SALTA DE LA CUAL SE TENGA DATOS CONCRETOS".
"Los Cachis" solían emprender sus actividades a partir del medio día, cuando el sol se manifestaban con toda crudeza ellos ganaban las calles para dirigirse hacia la plaza donde una verdadera muchedumbre los esperaba con ansias. La comparsa estaba integrada por ocho o más Cachis, los que tomaban ubicación al frente de alguna de las casas de los principales vecinos, formando un cuadro constituido por cuatro o cinco parejas, cada una de las cuales portaba en sus manos el extremo de cintas de los del frente, y con la cual, a medida que danzaban formaban una estrella de rayos multicolores, cosa que se lograba después de permanentes saltos y vueltas, intercambiándose venias, en el marco de un permanente danzar al estilo Carnavalito al compás del sonido de los cascabeles o tilines que adquieren gran sonoridad con estos movimientos y piruetas; a esta danza la llamaban "De Las Cintas", que culminaba con el logro de una muy bien trenzada "Simpa de Colores", a riesgo de quedar expuestos a las rechiflas y burlas de los chicos asistentes, que por esos tiempos reemplazaban el "Bis-Bis" con el "¡que se repita-que se repita!¡Barato-Barato!". Se debe aclarar que estos "Cachis" de ninguna manera eran indígenas auténticos, sino criollos refinados, al decir de Quiroga, entre los que sobresalieron "Pan Largo"; "Ripitipe"; "Chocolate" y "El Mulato Alavila"; especialistas en llamar la atención popular en los días de festejos que vestían trajes brillantes, acompañados de mascarones que representaban felinos con dientes en la cara y una especie de "Mascapaichas" ceñida en la frente y que solían acompañarse, en algunas circunstancias de un Charango, que matizaba el monótono ¡Hoc-Hoc-Hoc! que era todo el lenguaje que utilizaban desde la partida hasta el momento de la desconcentración.

Quiroga describe con detalles la vestimenta de "Los Cachis": "el traje de estos era de la tela que se denomina malla, color carne, bien ajustada al cuerpo, de modo que las formas quedaban patentes, tal cual visten los saltimbanquis de circo. Calzaban vistosos y elegantes zapaticos bordados con lentejuelas, y de sus ribetes pendían ruidosos y pequeños cascabeles, redondos como chañares. De la rodilla caía un fleco de cascabeles de mayor tamaño. En la cintura ceñían, para cubrir sus nalgas, el ligero vestido indígena de plumas de Suri, que caía hasta cerca de las rodillas. El Pupu iba igualmente ceñido por un rico cinto, bordado de lentejuelas, de seda, raso o terciopelo de colores vivos y saltantes, cuando nó de talifetes rojos o verdes. La camiseta color carne del cuerpo, perfectamente bordada, toda cubierta de pequeñas lentejuelas redondas, a manera de escama brillante de peje. En el cuello lucían grandes sartas de collares, de guaicas doradas y de vivos colores. En la muñeca de la mano derecha un largo látigo de cabo corto, lleno de cintas y cascabeles, látigo de terribles chasquidos para los changos salteños, del cual no sacaban los ojos sino cuando un buen trecho los separaba de estos Cachi-Maita..."
Hasta aquí, en cuanto a disfraz con detalles más o menos, podía constituir la vestimenta de una clásica murga de aquellos tiempos pero habrá dos elementos fundamentales para caracterizarlas como "Comparsas de Indios". En primer lugar que la cara de estos "Cachis" iba cubierta por una careta de cartón que representaba un Supay, un Cuchi o un Uturunco, es decir que esta máscara era una "Saynata" o máscara de burla. No se debía observar ni un poco siquiera del cabello del Cachi. Además portaban un penacho de plumas blancas y grises de Suri (recordemos que el Suri, es un animal venerado en el Panteón de los Dioses Calchaquis), ceñido por una vincha que circundaba la frente del Cachi; este penacho iba tejido de collares de Huaicas complementado con pequeños cascabeles y en la frente lucía un espejo redondo como representación del sol, en una especie de Corona Incaica..
El Cachi, durante los días de festejos era una especie de Caballero de Linaje, de allí las plumas de Avestruz, o como dice Quiroga: "este Cachi es sin duda alguna algún personaje misterioso de la Mitología Cacheño-Calchaqui, desfigurado por el tiempo y la diversa cultura; que siempre ha tendido a españolizar gradual e insensiblemente los mitos nativos. Nadie podía decir nada cuando estos veloces Cachis alcanzaban a algún chico o joven y los hacían víctimas de una zurra de azotes; pues nadie debía faltarles el respeto ni quejarse de los azotes, que sin titubeos y en forma generosa brindaban sobre el cuerpo o la cara de los muchachos que en gran cantidad, solían acompañarlos por esas calles. Jamás se escuchó quejas alguna cuando estos se apropiaban de golosinas en los boliches de la por entonces Villa de Cachi, pues ellos eran los dueños de calles y plazas. Así lo imponía la tradición y podían entrar en casas y negocios como cosa lícita, adueñarse de los frutos y otros bienes sin que nadie lo considerara un despojo. Pero aún cuando estas tradiciones reconocía a Los Cachis la prosapia y una potestad extraordinaria, era tanta la alcurnia y la estirpe de la Aristocracia que por aquellos tiempos habitaba todo el territorio salteño que cuando estos Cachis pretendieron entrar a una casa de familia acomodada solían pedir con la mayor sumisión posible permiso, pues no había, por aquellos tiempos tradición ni prosapia superior que la que dividía el estamento social entre pobres y ricos; en este sentido decía Quiroga:"... ocupan sus grados infranqueables en la escala social los pobres y ricos y jamás es dado a Juana, Juanita, la Chola Marta, el Mulato Pedro, Negro Francisco, Ños Panta, la Chola Dorotea, Gabriel el Marcao, meterse, rolar y decir de tú, que en estos casos, con o a la gente de copete, de pergaminos, de papelería, ni con el niño y la niña del ramiaje de rumbosos, de cartilla, de caballeros hambrunos, de marqueses de media de origa y de alféreces desheredados...".
Otro elemento importante para caracterizarlos como una verdadera "Comparsa de Indios" era la presencia del cacique, el cual era obedecido férreamente a riesgo de un castigo ejemplar con el chicote.

EL CARNAVAL EN SALTA DE ANTAÑO

La comparsa se disolvía a partir de las ocho de la noche y reiniciaba la actividad al medio día siguiente. Así durante una semana entera. Por supuesto, como todo comparsero jamás despreciaron las bebidas y las machas estaban contempladas como normal en sus actividades.
El juego de las Cintas, el Baile del Charango, también se matizaba con otros juegos de raigambre colonial pero misteriosamente uno de ellos tenía matices propios de los ceremoniales del ARETE o PIM-PIM y parecidos con actividades que se desarrollaban en las fiestas patronales en pueblos como Iruya por ejemplo, donde sobresalía la presencia de un toro que intentaba embestir a Los Cachis quienes lo "capeaban" o disparaban de su presencia arrojándole cintas y enlazándolo con ellas y sujetándolo.
Estos Cachis sentaban presencia, dijimos en muchas oportunidades, y al igual que en las procesiones de Iruya, formaban cuadros delante del cortejo de frailes y encabezaban la marcha realizando cortes de las andas cruzándose de una acera a otra de la calle, realizando reverencias, reventando cohetes y voceando como parte de un clima donde las campanas de la iglesia, las oraciones de las devotas iban enmarcando la fe y la procesión y como para no perder la costumbre éstos Cachis en algún momento depositaban una buena cuota de latigazos sobre las espaldas de algunos changos irreverentes pues niños y jóvenes eran una especie de enemigos irreconciliables de Los Cachis. Así, a través de Adán Quiroga hemos podido rescatar ésta manifestación, ya desaparecida, como tantas otras prácticas y elementos, y que formaron parte de las costumbres, creencias, tradiciones y prácticas de nuestros paisanos en tiempos idos.
La investigación sobre el tema comenzó en 1864 intentando contactar con las manifestaciones folklóricas y las actividades de los diferentes sectores de la sociedad salteña que estuvieron relacionados con el carnaval.
Sabemos que éste constituye una manifestación ancestral de la vida de la humanidad. Muchos han puesto su acento en los antecedentes de "Las Bacanales y Saturnales" que constituyen de alguna manera, antecedentes históricos a través del tiempo.
En Salta podremos encontrar sus precedentes prehistóricos en los rituales y otras manifestaciones de pueblos aborígenes: Calchaquis, Diaguitas, Guachipas, Pulares, Matacos, Chanés y otros y que podemos contactar a través de manifestaciones como el culto a La Pachamama; al Chiqui; al Yastay, al Arete, todos ellos basados en calendario agrícola de éstas comunidades y en una cosmovisión naturalista y mítica.
Será a partir de la Conquista, en 1492 que América comenzó a mixturar la raíz de esas manifestaciones prehistóricas, con aquellas que traían los invasores y que en definitiva no dejan de ser tan prehistóricas y míticas como la de los naturales de América. De esas manifestaciones, nosotros veremos surgir el carnaval, como una costumbre generalizada de prácticas teocráticas-paganas y que suelen desarrollarse en un período anterior a la Cuaresma (de allí que se indica como Carnaval= Carne-Vale, es decir el período donde se puede consumir carne y dar rienda suelta al jolgorio y prácticas supuestamente "prostituidas". Generando de ésta manera un concepto donde el carnaval sería la antítesis de la Cuaresma, esto en la concepción cristiana).
Pretender descomponer el carnaval en su densa complejidad, estará lindante con lo imposible. Por la heterogeneidad de sus componentes y prácticas, que varían de acuerdo a los lugares.
Hemos recurrido a la narrativa oral, documentación oficial y también a las crónicas periodísticas para poder desarrollar un tema tan atrayente como lo es "El Carnaval en Salta".
De la investigación realizada se puede establecer que el periodo 1864-1891 está caracterizado por la ausencia de corsos o todo otro tipo de desfiles, coordinados y organizados, la costumbre establecía que lo común era la manifestación de desfiles y máscaras (comparsas, las murgas de hoy en día) entendiendo a éstas comparsas como el conjunto de personas que en los días de carnaval o en regocijos públicos, van vestidos con trajes de una misma clase, o como en algún otro momento se consideró "La Cuadrilla de Caballería " que llevaban los mismos colores de divisas.
En tiempos pasados, los términos eran usados en sentido despreciativo como sinónimo de individuos de una misma pandilla que con frecuencia se veían reunidos; por lo tanto era común escuchar: "...ahí viene, Fulano, Zutano y Comparsa...". Éstos eran pequeños grupos de disfrazados, con motivos diversos que en algunos casos eran acompañados por elementos de percusión, y no faltaron oportunidades que contaron con la participación y acompañamiento de bandas de músicas militares o policiales.
Antes de la aparición del primer corso, el principal divertimento consistía en bailes que se llevaban a cabo en casas de las principales familias de la aristocracia o la oligarquía nativa complementados con tertulias y cabalgatas. Tiempos en que éstos festejos tenían un epicentro, "El Baile Principal" que solía llevarse a cabo en las instalaciones del Club 20 de Febrero, algunas de cuyas sedes estuvieron ubicadas en las casas de la Liberata Costas Guastaburu, hoy (Caja de Jubilación); edificio centenario (Parque San Martín) y su sede más conocida para las generaciones presentes en la calle Mitre Nº 23 (actual Centro Cultural América) hasta llegar a la sede actual ubicada en El Paseo Güemes.
El populacho celebraba el carnaval de forma contradictoria enmarcada en mas Misachicos, Yerras, Señaladas, en Fondas y Carpas, actividades que en su fase final siempre daban lugar a enfrentamientos verbales, físicos y donde no faltaban los accidentes por galopes en las calles.
Este trabajo hablará sobre las celebraciones del carnaval salteño a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Es necesario, de acuerdo a nuestro criterio establecer, aunque mas no sea someramente, un breve panorama de la Salta de esos tiempos. Diremos entonces que el siglo citado nace bajo un panorama establecido por un censo realizado en 1801, y según el cual existían en la ciudad cincuenta y seis pulperías que eran negocios donde se vendía de todo, desde yerba hasta aguardiente y desde golosinas de miel hasta arreos. Los juegos que entretenían al paisanaje eran el de las cartas, los caballos, las riñas de gallos, que especialmente tenían su ámbito de desarrollo en las ferias de mulas que anualmente se desarrollaban en las cercanías de la ciudad. Sin duda alguna la de "Sumalao" era la más importante y en ella el juego alcanzaba ribetes inconmensurables donde no solo se veían envueltos en sus prácticas, el paisanaje más humilde sino los más empingorotados aristócratas y los más ilustrados sacerdotes.
Salta, más que una ciudad tenía por entonces la estructura de una villa, pero cuidado, porque todavía estaba considerada junto a Lima, como una de las principales ciudades americanas. Alrededor de su única y principal plaza, en un radio muy chico se ubicaban los hogares de las principales familias donde se destacaban los Costas y Francisco Aráoz sobre la calle del Comercio, (hoy Caseros); la casa de los Díaz de Bedoya, Francisco de Gurruchaga, la casa de Torres, Don José de Ibazeta y otros que durante éste siglo testimoniaron increíbles episodios históricos que conforman parte de La Historia Americana.
Solo por citar uno, donde hoy se levanta el edificio del Cine Teatro Victoria, (calle Zuviría primera cuadra- vieja calle de La Concordia) estaba ubicada la casa de la familia Torres y en ella se juró en brillante ceremonia fidelidad al Rey Fernando VII; en la casa de los Costas (donde hoy se levanta el edificio de la Caja de Jubilaciones) se alojó el General Pío Tristán al momento de La Batalla de Salta, como también lo hizo Moscoso en la casa de Tomás Archondo y así podríamos citar tantos otros acontecimientos.
Tiempos en que las matronas recorrían las calles seguidas de un séquito de servidumbre y donde algunos de los habitantes mostraban con orgullo sus símbolos nobiliarios y sus prosapia obtenida en la descendencia de ilustres personajes.
En la primera década de éste siglo sin duda alguna el personaje político era el gobernador intendente, que por entonces tenía instalado su despacho en el edificio del Cabildo. Personaje que prácticamente era considerado un monumento andante, tanto que cuando pasaba frente a los cuarteles o por lugares donde estuviere asentada tropa, dianas y tambores debían acompañar su marcha. Recibía trato protocolar de excelentísimo y su remuneración anual pondría colorado al mas alto funcionario de los tiempos actuales. En esa aldea donde se podían contar con los dedos las calles con algún tipo de empedrado, aclaramos que por aquellos tiempos la ciudad de Buenos Aires, contaba con setenta y un mil habitantes mientras que Salta, de acuerdo al Censo de Arenales en 1826 (se debe tener en cuenta que provenía de una cruenta guerra de quince años) contaba con la cantidad de setenta mil habitantes (en la capital siete mil habitantes). Y como para reafirmar la importancia de nuestra provincia en el contexto nacional y americano recordaremos que será durante la gestión gubernamental de Bernardino Rivadavia cuando se había empezado a empedrar la principal calle de Buenos Aires, la Florida, allá por el año 1822, pues Salta hacía ya nueve años antes de esta fecha que tenía pavimentada la cuadra de su Plaza Mayor, como así también algunos tramos de la calle del Yocci (hoy España) y la del Comercio; y mientras en Buenos Aires se podían contar las casas de alto con los dedos, Salta era considerada junto a Córdoba y Lima entre las que contaban con mayor número. De todas maneras se debe aclarar que lo que denominamos Plaza 9 de Julio, a los efectos de ubicación, no existirá como tal hasta la segunda mitad del siglo, por obra y gracia del Gobernador Cleto Aguirre, siendo ese cuadrante solamente un inmenso baldío abandonado (para ampliar éste tema consultar el libro "Aporte para un Acercamiento a la Historia de Salta", de M.A.C.). Carecía de los servicios de agua corriente, de luz eléctrica; a pesar de todo, los funcionarios y ricos comerciantes solían recorrer sus angostas veredas y polvorientas calles vistiendo chupetín o frac, calzón corto sujeto a la rodilla con hebilla de oro, otros de plata, medias largas y zapatos con hebillas de plata y topacio, ropa de terciopelo negro lo que acompañaban con un falucho negro con una pluma a la cabeza.

... Y LLEGAMOS AL CARNAVAL DE LAS LUCES

El alumbrado eléctrico llegará en una fecha que todavía hoy se discute, unos dicen 1896 y otros 1898, de todas maneras éste tuvo su precedente en 1832 cuando Fulgencio Lizárraga acordaba con el gobierno el compromiso de iluminar las calles de la ciudad por el término de dos años mediante el alumbrado de velas "...que ocupaban la longitud del farol desde las oraciones en las noches oscuras y a la recomposición de los faroles...". El acuerdo fue suscrito un día 26 de Marzo.
En ese marco se sucedieron las celebraciones carnavaleras en este bendito país de los argentinos donde de acuerdo al censo efectuado por AZARA en 1797, el país poseía trescientos mil habitantes; en 1809 cuatrocientos seis mil; en 1819 quinientos veintisiete mil; en 1837 seiscientos setenta y cinco mil y en 1860 un millón doscientos diez mil habitantes. (En correlación Salta tenía: 1795 -5.093 en la ciudad- 1825 (7.000)-1854(14.000)-1863 (18.000)- 1882(15.000)-1895 (20.361)-1898 (20.742)-1900 (21.188 hab.).
El primer corso porteño data del año 1869 y el primer corso salteño de 1891-1898. El Censo Nacional de 1869 dice que el país tenía un millón setecientos treinta y siete mil setenta y seis habitantes; en 1895 cuatro millones de habitantes.
Ese viejo acuerdo contractual de 1832 para la iluminación de las calles se vió revolucionado cuando el 15 de Enero de 1879 se licitó el servicio de alumbrado público de la ciudad de Salta que especificaba que alumbraba a kerosene en mixturación con el alumbrado a vela (se adjudicaron ciento treinta y siete faroles a kerosene y ciento diecinueve a vela) iluminación que empezaba antes de que anocheciera y duraba hasta las 22 de la noche a partir de esa hora solo solían quedar encendidos dos faroles en cada bocacalle hasta el amanecer. No es de pensar de que ésta iluminación correspondía a todas las noches, pues lo licitado solamente comprendía dieciocho jornadas y si el empresario no cumplía con el compromiso se exponía a una multa de cincuenta pesos por cada vez que faltare al contrato.
En éstos tiempos cuando Salta solamente poseía dos boticas que eran las de Patricio Fleming y la de Francisco Mendioroz; el carnaval todavía se refugiaba en tertulias improvisadas y en mascaradas sueltas.
De todas maneras la Historia del Carnaval Salteño contaba con importantes precedentes. En el transcurso del trabajo de investigación se podrá contactar con datos que hacen a la historia de las carpas, las que por 1866 ya sientan presencia activa, especialmente para el carnaval. Y los primeros carperos mismos antes de la llegada del tiempo de los festejos solían tomar las precauciones para elegir el mejor lugar en el campo más cercano y permitido; adoptar las previsiones para instalar el guardapatio, lugar imprescindible, pues todos los festejantes llegaban montados en cabalgaduras y éste representaba la posibilidad de intentar evitar que entraran montados hasta el centro mismo de la pista, cosa que pese a su emplazamiento y existencia, no siempre logró evitar, más allá de las fuertes multas con que solían amenazar a los infractores. No eran tiempos de corsos todavía pero las fondas, las carpas, las confiterías y casas de familias daban lugar a bailes llenos de máscaras, al juego con agua y porqué nó a peleas, carreras de galopes y la expresión de cantos, al consumo de cabezas guateadas y de bebidas que solían alegrar al más experto bebedor.
Pero será el año 1864, el que brinde la posibilidad de encontrar en la capital salteña, la primera documentación que nos pinte de cuerpo y forma la organización de las mascaradas, la comparsa "Los Negros Alegres", constituyen el privilegio de ser la primera agrupación capitalina de la cual tenemos datos ciertos. Nacieron un 9 de Marzo de ese año con el rimbombante nombre de "Sociedad Filarmónica Club Negros Alegres"; y con el objeto de desarrollar actividades sociales y artísticas destinadas en especial a la juventud. Ya por estos tiempos, como veremos asiduamente, en la narrativa posterior, el reglamento hablaba de "moral y buenas costumbres", tenían para ello un rígido reglamento de conducta y establecía en el mismo que la comparsa no debía tener menos de veinte integrantes incluso en cierta manera fijaban el período de sus actividades que podía extenderse un mes antes y un mes posterior a los tres días específicos del carnaval. Cada uno de éstos integrantes se obligaba a soportar una cuota social con lo cual se hacía frente a los gastos de la organización de las comparsas. "Estamos hablando señores de la primera comparsa de la capital salteña de la cual tengamos datos ciertos", era una mezcla de agrupación carnavalera y de logia, pues expresamente les quedaba prohibido a sus integrantes el revelar fuera del ámbito interno los temas tratados, las discusiones encausadas y expresamente también se le prohibía el juego por dinero. A parte de los fines relacionados con el carnaval los unía el amor a la música por lo tanto también podía ser considerado una orquesta por lo cual tenían profesores específicos, lo que en cierta manera "esta primera comparsa del carnaval salteño también viene a representar un precedente de la primera escuela de música en nuestra provincia", se aclara que a los efectos de las actividades musicales-culturales las actividades podían desarrollarse en todo el tiempo restante del año; tanto que "Los Negros Alegres" participaron durante mucho tiempo de las celebraciones de las fiestas patronales de fiestas barriales y en otro tipo de actividades culturales. No sólo eso sino que hasta llegaron a tener una biblioteca y su propio grupo o elenco teatral y si lograban obtener ingresos económicos de algunas de sus actividades, el reglamento establecía que el mismo debía estar destinado a instituciones benéficas.
Eran tiempos, diferentes de los actuales, con otras problemáticas. En el último tramo del siglo XIX Salta se vió azotada por "El Cólera", enfermedad que se manifestó por primera vez hacia finales del año 1886 y que desató toda su furia en 1887 (tema que también puede ser consultado con mayor detenimiento en el libro "Aportes para un Acercamiento a La Historia de Salta", que en última instancia puede ser comprendido o mínimamente analizado en base a algunos datos que volcamos en este esbozo. El 16 de Noviembre de 1857, el Dr. Cleto Aguirre, futuro creador de la Plaza 9 de Julio y Gobernador de la Provincia, se dirigió al Jefe de Policía, Don Pedro José Pérez, correspondencia que nos posibilita tener un panorama de algunos problemas sanitarios de la capital salteña, especialmente por el accionar de las Curtiembres que estaban ubicadas en las proximidades del río Arias y el todavía Arroyo del Arenal que tiempos después se transformaría en el río Arenales. Por ella nos enteramos de que durante el invierno los empleados de estas Curtiembres descargaban reses, restos de cueros a las orillas del río, residuos que eran volcados sobre su cauce, a más de que estas curtiembres trazaban canales de desagües directamente desde los Calicantos hacia el cauce del río. El depósito de todas estas inmundicias sobre el río, no solo afectaron la calidad del hábitat de la gente de ese tiempo sino que las consecuencias serán la terrible contaminación que inhabilitó a ese río hacia finales del presente siglo y despertaban por entonces, por parte de Aguirre, las quejas correspondientes. A esto se sumaba el accionar de las jabonerías que también arrojaban materia sólidas animales en estado de semi-putrefacción creando foco de infección y que en el parecer de este médico-político eran las causales de las fiebres intermitentes (chuscho) que se habían convertido en una enfermedad endémica y de que las epidemias, una vez aparecidas se prolongarán más de lo debido. Importante documento es esta correspondencia que además nos brinda un panorama del estado en que se encontraba "El Tagarete del Norte" el del "Sur" y del "Este"; que contenían aguas estancadas y corrompidas que viciaban el aire a lo que además tendremos que sumar el efecto que causaban los muladares, mucho de los cuales estaban instalados en el propio centro de la ciudad, a una cuadra de la plaza principal.
Hacia 1865, Salta vivirá la fundación de su querido Colegio Nacional (1ro de marzo de 1865); y en 1870 vivenciaban la alegría de poder disfrutar las retretas que la banda de música ejecutaba en la Plaza 9 de Julio. Ese año llegaron desde Tucumán cuarenta bancos que estuvieron destinados a engalanar la plaza principal. Todo un acontecimiento la llegada de esta partida transportada en una tropa de carros, que a su vez trajo aparejado que las autoridades municipales procedieran al enripiado de las avenidas internas del paseo (las que fueron denominadas Avenidas de la Estrella) se demolieron los bancos de material y se dejaron las pilastras de los costados que luego fueron utilizados para colocar jarrones con cactus, que según los salteños de entonces, era el único vegetal capaz de soportar la depredación de los muchachones de la época. Todo el material que se recogió de esos primeros y recordados bancos de la histórica plaza sirvieron para construir la base del primer edificio de retretas, que tuvo la capital salteña (nuestra querida glorieta).
De esta manera pretendimos esbozar un panorama de Salta para poder introducirnos en el mes de las celebraciones del carnaval.
En 1867 los festejos estuvieron a punto de ser prohibidos ya que los principales sectores sociales de la sociedad salteña consideraban al acto de apretarse, mojarse y embadurnarse como "...algo estúpido y lindante con la bestialidad...". Así el diario "Actualidad" que comenzó a publicarse en el año 1864, en su ejemplar del 20 de febrero de 1867 decía: "...la prohibición nos parece muy buena, más en la situación por la que atraviesa la república, y cuando nuestros hermanos sucumben por la patria...". Sin duda alguna realizaba una clara alusión a la lucha contra las Montoneras, no hay que olvidarse que el día 10 de octubre de 1867, el Caudillo Federal Felipe Varela invadía Salta.

Y LLEGAMOS A LOS BAILES Y MASCARAS

Así llegamos a 1875 cuando los ánimos parecían recobrados, nuevamente las calles de tanto en tanto recorridas por algunas comparsas y disfraces individuales, en la pretensión de recobrar ánimos festejante, ese año la comparsa destacada sería "la Municipal" que estaba integrada en su mayor parte por miembros de "La Antigua Sociedad Choral", que recorrían las calles de la ciudad cantando lo siguiente:

Cantad, cantad compañeros,
alegría, baile y pesetas
¿No opinan?...¡Voto a tal!
a las armas Choraleros
valor! Brío destreza
acabada la cerveza,
lucirá El Carnaval.

Salta todavía no organizaba corsos pero si se quiere se puede considerar llamativo que el domingo 14 de Febrero, en la Plaza 9 de Julio, se convocaron las pocas comparsas y disfraces individuales para proceder a realizar la Ceremonia del "Entierro al Carnaval". En su ejemplar del día 30 de Enero de 1875 el diario "La Chispa" publicaba un artículo titulado "El Carnaval, El Baile y La Máscara" con el siguiente texto:
"Baile y máscaras son dos palabras que pueden sintetizarse en una sola: Carnaval.
El Carnaval es una orgía bacanal entre las tumbas de un cementerio.
Es un Can-Can furioso en la puerta de una Iglesia.
Es una carcajada estridente en el borde de un sepulcro abierto.
Es la locura delirante de una vieja tísica.
Es la risa nerviosa entre los sollozos de un llanto doloroso.
Es la danza del caribe.
Es una blasfemia al principio de la oración.
En fin, es el Carnaval antes de la Cuaresma.
¡Pobre Humanidad! Cada día más vieja y más loca.
Hay seres para quienes la vida es una Cuaresma sin tregua, siempre tristes, siempre hambrientos, con la ceniza por recuerdo y El Viernes Santo por esperanza.
Como los gusanos que pueblan los cementerios, nacen en una tumba y van a morir en otra.
Su corazón es su cruz y muchas veces los brazos de una mujer que creían su tambor son su calvario.
Esos seres no saben bailar y no tienen Carnaval ya uno los ha descripto.
Hay otros para quienes la vida es un Carnaval perpetuo y el mundo un gran baile de máscaras.
Su número es inmenso.
Desgraciadamente Balsac y Cook han dejado sus retratos sin acabar".
La investigación tiende a demostrar que el carnaval no tiene tiempo, como tampoco recetas preestablecidas; porque justamente las principales características son lo imprevisto, lo contradictorio. Unos dicen que es la locura total, el descalabro; otros por el contrario dicen que consiste en poner las cosas en su lugar. Desordenar, invertir los roles para volver al orden. Es como quitarle el manto de apariencias a una hipócrita sociedad.
El carnaval es una celebración universal que se manifestó y se manifiesta a través de los tiempos, en todo el mundo, de diferente manera; a pesar de todo tiene un conjunto de facetas, de elementos que lo hacen mínimamente común. En muchos lugares se recuerda el festejo del carnaval por el juego de flores, en otros por el papel picado y en otros por el juego con agua. Hay lugares donde el carnaval se caracteriza por todo eso conjuntamente y podemos decir que en nuestra provincia, salvo excepcionales épocas, el juego con los confites fue una rareza; en realidad la proveniencia de ésta práctica es romana y, leyenda o no, pareciera tener su origen en la narrativa de cuando una bella y rica damisela a su paso por el desfile arrojó un puñado de caramelos a un joven apostado en una vereda, éste a los efectos de retribuir dicho gesto procedió a recoger éstos confites y los volvió a lanzar sobre el carruaje donde la bella dama esbozó una sonrisa. Los que observaban la escena creyeron encontrar en ella la posibilidad de establecer nuevas formas de juego e inicio de relaciones y alocadamente se lanzaron a la compra de confites e iniciar una nueva modalidad de festejo. Con el tiempo desde Europa esta costumbre pasó hacia América. Los caramelos fueron reemplazados por flores. Y así en nuestra Salta los principales corsos de antaño eran llamados "De Flores".
En algunas páginas del interior de este trabajo narraremos con mayor detenimiento el sentido de la práctica del juego con agua, aquí solo esbozaremos una de las versiones respecto de su origen; aquella que habla de tiempos remotos, de cuando se consideraba que el día Martes de Carnaval era un día propicio para tentar a la suerte a través de la práctica de mantener una vela encendida hasta que el sol asomara sus primeros rayos. Sabido es que la suerte no es para todos, por lo tanto se entendía que a quien se le apagara la lumbre no sería favorecido. De todas maneras, como el carnaval implica la práctica de la astucia y de lo imprevisto algunos solían divertirse apagando la vela del vecino e intentando resguardar el encendido de la propia; hasta que alguien apelando a su creatividad creyó que la mejor manera de garantizar el objetivo era calzar un gran sombrero que portaba una gran cantidad de velas, en el convencimiento que al menos una de ellas lograría llegar al amanecer, en contrapartida, los que intentaban evitar este objetivo idearon el baldazo de agua, una práctica que a partir de ese instante se expandió por todo el mundo y que en especial en el Noroeste Argentino vino a constituir una de sus máximas expresiones.
En 1879 se destacaban las tertulias, y el paisanaje comentó por mucho tiempo las desarrolladas en la casa de Don Querubin Ovejero y la de Doña Josefa Tamayo de Boedo por la presencia de mascaritas. Ya por estos tiempos los pomos, cuya difusión comenzó allá por 1866, el Agua Perfumada y las Serpentinas tenían un lugar destacado y podían ser adquiridas en "La Tienda de Sánchez" ubicada frente al Mercado San Miguel y también la Botica de Tamayo. Las máscaras ya constituían un elemento imprescindible relacionado al carnaval porque éste no será tal si carece de talco, almidón, serpentina, pomo, pito, canto, vino y máscaras.
Las máscaras acompañan al hombre desde su surgimiento, como la sombra misma. Algunos creían visualizar en ellas la búsqueda de la verdadera identidad, como una manifestación de un subconsciente milenario, como una especie de túnel entre la realidad y el pasado remoto, intransferible y casi desconocido. No se conoce civilización, comunidad que haya prescindido de su uso. Se discute si ella encubre algo de sí mismo o descubre algo del portador. Si es una manifestación de doble personalidad o si en última instancia es la personalidad misma. Si es algo que uno fue que es o quiere ser. Algunos creyeron que eran un producto generado a posterior de la Conquista, como tantas otras cosas del carnaval en América y que son manifestaciones de los festejos europeos. Pero hoy en día se puede afirmar categóricamente que la máscara no es un invento americano pero tampoco europeo y que estuvo acompañando a las comunidades tribales desde sus asentamientos primarios.
El Diario "La Reforma" que circulaba en Salta desde 1875, en su ejemplar correspondiente al 29 de Febrero de 1879 nos habla del carnaval:
"...El Carnaval ha transcurrido pero nos deja recuerdos gratos. La gente se ha divertido espléndidamente. Pero que entre lo mejor muy pocos desórdenes ocurrieron y aún éstos de poca gravedad. La policía estuvo oportunamente en todos lados.
En las Carpas, "Los Bifes" eran frecuentes pero sus autores, pronto los pagaban en "El Hotel Gallo". Al pasar por estas carpas observamos que sus parroquianos estaban sin cuchillos, las peleas eran a mano limpia, no había despojos sangrientos. Eso representa un progreso reemplazar el cuchillo por el box...".
1880 marcó en La Historia Argentina un año significativo, pues con la llegada de Julio Argentino Roca a la Presidencia del la Nación se iniciaría un periodo y un proceso de gobierno cuya ideología estará marcada por "El Liberalismo Positivista".
Salta estuvo gobernada desde el 29 de Julio de 1879 al 29 de Julio de 1881 por el Dr. Moisés Oliva, que tuvo como intendente a Juan Arias, Manuel Landivar y José Gómez Rincón; durante el periodo no se realizaron corsos en nuestra provincia, pero las carpas daban que hablar al paisanaje y a los periódicos de la época que denunciaban borracheras, peleas, pechadas y riñas de hombres y mujeres. Así, el Diario "La Reforma" del 12 de Febrero de 1880 informaba sobre una joven víctima que había sido atropellada por un cabalgador, en frente de la catedral, donde un muchacho de doce años que pretendía atravesar la calle fue atropellado por un jinete, la víctima luego de un feroz golpe, se levantó, alcanzó a dar algunos pasos hasta que volvió a caer entre tanto el jinete desmontó y se puso a arreglar tranquilamente su ensillado a vista y paciencia de la policía. En días posteriores el mismo diario informaba de casos similares en Cerrillos, José Figueroa, un joven de veinte años murió a consecuencia de la caída del caballo, mientras una mujer había corrido igual suerte al ser atropellada por un hombre ebrio a caballo. De allí que no sorprenden las notas periodísticas como las citadas o la publicada con fecha 14 de Febrero de 1880 que se pronunciaba duramente contra el accionar policial "...A la policía nadie le ha visto la cara en los días del carnaval. No asomó siquiera por casualidad sus narices por las carpas y a buen seguro que no se haya expuesto a que la atropellen los jinetes ebrios que a media rienda cruzaban nuestras calles atropellando a todo el mundo ¿ Será que la policía se ha disfrazado para cumplir mejor con su deber, o será que se ha ido a pasar el carnaval en las carpas?...Fíjese Señor Jefe de Policía vea cuantos muertos, heridos y atropellados por los caballos ha habido, la mayor parte por falta de cuidado y vigilancia y tome nota para que otra vez no tengamos que lamentar tantas desgracias...".
El Carnaval de 1880, lejos estuvo del brillo que habían tenido los festejos de otros años anteriores. Este se caracteriza por la tristeza y la frialdad. Las comparsas no alegraron las calles de la ciudad; los bailes particulares fueron escasos al igual que el consumo de los pomos. Las quejas por el desenfreno de los juegos con huevo, almidón y afrecho eran permanentes y especialmente en las carpas daban lugar a más de una riña. Lo llamativo, aparte de las denuncias policiales por atropello de cabalgadores fueron las denuncias realizadas por transeúntes que debían soportar los baldazos de agua arrojados despiadadamente desde los balcones. Llamativamente en 1880 hasta las tertulias habían escaseado, pero las pocas que hubo estuvieron concurridas y alegres.
En ese marco se podía decir que el aburrimiento se convirtió en una preocupación de pobres y aristócratas. Para 1881 el panorama no era nada alentador, solamente se publicitaban los bailes que organizó El Hotel 20 de Febrero a través de su empresario Crespín había resuelto que se llevarían a cabo el día domingo y martes de Carnaval. Para colmos de males en días posteriores nadie supo explicar los motivos que llevaron a las autoridades policiales y al empresario citado a la supresión del baile.
En Buenos Aires tenían corsos desde 1869. Los viajeros iban y venían y traían comentarios e inquietudes. Era como un hormiguero en plena efervescencia. El clima político también era de inquietud. La economía no podía decirse que anduviera sobre rieles; pero la gente buscaba un campo de diversión, romper la monotonía, como diría la abuela "El Diablo zapateaba por dentro".
"La Reforma", del 18 de Febrero de 1882, publicó un artículo entre grotesco y risueño, teniendo en cuenta la orientación "paqueta" que caracterizaba al periódico; cuya aparición databa desde 1875 y que era uno de los más prestigiosos y de más larga vida de la historia periodística de Salta de esos tiempos (desapareció en 1889) la nota en cuestión venía en sobremanera a sistematizar esa inquietud carnavalera que flotaba en el ambiente y decía así: "...A fueros de los legisladores recomendamos el fiel cumplimiento del siguiente reglamento para los días del carnaval:
Art. l- Es prohibido a todo hombre permanecer metido en casa, y a toda mujer negar hospitalidad al peregrino: las puertas de las casas deben estar Francas para que todo el mundo entre y salga.
Art. 2- Los aficionados al juego fuerte serán sopados en tina.
Art. 3- En vista de la carencia de pomos se declara lícito el libre uso del agua, ya sea de pozo o de río.
Art. 4- Los que no tengan donde bailar durante la noche, lo pasarán rezando el trisagio o en su defecto, rosarios de quince misterios.
Art. 5- Los enamorados tímidos les será permitido en estos días tocar la mano de su respectiva amada.
Art. 6- Es prohibido a los viudos y a las viudas el uso ni de almidón o arroz, ellos deberán jugar con carbón molido o humo de pez.
Art. 7- Los solterones deberán cuanto antes apresurarse a salir de su vergonzoso estado y si no lo hicieren serán condenados a comer jamón durante todo el resto de sus estériles días.
Art. 8- Es prohibido pisar los callos a los galanes.
Art.9- Las muchachas que no sepan bailar, harán el primer ejercicio con su silla. Id. Los Dandys.
Art. 10- Es prohibido el amor secreto en días como estos.
Art. 11- No se puede echar agua a mansalva, bajo la pena de ser conducidas por todos los jóvenes a una tina de agua.
Art. 12- El que se ponga pesado de la cabeza deberá ser curado con agua por las muchachas.
Art. 13- Cúmplase, dese el registro carnavalero, etc.
En 1883, El Gobierno estuvo a cargo del Dr. Miguel S. Ortiz y la intendencia fue ejercida por Juan Arias-José Gómez Rincón y Antonio Villagra.
Así llegamos a un año clave, 1891. Los salteños verán ingresar por primera vez a la capital de la provincia un tren, que llegó a depositar toda su estructura de hierro al lateral de las veredas mismas de la Plaza 9 de Julio. El 9 de Julio de 1891 entre las 14,25 hs. Según Milenko Jurcich y las 10,30 hs. Según lo publicado en el libro "Aporte para un Acercamiento a la Historia de Salta" de M.A.C, el maquinista Pedro Antonio Saporitti, porteño de nacimiento y fallecido en Salta un 26 de Abril de 1942, tuvo el alto honor de conducir esa primera máquina bautizada "La Salteña" y portar entre sus más ilustres pasajeros al entonces gobernador Don. Pedro José Frías, un acontecimiento que por razones económicas debió ser postergado desde el 20 de Febrero al 9 Julio de 1891. El Gobernador Frías compartió el privilegio de ese primer viaje con una comitiva integrada por su Ministro de Gobierno el Dr. Felipe Arias, el Ministro de Hacienda Dr. Juan C. Tamayo, el Intendente de Policía César Lobo y el Intendente Municipal, Avelino Figueroa entre otros.
Como de este importante acontecimiento volveremos a tratar en páginas posteriores y en el libro citado anteriormente, queremos desarrollar un punto fundamental para la Historia del Carnaval Salteño:

EL CARNAVAL Y EL CORSO DE 1891

Al gobierno del Dr. Pedro José Frías (1890-1893), le correspondió la Intendencia General de Policía del Sr. Antonino Díaz, hombre que tendrá un rol protagónico en las celebraciones de estas fiestas.
Con los primeros días de enero, la influencia de los festejos porteños, el aburrimiento social de la aristocracia salteña, pero principalmente de los grandes sectores sociales de la provincia, presionaban permanentemente en la búsqueda de un divertimento que rompiera las estructuras de este aburrimiento crónico. Nadie sabe quien fue el autor, pero comenzó a circular la suscripción pública mediante la cual se solicitaba de los principales vecinos su aporte que permitiera hacer frente a los gastos a los efectos de poder ornamentar el circuito de la plaza principal donde se pretendía organizar un corso en los días del carnaval. Esta inquietud fue abrigada y apoyada con el más grande de los entusiasmos por parte de mucha gente que haciendo oídos sordos a la crisis económica y a tantos problemas cotidianos estaban dispuestos a apostar a esta nueva experiencia.
Hacia mitad del citado mes los ánimos carnavaleros se encontraba totalmente agitados tanto que las noches veraniegas impregnadas por los azahares de paraísos en flor, jazmines y durazneros se complementaban con el bullicio producido por los ensayos de las comparsas (hoy en día murgas) que ensayaban en los baldíos de las afueras. Una de ellas titulada "Jano" cuyos integrantes habían encargado expresamente a una casa de Buenos Aires que les proveyera de caretas de disfraz.
Era tal el entusiasmo que los comerciantes de la plaza no quisieron perder la oportunidad de venta, y la tienda cuyo propietario era Juan Garriga, un negocio conocido y apreciado por una gran clientela de la capital salteña decidió importar desde la capital de la república la cantidad de quinientos trajes de disfraz, considerados para entonces una gran novedad. Posiblemente sea esta la primera gran inversión del comercio salteño relacionado con el carnaval.
En cierta manera, más allá de lo solicitado y esperado de los festejos, se podía decir que el gobierno había sido sorprendido por la circunstancia, rápidamente el Jefe de Policía, Díaz, logró junto a sus colaboradores estructurar un Edicto de Carnaval, que a más de tener el honor de ser el primer edicto redactado en relación con corsos, también venía a ser el precedente primero de una serie de prohibiciones que en páginas posteriores ustedes podrán comprobar representarán a través de la Historia del Carnaval Salteño este tipo de edictos. El asunto es que con fecha 22 de Enero de 1891 el mismo fue dado a conocer y mediante su contenido los salteños se enteraban de que el juego con agua era permitido desde las 9 de la mañana hasta las 8 de la noche. Medida que también tiene pocos precedentes pues en años posteriores lo común es que esta autorización sea dada entre las 14 a 18 hs.
Por supuesto que se estableció la prohibición del juego de carnaval con el personal de policía que se hallaba en servicio, con ancianos, funcionarios o cualquier tipo de autoridad constituida a riesgo de hacerse acreedor a una multa de seis pesos.
Se prohibía terminantemente transitar de a caballo por las calles de la ciudad en horarios de la noche, a excepción de sacerdotes, médicos y otras personas que obtuvieran un permiso especial por parte de la policía; medida con la cual se intentaba prever accidentes provocados por los ebrios víctimas de la ingesta alcohólica propia del Carnaval. Por otra parte se estableció que el tránsito de los carruajes por las polvorientas, escasas calles enripiadas o adoquinadas debía hacerse a un trote regular de los caballos, marcha que debía aminorar sustancialmente su velocidad especialmente al pasar por las bocacalles, donde el carruaje debía atravesar al tranco.
Lo mismo se especificó en lo relacionado estrictamente al corso, el edicto especificaba que los carruajes debían recorrer el circuito al tranco de los caballos; no podían detener la marcha para no entorpecer al tráfico como así mismo a los espectadores les quedaba prohibido intentar detener la marcha de las carrozas, todo esto bajo el peligro de soportar pena de diez pesos de multa.
Desde este primer edicto corsero, quedó perfectamente establecida la prohibición del juego con Confites, Almidón, Agua o cualquier otra sustancia que pudiera dañar a la persona o a la ropa de los paseantes. Una determinación absolutamente previsora de la posibilidad de que "La Chusma" pudiere pretender tomar parte de estos festejos, pues durante muchísimos años, pero mas por estos tiempos se entendía que la violencia era propia e innata de los sectores más desposeídos. Sólo se permitiría el uso "educado" y racional de pomos, flores y papel picado, que por estos tiempos eran adelantos e inventos carnavaleros que manejaba la gente de bien.
En otro artículo se prohibía, el arrojar proyectiles que pudieran causar lesiones corporales y en otros de este mismo edicto sin tener la especificidad de otros posteriores ya se prohibía el uso de disfraces sin el consentimiento de la policía.
De ninguna manera puede pretenderse establecer una comparación cuantitativa y cualitativa entre algunos de los corsos del presente siglo con estos primeros corsos de 1891 y 1898, el cual narraremos a posterior, a riesgo de considerarlos aburridos, insulsos y decimos más, que hubo quien llegó a entender que los desfiles que años posteriores serían considerados "Chiroleadas" que algunas de estas comparsas en forma inorgánica realizaban por las calles de Salta, que al ser tan pequeñas para la época y donde el ejido urbano tenía una concentración particular en lo que hoy constituye el radio céntrico y por lo tanto estas incipientes agrupaciones solían en algún momento en sus desfiles converger en la Plaza 9 de Julio, catalogaron, decíamos a éstos, desfiles de corsos, criterio que no compartimos en absoluto.
El primer desfile correspondió al domingo 8 de Febrero de 1891 y a decir de El Diario "Norte" que por aquellos tiempos contaba con la dirección de Manuel Solá "...El Corso...ha sido quizás el único sitio donde ha mostrado semblante un poco risueño el triste Carnaval de este año..."
Al igual que en las jornadas celebratorias de las Fiestas Patrias, los prelegómenos organizativos consistieron en que los obreros plantaron palos de los cuales pendían pequeñas banderas en los alrededores de la Plaza 9 de Julio. Todavía faltaba mucho tiempo para que en ese circuito se colocaran luces, pancartas, sonido y otros elementos que en los corsos contemporáneos suelen caracterizar estos festejos.
Este primer desfile, que obligadamente debió ser en horario vespertino, ante la carencia de luz eléctrica, se hizo bajo los rayos de un sol tropical y a las cinco de la tarde fueron numerosos los coches de las familias más prominentes de la sociedad salteña que desfilaron profusamente adornados con cintas, flores y campanillas y que dando "la vuelta del perro" alrededor del circuito se divirtieron arrojando flores y otros proyectiles que a decir verdad estaban prohibidos por el edicto policial, como ser huevos cargados con agua, a sabiendas quizás que las prohibiciones se escriben simplemente para el cumplimiento de la mayoría y que no afectaba a las selectas minorías, pues en América todavía de proseguía aplicando el viejo precepto de la conquista "acato pero no cumplo".
Batallas y divertimentos que se repitieron durante los tres días previstos a tal fin.
No es de creer que la cantidad de comparsas era numerosa. A la citada "Jano" se le sumó la comparsa "Los Ladrones de Madrid" que de acuerdo a la documentación que consultamos lograron despertar alguna que otra sonrisa de los aburridos transeúntes y asistentes a los corsos.
Todo carnaval, con corsos o sin corsos, tiene su "Entierro", por lo tanto este no iba a carecer de él. Se previó esta actividad para el domingo 15 de Febrero que algunos bautizaron como "Domingo de Piñata" a la cual aparte de las dos comparsas citadas se le agregó una tercera que desfilaba con un estandarte en el cual se leía "Hijos del Arte" de la cual si usted quiere tener mayores referencias le decimos que consistía en una caja mortuoria que supuestamente transportaba un cadáver y que era conducido a pulso por cuatro personas y que también acompañaba la viuda, la que vestida de luto riguroso simulaba un tremendo dolor. Estas agrupaciones hoy en día no merecerían ni el último premio de la categoría de conjuntos humorísticos pero que en aquellos tiempos representaban una gran novedad. En fin...valía como primera experiencia...muchos se habrán consolado pensando en que los próximos corsos venideros tendrían mayor cantidad de participantes y alegría.
Reafirmamos entonces el concepto de que el corso desarrollado en 1891 puede ser considerado como una especie de fenómeno accidental para la época, que no por esperado por los carnavaleros pudo ser reiterado; y será recién a partir de 1898 cuando se vuelva a repetir la organización y concreción de un corso, con circuito establecido, horario, palcos instalados alrededor del circuito, etc. Corso, que como veremos mas adelante no le iba en zaga en cuanto a déficit al del año 1891. El marco de la crisis económica y social, la falta de experiencia organizativa en este sentido y muchos otros factores gravitaron para que en el período 1892-1897 no se pudieran concretar corsos.
1892, encontró a los salteños interesados en un conjunto de problemas estructurales que aquejaban al ejido urbano e intentando el desarrollo, la consolidación de actividades económicas que permitieran no solo mantener un status de vida sino que para muchos implicaba una problemática de subsistencia. La Cigarrería de Don Ángel S. Villagrán ya estaba instalada en el edificio del Cabildo Histórico y se especializaba en la manufacturación de cigarrillos que hacían a la delicia de su clientela. La Cigarrería de Villagrán se llamaba "El Valle de Lerma". En lo que hoy es la calle Urquiza entre calles La Florida e Ituzaingó frente al Mercado se encontraba una conocida Armería la de "Barttoleti" donde los salteños recurrían a los servicios de su taller de compostura de máquinas de coser, arreglos de paraguas y por supuesto en cuanta necesidad relacionada con las armas tuviera. En esa misma cuadra (en la esquina de las actuales calles La Florida y Urquiza), se encontraba la Botica "La Italiana", donde las paisanas solían adquirir pomadas especiales para "Las Canchas" que eran no otra cosa que afecciones a la piel producida especialmente con el contacto con la tiza. Agua, que supuestamente tenía la propiedad de limpiar la caspa y aliviar el dolor de cabeza a más de jeringas y aparatos ortopédicos.
Pero más allá de la crisis económica, el salteño había heredado a través de los tiempos una educación que ponía acento en el esmero de la presentación estética de la persona. Pero esto no era una cuestión meramente sustentada en la posición económica-social, pues el más humilde de los paisanos intentaba lucir de la mejor manera posible su sombrero y su traje para cuya limpieza se preparaba en muchas oportunidades al líquido obtenido del hervor de las hojas de la Higuera que supuestamente poseía la propiedad de limpiar las grasitudes de estas prendas. En este sentido los peluqueros jugaban un rol importante y la aristocracia salteña solía concurrir a la peluquería y sombrerería "París" cuya propiedad correspondía a P. E. Touyaa y a su hermano. La peluquería era atendida por cinco oficiales peluqueros, los que además solían cumplir sus servicios a domicilio y la clientela era atendida en base a una oferta que incluía una rica perfumería extranjera con reconocidos extractos y jabones, que a su vez eran complementados con la posibilidad de adquirir bastones, corbatas (muy requeridas por entonces, por estar de moda), cuellos de camisa, puños y también un amplio surtido de guantes.
Tiempos en que la sonrisa jugaba un rol importante en estos avatares de la conquista femenina por lo tanto los salteños de esta época creían encontrar en la casa de Doña Sofía Bedoya, frente a la Plaza 9 de Julio, sobre calle Caseros, todos los elementos que además eran expendidos para los mecánicos dentistas de la época, en cuanto a trabajos de dentaduras, compostura de las piezas, emplomaduras y enfermedades diversas.
Estas actividades y costumbres comenzaban increíblemente a mezclarse con el progreso. En 1891 había llegado el primer Tren. Hacia 1892 Salta poseía su empresa telefónica cuyo edificio estaba ubicado en la Avenida Belgrano esquina 20 de Febrero. Increíblemente esta empresa inició sus servicios de instalación de pararrayos (triples y sencillos), timbres eléctricos, tubos acústicos, la telefonía doméstica combinada con timbres eléctricos, servicios que estaban al alcance de un selecto grupo de abonados. Pero además esta Salta en 1892 palpitaba el tránsito de las primeras bicicletas por sus precarias calles, cuyo primer ejemplar fue traído por El "Tano" Ravizza y que dada su aceptación en nuestro medio tendría su primer Velódromo instalado en 1896 frente al colegio Santa Rosa de Viterbo; tema que desarrollamos con mayor profundidad en páginas posteriores, en cierta manera, este período de casi seis años, en lo relacionado al carnaval presenta muchas facetas comunes. Por ejemplo, en base al trabajo de investigación; podemos decir que el carnaval de 1895 nada tenía que envidiarle a sus predecesores, así el diario salteño "El Bien Público", un diario de la mañana, que apareció en Marzo de 1894 destacaba que el día 7 de Febrero de ese año, las calles de la ciudad y sus habitantes se sorprendieron de los desfiles de la comparsa carnavalera "Los Hijos del Arte", primera comparsa en la Historia del Carnaval de Salta, integrada por jóvenes de la clase obrera como una reafirmación que a esta altura de los tiempos pretendían tomar los integrantes de ese sector social-laboral, podemos decir que en la jornada del día 10 de Febrero se produjo el debut de la comparsa "Los Vota-Fuegos de la Época", también conformada por obreros. Esta primera experiencia, esta especie de audaz intentona de los sectores, por entonces marginados de este tipo de celebraciones, nos marcó el inicio de un largo proceso que en algún momento desembocará en que los habitantes de los barrios más humildes de Salta de convirtieran en los verdaderos dueños del corso y en los reales protagonistas del carnaval salteño. Faltaba todavía mucho tiempo para ello, pero de esta manera hemos podido encontrar en punto inicial del ovillo, que permite comprender el júbilo de "El Bien Público" cuando en su edición correspondiente al 9 de Febrero decía: "...En la clase obrera se está despertando el entusiasmo por la fiesta carnavalera, bien por Momo...".
El acontecimiento citado fue adquiriendo, a través del tiempo más importancia, ya que a partir de él, el carnaval salteño comenzará a adquirir una nueva fisonomía. Los festejos de 1895 analizados de una manera exhaustiva parecían no adquirir relevancia alguna con respecto a los años anteriores y a los tres años posteriores, pero consideramos que lo citado le da un relieve particular.
A pesar de que se creía que este año el carnaval pasaría desapercibido, téngase en cuenta que en el contexto nacional hasta el año de una de las grandes revoluciones radicales contra el poder político y económico de "El Régimen" que era conducido por "La Generación del '80", se pudo notar la inquietud y la necesidad que en determinados sectores generaba la iniciativa buscando concretar corsos, que todavía debían esperar unos años. Se percibía calor y entusiasmo en los festejos y que especialmente en las noches posibilitaban que el juego con agua, almidón y el desarrollo de las serenatas con mucha vehemencia.
Algunas comparsas y mascaritas se pasearon por las calles, atrayendo en su rededor mucha gente aficionada al divertimento como una especie de ayuda en el intento de superar la monotonía de los últimos tiempos.
Lo llamativo, teniendo en cuenta que en 1895 no existía alumbrado eléctrico y que la Salta de aquellos tiempos proseguía contando con servicio de alumbrado a kerosene, con cinco farolas instaladas en cada cuadra, lo que representaba un gran adelanto, pues había venido a reemplazar a los faroles a vela, lo llamativo decimos, es que las comparsas comenzaron a transitar las calles por las noches; es de suponer en medio de las penumbras, y como para ponerle un poco de pimienta a ese clima carnavalero por primera vez en la historia de nuestro carnaval, parte de la sociedad entabló un debate sobre si los símbolos nacionales, en este caso las banderas, podían ser utilizadas como parte integrante de las comparsas. En ese sentido, "El Bien Público" en un ejemplar correspondiente al 15 de Febrero se expidió: "...los colores de nuestra bandera deberían ser usados solamente en casos determinados. Vemos que se generaliza y que en cualquier oportunidad y por cualquier motivo son los primeros y los más resaltantes...", el problema había surgido debido a que una comparsa había decidido llevar en su frente un estandarte entre dos banderas nacionales y paseando así por las calles de la ciudad al son de la música y los cantos durante las tres horas en que emprendían el recorrido, en horas de la noche. El debate giraba sobre preguntas tales como "¿Era razonable? ¿Porqué llevar la bandera como distintivo?. Pero por aquellos tiempos la conclusión fue de que esto no debía ser así. Como ese símbolo nacional no encontraba en una comparsa carnavalera el lugar apropiado donde debía flamear, pues los "pensadores" de la época definían que la enseña de la patria no debía ser prestada para integrar una burlesca fiesta del carnaval. Por supuesto que en los años finales del presente siglo el tema podría permitir un debate mayúsculo y probablemente interminable, pero hacia finales del siglo pasado la cosa adquiría otras connotaciones y se definía por otros carriles.
La Bandera Nacional era concebida si le garantizaban marcialidad correspondiente, no mezclada entre los gritos y la algazara de las máscaras sin otra misión que servir de adorno tanto que se decía "... Los recursos que se levantan en el espíritu al mirarla, desplegarse entre la risa y el placer causan profunda melancolía, es decir que los colores sagrados han perdido mucho en nuestro ánimo, cuando permitimos que ellos vayan a ser la carnavalesca enseña que va en frente del alegre "batallón"...".
Desde los sectores aristocráticos que durante las próximas cuatro décadas se adueñaban de las celebraciones centrales, especialmente los corsos, en el radio céntrico, la conclusión fue tajante "...El respeto que la Bandera Nacional inspira a todos los argentinos, no permite mirar con indiferencia este hecho, que por sí solo se recomienda a nuestras autoridades para que ellas impidan que nosotros mismos en un momento de olvido y de locura nos burlemos de la enseña patria que debería ser más sagrada siempre y en cualquier momento. Hacemos notar esta indicación a quien corresponda para que prohiba que la bandera nacional sirva de objeto y para que exija un poco más de respeto hacia ella... creemos que las autoridades sabrán cumplir con su deber...".
Como 1895, por lo demás y en lo referente estrictamente al carnaval, fue un año de festejos bastantes pobres. Las tertulias, los desfiles aislados de las mascaradas, de los baldazos de agua desde las azoteas y balcones, los galopes tendidos por las semidesérticas calles, conjugaban un marco casi "normal" de una ciudad, cuyo ejido urbano por estos años se extendía, en una de sus calles principales, la Calle Libertad (hoy Mitre) hasta más allá de la Santiago del Estero actual. Tanto que lo que hoy es la calle Zuviría, encontraba hacia el norte un edificio que se levantaba en la soledad del campo, lo que hoy es el local de la Sociedad Italiana y la importante calle La Florida, encontraba su punto máximo de extensión en lo que hoy es la calle General Güemes, pues ahí, desde 1889, se levantaba el edificio de la Penitenciaría, hoy edificio de la Central de Policía, y a cuyos fondos el paisano podía sentirse internado a campo traviesa en el querido y recordado "Campo de La Cruz". 1895, encontraba a los salteños esperanzados de poder ser testigos de la inauguración de la construcción que se llamó Casa de Gobierno y que hoy es la Sede de la Legislatura, la calle Mitre Nº 550, edificio que recién será inaugurado un día 20 de Febrero de 1901. Algunos nostálgicos solían aposentarse en la vieja esquina de lo que hoy es la Mitre y Santiago del Estero, para recordar aquellos tiempos en que El General Alvarado, sentado en las barandas del Puente de Sá, mate en mano, solía pasar las tardes abrazando el verdor del campo circundante, y que en 1895, ya con "La Zanja del Estado" y con las casas de familias de Calixto Linares encontraban en la vieja carnicería de "La Talita", que había recibido ese nombre, pues la rodeaba un bosque de Talas, y que permitía en estos tiempos carnavaleros y, en los posteriores, la instalación en las cercanías de las principales carpas del Carnaval es decir en "Las afueras de la Ciudad".
El año 1896, le agregaría un condimento fundamental a ese lento pero imparable proceso de desarrollo y progreso, humano y material que comenzó embriagar en especial a la Capital de Salta. La llegada del alumbrado eléctrico, que en los primeros años si bien resultó una novedad impactante, de ninguna manera la iluminación de las calles con luz eléctrica significaba un cambio de magnitud, pues las autoridades municipales decidieron la instalación de las lamparillas de 50w en cada una de las esquinas, pero el proceso era prácticamente imparable, mirado desde el espacio temporal, con la especial lupa que la ciencia histórica pone en mano de los investigadores uno puede observar con asombro de como en la Salta de entonces podían converger el Viejo Tranway, cuya aparición había coincidido con la Comparsa "Los Negros Alegres", este rudimentario medio de transporte que consistía en plataformas colocadas sobre rieles y tiradas por caballos y compartiendo el espacio con el ferrocarril, la bicicleta, el velódromo y ahora la luz eléctrica. Parecía algo increíble para los salteños de la época enterarse que a través del ferrocarril habían llegado dieciséis vagones cargados de mercaderías generales para el comercio de esta plaza. Mucho más cuando gran parte de esta carga contenía elementos destinados a celebrar las fiestas carnestolendas; lo que de alguna manera nos gráfica la importancia de los festejos y la aceptación y el consumo que tenían ya por entonces los pomos, el papel picado, las bombas de estruendos, los disfraces y otros elementos y que se manifestaba de manera sintomática en esa importante inversión que realizaban los comerciantes de la plaza que además representaba el grado de optimismo que estos expresaban teniendo en cuenta la crisis económica que soportaba la provincia.
Las noches del 15 hasta el 23 de febrero el Teatro Victoria había sido el ámbito convocante para el desarrollo del baile de máscaras, festivo y particular, y en el cual se otorgaron premios a las tres mejores máscaras que asistieron a dicha fiesta.
El Carnaval de 1896 tuvo uno de sus epicentros en "El Río Ancho", donde se habían instalado varias carpas carnavaleras y donde el paisanaje vallisto y capitalino, en gran número se convocaba para el consumo de Aloja de Algarroba y "Pata l' Cabra" (mezcla de vino y chicha).
Reafirmando el concepto de que el carnaval implica transgresión de todo lo que antes de él era considerado como "normal" y acorde a "las buenas costumbres", se destacaban los pedidos de importantes integrantes de la aristocracia salteña, y en especial de los usuarios del Tranway, que solicitaban del empresario encargado de dichos servicios que gestionara ante la policía la prohibición de echar agua a los viajeros de esos vehículos en los días del carnaval.
Seguramente algún lector se preguntará cuales fueron las razones que incidieron para que en el transcurso del período 1891-1898, Salta se viera privada de organizar corsos, teniendo en cuenta las "ganas" que se expresaban en cuanto ámbito era percibido por parte de los salteños carnavaleros; a los efectos de posibilitar un elemento tendiente a la comprensión de esta situación, diremos que los empleados de la Administración Provincial soportaban duros avatares, pues el gobierno les adeudaba seis meses de sueldos, si bien debemos aclarar que el espíritu no cedía, tanto, que al frente de la Cervecería Nacional se habían instalado varias carpas, a la par que la aristocracia nativa embatía duramente en el Poder Ejecutivo Municipal hasta haber logrado una resolución que establecía la prohibición de realizar bailes de máscaras en el Teatro Victoria en días y horas en que se realizaran las mismas actividades sociales en las instalaciones del Club 20 de Febrero.
Por entonces, y como en todos los tiempos, según veremos en el desarrollo de este trabajo, la política no estuvo ajena al ajetreo carnavalero. Desde el 1 de Mayo de 1893 y hasta el 20 de Febrero de 1896, ejercía el cargo de Gobernador de La Provincia de Salta, por segunda vez, Delfín Leguizamón y durante ese período la provincia, al igual que el país soportó una profunda crisis de carácter económico con sus derivaciones sociales y políticas. Ningún estamento se mantuvo alejado de esos vericuetos, así el periodismo se debatía al vaivén del oleaje político y el carnaval no fue soslayado; el diario de la tarde "Cívico" Órgano del Partido Unión Cívica, que comenzó a editarse el 2 de Abril de 1891, dirigido por el Dr. Luis Peña, cuyas oficinas de administración se hallaban en la Plaza 9 de Julio apoyaba la determinación del intendente de no autorizar los bailes del Teatro Victoria y en su edición correspondiente al 14 de Febrero de 1896 decía: "...La Intendencia Municipal ordenó la suspensión de los bailes de máscaras que debían efectuarse en el Teatro Victoria en las noches del domingo, martes y jueves de la semana próxima, en vista de que al mismo tiempo debían celebrarse en el Club 20 de Febrero otros tres bailes anunciados.
La disposición municipal venía a salvar el inconveniente, que se presentaba todos los años, de que el arrendatario del Teatro organizaba sus bailes de máscaras en las mismas noches que habría sus salones el centro social, lo que producía justas resistencias entre las familias, por razones que "nadie dejaría de comprender".
Por estos tiempos, cuando aún no se había consolidado el camino de corsos consecutivos y cuando los festejos del carnaval ocupaban otros continentes y actividades, la sociedad debatía en diferentes ámbitos la problemática. La Aristocracia Salteña manejaba el concepto de que la celebración de las fiestas carnestolendas eran propia del viejo mundo y provenían de tiempos remotos. En sus sesudos análisis intentaban encontrar el origen de estas celebraciones y podían apreciarla con exactitud. Algunos planteaban que la misma deviene de las viejas celebraciones de los griegos en la antigüedad en honor a los Dioses del Olimpo, mientras que otros las hacían nacer de los tiempos romanos en que durante doce días estos se entregaban a toda clase de diversiones denominándolas "Fiestas Februales", porque la dedicaban en honor al Dios "Februalito", de la Mitología Romana, y que según algunos habría dado origen al mes de "Febrero" con el que se denomina al segundo mes de cada año, por ser esta la época en que se celebran estas fiestas.
No faltaron quienes aseguraban que estas celebraciones fueron permitidas por uno de los principales jefes de la iglesia católica, con el objeto de hacer olvidar el uso de la carne, que fue prohibida durante tres días, principiando ellas "El Domingo de Quincuagésima" proponiéndose a través de ella asegurar la salud tanto espiritual como corporal, puesto que no comiendo carne, no solo se privaba al cuerpo de un estímulo poderoso, que reanimaba los apetitos sensuales sino según este criterio, también se evitaba el desarrollo de enfermedades producidas por la mala calidad de estas carnes. A la vez que también se marcaba la entrada de "La Cuaresma". De allí provendría el nombre de "Carnestolendas" que quiere decir "La Carne se vá".
Se afirmaba que sea cual fuera el origen y la época a que se remontaban estas fiestas, ellas eran el sinónimo de actos de locura de los hombres que se entregaban al entusiasmo y al frenesí por divertirse con entera libertad y que siempre que el hombre, uno de los seres que más sufre por sus condiciones sociológicas y por estar dotado de esa facultad psicológica que lo hace más sensible necesitaba de momentos de expansión durante los cuales pudiere el espíritu reaccionar de las fatigas de la vida tan llena de amarguras y sinsabores.
De esta manera analizaban y entendían el carnaval los salteños. Se debe tener en cuenta de que en Buenos Aires hacía casi veintiséis años en que se desarrollaban corsos y que aquí en Salta, solo se había vivido una pequeña experiencia, que más allá de sus cualidades técnicas había dejado "deseando" al paisanaje. En 1896, mucha gente consideraba que el carnaval no ofrecía beneficio alguno y sí cargas perjudiciales que sacrificaban al hombre pervirtiendo su espíritu e irritando la naturaleza humana. Entiéndase este tipo de análisis en el carnaval de una sociedad impregnada de influencia religiosa y donde la iglesia jugaba un rol fundamental en el sentimiento y la fe de los habitantes. Se entendía que si el hombre se entregaba a toda clase de excesos su perdición era ineludible y si en cambio éste buscaba en las diversiones tan solo una satisfacción interna del alma procurándose momentos de verdadera alegría, entonces hallará recompensas positivas y provechosas que harían a su felicidad en el presente y tal vez en el futuro. Este tipo de pensamiento se expresaba en las páginas del "El Cívico", que decía: "...El hombre como la mujer, el anciano como el joven, el grande, el chico, el pobre, el rico, el de alta alcurnia como el último jornalero desean experimentar siquiera una vez por año las fruiciones del alma en estos momentos de locura y de expansión que sintetiza el bien y el mal...".
Es interesante contactar con este tipo de manifestaciones, que se expresan en las páginas de la prensa, en cartas personales e incluso en algunos discursos políticos, porque bajo un análisis con contenido social se pueden observar pautas del pensamiento y de la acción de la época. Personas "caracterizadas" opinan sobre el carnaval y consideraban que no era de extrañarse la falta de entusiasmo porque ésta era una consecuencia lógica de la pobreza, y cuando opinan sobre los festejos lo hacen en forma crítica hacia la actuación de la policía a la que achacaban no responder con la frecuencia que exigían estos casos, es que, según ellos la "gente del pueblo convertía en horrible bacanal las diversiones carnavalescas estropeando brutalmente a caballo y de a pié a toda la gente del orden que transitaba por las calles en esos días". Y cuando uno accede a las actas policiales se entera que en los tres días de los festejos del carnaval de 1896 ingresaron en calidad de arrestados cincuenta personas por faltas correccionales, siendo en su mayoría detenidos por embriaguez y si bien los accidentes por rodadas y caídas de caballos, personas atropelladas por jinetes, no cabe duda que existieron, llamativamente estas actas policiales hacen muy poca referencia a estos casos.
No es raro entonces que en ese marco la pobreza fuera un sinónimo de violencia y que si hubiere impuesto el concepto de que "la pobreza estimula los vicios" de allí a considerar a las carpas como una especie de "sinagogas" levantadas para adorar y rendir el más ferviente culto a Baco y donde supuestamente se desarrollan orgías colosales, solo había un paso. Justamente las carpas por estos tiempos, como en casi todas las épocas, debían soportar duros embates; poderosos sectores sociales jaqueaban a la policía para que proscribiera "el vicio de la borrachera y holgazanería", que se decían tienen como epicentro las carpas levantadas en El Campo de La Cruz. El Intendente Municipal debió hacer pública su explicación de porqué todas las carpas se encontraban en ese campo ubicado hacia el norte de la capital diciendo:"... Es la Municipalidad la que lo ha permitido expidiendo patentes por toda la semana del carnaval y en cumplimiento de su deber y con objeto de poder atender el servicio policial había exigido la concentración de éstas en un solo punto...". Asumida esa responsabilidad, el jaqueo de los opositores se encausó por otros planos y le solicitaban que prohibiera al menos la venta de licores hasta que pasara la semana del carnaval.
Las beatas salteñas, las mismas que creían ver en cada disfrazado la representación de Satanás estaban al día con cuanta noticia las ayudara a sustentar su tesis anti-carnavalera, por eso se encargaban de "desparramar a los cuatro vientos" de que en Buenos Aires, ante el Juzgado Civil se habían presentado el día de "Miércoles de Ceniza" seis demandas de divorcios, que ellas se encargaban de afirmar con absoluta seguridad tenía sus causales en el carnaval, a la vez que dejaban sembradas incógnitas respecto de "...cuantos otros maridos o esposas no estarán preparándose también para solicitar divorcio, porque el carnaval para eso nomás sirve...".
Delfín Leguizamón tuvo como Ministro de Gobierno al Dr. Arturo Dávalos, como Ministro de Hacienda, al Dr. Luis Linares-Antonio Díaz-Dr. José Tedín y a Manuel Solá. El cargo de Jefe de Policía fue ejercido por Ángel Ugarriza, César Lobo y Avelino Figueroa, mientras que el cargo de Intendente Municipal fue ejercido por José María Ovejero y Nolasco F. Cornejo. Este Gobierno, debió soportar difíciles situaciones y apeló a una de las más cruentas represiones de carácter político, que costó la vida de decenas de personas, en las puertas mismas de la catedral, en un acto comicial.
Acuciados por las denuncias de corrupción poco tiempo tendría para dedicarse a pensar en la posibilidad de organizar un corso y quizás en este panorama de razones, el lector encuentra las explicaciones para justificar la excepcionabilidad del corso de 1891.
El día 20 de Febrero de 1896, el mismo día en que Delfín Leguizamón debía abandonar el Gobierno "La Razón" diario de la mañana, nacido en el fragor de las confrontaciones políticas en febrero de 1896 y dirigido por Conrado Serrey y cuya administración estaba ubicada en calle Caseros 282, brindó su aporte para sumar elementos que nos permiten conocer las circunstancias y en un artículo publicado el 20 de Febrero decía: "...Pocos años la tradicional fiesta ha revestido mayor decaimiento. Puede decirse con toda propiedad que se ha conservado exclusivamente la costumbre de no trabajar durante tres días”.
Las calles de la ciudad, en otros años tan animadas ofrecían un espectáculo desalentador. Una que otra mucama alegre empeñada en dejar como sopas a los transeúntes, escasos por cierto y unas cuantas serpentinas desarrolladas al ocaso, por algún dependiente convencido de que no era posible vender el artículo.
Así de las calles, pasamos a las carpas, esos centros "sui-generis" de la gente alegre, donde el cuadro de tristeza quedará completo. ¡Aquello ni sombras era de las fiestas de antaño!, músicos destemplados, hombres cubiertos de almidón y beodos por todos lados hacían el total de la fiesta con que el buen pueblo pretendía olvidar sus penas.
"...Nuestra alta sociedad, dice "La Razón", siguiendo una vieja costumbre asistió a los dos bailes efectuados en el Club 20 Febrero. Hasta aquí podía verse fácilmente el escaso o ningún deseo de divertirse. El primer baile sin animación, poco concurrido, muy lejos de su antiguo esplendor; el segundo como despedida podía considerarse mejor, pero se notará el esfuerzo para darle alguna animación.
Parecía que todos querían a toda costa dar por terminada la tarea, haciéndose creer a sí mismo que se divertían mucho y bien.
“...El Carnaval se vá, a no dudarlo y en muy breve habrá necesidad de aplicarle la histórica Polca que tanto furor despertara en tiempos no muy lejanos...".
Expresiva narrativa de aspectos del carnaval de 1896 la que nos brinda este diario salteño. Situación que de ninguna manera variaba en el interior de la provincia, aunque se debía reconocer que allí al menos existía un poco más de ánimo y menos desgracias que lamentar.
En La Caldera y Calderilla, estas celebraciones alcanzaron lucidos contornos; las improvisadas tertulias se habían desarrollado en un clima de entusiasmo y acompañados de animados juegos de Carnaval entre los integrantes de conocidas familias de la sociedad salteña que solían veranear por estos pintorescos lugares. Por estos tiempos los ríos representaban un escollo en los períodos de crecidas. De todas maneras no eran suficientes para detener a la juventud que de animosa pretendía expresar sus alegrías y que convergía a ocupar sus puestos de combates en las luchas del placer.
Los juegos del carnaval eran complementados con espléndidas cabalgatas de hermosas niñas que ataviadas con elegantes trajes de amazonas y portando flores silvestres de singular hermosura realzaban la importancia de estas convocatorias y aportaban su cuota de belleza a estos veranos tan particulares; porque el carnaval en el campo tenía características especiales. Se vivía la alegría con expresiva franqueza; en cierta manera la inocencia y la sencillez de estas costumbres hacían de estas jornadas "una verdadera expresión del espíritu y no una parodia de la vida". La Aristocracia se jactaba que la Careta, "azás ridícula y visible" no llegaba a estos lugares del contento y del placer para ocultar la hipocresía o porfidia del alma. Destacadas habían sido las tertulias y festejos realizados en las casas del doctor Usandivaras, Aráoz, Tedín, Zorreguieta, Figueroa y otros destacados vecinos de la Caldera. Para colmo de males el Intendente Municipal se las vio en figurillas cuando las voces se alzaron a mayor tono debido a que los carperos sin respetar el permiso concedido solo por tres días del carnaval para instalar carpas en El Campo de la Cruz habían proseguido las celebraciones durante toda la semana. Ante las críticas el intendente y sus funcionarios dijeron "ese ya no es asunto nuestro", pues consideraban que vencido el plazo de permiso la situación se convertía en caso policial y que era al Jefe de Policía a quien le correspondía actuar, en este problema de sacarse los lastres de encima argumentaron mucho más todavía como por ejemplo ¿Cómo supo la policía de que existía el permiso? ¿Y si lo examinó no se dieron cuenta acaso de que era solo por tres días?. Por supuesto que todos estos planteos de un lado o de otro respondían a diferentes facciones políticas, pues se verá en este trabajo que ninguna celebración carnavalera y en ningún tiempo estuvo exenta de la participación y el protagonismo de las mismas.
No hubo corsos y al igual que en años anteriores el último domingo de carnaval se procedió al entierro del mismo y por lo tanto, ese día, las mascaritas recorrían las calles de la ciudad para regocijo de algunos y para las quejas de otros que acusaban "ruidos molestos".
El reemplazante de Leguizamón en el gobierno será Antonio Díaz, quien gobernó desde el 10 de mayo de 1896 hasta el 9 de mayo de 1898 e integró su gobierno en el cargo de ministro de gobierno el doctor Elíseo F. Outes; ministro de Hacienda fue el Doctor Andrés Molina, Jefe de Policía Ignacio López e Intendente Municipal Victorino J. Solá.
El carnaval de 1897, lejos estuvo de caracterizarse por su alegría y brillo por el contrario se lo consideró de "Capas caídas". El clima parecía preanunciarse, cuando las caretas, pomos y serpentinas se mantenían sosegadas en los escaparates de tiendas y bazares. Los tiempos políticos y militares no ayudaban a establecer un clima de corte carnavalero. La guardia nacional se movilizaba hacia los campamentos de Santiago del Estero, lo que en cierta manera influía en el ánimo de la sociedad, especialmente en los jóvenes.
Una comparsa salía a recorrer las calles de la ciudad, despertando a su paso contradictorios comentarios que en cierta manera resumían el ánimo general. La comparsa seguida de una masa numerosa de gentío, especialmente niño como produjeron un bullicio considerado por algunos como "infernal"; lo que dio lugar a que algunos vecinos solicitaron que la policía prohibiera la marcha de los comparseros “por producir aturdimiento” con sus desaforados gritos.
El diario “El Cívico” en su ejemplar del 27 de febrero, a través de un artículo incentivaba a estos comparseros a poner mayor ánimo y alegría por que de acuerdo al criterio del articulista el entusiasmo no estaba acorde a lo esperado. Como puede observarse dos puntos de vista sobre el mismo tema.
Las carpas, aunque pocas, estuvieron en 1897 más divertidas y la policía ganó elogios por su esmerada tarea en evitar peleas y accidentes.
El diario porteño “La Prensa” sobre la celebración correspondiente a este mismo año en Buenos Aires expreso “...en la misma extraordinaria proporción en que se han multiplicado los corsos particulares, a disminuido la animación de la mas regocijada de las fiestas populares puestos que las comparsas no han sido tan numerosas ni tan lujosas como otros años. En renglones siguientes proseguía comentando las características de los festejos porteños “...la sociedad elegante y culta aunque deseosa de contemplar el espectáculo asistió a él como de paso y se reserva para saborear otro genero de placeres más delicados el los salones de los centros sociales. Por otra parte los rigores del verano alejan de la ciudad de Buenos Aires a lo más grande y florido de la sociedad que se disemina en los pueblecitos veraniegos de San Isidro, San Fernando, Morón, Ramos Mejías y otros...”.
Así marchamos en búsqueda de lo que consideramos el inicio de los Corsos Salteños.
Durante el período 1867-1891 no hubo corsos. La característica es el desfile inorgánico de "Comparsas" (murgas) y disfraces individuales. El corso de 1891 fue una especie de "moja oreja" o "calienta pico". Habrán observado que durante 1891-1898 los carnavaleros deambulaban por las calles. Buscaban, necesitaban, ansiaban encontrar una verdadera “cabecera de playa”. La plataforma para hacer pie y a partir de allí proyectarse hacia el futuro. Con regularidad, con organización; en forma sistemática. El corso de 1898 en nuestro criterio fue todo eso. A partir de él todo fue diferente. El carnaval había encontrado otra forma de hacerse presente para disfrutar de la reverencia popular por eso es que decidimos envestirlo con el honor de considerarlo el primero de los corsos salteños y no un accidente ni algo fortuito; a pesar que necesitó para concretarse de una dosis de espontaneidad.

EL CORSO DEL AÑO 1898

En base a lo que se vino exponiendo precedentemente hemos intentado esbozar un panorama que permitiera comprender a los lectores de cómo y porqué los salteños depositaban sus expectativas y estaban dispuestos a realizar todos los esfuerzos necesarios para establecer de una vez por todas como una manifestación más de las celebraciones carnavaleras el desarrollo de los corsos. Especialmente debe tenerse en cuenta que hasta entonces los sectores aristocráticos desarrollaban sus actividades de festejos ya sea en el marco urbano capitalino como en el de campaña solo a través de tertulias y selectas cabalgatas, mientras que el resto de los sectores sociales encontraba en las carpas, fondas, reñideros de gallos, cuadreras, encuentros de comadres, juegos de taba, yerras, tinkunakus y otras expresiones sus formas de contactar y de manifestarse con esta milenaria actividad, que alguien denominó "Carnaval". Pues tenían de común que gozaban de tres días de feriados y a partir de allí cada centro buscaba caracterizarse y diferenciarse a su manera.
Era la Aristocracia la que con mayor avidez pugnaba por encontrar una especie de "convocatoria popular"; algo así como una actividad convocante, aglutinadora que pudiera salvar esa pequeña gran distancia que existía hasta entonces en las celebraciones que se llevaban a cabo en el Cine Teatro Victoria y las del Club 20 de Febrero. Era como elaborar y desarrollar una actividad que en cierta medida permitiese sacar las prácticas de "las buenas costumbres" a la calle. Pues nadie podía pensar, por aquellos tiempos, que lo que se planteaba era de hacer algo popular, masivo, abierto a todos los centros sociales sin excepción. Esto escapaba a la buena o mala intención de los que impulsaban el desarrollo del corso. Era una pauta cultural centenaria, algo que se traía desde la cuna, una especie de prosapia, amamantada. Lo que se buscaba era tener, al estilo de otros lugares, un lugar para divertirse; en definitiva una concepción sectaria de la alegría. En los que integran la última década del siglo XIX, no puede esperarse un planteo filosófico-sociológico y político que cuestionase este tipo de determinaciones o intenciones. Eran prácticamente consideradas como normales y lógicas.
Decimos esto porque tal concepción contenía en sí misma una profunda contradicción, pues nunca, en ningún lugar el carnaval, dejó de ser sinónimo de desborde, una ruptura del tiempo profano, un trastoque absoluto de valores y relaciones, que supuestamente forman parte de "la vida común y normal". En líneas anteriores hemos planteado que en nuestro criterio el carnaval carecía de nacionalidad, nadie puede apropiarse de él o vanagloriarse de ser su inventor, forma parte del hombre mismo, esta intrínsecamente unido a su evolución y plenamente manifestado aún en los tiempos prehistórico pero aun en el supuesto caso de que aceptáramos regirnos por el criterio occidental (que pretende falazmente apropiarse de un sin número de conceptos y de prácticas) y quisiéramos partir, o tomar como eje las Saturnales Romanas o cualquier otra manifestación celebratoria ocurrida en algún lugar de Europa, nunca podríamos encontrar que en ella se haya producido una homogeneidad social, es decir que este haya pertenecido a una casta o sector determinado. Todo lo contrario en páginas subsiguientes intentaremos volcar ejemplos concretos de reyes europeos y de gobernantes americanos que estuvieron y protagonizaron activamente este disloque representan la práctica celebratoria del carnaval. Solamente a los efectos de acentuar el concepto de que los que quieren forzar una conceptualización lindante con la falacia, les contamos que hay quienes consideraron que los disfraces se remontan a las máscaras que adornaban a los festejantes romanos en las fiestas saturnales y que supuestamente pretendían personificar a los espíritus malignos de ultratumba que llenaban de terror y zozobras a los vivos. Más aún hay quienes pretendían reforzar este tipo de definiciones o conceptos añadiendo que estos solían vestir túnicas blancas que eran consideradas el color de la muerte, una concepción que puede ser absolutamente rebatida diciendo que la máscara se encuentra utilizada en comunidades tribales anteriores a cualquiera de las comunidades, pueblos o civilizaciones citadas. Pero el asunto es que en Salta se querían organizar corsos. Pero nó como aquel de 1891 que aparte de ser improvisado no había logrado crear el consenso y la estructura suficiente que garantizara su pervivencia. No, en Salta se necesitaba y se quería corsos todos los años como algo propio y parte del carnaval mismo. Hemos dicho que los porteños desde 1869 ya disfrutaban de los mismos y en Salta que desde 1871 por decisión del gobernador Delfín Leguizamón que había ordenado el taponamiento del Tagarete de Tineo, aún a costa de que por el resto de los tiempos el radio céntrico de la capital salteña se viera inundada ante las primeras gotas de cualquier lluvia, solo para tener la alegría y la satisfacción de estar “a la altura de las principales ciudades del mundo” pues se creó el Boulevard Belgrano; el estigma era cómo podría explicarse que Salta no tuviera su corso propio. He allí la cuestión.
Como todo caso ligado al carnaval escapaba a lo racional aunque, paradójicamente fuere la aristocracia la que permanentemente hostilizara a los carnavaleros salteños acusándolo de irracionales y violentos. No se trataba de plantearse la complejidad de la crisis que en otros aspectos acuciaban al país y a la provincia. Téngase en cuenta que en 1898; al momento de asumir Julio Argentino Roca por segunda vez la Presidencia de la Nación estuvimos a punto de desarrollar una guerra con el vecino país de Chile por razones limítrofes.
El sonido de botas y sables impregnaba el ambiente; incluso no es necesario intentar profundizar mucho en el plano de problemas de gran envergadura quizás solo basta decir que el lugar elegido como circuito principal de los corso, el mismo que durante varias décadas posteriores fue convertido en una especie de emblema para la Historia del Carnaval: La Plaza 9 de Julio, en este año de corsos de 1898 todavía carecía entre muchas otras cosas del enlajado de las avenidas este, oeste y norte, por la cual resultaba imposible transitar ante la mas pequeña lluvia a causa del fango que lograba formarse en esos lugares.

UN PICA-PICA DESPERTABA EL CLIMA CARNAVALESSCO

En la Salta de estos tiempos mucha gente se quejaba que debido al edicto policial puesto en vigencia ese año los guardianes del orden público abusaban del mismo deteniendo a cualquier persona que llegaba del campo, o por su clase de ocupación o trabajo cargara cuchillo. Lo mismo decían que ocurría cuando una persona penetraba a un despacho de bebida a tomar una copa de licor. Tiempo en que era común encontrar avisos como el publicado en el Diario "El Cívico" el 19 de Enero de 1898 que decía: "...La empresa de Carros Fúnebres establecida recientemente en esta ciudad por José Speicher acaba de recibir coches flamantes y de estilo moderno, tanto para los capitalistas como para los pobres, cuyos cadáveres pueden ser conducidos al cementerio por un precio ínfimo y arreglados a las circunstancias pecuniarias..."

UNA AMPLIA ACTIVIDAD COMERCIAL

Una Salta que desarrollaba una amplia y compleja actividad comercial como por ejemplo (pondremos entre paréntesis los impuestos o anticipos que pagaban cada una de éstas actividades):
Vendedores Ambulantes de Helados, Café y Orchatas ($ 60)- Boticas ($300)-Billares de Mesa ($40)- Café, Restaurant con Confiterías y con Venta de Helados ($240)-Confitería de primera clase sin venta de helados ($180)- Confiterías de segunda clase ($100)- Vendedores de Coca de primera clase ($60)- Casas de Tolerancia ($600)-Espectáculos de Circo ($10-por función)- Carreras de Caballos ($2)- Carruajes particulares de cuatro ruedas ($40)- Heladerías sin venta de licor ($60)- Jabonerías y Veleras de segunda clase ($60)- Juegos de Argollas y otros análogos ($60)- Juego de Bota, establecimientos donde se practicare este juego ($180)- Mercados de primera clase ($2000)- Mercado de segunda clase ($1000).

Una clase social de la época

Una Salta con una estructura social extremadamente rígida y donde cada uno ocupaba un lugar en base a dos componentes: en primer lugar la estirpe de su apellido y en segundo lugar la capacidad económica. En este plano la documentación económica de la época nos permite conocer quienes eran los comerciantes que pagaban mayor contribución al Fisco:
Llovet Díaz y Cía.-Emilio Sylvester y Cía.-Juan Benazar-Manuel M. Sosa y Cía.-Jorge H. Boden-Angel Cerda y Cía.-García Urrestarazu-Benitez y Avellaneda-Lardia Hnos. Y Cía-Guillermo Auspurg-Antonio Alvarez-Máximo Vega-García Sanchez y Cía-Tomás Canals-Ovejero y Zerda-Miguel de los Ríos-Eulalio Vergara-Manuel J. Avellaneda-J. Felipe Tedín-Napoleón Suarez-Angel S. Villagrán-Franco y Cía-Vidal Martearena y Cía-Orias y Cía-Eugenio Claveri-José D. Baldorino-Manuel S. Zapana-David Michel-Santiago Durand-Pascual del C. Lobo y Cía-Roberto Ritzer y Cía-Angel Sánchez-Santiago Salinas-Victorino Corbalán-E.Metereo Huerta-Sres. Patrón Costas-Bernardo Peña y Cía-Campilongo Salón y Cía-Felipe Moreno y Cía-Santiago J. Moisés.

La Arganera

Tiempos en que la Plaza 9 de Julio durante el día albergaba a todos sin excepción. La Arganera que bajaba desde los cerros cercanos con sus quesos, choclos y otros especímenes; el leñatero con su conjunto de burros cargados de leña, elemento tan necesario; el Lechero; y tantos otros personajes y oficios pero que en determinados días y horas solía convertirse en un espacio reservado solo para una elite que solía recogerse para escuchar a la Banda de Música del Regimiento Once de Infantería que los días jueves y domingos brindaba su melodiosa y generosa retreta, esto por disposición del Jefe de dicho Regimiento, El Coronel Savorido.

Reparto de pomos
En relación al carnaval de 1898 diremos que hacia la primera mitad de enero la tienda "La Gloria" hizo punta al poner a consideración de su clientela y de quien quisiera hacerlo una buena partida de pomos coloridos y de las mejores marcas de la época. Se podía decir que hacia fines del mes de enero el movimiento no era tal que permitiese conjeturar que este año habría corsos. Todos querían pero muy pocos se comprometían en trabajar para su concreción. Los jóvenes miraban a los mayores como esperando la iniciativa y viceversa.

El clima de las fiestas
Con los primeros días de Febrero, faltando poco para el inicio de las fiestas carnestolendas, "El Cívico" decía : "...Aún no se nota que nuestra juventud haya tomado alguna medida para festejar como se debe esos días de jolgorio y alegría universal en que todos, sin excepción, hacían gustosos un paréntesis a la incesante labor para ir a presentar delicada batalla a sus enemigos del sexo femenino...". Era como si el ambiente necesitara de estímulos, como si el pastizal necesitara que alguien encendiera un fósforo. O tal vez, simplemente porque en estos pagos las cosas de hacen a última hora. En ese marco de confusión se comenzaron a acercar las primeras iniciativas.

¡Hay que organizar corsos!
En las retretas, en los cafés, en las peluquerías comenzó a circular el desafío: ¡Hay que organizar corsos! Bajo la consigna de "...Es necesario demostrar actividad si no se quiere figurar siempre en un rol secundario en los asuntos sociales...".

“Pica-pica”
Era como si una especie de "Pica-Pica" azuzara el ambiente, pues todos comentaban que en casi todas las ciudades los preparativos para la celebración del carnaval se encontraban en pleno marcha, mientras que en nuestra ciudad nada pasaba.
Algunos dicen que la iniciativa partió de los hoteles, lugares que por aquellos tiempos conjugaban un importante rol social donde no solo una persona se podía alojar, sino que muchas familias concurrían a especiales tertulias culturales y especialmente porque en su seno se instalaron los primeros biógrafos en nuestra querida Salta.

Los primeros biógrafos
Se adjudica este mérito a don Carlos R. Boedo, Dionisio Zalazar, Guillermo Auspurg, Tomás Canals, Angel Zerda y Emilio Sylvester asiduos concurrentes a las actividades del hotel de "El Aguila" que conjuntamente con Angel Villagrán, Eugenio Claverie, Victorino Corbalán, David Michel y Santiago Moisés del Hotel Nacional habrían decidido tomar la posta para organizar los corsos de 1898. A partir de allí Momo, volvió a esbozar su figura risueña, chacotona y pantominesca. El Dios de la farsa y del chiste sabía que podía entrar a nuestro terruño haciendo cabriolas y dando prodigiosos saltos gimnásticos.
El movimiento organizativo de las pocas agrupaciones de entonces llenó el ambiente de sonidos metálicos de los cascabeles, las panderetas y la gente comenzó a tomar las previsiones para recibirlo digna y graciosamente celebrando en su honor ruidosas jornadas. Sobre la marcha se comenzó a hablar de bailes de máscaras, de comparsas, de ensayos de cantos y bailes mientras que las vidrieras en las casas comerciales proyectaban las imágenes de máscaras, pomos, confites, papel picado, serpentinas, polvos y hasta cáscaras de huevos para "apedrear al prójimo".
A tanto llegaba el entusiasmo que como la intencionalidad del corso era claramente direccional y como había que establecer las diferencias necesarias, en la primera semana de Febrero se abrió una fonda “paqueta” en la calle Libertad, entre Gral. Güemes y Boulevard Belgrano (hoy Mitre entre Gral. Güemes y Belgrano) que se llamó La Fonda de "El Picaflor" que según su propietario estaba a la altura de la mejor de La Capital y que contaba con un famoso cocinero extranjero conocido en Salta y en Tucumán Angel Dovo, y una cocinera para la comida estilo del País. Esta fonda se jactaba de contar con un comedor reservado para familias y personas que deseaban comer tranquilas y ofrecía Tallarines, Ravioles y toda clase de comidas italianas, francesas y españolas. El plato de comida del País costaba diez centavos y el de comida extranjera setenta centavos.
Ofrecía el servicio de pensionistas y el envío de viandas a domicilios.
La estabilidad política acompañada de un mayor grado de tolerancia para los opositores (en comparación con el Gobierno de Delfín Leguizamón), lograda por Antonio Díaz fue otro de los elementos que influyeron notoriamente para que El Carnaval de 1898 tuviera de parte de la población una mejor predisposición a celebrarlo.
Este marcó, a nuestro entender, el inicio de una etapa diferente del Carnaval de Salta. A partir de este año, salvo raras excepciones, la organización de los corsos será planificada, sistemática y regular. La costumbre de años anteriores cuando las comparsas recorrían las calles de Salta sin tener un circuito previo y la vieja costumbre en cuanto a reunión de jóvenes en algunos lugares comerciales ubicados en el radio céntrico para consumir bebidas, este año tomará otras dimensiones. Con el inicio mismo de la temporada veraniega se denotaba un estado de ánimo diferente. Las dos Bandas de Música (la del Once de Infantería y la de La Policía Provincial) dieron el marco necesario a los festejos.
El tiempo apremiaba, los sectores interesados presionaban sobre los organizadores y sobre las autoridades policiales para que se estableciera el reglamento carnavalero y el Edicto Policial correspondiente. Con respecto a este último los precedentes no eran tantos, si se tiene en cuenta que esta venía a ser la segunda oportunidad en que se organizaban corsos en la historia carnavalera de Salta. Antes de ingresar a desarrollar este tema queremos dejar sentado nuestro criterio de que El corso de 1898 es para nosotros el primero, el que marca el inicio de todo un proceso histórico a partir del cual lo excepcional serán los años en que no se organicen corsos. Ese criterio no se basa en fundamentos cualitativos sino que simplemente hace hincapié en el aspecto citado. A partir de 1898 los corsos dejaron de ser un accidente para convertirse en una parte constitutiva de los festejos del carnaval que los salteños lentamente y a través de un largo proceso asumieron como propio. Por eso, sin dejar de tener en cuenta el precedente aislado y accidental de 1891, consideramos al corso del carnaval de 1898 como el primer eslabón de un largo historial que superando grandes zozobras con momentos de apogeo y de altibajos lograrán en el año 1998 cumplir su primer Centenario de vida.
"Tal vez lo mas importante para considerar al corso de 1898, como el verdadero inicio de este tipo de festejos en el carnaval salteño este dado en que no solo se caracterizo por su regularidad a partir de entonces, sino que fundamentalmente se constituyo en una plataforma impulsora para el inicio de los corsos a lo largo y ancho de la provincia de salta. Así en 1899 la capital disfrutará de su primer corso iluminado. En 1906 San José de los Cerrillos organizará el primer corso de su historia. En 1907, como una nueva afirmación de la regularidad que hacemos alusión el circuito de la Plaza 9 de Julio no pudo ser habilitado y sin embargo no se dejo de organizar corsos pues estos se llevaron a cabo en la calle caseros. En 1909, los corsos habrían un segundo circuito en la capital, el de la calle Urquiza; y en 1909 la villa veraniega de San Lorenzo tendría el primer corso de su historia , como el departamento de Guachipas lo tuvo en 1911". Así podríamos seguir citando datos que Ud. irá encontrando en el desarrollo de este trabajo. Volviendo al tema de edicto policial carnavalero, diremos que el que rigió en 1898 estuvo basado en el antecedente de uno de los primeros reglamentos de Policía, el aprobado en Noviembre de 1856, tiempos en que esta institución se encargaba de una serie de actividades y responsabilidades y muchas de las cuales en el futuro serán propias de la municipalidad.
Esto de los corsos era tan nuevo que las intenciones de los organizadores tendían a lograr el mejor de los éxitos en un marco de la mayor tranquilidad posible y creyeron encontrar en este reglamento algunos aportes interesantes ya que este solía tratar sobre temas tales como de los conchabos, de vagos y mal entretenidos, del corso de la población, de las fondas, cafés, posadas, mesones y casas de juegos permitidas. Hacia mitad de siglo las disposiciones en este sentido eran pocas y deben ser lo suficientemente abarcativas y sabido como para poder apelar a ellas en las más difíciles circunstancias, por esto el reglamento citado también reglamentaba las actividades de las cárceles, de las armas blancas, diversión pública, salubridad, del abasto, el aseo de las calles, limpieza y alumbrado. Hasta se dedicaba a reglamentar respecto de Los Hospitales, de los caminos y del alumbrado público.
Era tan completo su articulado que increíblemente hasta el último edicto policial que hemos contactado para esta investigación tiene el peso de su influencia como por ejemplo el del artículo Nº 115 que establecía textualmente "...ninguna diversión ni función pública fuera de las establecidas, tendrá lugar sin previo aviso a la policía, la que no podrá impedirla, no siendo de las reprobadas por la moral y las leyes...”.
Hoy en día cualquier tipo de actividad festiva requiere no solo de su aviso a la autoridad policial sino de la presencia de representantes de esta fuerza en la misma. Pues este reglamento en su artículo 116 ya dice: “... En general la Policía debe estar presente en toda reunión pública por medio de sus agentes y por los mismos; en ninguna faltará un Comisario que esté pronto a contener cualquier desorden o desacato, especialmente en aquellos en que por su naturaleza, como en los Reñideros de Gallos y en los que la diversión es fomentada por el licor hay más peligro de desorden...”. A más está decir que a partir de allí el edicto de 1898 especificaba este tipo de obligaciones, y tantas otras, que, con el correr del tiempo, algunos llegaron a considerarlas como productos de “la moralina y la pacatería”.
El juego con agua fue permitido de nueve a veinte horas. Se prohibía el juego para con funcionarios policiales, políticos o cualquier persona que voluntariamente no diere su consentimiento a riesgo de soportar una multa de diez pesos. Al igual que el Edicto de 1891 se puso acento en reglamentar el tránsito de jinetes y de carruajes tirados a caballo, con las excepciones pertinentes. Los interesados en disfrazarse debían dotarse de los permisos respectivos y como el circuito de la Plaza 9 de Julio, del cual se utilizaron tres Avenidas, la de la calle Libertad, del Comercio y La Concordia, era utilizado en doble mano también se reglamentó su utilización. El ingreso a este circuito se realizaba por calle Libertad y Comercio, por Libertad y la Victoria mientras que el egreso se hacía por calles del Comercio y La Concordia y La Victoria y Concordia.
Este Edicto contemplaba una serie de otras prohibiciones de menor cuantía.
Corresponde al día 27 de Febrero de 1898, el honor de ser la primer jornada de corsos de este año, lo que a nuestro criterio representa una fecha histórica para las celebraciones del carnaval salteño. En realidad la jornada se encauzó en forma casi repentina, pero como prueba de que este tipo de festejos era largamente esperado por los carnavaleros capitalinos, es que el circuito de los corsos alrededor de la Plaza vió sorpresivamente sus avenidas atestadas de carruajes que según el diario "El Cívico", se veían ocupadas por "la crema de la sociedad", e inmediatamente se entabló un combate general a serpentina, una especie de batalla campal hasta quemar el último cartucho, arrojar la última flor, tiroteo que caía sobre ellos como una lluvia de culebras de colores desde los balcones de las casas de alto. Fueron tres las jornadas, las del 27, 28 de febrero y lº de marzo, que se desarrollaron en un contexto parecido. La aristocracia salteña había encontrado, por fin, a través de estos corsos la forma de encausar su alegría, buscando el sosiego de los tiempos políticos. La gente y los carruajes iban y venían. Las dos bandas de música le pusieron un contorno no acostumbrado a estos acontecimientos, y el impacto no tardó en difundirse haciendo que muchas familias que se encontraban veraneando en el campo regresaran presurosas. Salta se había trocado, en estos tres días súbitamente de triste y solitaria en alegre y risueña. Los clubes aristocráticos y las carpas populares competían en brillo y la alegría. Por primera vez el periodismo gozaba de tres días de "descanso especial" los que fueron otorgados por Jefes de Redacción.
Había valido la pena esperar tanto tiempo; el corso con su carga explosiva de alegrías y mensajes había encendido su mecha, la que no puede ser apagada hasta nuestros días.
Posteriormente algunos opinaron que el primero de los desfiles había resultado el más animado, tal vez por lo mismo que fue tan esperado. El entusiasmo de estos corsos no declinaba hasta que el crepúsculo vespertino cedía su puesto a la noche.
Del histórico corso de 1898 no pudimos obtener datos de comparsas premiadas, lo que si podemos afirmar con seguridad es que todavía por estos tiempos no se acostumbraba a elegir la reina del carnaval; como tampoco pudimos conseguir los nombres de los integrantes del jurado. De todas maneras como lo dijimos en páginas anteriores estos corsos primarios no deben ser analizados desde una perspectiva netamente estética, cuantitativa ni cualitativamente ya que eran las primeras experiencias y por lo tanto incidían no solo una serie de limitaciones como las enunciadas en otra parte: la falta de luz eléctrica - todavía no se acostumbraba a la utilización de las bombas de estruendo para anunciar el inicio y la finalización de los corsos y esto se hacia a puro repiques de campanas del Cabildo; tampoco se adornaba el circuito con pancartas ya que esto recién se instrumento en 1927. Al no existir energía eléctrica por supuesto que el circuito carecía de amplificación alguna, y al no contar con el servicio de agua corriente domiciliaria elemento que el progreso recién proveyó a la Capital salteña en 1904 se deduce que el juego con agua a pesar de estar reglamentado en estos corsos era bastante mezquino aunque también aclaramos que este primer corso fue acompañado por el pomo de plomo, que había sido inventado por el Inglés Cranwell y que desde 1866 ya andaba acompañando a los carnavaleros del país. Es decir, faltaban muchos elementos pero también sobraban otros especialmente ganas y alegrías.
Lo que nosotros consideramos como el primer corso de la Historia del Carnaval de Salta, convocó mucha gente que ocupó las avenidas de la Plaza 9 de Julio donde las principales niñas de la sociedad intercambiaban sonrisas locuaces y tímidas con los jóvenes de la época y donde los mayores intercambiaban saludos coquetones. A la par de los desfiles de carruajes, que ornamentados de la mejor manera posible transportaban a ramilletes de bellas mujeres de la sociedad, desde las veredas se disparaban pomos o papel multicolor. Divertidas escaramuzas en esta primera oportunidad, aunque muchos hacían esfuerzos para no verse comprometidos en un combate general. El corso para las comparsas venía a representar la posibilidad de contar con un circuito donde pudieran dar rienda suelta a la alegría contenida y no solo verse en la obligación de andar transitando las desiertas calles por las tardes e incluso algunos más audaces en altas horas de la noche.
Imaginariamente nos podríamos ubicar en una especie de palco especial, en los balcones del Cabildo y observar con ojos del tiempo este histórico desfile de corsos, veríamos un muchedumbre de gente vestida de forma diferente con modalidades conductuales que nos llamaría la atención y con algunas costumbres sociales, que hoy, en el marco de la Democracia nos podrían parecer impensables. Nos maravilla sumergirnos en ese túnel del tiempo para poder observar la multitud de coches de plaza con los animales de tiro ricamente ataviados, los Tylbures, Jardineras; siendo protagonistas importantes de esa jornada de alegría que era acompañada por los sones que desparramaban las bandas de música de ese bizarro Once de Infantería y la de la Policía Provincial que se habían convertido en el alma de la alegría porque desde siempre la música animó a los mejores combates, el que cae extenuado de sed y de fatiga, para los que necesitaban una alegre sonata para olvidar sufrimientos físicos y adquirir entusiasmo y poder reemprender el combate esta vez convertido en una pareja de baile.
A partir de 1898 y durante muchísimas décadas la Aristocracia Salteña encontró en los corsos, un complemento y nó un competidor a las jornadas sociales del Club 20 de Febrero.
En última instancia para ricos y pobres el carnaval, es una tregua anual para intentar matizar las miserias con el placer.
Este primer corso tuvo como verdaderos protagonistas a los carruajes (todavía no se puede hablar de carrozas, pues para que aparezca la primera, tendremos que esperar hasta 1905) que transportaban a los representantes más compiscuos de la sociedad y donde resaltaban El Dr. Benjamín Díaz, El Mayor David B. Peña, Santiago Fleming, Manuel Nuñez La Rosa, Gavino Ojeda, Rafael G. D. Costas, Esteban Navamuel, Enriqueta B. de La Cuesta, Encarnación Niño, José Rauche y su esposa Celina Z. De Rauche, Bernardo Frías, Pedro José Peña, Rosaura Uriburu, Adolfo San Miguel, Carlos Costas, Carmen Aráoz, José María Solá, Gabriel Salóm, Delia G. De Mollinedo, Juan Gimenez Outes, Miguel S. Ortiz, Excequiel M. Gallo y muchos otros.
Así se vivenció el carnaval y el primer corso de los salteños, en una Salta que por entonces poseía cinco mil setecientos ochenta y un niños menores de catorce años y nueve mil doscientos noventa y cinco adultos que habitaban doscientos ochenta y ocho manzanas con una densidad de cincuenta y dos habitante, término medio, por manzana. Salta contaba por entonces con mil ochocientas sesenta y ocho casas y cada una de ellas albergaba la cantidad de ocho habitantes, en término medio. Existían diecinueve colegios, tres iglesias, ocho conventos y trece edificios públicos de otra clase. Mil seiscientas cinco eran bajas y solo habían ciento veinticinco de dos pisos y ninguna de tres o más pisos. De estas, solo mil seis eran antiguas y setecientas veinticuatro consideradas modernas ( de un período de vida de treinta y cinco años).
Solo cincuenta y cinco casas poseían cuarto de baño con desagüe, era la calle para cincuenta y tres de ellas y para las otras dos el sumidero en el resto de las casas sus habitantes no podían recurrir a este medio higiénico y saludable, los que lo empleaban, colocar la bañadera en algún rincón de la casa, la mayoría de los paisanos buscaban este placer en verano acudiendo a las aguas del Río Arias.
Solo cuatrocientas sesenta y seis casas poseían letrinas con inodoros muy primitivos.
Por estos tiempos la extracción de basuras se realizaba tres días por semana y en muchos sectores de la ciudad, los desperdicios quedaban en la casa o eran arrojados a la calle.
Existían mil ciento cincuenta y nueve pozos para proveerse de agua, pero solo en trescientas treinta casas la utilizaban para beber; en mil trescientas cinco se bebía agua del Río Arias o de un pozo de agua que por aquellos tiempos estaba situado al Norte de la Ciudad, que era comprada a los carros aguateros que la conducían en grandes pipones de madera. Agua que por lo general era de muy mala calidad. Por estos tiempos, en la construcción de las casas todavía eran desechados materiales como el ladrillo cocido y la piedra y se daba preferencia al adobe en la edificación.
Como el agua es un elemento estrechamente ligado a los festejos del carnaval les decimos que hacia 1898, era un elemento que se caracterizaba por su escasez lo que había obligado a los habitantes de la Salta de entonces a limitar su gasto a cinco litros diarios por persona, en un promedio general, información que vista con ojos contemporáneos resulta algo grave y que sin embargo para estos tiempos dentro del problema que representaba venía a constituir algo favorable debido a que esta agua poseía un alto grado de contaminación, que estaba generado por la contaminación del suelo debido a una multiplicidad de factores.
En este marco transcurría el carnaval y los corsos. Luego lentamente, la ciudad y sus habitantes volvieron a transitar y a pervivir las circunstancias cotidianas. Los festejos al menos habían permitido aminorar y en cierto grado olvidar los efectos del temblor que se había hecho sentir en la noche del domingo 6 de febrero.
Los Salteños se habían sacado el gusto de poder desarrollar sus propios corsos y ahora con pasos presurosos marchaban hacia ese viejo almacén que se levantaba casi vecino a la Estación del Tranway, para adquirir Uva Francesa y Criolla; otros habrán vuelto al local de la "Peluquería Italiana", en la calle La Florida para seguir recibiendo lecciones de Mandolín y Guitarra mientras algún paisano que durante el resto del año se dedicaba a juntar botellas y papeles para luego venderlos, aprovechando la ocasión se habrá dedicado a juntar cientos de restos de pomos de plomo para llevarlos hasta la casa de Luis Bartoletti situada en la calle Entre Ríos (hoy Urquiza) entre 20 de Febrero (hoy Ituzaingó) y Florida donde seguramente le adquirirían toda la partida. Algún carnavalero, excedido de los festejos habrá tenido que recurrir a los servicios de La Droguería y Botica "Alemana" ubicada en Calle Caseros frente al Palacio Episcopal, donde aparte de los "yuyitos" correspondiente también podía adquirir jabones medicinales y de tocador, otros disconformes con la obligación de parar los festejos que solamente duraban tres días por entonces, habrán pretendido proseguir "la farra corrida" en los salones del Restaurant y Billar "La Florida" cuya propiedad pertenecía a Silverio Postiglione y que estaba ubicada en la calle Libertad entre Alvarado y Entre Ríos.
A pesar de que nosotros no pudimos contactar con la información de ningún acto de violencia que haya costado alguna vida humana y siguiendo la vieja creencia popular de que para los tiempos del Carnaval El Diablo queda suelto, y por lo tanto nunca faltará la violencia y la muerte, es probable que alguno habrá tenido que apelar a los servicios de la Empresa de Carros Fúnebres que estaba ubicada en la vieja calle Corrientes entre Libertad y Florida donde podía contratarse un servicio de primera categoría por ochenta pesos, si quería estos servicios con cuatro caballos se pagaban ciento veinte pesos, ahora si las pretensiones eran de un servicio de gala con coche de parada se abonaba la cantidad de ciento cincuenta pesos. Por un servicio fúnebre para angelitos los costos iban desde tres hasta quince pesos.
En algún fogón, de esos que los paisanos encienden por las noches para hablar de sus cosas importantes algún abuelo, mate en mano habrá desparramado la narrativa que contaba que en los viejos tiempos un individuo andrajoso solía recorrer el pueblo, montado en un animal que siempre tenía algún defecto, y que era acompañado por una comparsa que solía cantar y bailar mientras las cajas, guitarras y violines desparramaban la música correspondiente y que el pueblo denominó con el nombre de "Cacharpaya" especialmente por el lado de Santiago del Estero. Ese mismo personaje que los salteños llamamos Pujllay y que representamos a través de un muñeco, que vestimos de la más diferente manera pero que los memoriosos decían que debe ser representado con sombrero, calzado viejo y de la manera más andrajosa posible, y que, desde mucho antes de que se desarrollara el primer corso, las comparsas del carnaval salteño solían hacer el entierro en el centro mismo de la Plaza 9 de Julio, cuando todavía allí se levantaba el viejo aljibe que era protegido por la construcción de la Pirámide de Uriburu que estaba emplazada en el mismo lugar donde hoy se levanta el Monumento al General Arenales.
Como un homenaje a este primer corso del carnaval salteño le entregamos estas coplas:
Andan bramando las cajas
anunciando al Carnaval
las coplas andan brotando
como flor de Cardonal.

La albahaca moja mis sueños
el vino trae un sentir,
la harina me pone tierno
tus besos me hacen vivir.

La baguala no es un grito
es un dulce lamento,
es la voz de la tierra
vestida de sentimiento.

Cante, cante bagualero
todo un País espera,
con usted cantan las huacas
de esta América morena.
Cuando El Carnaval queda suelto
ni el diablo se queda quieto.

Cuando la comparsa sale a chirolear
a mi me entran ganas
de quererme enamorar.

Cantemos toda la tarde
cantemos toda la noche,
cantemos toda la vida
hasta que nos agarre el soroche.

Las coplas vienen saliendo
y no las puedo parar,
yo me quedo quietito
meta mirarlas pasar.

Baguala dijo alguien
me voy a poner de pié,
por respeto y emoción
a mi querida tradición.

La baguala es un socavón
de sueños y sentimientos,
que en la garganta de un cantor
se transforma en remolino de amor.

Cuando la vida se acabe
y me lleve a enterrar,
que nadie llore en ese momento crucial
ya me andarán desenterrando junto con
El Carnaval.
(Coplas rescatadas de El Libro "El Ultimo Poema").

Ese año, en 1898, el Gobernador Antonio Díaz debía entregar el mando. Para la Historia del Carnaval queda grabado que durante su gobierno se llevó a cabo el primero de los corsos y la revitalización de un ánimo festejante.
Las fiestas carnestolendas correspondientes al año 1899 ya no improvisarían con respecto a su corso; se había conformado una comisión organizadora que trabajaba con ahínco intentando recaudar fondos que permitieran la organización y el brillo del corso, tarea que no resultó fácil ya que los comerciantes más pudientes se negaban a contribuir acorde a sus posibilidades. El 1º de febrero de 1899 “El Cívico” publicaba : “...Los jóvenes que componen la comisión organizadora no desmayan un segundo en su tarea de allegar fondos con tal objeto, aún exponiéndose a recibir una rotunda negativa de ciertas personas como se nos informa que han ocurrido ya varios casos en que comerciantes y otras personas pudientes se han negado terminantemente a contribuir bajo ninguna forma a la realización de tan simpática idea”.
“Era altamente censurable el egoísmo de quienes por su posición pecuniaria y social están en el deber de contribuir en primera línea para llevar a buen fin el corso proyectado y que lejos de prestar ayuda de ningún género, colocan al contrario obstáculos que pudieran esterilizar los esfuerzos de la comisión. Felizmente los egoístas han sido pocos, de modo que por esta vez tendremos corso, de seguro”.
A propósito, la comisión resolvió acordar premios, al carruaje que a su juicio se presentara mejor adornado, así como a la comparsa que más se distinguiera.
Como se puede observar ya los corsos no son una improvisación, ahora tienen Comisión Organizadora, Jurado establecido. En 1899 se ocuparon las cuatro calles alrededor de La Plaza 9 de Julio(del Comercio, Alsina, España y Libertad) circuito que fue ornamentado para que concurrieran "los más selectos de la sociedad a lucir sus mejores alicientes".
Salta, tenía un nuevo gobierno, encabezado por Pío Uriburu que gobernó desde el 1º de Setiembre de 1898 al 1º de Setiembre de 1901 en el cual desempeñó el cargo de Ministro de Gobierno, El Dr. Hugarriza fueron Ministro de Hacienda, Gaspar Z. Solá, Julio Cornejo y Abel Zerda. A este elenco gubernamental le correspondieron dos privilegios con respecto a la Historia del Carnaval: el primer Corso Iluminado de Salta y el primer Corso del Siglo XX. En efecto la comisión organizadora había decidido contratar los servicios de Carlos Bringh y Cía. Para que se colocaran tres arcos voltaicos de mil bujías, once arcos triunfales en las esquinas de ese paseo y ciento ochenta lamparillas incandescentes de diversos colores con la intensidad de dieciséis bujías. Se esperaba un espléndido servicio de luz eléctrica, distribuida artísticamente, acompañadas de luces de mil colores que sumados a los adornos y ornamentos del primer corso iluminado de la Historia del Carnaval de Salta y a los que se agregaba la belleza de las niñas salteñas. Los carruajes solían concentrarse alrededor de la Plaza Belgrano para desde allí marchar al desfile.
Una de las comparsas estuvo compuesta de jóvenes que desfilaron, ataviados de trajes de el payaso "Pepino 88", personaje de la época. Por primera vez desfilaría una comparsa integrada por empleados de comercio, que lucieron un traje antiguo usado en tiempos de Luis XIV, con melenas rizadas, calzón corto y zapatos con grandes hebillas; paradójicamente al corso de la oligarquía se le incrustaron comparsas populares; prueba de ello fue el debut de una comparsa integrada por artesanos.

EL PRIMER CORSO DEL SIGLO XX

El año 1900 había llegado. El final de un siglo y el comienzo de otro.
El Carnaval y sus corsos no estuvieron ausentes en el festejo "El Cívico" de fecha 1º de enero de 1900 publicaba un artículo bajo el título de:

FIESTAS DEL CARNAVAL

"La idea surgida entre un grupo de jóvenes de la alta sociedad, de organizar un corso para los tres días del carnaval próximo, ha sido felizmente acogida con verdadero entusiasmo y decisión cual corresponden a la cultura de esta sociedad, pues así lo indica el resultado que ha obtenido la comisión popular que se ha organizado para este objeto, la cual se compone de los siguientes caballeros: Dr. Manuel Anzoátegui, Dr. Francisco Cabrera, Dr. Abraham Cornejo, Sr. Santiago Fleming, El Ingeniero Enrique Clement, bajo la presidencia del primero”.
“Aunque hasta hoy no ha resuelto esta Comisión nada definitivo más que la de levantar la suscripción necesaria para cubrir los gastos que demande esa fiesta social, se piensa establecer diversos y valiosos premios tanto al coche mejor decorado como a la mejor comparsa o máscara, en cuyo caso se nombrará un Jurado especial para la distribución de esos premios. Puede decirse que la recolección de los fondos para responder a los gastos , está asegurado y que por lo tanto las "señoritas de la crema "de esta sociedad deben desde ya prepararse a tomar parte de este gran festival...”.
Dado el éxito de los corsos anteriores la Policía tomó las precauciones para garantizar el orden. Hubo sectores sociales que expresaron su queja ante el Jefe de Policía, porque no se había incluido en este edicto la prohibición de galopar a caballo por las calles de la ciudad, que tantas desgracias producían en los carnavales, y solicitaban además se prohibiera el establecimiento de carpas para evitar "escenas bochornosas".
La Comisión Organizadora de los corsos en pocos días de tarea había conseguido setecientos pesos ($ 700) para cubrir los gastos de organización. El corso se desarrolló en La Plaza 9 de Julio, pero solamente se habilitaron las calzadas del Comercio y la Alsina (que hoy serían las calles Caseros y Buenos Aires). Para este año se adoptaron previsiones a los efectos de que las calles mencionadas que poseían para su iluminación cinco focos eléctricos de doscientas bujías, se les agregaran otros cinco en línea paralela a ellas y pasando por el medio alternadamente, además ocho arcos voltaicos de dos lamparillas eléctricas de diversos colores y por dentro de la plaza una línea paralela a las avenidas también de lamparillas incandescentes. Esta combinación resultó hermosísima, de gran poder y de un efecto singular.
El corso se realizó en las noches de los domingos y martes de carnaval porque en el día lunes se llevaba a cabo el Baile en El Club 20 de Febrero. La disminución en cuanto al circuito tenía por objeto permitir que fuese más compacto el desfile de los carruajes en base al número de coches existentes en el medio y para darle un mayor esplendor y ánimo a la fiesta.
Hemos logrado obtener el nombre del primer cacique de comparsa (entendiendo esto como la agrupación de personas que hoy formarían parte de una murga) corresponde a Domingo Miranda, organizador y conductor de "Los Chicheros del Barrio de Arriba" compuesta por diecisiete integrantes que lograron lucimiento junto a otra llamada "La Juventud Unida".
El juego con agua de raigambre y tradición antiquísima y cuyo significado es el de liberar los cuerpos de impurezas, seguía despertando quejas. A pesar de estar reglamentada su prohibición en El Edicto Policial el cumplimiento era harto dificultoso, así el primer corso del siglo XX tendrá algo llamativo en su desarrollo: "se prohibió el uso de pomos".
Los Corsos se llevaron a cabo en forma lucida y entusiasta, pero llama la atención la disminución del elemento femenino, que algunos justificaron como debido a la sensible pérdida de varias matronas en los días anteriores, cuyos vínculos con las principales familias habría incidido para que un gran número de señoritas no concurra a estas fiestas.
Muchas voces se alzaron para criticar la decoración de las avenidas del corso, no solo se basaban en argumentos estéticos sino que se juzgaba como un verdadero fracaso la iluminación instalada por parte de la empresa contratada. Así mismo el adorno de los coches como la vigilancia y el orden del corso había dejado mucho que desear. Debido a que los agentes municipales permitieron que los coches hicieran rápidas carreras, mientras otros permanecían estacionados. La participación de cuarenta y cinco coches fue considerada un éxito.
El día 3 de Marzo en forma espontánea y sorpresiva, se llevó a cabo un corso vespertino que ocupó las cuatro calles alrededor de la Plaza 9 de Julio; mientras la comisión organizadora de los corsos nocturnos exigía a la empresa de luz eléctrica un mayor poder a las lamparillas incandescentes, que permitiera un mejor lucimiento de los lujosos coches que desfilaban.
El diario "El Cívico", en su edición correspondiente al día 6 de Marzo publicaba lo siguiente relacionado al juego con serpentinas, flores y papel picado: "... Aunque parezca como falto de atractivo y gusto esto que ha engendrado el carnaval moderno de arrojarse serpentinas de diversos colores, ramilletes de flores naturales y de papel picado, hay algo que lo hace más agradable no solo por el hermoso contraste y el cuadro imponente que se ofrece a la vista, sino que mayores fruiciones experimentan las parejas de enamorados los que alimentan alguna esperanza, aunque remota de ser correspondidos, al arrojar con notable acierto una serpentina se convierte en un conductor de los afectos de ambos. Así decía un idealista para explicar la importancia del corso reglamentado y rígido de estos tiempos...”. A través de este artículo tenemos un panorama de las características de los corsos de este año cuando dice: “...el entusiasmo subió de grado llegándose a hacer uso de pomos, a pesar de la prohibición tácita que de este elemento poderoso de alegría y juego se había hecho mojando a las señoritas que a esta fiesta asistieron, entre las risas de un público numeroso que espectaba desde las aceras y desde los jardines de la plaza. Naturalmente, notábase el gran número de espectadores, entre los cuales se confundían muchas señoritas y damas que de vez en cuando participaban también del juego, arrojando "bouquets" perfumados, ramos, etc...".

BACO DIJO PRESENTE:

Las fiestas carnestolendas tienen condimentos que alimentan las páginas de Crónicas Policiales. Aún de casos y situaciones que pueden ocurrir en cualquier momento del año pero si estos tienen lugar durante el carnaval, seguramente será Momo el acusado. El mismo diario citado anteriormente, en una de sus páginas nos cuenta de un hecho ocurrido entre obreros del ferrocarril, que en realidad era un oficio nuevo ya que debemos recordar que el primer tren que llegó a la capital salteña lo hizo en 1891. Se hace referencia a un tal Felipe Blazevich, extranjero que se con sus camaradas de trabajo en las cercanías del Túnel de Mojotoro. En medio de grandes y continuas libaciones divirtiéndose de esa manera en uno de los ranchos del lugar, cuando seguramente excitado por la acción perniciosa del licor, tomó una filosa navaja de afeitar mientras los de más yacían tendidos en el duro suelo durmiendo la borrachera , y se retiró unos cuantos metros del rancho, y con un poderoso esfuerzo dióse una profunda cuchillada en el cuello, degollándose de una manera terrible, pues habíase cortado varias arterias y la laringe, cayendo desplomado al suelo. Al ruido que siguió, sus camaradas se despertaron y uno de ellos, un italiano llamado Luis Bianchi, como hombre práctico, quemó un pedazo de trapo y aplicándolo pudo contener la hemorragia y curarle así la herida con algunos otros remedios caseros, lo que mejoró al suicida. Esta mañana a hora temprana, los mismos compañeros del suicida lo trajeron en una zorra a esta ciudad transportándolo al hospital para su asistencia. La policía al tener conocimiento de este hecho ha detenido a estos para la investigación aún cuando el patrón de estos jornaleros Sr. José Bruch, se presentó a la policía, poniendo en su conocimiento esta tentativa de suicidio.
Los comentarios posteriores al suceso confirman lo que afirmamos en líneas anteriores en el sentido de que todo se lo endosaba al carnaval.

¿QUÉ PASÓ EN EL INTERIOR?

No es fácil encontrar datos relacionadas con las celebraciones en el interior de la provincia, pero sabemos que en El Carril, la aristocracia lugareña celebró el carnaval de 1900 reunidos en la casa de la señora Aurora T. De Díaz. El Domingo de Carnaval por la tarde , en donde dispuso de un espléndido lunch, se bailó toda la noche hasta las tres de la madrugada.
El Martes de Carnaval sucedió igual cosa, pero las tertulias que mejores recuerdos dejaron entre los concurrentes fueron las del Miércoles y Domingo de Tentación.

LA CUNA DE LOS CIRCUITOS CARNAVALEROS: LA PLAZA 9 DE JULIO.

Esta fue utilizada desde el primer corso, y mucho antes también por las comparsas que deambulaban por las calles como el principal circuito para el desfile de carnaval.

SU HISTORIA:

Los españoles al conquistar América en 1492 trajeron en sus carabelas un conjunto de pautas culturales y elementos que transformaron en cierta manera no solo la concepción sino también las pautas conductuales de los americanos.
Las ciudades, por ejemplo, en cuanto a su trazado respondieron en su mayoría a la vieja Planta Romana que a su vez estos habían absorbido en los tiempos del imperio cuando debieron soportar la conquista de su territorio.
Cuando Hernando de Lerma, el día 13 de Abril de 1582 decidió la fundación de la Ciudad de Lerma en el Valle de Salta, Provincia del Tucumán, acto que se llevó a cabo tres días después, es decir el día 16, también definió y trabajó en la estructuración de la planta urbana de la nueva ciudad que se vio concretada al día siguiente (17 de Abril), cuando procedió al reparto de los solares entre los integrantes de la Hueste que lo acompañaba. En cuanto al reparto de solares institucionales podemos decir que el fundador designó dos para la Iglesia Mayor, otros dos para el Obispo, la cuadra de su Señoría, Casa del Cabildo y Cárcel, una cuadra para el Convento de San Francisco y también señaló explícitamente la cuadra de la “Plaza Mayor”, también conocida con el nombre de “Plaza de Armas”, que acorde a la acepción que tenía por aquellos tiempos era “el sitio o lugar en que se acampa y forma el ejército cuando está en campaña, o el lugar en que se forman y hacen el ejercicio las tropas que están en guarnición en una plaza”.
Con el tiempo los salteños se acostumbraron a designarla simplemente como “La Plaza”, aclarando que esta manzana, comprendida en el primigenio trazado de la ciudad entre las calles del Yocci (España); La Caridad (Mitre); del Comercio (Caseros); y la Concordia (Zuviría), fue la única designada a tal efecto hasta el año 1872, cuando el entonces gobernador Delfín Leguizamón decidió la expropiación del terreno para el traslado de una segunda plaza en la geografía capitalina de los salteños, que por entonces decidieron debía llamarse “Plaza 25 de Mayo”, pero que al haber albergado en su centro el primer monumento que los salteños conocieron que no era otro que la efigie del General Manuel Belgrano, la voluntad popular le terminó imponiendo el nombre del prócer.
Afirmamos entonces que en el período comprendido entre los años 1582 y 1864, la capital de los salteños lo único que tuvo es un perímetro designado para algo que debía ser una plaza y que nunca dejó de ser una manzana completamente despoblada. Un baldío. Abandonado “a la buena de Dios”, con charcos, yuyarales, sapos y otros especímenes, a los cuales solían sumarse vagabundos y delincuentes que se solazaban en su terreno, el que también era utilizado para otras actividades como por ejemplo los actos de juramento a los monarcas españoles, en su advenimiento al trono o aquellas como cuando las serpenteantes sendas que lo cruzaban eran transitadas para pasear el real estandarte, también cuando algún político de circunstancia utilizaba parte de su terreno para expedir sus fogosas arengas, o simplemente como cuando, fiel al destino para el cual había sido creada, los soldados la cruzaban al galope tendido; instalaban dos cañones para alguna exhibición u ocasión especial como la ocurrida en el año 1810, cuando el último gobernador realista Nicolás Severo de Isasmendi pretendió amedrentar a los cabildantes y a la burguesía nativa que acataron lo decidido en Buenos Aires en las gloriosas jornadas revolucionarias (a los cuales luego encarceló) posesionando los cañones que apuntando hacia las salas de sesiones no pudieron torcer la patriótica voluntad de esos paisanos.
Si tenemos en cuenta los diferentes conceptos de una Plaza, palabra derivada del latín platea, que significa lugar ancho y espacioso dentro de poblado o lugar donde se venden los mantenimientos y se tiene el trato común de los vecinos y comarcanos y se celebran ferias, mercados y fiestas públicas, se podrá comprender que el acto mismo de la Fundación de la Ciudad se llevó a cabo en su centro. Allí se clavó el Rollo o Picota (la picota era un trozo de madera como de una vara que tenía en la parte superior un hueco o concavidad donde entraba la cabeza del guimbalete, ajusticiados o “reos” a la vergüenza), rudimentario tronco clavado en la tierra, donde a más de proceder al ritual de características feudales que se estilaba cuando se fundaban ciudades también simbolizaba el lugar elegido para el ajusticiamiento de malhechores, bandidos o sujetos que la justicia consideraba merecedores de pasar al otro mundo, ceremonias que Bernardo Frías consideraba: “...imponente... la población ociosa y curiosa acudía al sangriento espectáculo; la campana tocaba con un sonido lento, dado con la segunda campana de la catedral... la carreta salía de la cárcel, situada en los bajos del Cabildo, conduciendo las víctimas al suplicio, sentados en pobres sillas confundidos en el trance por las exhortaciones de un sacerdote con el crucifijo en la mano y la cabeza descubierta... sentados y atados luego en el banquillo, que no era más que un madero clavado de punto en la tierra y un par de adobes para que hicieran de asiento, se les vendaban los ojos...”.
Esto de los fusilamientos en nuestra ciudad y en la plaza no era una rareza, solo a modo de ejemplo recordamos el acontecer ocurrido en 1835, durante el gobierno de Don Pablo Latorre, de ideología federal, al descubrirse una revolución opositora identificó su cabecilla en el Coronel Morales “El Costeño”, este será fusilado sin más al día siguiente en la plaza.
Transformar entonces este baldío en la Plaza Mayor de la Ciudad, fue un anhelo que tuvo que esperar la llegada al gobierno de Juan Nepomuceno Uriburu (1805-1887), quien gobernó la Provincia desde el 11 de Mayo de 1862 al 8 de Mayo de 1864 y fue acompañado en su acción de gobierno por los intendentes municipales Vicente Anzoátegui y Bernabé López. Uriburu, fue quien elevó al rango de Departamento al partido de Cafayate y el creador del pueblo de Rivadavia, adoptó una decisión que consideramos trascendente para el nacimiento de lo que hoy es la Plaza 9 de Julio: la construcción de un aljibe, un pozo de agua, en el centro mismo del terreno. Si bien el objeto de tal medida fue el de brindar respuesta a la acuciante necesidad de la población para dotarse de agua (hasta entonces los habitantes de la ciudad conseguían el líquido elemento desde el pozo del Yocci, España y Juramento, el Tagarete de Tineo, hoy calle Belgrano, podían comprarla a los carros aguateros o también rescatarla de los aljibes domiciliarios). El gobierno ordenó la construcción del pozo en el punto de convergencia de las diagonales que permitían transitar el terreno hacia los extremos, las mismas que años después los salteños denominaron “Avenida de la Estrella”.
Cuando el Dr. Cleto Aguirre (1834-1899) accedió al gobierno en un periodo que se extendió desde el 3 de Agosto de 1864 al 3 de Agosto de 1866, designó en el cargo de intendente a Vicente Anzoátegui. El Médico-Gobernador, vivía en una casa ubicada a mitad de cuadra en la vieja calle de La Caridad (hoy calle Mitre) entre España y Belgrano, es decir a solo media cuadra del desolado baldío, por lo tanto no es de extrañar que cabalgando en su impetuoso espíritu progresista tomará la decisión de construir el primer espacio verde artificial de la Provincia de Salta. Por aquellos tiempos el agua era un elemento de lujo y su adquisición, por su costo debía ser incluido en los presupuestos familiares. La decisión de crear una plaza pareció en algunos sectores como una idea descabellada. Fue entonces cuando el famoso pozo de agua de Uriburu adquirió importancia relevante. Hasta entonces solo había tenido por objeto la provisión del indispensable elemento para parte de la población lo que daba por resultado a que por las tardes una interminable cantidad de criadas y chinitas descalzas desfilaran con sus baldes y tachos a proveerse de agua, convirtiendo al pozo en un baluarte social que posibilitó la concreción de la decisión de Don Cleto Aguirre.
El Consejo Municipal bajo la presidencia del Intendente Anzoátegui se puso manos a la obra y el baldío comenzó a transformarse en forma acelerada en lo que se denominó “Plaza del Inmortal General Urquiza – 3 de Febrero de 1852- ”. Para embellecerla se dispuso el empedrado de sus calles internas con piedra bola, encargándose de dicha tarea a la empresa de Don Neo Macchi. Se niveló el terreno y se complementó la tarea con la plantación, en forma simétrica, de naranjos, que desde su hacienda de Campo Santo había traído don Florencio Peralta. La cantidad de plantas fue la suficiente para formar las Avenidas del Paseo y convertirse en breve tiempo en las niñas mimadas del pueblo, quien a los efectos de preservarla de las heladas del invierno las resguardaba con un abrigo de totora. Muy pronto las polvorientas callejuelas de la Avenida de la Estrella fueron cubiertas con lajas escogidas desde las canteras del cerro San Bernardo. La naciente plaza de una Salta que tenía por entonces la estructura de una villa, era acompañada por un conjunto de casas que pertenecían o habían pertenecido a distinguidas familias de la aristocracia salteña, entre las que se destacaban la de Los Costas y Francisco Aráoz sobre la calle del Comercio, de los Díaz de Vedoya, Don José Ibazeta, Pedro José Saravia, el Templo de Los Jesuitas, el Cabildo Histórico. Era la casa de la familia Torres (que estaba ubicada donde hoy se levanta el edificio del Cine Teatro Victoria) donde se había jurado en brillante ceremonia fidelidad al Rey Fernando VII. Tan distinguidos vecinos y paseantes merecían la comodidad de asientos donde depositar sus posaderas. Se los instaló formando calles en los cuatro frentes de la plaza. Eran pesados, de ladrillo en forma de sofá con respaldo, con gruesos brazos en los extremos. No eran recomendables en la época de lluvias si se quería preservar la vestimenta, de todas maneras muy pocos de aquellos tiempos, cuestionaron su utilidad hasta que fueron reemplazados por un lote de cuarenta bancos de madera y hierro que llegaron desde Tucumán en 1870. Todo un acontecer resultó la llegada de esta partida transportada en una tropa de carros. Los restos de los primeros cien históricos bancos fueron utilizados para construir la base de la primera glorieta instalada en nuestra querida plaza en 1880 y también para la construcción de bases donde se asentaron algunos tinajones que albergaron cactus y otros especímenes destinados al adorno.
El gobernador Aguirre creyó encontrar en este predio la posibilidad de instalar algún elemento que permitiera recordar el alzamiento político-militar de Francisco Uriburu. Ordenó la construcción de una pirámide, que según el historiador Bernardo Frías fue encargada a Don Neo Macchi a un costo de cuatro mil pesos fuertes o patacones y que estuvo construida sobre el pozo de agua, el que quedó cubierto por el monumento de ladrillo y argamasa, dando la puerta hacia el costado del oriente. Consistía, según Frías, la pirámide en “... cuerpos superpuestos, el primero de forma cuadrangular y los restantes de forma octogonales, hasta rematar en una especie de veleta que jamás el viento meció...” (Tradiciones Históricas de Salta. 1923). Otra publicación salteña (Cuatro Siglos Arquitectura y Urbanismo, en su página 27) plantea al respeto que la pirámide fue proyectada por el Ingeniero Plácido Aymo, Jefe de la Mesa Topográfica y que ésta “... era de orden gótico con molduras bien distribuidas. El cuerpo central se realizó con piedras extraídas del cerro San Bernardo y .... se utilizaron alrededor de dos barras de hierro de dos pulgadas de diámetro y cuatro de largo; los cimientos eran de tres varas y dos de espesor y se hicieron de piedra con tres escalones de ancho de una vara. La base de la pirámide desde la última escala hasta la impronta de la misma fue de seis varas por cuatro de ancho en cada lado y una vara de espesor...”. El asunto es que esta pirámide estuvo instalada en el centro mismo de la plaza hasta el año 1912 cuando fue demolida y en su lugar años después (1918) se levantó el monumento al General Arenales que se conserva en la actualidad. La pirámide testificó muchos acontecimientos realizados por generaciones de salteños. Desde los clásicos “Entierros del Carnaval” que se concretaban en su interior y cuya primera edición se llevó a cabo el 14 de Febrero de 1875, la celebración de los festejos del Centenario de La Revolución de Mayo en 1910, cuando como parte de ellos el intendente Agustín Usandivaras, decidió la instalación de esculturas en la plaza.
Durante muchos años los salteños disfrutaron de la sombra de los álamos, ubicados en sus puertas de entrada. Los jardines españoles fueron reemplazados por los ingleses y las cuatro secciones triangulares (canteros) ordenados por Don Cleto Aguirre supieron albergar rosales, nardos, jazmines, lirios, floripondios y malvas que junto a Molles, Tarcos y Ceibos le pusieron vida y colorido al paseo. Todo este verdor no solo se debió a la decisión política del gobernante sino también a la protección y el esmero que puso el primer jardinero que tuvo en su historia la Plaza 9 de Julio. Fue un francés soñador y trabajador: Monseieur Próspero Poyard. La presencia de caballos, mulas y otros animales obligaron prontamente adoptar otra decisión, instalar una verja de madera pintada de un verde pino y cuyas puntas al estilo lanza estaban pintadas de blanco. Esta verja perimetral ayudó a preservar los canteros y su verde y posteriormente cumplió el mismo objetivo en la segunda plaza que tuvieron los salteños y que fue creada en 1872 (La Plaza Belgrano).
Con los años la Plaza 9 de Julio se contagió del rango aristocrático de sus vecinos y permitió que especialmente en el horario en que la banda ejecutaba la retreta, por el costado cubierto de piedra laja pasearan exclusivamente los señores de la sociedad y “los niños y niñas”. El resto tenía que hacer su paseo por el piso de los tres costados restantes del perímetro. Para entonces ya constituía una presencia convocante “La Fuente del Deseo”, que había sido inaugurada el día 14 de Noviembre de 1904. Adquirida en Europa por el gobierno nacional y donada a la Municipalidad de Salta. De bronce tallado con caprichosas alegorías formó parte del corazón de los salteños hasta que fue reemplazada y trasladada también hasta la Plaza Belgrano.
En 1923 los niños encontraron en ella el atractivo de dos juegos de calesitas.
Así se fue desarrollando la historia de la Plaza 9 de Julio, allá por 1889 las autoridades municipales habían decidido subdividir los cuatro canteros iniciales y surgieron así una gran variedad de ellos que albergaron diferentes espacios vegetales y llenaron de verdor el predio. Por entonces la arboleda en el interior de la misma era todavía incipiente. Cuando se organizó el primer gran corso de 1898 las calles adyacentes fueron vestidas como en las grandes ocasiones se colocaban parantes de aproximadamente cuatro metros de altura a una distancia de treinta metros y a través de los cuales se llenaban de gallardetes, banderas y banderines multicolores como parte de adorno de un circuito que posibilitaba el desfile de carruajes y cabalgaduras tal se estilaba por aquel entonces.
Con el primer año del presente siglo la calle Alsina (hoy Zuviría se vió engalanada con una nueva construcción, la casa del Ing. Solá (hoy España y Zuviría). Por entonces todavía subsistió el edificio de la antigua iglesia de los Jesuitas ubicada en la intersección de las actuales calles Mitre y Caseros y que fue demolida en el año 1909 para comenzar la construcción del edificio de la sede del Club 20 de Febrero luego transformada en Casa de Gobierno y a partir de 1996 en el Centro Cultural América.
La Plaza fue testiga de grandes acontecimientos por ejemplo de la llegada del Primer Tren a Salta, hecho ocurrido un día 9 de Julio de 1891, cuando ingresó la locomotora conducida por el maquinista Pedro Enrique Saporiti y depositó su armatoste de hierro sobre lo que hoy es la calle Mitre primera cuadra. Al año siguiente, 1892 testificó la llegada y el ambular de la Primera Bicicleta que fue introducida en nuestra capital por un integrante de las corrientes inmigratorias que recalaron en nuestra provincia, el “Tano” Ravizza, de oficio joyero-relojero, cuyo local comercial estaba ubicado sobre calle Caseros al lado del Cabildo. También esta plaza observó con ojos asombrados cuando en 1907 se colocó sobre las calles laterales un piso con afirmado de madera y canto rodado, por que recién en 1925 se instrumentó una pavimentación como en los tiempos actuales.
A pesar de que muchos edificios la acompañan desde algo mas de una centuria, también fue testiga de la desaparición de muchas casas de familias de prosapia en la Historia Social de la Provincia. Ya no la acompañan la casa de Francisco de Gurruchaga (Zuviría 20, donde no solo vivió este prócer sino también la habitó el Gral. Don Manuel del Corazón de Jesús Belgrano); la de La Liberata Costa Guastaburú (donde hoy se levanta el edificio de la Caja de Jubilaciones–casa habitada por el General Pío Tristán al momento de la Batalla de Salta; la casa de Abel Zerda (el gran intendente salteño que adquirió parte del Cabildo y levantó su casa de dos plantas en el lugar donde hoy se levanta la Plazoleta IV Siglos; la casa de la familia Torres (donde hoy se levanta el Cine Teatro Victoria y donde se juró fidelidad al Rey Fernando VII; la casa de Don Pedro José Saravia (donde hoy está ubicado el edificio del Banco Provincia de Salta; y que fue habitada por el viejo guerrero de la independencia, padre de Apolinario “Chocolate” Saravia); la casa de Tomás Archondo (gobernador realista adversario del General Martín Miguel de Güemes – donde hoy se levanta el edificio de la Tienda San Juan); la casa de Benito Graña (donde hoy se levanta el edificio del Hotel Salta, utilizado por el Gral. Güemes como Casa de Gobierno (1819-1821) y demolida en 1941) en fin... la Plaza 9 de Julio forma parte de la memoria misma de la salteñidad y por lo tanto merece el homenaje de los paisanos.

EL CARNAVAL DE 1901

En los primeros días del mes de febrero la empresa de luz eléctrica trabajaba con mucho énfasis en la multiplicación de focos que iluminaron las noches del corso de los días de carnaval.
El entusiasmo, se había despertado en los jóvenes y señoritas quienes preparaban vestidos especiales y adornos para los diferentes carruajes particulares.
El carnaval apareció entre crepúsculos tenues a causa de las escasas novias dispuestas a la pasión sin freno. Las calles y su vecindario se preparaban para receptuar a los grupos de paisanos que, en forma de comparsas, llenas de gozo entre medio del sonido de las cajas, de los mandolines y guitarras que entremezcladas con voces extemporáneas formaban un ruido uniforme como el eco producido por las olas tempestuosas de un mar embravecido. Una comparsa, "Los Artesanos", recorría las calles seguidas por el consabido número de changos, produciendo gritos de asombro nacidos de los labios de alguna doncella casera que era atraída por la novedad. La Policía, mientras tanto daba a conocer su esperado Edicto Policial, albergando las frustraciones, de antemano, de saber que sería importante para contrarrestar el juego con agua y otras prácticas fáciles de reglamentar en el papel, y casi imposible de evitar en la práctica.
A tal grado llegaba el juego con agua que en muchos barrios de La Salta de entonces se habían establecido especie de cantones, algunos de los cuales, inclusive recibían nombre de guerra "Kimberly", "Muralla China", "Desastre del Tudela", "Trafalgar", "Waterloo", etc.
Al igual que el año anterior el corso tuvo un circuito de dos cuadras, Caseros-Buenos Aires, alrededor de la Plaza 9 de Julio.

EL TRIENIO DE LA CRISIS

La Historia del país de los argentinos nos habla de la crisis económica que azotó al estado nacional, hasta inclusive el año 1905. Salta no podía ser una excepción.
Desde el 1º de Setiembre de 1901 y hasta el 1º de Setiembre de 1904, administró los destinos de la provincia Angel Zerda, que tuvo como Ministro de Gobierno al Dr. Felipe. R. Arias; Ministro de Hacienda al Dr. Manuel Anzoátegui -Pedro López y Robustiano Patrón Costas y como Intendente Municipal Abel Zerda.
Llamativamente, durante estos años no se puede decir que hubo una decadencia absoluta para Salta, pues en el transcurso del período (1901-1904) se sucedieron una serie de acontecimientos de gran importancia para la provincia, especialmente este último año, 1904, representará para los capitalinos un año crucial en lo que respecta a la ampliación del ejido urbano, que se inició en El Campo de La Tablada (extensión de terrenos que iban desde la Avenida Belgrano hacia el norte, hasta contactar con las márgenes del Río Siancas, hoy Vaqueros, y desde las estribaciones del Cerro San Bernardo hacia Las Lomas de Medeiro, es una meseta inclinada de Norte a Sur, donde se libró La Batalla de Salta en 1813).
Los factores que incidieron fundamentalmente fueron:
-La Estación del Ferrocarril que convertiría a sus adyacencias en un punto neurálgico económico-social (1891).
-La Inauguración de la Nueva Casa de Gobierno ( hoy Palacio Legislativo – 20 de febrero de 1901).
-La instalación de la Nueva Cárcel Penitenciaria (hoy Central de Policía - 1889).
Consecuente con estos hechos, revalorizados los terrenos, comenzará una serie ininterrumpida de loteos que transformarán toda la zona.
Con respecto al Carnaval podemos decir que Los Corsos de l902 y 1903 no se diferenciaron casi nada del corso de l901, el circuito fue el mismo (Caseros-Buenos Aires) y si bien el ánimo y la participación decayeron un poco los corsos se llevaron a cabo y tuvieron lucimiento.
Totalmente diferente lo acontecido en el carnaval del año 1904. La crisis económica golpeaba con rudeza a los sectores sociales. El carnaval de este año estuvo empapado de tristeza. De más está decir que durante 1904 no se realizaron corsos.

LA PRENSA Y SU ANÁLISIS SOBRE LAS CELEBRACIONES:

Solo queda entonces para ese período de crisis rememorar lo que "La Montaña" (diario aparecido en 1902) bajo la dirección del Sr. Alvarado, informaba sobre aspectos relacionados a las celebraciones del carnaval del año 1903:

LAS CARPAS:

"Insistimos en que la municipalidad debe evitarnos el espectáculo bochornoso de las carpas, pues si la razón que tiene autorizarlas es que producen buenas entradas a la caja de la comuna, ni siquiera debe tenérsela en cuenta, pues nadie, mucho menos una institución debe especular en la corrupción y en el escándalo para enriquecimiento. Respecto a que la vigilancia policial se hace mejor concentrando las farras en un sitio oficial es cuestión que a la policía interesa y según sabemos, ésta ya se ha manifestado contraria al establecimiento de las carpas.
La municipalidad no puede autorizar el vicio, la inmoralidad en sus expresiones más repugnantes; porque si existen en nuestra sociedad, su deber es ponerles un remedio moralizador y no fomentarlos dándoles el carácter de oficialmente patentados. Con gusto vemos que la prensa local se ha manifestado casi unánimemente en el sentido de nuestra propaganda...".
El diario salteño en su edición del 14 de Febrero planteaba lo siguiente respecto del carnaval:
"Apenas falta una semana para que él se presente con su faz sonriente y alegre, y hasta ahora no se ha hecho nada para festejarlo como es debido ya que en esos tres días de locura, preciso es olvidar congojas y dolores dando franca expansión al espíritu para que sature del placer anhelado sin ofuscamientos ni treguas de tristes reminiscencias. Ni una sola tertulia ni una sola reunión en las casas de familia, que debieran abrir sus puertas a la sociedad cansada del vivir monótono, tranquilo y silencioso, sin esas emociones que convengan las fibras más intensas del alma, despertándola para el sentimiento y para el amor...”.
“...Nada se dice tampoco del corso; y es casi seguro que no tendrá lugar. ¿Porqué? Lo ignoramos pero el hecho será que, fuera del juego popular, por lo demás poco civilizado, que presenciaremos una vez más en las calles...”.
“...Carnaval pasará triste y melancólico y a su ida verterá quizás lágrimas de dolor al comprender que ha visitado a una sociedad que hasta en las manifestaciones más espontáneas y atrayentes presenta síntomas de un decadencia incontestable...”.
Como se puede observar para los periodistas de esta publicación las cosas no pintaban nada bien. En su publicación del 19 de Febrero, informaba con respecto al baile de máscaras:

“...Próximamente comenzarán los bailes de máscaras en el local del Teatro Victoria. Habrá una orquesta compuesta de ocho profesores, se establecerá en el mismo local un bufet en el que la concurrencia será bien servida y a precios módicos...”.
“...La entrada para las mujeres que asistan al baile ya sea disfrazadas o de particular será gratis y los hombres pagarán dos pesos. Ya saben los que en los días del Carnaval deseen divertirse pueden acudir al Teatro Victoria donde se les propone esas comodidades...”.

Pero si el periodismo realiza su aporte para tener una idea respecto de la cara de los festejos, La Montaña lo hace en su edición del 25 de febrero cuando bajo el título de “El Carnaval” publica lo siguiente:

“...Indudablemente el Carnaval este año nos ha mostrado de una manera palpable una de las tantas fases de la decadencia de Salta.
Siquiera así reflexionaremos y apercibidos de lo que ella entraña y significa y con la visión clara de las consecuencias que forzosamente han de producirse concurriremos todos si es que amamos nuestro suelo, a detener el avance de un orden de cosas que amenazan destruir por completo nuestras energías anémicas, así como ha consumido ya todo el vigor de nuestra salud física...”.
Y culmina la nota con un remate que no tiene desperdicios:
“...Nada exterioriza más tal vez la potencia vital de un pueblo que sus manifestaciones sociales...cuando éstas decrecen, cuando ellas tienden a desaparecer, lógico es pensar que algo grave mina la constitución de aquel, que factores orgánicos psicológicos o puramente económicos han comenzado la obra de un derrumbamiento que seguramente irá a su fin, si espíritus prevenidos y emprendedores no oponen a esta fuerza destructora el empuje vigoroso de una acción decidida y eficiente...".

El corso de 1903 pudo concretarse debido al esfuerzo de unos cuantos entusiastas. Si bien no superó, ni mucho menos al de años anteriores resultó más lucido y animado de lo que se esperaba. Una inmensa concurrencia llenó las avenidas interiores de la plaza. Numerosos coches condujeron a bellas señoritas primorosamente ataviadas con preciosos trajes de fantasía y de todas partes, y en todas direcciones, partían y cruzábanse flores y serpentinas, mientras un millar de almas olvidando penas y congojas vivieron dulces momentos de expansión y de placer. Por esos tiempos poco había más sugestivo y espiritual que esta manera aristocrática de divertirse. Nada podía expresar mejor los sentimientos que se iniciaban, desarrollaban a través de cada serpentina que se tiraba, cada ramo de flores que era arrojado llevaba consigo la expresión de un alma que se agitaba al impulso de esas emociones bien sentidas. Serpentinas que al cruzar el espacio que mediaba entre dos amantes, los unía a la distancia, constituyendo el hilo de comunicación de sus sueños y esperanzas. Serpentinas que arrojadas con fuerza y entusiasmo llevaban consigo todo el calor, de un alma apasionada. Y que eran recibidas con expresión amable pues permitían nacer rientes ilusiones.
Serpentinas que caídas en el vacío, despreciadas, abandonadas a sí solas en su vuelo, llevaban al espíritu decepción, un desengaño que iba aumentando el caudal de sus tristes impresiones...flores que partiendo de manos delicadas iban a su destino cual dulce anuncio de venturas no lejanas.
Flores que encantaban, que aprisionaban y conquistaban...arrojadas al espacio por otras flores y que llevaban en sus corolas, unido a su fragancia, el perfume de almas candorosas nacidas para amar y ser amadas.
Por eso, tal vez simplemente por eso eran bellos los corsos. Estos transformaban a los paisanos de tal manera, que algunos de finos y pensativos, se tornaban entusiastas y apasionados. Era entonces cuando el corazón triunfaba sobre el cerebro acallando la reflexión para dejar hablar solamente al sentimiento.

LOS CORSOS Y LA CRISIS.

Así como habíamos planteado para la década del '90 la excepcionalidad del corso de 1891, y la crisis del primer quinquenio de esa época, absolutamente compresible en el marco del segundo gobierno de Delfín Leguizamón(1892-1895), en donde el conflicto electoral manifestado, a través del Partido del Tiro; los fusilamientos (el 4 de Marzo de 1894, que costó la vida de catorce militantes de la Unión Cívica Radical en las puertas de La Catedral); como el flagelo de la corrupción que los salteños de aquellos tiempos repudiaron a partir del famoso número 180.301 que significaba un estigma sobre la dirigencia conservadora.
Así también en el primer quinquenio del siglo XX, el carnaval, y en especial su corso, soportaron las consecuencias de la crisis política-económica que volvió a azotar al país.
Una vez que el carnaval supere la falta de corsos, ocurrida en 1904 y 1906, su despegue será incontenible.
El Miércoles 17 de Agosto de 1904 el diario "El Tribuno Popular" (que apareció ese mismo año) bajo la dirección del escribano y plástico Casiano Hoyos, que sería el primer director que tuvo la Biblioteca Provincial Dr. Victorino de La Plaza y representaba los intereses de la Iglesia Católica, planteaba la situación de los maestros que a esa fecha aún no habían cobrado sus sueldo correspondientes al quinto y sexto bimestre de l903, y que estos serían abonados en los próximos días en la Dirección del Consejo de Educación. En el ejemplar correspondiente al jueves 1º de Diciembre de 1904 editorializaba sobre los lamentos de los maestros provinciales que más allá de los anuncios no habían podido cobrar sus billetes del sexto bimestre del año 1903 y que vanamente esperaban los sueldos correspondientes a 1904. Las respuestas habían sido siempre las mismas "no hay dinero". ¡Cómo para Corsos estaba la cosa!.
Los sectores aristocráticos celebraron a su manera, demostrando que para ellos las crisis no son tan rigurosas, en San Lorenzo y en El Rosario planificaban organizar sus propios corsos y tertulias en aquellos puntos veraniegos. Porque la Capital de Salta podía no tener su Corso pero lo que no faltaría es el tradicional baile del Club 20 de Febrero.
En su edición correspondiente al 14 de Febrero de 1904 "La Montaña" analizaba y presagiaba:
“... No vamos a detallar un programa que en otras épocas se solía hacer para festejar los días del reino de Momo, pues hoy a este huésped ya no le cabe la gloria de antaño ,cuando su aparición preocupaba la expectativa universal.
La Civilización?; el elemento pecuniario?, cual de ellos es la causa de la indiferencia hacia el viejo Momo?.
Seamos francos, confesemos todos, que lo último viene siendo la causante para ello y para todas las decadencias que sufrirá (hablamos solamente de nuestra provincia). Si, es la miseria en que vive el pueblo todo, a causa de qué ?... adivínenlo.
El Carnaval se nos ha presentado triste...”.
Del análisis que realizamos de artículos periodísticos llegamos a la conclusión de que la prensa daba “palo por que bogas...y palos porque no bogas”. Así proseguía La Montaña:
“...Aquí no será festejado con Los Corsos ni con ningún otro movimiento que signifique alegría. Las comparsas de máscaras que en otro tiempo le presentaban su homenaje aturdiendo con su vocinglería y el golpeteo de panderetas por nuestras calles, hoy no se harán sentir, salvo alguna malamente organizada...así se nos presenta El Carnaval de 1904...”.
Con la llegada del Año Nuevo (1905) los salteños intentaban buscar los medios necesarios que le permitieran recuperar la fuerza de su carnaval. Los centros de reuniones sociales, concentraban el eco de quienes estimaban que la ausencia de corsos durante un año era tiempo suficiente para la tristeza. El 5 de Marzo debían comenzar los festejos de ese viejo y achacoso Carnaval. Querían recuperar los cortejos de "Pierrotts", "Clows", de narigones, mofletudos y ninfas, sensuales y provocativas capaces de hacer perder la chaveta al más pintado.
Desde enero se incentivaba la organización de las sociedades recreativas que en comparsas salieran a recorrer las calles de la población. No faltaron quienes planificaron la realización de un corso en el lago del Parque San Martín.

DISFRACES – CIRCUITO Y COMISIÓN ORGANIZADORA:

Las tiendas y los negocios, rescataron de sus depósitos caretas de cartón con grandes ojos, descomunal nariz, enorme boca, orejas de burro, abultados carrillos, colmillos de elefante, además de pomos, papel picado, serpentina, pitos y flautas como intentando querer crear en la población el ánimo carnavalero. Probablemente, según los consejos de las viejas matronas: "A mal tiempo buena cara". La mecha estaba encendida y el incendio no tardó en aparecer y de pronto la aldeana capital de Salta se vio conmovida por los señores de una comparsa de máscaras compuesta por menores de edad, que practicaban en una casa de calle 20 de Febrero entre Güemes y Boulevard Belgrano (por aquellos tiempos zona de prostíbulos) el nombre de esta comparsa significaba mucho: "Los Atorrantes".
Establecido el circuito del corso, Plaza 9 de Julio y descartado El Paseo de los Lagos, se designó a los integrantes de la Comisión Organizadora, integrada por los Coroneles Carlos Revilla, Manuel Montiel, Fenelón Avila, Bernardo Calandrea y Emilio Ledesma; Capitán Martín Bartagaray, Teniente Primero Carlos E. Villanueva y los señores Néstor Patrón Costas, Domingo S. Isasmendi, Claudio Saravia, Martín Saravia, Martín Ruiz de los Llanos, Saturnino Sánchez Isasmendi. Quienes de inmediato solicitaron a los propietarios de casas ubicadas en el circuito que adornasen el frente de sus propiedades, como así mismo sugirieron a los jóvenes que pasean a caballo, el inconveniente que representan los grupos en medio de los carruajes. En los momentos de crisis económica, no faltó un integrante de la comisión que sugiriera la idea de cobrar diez pesos por jinete en el recinto del corso.
Así llegó el esperado domingo 5 de Marzo, día del primer corso, las dos cuadras (Caseros y Buenos Aires) elegidas como circuito, en la Plaza 9 de Julio, se vieron engalanadas; arcos, banderillas iluminadas profusamente y a pesar de que las distinguidas familias que ocupaban los palcos se hacían hilacha en el juego de serpentinas y flores, la primera noche de corso, no colmó las expectativas, ante la escasa asistencia femenina. El General García había cedido las tres Bandas de la Brigada.
"Las niñas" de la sociedad participaron en lo que nosotros llamaríamos conjuntos, así Elena Ortiz, Rosita Cánepa y Candelaria Gómez Rincón representarían "Las Mil y Una Noches". Elena Isasmendi Cánepa "Flores no me olvides". María Luisa García, Elisa Ortiz, Angela Aráoz y Juana Benitez "Alegres Pastoras", Susana Benitez, Amalia Usandivaras y Fanny Martínez "Turcas", Mercedes y Ernestina Medina, Corina y Hortencia Medina "Cuatro Mirasoles", Sara Cornejo y María Luisa Michel "Gitanas", entre otras.

INCIDENTE – LA ORQUESTA Y LA “MOSQUETERÍA”:

El único incidente del cual fueron víctimas Elena Isasmendi y Yone Cánepa: un brioso caballo del carruaje que ocupaban, quiso desbocarse y su conductor, impotente para contenerlo, solo tuvo tiempo para estrellarlo contra la esquina del Cabildo, las damas, viéndose en peligro se tiraron del carruaje en vuelo planeado. Después del susto la fiesta continuó.
El 8 de Marzo "Miércoles de Cenizas", el corso recobró su viejo vigor. El elemento femenino volvió a sentar presencia en el circuito, sesenta y dos carruajes le dieron un marco festivo a la jornada "lo mejor de la sociedad" estaba presente.
Si el País se debatía en una aguda crisis, la oligarquía salteña la disimulaba.
Ustedes se preguntarían, el pueblo que "pito tocaba", tengan paciencia faltaban unos pocos años para que tuviera su primer corso.
El lunes 13 de Marzo, la temporada del carnaval quedó dignamente clausurada en los iluminados salones del Club 20 de Febrero.
Por aquellos tiempos, 1905, la orquesta que animaba las principales jornadas bailables estaba dirigida por el maestro Rodríguez, que según comentarios periodísticos dejaba mucho que desear en la ejecución de algunas piezas musicales.
Se debe entender entonces que los corsos de los primeros tiempos no fueron otra cosa que una manifestación organizada y acaparada por la oligarquía de Salta. Consistían en desfiles de lujosos carruajes desde los cuales "Niñas y Niños" hacían gala de paquetería y alegría mientras sus familias intentaban desde los palcos y balcones, a través de las serpentinas y flores, ponerle el marco colorido al jolgorio de sus hijos.
Tanto es así que el diario "La Montaña" nos cuenta que la última jornada de corsos se manifestó con un grado superlativo de brillo, y en forma despectiva cita la presencia del pueblo, agolpado en las aceras de la Plaza Principal de la siguiente manera: "...“La Mosquetería” llenaba por completo las Avenidas de la Plaza, y podemos asegurar sin temor de pecar de exagerados que anoche toda Salta estaba de jolgorio y diversión..."
Imaginamos que ante tantas angustias económicas "La Mosquetería" habrá disfrutado con los acordes de bonitas piezas musicales con los cuales atronaban los aires las tres bandas de la Brigada. A las doce de la noche todos volvieron a sus hogares sabiendo que el carnaval y el corso habían concluido. Quedarían grabados en las retinas de los paisanos y las páginas de la historia del carnaval el alegre transitar de las comparsas "Los Hijos del Norte" y de la Sociedad Coral y Candombera denominada "Negros del Congo".

LAS CARPAS – LAS NOVEDADES Y LA DIVERSIÓN DE “LA CHUSMA”:

Desde Río Ancho, el pueblerío, en jardineras y carrindangas por la polvorienta "Recta de Cánepa" regresaban llenos de harina y de alcoholes; porque ellos solo encontraban en las carpas de los arrabales y del interior la posibilidad de lucir sus antifaces, plumeros, papel, anteojos, faroles chinescos, cascabeles, alfileres, corbatas, fantasías, barbas y adornos y que a costa de sus escuálidos bolsillos adquirían, para no ser menos que los integrantes de la aristocracia.
En un negocio ubicado en la Florida y Caseros consumían serpentinas, bombones japoneses, botellitas champagne, corneta con música de la gran siete, monitos de felpa, pájaros con plumas vistosas, galeritas de cartón para payasos, panderetas, sombrillas de papel para madamoiselles, grandes flautas para pierrots, sombreros de papel para “caballeros decentes”, bonetes para payasos, tamboriles, matracas, bastones, que luego graciosas y “decentemente” lucirían en el corso de la Plaza 9 de Julio o en el baile del Club 20 de Febrero. Si usted; lector considera arbitrario los conceptos vertidos anteriormente le remitimos a una publicación de “El Cívico” del 3 de marzo de 1905, para que no le queden dudas de los parámetros conceptuales de la aristocracia para con respecto al pueblo, decía: “...Ya es tiempo dice a voz unánime toda la prensa local de que se morijere substancialmente el modo salvaje y bárbaro que usa el elemento popular de esta población para divertirse con ilimitado desenfreno en los días de carnaval.
Es un contraste profundo y altamente criticable el que se observa entre la gente de primera sociedad, cuya civilización y cultura se exterioriza en el brillante corso, comparado con el carnaval que se acostumbra en el pueblo bajo, en desordenadas orgías, en la libertad absoluta que goza con permiso de la autoridad policial, para convertir las calles de esta ciudad en hipódromos; para arrojar sobre el transeúnte que las cruza, todo inmundo, aguas servidas, cáscaras de huevo, harina, afrecho, almidón, tunas, maíz, porotos, cohetes explosivos y por fin cuando cae en las manos.
Pero no es solo esto, el año pasado presenciamos una escena por demás repugnante y salvaje, que se desarrolló en presencia de un agente policial y el cual reía a carcajadas de lo que para él y toda la gente baja que se encontraba allí presente, constituía una “gracia de muy buen gusto”.
El caso bárbaro y reprochable fue el siguiente: una turba de muchachos grandes y chicos de los que recorren las calles armados de baldes, tarros, etc., llenos de agua que recogen de cualquier parte, y que penetran a guisa de invasión en las casas de familias, sacaron de una de éstas a dos muchachas, casi arrastrándolas y las obligaron a sentarse en un gran charco de agua sucia, que la lluvia del día anterior formó en un desnivel del empedrado de media calle. Allí oprimidas y estrujadas, por la turba salvaje de muchachos fueron además bañadas por el lodo inmundo que se alzaba de su alrededor, las infelices víctimas del carnaval que se permite en Salta, entre la gente del bajo pueblo.
Las esquinas o almacenes en donde se despachaban licores por copas están día y noche convertidas en centros en centros de un bestial libertinaje, y ¡Ay! de la señora o niña que tenga necesidad de cruzar por la calle: la llenan de frases torpes e insolentes, esto cuando no encuentran las turbas de alcoholizados por la calle y tienen que ampararse en cualquier casa para evitar su encuentro.
Ya es tiempo que costumbres tan retrógradas y repugnantes desaparezcan de los hábitos de la gente baja, en lo que hay por supuesto, excepciones muy honrosas pero por desgracia, no se sigue el buen ejemplo en la gran masa del pueblo.
La autoridad policial es la llamada a poner en dique a este salvaje desenfreno en los días consagrados al Dios Momo, que para muchísimos de los prójimos a que nos referimos es más bien un culto al Dios Baco y no a Momo...”.

LAS AUTORIDADES PROVINCIALES Y EL CANAL DE LA ESTECO:

Durante el período 1904-1906, el gobernador de Salta fué don David Ovejero que tuvo como Ministro de Gobierno a Luis Linares, Ministros de Hacienda a Ignacio Ortiz y Marcos Alsina, Jefes de Policía a Carlos Arias y Justiniano Arias y como Intendente Municipal a Abel Zerda.
A más de lo planteado al respecto de la crisis nacional, y en lo estrechamente relacionado con el carnaval de Salta tenemos que aclarar que como consecuencia del Cólera, flagelo que azotó Salta en 1886/87, durante 1895 desarrolló su accionar una “Junta de Sanidad” para expedirse sobre las causales de tan doloroso flagelo, este trabajo fue publicado en 1901 y como parte de algunas de sus conclusiones consideraba prioritario e ineludible la disecación de todos los pantanos y lagunas existentes en la periferia de La Capital de Salta, la erradicación de los pozos ciegos y la instalación de la red de agua corriente y cisternas de desagües.

SU HISTORIA:

Este Canal es artificial. Su trazado se debe a lo aconsejado por la Junta de Sanidad conformada a los efectos de estudiar las causales de las pestes de Paludismo y Cólera. La expropiación de tierras, su trazado y construcción permitieron la disecación de numerosos pantanos y lagunas existentes en el territorio que anteriormente se denominaba Paso del Carrillo, hacia el oeste de la Capital de Salta.
Será durante el gobierno de Ángel Zerda (1.901-1.904) que se sancionó la Ley Nº 659 (cuyo Nº original fue 197- del 28 de Julio de 1903 autorizaba la expropiación de tierras para el trazado del canal). Inaugurado el 29 de junio de 1908 y permitió la disecación de “la Laguna de Chartas”, entre otras.
Dicha ley en su Art. 1º dice: “Declárase de utilidad pública y autorízase al Poder Ejecutivo de la provincia para expropiar con arreglo a la ley de la materia, los terrenos necesarios para la apertura del Canal que debe ejecutarse en virtud del proyecto de Obras de Saneamiento en esta ciudad para dar desagüe a los terrenos bajos del oeste, el que arrancando de la calle Gral. Güemes sigue hacia el Sud por Gorriti, penetrando desde Alvarado en terrenos particulares para desembocar en el Río Arias, frente de la calle Córdoba con un recorrido total aproximado de 2.969, 60 m., variando su ancho entre 8 y 18 metros”.
El canal fue inaugurado el día 28 de junio de 1908 durante el gobierno de Luis Linares (1857-1942) que gobernó durante el periodo comprendido entre el 20 de febrero de 1907 al 20 de febrero de 1910. Al Acto inaugural asistieron Marcos Alsina, Santiago López, David Zambrano, Miguel Fleming, José Saravia y Juan Martín Leguizamón, integrantes del gabinete de gobierno. También asistió el Jefe de Policía Apatié. Hicieron uso de la palabra el Gobernador Linares y el intendente Abel Zerda. Acuñándose en esa fecha una moneda conmemorativa.

CANAL DE LA ESTECO

Cuando éramos niños
y teníamos embolsados los sueños
en un paquete de figuritas,
el Canal de la Esteco
con sus aguas chocolate,
era el mar final
donde iban a parar
nuestros barquitos de papel.

Tiempos de calle i’tierra,
de aguas acarreadas.
Gallinas engordadas con Ataco de la orilla
poetas ambulantes, con versos incipientes.
Escondidas, tabas y mateadas,
charqui, mazamorra y anchi bien caliente.

En días de primeros habitantes,
de ranchos fantasmales y esparcidos,
eras en el Paso del Carrillo
la figura más galante.

Las mujeres de la villa
bien peinadas y elegantes
los Domingos a la tarde,
a la hora del crepúsculo,
depositaban su esperanza al pié de tu alameda.

Pa’ cruzarte un puente i’riel.
Los días de la vida para amarte.
Canal, querido amigo,
devuélveme el mensaje de jazmines
mis lágrimas, que tus aguas se llevaron.
Yo por mi parte si pudiera
te traería el nido de urpilita
que una tarde te quité con mi gomera.

Si una noche solitaria del invierno
vés pasar los fantasmas queridos de la gente
haciendo extraños equilibrios,
sin darse cuenta que hay nuevos puentes,
lloraremos junto a tu cauce humedecido
al sabernos todos diferentes.

El otro día,
engalanado, lleno de agua.
Emocionados te miramos,
¿Te acordás hermano
de aquel canto chiquilín?
“...Antolín, Antolín,
sacate la bota, ponete el botín...”
Si hasta de puro emocionado
rebalsaste nuevamente
dejándome mojada el alma de purrete.

M.A.C. (de “Memoria”).

EL AGUA CORRIENTE LLEGA A SALTA: ¡VIVA EL POLVO Y EL BARRO!.

En 1904 dieron comienzo los trabajos para la instalación de las cañerías que dotasen de agua corriente al radio céntrico de la ciudad. Trabajos que tuvieron consecuencias: por ejemplo el levantamiento de los servicios del Tranway (1874-1904), la que deja sin servicios de transportes públicos a la capital de Salta, hasta 1913 en que comenzará a circular el servicio de Tranvías; en segundo lugar convirtió en intransitables las calles céntricas, lo que significa otro escollo, sumado a la crisis económica que impidió a los carnavaleros la realización de corsos en 1904 y en 1906.
Si bien, según relatamos en 1905 sí hubo corsos, debe entenderse que deberán afrontar y superar el calamitoso estado de las calles de Salta, prueba de ello es lo que planteó el diario “La Idea”, diario de la mañana aparecido en 1904 y cuyo director fue Policarpo Romero, en su edición del 28 de Febrero de 1905, decía:
“...Es verdaderamente inexplicable el estado de nuestras calles más céntricas. El domingo, día que se inauguró el corso como preparación a los festejos del carnaval, una espesa nube de polvo se levantaba de las calles que rodeaban la Plaza 9 de Julio, concluyendo el paseo las señoritas y caballeros con sus trajes inutilizados.
Nos permitimos pues, indicar al Señor Intendente, la necesidad que hay de que se levante esa tierra, pues si el polvo no molestará estos días debido a las lluvias recientes, el barro hará que siempre estén intransitables. Además se hace necesario que se efectúe una compostura, aunque sea con ripio, en las calles mencionadas, que serán arregladas para El Corso de Carnaval...”.

LA PRIMERA CARROZA EN LA HISTORIA DEL CARNAVAL SALTEÑO:

Conclusión: 1904 no hubo corsos. 1905 si los hubo, considerado como brillante y hermoso pero se llevó a cabo en una sola jornada, un solo día, aparte del tradicional baile del Club 20 de Febrero . Y en el cual se puede decir que desfiló la primera carroza de los corsos del Carnaval de Salta, construida por el activo y progresista industrial Ramón Barbarán que hizo construir, en su acreditada fábrica de carruajes, un pequeño coche constituido con todas las reglas del arte, que iba tirada por un diminuto caballo, que a su vez era conducido de las bridas por dos minúsculos lacayos negros. Esta carroza transportaba varios niños de ambos sexos y fue titulada “Los Hijos del Obrero Argentino”. Se aclara que éste carruaje merecía el título de la primera carroza del Carnaval de Salta debido a que fue expresamente construida para tal fin, a diferencia de los coches de plaza, carruajes comunes, que eran utilizados como medios de transporte común y que para los desfiles del carnaval solamente eran ornamentados.

¿QUÉ ES EL CARNAVAL?: APORTE PARA UN CONCEPTO.

Es tan trillado escuchar que su significado equivale a carne-vale, es decir período en el que se podía consumir carne, antes de la Cuaresma; o su equivalente a “adiós a la carne” por su festejo antes que la Cuaresma, época que la iglesia consagra el ayuno.
Ese concepto no responde nada más que a un encasillamiento desde la óptica cristiano-católica. Sin desecharlo, ni dejar de valorar su significación, nosotros entendemos que el carnaval merece una conceptuación mucho más abarcativa y valorativa. El carnaval es una manifestación ancestral. Nació con el hombre mismo. Sin propietario ni inventores. Tiene una profundidad filosófica y una densidad tal que puede ser enfocado desde las vertientes antropológicas-filológicas-folklóricas-históricas, etc. Es una especie de vértice cultural. Un imán convocante de una multiplicidad de acciones y manifestaciones, que en muchas ocasiones son desarrolladas durante gran parte del año, aveces sin necesidad de efeméride alguna (yerras-marcadas-jineteadas-alojeadas-chicheadas-lechadas-tacupayanas-piyajacica-encuentro de comadres, etc.).
El Carnaval es tan viejo como la humanidad, tal vez su verdadero origen, reiteramos, está en las danzas rituales de las comunidades prehistóricas. Ya inmerso en la Historia, alguno de sus antecedentes pueden ser encontrados en las fiestas consagradas a Phasimo por los hebreos, en la que usaban el disfraz y las máscaras; las Bacanales, Saturnales y Lupercales de Los Griegos y Romanos, consagrados a Baco, Saturno y Pan, que representaban acontecimientos y prácticas que rompían los esquemas de las “buenas costumbres” antiguas; en las civilizaciones de los faraones las fiestas del Buey Apis; en los tiempos medievales en las fiestas de “Los Locos e Inocentes”.
Las comparsas carnavalescas (en concepto-metodología y coreografía de orígen europeo, que nada tiene que ver con el concepto de la comparsa americana, y en especial la salteña) son remedos de las Bacanales Griegas y Romanas, en cierta medida por la austeridad, obligada de los tiempos modernos modificados. No faltan en los carnavales, integrando las comparsas los sátiros y sileros, coronados de pámpanos y con las caras embadurnadas con las heces del elixir que solazó a Baco. Las máscaras, muchos creen, que son un invento del carnaval, sin saber quizás que desde la Prehistoria sustentan cosmovisión mítica y filosófica, por la cual el hombre accede a dimensiones, personalidades y planos cosmogónicos de trascendencia inconmensurables.
La iglesia, a través, de los Santos Padres, los Pontífices y Concilios jamás pudo con su intención de desterrar el Carnaval en las sociedades; en Francia por ejemplo, decididos a aceptar la herencia romana del Carnaval, Enrique III y IV se convirtieron en grandes jugadores del Carnaval, al grado tal de que el último dirigía comparsas de brujas, y no sentían su status real rebajado cuando dictaban reales órdenes reglamentando al carnaval. Si Luis XIII sentía las ondas repugnantes por el juego torpe, Luis XIV se holgaba en establecer las formas del carnaval contribuyendo a su realce y entusiasmo. Los Reyes Católicos (Isabel y Fernando) prohibieron de hecho el carnaval en sus reinos, hoy casi siglo XXI, en esta América aculturada desde la conquista, el carnaval se mantiene latente. Pero Felipe IV, dentro de la misma corona española hará lo contrario de sus reales antepasados y fomentó el carnaval entre su pueblo; y si bien Felipe V, intentó prohibirlo nuevamente, será Carlos III, ilustrado borbón, el que le daría mayor amplitud inaugurando los bailes teatrales. Fernando VII, que nuestras escuelas relacionan con las Luchas de la Independencia Nacional, instauró el juego del carnaval “dentro de las casas”, una novedad en España, pero muy vieja forma de jugar en carnaval en Inglaterra.
En nuestro país sus antecedentes recorren documentación de la época virreynal intentando anularlo o estimularlo, sin resultados por supuesto y se destaca la famosa anécdota de cuando Domingo Faustino Sarmiento, ya presidente de los argentinos quedó empapado, una noche de carnaval, desde un balcón, una dama le volcó una tina de agua sobre su calva testa.


CARNAVAL 1906

TIEMPOS DIFÍCILES Y LA TAREA DE ABEL ZERDA:

En el año 1906, no hubo corsos, sin embargo, el último día de Carnaval se improvisó un pequeño desfile en La Plaza 9 de Julio. Fue de mascaradas y coches, duró dos horas, organizado por los jóvenes de la aristocracia. Reiteramos y subrayamos su carácter de improvisado, es decir que en nuestro criterio, no responde a los cánones de lo que puede ser considerado un corso (varias jornadas, circuito establecido, comisión organizadora , jurado, premios a los concursantes, etc.). Ocupó tres cuadras, las actuales Mitre, Caseros y Zuviría.
Dijimos que una de las razones que impidió la realización de Corsos fue el calamitoso estado de las calles empedradas, que causaba la permanente queja de los que andaban en carruajes. Para entonces El Intendente Abel Zerda prometió arreglar las calles: Alvarado, Córdoba, Corrientes, que eran las únicas en las que se habían terminado las obras de salubridad, para que el público pudiera ir al Parque San Martín. Es decir que en l906, sin corsos y con las calles del centro de la ciudad envueltas en polvareda total los días comunes y transformadas en barrizales espantosos, los días de lluvias, convertirán al parque en punto de cita obligado de la aristocracia salteña; que al son de los acordes de la banda de música consumían cervezas y otros refrescos.
El Carnaval pasó, entonces, con un bullicio apenas notado: sin corsos ni comparsas de animación. Pero ni aún las alegres bataholas domiciliarias que en sus mejores tiempos solían armarse se manifestarían en la palidez del momento.
Solo el Club 20 de Febrero mantuvo su status convocante.
Fue necesario trasladarse al campo para respirar brisa más oxigenada. En varias comarcas campestres hubo manifestaciones expresadas con sencillez virtuosa pero con mayor expansión.
EL PRIMER CORSO DE SAN JOSÉ DE LOS CERRILLOS:

Rosario de Lerma, Chicoana, El Carril y otros pueblos y parajes darán notas simpáticas en este Carnaval. Hasta los jujeños tuvieron su corso en l906.
En este trabajo de investigación encontramos que por primera vez Cerrillos realizó su corso.
La Capital Salteña no los tuvo. Pero si alguna que otra comparsa, como la de “Los Argentinos Unidos” que en una jornada, montados en carruajes se trasladaron a Cerrillos para participar de su corso, que tuvo brillo y animación (costó doscientos pesos). La plaza Serapio Gallegos fue ornamentada con gallardetes y otros elementos donados por La Municipalidad. Los cerrillanos habían formado “la Comisión de Comerciantes Municipales”, encargada de recolectar fondos.
En El Carril, también se realizaron aprestos para recibir a Momo. Además de los juegos tradicionales la gente del pueblo, los principales vecinos de dicha localidad organizaron comidas y tertulias que tuvieron gran éxito.
La Puerta de Díaz (hoy Coronel Moldes) no quería ser menos. La generosidad del Señor Villa y la participación de sus vecinos permitieron con bailes y tertulias que el Carnaval fuese festejado con entusiasmo.
Ante la apatía capitalina el departamento de General Güemes festejó su Carnaval. Allí se instalaron numerosas carpas, y a pesar de que asistieron miles de personas, no se tuvo que lamentar hechos de sangre gracias a la activa tarea del Comisario Apatié, El Sargento Goyeneche y el personal que lo secundaba.
Así pasó el carnaval de 1906, la parte del pueblo que no había podido concurrir a alguna comarca vecina a celebrarlo se había introducido en las fondas de las orillas y después del generoso consumo de “Pata I’ Cabra “ (mezcla de Chicha con Vino), ganaba las calles para expresar sus rabietas con los integrantes de la clase acomodada. Emprendían carreras a escape, cuyos jinetes almidonados, en medio de los caracoles de sus corceles, lucían la más soberbia mona.
Jovenzuelos y compadres graciosos, encontraban encanto en tirar cohetes en las mesas donde se comía o donde jugaban al cacho o el dominó, que a veces terminaban a tiros de revolver.
El Diario “Tribuna Popular”, del día 1º de Marzo de 1906 decía en tono despectivo:
“... Entre la masa obrera, infantil y de otras servidumbres se desarrollan escenas repugnantes y groseras que dan margen muchas veces a incidentes inmorales. No se respeta a las personas, por ancianas que sean y en el calor de la jugarreta se lanza agua, barro, aguas servidas, harina y otras substancias que el público está obligado a aceptar con disgusto por falta de un Edicto de Carnaval bien meditado y que se haga cumplir estrictamente. Nuestro grado de cultura exige se tomen medidas tendientes a cortar de raíz los abusos que se cometen al amparo de la libertad carnavalesca...”

EL CORSO DE LA CALLE CASEROS.

Totalmente diferente será el carnaval de 1907. Estaba previsto que las autoridades electas debían asumir el día 20 de Febrero. Desde los primeros días de ese mes la capital de Salta vivió los prelegómenos, las expectativas y el movimiento que precede a tan caro acontecimiento.
Había sido elegido como Gobernador de Salta, Luis Linares, que gobernó desde el 20 de Febrero de 1907 hasta el 20 de Febrero de 1910, fueron sus Ministros de Gobiernos, Marcos Alsina, Santiago M. López y David Zambrano; Ministros de Hacienda, Miguel Fleming, José Saravia y Juan Martín Leguizamón. Jefe de Policía David Apatié y como Intendente Municipal Abel Zerda.
Se quería festejar el carnaval con corsos y que estos fueran brillantes, por ello la comisión especial organizadora para dar mayor realce a las fiestas, en la imposibilidad de obtener medallas por falta de tiempo señaló premios de cien- cincuenta y veinticinco pesos para las comparsas que se distinguieran en el corso. Estableció que los carruajes pagarían dos pesos por ingresar a la vía del corso.
La Directiva estaba integrada por el Mayor Delfín Ovejero como Presidente; Tesorero El Dr. Francisco M. Uriburu; Secretario, Sidney Tamayo (h) y los vocales: Carlos Outes y Martín Ruiz de Los Llanos.
El Jurado encargado de entregar premios a las comparsas se conformó de la siguiente manera: El Teniente Coronel, Camilo Day, Vicente Tamayo, Juan P. Uriburu, Mayor Delfín Ovejero, Dr. Carlos Arias, Policarpo Romero, Dr. José N. Quintana y Arturo Michel.
A los efectos de que la recaudación de fondos fuera más efectiva, se decidió la formación de subcomisiones de trabajo, cada una de las cuales desarrollaría su acción sobre una de las principales calles del radio céntrico. Las calles y sus responsables fueron los siguientes:
Calle Caseros: Delfin Ovejero, Francisco M. Uriburu.
Calle Libertad: Carlos Oustes, Marcelino Sierra, Victor Ovejero.
Calle España: Martín Ruiz de Los Llanos, Ricardo Zambrano.
Calle Florida: Carlos Arias, Arturo Michel, Félix R. Usandivaras.
La idea fue exitosa ya que las principales familias y comerciantes del medio brindaron su generoso aporte. Así la comisión formada por los señores Delfín Ovejero y El Dr. Francisco Uriburu habían recolectado las siguientes suscripciones: Municipalidad 100, José Carnet 40, Felipe Moreno 50, José M. Oñativia 20, Regimiento V de Caballería 50, Botica Alemana 15, Carlos Trogliero 10, Alonso y Compañía 10, Ismael Borgoñón 10, Larrat y del Río 40, García Pérez y Cia 15, Antonio Rodríguez 10, Antonino Díaz 10, Manuel Anzoátegui 10, Miguel Lardiez 10, Campilongo y Benasal 20 pesos respectivamente.
El de 1907 será el primer y único corso que se realizó sobre la actual calle Caseros. El circuito fue fijado desde la calle Libertad (hoy Alberdi) hasta 20 de Febrero. Esta principal calle de los salteños estrenaba su flamante adoquinado que sería acompañado de una espléndida iluminación destinada a la magnificencia del corso. Gallardetes, banderas, arcos de coloridas luces, palcos elegantes y ocho focos de gran potencia junto a coches llenos de jóvenes y de hermosas niñas, le dieron un marco espectacular al mismo.
En el citado circuito, se realizaban desfiles vespertinos de 16 a 20 horas y el nocturno de 21 a 1,30 de la madrugada.
El Subcomisario Navarro y El Inspector Municipal Abecasis contribuyeron con su esfuerzo al éxito de la organización de estos festejos.
El concepto aristocrático, que empapaba las plumas de los periodistas de la época, les hizo elevar sus críticas sobre los aurigas, conductores de los Coches de Plaza, pues, consideraban que con sus sombreros chacareros de anchas alas, botas cubiertas de barro ponían la nota discordante en ese ambiente “chic” (“La Provincia” del 14 de Febrero de 1907).
Se debe aclarar que los corsos de 1907 no se llevaron a cabo en las calles laterales de La Plaza 9 de Julio porque éstas aún no habían sido reparadas desde los tiempos de la instalación de cañerías para provisión de agua corriente y los desagües respectivos.
El diario “La Provincia” en su edición del 18 de Febrero, y bajo el título de “Impresiones” publicaba: “...Desde un balcón de la calle Caseros, en abigarrado conjunto pasan a intervalos máscaras procurando dar animación a un corso muerto y a un carnaval pasado”.
“Las hojas llenas de barro de los árboles que circundan La Plaza 9 de Julio, hacen pensar en los que dicen que se divierten, gritan y aplauden con estrépito aparente, mientras quizás un dolor agrio y agudo les desgarra el corazón”.
El análisis tomaba un tono más agrio cuando decía:
“¿Y ese es el Carnaval? me pregunto, recorriendo en mi memoria desde los lupercales antiguos hasta los tiempos presentes, que tuvieron su auge y la civilización moderna los modifica y los transforma”.
“El Carnaval, resto de antiguas tradiciones, pasó como todos los hechos humanos, y apenas si quedan los rastros como estelas oscuras de una luz que se apaga”. El columnista del diario salteño aumenta la acidez de su análisis cuando prosigue diciendo:
“El Trabajo que transforma, cesa en esos días, y en cambio la brutalidad que espanta se presenta libidinosa y cruel aprisionando con sus desnudas garras a muchos seres inocentes y predestinados tal vez para el bien y la virtud”. La pluma adquiere contornos elitistas cuando escribe:
“En las calles de esta culta sociedad hemos visto bailes de bayaderas que parecían enhebradas por el jengibre y el alcohol en sus quiebras, en sus furibundos cancanes, en la desarticulación de sus miembros, en el agotamiento de sus fuerzas y en la palpitante carne que desbordaba en deseos de lujuria”.
“Niños y puérperos danzaban en conjunto diabólico y loco, con hombres avezados y maduros con mujeres que cubrían su pudor con máscaras imposibles”. La nota concluía brindándonos un panorama respecto de la inserción de los sectores populares, todavía como espectadores, en estas celebraciones nacidas para una minoría y que por estos tiempos soportaban los embates de la crisis económica nacional:
“He ahí el carnaval, felizmente presenciado por los desolados que no lo han pasado en los cercanos villorios llenos de luz y de encanto...”.
A pesar de todo se puede decir que el Corso de la calle Caseros figura entre los más esplendentes de la Historia del Carnaval Salteño.
La serpiente ruidosa y multicolor fue amenizada por las bandas de música del III de Artillería y del V de Caballería. Se solicitó permiso, obtenido, para utilizar los balcones de la casa de Juan Galo Leguizamón, por entonces en propiedad de su descendiente Benjamín Leguizamón, allí se ubicaron las bandas de música.
La iluminación fue a giorno. Además de los arcos con bujías comunes, se instalaron los focos grandes traídos desde el Parque San Martín.
La Comisión Organizadora reemplazó la falta de balcones con la improvisación de palcos en las veredas para las familias.
Se distinguieron a las elegantes y parlanchinas comparsas de chinas y japoneses. Se premió a las comparsas “Los Pampeanos” y a “Los Hijos del Progreso”; estos últimos con guitarras y violines entretuvieron al público con alegres músicas. A cada uno se le otorgó cincuenta pesos($ 50).
Se confirió una mención honorífica a las comparsas “Obreros Argentinos Unidos” y “La Juventud del Norte”. Por supuesto, en este tipo de acontecimientos nunca faltarán quejas, así algunos renegaban sobre el peligroso juego de los petardos que provocaron incidentes desagradables. Otros alzaban su voz sobre los que se divertían arrojando ceniza, afrecho o cuanto elemento tuvieran a mano. Las carreras desordenadas de jinetes por las calles, coches manejados por personas ebrias, etc.

REGLAMENTACIÓN DEL CORSO.

Art. lº- El Corso se llevará a cabo en las dos cuadras de la calle Caseros entre las de Libertad y 20 de Febrero los días 10, 11 y 17 del presente mes.
Art. 2º- La entrada se verificará por la esquina de calles Caseros y Libertad tomando los coches la mano izquierda y la salida por los dos extremos de la calle Caseros.
Art. 3º- Queda terminantemente prohibido la entrada de carros y jardineras que no estén perfectamente arreglados como así también la de la gente a caballo.
Art. 4º- Las Comparsas que quieran presentarse a optar los premios establecidos por la Comisión Directiva, deberán desfilar el domingo 10, de 6 a 7 p.m. por la calle Caseros donde se encontrará el juri nombrado al efecto.
Art. 5º- Se podrá jugar con serpentinas, papel picado y flores, siendo permitido el juego con pomos desde las 12 a.m. en adelante.
Art. 6º- Los Coches para entrar al corso deberán ir provistos de una tarjeta que se encuentra a disposición de los interesados en la Farmacia Alemana hasta mañana a las 6,30 y después en la esquina de Libertad y Caseros en poder del Comisario.
Art. 7º- Quedan encargados de hacer cumplir la reglamentación los comisarios de Policía, Municipales y los miembros de la Comisión Directiva que llevarán un distintivo en el ojal.
La buena iluminación, la cantidad de gente, los vistosos trajes y el entusiasmo indescriptible, en un marco de serpentinas y confites daban al corso de la calle Caseros un marco increíble.
Rescatamos entonces en el listado de caciques de comparsas a Edelmiro Avellaneda de la comparsa “Gauchos Pampeanos” y Antonio Ramajuano, el “Cocoliche”.
Hermosos corsos del carnaval de 1907. Los salteños lo enterraron recitando los siguientes versos:
Pasó como el humo en el espacio,
Como el perfume de las flores,
Como la dicha en los amores,
Como la privanza en el palacio.

LAS CELEBRACIONES DEL AÑO 1908:

El éxito de los corsos del año anterior, traían los presagios de un carnaval bullicioso, alegre y colorido para este año. Los tiempos de crisis eran considerados como totalmente superados. El Intendente Abel Zerda obtuvo el visto bueno del Gobernador Linares para que el éxito de los festejos de ese año pudieran reeditarse, y por que nó superarlos en brillo. Inmediatamente David Apatié , Jefe de Policía dio a conocer el Edicto de Policía, en el cual, puntillosamente, remarcaba la prohibición del juego con explosivos. No se permitió instalar carpas en ningún sitio de la capital y se prohibió el uso de pomos en las noches de corsos.
Se percibía en el ambiente un vaho de bienestar general, como si la gente de todas las edades y sexos fueran pregonando la dicha en sus plácidos semblantes. Rápidamente quedó constituida la Comisión Directiva de los corsos, integrada por Adolfo C. Pintos, Moisés J. Oliva, Capitán Ernesto Day, Félix R. Usandivaras, Arturo Michel, Eugenio Bissone, Juan E. Velarde, Jorge M. Anzoátegui, Belisario Barón y José Anzoátegui. Quienes en primera instancia decidieron realizar los corsos alrededor de La Plaza 9 de Julio, ocupando las cuatro avenidas, criterio que luego se modificaría como veremos más adelante.
Se comenzó el trabajo de adornar con banderas y gallardetes multicolores como así también la iluminación de todo el circuito. Se fijaron los premios para comparsas, coches, trajes o máscaras.
Con respecto a la iluminación, ésta fué reforzada y se ordenó la colocación de veinte focos de mil bujías cada uno, para ser distribuidos en las avenidas del corso. A los efectos de no turbar tanto con el demoníaco bullicio la paz celestial del episcopado, se quitó la calle España del circuito , quedando así solo tres cuadras destinadas al desfile (Mitre, Caseros, Zuviría). La Plaza 9 de Julio vestía espectaculares galas, ¡iba a estrenar su pavimento!, después de casi tres años, los trabajos de salubridad habían mancillado su hidalgo status.
El 20 de Febrero de 1908 los salteños se enteraban de todos los detalles organizativos, los corsos se efectuaron los días domingo 1º, martes 3 y domingo 8 de marzo. Se recorrieron las tres avenidas designadas en un marco de color y alegría.
Las entradas al circuito se fijaron por las calles España y Mitre y Buenos Aires y Caseros, las salidas por Caseros y Libertad y Alsina esquina España. Los carruajes que participaron del desfile debían mantener siempre su izquierda; además de abonar una entrada de tres pesos y los jinetes un peso. No se permitió la entrada de automóviles y bicicletas.
Los permisos para la contratación de palcos estuvieron a cargo del señor Félix R. Usandivaras. El correspondiente a la comisión oficial fue ubicado en la esquina de Caseros y Alsina (Buenos Aires). Los premios se otorgaron a comparsas, carruajes, carros alegóricos, máscaras y al mejor disfraz.
Se había contratado al señor Vitaliano Paldoni para que se encargara de la ornamentación y arreglo de las tres avenidas de la plaza principal, quien de inmediato ordenó, se practicase la excavación de los pozos que sirvieron para colocar el enmaderado que permitió la instalación de los arcos para el corso.
Lo llamativo es que en el diario “El Cívico” del 19 de Febrero de 1908 se publicaba una nota crítica con respecto a estos preparativos, donde se afirmaba que se cometía un error al elegir la plaza central para la fiesta carnavalesca, error que acarrearía la destrucción de los prados de la única plaza, y proponía en su publicación un nuevo circuito: Calle Caseros, Libertad, hasta Corriente, teniendo como punto de partida la Avenida Corrientes hasta Caseros, o siendo ésta última desde 20 de Febrero hasta Libertad.
Argumentaban, en base a la experiencia del año anterior, que en la calle, la concentración de concurrencia era más visible y de más animación, la luz mejor distribuida y se extendía proporcionalmente sin obligar a mayores gastos. La proposición no fue tenida en cuenta.
Otro detalle es que a partir de este año los sectores medios de la sociedad salteña comenzaron a tener protagonismo importante en el carnaval, cosa que redundaría en que al año siguiente tendrán su propio corso. La Prensa promocionaba un gran baile de disfraces de carácter eminentemente popular, que se realizó en calle Urquiza Nº 772-74, frente a la puerta del Mercado San Miguel y decía textualmente: “... Su carácter popular le da más mérito, pues, hasta hoy esta clase de diversiones han estado sujetas a un exclusivismo egoísta...”. La clase media se había puesto de pie. Con respecto al desarrollo del corso, los dos principales diarios diferían en sus conceptos, el mismo día 4 de marzo de 1908 tanto “La Provincia” como “El Cívico” publicaban sus apreciaciones, el primero contaba que La Plaza 9 de Julio fue un hervidero de multitud social y popular, destacaba la música y los adornos; la magnífica iluminación que dió un marco espectacular a no menos de cincuenta carruajes, un récord en la Historia del carnaval hasta allí.
Destacaba la calidad del grupo artístico “Cazadores de Mariposas” y la comparsa “Los Marinos”.
Valoraba la moderación en el juego con agua y remataba alabando el esplendor del baile en el Club 20 de Febrero.
“El Cívico” por su parte decía que los corsos de los días domingos y lunes se habían destacado por el reducido número de coches, lo que producía grandes dificultades y permitió una marcha irregular algunas veces al galope, y otras al trote, para llevar o mantener la distancia, criticaba el hecho de que los palcos contratados ocupaban el frente de los asientos de la plaza, como así también los arcos de las casas con galerías, los que unos para acceso y otros para sentarse pertenecían al pueblo y no debían ser de ninguna manera obstruidos.
Los coches estuvieron muy poco arreglados a excepción de uno que representaba un pequeño vapor, que tanto parecía un junco chico, una cuna indígena o una góndola veneciana.
Hubo varios disfrazados con añeja vulgaridad que entraban y salían “...Lo que llamó la atención es que estos corsos tengan en su organización todavía un carácter exclusivista de aldea. Es decir, se han hecho para una clase; la que se divirtió y ocupó los mejores palcos y la otra parte permaneció como simple espectador, sin otro derecho que el de estar parado...”
“... De aquí, que por haber un baile en El Club 20 de Febrero, tenga que suspenderse una noche de corsos y otros festejos como si los socios de esta corporación fueran los únicos que pudieran jugar...”.
En los desfiles de 1908 se destacaron dos comparsas “La Estrella del Norte” y “Los Argentinos Unidos”. También merecieron palmas el pequeño grupo de disfrazados “Gauchos Pampeanos”, acompañados del célebre “Cocoliche”.
Este año hubieron pocos e insignificantes desórdenes, muchos hurtos, poca agua, bastantes bombas, huevazos, cohetes y pomos. Mucho consumo de cerveza y más vino. A la mañana siguiente de concluido el último corso los barrenderos municipales, hacían el barrido de las avenidas que circundaban la Plaza 9 de Julio, se pusieron a quemar el papel de las serpentinas que amontonaron, produjeron un humo insoportable y las quejas de algunos ciudadanos ante el peligro de que se quemara el flamante adoquinado.

LAS CELEBRACIONES EN EL INTERIOR:

Del Carnaval del interior merece destacarse el esfuerzo de los habitantes “De La Ovejería”, importante población del departamento de Metán, próxima a El Galpón, donde en las casas de los señores Manuel Aleman y Felipe Callejo se celebró entre bastante aloja de algarroba, carne con cuero, juegos, cabalgatas y muchachas bonitas, la llegada del carnaval. Todo lo necesario, había sido provisto por el negocio del comerciante Manuel Aleman.
Ante la prohibición de montar carpas en la capital, las instaladas en el Río Ancho concentraron la presencia y el énfasis carnavalero del pueblerío.
Muy cerca de allí en Cerrillos, El Intendente rompía con la decisión de los tres años anteriores de no permitir la instalación de carpas. La Aristocracia Cerrillana contemplaba con ojos desorbitados de cómo sus dos comisarios, su tesorero, alguacil y ordenanzas encabezaban un séquito terrorífico, para su gusto, que avanzaba por la calle principal llevándose los bancos de la plaza y las chapas de zinc en el carro municipal, y en alegre cortejo marchaban hacia el Río Ancho a instalar su propia carpa. Les parecía espeluznante el hecho de enterarse que justamente el intendente fue el encargado de abrir el baile, y mucho más cuando supieron que el tesorero, en el frenesí del mismo, cayó al suelo perdiendo el sentido y ... casi un ojo.
En El Carril, la cosa no era para menos, la aristocracia lugareña desparramaba por cuanto medio podía los peores conceptos contra los carnavaleros. Consideraban a las carpas como centros de prostitución y llegaban inclusive a utilizar el nombre de la religión intentando frenar los festejos. “Estas niñas y niños” de la sociedad carrileña casi mueren de infarto cuando se enteraron que el Reverendo Padre Matías Elizondo, presbítero complaciente y a la vez Presidente Municipal de Departamento había autorizado, con mucho entusiasmo, el libre festejo del Carnaval.
En Metán, “Los Poroteros” no quisieron quedarse atrás. En el salón del Gran Hotel, convenientemente arreglado, organizaron dos bailes en las noches del 2 y 3 de Marzo.
El diario “La Provincia” del 6 de Marzo nos comentaba: “...Dieron realce con su presencia las señoras Deimania S. de Torrens, Enriqueta R. de Campos, Marta Z. de Cajal, Emma C. de Lanzi, Tula S. de Valles, María de Gutiérrez, Josefa R. de Molina, Felisa T. de Teysier, Pilar M. de García y Abadia S. de Gadín y las señoritas: Josefa y Emma Lanzi, Abigail Cajal, Angélica Lona, Hermelinda Gauffín, Carmen, María, Lola y María Idolina Teysier, Ramona Navarro, Isabel Zerdán, Somona Heredia, Encilia Torres, Lucía y Eugenia Gómez que lucían elegantes toilettes.
La animación, “el chic” y la más franca alegría no bajaron un punto en las dos reuniones, pues se bailó desde las diez de la noche hasta las cinco de la mañana.
Como notas clásicas, se destacaron una Jota bailada por la señora de Gutiérrez y el señor Miguel Aguirre con más sol y sombra que la que vio Aragón en sus días. El Lord Mayor del municipio que no quiso ser menos y obsequió un gato bailado con la señorita Hermelinda Gauffín, más criollo y más lindo que los versos de Martín Fierro. El Profesor S. T. Rodríguez, como contagiado por el general entusiasmo, arrancó al piano las más graciosas melodías de su abundante repertorio, y como un homenaje a la simpática fiesta, el señor Attilio Lanzi sacudió el polvo a los laureles de su ya descansado Estradivarius haciendo recordar buenos tiempos, aquellos en que supo ser justamente aplaudido, probando que el árbol de los laureles no muere y que si por los años está marchito, puede echar retoños vigorosos.
El bufet a cargo del maestro del Hotel Sr. Guarais, estuvo muy bien servido. De esta reunión se rescataron comentarios auspiciosos “... Un síntoma de progreso y cultura son estas reuniones y es de desear que ellas contribuyan a fomentar el proyecto latente en ésta, de formar un centro social...”.

EL AÑO DE LOS TRES CORSOS

Los corsos, no solo habían logrado superar la crisis del primer quinquenio de la década del ‘90, sino que se habían consolidado y se proyectaron vigorosos hacia el futuro, producto de ese vigor habíamos visto como los sectores medios de la sociedad salteña habían comenzado a insertarse en las actividades carnestolendas.
Será el año 1909, cuando El Carnaval de Salta pueda manifestarse plenamente con el activo protagonismo de todos sus sectores sociales .
A esa altura de los tiempos ya resultaba inadmisible que los corsos fueran solamente una posibilidad de expresión oligárquica, es así, que este año tendrá un Corso Aristocrático ( Plaza 9 de Julio) otro para los sectores medios (calle Urquiza) y uno de carácter bien popular (calle La Florida).
Para ello, fueron varios los factores que incidieron, como por ejemplo el crecimiento demográfico en la población de la capital, incrementado por la inmigración del interior. También incidieron los partidos políticos, especialmente aquellos, como La Unión Cívica Radical y los partidos de la izquierda, que en el marco de la crisis de finales del siglo y los primeros años del siglo XX habían adquirido un espacio electoral en la población.
“La Provincia”, diario de la tarde aparecido en Salta el 1º de Setiembre de 1906 bajo la dirección de Arturo Lizondo, publicaba el 6 de febrero de 1909: “... Se acerca el gran día. Bajo el tirso de Momo, gozaremos unas horas efímeras de locura y franqueza ¡Alzad la frente ilotas! ¡Regocijaos siervos! la saturnal, os brinda emancipación y descanso ¡soñad, unos minutos, que sois libres!...”. Con énfasis casi panfletario instaba:
“Por unos momentos, podréis disfrazaros, de lo que sois Pámpeanos o mirtos diademas o laureles ceñirán vuestras sienes marcadas por el látigo de los libertos; y podréis sujetar vuestras túnicas con cíngulos de oro o eslabones de acero. En la fiesta de la sinceridad, el hábito denuncia al individuo. En la orden carnavalina (sic), cada profeso viste el sayal que mejor cuadra a su condición. La máscara es un retrato; y es una confesión la extravagancia”.
A falta de otras respetables razones quedaría en apoyo del Carnaval, una suprema, la de proporcionar ocasión única a que se manifiesta la realidad secreta de las gentes. Los pensadores liberales hicieron hincapié en las cosas propias de las celebraciones. “...El antifaz es el revelador de las almas que se esconden durante el año en la cámara oscura del disimulo...” dijeron, para luego agregar “...El ideador de esta fiesta debió ser además de gran filósofo, un político sagaz. Al abrir a los sentimientos comprimidos por leyes y costumbres no siempre racionales y justas, una válvula de escape, alejó no pocos peligros de perturbación para el orden social...”. La Provincia bajaba línea a sus lectores “... El esclavo desahoga sus sueños de revancha, vistiendo por unos días la toga dominadora del ciudadano. El liberto puede saciar sus nostalgias revolcándose de nuevo en las abyecciones de la esclavitud. El señor, el patricio, satisface sin desdoro las exigencias de la animalidad nativa, de esos instintos villanos que resuellan en los bajos fondos de las grandezas humanas, como sello imborrable de la ferocidad originaria”.
“El trastorno momentáneo garantiza la duración del equilibrio. Después de la embriaguez general, recobrábanse con mayor gusto los papeles serios en la gran farsa de la vida”.
“Pero la saturnal pagana, la sabia fiesta de la locura, ha perdido mucho de su esplendor e importancia; hasta el punto de que hacerse necesaria la buena voluntad para sostenerla en pié así lo afirman, contextes, todas las opiniones...”. El Diario Salteño le daba leña a los enmascarados y profetizaba “...No importa. Ese hecho indicaría que nuestra vida normal es más sincera, más digna y por consiguiente mejor que la de anteriores generaciones. El Carnaval desaparecerá el día en que los sentimientos y los deseos de todos hayan alcanzado tal elevación y nobleza, que nadie tenga necesidad de cubrirse el rostro para procurarles expansión; porque han de ser bien recibidos en todo instante y a cara descubierta. Y si hay mascaradas, serán competencias de buen gusto, alardes de inspiración y demostraciones de arte o de ingenio, en las cuales está de sobra la careta: que es lo que sucede ya entre personas y ambientes de donde se desterró toda sombra de grosería”.
“Pero entre tanto ese día llega, bueno es conveniente que los guatos contrariados, las pasiones aberrojadas, las ambiciones inconfesables, que son torturas del corazón y rémora de la vida, pueden asombrar a la luz, y creer que gobiernan la acción siquiera una vez”.
“Suenen los cascabeles de Arlequín, ya que en los cráneos revienta la carcajada del colombino.”
“Y si bajo la máscara grotesca corren a veces las lágrimas de Pierrot, ¡que vamos a hacerle!...”.
Esta nota periodística nos revela la intención de relacionar la máscara, como un elemento inserto en el carnaval con algunas de las enfermedades sociales que aquejan a estos tiempos modernos. De todas maneras reafirmamos que el uso de la máscara, en cualquier sociedad, alberga un trasfondo mucho más complejo, y de ninguna manera puede sintetizarse en un simplismo producto de pequeñas miras o en última instancia de pequeños apetitos.
Para el corso del año 1909 a llevarse a cabo alrededor de la Plaza 9 de Julio, cuyo circuito ocupaba las cuatro calzadas (Caseros, Alsina, España y Mitre) se había establecido un primer premio al mejor disfraz, otro al mejor coche, a la mejor comparsa y al mejor carro. Asimismo para estas categorías se habían establecido segundos y terceros premios que consistían en medallas y objetos que la comisión se reservaba el derecho de elegir.
Se fijaron los días domingo y martes de carnaval y el domingo de tentación para el desfile de los disfrazados y carnavaleros.
Con la asistencia de los señores Julio Sueldo, Capitán Ernesto Day, Mayor Espeleta, Ceferino Velarde, Aurelio T. Oustes y Julio Usandivaras se había reunido la comisión del corso y resuelto: que éstos tendrían lugar los días 21, 22 y 28 de Febrero de 1909, darían comienzo a las 20,30 horas para culminar a las l de la madrugada.
La entrada de los carruajes y carros alegóricos se previó por las calles Libertad y Caseros y también por Caseros y Buenos Aires, tomando la izquierda para el desfile. La salida del circuito por las calles Alsina y España y también por Mitre y España.
Los carruajes pagaron una entrada de tres pesos, los carros dos pesos, los jinetes particulares abonaron un peso y los disfrazados ingresaban al circuito en forma totalmente gratuita.
Las tarjetas de entrada al corso se vendían en la farmacia del Sr. Trogliero y Cía. y también en el almacén de los señores Arias y del Campo.
Se permitió el juego con flores, serpentinas y papel picado. En cuanto a los pomos (prohibidos en los años anteriores) este año serían permitidos para el juego, después de las doce de la noche.
Julio Usandivaras y Aurelio Outes fueron designados para discernir sobre los lugares que ocuparían los palcos.
Para estimular la presencia y la participación de las jóvenes se estipuló un premio para las señoritas que concurrieran vestidas con trajes de fantasía. Los premios consistían en dinero y objetos de arte.
Estaba totalmente prohibida la entrada al circuito del corso de automóviles a nafta, motocicletas, bicicletas y carros no adornados. Para el control de lo estipulado se designó a un comisario general, quien acompañado de cinco auxiliares podían solicitar el concurso de la policía en caso necesario.
Esta Comisión Organizadora del Carnaval de 1909, solía realizar reuniones en la confitería “El Águila” y entre otras resoluciones había dispuesto contratar un costosísimo servicio de iluminación (15 de arco voltaico y 400 de lamparillas incandescentes de 16 bujías de diversos colores).
De los tres circuitos, la prensa y la aristocracia denominaban “El Gran Corso” al de la Plaza 9 de julio, en el cual su comisión organizadora en una reunión de último momento había resuelto que la entrada al mismo sería una sola, que se efectuaría por Caseros y Mitre y la salida por España y Mitre.

LOS CABALLEROS DE LA NOCHE

A comienzos de la década del ’70, en la capital salteña surgió un conjunto artístico que prontamente se constituyó en una de las atracciones de los corsos. “Los Caballeros de La Noche” no solo se destacaron por su delicada y costosa indumentaria, sino también porque casi todos sus integrantes eran homosexuales. Su aparición vino a poner en jaque una serie de preconceptos y de disposiciones discriminatorias que hasta entonces tenían vigencia respecto al tema. En páginas posteriores narraremos de cómo ni siquiera la expresa voluntad de un gobernador de facto: Roberto Augusto Ulloa, que impidió su participación en las celebraciones, pudo lograr que este conjunto perdiera su vigencia.
De todas maneras, lo que nosotros pretendemos narrar es la aparición de una comparsa integrada por cuarenta y tres jóvenes de lo más distinguido de la sociedad aristocrática y que en 1909, ni lerdos ni perezosos, quizás tratando de congraciarse con la comisión organizadora, realizaron el 17 de Febrero una alegre mascarada en la casa del presidente de la comisión del corso Don Julio Sueldo.
Esto no amilanaba a los integrantes de las otras comparsas, así “Los Afiladores”, tan numerosos como la anterior, compuesta de jovencitos estudiantes de la escuela secundaria, pusieron lo suyo.
Los empleados de comercio quisieron tener una representación y formaron una comparsa llamada “La Estrella del Norte”.
Por aquellos tiempos, las comparsas ya solían salir a “chirolear”, que consistía en recorrer las calles y ofrecer sus cantos y sus danzas en casas de familias buscando rescatar las monedas con que se les retribuía. Del Carnaval de l909, y de estas “chiroleadas” queda la anécdota de cuando una comparsa de máscaras, que andaba en estos avatares por la Caseros y Gorriti, un “diablo” entró a corretear a uno de los integrantes de la multitud de changos que acompañaban el recorrido, éste, Francisco Campero de trece años, intentando huir cayó en el interior del canal (de La Esteco) sufriendo la fractura de la pierna derecha.
A pesar de que en un principio se había decidido que el corso de la calle Urquiza no tendría la concurrencia de los integrantes de la banda de música provincial pues ésta amenizaría el desfile de La plaza Principal y la banda de aprendices aún no tenía repertorio, la presión política de sectores representantes de la clase media lograron torcer esa decisión. Llegándose a un acuerdo, mediante el cual los corsos de la Plaza 9 de Julio se llevaron a cabo los días 21, 22 y 27 de Febrero y los corsos de la calle Urquiza los días 20, 23 y 28 de Febrero. De esta manera no solo se posibilitó que los integrantes de la banda de música amenizaran los dos desfiles sino también que no compitieran los corsos entre sí con respecto al público asistente, garantizando de esa manera, una gran concurrencia a los dos circuitos. Los salteños de parabienes ¡Meta corsos nomás!.

LOS CORSOS DE LA CALLE URQUIZA

Pretendía concentrar las necesidades de alegría y jolgorio de los integrantes de La Clase Media, conformó su Comisión Organizadora de la siguiente manera: Julio Suarez, Aureliano Heras, Emeterio Barrionuevo, Ángel Abraham e Isaac Abecassis.
El circuito establecido comprendía la calle Urquiza entre Libertad y 20 de Febrero.
Los comerciantes de la zona colaboraron activamente con los organizadores.
Como en un principio los días previstos para el desfile, coincidían con el de la Plaza 9 de Julio, los organizadores reflexionaban y conjeturaban sobre si en la competencia con el “cholaje mayor” podrían salir airosos. Se preguntaban si los coches que había por esos tiempos en Salta serían los suficientes para ambos corsos y deducían que los más aristocráticos solo participarían en el de La Plaza 9 de Julio.
Otro punto en cuestión era sobre si alcanzaría la cantidad de vigilantes policiales para cuidar la seguridad de los circuitos. Mucho más cuando ellos sabían que no eran dos corsos sino tres, ya que debía contemplarse el de la calle Florida. En estos cenáculos era firme la idea de que “a mayor pobrerío mayor vigilancia era necesaria”.
Por otra parte se planteaban el tema de la banda de música. Como ya vimos, en el desarrollo del corso de La Plaza 9 de Julio, todas estas cuestiones quedaron solucionadas cuando se fijaron días diferentes para la realización de los mismos.
La entrada del circuito se realizó por calle Libertad y Urquiza y la salida por Urquiza y 20 de Febrero.
Como habíamos dicho que la banda de aprendices no tenía repertorio, sus directivos dispusieron que estos debían tocar retretas en La Plaza 9 de Julio todas las noches, hasta nueva orden, desde las 21 a 23 horas.
Los tres corsos fueron un éxito. En especial el de la calle Urquiza que fue de menor a mayor, la primera noche había carecido de animación, pero en el desfile del día 23 ganó en entusiasmo con la participación de innumerables y chispeantes mascaritas. El pueblo hizo un derroche de buen humor y cultura. Se jugó con serpentinas, en tal cantidad que el circuito, desde Libertad a 20 de Febrero (hoy Ituzaingó), quedó materialmente cubierto por una espesa alfombra de papel picado y serpentinas.
Los boletos de entrada para los vehículos se expendían en la Confitería “La Aurora” y en el almacén del Sr. Samuel Heredia, calle Libertad esquina Urquiza.
No hubo desórdenes, resultando buena la vigilancia policial que se estableció. La Prensa resaltaba la inducción individual hacia las mejores reglas de la honestidad y del respeto mutuo, la alegría sin desbordes que se había manifestado en el corso popular de la calle Urquiza, donde el modesto obrero y la señorita del taller, cambiando la indumentaria de su traje de trabajo, veíanse allí confundidos con la más delicada aristocracia, intercambiando los lazos de serpentinas de vivos colores, como queriendo manifestar los sentimientos de la amistad y de la alegría que el carnaval proporcionaba. No faltarían los ramitos de flores de fragancia expresiva, los que se arrojaban con la delicadeza y la finura de la niña más pulcra, hacia los seres predilectos de su simpatía.
Esto, para reafirmar que el pueblo se educaba y que las mejores costumbres formaban parte, desde siempre, en los sectores obreros.
Fue tal el festejo, que el rodar de los carruajes no se hacía sentir porque ellos marchaban sobre una alfombra de cintas de serpentinas y flores.
Visto este espectáculo, desde algún balcón y a la distancia, podía decirse que las mariposas de la tentación volaron por el espacio, derramando sobre los mortales el polen invisible de la locura encendiendo los rostros. Los ojos habían tomado en sus pupilas una chispa de la divinidad. Donde aun las cabezas más seniles tenían derecho a la dignidad y a la alegría; la juventud de brazos robustos y fuertes era el oro de la ofrenda y la albahaca era la mirra.
Habían quedado sueltos los duendes de la seducción, los paisanos decían cosas tan dulces al oído de las niñas, convertidas en tiernas amazonas, que dibujaban en su expresión las alternativas del placer, de la duda y del temor.
En la noche más deslumbrante del corso, la del domingo, llamó la atención de todos la presencia de la blanca silueta de un Senador Nacional y ex Gobernador, quien en compañía de casi todos los caballeros componentes del Club 20 de Febrero, importándoles poco el estar confundidos con ese apiñamiento de pueblo ansioso de divertirse, tomaron parte en la batalla de papel picado arrojando de vez en cuando, serpentinas a una morocha de pueblo y mirada punzante.

EL CORSO DE LA CALLE LA FLORIDA

El circuito comprendió desde Corrientes (San Martín) a Tucumán. Siendo el primero de los corsos sobre esta arteria, de los muchos que se llevarán a cabo en ella en adelante. De él obtuvimos poca información, pero sabemos que fue todo un éxito.
“El Cívico”, del día 26 de Febrero de 1909 decía:”...Que los tres corsos improvisados durante los días de carnaval en la calle Florida en un trayecto de más de cinco cuadras ha merecido el elogio de todos los espectadores y del público que tomó parte en él, divirtiéndose la gente en medio del mayor orden y compostura, como cuadra a un pueblo civilizado y culto como el nuestro...”.
En vista del éxito alcanzado por los fascinadores ojos de las simpáticas “bandeñitas” varios jóvenes se prepararon a hacerles la “pasada” el domingo venidero con una lluvia de pomos y serpentinas entonando el nuevo tango criollo titulado “Por si acaso no te vuelvo a ver”.
Este corso era, sin duda eminentemente popular. El término “bandeñitas” era utilizado para identificar a las jóvenes que vivían en los arrabales de aquellos tiempos. Sabido es que hasta el año 1.653, por lo que hoy es la calle San Martín y hasta la calle Urquiza, discurría sus aguas el río Primero o Los Sauces. A partir de su traslado, aproximadamente doce cuadras al sur, para quedar convertido en “El Río de Arias”, todo el espacio dejado tras de sí, una vez rellenado, dio lugar a la ocupación urbana que luego se conoció como el barrio de la banda (todo lo que está más allá del río).
Al irse el Carnaval de 1909, quedaba para la memoria de los salteños el desfile de carrozas como “Los Lechuzones”, que arrancó estruendosos aplausos del público y otras como “Rancho de La Puna”, “Carro de Carnicería”, “El Molino”, “Dos Carros de Turcas”, a la que se oponía “Dos Carros de Negros”.
La Aristocracia concurrente al corso de la Plaza 9 de Julio, hizo escuchar su voz de protesta, pues consideraba que los propietarios de palcos batieron el récord del escándalo, cobrando de alquiler por una sola noche veinticinco pesos, eclipsando, según ellos, los abusos a los que tenían acostumbrados los cocheros.

EL CARNAVAL DE LOS PUEBLOS:

En el interior el carnaval tuvo matices diferenciados:
En Cerrillos, el 20 de Febrero se sirvió un espléndido almuerzo en la casa del Sr. Eudoro Martinez. Mientras que el domingo de carnaval se reunieron las familias cerrillanas en casa del Sr. José Baissac, donde se preparó un suntuoso banquete, para luego dar lugar al juego con serpentinas, papel picado y pomos mientras se danzaban polcas, chilenas y gatos, uno de los más animados había sido el escribano Casiano Hoyos.
En La Merced, un grupo de vecinos recorrió las calles de esa población el sábado por la noche obsequiando serenatas.
En Campo Santo, las celebraciones se desarrollaron sin ningún accidente de importancia. La Colonia Siria de esta población tomo parte activa de estos juegos, en especial los señores Miguel Fotín, Luis Ferrer, Fidel Zarif, Elías Muchuti y otros; entre las damas se destacaron Nelia de Zarif, María de Abraham y Sara de Jorge y las señoritas: María Fotín, Nadima y Filomena Zarif, quienes con exquisita galantería atendían a los caballeros que con ellas jugaban.
Las carpas de Campo Santo estuvieron muy concurridas, en especial la del Sr. Gregorio Juárez (h) donde la gente se sentía atraída por la amabilidad del dueño de casa y su esposa la señora Elisa de Juárez y señoritas Silvia Juarez, Mercedes y Dolores Cárdenas.
El pueblo había tomado parte de los días de expansión. El celo de la policía evitó desgracias personales.
En La Viña, El Dios Momo fue consagrado este año, en el pueblo y en Talapampa. Todo en un marco de entusiasmo y cordura. Los bailes y comidas se alternaban cada día en la más completa y franca armonía pero sin gozar en plenitud, tal corresponde a un buen carnavalero, de los gozos de la madrugada, pues solían retirarse en búsqueda de descanso a las once o doce de la noche a lo más, sin duda muy parcos en este sentido. Mereciendo por los demás un aplauso general.
En San Lorenzo, varios jóvenes de esta localidad veraniega, resolvieron organizar un pintoresco corso, que en nuestro parecer es el primero que se realiza en ese lugar. Se jugó con inusitado entusiasmo con flores y serpentinas por parte de las distinguidas familias que allí veraneaban.
Por la noche se improvisó una interesante tertulia en la casa del señor Antonio Alvarez.

EL CORSO DEL CENTENARIO

1910, no era un año cualquiera. El país todo preparaba su corazón para celebrar El Centenario de La Revolución de Mayo de 1810.
Los destinos de la provincia seguían siendo administrados por el doctor Luis Linares. No se trataba solamente de dejar las estructuras de La Provincia ordenadas a los efectos de que la nueva administración, que debía asumir el día 20 de Febrero de 1910(Avelino Figueroa), pudiese desarrollar con magnificencia el centenario, sino que coincidía con otro detalle muy importante: se despedía de la administración municipal Abel Zerda que desde 1898 había sido el intendente de cuatro gobiernos (Uriburu- Zerda- Ovejero y Linares).
Por lo tanto, la administración de Linares y Zerda quería marcharse con el carnaval, y por lo tanto los corsos de este año debían de estar a la altura de las circunstancias.
Se adoptaron los aprestos necesarios para la organización. La ciudad recobró el movimiento propio de antes que comenzara la temporada veraniega. Numerosas familias regresaban del campo, atraídos por este clima carnavalero.
El entusiasmo que denotaban los sectores juveniles, no se había percibido en períodos anteriores, en vista de lo cual la comisión organizadora del corso decidió establecer varios premios especiales. Los salteños observaban sorprendidos, el ahínco con que los obreros procedían a la construcción de palcos y se enteraban a la par, del programa de festejos elaborado.
Las celebraciones se llevaron a cabo los días 6, 8 y 13 de Febrero. Los salteños tuvieron la posibilidad de disfrutar de cuatro corsos : Plaza 9 de Julio- Calle Urquiza - Calle La Florida y calle Buenos Aires.
Para el corso de la plaza se fijó el circuito de desfile alrededor de sus cuatro avenidas (Mitre - Caseros - Alsina y España).
Se decidió que todo vehículo debía pagar la suma de cinco pesos por noche como derecho de entrada; los de a caballo diez pesos; y las mascaritas y comparsas tuvieron entrada gratuita.
El ingreso al circuito se realizó por la avenida España y Mitre y por Buenos Aires y Caseros. Las salidas se efectuaron por Caseros y Libertad y por Alsina y España.
Las entradas se vendieron en la Redacción de “Nueva Época” (diario inaugurado el mismo año del centenario) y en la peluquería de Román Villagrán hasta las seis de la tarde de los días que hubiere corsos. Se decidió que el mejor carro o coche, que a juicio de la comisión mereciera el primer premio, se le otorgaría cien pesos y un objeto de arte. Segundo premio cincuenta pesos y un objeto de arte.
El jurado encargado de discernir los premios estuvo integrado por Enrique Cocciolone, Manuel Cadabal, Román Villagrán, Rafael Gutiérrez y Victoriano de La Vega. El premio establecido para la reina del corso consistía en un ramo de flores y una artística bombonera. El Jurado para discernir este ramo de flores estuvo compuesto por Juan Carlos Dávalos, Carlos Aranda, Raúl Martinez, Celestino de Los Ríos y Arturo Saravia.
El cargo de Comisario General del corso recayó en Juan Mariano Solá y la comisión organizadora estuvo presidida por Agustín Usandivaras; ocupando el cargo de secretario E. San Millán y el de tesorero Carlos de Los Rios.
Los salteños proseguían ampliando su capacidad de sorpresa ya que a pesar del poco tiempo del que disponía la comisión organizadora hizo en pocos días lo que en otros años se hacía en meses. Para el 5 de Febrero la plaza había quedado totalmente arreglada, esperando la noche del primer desfile.
Pero “lo que natura no da, salamanca no presta”. Este era un gobierno que dejaba el poder y es sabido que el poder desgasta, y lo que produce la política a veces no puede ser resarcido, por mas que se pretenda esconderlo tras del carnaval. Los anunciados corsos se llevaron a cabo en las noches del domingo y martes de carnaval, y a pesar de todos los aprestos oficiales, se notó en ellos mucha falta de entusiasmo, les faltó el brillo del año anterior.
Se jugó poco durante estas jornadas de corsos oficiales. Escasos coches ingresaron al circuito y ninguno de ellos había sido especialmente arreglado para tomar parte de los desfiles de referencia. Ninguna máscara original, ni disfraz que mereciera mención especial.
Pero, compensando esta apatía de la aristocracia, los otros dos corsos de carácter general llevados a cabo el lunes y martes fueron totalmente exitosos.
El de la calle Buenos Aires, cuyo circuito de desfile iba desde Caseros a Corrientes(San Martín) como en el corso popular de la calle Florida cuyo circuito iba desde Corrientes a Tucumán; en ambos y en especial en este último, se jugó con serpentinas, pomos y papel picado con bastante entusiasmo. El de la calle Buenos Aires, ante la apatía del corso oficial, congregó a los representantes de la clase media y de la aristocracia.
De los desfiles, sobresalió un carro con catorce o quince señoritas vestidas de cazadoras de mariposas. Un Tilbury con un elegante reclamo de la máquina Singer (máquina de coser). Un carro con elegantes niñas vestidas de mirasoles. La Aristocracia, un poco aburrida, recordaba en las tertulias un viejo edicto de carnaval publicado el martes 13 de Febrero de 1872:
Por el “edicto presente
se cita, llama y emplaza
para reunir en la plaza
bajo la pena formal,
a todo bicho viviente
que compone el vecindario,
para hacer solemne y vario
el presente CARNAVAL.

No se permite a las madres,
que con malicias prolijas,
fiscalicen si las hijas,
hacen bien o si hacen mal,
cuiden ellas de la casa,
las niñas a los balcones
mientras dura el CARNAVAL.

Los jóvenes, igualmente,
( desde quince hasta setenta)
rendirán estrecha cuenta
a este recto tribunal,
de todos los amoríos,
conquistas y devaneos,
que, halagaron sus deseos,
los días del CARNAVAL.

De par en par, las ventanas,
permanecerán abiertas;
lo mismo todas las puertas
aunque sople el vendaval.
Nadie tendrá casa propia,
la ajena será lo mismo
y reinará el comunismo
mientras reine el CARNAVAL.

Huevos, polvos y confites
volarán profusamente,
cerveza, como un torrente
nadie tema le haga mal.
Esto ordeno y de cumplirlo,
prontamente a todo precio
dejo encargado al “comercio”
rubricado: El CARNAVAL.

Las celebraciones carnavaleras del centenario y sus tres corsos, tuvo como destacable el juego con serpentinas; una dulce, colorida e inolvidable forma de celebración. Las casas de comercio que la expendían habían hecho su agosto. Pero la Peluquería Central, del señor Luis Postiglione batió el récord vendiendo solo en dos días cuatrocientas gruesas de este elemento y otros tantos de pomos, globitos y papel picado.

SERPENTINAS

¡Qué irán a hacer, Jesús mío,
debajo de una careta,
los que se atreven a tanto
con la cara descubierta!
Bajo un antifaz se mueren
la vergüenza y el pudor,
como se mueren las flores
cuando se les niega el sol.
-¿ No me conoces? chillaba.
Una máscara en el baile.
- No- contesté- más de fijo
Que no serás ningún ángel
disfrazada como estás
acércate a un crucifijo,
y verás como el primero
que no te conoce es Cristo.
¡Cuántos jirones de trajes
han quedado en el salón!...
y ¡Cuántos jirones de honras,
que es muchísimo ¡peor!
- No porque una se disfrace
se ha de tener por mala.
- No: pero si usted muriese
después de un baile de máscaras...
Después del baile te quitás
de la cara el antifaz,
cuando debieras entonces
empezártela a tapar.
-(Luis Herrera, S. J.)-

En la última jornada de los corsos del centenario el entusiasmo rayó en la locura. Desde la tarde se desarrollaron dos bonitos corsos populares, uno en la calle Buenos Aires y otro en la calle La Florida.
Por la noche, a partir de las 21, en la plaza Mayor de los salteños comenzaron a penetrar parte de los ciento ochenta coches, lujosamente arreglados que participaron del desfile final. Todos lucían elegantes indumentarias, desde el cochero, que según la aristocracia, siempre sobresalía por su desarreglo, dándole al desfile un marco especial.
Los aplausos premiaban el desfile de un carro con cuatro astrónomos. Otro coche con tres etíopes, uno con cuatro conscriptos españoles, un coche semejante a una nube y tres estrellas.

LAS CELEBRACIONES DEL CENTENARIO Y SUS INCIDENTES:

El corso final se llevó a cabo en el más completo orden y la autoridad policial fue felicitada por haber cumplido con sus obligaciones .
El Carnaval del Centenario también dejaba sus precedentes de lo que los comparseros del siglo XX llaman “Los Encuentros”.
En San Pedro de Jujuy después de un sangriento combate entre los integrantes de una comparsa de la clase trabajadora, ebrios según el parte policial, resultaron dos personas muertas.
En Ampascachi, se trabaron en pelea varios trabajadores rurales, resultando dos heridos con arma cortante y otros diez a pedradas.
En el pueblo de Coronel Moldes, un muchacho que manejaba un coche de alquiler, el martes de carnaval, llevaba al cuello un poncho colgado y al querer arrojar una serpentina desde el pescante del vehículo tuvo necesidad de inclinarse hacia adelante, con tan mala suerte, que al hacerlo se enredó el poncho en los arneses y parte delantera del coche, siendo arrojado al suelo con el impulso del andar de los caballos. Las dos ruedas delanteras pasaron por su cuerpo dislocándole algunas coyunturas y moliéndole la caja del cuerpo, razón por la cual hubo que trasladarlo a su domicilio en gravísimo estado.
La crónica policial informaba que el 8 de Febrero, al mediodía transitaba a caballo por la calle Caseros al poniente el señor Miguel Mizia, cuando por librarse del agua que pretendía arrojársele, fue a estrellarse contra de un coche desatado que por allí había, resultando ileso, pero el caballo salió herido y el coche con una avería más o menos considerable.

¡UNA CARPA EN LA PLAZA 9 DE JULIO!

El carnaval se marchaba, pero pocos podrían olvidar la rabieta de la oligarquía salteña cuando se enteró que la municipalidad había autorizado la instalación de una carpa en la plaza 9 de Julio, cerca de la fuente.
Recordemos que por aquellos tiempos permanentemente se bregaba por abolir las carpas. Así el diario “El Cívico” del 5 de Febrero de 1910 publicaba al respecto:”... Todos se preguntaban al ver que se está levantando una carpa en la Plaza 9 de Julio cerca de la Fuente: ¿Una cantina en plena Plaza?.”
“Las carpas se mandaron a abolir porque ellas descendían con el grado de cultura a que habíamos llegado, y sin embargo hoy en pleno siglo XX y después de cien años de vida independiente, vemos alzarse una carpa en nuestro paseo principal para que sirva de cantina, para la venta de todo y hasta para echar una cana al aire, como suele decirse cuando se refiere a un alegrón a los cincuenta de edad”.
La pregunta clave era quién había dado el permiso necesario para que se levantara la carpa. En última instancia, ante el hecho consumado, otros se preguntaban sobre qué era lo se iba a vender allí. Ya resignados, como expresando el convencimiento de lo irreversible del caso, terminaron haciendo un planteo, que tenía todo un tufillo a derrota “...si es solo para vender pomos, serpentinas, flores, bombones, estaría bueno el permiso, pero si es para toda venta, hasta para vender licores y bailar, malo y muy malo, digno de toda censura y hasta de ataques justificados...”.
El de 1910, fue un Carnaval con poco juego con agua en las calles, este se desarrolló en algunas casas donde, aprovechando los días calurosos de la época se jugó con pomos, serpentinas y abundante agua y harina.
Todos coincidían en que los corsos de la calle Florida habían sido los mejores. Por su circuito desfilaron los coches en doble hilera, y los concurrentes hicieron derroche de entusiasmo y alegría.
El Club 20 de Febrero realizó su consabido baile; la clase media, para no quedarse atrás realizó el suyo en el local del popular biógrafo de “El Águila” que entretuvo bastante a la numerosa concurrencia que asistió.
En los barrios de la ciudad un silencio sepulcral envolvía el ambiente.
Los aristócratas de “medio pelo” lograron permiso para realizar su baile de disfraces en El Teatro Victoria.
La Comisión Organizadora del Corso de la calle Urquiza comentaba, en cuanto lugar podía, que la empresa de electricidad había pretendido boicotear el corso, queriendo cobrar trescientos cincuenta pesos por su iluminación.
Quedó como un recuerdo, la propuesta de unos pocos de realizar un Corso en El Parque San Martín.
Las carpas de Peñalba y Río Ancho tuvieron el brillo de años anteriores.
Usted, se preguntará de donde salían tantos coches para los desfiles. Le comentaremos que la intendencia municipal, mediante resolución, había fijado una patente especial por tres meses a los carruajes que vinieran desde la campaña para el corso.
Tanto fue el énfasis puesto por el oficialismo, que dejaba el gobierno, que hasta aportaron ciento cincuenta pesos para el corso de La Plaza 9 de Julio.
LA PRIMERA REINA DEL CARNAVAL SALTEÑO:

Hasta este año, no se había realizado en ninguna oportunidad la elección de la reina del carnaval. Por lo tanto la decisión de elegirla no solo representó toda una novedad sino también la distinción de figurar en las páginas de la Historia del Carnaval como la primera vez.
De allí en más las hubo bajo diferentes títulos como por ejemplo: “Reina del Queso” (Carnaval de Amblayo), “Reina de las Chicheras”, “Reina de los Carperos”, etc. Incluso hubo una oportunidad en que las candidatas se declararon en huelga. La mayoría de estas soberanas eran elegidas por votos comprados y en el transcurso de fiestas bailables. Pero no faltaron algunas de ellas que fueron elegidas en el propio circuito.
Esto de elegir reina tuvo tanta aceptación popular que no faltaron oportunidades en que se eligieron reina del carnaval chico-reina del carnaval grande-reina del entierro del carnaval-reina departamental-reina provincial, etc.
El asunto es que la primera reina de la Historia del Carnaval Salteño fue una agraciada niña que supo despertar los mejores suspiros, cosechar las mejores flores, ser la destinataria de las más coloridas serpentinas, y por supuesto la que obtuvo la voluntad de quienes la eligieron. Su nombre es Laura Cornejo.

LA HORA DE RENDIR CUENTAS:

La Empresa que se encargó de la iluminación de los corsos fue la de B.C. García.
El día 3 de marzo de 1910 La Comisión Organizadora de Corsos de La Plaza 9 de Julio rendía cuentas:
INGRESOS:

Suscripción recaudada entre el comercio -------------------------------$ 795
Cobro por Inst. de Palcos. ---------------------------------------------$ 115
Venta de entradas cada una ( 6/2) --------------------------------------$ 475
“ “ “ “ “ $3 (8/2) ------------------------------------$ 279
“ “ “ “ “ $3 (l3/2) ------------------------------------$ 345

SUMA --------------------------------$ 2009

SALIDAS:

Compra de genero p/ bandera -----------------------------------------$ 92,46
Gastos Vs. s/ recibo ---------------------------------------------------$ 76
Alumbrado eléctrico (BelisarioS. García)---------------------------- $1080
Ornato de La Plaza (Vitalino- Baldone) ------------------------------ $ 100
Impresiones (San Millán) -------------------------------------------- $ 10
A Ortiz Portillo p/l00 boletines --------------------------------------- $ 6
lº premio carroza ....Luis XV----------------------------------------- $ 100
2º premio carroza--- Pescadoras---------------------------------- ----$ 50
Reina de la belleza ------------------------------------------------- ---$ 40
A Hnas. Enfermeras- Terciaria.----------------------------------------$ 100
A .Vitaliano Boldoni para 2 palcos p/jurado ---------------------------$ 10
A. Hospital del Milagro -----------------------------------------------$ 234,54
SUMA--------------------------------$ 2.009

Firman: Agustín Usandivaras, Presidente; Celestino de Los Ríos, Tesorero; Enrique San Millán, Secretario.
De esta rendición de cuentas hecha pública por los organizadores en 1910 podemos tener un panorama mucho más claro respecto de gastos imprescindibles para la época. Se puede observar que uno de los costos más abultados es el de la iluminación del circuito. También nos posibilita conocer el monto de premios destinado a carrozas y otros rubros. Por otra parte, como ocurrió en varias oportunidades de la historia de estas celebraciones los corsos capitalinos brindaron una excelente respuesta de tipo social, pues en el informe está explicitado lo que fue destinado en beneficio del Hospital del Milagro.

LA CLASE MEDIA SIN CORSOS

Los preparativos de Los Corsos del Carnaval de 1911, realizados durante el mes de Febrero, no mostraban panorama alentador. A la inversa de años anteriores en que las máscaras solían alborotar la Ciudad desde un mes antes, ahora, no se hacían notar. Casi a fin de mes se contaba con la seguridad del alquiler del Teatro Victoria donde se llevaron a cabo los bailes de disfraces, las noches del domingo, martes y domingo de entierro.
El corso de la calle Urquiza, que el año anterior había tenido tan buen desarrollo, en 1911 se encontraba envuelto en la nebulosa de las dudas. Sus organizadores estaban indecisos debido a que la recolección de fondos había sido escasa. Los gastos de luz eléctrica, para la iluminación del circuito estaban presupuestados en trescientos cincuenta pesos, y la recaudación de ninguna manera se acercaban a esa cifra.
Eran los últimos días del mes de Febrero y en la Plaza 9 de Julio comenzaron los trabajos de arreglos y construcción de palcos.
Había gente que seguía insistiendo, en la posibilidad de organizar un corso en el circuito de los Lagos del Parque San Martín. Como en años anteriores tampoco se pudo concretar.
Los preparativos para el corso de la calle La Florida, se desarrollaban a todo ritmo. Este era un corso vespertino pues carecía de iluminación eléctrica.
En los primeros días de marzo se conoció la decisión definitiva de los organizadores de los corsos de la Calle Urquiza, que por razones económicas desistieron de su concreción.
El corso de la Plaza 9 de Julio contó con una muy buena cantidad de concurrencia. Los palcos estaban atestados de ocupantes. Se notó una disminución, en cuanto al desfile de carruajes, con respecto a los años anteriores. Incluso la decoración de los mismos decayó en estética y esmero. Llamó la atención un carro que imitaba a un aeroplano y la gente destacaba la intención pero también el desaliño de su arreglo. Otro coche sobresaliente fue aquel transformado en poética canasta, y otro en cocina ambulante.
El corso de la calle La Florida superó ampliamente en calidad y alegría al corso de La Plaza 9 de Julio.
En el desfile del domingo a la tarde transitaron ciento doce carruajes. El día lunes todo estaba preparado para reeditar la alegría del día anterior, y cuando comenzaban a llegar los primeros coches se desató una lluvia que desbarató todos los planes.
El desfile del día martes, contó con la presencia de ciento veintinueve vehículos, llenos de gente que manifestaba su alegría a lo largo del trayecto (que al igual que en el corso del año anterior contaba con cinco cuadras, de Corrientes a Tucumán). Los balcones cubiertos con una gran concurrencia. Puertas y veredas albergando a una multitud predispuesta al juego de carnaval le dieron al corso de La Florida un marco espectacular. A pesar de que la prensa no lo había promocionado de manera adecuada.
La Banda de Policía dio mayor tono y brillo a este corso.
Lo llamativo del carnaval de 1911 fue la ausencia de comparsas y el poco ánimo de diversión, a excepción del corso de La Florida. Barrios tradicionalmente carnavaleros como por ejemplo el de San Bernardo, ubicado en el extremo oriental de la calle Caseros, que se caracterizaban por la animación, estuvieron apagados, “... Con tanto coche que pasa...”, decía una Comadre de la vecindad.

LOS GUACHIPEÑOS SALVARON LA ROPA:

Lamentablemente los esfuerzos para conseguir más datos relacionados con las celebraciones del carnaval salteño de 1911, no fueron coronados por el éxito. Ante la escasez, especialmente de información respecto de los festejos en el interior de la provincia, pudimos enterarnos de que en Guachipas (nombre de un departamento del interior de Salta. Toponimia que hace alusión al nombre de unos indígenas. Proviene del quechua. Guachi=abundancia de luz solar; pa=primaveral o flor hermosa, con lo cual la palabra significaría abundancia de sol y flores. Otros le dan otro origen y otro significado por ejemplo: Río o Valle de Guax. También hay quienes dicen que la palabra significa “tirar con flechas”. Estos indígenas no fueron Calchaquis. Fueron invadidos por estos con la penetración española. Entre sus principales comunidades tribales se encontraban los Guabacos, Gualamatos, Guasaganos, Gualagatos, Guabaquíes...etc. Es un territorio rico, desde el punto de vista arqueológico. En el se encuentran numerosas manifestaciones del arte rupestre y petroglifos. Han logrado fama las “Cuevas Pintadas”, otras ubicadas en “La Cuesta del Lajar”. Durante la época de las Luchas por la Independencia el pueblo y sus habitantes brindaron un valioso aporte).
En este pago las celebraciones del carnaval estuvieron muy animadas. Después de un período de lluvias y tormentas excepcionales, durante todo el mes de Febrero, los hermosos días que le tocaron al carnaval resultaron de un entusiasmo inesperado.
De acuerdo a nuestra investigación, el año 1911 es una fecha histórica para los guachipeños ya que por primera vez realizarán la celebración carnestolenda a través de corsos.
La casa de don Indalecio Villafañe fue el punto de partida para un improvisado corso de flores y serpentinas. A las cinco y treinta de la tarde los coches adornados comenzaron a recorrer las calles, se detuvieron frente a la casa de Delfín Nuñez donde se dio un hermoso espectáculo de juegos con flores y serpentinas a profusión. Finalizado el recorrido improvisado, todos regresaron a la casa de Villafañe, donde los concurrentes fueron agasajados con una cena que resultó animadísima y cordial. Posteriormente se desarrolló un Baile Familiar que duró hasta las primeras horas de la madrugada.

¡ALGO ES ALGO...DIJO EL DIABLO, Y SE LO LLEVÓ AL ...!

Durante los años 1912 y 1913, en cuanto a captación de información relacionada al carnaval, la cosa no fue menos difícil. La provincia no atravesaba una época de apogeo.
La administración del gobierno provincial estuvo a cargo de Abelino Figueroa, un salteño nacido en 1857 y fallecido en 1942. Su mandato se cumplió en el período comprendido entre el 20 de febrero de 1910 hasta el 20 de febrero de 1913, cuando fue reemplazado por Robustiano Patrón Costas.
El gabinete de gobierno de Figueroa tuvo como Ministro de Gobierno justamente a su sucesor y también a Francisco N. Uriburu. En Ministerio de Hacienda fue administrado por Ricardo Aráoz. La Jefatura de Policía por David Apatié y Santiago Fleming. La intendencia municipal fue conducida por Agustín Usandivaras.
Don Abelino realizó, entre otras gestiones de gobierno, el estudio del canal de riego para El Galpón. Dispuso la instalación del sistema de agua corriente (que había llegado a la capital salteña en 1904) para los pueblos de General Güemes, Metán y Cerrillos. Concluyó la construcción de cuatro represas en el departamento de La Caldera y durante su mandato se procedió al empedrado de canto rodado y adoquinado con madera en diversas calles capitalinas. Como así también se proveyó de aguas al departamento de La Merced.
En lo que respecta a los medios de comunicación y difusión diremos que durante este período la capital salteña se informaba a través de un matutino “La Voz del Norte”, fundado por Mamerto Villagrán en 1913 (es el único creado en el período ya que Salta se informaba durante el mismo a través de otros medios creados con anterioridad, como por ejemplo: el diario “Nueva Época” (diario de la tarde fundado por Don Agustín Usandivaras), cuyo primer número vio la luz el 7 de abril de 1910, y como su dueño era el intendente, se deduce que su postura fue “oficialista”. Otro diario fue “La Opinión”, administrado por Enrique San Millán cuyo primer número apareció el 3 de octubre de 1910. Mientras que la historia de los diarios del interior de la provincia escribía su propio trazo a través de una publicación lograda en Cafayate que se llamó “El Calchaqui” y cuya aparición data de 1910.
Cuando el investigador, en su trabajo de campo, se topa con la escasez heurística se “debe dar mañas” con tareas complementarias, es por ello que les brindaremos la narrativa de una creencia y superstición popular que hemos rescatado en el pueblo de La Merced, y que los paisanos narran bajo el título “El Pacto con el Diablo”:
“...Una vez...un matrimonio que no tenía hijos, y soportaba una pobreza franciscana...no sabían que iban a hacer para llegar a tener algo.
Cuentan que el padre de familia se había propuesto desmontar un terreno cercano y sembrar trigo, con cuyos resultados esperaba volverse rico. Cuando se encontraba en plena faena se le presentó un señor de a caballo que le dijo: “...hijo mío...que estás haciendo desmontando para sembrar...y riendo, le preguntó ¿Y para cuándo esperas terminar?. El campesino, con es rostro sudoroso levantó la vista para brindar contestación, más no lo pudo hacer pues el visitante le dijo. “...me gustaría hacerte un trato que te permita volverte rico y poderoso...el rostro del trabajador se transformó. Su mirada aguijoneaba al dicente, buscando comprobar si era víctima de una broma. Y preguntó: ¿Me hablas en serio?...pues claro que sí, fue la respuesta...te digo más, no tendrás que esforzarte tanto para ver los resultados, si tú aceptas en los próximos meses disfrutarás de lo lindo. ¡Acepto! - dijo el paisano en forma desorbitada. Más el extraño, sin bajar de la cabalgadura le espetó ¡No te apresures...tómalo con calma...piénsalo bien...! ¡ya lo he pensado y acepto! – se escuchó como respuesta- Lo que quiero decirte es... – se produjo un silencio lacerante – es que el trato tiene una condición...¡no importa cual sea, acepto!...pues bien...escucha con atención...una vez rico y poderoso...después de nueve años, tendrás que ir al cerro “Tres Picos de Amor”... allá vivo yo y te estaré esperando...pero de ninguna manera debes faltar a esa cita...tras la reiteración de la aceptación por parte del labriego, todo fue diferente a partir de allí. Se volvió rico y poderoso como le había prometido el diablo, que para la ocasión se había presentado como gaucho. Cumplidos los nueve años del contrato el paisano se sintió muy preocupado y apenado. Tenía que partir dejando a su esposa e hijos, decidió no decirles nada.
Se perdió por los caminos...preguntando a cuanta persona encontraba ...nadie sabía decirle donde quedaba “Tres Picos de Amor”. Ya cansado de preguntar, casi exhausto, decidió preguntarle a un águila. Ésta dijo saber como orientarle pero exigía a cambio catorce corderos para el camino. El hombre los consiguió y decidieron partir.
Ocurrió que antes de llegar a destino se terminaron las ovejas y el águila solicitó más carne. Como no había de donde conseguirla, se cortó un blando de su pierna derecha y prosiguieron. A poco de andar volvió a acabarse la carne. Se cortó parte de la otra pierna, con lo cual alcanzó para llegar.
En el lugar se encontraba Satanás acompañado de su esposa que era gorda, fea y mechuda, y de sus tres hijos que eran los caballos. También había diez esclavos al servicio de la casa. Uno de ellos era una ángel robado por Satanás. Éste hizo amistad con el recién llegado.
El diablo decidió ponerlo a prueba. Primero le encargó la tarea de domar, lo salvó la esclava quien le enseñó el oficio con lo cual evitó que Satanás se lo comiera al labriego.
Se sucedieron los días y las pruebas hasta que en un momento Satanás le entregó una pala de madera para desmontar un terreno, un pico y un hacha de piedra para cultivar choclos y llevarlos para la cena. Nuevamente pudo cumplimentar la tarea gracias a la ayuda de la ángel. El hecho de que Satanás no pudiera derrotarlo en las apuestas y por lo tanto comerlo, despertaba una irritación cada vez mayor. El odio se acrecentaba aceleradamente, ante lo cual los amigos decidieron planificar la huida. Emprendieron el escape perseguidos de Satanás, quien a pesar de todos los esfuerzos nunca los pudo alcanzar.
Un hada, conmovida por esta historia y persecución decidió ayudar a los prófugos convirtiéndolos en una pareja de picaflor. El diablo enterado de esta acción decidió tenderles una trampa transformándose en una bella flor. Colocado a la vera del camino esperaba atraerlos y tomarlos prisioneros. Llegados a el lugar, el picaflor le dio un picotazo a la supuesta flor, que en realidad se incrustó en el ojo del diablo dejándolo tuerto.
La esposa del diablo salió en su búsqueda y auxilio montando una chancha gorda y sumándose a la persecución. Ante el peligro el hada buena volvió a acudir en ayuda de la pareja. Colocó una gran roca en el camino por donde pasaría la mujer del diablo. La gran roca fue partida, quedando en el medio el camino y cuando la mujer de mandinga pasó por el medio la roca se cerró de golpe aplastando y matando a la mujer del diablo que ahora no solo era tuerto sino también viudo. Desalentado decidió abandonar la persecución con lo cual la servidora del señor pudo volver a donde la habían raptado, es decir al cielo y el labriego a su casa donde fue recibido por el alborozo de sus seres queridos y pudo contar los avatares de su lucha por la libertad juramentándose jamás volver a dejarse tentar por la ambición de tener más de lo necesario...”.
Volviendo al tema que trata de las características del festejo del carnaval, a través de los corsos no varió mucho con respecto al año anterior. La calle Urquiza no tuvo corsos durante este período. Si los hubo alrededor de La Plaza 9 de Julio y sobre la calle La Florida. Habrá que esperar hasta el año 1914 para que estos recobren el brillo de antaño.
El primero de ellos (en La Plaza) se realizó sobre un circuito que ocupaba las cuatro calles laterales (Mitre - Caseros - Alsina y España). Y al igual que el año anterior, pese a los esfuerzos no pudo superar en cantidad de espectadores y en alegría al corso de La Florida.
El corso popular, también había visto peligrar la posibilidad de su realización; su comisión organizadora había considerado insuficiente los fondos existentes para sufragar los gastos que ocasionaba su concreción.
La idea salvadora surgió pronto: se decidió la creación de un impuesto a los vendedores ambulantes, especialmente de Pomos y Serpentinas.
Por estos tiempos, a pesar de que algunos salteños ya se movilizaban en automóvil, cuya presencia en Salta data desde 1905, la mayor parte de los paisanos todavía se movilizaban en sulkis, jardineras, coches de plaza, etc. (recordemos que desde 1904, cuando había desaparecido el Tranway, y hasta 1913, cuando se habilitó el servicio de Tranvía, la ausencia de este importante servicio de transporte público había alterado muchas cosas) y cuando se necesitaban de los servicios de una empresa para construir o reparar los carruajes, concurrían a La Fábrica “La Popular”, cuya propiedad era de Sixto Galván y estaba ubicada en calle La Florida frente a La Quinta Grande, esta casa tenía una sucursal en Cerrillos. También podían recurrir a “La Constancia” de propiedad de José Albeza y Cía. Fábrica de Carruajes, Jardineras y Arneses, que ocupaba un lugar en La Plaza Belgrano esquina Boulevard, en la propiedad de Agustín Usandivaras.

EL FIN DEL CARNAVAL

De tu amor mi amor la última cita.
También muy cerca está!
La última noche en que faz graciosa
mis ojos mirarán,
Cubierta por lo negro de la seda
de tu fino antifaz!
El instante postrero en que tus risas
mi pena endulzarán!
Y en que, tal vez, a mi ilusión se lleven
tus risas al pasar!
Enmascaradas de rizados bucles
y labios de coral,
Estas horas tan llenas de alegría
que rápidas se van!
Muñeca de sonrisa encantadora
y gracia sin igual,
¿Las promesas que has hecho a mis promesas
que tiempo durarán?
¿Lo que estas horas de bullicio y broma
no más que el Carnaval?
¡De mi amor y tu amor la última cita.
mi bien, muy cerca está!
Armando Víctor Rocío.

CARNAVAL 1914

LA GUERRA Y EL CORSO

1914 marca, en las páginas de La Historia una fecha aciaga. Ese año, debido al resquebrajamiento del Imperio Otomano que abandonó la Península Balcánica dejando el territorio a disposición de las garras de los países industrializados, que habían iniciado a partir de 1870 el proceso de la expansión imperialista y que desembocó en lo que se llama la primera Guerra Mundial (1914-1918).
El país de los argentinos era presidido por Roque Sáenz Peña, acompañado en el cargo de vicepresidente por un Salteño, el Dr. Victorino de la Plaza, quien debido a la desgraciada muerte, por enfermedad del Presidente de la Nación, debió asumir la misma dignidad desde 1914 a 1916. El País encontraba a Salta gobernada por Don Robustiano Patrón Costas, que administró los destinos de la provincia desde el 20 de febrero de 1913 hasta el 20 de Febrero de 1916 y que tuvo como Ministros de Gobierno a Don Francisco N. Uriburu - Rafael Zuviría y a Julio Cornejo; como Ministros de Hacienda a Macedonio Aranda y a Julio Cornejo; como Jefe de Policía a Santiago Fleming y como Intendente Municipal a Don Agustín Usandivaras. De su gobierno recordamos entre otras cosas la construcción del Pabellón Centenario, ubicado en el costado sur del lago del Parque San Martín; la desaparición de la “Pirámide de Uriburu” del centro de la Plaza 9 de Julio, la ampliación del Parque 20 de Febrero y la construcción del Barrio Obrero.
Contradictoriamente, en año tan nefasto, el carnaval de Salta iba a recuperar su gran esplendor. A mediados de Febrero comenzó a notarse una gran animación en el ambiente popular. Los trabajos preliminares para la organización de los corsos se llevaban a cabo con gran celeridad.
La comisión organizadora de los corsos estableció el premio para la reina consistiendo en una medalla de oro.
Al vehículo que resultara premiado por estar mejor adornado, un objeto artístico. A la comparsa mejor presentada un premio de cincuenta pesos y a la máscara más original un premio de treinta pesos.
Este año se realizaron tres corsos: en la calle Buenos Aires - en La Plaza 9 de Julio y en la calle La Florida.
La comisión de jóvenes encargada de la organización en La Plaza 9 de Julio trabajó empeñosamente. La empresa de luz eléctrica se comprometió a la iluminación del circuito por un precio de mil doscientos pesos, luego de rebajar la cantidad de trescientos pesos, pues primeramente estaba presupuestado el costo en mil quinientos pesos. Por tal precio colocó en cada cuadra cinco focos de arco voltaico, además de los existentes y tres guirnaldas de focos chicos.
La jornada inicial, encontró a sus avenidas llenas de animación; el enorme gentío que iba y venía en todas direcciones con las sonrisas en los labios y la alegría estampada en los rostros. Aproximadamente a las diez de la noche el intercambio de flores y serpentinas era bastante mezquino, debido a la escasez de carruajes, pero a medida que pasaban los minutos se fue trastocando en un juego de proporciones, llegando a las veintitrés horas a su apogeo total. A ésta hora, algo más de doscientos carruajes circulaban dirigidos convenientemente en tres hileras. Los palcos se encontraban atestados de familias, notándose una animación pocas veces vista; el intercambio de ramos, serpentinas y sorpresas conteniendo bombones era tal que hubieran deseado los festejantes de Momo, estar poseídos de un par de brazos más, para despedir las tiras de papel con más rapidez en todas las direcciones. No tardó la calzada en verse cubierta de una alfombra multicolor. Las numerosas mascaradas, muchas de ellas originalísimas, invitaban al buen humor con sus gritos, chistes, el chirrido de las cornetas y el sonar diabólico de los cascabeles. El arreglo de los coches y grandes chatas que asemejaban un verdadero cantón andante cuyas descargas de flores y serpentinas parecía una lluvia, despertaron más de un gesto de admiración. La lluvia sentó su presencia, pero de ninguna manera alcanzó para enfriar tan calurosos ánimos; y por ser tan poca no causó alarma, al contrario, fue como un toque de clarín para la lucha con el pomo, pues terminado el juego que venía de arriba, todos creyeron un deber seguir mojando.
El corso de La Plaza 9 de Julio ocupó las cuatro calzadas (Caseros, Alsina, España y Mitre) y sus jornadas culminaban aproximadamente a las una de la madrugada.
Entre los carros adornados se destacaron nítidamente “El Dirigible Pampero”- ”Las Camareras”- ”Las Representantes del Poder”- ”El Rentre”- ”Las Damas Venecianas”; pero el aplauso mayor correspondió al “Globo Pampero” tripulado por las señoritas Yone y Estela Cánepa, Lola y Carmen Rosa Ovejero, María Luisa, Elvira y Rita Figueroa, María Elena Linares, Rosa y Amelia Tedin y Celina Grande. En segundo lugar, en cuanto a aplausos merecía la carroza “El Tenis”.
Con respecto a “Las Damas Venecianas”, carroza integrada por el conjunto de profesores del Conservatorio Santa Cecilia, que ejecutaron durante las tres jornadas de corsos un variado programa musical.
Increíblemente, el año 1914 significó el reencuentro de un pueblo con sus bailes y corsos de carnaval. Las tremendas dificultades que embatían sobre la seguridad de los principales estados del globo terráqueo no hacían mella en los salteños que se volcaron, como si nada grave pasara, masivamente a los circuitos de los corsos previstos. Tanto la noche del sábado como la del domingo, éstos se vieron muy concurridos de máscaras, carruajes y automóviles. Se jugó con agua, hubo batallas de flores y serpentinas, abundó la alegría. La iluminación había resultado espléndida. Una multitud admiraba la enorme piñata montada en La Plaza 9 de Julio. Las comparsas y carrozas se habían esmerado en la presentación estética.

EL CORSO DE LA CALLE BUENOS AIRES

Se organizó bajo el patrocinio de la comisión de damas protectoras de la ancianidad desvalida. El circuito se estableció de Caseros a Corrientes (hoy San Martín).
Fue un Corso de Flores y se llevó a cabo tan solo en una jornada, el sábado 21 de Febrero, en el horario de 17 a 20 hs.
Corso entusiasta, aunque al comienzo denotaba una palidez en cuanto a alegría, pero la entrada de numerosos carruajes y las muchas familias que fueron ocupando sus palcos reavivaron los ánimos. La multitud había dado una respuesta afirmativa al llamado que se le había hecho para allegar fondos destinados al Hospital del Señor del Milagro. Todos los integrantes de la Asociación “Santa Ana de Ancianos Desvalidos” trabajaron con gran fervor. Los coches particulares, los de lujo de alquiler y los automóviles pagaron dos pesos y los ordinarios de alquiler un peso.

CORSOS DE LA CALLE FLORIDA

Se habían iniciado mal pues la primer jornada, la del domingo, no se pudo concretar debido a la lluvia. En cambio si se realizaron corsos los días lunes y martes.
Superado los inconvenientes, que se habían presentado y gracias a los empeñosos trabajos de la comisión organizadora, presidida por el Señor Juan P. Sansón se volvieron a realizar éstos hermosos corsos.
Se había conseguido que la empresa de luz eléctrica iluminara gratuitamente el circuito, que iba desde Corrientes a Tucumán, los días 19 y 20 de Febrero, como una demostración de adhesión a la fecha patria.
Los Señores Paltrimeri de Martín, propietarios de los Talleres de Esculturas y Ebanisterías que estaban instalados en la misma calle, se ofrecieron a realizar los trabajos de decoración del circuito, que tendría un arco en la calle de entrada al corso.

LAS CARPAS

Cada vez eran más los municipios que negaban los permisos para la instalación de las mismas, pues las consideraban como la concentradora del vicio y la iniquidad. Pero este era un año político, por lo tanto, Los Administradores del Poder se cuidaban sobremanera.
El último día de carnaval coincidió con el de elecciones, por lo tanto se destacó el sonar sucesivo y rápido de la válvula de escape de los autos, que iban de un lado a otro, no buscando diversión para despedir a Momo, sino llevando el voto partidario y decisivo. Hasta las cinco de la tarde la jornada del último día del carnaval fue silenciosa y triste. Aproximadamente a las seis comenzó a manifestarse en forma conjunta la inquietud cívica y carnavalera.
Después todo volvió a su cauce normal. Momo colgó su careta y todo su cortejo de colombinas, pierrots, etc. volvieron apresurados a refugiarse en sus castillos. Los días locos de la risa y locura formaban parte ya de un vago recuerdo. Los bailes de Las Carpas, La Sociedad Española y El Club 20 de Febrero acallaron sus voces. El trabajo llamaba nuevamente.
Terminada la última noche del corso de 1914, La Orquesta de “Las Damas Vienesas” se trasladó a brindar Serenatas en el domicilio del Gobernador, Dr. Patrón Costas; del Ministro de Gobierno, Dr. Cornejo; del Ministro de Hacienda, Dr. Aranda; del Diputado Nacional Dr. Luis Linares; del Intendente Municipal Don Agustín Usandivaras; del Gerente del Banco Provincial, Don Avelino Figueroa; del Senador Nacional, Dr. David Ovejero; del Senador Provincial, Don Benjamín Figueroa; del Cónsul de España , Don Ciriaco García y de Don Tomás Canals.
En esos domicilios, los integrantes de la agrupación fueron absequiados por los citados caballeros con Champagna, después de ejecutar diferentes piezas de su repertorio.
La comisión encargada de discernir los premios concedió el primer premio al “Dirigible Pampero”; el segundo a “Las Damas Vienesas”; el tercero a “Las Estrellas”; el cuarto al “Lawn Tenis” y el quinto a “Aeroplano”.
El carnaval de 1915 no podía ser esperado de mejor manera. El día 31 de Enero el diario “El Cívico” publicaba con el título de “Milongas Electorales y Ensayos Carnavalescos” lo siguiente:
CANTA EL FINADO

Fui discípulo de Caco,
criminal de profesión,
a la orden del Patrón.
Entre las selvas del Chaco,
fui el bárbaro matón
que hizo temblar al Mataco.
Fui el segundo Espartaco
y al vencer en la contienda
me donaron una hacienda
en los campos del Sobaco;
Hoy solamente me atraco
en los días de elecciones,
acompañando a ladrones
y a los devotos de Baco.

CORO DE PAISANOS:

Cuando hay elecciones
Vidalitá
si vieras que farra.
Hasta los finados
Vidalitá
tocan la guitarra.
Los que han sido buenos
Vidalitá
vuelven desde el cielo;
entre los votantes
Vidalitá
he visto a su abuelo.

CORO DE CACIQUES:

Somos los rateros
Vidalitá
somos los más viles;
somos los serviles
Vidalitá
dignos de un bozal.
Somos los inmundos
Vidalitá
que entre escoria y lodo
lo enterramos todo
Vidalitá
y punto final.

EL PUEBLO:

A la huella huella
nuestra libertad,
luchando por ella
pronto volverá;
afuera los malvados
que con astucia.
le han puesto con candados
en celda sucia.

-DON TIBURCIO-.
Embarcación, 28 de Enero de l9l5.

LA CELEBRACIÓN DEL CARNAVAL SALTEÑO EN 1915:

La Prensa apelaba a todos los medios posibles para expresar el contexto de la realidad circundante. Así relacionaba las elecciones legislativas y entremezclado con las noticias del desarrollo de la Primera Guerra Mundial los diarios anunciaban las novedades para el carnaval. Don Mercado, que poseía un negocio en calle España Nº 406 ofrecía cohetes voladores chicos y grandes (“bonita diversión para los que veranean”), fósforos de bengala de colores, luces con lluvia de plata, luces de estrellitas, sapos saltarines, buscapiés japoneses, fósforos japoneses, luces de bengala de colores, trompos teru-teru, globitos, serpentinas parisien, lluvia de oro, caretas, guirnaldas, faroles de papel, diademas, collares, mariposas y pajaritos.
Miles de seres humanos se desangraban en La Contienda Bélica Internacional, mientras en Salta “La Casa Villagrán” que por esos tiempos funcionaba en los altos del Cabildo, ofrecía los discos del Maestro Juan Maglio (Pacho) y decía quien quisiera aprender a bailar tenía que comprar estos discos por ser el compás y la música muy armoniosos.
Así, con ese clima llegó el viejo desdentado y sarcástico; viejo dios de la locura y la sátira, el burlón compañero de Baco. El carnaval, se presentaba con sus cascabeles para hacer su entrada triunfal en esta Salta mundana y semifeudal.
La racionalidad diría que los espíritus no podían estar predispuestos a la burla, a la chacota ni a la alegría. La teoría diría que la tristeza debió estar impregnando el alma del paisanaje al contemplar tanta sangre, tanto luto y desolación envuelta en la miseria y las lágrimas, como para tener ánimo carnavalero ¿Habría Corsos? esa era la pregunta que recorría de rincón en rincón en los días previos. ¿Faltarían Arlequines y los eternos enmascarados?. Nadie sabía si se fijaría circuito para el desfile, que permitiera que más de un chismoso se disfrazara de caballero y más de un caballero de chismoso.
“El Cívico”, en su ejemplar correspondiente al l8 de Febrero de 1915 publicó una “Crónica Carnavalesca”, que decía:
“Este año, las chacoterías de momo, nos ha dejado burlados a todos en general, y a los oficialistas, de que iban revestidos estos últimos, les quedaba corto, y la careta ha sido suficiente transparente, pudiéndoles así divisar el rostro, dando lugar con ello, a que se suscitaran jugosos diálogos de naturaleza política...”.
El tono politizado y crítico de la nota periodística se agudizaba cuando planteaba:
“La sana intención que ha guiado a la digna sociedad salteña, para conmemorar esta fiesta anual, no me negarán lectores que ha sido un fracaso; pues la señora crisis se ha visto representada, hasta en la muselina, que cubría el esqueleto de los palcos: todo a cinco centavos el metro.
El desfile de los carruajes por la Plaza 9 de Julio, parecía más bien la ambulancia de la cruz roja que va a recoger heridos al campo de batalla.
La Banda de Música que amenizaba el espectáculo, lanzaba sus notas al aire, de acuerdo con la discordante algarabía que formaba el público a fuerza de querer fingir, una alegría no sentida.
Y la liberalidad y dispendio habida para jugar en dicha fiesta, se la pueden preguntar a esos aprendices, de la lengua castellana; pomos y tuti,tuti a veinti.
El estruendo del cañón europeo repercute en América. Por el momento la desolación se impone”.
Firmaba la nota publicada una persona de nombre Simeón Canduela.

EDICTO POLICIAL – COMISIÓN ORGANIZADORA Y PREMIOS:

El día 30 de Enero de 1915, el jefe de policía dio a conocer a la población “El Edicto Policial” que establecía que el juego de carnaval solo sería permitido los días 14, 15 y 16 del mes de Febrero. Quedaba absolutamente prohibido arrojar agua o cualquier otro líquido y solamente se toleraría el uso de pomos, papel picado, flores, serpentinas y micalina. Se prohibió hacer víctima de los juegos de carnaval a los agentes de Policía.
No sería permitido el establecimiento de carpas en el Municipio de La Capital sin el permiso de la municipalidad. Las comparsas cuyo número no superara a los seis integrantes estaban obligadas a presentar a la policía un listado con los nombres de los integrantes y el lema de la comparsa. Se prohibió el uso de bombas explosivas, petardos, cohetes y otros juegos de artificios. Los corsos solo podrían realizarse en los puntos previamente determinados por la municipalidad y en los horarios que esta designe.
Dos días después, el 1º de Febrero de 1915, los miembros de la comisión organizadora de los corsos a realizarse en la Plaza 9 de Julio bajo la presidencia del señor Víctor S. Ortiz, resolvieron:
1º.- Realizar tres noches de corsos en las Avenidas Mitre, Caseros y Alsina de La Plaza 9 de Julio, los días 14, 16 y 21 de febrero.
2º.- Comisionar al Señor Presidente, para que acompañado de los miembros que designe, contraten y aprueben el proyecto de iluminación de las avenidas donde se realizarán los corsos.
3º.- Nombrar una sola comisión compuesta de los señores Alberto Alemán, Ernesto Aráoz, Eduardo Cornejo, Salomón Juárez y Víctor M. Sosa para que recolecten fondos del comercio para ayudar a los gastos correspondientes.
4º.- La comisión decidirá como rentar las entradas de los vehículos que recorran las avenidas Mitre, Caseros y Alsina, debiendo venderse dichas entradas por intermedio de la casa Pascual y Baleirón de Los Llanos en la forma siguiente:
Automóviles Particulares, diez pesos por cada noche.
Automóviles de Alquiler, cinco pesos por cada noche.
Coches Particulares, cinco pesos por cada noche.
Coches de Alquiler, tres pesos por cada noche.
Vendedores Ambulantes, dos pesos por cada noche.
Los fondos percibidos, serán depositados en el Banco Español del Río de La Plata en cuenta corriente de la comisión organizadora de corsos al señor Víctor S. Ortiz y del señor Arturo Ferrary Sosa.
5º.- La entrada de los coches se realizará por la Avenida Buenos Aires y Caseros y la salida por calles España y Mitre.
6º.- Queda nombrado un Jury compuesto por los señores: Agustín Usandivaras, Gualdino Riarte, Ernesto Solá, Juan F. Arias y Carlos Oustes, quienes discernirán los premios que se detallan:
lº- Una medalla de oro a la fantasía y un artístico ramo de flores a la señorita que a juicio del Jury sea la Reina del Corso.
2º- Cinco Argentinos oro al vehículo mejor adornado.
3º- A la máscara más espiritual, tres argentinos oro.
4º- Al carro que represente un conjunto más caprichoso, una espléndida bombonera.
7º- Autorizar al Sr. Presidente para firmar o sellar las entradas de los vehículos y vendedores ambulantes, debiéndolas entregar a quién corresponda.
8º- Todo conductor deberá exhibir la entrada correspondiente, sin cuyo requisito no podrá permanecer dentro de las avenidas.
9º- Los Corsos comenzarán a las 9, 30 p.m. hasta las 1,30, siendo prohibido el juego de agua hasta las 12 m. como también el papel picado, harina , etc.
10º- La Comisión garantiza la realización de tres noches de Corsos. Si por mal tiempo u otra causa de fuerza mayor, los corsos se realizarán los días subsiguientes.
11º- Solicitar del Departamento de Policía la vigilancia correspondiente y adjuntarle un plano y copia de estas disposiciones para que se sirva hacerlas cumplir, como ejecutante de La Municipalidad.
12º- La Banda de Música que ha sido cedida galantemente por el Sr. Jefe de Policía, ejecutará trozos musicales mientras se realizan las fiestas mencionadas.
13º- Someterse en todas sus partes al Reglamento que el Departamento de Policía dicte sobre disposición de las fiestas de carnaval.

EL DESARROLLO DE LAS CELEBRACIONES:

En la Plaza 9 de Julio, la primera noche de corsos no adquirió el brillo de antaño, la cantidad de gente concurrente fue considerada como regular, se notó poca alegría y para colmo de males a eso de las once de la noche comenzó a caer una fina garúa que se fue acentuando poco a poco y que obligó a la desconcentración.
En su segunda jornada el desfile adquirió mayor animación. Numerosos carruajes adornados, recorrían sus avenidas en medio de una batalla de Serpentinas y Flores. Las escogidas piezas que la Banda de Música Provincial, dirigida por el Profesor Nátola, dejaba sentir su mensaje a intervalos prudenciales, contribuyendo en mucho para que la animación adquiriera mejores tonos.
Otro corso, en este caso vespertino, se llevó a cabo, como años anteriores, en la calle Buenos Aires.
Entre los bailes de carnaval sobresalieron los realizados en el local de la Sociedad Española y en el aristocrático Club 20 de Febrero.
En definitiva el carnaval de 1915 se debatía en dos frentes. El político estaba dado por las elecciones para elegir legisladores provinciales, llevadas a cabo el día 7 de marzo y ganadas por los Radicales, que se impusieron al Oficialismo representado por La Unión Provincial. El otro era el de la alegría de los corsos, que más allá de un inicio casi opaco resultaron una desmentida a la crisis internacional y nacional, en el sentido de que ni el desarrollo de la conflagración mundial ni los avatares del acontecer político de la vida nacional y ni el pleno desarrollo de la campaña electoral para los comicios del 7 de Marzo pudieron frenar el festejo de la tradicional celebración.
La presencia de una numerosa y selecta concurrencia dió brillo al desarrollo de los corsos en un marco de generalizado derroche.
Entre los vehículos adornados, sobresalieron una simpática y graciosa representación de una carrada de langostas, titulada “Exterminio” dirigida por el poeta Juan Carlos Dávalos. Una “Góndola Veneciana”, un Carro de “Mucamas en Huelga” y el debut en los desfiles del Corso del Carnaval de Salta de una bicicleta, adornada con buen gusto.

LA CLASE MEDIA AL PODER

Del año 1916, con respecto a su carnaval, muy pocos datos hemos logrado conseguir.
Desde el 20 de Febrero de 1916 y hasta el 9 de Mayo de 1918, la provincia estuvo gobernada por El Doctor Abraham Cornejo, que tuvo como Ministro de Gobierno a Don Rafael M. Zuviría, como Ministro de Hacienda a Manuel R. Alvarado, como Jefe de Policía a Jorge Leguizamón y como Intendente a Agustín Usandivaras y Alberto San Miguel. Gobernó durante dos años, dos meses y dieciocho días hasta que El Gobierno Nacional dispuso la Intervención Federal.
En ese año tan importante para la vida política del país tanto que significó la llegada de los radicales al gobierno nacional, pues gracias a lo establecido en la ley Electoral Saenz Peña habían logrado derrotar al partido y a los hombres de la Generación del ‘80. Con El Radicalismo accedían a la administración del poder político los sectores medios de la Sociedad Argentina. Ese año Salta, vería surgir, como parte de La Historia del Periodismo Local a “La Unión Calchaqui”, aparecida en Cafayate bajo la administración de Nicolás S. Villalba y “La Libertad” cuya administración estaba ubicada en Mitre 384 y su primer director fué J. M. Romero Escobar.
De el carnaval de 1916, entonces, solo hemos obtenido vagas referencias rescatadas de un ejemplar de el diario de la mañana “La Voz del Norte”, diario nacido en 1913 bajo la dirección de Mamerto Villagrán, que nos informa de la organización del corso en La Plaza 9 de Julio y en la calle La Florida, corsos que se desarrollaron con la presencia de un marco importante de público y en un marco de explícita alegría.

LOS FESTEJOS DE 1917 Y LOS PRINCIPALES ELEMENTOS PARA LA DIVERSIÓN:

Más datos obtuvimos del corso correspondiente al año 1917. Ese año, como muchos otros, encontró los festejos del carnaval coincidiendo con un nuevo aniversario de La Batalla de Salta. El 20 de Febrero, fecha tan cara a La Historia de América, también permitía el recordatorio del primer año en el ejercicio de La Gobernación de Salta por parte del Dr. Abraham Cornejo, que buscó durante tan corto período el equilibrio y regularidad en las finanzas para amenguar un estado crítico que conducía fatalmente a la provincia a la bancarrota y el descrédito.
En ese clima, algunas casas comerciales publicitaban artículos relacionados con la celebración. Así por ejemplo Benito Mercado, le decía a su clientela que la escasez de artículos europeos para las próximas fiestas del Carnaval, lo privaban de ofrecer la variedad de surtido de otros años, no obstante ofrecía:
Pirotecnia: bombas del 42; luces de estrellitas; cornetas alemanas; luces de bengala de colores; luces con lluvia de plata; fósforos de bengala, colores punzó y verde; fósforos japoneses; buscapiés japoneses; garbanzos japoneses; soles giratorios; cohetes voladores.
Artículos varios: globitos voladores - globitos con pito- globitos para agua reforzados- globitos de papel para elevación- caretas para niños- pollitos de algodón- serpentinas parisién.
Para adornos de Palcos y Carruajes: guirnaldas, gran tamaño y variedad de colores.
Aderezos: Diademas de bronce pulido para reinas- adornos para la cabeza, de gran efecto- Margaritas.
Este comerciante anunciaba que sus ventas eran de contado riguroso y que el Miércoles de Ceniza todos los productos de carnaval, como parte de la liquidación de saldos, estarían ofertados a mitad de precio.
Mientras la literatura lugareña se expresaba a través de estos versos:

LA SERPENTINA

Como una culebra de varios colores la calle atraviesa
Partiendo del coche, la cinta radiante de la serpentina,
Partiendo de manos, tal vez amorosas, y el corso no cesa
De dar raudos giros, vagando en comparsas, de esquina en esquina.

Y cuando corona, la frente de un hada con fina destreza,
Parece que fuera, silueta del rayo, que el cielo ilumina;
Y entonces mensajes de un alma fogosa sus párpados besa,
Como si quisiera, juntar con la suya su faz peregrina.

Recursos que Momo prodiga a Cupido de gozo radiante,
Es la serpentina, purísimo emblema de amor y ternura,
Que liga a los seres que se aman y estrechan con lazo
triunfante.

Fugaz como el fuego de la serpentina que un ósculo dura,
Así es la existencia, que pasa como la, soberbia errante,
Dejando recuerdos amargos y tristes del cáliz que apura.
LEANDRO N. PIRIZ

LA PINTA ES LO DE MENOS:

Por esos tiempos, el recordatorio del día 20 de Febrero, especialmente el baile que solía realizarse en la sede del Club del mismo nombre implicaba la necesidad de una vestimenta acorde a tales fastos así “La Casa Villagrán”, publicitaba las novedades, especialmente trajes, acordes para estas fiestas: Sombreros de Felpa, Clak y Galeritas- Camisas especiales para frac y Smoking en hilo y seda- Corbatas- Guantes Blancos de Cabritilla- Botones para pechera- Medias de Muselina de hilo y seda- Zapatos de Baile -Tirantes- Extractos - Lociones y un gran surtido en cremas y aguas para el cutis, pastas y cepillos para dientes, peines y rizadores para el cabello. Y como gran oferta agua para teñir el cabello, de lo mejor que se ha descubierto hasta el momento, decía en un artículo publicado en el diario “Nueva Época” del l9 de Febrero de l9l7.

EL CARNAVAL

Presuroso ya Momo se presenta
trayendo en pos de sí las alegrías,
la tristeza fugaz ante él se ausenta,
dejando el campo libre a sus manías.
Ríe, corre, canta y al llegar
se nota en él y en su disfraz luciente
un deseo infinito de gozar
inspirando diabluras a la gente.

Las hermosas salteñas ya te esperan,
preparan también ellas sus colores,
cantan, juegan, en fin se desesperan
por brindarte gustosas sus amores.

Despierta Juventud, saluda ansiosa
al dios Momo que viene a divertirte;
goza con frenesí, sé bulliciosa,
no dejes un momento de reírte.

Y honrad hasta el delirio al dios burlón
gocemos de ebriedad enloquecida;
venga risa, entusiasmo, ilusión
sea un perpetuo carnaval la vida.

-R. Barbarán (h)-
17 de Febrero de 1917.

LAS CARROZAS Y DISFRACES:

Durante 1917, se llevaron a cabo corsos alrededor de la Plaza 9 de Julio y en la calle La Florida.
En el corso central, el más lucido de los desfiles correspondió a la última noche del corso.
Entre las carrozas que se presentaron se distinguieron las siguientes: “Quioscos de Princesas Orientales” ocupado por las señoritas Elvira y Rita Figueroa Ovejero, Susana Figueroa y María Ester Serrey. “Carroza de Cocineras” ocupada por las señoritas María Luisa Alsina, Carmen Zerda y María Elena Cornejo. “Carroza de Murciélagos” ocupada por las señoritas Emma Solá, Mercedes, María Teresa y Angélica Frías y Mecha Solá; “Cisne”, ocupada por las señoritas Yone Usandivaras, Lucía Ovejero, María Ester Cornejo y señoritas Serrey. La Carroza “Crisantemos Blancos”, ocupada por las señoritas Tota Isasmendi, Rita Usandivaras, Marta Gómez Rincón y Mercedes Dávalos Leguizamón. “Campesinas Bretonas”, ocupada por las señoritas Tula Goytía y Elena Angélica Serrey. “Carroza Dominó” ocupada por las señoritas Emma y María Luisa Martínez, Emilia Esquiú, María Teresa Gómez, María Ester Oliva y señoritas Figueroa Arias. “Carrozas de Tejedoras” ocupada por las señoritas Mercedes Cornejo Saravia, Ana Urrestarazu, Azucena Arias, Elena Cornejo, Carmen y Elisa Solá, Carmen Celina Rauch y Tula Goytía.
En disfraces de trajes de Fantasía se destacaron: de Españolas, las señoritas Lía Figueroa Linares y Corina Valdéz; de Fantasía, Gabriela Zambrano y Bauter; de Holandesas, Ana Arias y Solá; de Aldeanas, Carmen, Sofía y Jacoba Anzoátegui.
En Coches de paseo se observó la presencia de Elisa Göttlyng, Herminia Diez, María Elena Linares, Ana Cornejo, Angélica Martinez, María Teresa Rauch, Fanny López y Carmen Rosa Lobos.

¿QUE ES UN CORSO?

A esta altura del desarrollo del presente trabajo usted dará por entendido que el corso es una de las manifestaciones del festejo del carnaval, que se caracteriza por tener un circuito de desfile por el cual transitarán comparsas, carruajes, carrozas, disfraces individuales y cuanta persona desee participar de la convocatoria.
Nosotros hemos planteado, como resultado de la investigación, que este desfile llamado corso, como parte del carnaval, tuvo su primera manifestación en el carnaval de Salta en el año 1898, entendiendo que dicha actividad debía tener una estructura básica: Circuito de Desfile- Comisión Organizadora- Fecha establecida para esos desfiles- Horario establecido- etc.; pero llamativamente en el diario “Nueva Epoca” correspondiente al jueves 8 de Marzo de 1917 en su página Nº 2 se publica la siguiente nota que ponemos a su consideración:

Cuando dice Ud. “Corso” comete un barbarismo

“Un distinguido gramático de esta vecindad, nos visita para hacernos las siguientes interesantes observaciones, a propósito de un sustantivo que, en ocasión de las fiestas del Carnaval anda siempre en todas las bocas y en las columnas de todos los diarios.
“Cada vez que escucho (nos dice, con vehemencia) el vocablo “corso”, siento la sensación que sienten muchos cuando se rasga una tela, se muerde la corteza de un durazno o se dobla una uña: se me eriza todo el cuerpo.
“Corso” es un huésped exótico que se ha introducido arbitrariamente en nuestro lenguaje corriente, y que es necesario desterrar, en obsequio a la mayor pureza de nuestras expresiones.
No debemos decir “corso”, sino “coso”, que es la palabra legítima, mientras la otra está impresa en un año falso. Si aquella fuera más armoniosa, podría tolerarse, aunque no aplaudirse.
La Academia de La Lengua dice a este respecto, en su diccionario editado en l899:
“Coso”- (del lat. cursus, espacio donde se corre) m. Plaza, sitio o lugar cercado, donde se corren y lindan toros y se ejecutan otras fiestas públicas. Calle principal en algunas poblaciones. El coso de Zaragoza. Ant. cursu, carrera, corriente.
“Corso tiene un significado distinto, según se desprende de la siguiente anotación, tomada del mismo diccionario: “Corso( del lat. cursus, carreras) m. Mar. Campaña que hacen por el mar los buques mercantes con patente de su gobierno para perseguir a piratas o a las embarcaciones enemigas”.
Creo ( termina manifestándonos) que esto es definitivo; la aceptación que se le dá aquí comúnmente a la palabra corso tomada del italiano, es improcedente. En Chile, en El Perú y otras naciones americanas, lo mismo que en España, y se dice “coso”.
Por nuestra parte, no deseamos encabezar el movimiento innovador que aconseja el gramático aludido, y continuaremos diciendo “corso” hasta que se ponga en uso corriente el sustantivo “coso”.”

DIVERSIONES PARALELAS:

Como todos los años, para el tiempo del carnaval muchas personas no simpatizantes de estas fiestas, solían abandonar la ciudad y dirigirse a diversos puntos de la campaña donde permanecían durante esos días gozando del aire puro y de suaves brisas.
Los que no pudieron irse a la campaña se divirtieron bailando en el salón de La Sociedad Española, donde se realizaron bailes los días 4,6 y 11 de Marzo, organizados por La Juventud Recreativa Española, cuya presidencia era ejercida por José Argunes, y La Secretaría por A. Serrano.
El Centro Argentino de Socorros Mutuos, realizó el día 5 de Marzo una hermosa y concurrida Tertulia en los salones del Centro que era presidido por aquellos tiempos por Eliseo M. Lesser . La Secretaría era ejercida por Ramón Barrionuevo.


LOS CORSOS DEL FINAL DE LA GUERRA

NUESTRO AMIGO: EL PUENTE I’PALO.

1.918, es el año que La Historia Universal rescata como el de la finalización de La Primera Guerra Mundial ( iniciada en 1914).
Ese año encontrará al viejo y querido Puente I’Palo herido gravemente. Ese gran armatoste que tantos buenos servicios prestaba desde su inauguración, ya constituía un serio peligro para el tránsito entre nuestra ciudad y los lugares vecinos del Valle de Lerma.
Deteriorado por los efectos del tiempo y las fuertes correntadas , se lo había apuntalado con carácter provisorio y desde entonces seguía así. Las vigas de quebracho resistían, pero los salteños temían qué con el continuar de las lluvias que caían sobre Salta por Enero de 1918, y con ellas el aumento del caudal del Río de Arias, quedará destruido del todo. Recordemos que este puente desaparecerá diez años más tarde, en el verano de 1928.

ENTRE JUEGOS FLORALES-DEUDAS SALARIALES Y NOSTALGIAS:

A mitad de enero comenzó a despertarse el entusiasmo con motivo de la animación de las fiestas de Momo. Como siempre su llegada era presidida por entusiastas festejos: corsos, bailes y otras actividades que lo anunciaban y preparaban los ánimos, como por ejemplo la llevada a cabo el día lunes 14 de Enero a las 21,30 horas en El Teatro Victoria con motivo de los juegos florales patrocinados por La Sociedad Española cuyo programa establecía lo siguiente:
Primera Parte:
Himno Argentino- por el Orfeón Español, acompañado por la estudiantina- Lectura del resultado del concurso- Proclamación de La Reina- Marcha Real Española- Discurso del Mantenedor, El elocuente Orador Reverendo Padre Arbide- Lectura de Los Trabajos Premiados.
Segunda Parte:
Sinfonía por la estudiantina- cardieri- solo- por el Maestro Vázquez- Orfeón. Recuerdo- Aire Criollo, acompañado por la estudiantina, Barcarola
- Corso y sola por la señorita Vall- Ayala- Palacios, Bailes Flamencos y Fiesta de La Jota, cantada por el Baritono La Borda- Orfeón, Motete de Bach, Himno a La vida.
Mientras El Gobierno de La provincia adeudaba a la docencia salteña tres meses de sueldo. Más de un paisano añoraba los carnavales de antaño. En realidad siempre andamos añorando el pasado, bajo el famoso precepto de “todo tiempo pasado fue mejor”. Hoy nos parece que el carnaval de nuestros abuelos, de acuerdo a sus narrativas, fue mejor que los de finales del Siglo XX; sin embargo también los salteños de 1918 recordaban con nostalgia sus carnavales de antaño, de cuando las muchachas chorreaban agua, ya que desde temprano habían empezado a cambiar vestidos y cruzaban los patios disparando con baldes, palanganas, cacerolas y tachos dando estridentes alaridos y risotadas.
El suelo siempre quedaba convertido en un charco fangoso, donde de repente algunas de las carnavaleras se resbalaban, perdían el equilibrio y como diría la abuela “quedaban en pose para una instantánea”.
Los changos mozos realizaban el asalto por sorpresa. Atacaban por las puertas y otros, saltando los corralones ganaban los patios apoderándose de los pozos de agua y de las tinas, bastiones que producían furiosos entreveros cuerpo a cuerpo disputándose su posesión. En estos casos no era nada raro que los mozos en el calor de su entusiasmo levantaran a una niña por la cintura y le dieran un baño de inmersión en un recipiente lleno de agua, acto celebrado con grandes risotadas y gritos.
De pronto, una polvareda anunciaba la llegada de una caravana de jinetes. Al rato nomás, siete u ocho disfrazados de Moreiras y Payasos, hacían rayar los pingos mientras decían disparates cómicos que despertaban risa a comadres y a chiquillos. Estos visitantes eran temidos, pues solían largar el grueso “chorro de agua”, una lluvia de huevos descompuestos o llenos de materias malolientes. Otros, más escrupulosos, solían embadurnar la cara de los concurrentes con puñados de harina y papel picado, que luego eran recogidos del suelo por los “gurrumines”.
Por aquellos tiempos la calle de la ciudad eran recorridas por Comparsas; como por ejemplo “Los Salteños unidos”, que siempre se llevaban los honores del triunfo, que tenían su centro principal en la calle Entre Ríos y que eran dirigidos por el “Negro” Martínez, bien uniformados con un lujoso estandarte lleno de trofeos, desfilaban entonando sus canciones y luciendo su espléndida orquesta.
Que lindo era vivenciar la noche del entierro del carnaval, cuando el entusiasmo llegaba al colmo. La gran atracción era ver quemar al Judas. Ese día las mujeres con sus guaguas concurrían a pié desde los más lejanos arrabales. Un Judas grande solía colgar frente al “Naranjito” y en otros lugares mientras otros, eran paseados procesionalmente por las calles al compás de marchas fúnebres, algunos de los acompañantes y dolientes gimoteaban y otros daban fuertes gritos de dolor. A última hora, el recordado “Tetera”(personaje de la época que viene a representar el precedente de otro no menos recordado como lo fue “Frangollo”) se encargaba de pronunciar elocuente oración fúnebre que hacía desplomar de risa a los oyentes. De pronto, colgado en el Patíbulo el Judas comenzaba a arder, mientras explotaban estruendosamente una gran cantidad de bombas y cohetes. Momo había muerto pero las exequias continuaban hasta el otro día en numerosos bailongos que desparramaban la música en muchos lugares.

COMISIÓN ORGANIZADORA – JURADO Y LOS COLECTORES DE FONDOS:

Esos eran los carnavales que se añoraban allá por 1.918, mientras tanto el día Viernes 25 de Enero se habían reunido en la casa de la Vicepresidente de La Sociedad de Beneficencia, señora Rafaela I. de Riarte, un grupo de jóvenes entusiastas y dispuestos a secundar con su acción de propaganda para que los corsos tuvieran el brillo deseado y a la vez se obtuvieron, además, fondos destinados al Hospital del Señor del Milagro.
La comisión organizadora de los corsos estaba constituida por El Doctor Francisco Aráoz Castellanos como Presidente; El Teniente, Mario G. Godoy como Secretario; El Dr. Arturo Ferrary Sosa como Tesorero y David Michel Torino, Juan Carlos Costas, Arturo Figueroa, Juan Carlos Serrey, Ernesto Araoz, Humberto Cánepa, Carlos Bessani y Carlos Cornejo Aráoz como Vocales.
El Jurado encargado de la adjudicación de premios estaba formado por El Dr. Francisco Aráoz Castellanos, Dr. Manuel Anzoátegui, Dr. David M. Saravia y los señores Manuel R. Alvarado y Gualdino Riarte.
Se resolvió establecer un primer y segundo premio al mejor vehículo adornado y un primer y segundo premio al mejor grupo de señoritas.
Los corsos del año 1.918 se realizaron el domingo 10 , martes 12 y domingo 17 de febrero, a partir de las nueve de la noche alrededor de La Plaza 9 de Julio.
El Señor Ángel Galarreta fue designado Comisario General de los desfiles, con facultad de designar dos o más que lo secundaran en sus funciones.
Se conformaron las comisiones encargadas de recolectar fondos destinados al pago del alumbrado y los premios, quedando constituidas de la siguiente manera:
Primero: David Michel Torino y Arturo Figueroa encargados de la calle Caseros y Libertad al Sud-Oeste.
Segundo: Humberto Cánepa y Juan Carlos Serrey de Caseros y Libertad al Sud-Este.
Tercero: Arturo Ferrary Sosa y Carlos Bessani, las calles Caseros y Mitre al Nor-Este.
Cuarto: Ernesto Aráoz y Carlos Cornejo Arias las calles Caseros y Mitre al Noroeste.

FUE EL PRIMER CORSO EN EL QUE SE
COBRÓ ENTRADA A LOS CONCURRENTES.

Se había acordado cobrar entrada a todos los que concurrieran en las noches de corso; mayores de seis años, veinte centavos a cada uno, con excepción de los ocupantes de palcos.
Al poco tiempo, el martes 29 de Enero de 1918, el Secretario de la comisión organizadora, el Teniente Godoy debió ser reemplazado por el Teniente Don Pedro Greni, ya que el primero se ausentó a Tucumán por motivos de servicio.
Se fijó en cinco pesos Moneda Nacional por noche por cada palco ubicado sobre las veredas, como impuesto para el pago de alumbrado.
Las entradas para peatones a la plaza en las noches de corsos se vendieron en las cuatro esquinas de la misma y en los bares circundantes, ya que se contaba con la cooperación de sus propietarios.
Se había previsto que en caso de que en algunas de las noches lloviera, la jornada quedaba pospuesta para el día siguiente .
Todo vehículo movido a tracción sanguínea pagaba cinco pesos moneda nacional por noche. Los automóviles y carros pagarían diez pesos. Se calculaba la recaudación por ventas de palcos en treinta y cinco pesos por las tres noches.
Las comparsas, que desfilaban a pié estaban eximidas del pago de entrada, no así los vendedores ambulantes de flores y serpentinas que debían pagar tres pesos por jornada.
No se permitía la entrada de jinetes a caballo, con excepción de las autoridades oficiales.
La entrada de los coches y carros se realizó por la calle España y Mitre y la de automóviles por Mitre y Caseros. La Salida de todos los vehículos se efectuaría por Buenos Aires y Caseros. Las entradas de vehículos y venta de palcos se retiraban de Librería Pascual y Baleirón de Los Llanos, calle España 656.
El desfile de los corsos no podía tener una duración superior a dos horas y se había prohibido el uso de agua y papel picado.
La Prensa de la época presionaba a las autoridades comunales, para que se prohibiera a nombre del “buen gusto y del decoro”, la utilización de los trajes del sexo contrario, si bien, se decía, la investigación de esto resultaba arriesgada y muy pocas veces cómica.
Fue tal la presión de determinados sectores, ante la imposición del cobro de entrada para acceder al circuito del corso, que el día jueves 7 de febrero la comisión organizadora comunicaba que los veinte centavos establecidos como cobro de entrada sería optativo, todos aquellos que “buenamente” quisieran aportar esa cantidad en beneficio del Hospital del Milagro. Por otra parte las comisiones encargadas de recolectar fondos habían tenido una muy buena cosecha.

¡META VIVIR NOMÁS! (EN MEDIO DEL AGUA).

Las tertulias estaban al Orden del Día, así “La Comisión Pro-Cultura y Arte” realizó una en la Sociedad Española el sábado 9 de Febrero, poniendo como condición a los concurrentes vestir trajes de paseo. En casa del Comandante Agustín Matorras se improvisó una muy animada con la presencia de numerosa y distinguida concurrencia de señoras de la sociedad salteña.
El premio estipulado para el mejor carro de señoritas consistía en un Lunch en El Pabellón de los Lagos ofrecido por El Señor Lardié.
Tres relojes pulseras, para damas, para el mejor coche de señoritas vestidas con trajes de fantasía. Para la máscara más chistosa y humorística El Club 20 de Febrero donó cien pesos en efectivo. Los segundos premios consistían en una artística medalla, obsequio de La Casa Spaventa. Dos bomboneras obsequio de los propietarios del Casino y un par de preciosos violeteros obsequio de La Casa Isasmendi y Cía.
Los que no estaban nada contentos ni con El Carnaval ni con los Corsos eran Los Curas Mercedarios, quienes resolvieron que en los tres días del Carnaval en La Iglesia de La Merced se exhibiera El Santísimo Sacramento, a las diez de la noche y se rezaran actos de desagravio.
El primer día de corso gozó de decaimiento, poco entusiasmo y originalidad, en las calles, la tristeza del pauperismo reinante producto de la mucha miseria, eran las notas características.
El verano de 1918 es recordado como uno de los más lluviosos, tanto por la continuidad como por la cantidad de agua caída. El día lunes 11 de febrero, llovió casi dos horas consecutivas. El cielo en sus confines semejaba un campo de batalla.
Los Ríos Arias y Arenales crecieron como pocas veces, presentando un aspecto imponente. La precariedad del Puente I’ Palo acrecentaba la zozobra.
En la calle Urquiza, a la altura de Buenos Aires y Córdoba, los adoquines flotaban por encima de los bancos del Parque San Martín, arrastrados por las aguas.
El Lechero Cristóbal Suarez pretendía a mediodía vadear El Río Arias por el camino frente a La Finca del Señor Pedro Antonio Castro. Iba en una jardinera con dos animales, al entrar a la corriente volcó el vehículo apretando a su conductor quien pereció ahogado lo mismo que las bestias. Muchas personas observaban desde las barrancas el accidente, sin que le fuera posible prestar auxilio. Una gran cantidad de inmuebles se vieron afectados por derrumbes.

LOS PREMIADOS Y LA RENDICIÓN DE CUENTAS:

En el último desfile de corsos se notó más animación que en los anteriores, como así también mayor concurrencia.
Entre los carruajes adornados que llamaron la atención y provocaron los mejores aplausos a su paso deben ser mencionados el que representaba un elefante en el que iban las señoritas Sara Bertres Arias, Rita Usandivaras, Ester Aráoz, Fanny Mercedes Isasmendi, Mercedes Dávalos. Otro que representaba la prensa local y el que representaba “Las Luciérnagas” que estuvo a la par de “Los Planetas”.
La comisión encargada de adjudicar premios, emitía su fallo.
Al carro, tirado por cisnes y en el elefante le correspondió el primer premio. Un premio de tres pulseras le fue otorgado a las tres señoritas que iban en una berlina y en un coche con traje de mariposas. Una medalla de oro para la canasta iluminada a luz eléctrica. Dos violeteros para “Los Artilleros”. Dos bomboneras para el carro de huelguistas. El primer premio de cien pesos fue declarado desierto por no haber ninguna máscara merecedora de él. De este importe se destinó veinte pesos para el jovencito que hacía de Carlos Chaplín (Mariano Ovejero Paz), durante las tres noches del corso.
El Sábado 23 de Febrero, la comisión pro-corsos, dió a conocer la rendición de egresos e ingresos que fue la siguiente:

Recolectado por la comisión de señoras y caballeros------- $ 459,70
Por entradas vendidas en el corso del día 10 ---------------$ 17, 40
Tarjetas vendidas en La Tertulia del día 11 -----------------$ 541, 00
Entregadas por Baleirón de Los Llanos -------------------- $ 600, 00
Entregado por El Casino --------------------------------$ 30
Entregado por la señora Dolores de Figueroa -------------- $ 5
Saldo del premio Club 20 de Febrero ----------------------$ 80

TOTAL ------------------------------------------------$1733,10

EGRESOS:
Cantina del Club -----------------------------------------$ 71,40
Propinas al servicio ------------------------------------------$ 35
A los señores Monerris y Cía. por impresiones ---------------$ 35
A papel Hauctein -----------------------------------------$ 14,40
Orquesta “Santa Cecilia” ------------------ --------------$110, 00
Premios -----------------------------------------------$ 60
Para Hospital del Milagro --------------------------------$1406,80

TOTAL ------------------------------------------------ $1.732,6
Del análisis de estos datos se pueden observar al menos cuatro detalles:
1.- Los que “buenamente” aportaron el pago de su entrada no fueron tantos (si la entrada costaba veinte centavos, el importe rendido nos dice que solo pagaron ochenta y siete personas).
2.- Una tertulia, por estos tiempos representaba casi el 30 % de la recaudación total.
3.- Los premios que se establecían en estos corsos comprendían en su mayoría objetos (que eran donados o adquiridos) y tenían escasa incidencia en la organización.
4.- La orquesta obtenía un muy buen reconocimiento económico por animar una tertulia.
Así pasó el carnaval de 1918 por Salta.
En Orán había pasado casi desapercibido. Ni siquiera tuvo lugar el acostumbrado baile social.
A manera de balance, intentando contactar con una especie de síntesis, recurriremos a la información volcada en las páginas de el diario “El Cívico”, del día Domingo 22 de Febrero de 1918 donde publicaba lo siguiente: “... Desde la víspera, sábado 21, se notó ya bastante animación en el pueblo para festejar las fiestas carnavalescas, efectuándose reuniones en varios puntos de la ciudad y baile de disfraz en La Sociedad Española, corsos en las calles Buenos Aires y Florida, acumulación de proyectiles para las batallas y un ir y venir de aficionados poblando el aire con comentarios. El domingo amaneció con el cielo plácido pero con nubes precursoras de lluvias. Los palcos de La Plaza 9 de Julio fueron terminados y la instalación eléctrica igualmente. Al mediodía se notó algún movimiento en las calles, por jóvenes que se mojaban y nada más. No hemos visto desfilar comparsa alguna. Por la tarde se realizaron dos soberbios corsos en las calles Buenos Aires y Florida. Por la noche debían repetirse estos con lujo de concurrencia y atavíos de papeles.”
“Había mucha animación y entraban en los corsos la mayoría de los carruajes, compuestos la mayor parte con sus ocupantes muy alegres cuando un repentino aguacero dispersó la reunión. El lunes hubo bailes en el Club Social y un concurrido corso en la calle Florida. El entusiasmo de éste cesó también a las once de la noche, hora en que se desencadenó un chaparrón de agua. Al siguiente día el entusiasmo no decayó. Ha sido un carnaval lluvioso el de este año. En la campaña las fiestas carnavalescas han pasado casi desapercibidas...”.

EL CARNAVAL DE 1919:

LA POESÍA AL PODER:

1918 había sido un año, desde el punto de vista político, bastante conflictivo; recordemos que Abraham Cornejo gobernó desde el 20 de Febrero de 1916 hasta el 9 de Mayo de 1919, fecha en la que asumirá el gobierno de La Provincia, interinamente, con carácter de Interventor Federal El Dr. Emilio Jiménez Zapiola, que gobernará hasta el día 23 de Julio del mismo año, fecha en que asumirá también en carácter de interino El Coronel Ricardo Solá, quien ejerció el mando hasta el 9 de Agosto de 1918. Desde esa fecha y hasta el 7 de Enero de 1919 desempeñará el cargo de Interventor El Dr. Manuel Carles.
1919, entonces, nacía con un nuevo Gobernador: El Dr. Joaquín Castellanos, un salteño nacido en el año l86l y fallecido en Buenos Aires en el año 1932. Castellanos gobernó Salta desde el 7 de Enero de 1919 al 10 de Noviembre de 1921, sus Ministros de Gobierno fueron: Darío Arias y Julio José Paz; tuvo como Ministros de Hacienda a David M. Saravia- Darío Arias- Julio Bastiani y Miguel López Domínguez. Sus Intendentes Municipales fueron, Carlos Outes- Luis Diez- Bernabé Toranzo y Bernardo Moya. Ejercieron durante este Gobierno el cargo de Jefe de Policía: Juan B. Peyrotti- Agustín Matorras- Germán Alemán y Manuel Guerrero.
Debe aclararse que durante el Gobierno de Joaquín Castellanos, El Dr. Juan Basilides Peñalva, en su carácter de Presidente del Senado de La Provincia, ejerció el mando interinamente desde el 10 de Enero hasta el 25 de Mayo y del 2 de Julio al 25 de Setiembre de 1919 y desde el 25 de Octubre de 1921 hasta el 12 de Noviembre de ese mismo año. Como se puede apreciar el Gobierno de Castellanos fue un período conflictivo en la historia política de los salteños, justificada en su espíritu progresista, en su profundo compromiso para con los sectores sociales desposeídos y sus diferencias políticas para con El líder Radical, partido al cual representaba, el Dr. H. Yrigoyen. Dificultades políticas-administrativas que tuvo que afrontar El Dr. Joaquín Castellanos, así con fecha Jueves 30 de Enero de 1919 el Diario “Nueva Época”, dirigido entonces por Arturo Gambolini, en su página Nº 2 y con el título de “Los Maestros en Comisión” decía lo siguiente:
“ El título nos resulta como el carnaval de Venecia: variaciones sobre un mismo tema. Debemos sin embargo, ocuparnos del asunto, ante una réplica de nuestro colega “La Voz del Norte”, calificando de capciosa la afirmación que nos atribuye, de que en Salta no existen más maestros que los que actualmente desempeñan puestos dependientes del Consejo General de Educación.
Lo que hemos dicho es que el 95 % del magisterio provincial, está constituido por mujeres, y que difícil sería encontrar diplomados para llenar con ventaja los claros con que amenaza el decreto declarando en comisión a los maestros. Lo hemos dicho y lo sostenemos a base de un argumento que el colega no podrá destruir. Y es el de que los maestros con titulo prefieren en general los puestos nacionales, por el mayor sueldo con que son retribuidos y por la mayor estabilidad en los cargos. Eso no implica que algunos no tengan colocación o que acepten emplearse en las escuelas provinciales; pero nadie negará que en ambos casos son contados, así como nosotros no negamos que puedan existir educacionistas faltos de competencia y susceptibles de ser reemplazados.
Agregamos una vez más que para llegar a este resultado que parece proponerse El Consejo, no era necesario el tal decreto. Sobre todo si se tiene en cuenta que un buen porcentaje del magisterio demostró o demuestra evidentes simpatías por el radicalismo, lo que hace suponer, fundadamente, que quienes corren peligro en su estabilidad no son por cierto los maestros radicales.
Somos también partidarios de la selección del personal, y en este punto no discutimos las ventajas de llevarla a cabo. Eso sí, que nos reservamos el derecho de comentar en su oportunidad los procedimientos, anticipando desde ahora que la selección o podrá ser hecha de la noche a la mañana y que, entre tanto, el referido decreto mantendrá en la incertidumbre al gremio afectado, y con especialidad o los maestros sospechados de indiferencia por el partido gobernante ”.

LA VILLA VERANIEGA DE SAN LORENZO Y SUS CORSOS:

En los primeros días del mes de Febrero de 1919 la señora Rafaela Ibazeta comenzó a desarrollar tareas tendientes a que los tradicionales corsos de carnaval pudieran realizarse y al igual que el año anterior fuesen en beneficio del Hospital del Milagro.
Mientras tanto por el territorio veraniego de San Lorenzo también se adoptaban los recaudos necesarios para la organización del corso vespertino, que se llevó a cabo en dicho lugar el día domingo 16 de febrero desde las cuatro hasta las siete de la tarde. Su avenida principal de por sí bellísima, fue engalanada con gusto, utilizando adornos cedidos generosamente por la Sociedad Española. Concurrió una Banda de Música, se prohibió el juego con agua durante su transcurso y se desarrollaron en un marco de armonía y alegría. Un hermoso corso de flores y serpentinas. Se puede decir que pocas veces, en los pueblos del interior se realizaron corsos, por esta época. Asistieron aproximadamente cincuenta automóviles, adornados con helechos y rosas, que recorrieron el circuito preparado con una profusión de gallardetes y guirnaldas.
Entre el público asistente se destacaron Dolores Arias de Huertas, Virginia Tamayo de Alvarez, María Figueroa de Uriburu, Elena Usandivaras de Tamayo, Carlota Palacios de Leguizamón, Sara Figueroa de Gómez Rincón, Asunción Usandivaras de Los Ríos, Carmen Aranda de San Miguel, Lola Alvarez Tamayo de López, Elisea Ortiz de Patrón Costas, Lucía Linares de Cornejo, Elisa Tamayo de López, Serafina Figueroa de Arias, Angela Sánchez de Usandivaras, Sara Cornejo de Fleming, Elisea Isasmendi de Ortiz, Juana Campos de Benitez, Angélica Usandivaras de Arana.
Entre las que desfilaban en autos se destacaron Ortencia Campero de Figueroa, María Luisa García Pinto de Patrón Costas, María Ester Uriburu de Usandivaras, Fanny Lola Becker de Cornejo, Elisa Figueroa de San Miguel, Mónica Costa de Cornejo, Juana Benitez de Fleming y muchas otras, todas integrantes de la crema social salteña.

EL ESTADO DEL CASCO CÉNTRICO O CAPITALINO:

El carnaval se aproximaba y las avenidas de la Plaza 9 de Julio no presentaban su mejor aspecto. Habían sido rellenadas con ripio sin apisonamiento posterior, de donde resultaba que los transeúntes trazaban huellas por el césped al hacerse imposible el andar por dichas avenidas.
El pavimento de las calles se encontraba en pésimo estado, tanto el de adoquín como el de piedra. Algunas cuadras céntricas permanecían sin ningún pavimento tales como la Urquiza entre Libertad y Buenos Aires y La Mitre entre Leguizamón y 13 de Febrero.
El vecindario se quejaba de que El Tagarete, ex Zanja Blanca, hoy Avenida Virrey Toledo, que por aquellos tiempos se llamaba Avenida Centenario, se había convertido en un depósito de basuras.
La Plaza Alvarado, calle Caseros al 2000, presentaba el aspecto de un matorral en completo abandono. Mientras el Gobernador de Salta, el doctor Joaquín Castellanos se había trasladado a Buenos Aires para gozar su luna de miel, la administración quedó a cargo de Juan Basilides Peñalva. La comisión de corsos del carnaval, que se realizarían a beneficio del Hospital del Señor del Milagro, daba a conocer su reglamento.
Se preveían corsos alrededor de La Plaza 9 de Julio para los días 2,4 y 9 de Marzo. Los gastos originados serían subvencionados con lo que se recaudaría de cobrarle cinco pesos a todo vehículo tracción a sangre que circulara por el corso, por noche; los automóviles y carros pagarían diez pesos. Cada palco costaría treinta y cinco pesos por las tres noches. Los vendedores ambulantes de flores, pomos y serpentinas pagarían dos pesos por noche. La entrada y salida de vehículos, coches y carros sería la misma, que la fijada para el corso del año anterior. El desfile comenzaría a las nueve de la noche y quedaba prohibido el uso de agua durante el desfile.
Fueron designados comisarios del corso los señores Ángel Galarreta y Alejandro Mollinedo.
EL CARNAVAL DE ORAN Y EL CARRIL

En Orán, el carnaval se vivió prácticamente con indiferencia.
Por iniciativa de algunos de sus habitantes se realizó en un salón cedido por el señor Ángel Ubiergo un gran baile y lunch que fue un éxito completo, donde la animación no decayó ni un instante bailándose desde las nueve de la noche hasta las cinco de la madrugada. Entre los presentes sobresalieron: Escolástica R. Aseña, Etelvina P. de Borche, Carmen R. de López, Sinecia Z. de Tobar, Delicia A. Gilabert, Amalia, Aurelia y Josefa Ubiergo, Sara, Mery y José Gaum, Santiago Gonzalo Pérez, Mariano Pico, Carlos Gomez, José Figueroa Torino, José Padovani y otros, de esta tertulia surgió la idea de formar un Club Social.
En El Carril, mientras tanto, resultó un acontecimiento social la cena y baile con que fue recibido Momo en esos pagos. Se llevó a cabo en la Casa del señor Belmont, donde se bailó con entusiasmo hasta las primeras horas del día siguiente, destacándose la presencia de Miguel Ignacio Avellaneda, Anita Juarez Moreno, Elvira Torres de López, Rogelio San Millán, Elisa D’Andrea, Miguel Zigarán, Emma Fuente Seca y muchos otros.

LAS CELEBRACIONES CAPITALINAS:

Los corsos de la Capital de Salta fueron un éxito. Al de La Plaza 9 de Julio concurrió un gran número de vehículos, una diversidad de disfraces que le dieron un marco multitudinario y colorido.
El Corso de la calle La Florida, que comenzaba a las cinco de la tarde, contó con una doble hilera de vehículos que ocupaba las cinco cuadras de su tradicional circuito, desde Corrientes a Tucumán. Como todos los años anteriores una espectacular presencia de público, acumulada en puertas, balcones y aceras, interrumpía de continuo el tráfico de este corso multitudinario, donde se jugó hasta las nueve de la noche.
La Banda de Música Provincial amenizó el corso de La Florida.
El carnaval de 1919, también se vio amenizado por un concurrido baile de disfraces llevado a cabo el sábado 9 de marzo en la casa del señor Eliberto Sid a iniciativa de los miembros de La Sociedad Pro-Cultura y Arte.
Así pasaron los corsos de La Plaza 9 de Julio y de la calle La Florida ambos destacados por una buena organización, pero también la manifestación de la gente que solicitaba para ambos corsos una inspección, por parte de la unicipalidad en lo que a la seguridad de los palcos se refiere.

RECUERDOS DE CARNAVAL

La flor amarilla, la flor del olvido,
en el último Corso del Carnaval,
me diste en recuerdo de haberte perdido,
y fue airosamente de adorno a mi ojal.

Dijiste mi nombre con eco sentido
al darme galante la rosa fina.
Como un homenaje mi verso ha querido
pagarte la rosa con un madrigal.

Si en amor cual vienen, terminan las cosas,
merece alabarse que sean las rosas
epílogo dulce de un sueño triunfal.

Y así tu capricho fragante de olvido,
cual leve recuerdo de haberte perdido
se fue airosamente de adorno a mi ojal.

JORGE VILLAFAÑE.

EL CARNAVAL DE 1921:

Relacionado con el Carnaval de 1920, nada hemos podido lograr. Recurriendo a la memoria de algunos salteños que vivieron valiosos tiempos, solo hemos obtenido vagas referencias, la mayoría nos cuenta que si hubo corsos tanto en La Plaza 9 de Julio como en la calle La Florida y que “estuvieron muy churos”; por lo tanto pasaremos a contar algo del carnaval del año 1921, que por otra parte es el año en que se recordó el Centenario de La Muerte del General Martín Miguel de Güemes (fallecido el 17 de junio de 1821).
Hacia el 21 de enero, los salteños se encontraban a casi tres semanas del inicio del carnaval. En cierta manera la preocupación consistía en que se observaba una cierta indiferencia en el ambiente, lo que hacía suponer que las fiestas correspondientes a este año carecerían del tradicional atractivo. Pero al mismo tiempo, contradictoriamente se anunciaba para el domingo 30 de enero la realización de un corso de flores en la pintoresca Villa de San Lorenzo, organizado por las familias veraneantes.
Recién hacia fines de enero “Las Damas de La Sociedad de Beneficencia” comenzaron a trabajar para intentar lograr la realización de Corsos en la Plaza 9 de Julio. A la par , el tradicional y exitoso corso de la calle La Florida también tenía en la comisión organizadora a un entusiasta grupo de vecinos que buscaba prestigiar su realización en la mejor forma posible.
Por aquellos tiempos la mayor parte de las calles poseían un adoquinado de madera, que se encontraba en un estado ruinoso y la Intendencia Municipal había destinado dos cuadrillas de trabajadores para proceder a su refacción en los lugares indispensables.
Los corsos del año 1921 fueron patrocinados por El Centro Argentino de Socorros Mutuos y se decidió que el producido de las fiestas sería distribuido proporcionalmente entre La Sociedad de Beneficencia y El Centro Patrocinante, es decir destinado a fines exclusivamente de Beneficencia social. De todas maneras a días del inicio del carnaval el ánimo no se elevaba y seguía notandosé casi ningún entusiasmo por sus festejos.
Se estableció el costo de las tarifas de alquiler de los palcos en doce pesos por cada noche y de treinta pesos por las cuatro noches. Los interesados solían concurrir a la Casa Chirimonti, que estaba ubicada en Caseros y Buenos Aires donde trataban sobre el tema. Como puede apreciarse, las diferencias de precios en relación a los años anteriores era muy notable. Llamativamente algunos pretendían justificar esta situación en el desinterés que animaba al centro patrocinante, que por otro lado, y contradictoriamente decían “no escatima esfuerzos con tal de conseguir que los corsos alcancen el mayor brillo posible”.
Muy pocas máscaras, escasa serpentina y por el contrario tal como se preveía las fiestas carnavaleras tuvieron un tono deslucido debido a la falta de animación y entusiasmo mucha agua y pomos hicieron que una lluvia de reclamos y quejas se manifestara. Algunos llegaron a considerar como insoportable al abuso inmoderado del juego con agua en los corsos.
A tanto llegó la miseria del carnaval de este año que el diario “Nueva Época” del Miércoles 9 de Febrero de 1921 en su tapa decía lo siguiente:

¡ UNA MÁSCARA !

Después de un día en que nada hizo advertir que estábamos en pleno carnaval, el domingo presenciamos un caso curioso y alegre. Un grupo de muchachos perseguía al iniciarse el corso una máscara; la única máscara; la primera que en un gesto d’anunzziano quiso llevar a conocimiento del pueblo que estabamos en carnaval. Pero, aquella turbamulta de chicuelos le persiguió, le sacaron repetidas veces la careta, le apedrearon; haciendo miles travesuras al infeliz entusiasta que tuvo que retirarse hasta que los policiacos le prestaran garantías.
En realidad no tan solo el agua fue un problema de los corsos, sino que los organizadores fueron sorprendidos por la escasa cantidad de vehículos que concurrieron y la poca animación de los participantes.
Por supuesto el Club 20 de Febrero no dejó de organizar su baile, que fue considerado la nota saliente de los festejos del carnaval; ya que era considerado como un exponente elevado de distinción y sociabilidad.
En el Centro Argentino de Socorros Mutuos, la gente no quiso quedarse atrás y también organizó su baile que se prolongó hasta altas horas de la madrugada en medio de un ambiente de gran animación.
Hablando de bailes hubo uno que se destacó nítidamente, el organizado por los Jefes Oficiales del Regimiento Quinto de Artillería Montada que la noche del jueves 10 de Febrero llevaron a cabo El Baile de Fantasía para celebrar el veintitrés aniversario de la Fundación de dicha unidad. Lo más representativo de la Alta Sociedad se dio cita en el mismo que contó con la presencia de La Banda de Música de La Policía y La Banda del Regimiento Quinto de Artillería, además de una orquesta compuesta por ocho profesores, que bajo la dirección del Sr. Jaime Comas, fue muy aplaudida.
Tanto el Corso de La Plaza 9 de Julio como el de La Calle La Florida, levantaron un poco la puntería en sus últimas jornadas. Especialmente este último, dentro de la pobreza del carnaval de este año puede decirse que fue el mejor y el más concurrido. El corso popular estuvo vestido de encanto y animación donde la disputa carnestolenda de coche a coche se trabó con singular característica”.
Para este año el circuito del Corso de La calle La Florida había sido ampliado en dos cuadras (desde Alvarado a Tucumán). Una fila interminable de automóviles y carruajes ocuparon esas siete cuadras bajo una lluvia de proyectiles mensajeros de amor y de alegría flores y agua perfumadas eran arrojados desde balcones, puertas de las casas y desde las aceras.
Si bien el corso de La Plaza 9 de Julio en su última jornada contó con mayor número de carruajes y autos ocupados por señoritas elegantemente vestidas no alcanzó a tener la brillantez del otro corso.
Los corsos de 1921, entonces, no sobresalieron con respecto a otros de años anteriores. De todas maneras a la hora de los balances económicos, desde el punto de vista monetario la cosa no fue tan mal, ya que en un informe ( memoria leída por El Presidente del Centro Argentino de Socorros Mutuos, Señor Mollinedo en la Asamblea del 13 de Marzo de 1921) referido a los corsos del carnaval se ponderaba el esfuerzo que conllevó la organización gracias a una concesión especial otorgada a su favor por la Intendencia Municipal. Parte del informe decía: “...No obstante los muchos inconvenientes, trastornos y el mal tiempo reinante en los días de su celebración, el producido líquido de estas fiestas es de $ 762,80 Moneda Nacional, habiéndolo compartido nuestra asociación, de sus utilidades al Hospital del Señor del Milagro, quedando un saldo total a nuestro favor de quinientos pesos moneda nacional que ingresaron a la Caja Social...”
En esa rendición se hacía especial mención por la colaboración en esta empresa de los corsos a los señores Arrigo Morossini a los consocios José J. Saravia, José W. Ruiz y Roque Bosco.
Para pintar un panorama general de la Salta de estos tiempos, apelamos nuevamente al diario de la tarde “Nueva Época”, que en su edición del 1º de Marzo de 1921 en una nota titulada “Por los Barrios Sub-Urbanos”, decía:
“Señor Director: Teniendo en cuenta que el diario Nueva Época, de su digna dirección siempre se ha ocupado de los intereses generales del pueblo y especialmente de la clase pobre, nos tomamos la confianza de molestarlo pidiéndole quiera llamar la atención a quien corresponda por medio de su ilustrado diario para que nos tengan un poco de compasión y dejen pasar un hilito de agua por la acequia que va a los lagos y que cruza por las calles Buenos Aires, Tucumán, Córdoba y Lerma. En este barrio hay un regular número de población y todos nos servimos de la acequia para tomar el agua y otras necesidades apremiantes. Como acá no hay servicio de aguas corrientes hasta los animales necesitan de dicho elemento.
En la época del régimen como llaman los regeneradores, jamás faltó un hilo de agua en tiempo de invierno y menos en verano porque el Río Arias siempre está con un gran caudal de agua. En otros barrios tienen suerte porque se reparte agua corriente en un carro de la municipalidad y a nosotros solo nos tienen en cuenta a efectos de los impuestos.
Los charcos de agua estancada en dicha acequia están en un estado de descomposición que es un peligro.
Nosotros creemos que el señor Intendente no ha de ignorar esto porque no lo creemos capaz de negar un poco de agua.
Dándole las gracias de antemano saludamos a usted con nuestra consideración más distinguida.
Varios Vecinos ”.

EL CARNAVAL DE 1932

LA ALEGRÍA CERRILLANA Y LA TRISTEZA CAPITALINA:

El día domingo 31 de enero de 1932 a las seis y treinta de la tarde se llevó a cabo un Corso de Flores, en Cerrillos, que fue organizado por un grupo de damas a beneficio de la capilla del pueblo.
El precio de la entrada fue fijado en un peso para automóviles y coches? cincuenta centavos para jinetes y veinte centavos para peatones. Se desarrolló en el marco participativo de gran cantidad de gente; dado el éxito alcanzado, la Comisión Organizadora decidió la realización de un segundo corso para el domingo 7 de febrero en el mismo horario y con los mismos precios.
Aunque usted no quiera creer, prácticamente hemos dicho todo del carnaval de 1932, salvo los bailes en la Sociedad Española, en la residencia veraniega de José Coll en San Lorenzo, en El Pabellón de Los Lagos, organizado por la comisión directiva del Sporting Club, o un baile de Fantasía llevado a cabo en el Hotel Pastores de General Güemes, entre otros, se podría decir que el carnaval tuvo un carácter fúnebre. Pasó así inadvertido en la capital, solo en ciertos pueblos de la campaña hubo alguna animación. El hambre y la miseria habían sido más fuertes que la permanente indiferencia al acontecer nacional e internacional que había caracterizado a la Aristocracia Salteña, quien más allá de las convulsiones que aquejaban al globo terráqueo se manifestaban como si Salta fuere una isla.
Increíblemente hasta las fondas del Alto Molino habían sido embargadas de tristeza, lo que en cierta manera grafíca la situación que se vivía. La calle Caseros, era por esos tiempos tal vez la más extensa, teniendo a su lado una población compacta de extremo a extremo de la ciudad. Pero transitarla desde Jujuy hasta el oeste, hasta más allá del Paso Nivel del tren, resultaba un verdadero Vía Crucis en especial para los que empleaban rodados. Su empedrado era malo, hendiduras, baches y piedras en punta obligaban a los vehículos a ir a dar tumbos.
Es posible que el ánimo popular reflejara la tristeza y la indiferencia que pueden provocar actitudes como las del Jefe de Policía que al hacer público el Edicto de Carnaval ponía acento en remarcar que imperaba el estado de sitio, que se prohibía la instalación de carpas y la realización de bailes públicos y que para disfrazarse se debía estar munido de un permiso especial que otorgaba la división de investigaciones siendo requisito indispensable presentar cédula de identidad y certificado de buena conducta. Era absolutamente prohibido el uso de antifaz y careta. En ese marco, decirles que los corsos de la calle la Florida y la Plaza 9 de Julio fueron un desastre puede llegar a comprenderse.
Como vendría de mal la mano que ante la falta de entusiasmo por los corsos la sociedad de conductores de carruajes y carros citó a una reunión urgente el día martes 2 de febrero a las nueve y treinta de la noche en su local gremial de calle Ituzaingó 540, ante la preocupación que significaba el opacamiento de una importante fuente de ingresos.
El miércoles 3 de febrero el Jefe de Policía, Teniente Coronel Enrique M. Garda que formó parte, en primer lugar del Gabinete de Gobierno de Don Erasmo Martínez, que desempeñó el cargo de interventor desde el 2 de octubre de 1931 hasta el 22 de enero de 1932 y posteriormente del Gabinete del Dr. Fernando Valenzuela interventor desde el 22 de enero de 1932 hasta el 20 de febrero del mismo año, el Jefe de Policía, decíamos, daba a conocer una resolución en la cual reafirmaba la ampliación de lo establecido en el artículo 6º del Edicto de Carnaval, por la cual se permitiría algunos bailes en casas de comercio. Se autorizaba a los Comisarios de Seccionales acordar permisos, con prohibición absoluta del expendio de bebidas alcohólicas excepción de la cerveza, chicha y aloja, en forma limitada. No podían durar más de las tres de la madrugada y la Policía podía clausurarlos en el momento que creyera conveniente. Las fiestas carnestolendas de 1932, fueron entonces, largas y aburridas debido a la crisis reinante y al exceso de prohibiciones.
El Corso de la Plaza 9 de Julio estuvo concurrido pero, sin brillo. Las puertas de los salones del Club 20 de Febrero estuvieron cerradas este año en las clásicas Fiestas de Momo.

EL CORSO DE LA CALLE LA FLORIDA:

En la primera semana de febrero un grupo de vecinos de la calle la Florida, buscaban los auspicios necesarios para poder concretar el corso. Por el lado de la Municipalidad se había decidido que la participación del organismo solo estaría dado en la iluminación del circuito. Es decir, después de la poca afortunada participación municipal, habían dado un paso atrás y se volvió a transitar el camino del protagonismo privado. Se estableció que se cobraría un peso por cada coche y tres por automóviles y camiones.
Los Corsos de la calle La Florida estuvieron atestados de concurrencia a pié, en todo su trayecto, y de curiosos en las esquinas, pero en materia de vehículos y de disfraces, como en el uso de artículos de Carnaval resultaron de una languidez sin precedentes.
Por las tardes, el Parque San Martín, se convertía en una romería por la afluencia considerable de autos y de paseantes.
La Historia, como ciencia, brinda una serie de elementos que facilitan el análisis de períodos y acontecimientos. Debe quedar en claro en primer lugar que los corsos no solo se miden por cantidad de concurrencia, sino también por calidad de participación, lo que en cierta manera es una muestra de la capacidad de organización. Por otra parte el Carnaval no es un espectáculo, donde el pueblo puede y debe estar en la morosidad de un simple espectador, al por el contrario, debe ser su principal protagonista.
O al Carnaval se lo deja que se desenvuelva espontáneamente o se lo suprime del todo (cosa que no vaya a creerse que es tan fácil, porque no es cuestión de un decreto). Pero no se puede incidir hacia el fracaso de los festejos como por ejemplo en 1932, cuando se llegó incluso a prohibir el uso de caretas y de disfraces.

EN EL VALLE DE SIANCAS HUBO CELEBRACIÓN:

Llamativamente en los pagos de Campo Santo, se festejó con mucha alegría el Carnaval, a través de los corsos vecinales, en los que participaron numerosas personas de Güemes, Betania y Cobos. Entre los varios vehículos adornados que circularon cosechando el aplauso del público, se destacó un camión ocupado por un grupo de alegres chicas de Betania a quienes se les otorgó el primer premio. El vehículo premiado era ocupado por las señoritas Argentina y María Gimenez, Candelaria Escribano, María Rodríguez , Edit y Nelly Batista, Miguela Causarano, Ester Mormina e Irene Belloni.
En fin, no dio para mucho el Carnaval de 1932. Tristón el pobre. En una de esas es preferible enterarse de algunos chismes policiales que comentaban los salteños a consecuencia del mismo.

CHOQUE DEL PASADO Y EL PROGRESO:

A horas 9,30 del 7 de febrero, el auto chapa Nº2, de San Lorenzo, guiado por Eduardo Dolonza, corría por Pellegrini de Norte a Sud, a bastante velocidad que al llegar a la esquina de calle Urquiza, fue a embestir al coche de Plaza Nº 18, guiado por Florencio Ibarra. Del accidente resultó con una contusión de cierta importancia en la espalda, la niñita Martha Celia Domenicheli, que viajaba en el coche manejado por Ibarra; vehículo que sufrió la rotura de una de las ruedas y guardabarros.

CARNAVALERO Y DESACATAO:

Con los últimos minutos del mismo día, el agente Ramón Salinas, cumpliendo disposiciones superiores, ordenó el cierre de la cantina establecida en la calle Santiago del Estero y Juramento. En esa misión se encontraba, cuando fue provocado por el Parroquiano Isaac Cabezas quien, armado de una botella, atacó al representante de la autoridad, trabándose ambos en lucha. Durante el transcurso de la misma, Cabezas logró arrebatar el espadín al vigilante, después de lo cual se dio a la fuga. Se recomendó su captura. El agente Salinas resultó con lesiones de importancia en la cara.

AL QUE MADRUGA...

El domingo de carnaval, a las 2,30 de la madrugada, en un negocio establecido en la calle Buenos Aires Nº 41, el sujeto José M. Bejarano, sin que mediara ninguna discusión, hirió de un hachazo en la cara a Francisco Aldías. El heridor se dio a la fuga, pero fue capturado mediante la eficaz cooperación del Señor Jesús Báez y otro particular, quienes lo entregaron detenido al agente M. Mamaní, de la Seccional Primera.

AL QUE DUERME EN CAMA AJENA...

Escolástico Arias, domiciliado en la calle Juan Martín Leguizamón entre Alvear y Bolivar, denunció en la comisaría primera, que deseando divertirse, salió a recorrer las carpas, bebiendo en una de ellas tres cervezas, las que pagó con un billete de cien pesos dándosele la suma de noventa y siete de vuelto, que guardó en uno de los bolsillos del pantalón. Invitado a dormir por el auriga Ramón Torres, fue hasta el domicilio de éste, y al levantarse ayer, notó que todo el dinero había desaparecido. La Comisaría Primera procedió a la detención de un individuo sobre quien recaían ciertas sospechas. Lo llamativo era la facilidad para “agarrar macha” por parte de Arias.

CARPERO BELICOSO:

A las tres de la madrugada, personal de la Comisaría Primera procedió a cerrar una carpa de baile establecida en Mitre y Ameghino. Uno de los contertulios, Antonio Galarza, se negó a acatar la orden y agredió a trompadas al cabo primero Pío Nievas.
Después de una breve lucha Galarza fue detenido, conduciéndoselo a la Comisaría Primera, donde se le instruyó sumario por desacato.

Y así se fue el Carnaval de 1932 quedando como recuerdo que en el pintoresco pueblo de Quijano se había organizado un Paseo Campestre a fin de despedir al Dios Momo, dirigido por Ignacio Bejarano, Comisario de Policía del pueblo.
Los salteños se decidieron a transitar el resto del año con un sueño que no se concretó; el proyecto de pileta de natación que pensaba construirse en el Parque San Martín, en la manzana comprendida entre las calles Mendoza, San Juan, Santa Fé y Lavalle. Iniciativa del Intendente Municipal Señor Gottling y proyectado por el departamento de Obras Públicas de la Comuna, bajo la dirección de Julio Velarde y el Dibujante Juan Valle.

EL CARNAVAL DE 1933


UN AÑO RELACIONADO CON...

En los años anteriores el Carnaval, y en especial sus Corsos, se encontraban en un proceso de retroceso o decaimiento. ¿Sería 1933 el año de la recuperación?.
Por lo pronto diremos que este año estaba relacionado con las siguientes fechas y acontecimientos:
1977: de la introducción del Calendario Juliano. (introducido el 1º de
enero del 46 a.c.).
2686: De la Fundación de Roma, según Varron ( 753 a.c.).
351: Del Calendario Gregoriano establecido en Octubre de 1582 (que
abolió, por decisión del Papa Gregorio XIII, el Calendario Juliano y estableció el 1º de enero como principio del Año Nuevo).
1977: Del Calendario Juliano o Ruso (que empezó trece días más
tarde, que el Juliano, es decir el 14 de enero del 46 a.c.).
5694: De la era de los Judíos (que según Samuel comienza en el año
3761 a.c.); empezó el 1? de octubre de 1932- el primer mes del año judío cae en setiembre o en octubre del Calendario Gregoriano.
1311: De la Hégira (según el califa Abu Bakr, que adoptó el año 622
d.c.-huida de Mahoma de La Meca a Medina).
61: Del cierre del Tagarete de Tineo (hoy Avenida
Belgrano).(1872)
483: De la invención de la imprenta.(1450)
441: Del Descubrimiento de América.(1492)
397: De la primera Fundación de Buenos Aires.(1536)
351: De la Fundación de Salta.(1582)
353: De la segunda Fundación de Buenos Aires.(1580)
148: Del nacimiento del Gral. Martín Miguel de Güemes.(1785)
123: De la Revolución de Mayo.(1810)
120: De La Batalla de Salta.(1813)
117: De la Independencia Nacional.(1816)
108: Del Primer Ferrocarril en el Mundo.(inaugurado el 27 de
setiembre de 1825-Inglaterra).
42: Del primer Tren que ingresó a la capital salteña.(1891)
35: Del primer corso del Carnaval Salteño.(1898)
19: De la Guerra Europea.(1914)
16: De la Revolución Rusa.(1917)
14: De la Paz de Versalles.(1919)

Como ustedes pueden observar la Matemática nos posibilita jugar un poco con los números y así relacionamos al año 1933 con diferentes acontecimientos internacionales y nacionales.
El miércoles 18 de enero el Señor David Iascula se dirigió por nota a la Intendencia solicitando autorización para instalar un servicio de automóviles colectivos sobre el mismo recorrido del tranvía, entre el Río Arias y el Hospital Militar, empleando para ello dos autos colectivos con capacidad para diez pasajeros cada uno, a los cuales se les cobraría diez centavos por persona.

LOS OPAS Y SUS OPERÍAS:

No nos olvidemos, que nos encontramos transitando el período que los historiadores denominan LA DÉCADA INFAME. En su ejemplar del día 20 de enero de 1933, el Diario Nueva Época publicó un artículo titulado “ El Opa Salteño”, que estimamos tiene una absoluta vigencia y lo ponemos a su consideración: “...Como una fácil ironía de “La Flecha”, que por lo demás no nos resulta mortificante, ahí van estas líneas?
“El cuento del opa de Salta que cuando amanecía con la luna se negaba a trabajar, y ni bien el patrón lo mandaba a la Sastrería para que le hicieran el traje que nunca llegó a ponerse porque el sastre solo le tomaba la medida; se actualiza cada día dentro y fuera del ambiente nacional. La vieja calculista Europa, la avaricia desmedida del Tío Sam, cuyo Dios y norte es el dólar, representan para nosotros el patrón del opa salteño. Ni bien hemos rezongado por el pago de las deudas externas que diezman cada día la economía de toda la nación, por la diferencia enorme del cambio de nuestro signo monetario, cada vez más en baja, debiéndose pagar tres o cuatro pesos por uno, cae como llovido del cielo, un financista inglés o yanqui que lo primero que hace al bajar del vapor en que arribó, es someterse al reportaje periodístico y declarar, “urbi et orbi”, que los argentinos somos una verdadera “papa”; que gozamos de una fama sin igual en el mundo entero, porque somos los mejores pagadores del pato de la boda; porque, pese a la miseria mundial reinante, no queremos acogernos a la moratoria como lo han hecho naciones de doble o triple potencialidad que la nuestra, exhortándonos a seguir pagando la diferencia, sin rezongar. Encantados con tales declaraciones, aplaudidas con verdadero frenesí por la autoridad moral que tiene el financista recién llegado, seguimos acumulando los pesos para abonar las deudas contraídas con el extranjero, aunque paguemos tres o cuatro veces más de lo que importó la operación con el cuento de la guerra mundial y sus consecuencias, aunque no hayamos tenido pitos que tocar en la hecatombe, sino a solo título de espectadores, viendo cómo se mataban entre ellos. Ni bien le tomaban la medida del traje, el opa del cuento salteño seguía trabajando hasta echar los bofes. Ni bien el financista inglés llegado recientemente declaró que somos los mejores paganinis del mundo, la lana argentina fue vendida en Buenos Aires al precio récord más subido que se conoce, sin duda alguna, para ofrecer a los banqueros británicos o yanquis, cinco pesos más, por diferencia de cambio, en vez de un peso.
Claro está que con la diferencia del cambio, nos compran la tierra y sus productos naturales, al grado de que si nos descuidamos un poco, el territorio nacional será pronto una factoría extranjera, y viva la patria. Viva la especulación extranjera, que nos está reventando porque somos buenos pagadores, viva el tonto salteño que ya murió pero cuya memoria se reactualiza cada día dentro y fuera de la Nación...”

DUDAS-PREPARATIVOS Y CONCRECIONES:

En la primera semana de febrero los salteños se preguntaban si el carnaval de este año tendría sus Corsos. La duda surgía ante la ausencia de iniciativas, la apatía general enmarcada en un Estado de Sitio Crónico, y con la miseria que se dejaba sentir por todos los hogares. ¿ Estaría la gente con ánimo de diversión? ¿O quedaría el carnaval circunscripto a alguna baldada de agua y el desfile fantasmal de alguna comparsa?. Las fechas que el calendario fijaba para el carnaval comprendían los tres últimos días de febrero ( 27,28 y 29).
La villa veraniega de San Lorenzo tuvo su corso. El previsto para el domingo 5 de febrero debió suspenderse debido a la lluvia y se llevó a cabo recién el domingo 12 a partir de horas 18 con gran éxito y alegría.
En la Capital, la cercanía del carnaval produjo los primeros escozores. Ante las gestiones que se realizaban en la Municipalidad, para obtener permiso para instalar una carpa en las calles Río Bamba y Balcarce, (en la esquina de la Escuela Normal), no faltaron quienes opinaban que si se otorgaban permisos para tales actividades estas debían desarrollarse al norte del Paso Nivel del Ferrocarril, pues consideraban que las carpas eran una vergüenza que había que tolerar.
El Secretario de Policía, Alfonso Arcuri trabajaba febrilmente tratando de establecer las disposiciones que tendría el Edicto Policial.
Un particular, le hizo llegar al Intendente Municipal una propuesta para privatizar los corsos de la Plaza 9 de Julio y calle La Florida. Ofrecía un beneficio del quince por ciento para la municipalidad; propuesta que era estudiada con mucho detenimiento.
Nos imaginamos al Intendente Municipal, Don Benjamín Dávalos Michel tratando de llegar a una decisión al respecto, mientras se cobijaba en los versos de José Solís Pizarro?

CHOCHERAS DEL COYA

Dame changuito
arrope en el jarro
arrope bien dulce
del virque de barro.

Changuito, yo désio
el ápi primero,
con leche en l’ancára
del zapallo tronquero

Amalaya, amalaya,
agüita la boca
por la yista, ñañito,
por la chuspa de coca.

Un queso de cabra
que es pá topalo,
con mote del yuro
en mi plato de palo.

Dame, changuito,
poquito a poco
té de rica-rica,
pal chuscho loco.

En tuitos los cerros
no ái como él miyo,
el cáschi halajito
que vandea los riyo.

Amalaya, changuito,
suba al instante un mate rebalsando
chicha dulce i’ picante.

Dame, changuito,
la caja y el erke,
paque tuita la noche
coquena se acerque.

Changuito, churito,
amañao con calma,
mi ñeto güaschito,
la vida desta alma.

Tata Dios, Pachamáma,
alentáme el valor
dáme luz pa los ojos,
corazón pal dolor.

Sombriáo en el cardón
con guagas del morro,
el coya risueño relata
los casos del zorro.

-Atocha, Febrero de 1933-.

La provincia de Salta fue gobernada desde el 1? de mayo de 1932 y hasta el 1 de mayo de 1936 por Avelino Araoz ( 1884-1959). Que fue el primero que tuvo un Vicegobernador, privilegio que le correspondió a Juan Arias Uriburu. Ministro de Gobierno fue Alberto Blas Rovaletti; Ministro de Hacienda Adolfo García Pinto (h) y como Jefe de Policía ejerció Federico Ovejero.

EL CAMINO HACIA LA CIMA DEL CERRO SAN BERNARDO:

1933 es el año cuando se culminó el magnífico camino en espiral que nos lleva hacia la cumbre del Cerro San Bernardo.
Tras cuarenta y cinco días de tarea efectiva, aun bajo la lluvia se llevó a cabo esta senda hacia las nubes. Con un largo de cuatro mil metros, con una pendiente del siete por ciento, suave, cómoda y hasta si se quiere elegante. Para el cual se había previsto en la cima una rotonda para automóviles, e inclusive la construcción de un hotel.
Se ocuparon trescientos obreros con un costo aproximado de cuarenta y cinco mil pesos y se había proyectado, por aquellos tiempos, prolongar el camino en descenso por la vertiente occidental del cerro, para permitir el regreso a la ciudad por la ruta de Lagunilla. Este camino que conduce hasta la cúspide del Cerro San Bernardo, donde se alzan la Cruz y Monumento al Cristo Redentor, fue presentado al periodismo el día sábado 18 de febrero de 1933 por el Ministro de Gobierno Alberto Rovaletti. Salta ya podía trepar al Cerro San Bernardo, con sus doscientos ochenta metros de altura, en automóvil.

EL DESARROLLO DE LAS CELEBRACIONES:

El 25 de febrero la Comisión Directiva de la Sociedad Española llevó a cabo su baile de Disfraz y Fantasía.
La Comisión Organizadora de los Corsos tuvo como Presidente a Arrigo Morossini; Secretario Germán M. Alcobet; Tesorero a Pascual Chagra; Protesorero Aarón P. Frías y como Vocales a los señores José Vidal, Dr. Medardo Cuellar, Alberto Hourtelop, Primitivo Varela, Francisco Cressini, Julio Velarde, Randolfo Costas y Ángel Galarreta.
La Comisión de Ornato estuvo integrada por Velarde, Costas, Frías y Hourtelop; la de Propaganda por Galarreta, Vidal, Cuellar, Guzmán Arias, quien también formó parte de la Comisión controladora junto a Varela y Cressini.
Los Corsos en la calle la Florida se desarrollaron los mismos días del Corso Aristocrático, a partir de las 18 horas. En el Corso de la Plaza los automóviles pagaban tres pesos, camiones cinco, vehículos de propaganda diez y coches dos pesos. Los palcos cada uno y por noche tenía un costo de siete pesos? por las tres noches se abonaban quince pesos.
En la calle la Florida los camiones pagaban tres pesos, automóviles dos, coches uno y vehículos de propaganda diez pesos.
Los vendedores ambulantes pagaron dos pesos por Corso; los de flores veinte centavos y los vendedores de serpentinas y pomos cincuenta centavos por corso. Se permitió la entrada de personas a caballo al circuito de la Plaza 9 de Julio.
Todo lo producido se destinó a beneficio de la asistencia pública y se premió a la mejor carroza, comparsa y disfraz. La Jefatura de Policía decidió no otorgar permisos para la realización de bailes públicos en lugares fuera del radio de la ciudad, ante la falta de personal necesario para la vigilancia pertinente.
Los Corsos Infantiles, que tanto éxito tuvieron en años anteriores, y que habían dejado de ser organizados por la Municipalidad, este año fueron realizados por la Sociedad Española, el martes 28 de febrero a partir de las seis de la tarde en su Salón Social.
El sábado 25 de febrero el Canónigo Lorenzo Arias Valdés, Vicario General de la Diócesis solicitaba públicamente a la señora Presidenta del Patronato de la Infancia, Doña Mónica Costas de Cornejo que suspendiera el baile de disfraz previsto para el lunes 27 en los salones del Club 20 de Febrero, a beneficio del Patronato de la Infancia pues, según el Vicario, contrariaba expresos mandatos del Sumo Pontífice y del Episcopado Argentino.
Los hombres de la tercera edad recuerdan que ese mismo día las calles de la ciudad fueron recorridas por una Comparsa de “Indios”, anticipando el ingreso de Momo.
Los palcos para el Corso de la Plaza, eran vendidos en los negocios de José Vidal y de los señores Serrano Hnos.; en la calle Alsina y España y en la Caseros frente a la Plaza 9 de Julio.
Alberto Hourtelop y Eduardo Guzmán Arias, fueron designados por la Comisión Organizadora para entrevistar a los comerciantes de alrededor de la Plaza 9 de Julio, para llegar a un acuerdo en cuanto a la colocación de mesas y palcos en las veredas. En la controversia la comisión entendía que los comerciantes no tenían ningún derecho a disponer de la Vía Pública.
Se solicitó al Jefe de Policía un destacamento de Bomberos para el mejor servicio de vigilancia.
La Iglesia mientras tanto, en la Capilla de la Impresión de las Llagas (Leguizamón 857) exponía el Santísimo Sacramento los días 26, 27, 28, días de Carnaval, pidiendo especialmente por la conversión de los pecadores. En los barrios la gente cantaba estos versos anónimos:

NUESTRAS MASCARITAS

“El curita” y Juan Antonio,
poseídos del demonio
y con ánimos de farsa,
formarán una comparsa.

“Rosita de Jericó”
vestido de rococó,
y en el valeroso “dentre”
hará la danza del vientre.

Su disfraz será barato;
con un capelete chato,
¡bien gitano! ... unos anillos,
cascabeles amarillos
relucientes de ictericia,
y la falda - una delicia-
hecha de papel picado,
completará su tocado.

El otro irá de torero;
y como juega al balero,
y es hombre muy ocurrente,
será el “divo” de la gente;

Y dispuesto al carnaval,
con un aire muy marcial,
pendolando su “coleta”
dirá; “¡ mardita saé ta”...

Con guitarras combinadas,
acompañarán “baladas”,
estos dos bellos poetas.
El uno: leerá recetas;

Y el otro sus buenos versos,
que dejarán como escuerzos
a los del bardo Trajano,
que era un chulo sevillano.

En las calles de la ciudad se jugó con agua. Los bailes del Centro Argentino y la Sociedad Española tuvieron brillo y animación. Las primeras jornadas de los corsos de la Plaza 9 de Julio y calle la Florida estuvieron pobres y flojos más allá del empeño de los organizadores.
La nota simpática en los Corsos la constituyeron las vendedoras de flores, vestidas con el uniforme de enfermeras entre las que se destacaban Julieta Biella, Marta Monteverde, Elisabeth Morossini, María Elena Grande, Emelín Chagra, Casilda Sansón y Violeta Altube.
En la penúltima jornada del martes 28 el Corso de la calle la Florida fue un absoluto fracaso, no obstante al no cobrarse entrada a los carruajes, éstos se rehusaron a penetrar en la arteria.
Todo lo contrario ocurrió en la Plaza, donde a partir de las veintidós horas, gran cantidad de público empezó a ganar los veredones de la Plaza y las recovas de los establecimientos que la rodean. Momentos más tarde se inició el desfile de vehículos, muchos de los cuales se encontraban llamativamente adornados. Los palcos se encontraban ocupados en casi su totalidad. El desfile fue tomando cada vez más cuerpo y se gozó de mucho entusiasmo en el juego de serpentinas y pomos. A la medianoche, como lo permitía el Edicto de Carnaval, se podía jugar con agua y “los niños” del Club arrojaban agua a troche y moche desde los balcones sobre vehículos en donde iban las máscaras, que a su vez se desquitaban con los peatones. Esta actitud desarrollada en los barrios era catalogada de “monstruosa, práctica propia del Carnaval”; en los balcones del Club se transformaban en “alegres costumbres del Carnaval”.
1933 es el año en que directamente se lo sentencia de muerte al corso de la calle la Florida, pues la Comisión Organizadora fijó su circuito entre las calles Corrientes y Boulevard Belgrano. Es decir al Corso Popular, uno de los más multitudinarios y concurridos de la Historia del Carnaval de Salta, que era recordado por la gran cantidad de coches de plaza descubiertos, tirados por caballos adornados con cintas y cascabeles, y donde la ofrenda floral, ramitos de Albahaca, Dalias, mezclados a la lluvia de papel picado y enamoradas serpentinas le habían dado un marco inigualable; y que en los últimos años era permanentemente boicoteado con disposiciones que le quitaban raigambre de sus propias características. Ahora se lo dejaba en el papel de “ni chicha ni limonada” pues no era un corso aristocrático, y al sacárselo del radio popular perdió representatividad en ese sentido.
Quedó totalmente suprimido, entonces el circuito entre la Corrientes y Tucumán.
En cuanto al Corso de “Mi-Careme” este se llevó a cabo el día 19 de marzo de 1933. Lo que también representó una fecha histórica, pues sería el primer corso oficial, mayor, que se llevó a cabo en el Parque San Martín.

Desde Campo Santo, llegaba la noticia que en una carpa levantada para los días de Carnaval y mientras el Subcomisario del Bordo, Ricardo Pauletti, hacía retirar a la concurrencia que se había amanecido bebiendo y bailando fue agredido de improviso, y creyendo en peligro su vida desenfundó su revólver e hizo disparos alcanzando con dos de ellos a Pedro Reynoso, empleado del Ingenio San Isidro donde gozaba de gran estimación. Reynoso falleció el lunes 6 de marzo en el Hospital del Milagro. Pauletti quedó detenido en el Departamento Central de Policía a disposición del Juez Penal Dr. José Durval García.
En los pagos de Coronel Moldes, y auspiciado por los señores Antonio Lucero, Luis M. Torres y Mariano Adet Ruiz, que fueron eficazmente secundados por los jóvenes Eugenio Las Heras, Dardo y Juan Nuñez entre otros SE LLEVÓ A CABO EL DÍA DOMINGO 5 DE MARZO DE 1933 EL PRIMER CORSO EN LA HISTORIA DEL CARNAVAL DE CORONEL MOLDES; en este caso se lo hizo para despedirlo. Resultando muy lucido con derroche de flores y serpentinas y entre las damas se destacaron Delicia de Lucero, Margarita de Adet y las Señoritas María Tránsito Bravo Niño, Margarita Las Heras, Fanny Domínguez, Elina y Berta Amado, Blanca Estela y Chabela López.
El Carnaval de 1933 con sus Corsos en decadencia era un eslabón más que nos permitió añorar los viejos tiempos cuando era sinónimo de fiestas reideras y el dinero corría a raudales? los bailes y corsos florales permitían la exhibición de la Fantasía del Pueblo unido a la belleza picante de las mujeres y al arte del reír con alma y cuerpo.
Todo había cambiado. El mundo no fue el mismo después de la Primera Guerra Mundial. Todo se transformó de golpe, un velo trágico envolvió a Europa y América y la ruina económica se infiltró como peste poderosa e inadaptable. Los problemas financieros, las angustias del hambre y las enfermedades fueron manifestando la indiferencia gradual de los hombres hacia los ritos de Momo.
América se desangraba internamente y Argentina, como parte de ella, vivía una profunda angustia económica, en ese marco tres días de fiestas obligados por mandato del calendario venían a ser como tres días de paralización del trabajo, de la producción y de las transacciones comerciales. No faltaron voces, entonces, que pidieron desterrar la costumbre de este festejo. Momo había quedado solo, acompañado de sus poetas, cantándole himnos de triunfo, mientras quienes, en otros tiempos de apogeo lo habían usado, hoy preparaban sus exequias y las glosas para que el orador fúnebre relatara sus glorias. Vaya contradicción: ayer, en el plano de la crisis de los Corsos, solo quedaba el juego con agua en las calles como manifestación de entusiasmo; hoy el juego con agua prácticamente ha desaparecido quedando como un resabio del Carnaval solamente su corso.

BAILE DE CARNAVAL

Y te he visto pasar ...
bellamente ataviada con tu traje de Fiesta;
llevabas en los ojos el fuego del amor,
y lirios en las manos y rosas en el rostro.
Con un aire de reina penetraste al salón,
donde Momo reía derrochando placeres...

Yo, después, cabizbajo por la calle seguí,
mientras tú en la sala te quedaste danzando
entre música y cantos, entre risas sin fin,!

Y te he visto pasar ...
más hermosa que nunca con tu traje de fiesta,
una noche ruidosa de un feliz Carnaval.

-Carlos Mario Barbarán A.-


LOS FESTEJOS CARNAVALEROS DE 1934:

Se habrá dado cuenta usted que todo año nuevo nace en Verano (de acuerdo al Calendario Gregoriano), por lo tanto los habitantes de la Salta de 1934, al menos sus sectores aristocráticos, montaban en sus automóviles y ganaban el camino que los trasladase a la Villa Veraniega de San Lorenzo; lo que hacía que los vecinos del Boulevard Belgrano gestionasen a las autoridades municipales el riego de la mencionada arteria, pues este intenso tráfico vehicular de verano lo convertía en una permanente nube de polvo.

PREPARATIVOS PARA LAS CELEBRACIONES:

Las autoridades policiales, mientras tanto, daban a conocer a la población, en la primera quincena de enero, que se trabajaba activamente en la confección del Edicto Policial de Carnaval; y adelantaban que este año se procedería sin contemplación con las personas que expendieran petardos y bombas de mal olor.
Hablando del Carnaval de años anteriores, hicimos hincapié en las fondas y carpas del Alto Molino y de las características de la zona circundante. En 1934 en la calle Caseros 1884, en una vieja casona, los salteños encontraron la posibilidad de un espléndido baile público, que solía desarrollarse al aire libre, en un gran patio y un hermoso salón. Lo amenizaban dos orquestas que no tan solo hacían bailar al paisanaje sino también ablandar el codo de lo lindo. Mientras las parejas bailaban tangos y chilenas, ricas empanadas y surtido fiambre andaba deambulando el territorio con fresca cerveza.
Su propietario era un tal Soria que ofrecía, como parte del servicio Auto a la puerta, a disposición del consumidor. Con la entrada, que costaba un peso, se recibía un boleto con el cual se adquiría el derecho a pedir una Cerveza. El regreso era gratuito hacia cualquier carpa que estuviera dentro del radio de la ciudad; las mujeres no pagaban viaje ni de ida ni de vuelta.
Este año los días de Carnaval fueron el 11, 12 y 18 de febrero y los propietarios de carpas obtuvieron permiso para su instalación dentro de la Capital.
El juego con agua se permitió durante esos días de 14 a 18 horas y por supuesto se promocionaba el uso de pomos, papel picado, flores, serpentinas y micalina. Debemos aclarar que el juego con agua era consentido en la medida en que no se lo practicara con militares, eclesiásticos y otras autoridades (por ejemplo policías de cualquier jerarquía que vistieran uniformes).
Se permitió el uso de caretas y antifaces a las personas menores de catorce años y medio antifaz para las damas únicamente. Recordemos que estos elementos al igual que el uso de hábitos religiosos, uniformes militares, bromas procaces y lenguaje grosero eran severamente penados en las personas mayores. No se permitió a disfrazados y comparsas la utilización de banderas o símbolos nacionales. En los bailes públicos, solamente podía usarse caretas o antifaces hasta las 24 horas.
La Comisión de Corsos, de acuerdo a la decisión del Intendente Municipal, Cornejo Arias, quedó integrada. A la Ordenanza de designación también la firmaba el Secretario de la Comuna Señor Marcelo Isasmendi.
En la tarde del 31 de enero, en su despacho, realizó su primera reunión esta Comisión Organizadora decidiendo, entre otras cosas, que el Presidente de la misma sería José Hernán Figueroa; El Vicepresidente, Silvano Gramajo Gauna; Secretario Guzmán Alcobet y el Tesorero Ángel Obeid.
La Subcomisión de Ornato estuvo integrada por Aarón Frías, Julio Velarde, Fermín Aranda, Gaudencio Ribotto y Heriberto Sid.
Al igual que en años anteriores hubo dos corsos; el de la Plaza 9 de Julio y el de la calle La Florida. Para el primero se fijaron los días de desfile el 11, 12 y 17 de febrero, en el horario de 22 a 1 de la madrugada. Para el Corso de calle la Florida, cuyo circuito fue de Boulevard Belgrano a calle Tucumán los días de desfiles establecidos fueron el 11, 12 y 13 de febrero en el horario de 18 a 21 horas.
Las tarifas de entradas a los Corsos fueron para Autos de Alquiler dos pesos; Autos Particulares tres; Coches de Plaza uno; Camiones y Chatas cinco y Vehículos de Propaganda diez pesos.
El precio de los palcos, en el Corso de la Plaza fue de quince pesos por toda la temporada y de ocho pesos por una sola noche.
Si bien se había autorizado la instalación de carpas, cosa que en años anteriores no se permitió, la situación económica desfavorable y la elevada suma de tarifas para bailes, establecida por la Ordenanza de Impuestos, ofrecían desalentadoras perspectivas a los Comerciantes del ramo. Tanto que a tres días antes del inicio del Carnaval, ni un solo interesado se había llegado por las oficinas de la Dirección de Control de la Municipalidad.
Se había constituido una Subcomisión de Premios, la que inmediatamente se dedicó a tocar puertas para juntar fondos necesarios. Obtuvieron respuestas favorables de Uribarri y Cía., Eduardo Lahitte, Ríos Segundo, Pastelería “La Social”, Farmacia Güemes, Ángel Obeid, Emilio Serrano y Cía, Sucesión Lávaque, Pedro Caprotta, Casa Sid, Peña Española, Cervecería Juncosa, Joyería Zago, Casa D’ Aliussi, Vega y Barquín, Fiambrería Bonari, Alfonso Muñóz, “La Salteña” Michel Torino Hnos., Timoteo Alvarez, entre otros.
Aclaramos que para el corso de la Florida los Cocheros de Plaza pagaban cincuenta centavos para su ingreso y los automóviles un peso.
Dado el crecimiento de la población, la Comisión Organizadora consideraba que la supresión de los abonos para pasajeros de Tranvías constituían un serio problema para el traslado del paisanaje, por lo que decidieron solicitar a la Compañía Eléctrica del Norte la pronta habilitación de ese beneficio que había sido suspendido desde el año anterior.

ACTIVIDADES DE LOS DIAS PREVIOS:

El clima que precedía al inicio de los Corsos no era el mejor. La Comisión ultimaba los preparativos para el lucimiento. En los barrios la gente estaba preocupada ya que los días no se prestaban para el juego de agua, a riesgo de pescarse un resfrío.
La promoción de los Corsos fue tan activa, como pocas veces en años anteriores.
El lunes 12 de febrero se llevó a cabo un gran Baile de Máscaras en el Club 20 de Febrero, organizado por la Asociación Artística que era presidida por Rosa Niño de Isasmendi. En el Centro Argentino de Socorros Mutuos, el sábado 10, tuvo lugar el tradicional Baile de Fantasía, donde la orquesta dirigida por el Profesor Tomás Canevari permitió el lucimiento de los Danzantes. También hubo Bailes en el Sporting Club y en la Sociedad Sirio Libanesa.
En los días previos dos comparsas transitaban las calles de Salta; una de ellas, con el nombre de “Indios”, con indumentaria propia de los primitivos habitantes y otra bajo el nombre de “Los Mejicanos”.
A pesar de no ser el objeto de este trabajo, les comentamos que nuestros hermanos jujeños llevaron a cabo los días domingo 11, lunes 12 y martes 13, unos hermosos corsos sobre la calle Sarmiento en frente a la Plaza Belgrano, corsos que se repitieron los días 17 y 18 de febrero.
Pero no había caso. A pesar de la propaganda, de la buena iluminación del circuito y todos los demás preparativos, los corsos salteños no levantaron el copete y resultaron totalmente deslucidos.
Lo contrario ocurrió con los bailes familiares y populares que contaron con gran cantidad de entusiasta público que llenó por completo los salones.

CORSOS EN LA PLAZA 9 DE JULIO Y CALLE LA FLORIDA:
El Corso de la Florida, correspondiente al domingo 11 de febrero, no pudo llevarse a cabo pues no entró ni un solo vehículo a su circuito. Las pocas personas que acudieron, debieron retirarse desilusionadas ante la falta de entusiasmo. Quien iba a creer que éste, que llegó a ser el mejor corso de Salta, cuando la mano oficial no se había metido a organizarlo; se encontraba en la Decadencia Total.
La temperatura no mejoraba, por lo tanto el juego con agua era escaso.
No le fue mejor al Corso de la Plaza 9 de Julio, en su jornada inicial, hasta las 22,40 horas no había ingresado un solo vehículo a las cuatro Avenidas del paseo, el mismo que en años anteriores estaba atestado de gente, ahora solo contenía a un escaso público. Las mismas avenidas de la Plaza estaban desiertas. El reloj marcaba las 22,50 cuando hizo su entrada un vehículo de Propaganda de Villa Sansone. Después entraron otros, pero sin lograr cubrir una cuadra. El desfile de Máscaras fue en extremo pobrísimo.
Lo llamativo fue el desfile de la Banda Policial Uniformada, por las calles laterales a la Plaza, al son de piezas que ejecutaban para reanimar el acto. Muchos creyeron que se trataba de una comparsa, pero al darse cuenta que era la Banda Policial, la hicieron objeto de silbidos. El comentario fue que no valió la pena exponer a los integrantes de la Banda a este sacrificio.
Para colmo de males el Balance Policial, del carnaval de 1934 tampoco fue positivo. Cuatro muertos y un herido fue el saldo en la Campaña de Salta.
Los integrantes de la Comisión Organizadora estaban embuídos de ese viejo precepto que dice “ no te dés por vencido ni aún vencido” y lejos de amedrentarse resolvieron que el sábado 17 de febrero se realizaría el Corso de la Plaza 9 de Julio en el horario de 22 a 24,30 horas, para inmediatamente dar comienzo a un baile público en la misma vereda de la Plaza, desde el frente del Club 20 de Febrero hasta el frente del Bar “Roma” sobre la calle Caseros ¡Qué me dicen de la Aristocracia Salteña bailando en plena calle! pero lo mejor vendrá cuando les contemos que se establecieron premios para las mejores diez parejas de bailarines, siendo los siguientes:
1º premio: seis botellas de Sidra y una lámpara de velador.
2º premio: seis botellas de vino Moscato Cafayate de un litro y cinco atados de lana para tejer.
3º premio: seis botellas de vino Moscato y un florero.
4º premio: seis botellas de vino añejo Plollini y un florero.
5º premio: seis botellas de vino Moscato Michel Torino Hnos.
6º premio: doce medias botellas de vino cocrecrero y tinto.
7º premio: seis medias botellas de vino tinto.
8º premio: seis medias botellas de vino tinto.
9º premio: un frasco de loción y jabones.
l0º premio: un tintero fantasía.

Como ustedes podrán apreciar los premios establecidos se destacaban por su humildad, en los barrios de La Salta de hoy la muchachada diría que “La Crema Salteña” bailaba por chapitas.
El baile comenzó después del Corso y duró hasta las tres de la mañana.

FINALIZAN LOS FESTEJOS:

El domingo 18 se llevó a cabo la última jornada de Corsos con entrega de premios y posteriormente se eligió la Reina del Carnaval.
Este último corso fue superior al de los días anteriores, pues entraron numerosas carrozas adornadas con buen gusto y hubo mucho entusiasmo. Este mismo día domingo 18 de febrero desde las seis de la tarde, en la Plaza 9 de Julio tuvo lugar el Concurso de Disfraz Infantil organizado por la Comisión, que otorgó el primer premio a la niña Sara Briones; segundo a Tita Elena Juárez; el tercero a Milsa Briones; cuarto, Clelia Sif; quinto, Niña Lisi; sexto, María Ester Gómez; séptimo, Yolanda Valdés; Octavo, Olga Lucrecia Juárez; noveno, Nora López y décimo Merceditas García. Entre los niños premiados estuvieron Miguel Ángel Garro; Ricardo Obeid; Pocho Avalos, Francisco Hernández, Hernando Guillermo Baud, Pepito Ramírez, Sergio Ruiz Díaz y Narciso Campero.
Así se fue el Carnaval de 1934. Justamente en Febrero de ese año Julio Díaz Villalba escribía su “Romance de La Carpa Pobre”:

Con temblor de paludismo
bate su lona la carpa.
Los carnavales de ahora
vienen sembrando nostalgias.

Tiempos aquellos los tiempos
de la risa y la palabra.
Enharinados los rostros
y harina las almas,
espolvoreando de vida
los gracejos y las chanzas.
¡Si eran las mozas con gusto
y eran los mozos con ganas!

Hoy la tristeza se afirma
contra un pilar de la casa,
sobre mesas sin botellas
y encima de obscenas bancas,
donde manos “distraídas”
sopesan, como si nada,
blandor de senos caídos,
o martirizan enaguas...
¡Y las guitarras en cambio
no encuentran manos baquianas!

El músico de la fiesta
tiene un quejoso en las faldas,
que está llorando de arrugas
y está arrugado de danzas,
y el músico tiene un ojo
como un ojal de solapa,
y el otro vivo y redondo
que no sé si mira o habla.

Oh, acordeonista tuerto
enharinado de canas,
yo sé los sueños que sueñas
en tu juventud borracha:
Tiempos aquellos los tiempos
de la risa y la palabra.
Manos llenas de deseos
para acariciar guitarras.

Cuando por mimos extraños
se ponen en una zamba,
tan lloronas las espuelas
que sin pañuelo no bailan.
Cuando el gentío hace rueda
para ensayar sus palmadas
sobre un charco de sonrisas
que salpica por las caras.

Cuando aquellos guardapatios
frescos de coplas y albahaca,
robustecían palenques
en rumor de cabalgatas.
Cuando tal brioso ensillado
puro nervio, espuma y plata,
pechaba un río de jinetes
cruzándolo banda a banda.

¡Cuál montura sin sonidos;
cuáles riendas sin hazañas!
Y entre un baile de azoteras
y un reventar de voceadas,
desenrollandosé un grito
como de nueve brazadas.
Mientras lúgubre y llorona
-arrepentida beata-
en golpes de contricción
culpaba penas la caja.

Quien volviera aquellos tiempos
de un Carnaval que se acaba!
Hoy son aparejos nudos
y son las riendas muy cautas.

Y el acordeonista viejo
con una sed que no aplaca,
se enjuga copa tras copa
por remojar añoranzas:
¡Sí los mozos daban gusto
y las mozas daban ganas!

EL CARNAVAL DE 1935

LA CRISIS DE TRANVÍAS Y COCHEROS:

El año no llegó con las mejores perspectivas. Estaba proyectada la suspensión de los Servicios Tranviarios en la ciudad, lo que en definitiva se concretaría a fin de año (recordemos que su antecesor, el Tranway, prestó servicios desde agosto de 1894, a tal efecto recurrimos a un articulo publicado en el diario “El Cívico”, que con fecha 8 de junio de 1896 publicó un artículo que en uno de sus párrafos dice : “...falta poco para que se cumplan dos años de la inauguración de las vías del Tranway...”. Se debe aclarar que las gestiones para la instalación de este servicio datan del año 1883, cuando “el presidente del consejo deliberativo municipal” decidió con fecha 23 de julio de ese año la construcción de la estructura para la prestación de los servicios de un Tranway, cuyas estaciones debían fijarse en los alrededores del Matadero Público y la Penitenciaría (el Presidente del Concejo Deliberante era Salustriano Sosa y su secretario J. M. P. Méndez). Se gestionó ante el Ministro del Interior Dr. Bernardo de Irigoyen, la concesión gratuita de los rieles necesarios para la obra, calculados en ocho mil metros, en conocimiento de que el gobierno nacional tenía existencia en material reemplazado en otros ferrocarriles del país y comprado en Europa para los mismos servicios.
Hacia 1870, en importantes ciudades como París, Londres y Nueva York circulaban grandes vehículos de transportes colectivos accionados por máquinas de vapor. En Buenos Aires los Tranways fueron autorizados por Ley del 26 de octubre de 1868 por concesión del gobierno a Don Mariano Billinghurst. El Tranvía de tracción a sangre llamado tranway, palabra inglesa, era tirado por una yunta de caballos criollos. El servicio del tranvía eléctrico fue inaugurado en Buenos Aires el 22 de abril de 1897.
En Salta, durante el año 1896 la firma Puló, Oliver y Cía. cambió de razón social para operar bajo el nombre de Tomás E. Oliver y Cía., esto a partir del 28 de febrero de 1896. El empresario Oliver inmediatamente se trasladó a Buenos Aires a los efectos de adquirir el material necesario para prolongar el trazado de las vías del servicio. Se pretendía prolongar este trazado dos mil doscientos cincuenta metros hacia el sur, por la calle Libertad para desembocar en las márgenes del Río Arias sobre la calle del Buen Retiro. La Compañía del Tranway llevaba el nombre de “Ciudad de Salta”. Los trabajos debían comenzar el 1º de abril de dicho año pero recién lo hicieron a partir del día 15 y concluyeron entre junio y julio de 1897.
La estación del Tranway estuvo ubicada en el local de “La Cervecería Vieja” (en las proximidades de las actuales Virrey Toledo y 12 de Octubre).
El servicio del tranway se diferenció netamente de el tranvía.
En el primero los conductores o cocheros debían parar donde les señalara el pasajero, por ejemplo podías ser frente a la puerta de su casa. Si el transportado era un anciano o inválido el conductor solía acompañarlo un trecho.
Cuando el carromato llegaba al extremo de su recorrido, se desenganchaban los animales y se los ataba del lado opuesto ya que el tranway realizaba su recorrido por una vía única.
El mayoral era el encargado de dar los boletos, que tenían un costo máximo de quince centavos, el cuartiador debía estar apostado en lugares que tuvieran pendientes o subidas para brindar un esfuerzo paralelo al realizado por las yuntas. El corneta, era un jinete provisto de dicho instrumento que solía adelantarse al tranway y en las esquinas anunciaba su llegada. (este servicio también podías ser prestado por el conductor del tranway). Debía hacerse sonar la corneta desde quince metros antes de llegar a la bocacalle.
Los carruajes no podían circular a una velocidad mayor de seis km/h o al trote natural de lo caballos y las bocacalles debían ser cruzadas al paso. Justamente en estos lugares no podía detenerse el carruaje por más de cinco minutos salvo el caso de fuerza mayor. Los caballos debían ser mansos y adiestrados al tiro.
En circunstancias de concentración de mucha concurrencia de personas o vehículos se le obligaba al cochero a detener del todo la marcha del carruaje e ir al paso de los caballos hasta que se produjera la desconcentración.
A los conductores les estaba prohibido detenerse sobre la vía y si lo debieren hacer por alguna razón no se podían alejar de sus rodados y les estaba prohibido dejar sobre la vía los caballos maneados, como asimismo hacer rodar el coche tranway sobre de la vía y el coche debía cumplir su recorrido respetando el trayecto aunque no tuviera pasajero. El conductor tenía prohibido proferir palabras indecorosas y debían amonestar o expulsar al pasajero que faltara al decoro.
Los carromatos de tranway tenían deferente capacidad de transporte. Por ejemplo jardineras de ocho bancos, tenían una capacidad de treinta y cinco pasajeros. De siete bancos para treinta pasajeros y carruajes cerrados con siete bancos una capacidad de treinta pasajeros. En la plataforma delantera y al márgen de los números citados debían ubicarse los agentes de seguridad, carteros, telegrafistas y los empleados de la empresa mientras que los pasajeros lo hacían en la plataforma trasera.
El precio del pasaje regía hasta las once de la noche. Después de esa hora la empresa podía aumentar su costo. Los pasajeros tenían prohibido llevar bultos sque incomodaran a los demás. El servicio se prestaba durante el verano desde las cinco de la madrugada hasta las 23 horas y en invierno de 6 a 22. El costo del servicio tenía un precio máximo de quince centavos por un viaje redondo en toda la línea. Por cualquier servicio parcial dentro de la línea no se podía cobrar más de diez centavos.
Durante la oración y horas de la noche los carromatos debían llevar faroles de colores que fueran visibles de adelante y de los costados. Toda otra clase de vehículos tenía prohibo usar este tipo de faroles en las calles por donde circulara el tranway.
Los mayorales que no respetaban este tipo de indicaciones y compromisos eran denunciados por los pasajeros y las empresas quedaban sujetas a ser penadas con una multa de hasta cincuenta pesos.
Este servicio duró en Salta hasta el año 1904, cuando debió ser levantado debido a los trabajos de instalación de agua corriente - domiciliaria en el radio céntrico capitalino.
El primer tranvía que circuló por las calles de Salta lo hizo el día 25 de mayo de 1913 y el último de ellos circuló el día 31 de diciembre de 1935) a pesar de la resistencia de las Cámaras Legislativas, que consideraban que la aprobación a tal medida traería como consecuencia el aniquilamiento total de otros gremios como ser el de los Choferes y Conductores de Coches, que se verían precisados a abandonar sus servicios, víctimas de la competencia que le plantearían los empresarios de ómnibus; e instaron a la Compañía de Electricidad del Norte Argentino a fin de que mejorara sus servicios tranviarios, ampliando las líneas y dotando de nuevos coches a la Usina Local. Justamente el miércoles 13 de febrero de 1935, los conductores de Coches y Automóviles realizaron una multitudinaria manifestación en contra de la supresión de Tranvías, planteando sus temores ante la falta de estabilidad que acarrearía ésta y la invasión de ómnibus en la ciudad a lo que se sumaba las franquicias a favor de los empresarios capitalistas, ajenos a nuestro medio, lo que favorecía a un limitado núcleo de empresarios en desmedro de varios centenares de personas que tenían sus hogares en Salta.
Los conductores de Coches, denunciaban que se dejaba sin pan a más de trescientos obreros de la actividad, padres de familias que pagaban patentes, daban trabajo a las cerrerías, talabarterías y forrajeros. Todas las calles circundantes a la Plaza Belgrano se vieron atestadas de vehículos y coches de Plaza.
Por otra parte, el día viernes 15 de febrero, en el Salón Blanco de la Casa Rosada, Sede del Gobierno Nacional, con la presencia del Presidente General Agustín P. Justo prestaban juramento dos Arzobispos y doce Obispos entre los que se encontraba Monseñor Roberto J. Tavella, designado autoridad eclesiástica para la Provincia de Salta.
Como en años anteriores, la empresa de la Central Argentina de Ferrocarril, ofrecía los servicios especiales de trenes con motivo del Carnaval. Debe recordarse que por entonces, estas fiestas eran declaradas feriados no laborables, por lo tanto muchas personas viajaban a diferentes lugares.

LOS PRIMEROS PREPARATIVOS:

Casi a finales de Febrero comenzaron a percibirse las primeras inquietudes carnavaleras. El Intendente de la Capital Señor Juan Cornejo Arias decidió que todo lo producido de los Corsos fuera destinado para la institución denominada “La Copa de Leche”; con lo que se esperaba incentivar el entusiasmo de la población que permitiere el éxito de los Corsos.
La decadencia de los Corsos de los últimos años formaba parte de una de las principales preocupaciones de Gobernantes y Gobernados. La Aristocracia Salteña a esta altura de los tiempos tenía un concepto respecto del Carnaval. Lo consideraban como un mal del cual no podían desprenderse todavía y que había que explotarlo por el lado práctico, dándole animación, vida, luz y colores; como en las grandes ciudades, donde se lucraba de los Turistas y del regocijo forastero, a fin de obtener por su medio recursos para quienes lo necesitaban, como en este caso, los niños.
El domingo 24 de febrero era inaugurada, mediante un hermoso acto cultural, la Biblioteca Popular “Domingo Faustino Sarmiento”, en la calle Mitre Nº 466.
La Comisión Organizadora del Carnaval de 1935 estuvo presidida por Arrigo Morossini, ocupando la Vicepresidencia Silvano Gramajo Gauna; Secretario Carlos Agüero; Tesorero Nazario Amado y Vocales: Aarón Frías, Carlos Torrueta y Ángel Galarreta. Solían reunirse en el despacho del Secretario Municipal.
En 1935 se suprimieron los corsos alrededor de la Plaza 9 de Julio y por primera vez todos los desfiles se llevaron a cabo en la Avenida Belgrano, desde 20 de Febrero hasta Deán Funes. Se debe aclarar que en 1936 estos volverán al circuito de la Plaza 9 de Julio y será recién en la década del cincuenta (1957) cuando sea definitivamente utilizado el querido boulevard salteño para estos menesteres.
Asimismo se dispuso que este año no habría corsos vespertinos por considerarlos contraproducentes al desenvolvimiento económico de la Comisión.
El desfile de los Corsos tuvieron lugar los días 3, 4, 5 y 10 de marzo a partir de horas 21.
La Comuna, a través del Intendente Juan Cornejo Arias contribuyó con doscientos pesos para la realización de los Corsos. Mientras los integrantes de la Comisión Organizadora entrevistaban al Gobernador de la Provincia, Señor Avelino Araoz para lograr su colaboración, la Comisión Organizadora se reunía con el Jefe Comunal logrando una rectificación respecto al destino de los fondos provenientes de los Corsos, se dispuso que fueran distribuidos en partes iguales entre la Asociación Copa de Leche y la Escuela de Ciegos.
El sábado 23 de febrero llegaba a Salta su nuevo Arzobispo, Monseñor Roberto J. Tavella, quien fue recibido apoteóticamente en la Estación del Ferrocarril por autoridades Civiles, Eclesiásticas, Militares y parte del Pueblo de Salta y agasajado con gran fervor en las instalaciones del Club 20 de Febrero.
La Comisión de Corsos obtenía aportes tendientes a establecer los premios de los corsos, por ejemplo la Fábrica de Tejidos Saeta, donó una frazada de lana de dos plazas; Virgilio García y Cía un Plafonier Artístico; Michel Torino Hnos. dos docenas de Vino Reserva; Ángel Obeid un Poncho; Antonio Cucciaro, una Bombonera Fina; Jorge y Amado seis Camisetas Sport para niños; Capobianco y Cía, un estuche juego compotera; José Sahuad seis cintos para niños; José Vidal dos ánforas; Luis Barttoleti e hijos un Artefacto eléctrico para velador; Casa Xeitosa un Jarrón Artístico; Casa Zago un par de bomboneras; Alejandro Bonari seis cajas de Fruta Abrillantada; Jaime Durán, una Cámara Fotográfica Kodak; La Mundial un estuche conteniendo una máquina de afeitar y una botella de loción.
El Gobernador de la Provincia de Salta donó quinientos pesos, los que se sumaron a los doscientos donados por la comuna.
La entrada al Corso de Avenida Belgrano se realizó por 20 de febrero y también por calle Deán Funes. Estos duraban hasta las una de la madrugada.

¡SE INICIA LA FIESTA!

El Corso del día domingo 3 de marzo de 1935 no pudo realizarse debido a la lluvia torrencial, dejando la inauguración de los Corsos de la Avenida Belgrano para el día lunes 4 de marzo. Por lo tanto los carnavaleros se concentraron en los bailes públicos que se vieron muy concurridos, como por ejemplo el llevado a cabo en el local de la Sociedad Española por los integrantes del “Club Crisol”.
Las lluvias hicieron que en definitiva la jornada inicial de Corsos se concretara el día martes 5 de marzo. El circuito de la Avenida Belgrano estuvo muy concurrido y animado; confluyeron numerosos vehículos artísticamente adornados. También hicieron su presentación algunas comparsas y disfraces, máscaras sueltas que le pusieron colorido y alegría al desfile.
En la casa del Ingeniero Bernardo Niño y su esposa Sara se concretó, el domingo de Carnaval una hermosa fiesta infantil de disfraz que estuvo muy concurrida. También la Sirio Libanesa y el Sporting Club concretaron sus bailes de Carnaval el sábado 9 de marzo.
La venta de los Palcos se realizó en la Casa del Presidente Señor Arrigo Morossini, también en la oficina de Control Municipal.
Ante numerosas quejas, de los concurrentes a los corsos, contra maleducados que molestaban a las familias y damas, la Comisión de Corsos entrevistó al Jefe de Policía, señor Velez, quien prometió el refuerzo en la vigilancia y garantizó el mantenimiento del orden procediendo sin contemplaciones contra los alborotadores.
El Corso de la Avenida Belgrano se lo puede considerar exitoso. Mucho público, varias carrozas entre las que se destacaron una montada sobre un camión con una Pagoda China de las familias Sansone; otra con un enorme tonel de la Vinería Lavaque. Lamentablemente el clima no ayudó mucho y las jornadas se veían interrumpidas por las lluvias lo que no incidió en el ánimo del público que seguía jugando. Las ganancias obtenidas por el desarrollo de los corsos se aproximaron a los ochocientos pesos.
En El Ingenio San Martín del Tabacal, se festejó al Carnaval con un Baile de Fantasía en la casa de los esposos Molina- Alemán; el resto de la población se divirtió con la presencia de dos comparsas formadas por trabajadores del Ingenio que llamaron la atención de chicos y grandes.

EL CARNAVAL DE 1936

EL PROYECTO DE UNA CARCEL NUEVA:

Durante este año, Europa se verá convulsionada por la Guerra Civil Española, que no será otra cosa que el prelegómeno de la Segunda Guerra Mundial.
Salta tendría elección de Gobernador durante este año, por lo tanto, todas las actividades estarían politizadas al máximo.
El proyecto de construcción de un nuevo edificio para Cárcel se había puesto en marcha. De acuerdo a lo estipulado en el contrato, las familias que habitaban los terrenos donde debía levantarse este edificio fueron desalojadas, algunas de las cuales fueron trasladadas para habitar en el Canchón Municipal, hasta tanto consiguieran otro lugar (el edificio del Cabildo, concretado en el año 1780 gracias a la decisión política del gobernador Andrés Mestre, fué utilizado como cárcel durante mucho tiempo. Muchos documentos narran de fusilamientos llevados a cabo en el predio que luego, 1865, se convertiría en la actual Plaza 9 de Julio. En 1871 el gobernador Delfín Leguizamón tomó la decisión de construir un nuevo edificio para la cárcel. El mismo recién se concretó en 1889 y es el que los salteños conocen como la sede de La Central de Policía, en calle General Güemes al 700. Actualmente la cárcel penitenciaria está ubicada en un barrio del sud-este de la capital salteña, Villa Las Rosas, edificio carcelario que fué inaugurado el día 20 de Febrero de 1941).

ORGANIZADORES Y ACTIVIDADES:

Por otro lado, se proyectaba la modificación y ampliación del alumbrado de la Plaza 9 de Julio. Reunidos en el despacho del Intendente Municipal, La Comisión de Corsos designó Presidente Honorario de la misma al señor Bernardo Guzmán (Intendente Municipal). Como Presidente de la Comisión Directiva fue designado Arrigo Morossini; Vicepresidente el señor Vicente Solá; Tesorero Ángel Obeid y Secretario Carlos Agüero.
La Comisión encargada de conseguir fondos quedó formada por Heriberto Sid y María Ferretti, en cuanto a la Comisión de Ornato y arreglos quedó constituida por Aarón Frías, Hugo Olmos y Julio Velarde.
El Intendente Municipal entregó a la Comisión la cantidad de quinientos pesos en carácter de donación para la organización de los corsos. Al igual que el año anterior se dispuso que lo producido fuese el cincuenta por ciento a la Escuela de Ciegos y lo restante a La Copa de Leche.
Durante 1936 los Corsos se realizaron alrededor de la Plaza 9 de Julio y también en la Florida. Es decir estos dos tradicionales corsos recobraban su vigencia, dejandosé de lado el circuito del año anterior (Avenida Belgrano).
El Corso de la Florida tendría como circuito desde Tucumán a Corrientes en virtud de las características populares de Momo.
Se conformó una Comisión integrada por los señores Domingo Peretti, Hugo Olmos, Ángel Obeid y Heriberto Sid para solicitar de los comerciantes la contribución indispensable para la Organización de los Corsos.
El día jueves 6 de febrero las autoridades del Centro Argentino de Socorros Mutuos llevaron a cabo un Baile de Disfraz que estuvo muy animado.
La Comisión Organizadora utilizaba el local de la Peña Española para realizar sus reuniones, intentando neutralizar el decaimiento de los corsos de los últimos años, logró la donación de setenta premios por parte de los comerciantes.

EL CARNAVAL EN TARTAGAL

El Intendente Municipal de Tartagal había tomado la decisión de realizar Corsos en los pagos norteños, para ello designó una Comisión integrada por los señores Ismael Vallejos, H. Garizú, W. Davis, Fernando Moroni, Dr. Adolfo Machi, Alejandro Saul, Dr. Ruiz Correa, Reynaldo Uribarri, Rafael Bentini, M. Chibán, Alfredo Farfán, Juan Bianchi, Walter Chagra, Domingo Dolezor, Dr. Miguel Tomás y Dr. José Urquiza. Esta Comisión fue dotada de amplias atribuciones y facultades para poder formar subcomisiones y lograr sus objetivos.
Si bien la documentación contactada no es abundante, se puede decir que las celebraciones, sin llegar al nivel de las más esplendentes, tuvieron brillo y alegría. El pueblo acompañó a los carnavaleros en el circuito y brindó generosos aplausos a los participantes.

CARPAS - CORSOS Y SERPENTINAS:

En el ámbito capitalino se fijaron los días 22, 23 y 25 de febrero y también el día 1 de mazo, esto para el Corso de la Plaza 9 de Julio.
El Corso de la Florida tuvo como días de desfiles el 23 de febrero desde horas 18 a 21 (igual horario para el Corso del 1º de marzo) el día 24 se llevó a cabo un corso nocturno desde 22 a 1 de la madrugada.
A los agitados debates en las esferas políticas y a la falta de entusiasmo carnavalero que se notaba en las calles se le sumó la persistente lluvia que acompañó el primer día del Carnaval, lo que hizo que éste pasara casi desapercibido.
En casas particulares así como en las carpas se bailó con mucha animación y derroche de serpentinas y papel picado.
Si se pone atención en la narrativa de los últimos carnavales, se podrá percibir el paulatino deterioro de los corsos salteños. El Carnaval se manifestaba en reuniones sociales. No faltaban quienes diagnosticaran su muerte.
El primer corso de la calle la Florida se desarrolló en un marco de mucho entusiasmo y poco brillo, con desfile de carruajes y comparsas.
Muy pocas carrozas se hicieron presentes en este primer desfile, llevado a cabo en una noche acosada por densos nubarrones. Sin embargo a la falta de carrozas que siempre ponían la nota clásica de colorido y animación el pueblo protagonizaba su cuota de alegría en un derroche de serpentinas, pomos y papel picado.
Con respecto a la primera jornada del corso de la Plaza podemos decir que muy pocas comparsas acompañaron sus desfiles. Aunque a medida que avanzaban los días los corsos fueron tomando cuerpo, así por ejemplo el martes 25 de febrero logró un singular éxito donde se destacó el tremendo esfuerzo de la Municipalidad, que realizó gastos superiores a sus posibilidades en la preparación de estas fiestas. El mismo día martes a las cinco de la tarde la Comisión Organizadora llevó a cabo un concurso infantil alrededor del Rosedal del Parque San Martín, gran cantidad de niños en un marco de emotiva alegría le dieron brillo a este desfile.
En Campo Santo, el 1º de marzo, en el local del Centro Comercial Sirio se llevó a cabo un gran Baile Carnavalero. El mismo tuvo lugar después de la realización del corso, que un año más se concretó en esos pagos del Valle de Siancas.

EL CARNAVAL Y LAS ELECCIONES:

Algunas disidencias ocurrieron con los integrantes de la Comisión Organizadora; Bernardo Guzmán quien había anunciado de que se realizarían corsos el jueves 27 y el viernes 28 de febrero y que los mismos tenían por finalidad recaudar fondos para intentar paliar gastos hechos por la municipalidad en ornamentación y nuevos adornos; suma que no sería alcanzada en virtud de que las lluvias habían impedido la realización de todos los desfiles proyectados. Pero el Presidente de la Comisión, Morossini, salió al cruce negando la realización de estos Corsos y aclarando que el del día sábado iría en el horario de 21 a 24 horas pues al día siguiente, domingo, se desarrollaban las elecciones en nuestra Provincia; y que luego de escrutados los votos a partir de horas 21 sí habría corsos en la Plaza 9 de Julio y en la Calle la Florida.
Los bailes se desarrollaron en plenitud destacándose los de la Sociedad Española y Sporting Club.
La lluvia no ayudaba a los carnavaleros y la Comisión tuvo que programar corsos en la Plaza para el jueves 5 de marzo, el sábado 7 y el domingo 8 para recuperar los días perdidos por lluvias y elecciones. La entrada a los palcos se vendieron en la Casa Sid, calle Zuviría Nº 74, y tuvieron un precio de tres pesos por noche y de seis por las tres noches.

En Metán, no hubo Corsos pero sí un baile de Disfraz y Fantasía, llevado a cabo en la lujosa Residencia de la Señora Lastemia Poma, en el cual hubo derroche de alegría y se danzó hasta altas horas de la madrugada.

El Edicto Policial que prohibía el juego con agua durante los corsos y antes de las 24,30 horas no se cumplía. En especial los infractores eran los habitantes de casas de altos donde de a baldadas arrojaban agua y sin miramiento de ninguna clase.
Para tener una idea respecto al concepto de los Corsos por parte de nuestra aristocracia , concepto que había sido internalizado por el resto de la Sociedad y que se manifiesta plenamente en el corso de la Plaza 9 de Julio, haremos referencia a un fragmento de un artículo publicado por el Diario Nueva Época el jueves 5 de marzo de 1936 en la página número diez y que dice así : “... De acuerdo con la última disposición adoptada por la Intendencia Municipal y Comisión de Corsos, hoy se llevará a cabo en la Avenida que circunda la Plaza 9 de Julio, el segundo Corso auspiciado por estas entidades... y aquí viene lo mejor “... estarán representados sin duda en esta fiesta de espiritualidad y sana alegría, los valores más representativos de nuestros círculos sociales, prestigiando así la fiesta que está llamada a constituir una nota de singular relieve, dado el interés despertado entre nuestras familias, lo que nos permite anticipar su éxito ...”
Salta todavía estaba convulsionada por los resultados de las elecciones donde el Partido Demócrata había vencido a los Radicales. Los Demócratas presentaron la Fórmula “Luis Patrón Costas -Rovaletti ”.
Para la renovación del alumbrado de la Plaza 9 de Julio se adjudicó la licitación de provisión de lámparas y columnas a la firma Repetto- Sforza.
El sábado 7 de marzo de 1936 a horas 19 se procedió a realizar el Acto de Inauguración del Cine Balcarce cuya propiedad correspondía a la empresa Renzi y cuya construcción estuvo a cargo del Ingeniero Hugo A. Rovaletti. Sala Cinematográfica ubicada en las cercanías de la Estación del Ferrocarril y que marcó a muchísimas generaciones de salteños, especialmente con sus funciones de Matiné.

CORSO Y ROMERÍA:

1936 marcó en la Historia de los Corsos Salteños una modalidad nueva. Ante la falta de presencia de carruajes, el público convirtió al circuito en una multitudinaria romería; ya que ganaba las calzadas, de a pié y cuando alguna carroza o comparsa se insertaba al desfile era acompañada en su retaguardia por una imponente masa humana. Esta costumbre nacida en 1936, se mantuvo durante muchísimo tiempo, tanto, que en épocas de apogeo de los corsos de la Avenida Belgrano cada agrupación llevaba su propia “hinchada”, que en cierta manera la protegía de los “encuentros”.
La jornada de excepción se dió con el corso del día domingo 8 de marzo que contó con una gran afluencia de público y la animación por la afluencia de carruajes, los que en determinados momentos, se veían imposibilitados de avanzar o retroceder, ante la congestión reinante en aceras y calzadas.
Se destacaban algunos de ellos por lo llamativo y vistoso de sus adornos, cuyos ocupantes cambiaban ocurrencias más o menos chistosas, flores, serpentinas y papel picado con los transeúntes y ocupantes de palcos.
Queremos remarcar lo afirmado anteriormente. Los Corsos, a partir de este año, perdieron el aspecto suntuoso de años anteriores, cuando una doble hilera de palcos repletos de damas con adornos llamativos que solían suscitar la doble admiración que despiertan la belleza, los trajes novedosos, y el buen gusto, y los carruajes ostentosos daban una sensación de un espectáculo donde el único protagonista era el disfrazado. Ahora, a ese protagonismo se le sumaba el de la concurrencia que alternaba diálogos, saludos, con el intercambio de flores, papel picado y serpentinas.
El jurado encargado de discernir los premios a la mejor carroza y a conjunto, ante la pobreza en número y en calidad de los participantes decidió declararlos a todos desiertos y entregar los premios a un centro benéfico.

LOS DIARIOS - HISTORIETAS Y PREMIOS:

Por otra parte, queremos destacar que en marzo de 1936 por primera vez un diario de Salta (“Nueva Época”) publicó un suplemento de Historietas editadas en colores. Fueron cuatro páginas , entre las cuales se destacaron “Las Aventuras de Carlos Norton”, cuya autoría pertenecía a Jacinto Amenábar; “La Isla de la Fortuna” de James Mac Cagne; “Ben Webster” de Edwin Alger y “En tiempo de Las Barbaras Naciones...” de Mal Eaton. Nos imaginamos el impacto que causó este aporte a la Historia de los Medios de Comunicación de nuestra querida Salta.
En pleno desarrolló de los Corsos, la Comisión Municipal decidió modificar el precio del costo de los palcos, se cobró dos pesos cada uno por noche y cinco pesos por tres jornadas.
La última jornada de corsos de este Carnaval se llevó a cabo alrededor de la Plaza 9 de Julio el día domingo 8 de marzo y como siempre la última fue la más lucida. Gran cantidad de público, carrozas y disfraces le dieron realce y entusiasmo hasta el final ( el corso se inició a las 21 y duró hasta las una de la madrugada).
La Comisión adjudicadora de premios, al igual que algunas otras tenían criterios muy fijos que digamos. Pusieron un precio para los palcos, lo bajaban, lo subían, parece que giraban en base a las expectativas del brillo de la jornada, el clima etc. Asimismo, en primera instancia habían resuelto no entregar premios a los participantes y declararlos desiertos, sin embargo, a último momento decidió premiar de la siguiente manera:

COMPARSAS:

1º premio: “Los Divertidos”
2º premio: “Indios Guerreros”

CARROZAS:

1º premio: “Dirigible”
2º premio: “Infierno Femenino”
MÁSCARAS:

1º premio: “Un burrito solitario”
2º premio: “Los Gitanos”

Todos estos premios, junto a los correspondientes al Corso Infantil, llevado a cabo en el Parque Rosedal, fueron entregados en un domicilio ubicado en calle Alberdi Nº 211.

EL CARNAVAL DE 1937

LOS GOBERNANTES-LA MUJER Y EL DIABLO:

El Carnaval de 1937 encontró a los salteños con un nuevo elenco gobernante. El triunfo de los Demócratas sobre los Radicales permitió que Luis Patrón Costas ?1873-1952? gobernara entre el período comprendido desde el 1? de Mayo de 1936 al 1? de Mayo de 1940. El cargo de Vicegobernador lo ejerció Alberto Blas Rovaletti? Ministro de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública fue Víctor Cornejo Arias? Ministro de Hacienda Carlos Gómez Rincón? Intendente Municipal Ceferino Velarde y Jefe de Policía Jorge A. Velez.
Diremos a priori, que a partir de aquí en adelante el Carnaval y sus Corsos tendrían un paulatino repunte.
Comúnmente el vulgo relaciona a la celebración del carnaval con el diablo. Es más no faltan ensayos y sesudos análisis a través de los cuales pretende fundamentarse o brindarle marco comprensivo a tal tesitura. Por nuestra parte consideramos que tal relación implica al menos una falacia, cuando nó una premeditada actitud tendiente no solo a desnaturalizar las celebraciones y su ritual sino también a desterrarla.
Con la conquista y ante el contacto de dos culturas absolutamente contrapuestas, tanto conquistadores militares como representantes del clero se dieron a la tarea conjunta de intentar aniquilar lo que ellos consideraban prácticas paganas y que en realidad representaban una ancestral concepción mítica incomprensible si nó se la analiza en ese marco y emparentado con un calendario agrícola-ritual. Sin pretender entrar en una posición que de lugar a la controversia analítica, decimos que muchos de los elementos y actitudes que los conquistadores pretendían combatir estaban, representados a su forma y manera, insertos en sus propias pautas culturales y cosmovíticas.
El asunto es que dentro de la concepción paternalista-utilitaria y dominante del conquistador, también se escondía una estrategia de marginación y sometimiento de la mujer. Así, con el tiempo, ya sea para la chanza o para las acciones concretas, también la mujer fue emparentada al diablo. Su inserción en los corsos, como concurrente y partícipe de los juegos de serpentinas, agua, micalina, etc., se dio desde las primeras instancias. Pero su protagonismo en los disfraces o la libertad para seleccionar y portar vestimentas audaces, integrar jurados o comparsas, debió esperar un buen tiempo, a riesgo de ser sometida a escarnios y marginamiento social.
A través de la narrativa que pasa de generación en generación, de fogón en fogón, mate tras mate, recordamos una que pretende dar respuesta a la relación Mujer - Diablo.
Cuentan que una mañana el Todopoderoso había salido a dar un paseo en compañía de San Pedro, que no lo abandonaba jamás. Comentaban ambos la ingratitud de Adán y Eva, que tan mal habían correspondido a las atenciones que largamente se les dispensaron. En ese comentario se encontraban enfrascados cuando, al llegar al recodo del camino, donde comenzaba una esbelta alameda, escucharon y observaron el vivo altercado que en forma enardecida mantenían dos personas. Se acercaron sigilosamente y comprobaron que los que así reñían eran una Mujer y un Hombre? ella sobresalía por su belleza y el por su atlética musculatura.
El Buen Dios, advirtiendo la superioridad física del hombre, se dirigió a San Pedro y le dijo?
- Anda. Corre, sepáralos, no me agrada este espectáculo.
Y el Todopoderoso prosiguió solo su paseo.
- ¡Vaya un encarguito? - Exclamó San Pedro, pero quien manda, manda? y se dispuso a obedecer. Imaginemos la sorpresa y consternación, cuando al intervenir en la contienda comprobó que el Hombre era el mismo Satanás en persona y la Mujer, era mucho más hermosa de lo que a primera vista parecía.
-¿Por qué este escándalo, este alboroto entre vosotros, cuando siempre habéis sido tan buenos camaradas?.
Los dos callaron y clavaron sus miradas en la tierra. A pesar del silencio, San Pedro pudo comprender que se trataba de una lucha cuya finalidad era destacar la supremacía en la perdición de los hombres.
En cuanto los contendientes intentaron volver a la pelea, aprovechando una distracción de San Pedro, el venerable Apóstol pretendió separarlos. ¡Pero bueno la hizo? Satanás y la Mujer le injuriaron desconsideradamente, faltandolé a todos los respetos y lo acusaron de meter las narices donde nadie lo había llamado lo mismo que cualquier portero. A tal punto llegaron los improperios, los insultos, que San Pedro perdió la paciencia y apeló a su espadón rutilante, resplandeciente como una lengua de fuego y de un tajo cercenó las cabezas que tan irrespetuosas se habían erguido. Limpió la hoja en los pliegues de su túnica, se alejó del lugar del suceso en búsqueda del Todopoderoso. Al llegar ante su presencia éste le preguntó con interés?
-¿Los has separado Pedro?
- ¡Más que separado?
- ¿Los reconciliaste entonces?
- Del todo. Su cólera ha desaparecido.
- ¿Pero a ver. Que es eso?. ¿Tu tienes la mano ensangrentada?
- No tiene ninguna importancia Señor.
- Cuéntame que a pasado.
- Poca cosa. Que aquellos dos demonios desencadenados me han puesto como jamás oyeron los querubines, diciéndome tantas barbaridades que por respeto no quiero proferir ahora. Colmaron mi paciencia y zás? desenvainando mi Gloriosa Espada les corté las testas de raíz y asunto concluido.
- ¡Pero eso es horrible?. ¿Cómo tú, Pedro, te dejaste llevar por un impulso semejante?
- Es que hay cosas...
-Bien, corre, recoge esas cabezas y vuélvelas a colocar en su sitio, lo mismo que estaban ¿ Has traído la secolina?
- ¡Pero eso no es posible!. El Señor no se hace cargo de lo difícil que es esa compostura.
- Ve, te digo; obedece y calla. Coloca las cabezas en sus respectivos cuerpos. Y no te tardes, que hora es ya de que regresemos.
Pedro, obediente, aunque refunfuñando un poco volvió al sitio de la catástrofe, pero estaba tan distraído en sus reflexiones que equivocadamente puso la cabeza del Diablo en el tronco de la Mujer y la de ésta en el cuerpo del Diablo, y, así, de esa manera, ambos volvieron a la nueva vida.
He aquí de porqué se viene diciendo que las mujeres son el mismísimo Demonio...”

EL CORSO DE LA AVENIDA SANTA FE:

Allá por la segunda mitad del mes de enero de 1937 un grupo de vecinos propietarios de la calle Santa Fé, desde Tucumán hasta Independencia, circuito que años después se convirtió en la columna vertebral de hermosos corsos, cursaban una nota al Gerente de la Compañía de Electricidad, solicitando la provisión de luz eléctrica, comprometiendosé a consumir como mínimo ocho kilowats de luz cada uno. Firmaban esa nota los vecinos, María Merile, Santos Solaligue, Isidoro Urbano, Ángel Albisco, José Flores, Saturnino Albisco, Gerónimo Gauna, Damián Díaz, Rosario Sarmiento, Ángel Francisco Pérez, Mariano Gallardo, Mariano Mamaní, Pío Dorado, Rómulo Clemente, Benito de Pansi y Carmen V. Torres.

LOS CORSOS CON ORGANIZACIÓN PRIVADA:

El jueves 22, convocados por el Intendente Municipal, Ceferino Velarde, se reunieron en su despacho funcionarios municipales, comerciantes y representantes de la Prensa a los efectos de intercambiar ideas sobre la organización de los Corsos de Carnaval.
Este año los Corsos no fueron organizados por la Municipalidad, es decir no tuvieron organización oficial. La Comisión designada estuvo presidida por Arrigo Morossini; Vicepresidente fue José Vidal; Tesorero Ángel Galarreta y Martín Córdoba.
Se integró una Comisión de Propaganda con los Directores de los diarios locales a los cuales se sumó el señor Castro Espinoza, corresponsal de “Noticias Gráficas”.
Heriberto Sid y Domingo Ferreti fueron los encargados de recorrer las Casas Comerciales buscando apoyo.
La Comisión de Ornato estuvo integrada por Aaron Frías, Julio Velarde y Hugo Olmos. Mientras que a Arrigo Morossini, José Vidal y Ángel Obeid se les encargó la tarea de entrevistar al Gobernador de la Provincia, a los efectos de lograr la colaboración del Poder Ejecutivo.
Las ganancias líquidas obtenidas de las jornadas carnestolendas, fueron destinadas el cincuenta por ciento para la Escuela de Ciegos, el veinticinco por ciento para el Asilo de Ancianas y el otro veinticinco por ciento estuvo destinado al Asilo de Ancianos.
Después de varios años de haber dejado la organización de los Corsos en manos de la Municipalidad, experiencia de resultados poco positivos, que pusieron al borde de la hecatombe al Corso de la calle la Florida y en no menos difícil situación al de la Plaza 9 de Julio; vemos como la organización privada volvió a tomar las riendas, buscando tal vez encausar el espíritu errátil y fantasmagórico de un Carnaval venido a menos. La tarea no era fácil, volver a impregnar el territorio de risa contagiosa, de la locura, de los brincos que permitieron que muchas generaciones anteriores vibraran de pies a cabeza. Era el gran desafío.
Había un elemento que jugaba a favor: La milenaria tradición por estas grandes Fiestas, que había llegado a conformar una especie de culto e inclusive a impregnar ideales que se constituyeron en especie de eslabones de una larga cadena donde se mezclaban elementos antropológicos, históricos, etnográficos, folklóricos y hasta, porque no, filosóficos.
Aún hoy, después de las Fiestas de la Navidad, Año Nuevo y los Reyes Magos, la figura de Momo prosigue constituyendo parte del calendario mítico de los pueblos.
Sigue siendo el sinónimo de una pomposa manifestación multicolor donde se conjuga lo lírico, lo romántico; los sueños y una especie de mágica Serenata de Amor y de Ilusión que se manifiesta a veces en un Arlequín matizado en su policromía, en una Coqueta Serpentina de brazos largos; en Payasos y Diablos que con sus piruetas y brincos andan arrastrando las tristezas de la humanidad.
Reyes y harapientos, a través de los siglos, fueron víctimas y gozantes de su voluptuosa y frenética danza. Los ricos con sus tertulias y fiestas “paquetas”; los pobres con sus Carpas donde se embeben de Chicha, Aloja y otros beberajes “Non Santos” forman parte aunque más no sea inconscientemente, de subterráneos valores filosóficos: El Ser Humano tiene parámetros que lo alejan, más allá de su voluntad, de las pequeñas circunstancias económicas y mundanas.
La Aristocracia y la clase media, encontraron en 1937 recovecos para su diversión en el Club 20 de Febrero, el Sporting Club, la Sociedad Española, el Centro Argentino de Socorros Mutuos, el Centro de Empleados de Comercio, Centro Recreativo Los Rosales, Club Olld Boys, Confitería Ritz, Colón y París.
Durante este año se encontraban en plena construcción los edificios de las actuales escuelas Bernardino Rivadavia, Juan Bautista Alberdi, Julio Argentino Roca y Jacoba Saravia.

SIN CORSOS EN LA CALLE LA FLORIDA:

En cuanto al circuito para el corso proseguiremos con los vaivenes. Se resolvió que los mismos se efectuarán únicamente en la Plaza 9 de Julio los días 6, 7, 9, 13 y 14 de Febrero. Comenzaban a las 21,30 y concluían a las 1 de la madrugada.
Los vendedores ambulantes de flores, serpentinas y demás artículos del carnaval no pagaron ningún tipo de impuestos.
Los vehículos con propaganda que transitaron por el circuito pagaron diez pesos; los camiones cuatro; automóviles particulares tres, de alquiler dos y los vehículos de tracción a sangre un peso. Las chatas de cuatro ruedas a los efectos del cobro fueron considerados como camiones. No se permitió la entrada de ómnibus, bañaderas y jinetes.
Los palcos, que tenían una capacidad para ocho personas, tenían un precio de tres pesos por noche y diez pesos por la temporada. Los integrantes de la Escuela de Ciegos, Asilo Santa Ana y Asilo de Ancianos instalaron un puesto de ventas de flores para recaudar fondos.
A finales de enero una recientemente formada institución deportiva, el Club Atlético Pellegrini (fundado el 15 de Agosto de 1930) organizó un Festival Futbolístico benéfico para ayudar a la familia del malogrado jugador Juan Puló y de S. Tapia, que se llevó a cabo en el campo de juego de Juventud Antoniana y donde participaron algunas instituciones que hoy ya no existen como por ejemplo: Sarmiento y Pompeya. Torneo ganado por los Organizadores, que por aquellos tiempos tenían un plantel formado por los siguientes jugadores: Ortiz, Furtan y Toranzos; Burgos, Valverdi y Echenique; Arancibia, Lazarte, Martearena; Quero y Nazr.
Los Corsos de la Plaza 9 de Julio tuvieron una iluminación destacada que le había sido adjudicada a la firma Jaime Sansó, que cobró la cantidad de trescientos cuarenta y cinco pesos por estos trabajos de iluminación.
La venta de palcos se realizó en la Casa de Heriberto Sid, Zuviría N° 73, y se había reservado uno para Prensa.
Cuando uno observa los premios estipulados por aquellos tiempos, inevitablemente esboza una sonrisa, y aún teniendo en cuenta las diferencias con los tiempos actuales en cuanto a cantidad de integrantes y las innovaciones coreográficas y de vestuario, ineludiblemente se pregunta si estos premios fueran propuestos hoy en día, alguien participaría. En 1937 estos fueron:

COMPARSAS:
1° Premio: una docena de vino Michel Torino, una
docena de vinos La Cafayateña y diez pesos.
2° Premio: 24 botellas de vinos de la Sucesión de
Mercedes Michel.
3° Premio: Un cajón de vino de Sastre y Cía.

MASCARAS MAS ORIGINALES:

1° Premio: un reloj y una máquina fotográfica.
2° Premio: una máquina fotográfica.

MASCARA INFANTIL MAS ORIGINAL:

1° Premio: Un traje de cow-boy.
2° Premio: Un triciclo.
3° Premio: Un automóvil - juguete.

VEHÍCULO MEJOR ADORNADO:

1° Premio: cincuenta pesos y un bebe irrompible.

CONJUNTO DE SEÑORITAS MAS BONITAS
Y ESPIRITUALES:
1° Premio: una hermosa muñeca.

SEÑORITAS MEJOR ATAVIADAS:

1° Premio: Seis pares de medias.
2° Premio: Una mesita japonesa.
3° Premio: Un juego de mantelería.

SEÑORITAS MEJOR DISFRAZADAS:

1° Premio: Una lámpara de cinco luces.
2° Premio: Tres bomboneras.
3° Premio: Una medalla y un Sahumador Japonés.

SEÑORITAS CON MEJOR TRAJE DE FANTASÍA:

1° Premio: Cuatro frascos de lociones, cigarrera
electro plata.
2° Premio: Dos lámparas de velador y dos carteritas
para bebé.
3° Premio: Un reloj alcancía y dos pares de zapatitos
blancos.

CARROZA MAS ORIGINAL O ARTÍSTICA:

1° Premio: Una valija de cuero conteniendo dulces y
un farol para auto.
2° Premio: Una valija.
3° Premio: Un juego niquelado para café.

De la observación y análisis de los premios fijados tenemos un panorama del lugar, en cuanto a importancia, que tenían las comparsas por estos tiempos. Lo que también permite realzar el rol del cacique José S. Herrera, “Josito”, a partir de 1949, en la jerarquización de estas agrupaciones, especialmente en la estructura de los Corsos.
Intercalemos en la narrativa, la dulzura de un poema:

SERPENTINA

Cuando yá... de las sombras nocturnas negro broche
alcanzaba a prender el manto astral
y la luna su claridad en derroche
derramaba en el cielo sideral...

Cuando yá... bajo el arco de la tibia noche.
daba alegre su ronda el Carnaval,
iba triste, Pierrot, como un fantoche...
Se burlaba Colombina de su mal...

Más, cesó el carnaval su algarabía,
con el pauso expirar de los clamores...

... Y en el cielo profundo... los ardores
de la luna que lenta se evadía,
De Pierrot: ensoñaba sus amores,
y de ella: su boca aún reía!
- Hector R. De Mattei-.

¡ADELANTE CARNAVALEROS!

La primera jornada de corsos fue considerada como decepcionante, ante la ausencia de carruajes y máscaras. Pero la siguiente, llevada a cabo el día domingo 7 de Febrero, alcanzó las proporciones de animación y concurrencia que se esperaba. Desde las 21 horas, el público comenzó a hacerse presente en el circuito, a la espera de la organización del corso, que no tardó en llevarse a cabo pues, poco después aparecieron las primeras carrozas de disfrazados, cobrando en seguida la fiesta, características de gran apogeo. No obstante la gran concurrencia de público, no se registró ningún incidente, destacandosé de entre las Carrozas por su originalidad, la del “Vino Churo”, “Radio Philips”, “Las Cubanas”, “Las Colombinas y Pierrots”, organizada esta última por un grupo de jóvenes y niñas vecinos de la calle Caseros al Oeste.
En las barriadas se revitalizó la vieja costumbre del juego con agua, pomos, globitos, papel picado y serpentina. La alegría vecinal se manifestó desde primeras horas de la mañana y tomaba su verdadero cuerpo a eso de las tres de la tarde.
El día lunes 8 estaba previsto el desarrollo de un corso que no pudo concretarse debido a la lluvia caída. Sin embargo el desquite llegó con el corso del día martes 9 que alcanzó grandes proporciones debido al crecido número de participantes entre Comparsas, Carrozas de Disfrazados y a la extraordinaria cantidad de público que brindó un marco de inusitado entusiasmo.

EL CARNAVAL EN ROSARIO DE
LA FRONTERA

En un ambiente de entusiasmo y alegría los rosarinos celebraron al Carnaval. Se organizaron corsos que estuvieron alegres y concurridos y sobresalió el baile efectuado en la Biblioteca Popular, donde se distribuyeron gratuitamente pitos, matracas y otros objetos que ayudaron al éxito.
En realidad, es el primer corso del que tenemos noticias por estos pagos, en los cuales se cuidó al detalle la faz ornamental y tuvieron un muy buen servicio de iluminación. Las Carrozas que sobresalieron fueron las de las familias José Ranea, Señorita Carmen Abregú, Dora Gringa, Coda Rodas, Guilla Soria, Isabel Araoz, María Ester Arias, Nilda Benitez, Elena Ortiz, Familia Morangoni Nuñez, Sadir, Placencia, Navamuel y Montaldi. El domingo 14 de febrero se reiteró el Baile en el Salón de la Biblioteca Popular además de otro que alcanzó gran lucimiento y que se llevo a cabo en el Club Hispano Argentino.

EMBARCACIÓN

Pocas veces los festejos de Momo lograron igual entusiasmo. El día domingo 7 y martes 9 de febrero de 1937 se llevaron a cabo corsos en el marco de una gran concurrencia de máscaras donde la variedad y elegancia de la mayoría de ellas le pusieron una nota de calidad al desfile. En el mismo participaron casi todos los carruajes de la localidad. El día lunes la lluvia impidió la realización del corso.
El juego con agua se desarrolló en gran escala y las calles se vieron recorridas por grupos de jóvenes que a pié, o en camiones circulaban de casa en casa, donde se pudo observar que hasta personas avanzadas de edad jugaban a la par de los jóvenes.
Los bailes de los días sábados y domingos hicieron gala de un gran entusiamo. La señorita Marisa Nazar fue elegida Reina del Carnaval de Embarcación. Mientras que Dominga Mayar se hacía acreedora al premio de mejor disfraz.
El día domingo se llevó a cabo un desfile infantil, donde participaron cerca de ciento veinte niños con los más variados disfraces infantiles, donde fue elegida reina del Carnaval Infantil la niña Aimé Petros, disfrazada de dama antigua. Sobresalieron los niñitos Roberto Chamale (Príncipe Hindú) y Babi Bouhid (disfraz de turca).
Como observamos los Corsos habían empezado a ganar espacio en los pueblos del interior. En cuantos de ellos se habrán suscitado diálogos como este:
-Que callado que estás Arlequín. Que haces ahí?
- Miro pasar. ¿Te preocupa mi silencio?
- ¡Qué esperanza! más un Arlequín tan tristón con cara de funeral...
- Así va el mundo... ¿Que hacer?
- Alégrate, alégrate Arlequín. Mira que la vida pronto pasa, después, al quererla vivir, tarde se hizo... Adiós...

LOS PREMIADOS DEL CARNAVAL:

Volviendo a la Capital de Salta, el sábado 13 volvió a reiterarse el Corso y su lucimiento, mientras que al día siguiente, domingo, la lluvia volvió a aguar la fiesta.
Justamente para recuperar esos días perdidos el jueves 18 se llevó a cabo un Corso que no le vino en zaga, en cuanto a concurrencia y a participantes, al corso de días anteriores.
Al otro día, con el último corso, se procedió a entregar los premios correspondientes:

COMPARSAS:
1° Premio: “Los Disfrazados”.
2° Premio: “Los Indios Mosianos”
3° Premio: “Los Cerrudos”

MASCARAS ORIGINALES:

1° Premio: “Tarzán y Aviadora”
2° Premio: “Cargando a la Vieja”
3° Premio: “Carlitos Chaplín”

MEJOR PAREJA DE MASCARAS:

1° Premio: “Burrito”- representada por Juan Ciotta y compañero.

MASCARA INFANTIL ORIGINAL:

1° Premio: “Indios Incaicos”.
2° Premio: “Patoruzú”.
3° Premio: “Pollito”.

MEJOR VEHÍCULO ADORNADO:

1° Premio: “Camión Radio Phillips”.

SEÑORITAS MEJOR ATAVIADAS:

1° Premio: Carroza “Dominó”.
2° Premio: “Automóvil Fantasía”.

CONJUNTO DE SEÑORITAS
MEJOR DISFRAZADAS:

1° Premio: “Pierrot Fantasía”.
2° Premio: Carroza “Moras”.
3° Premio: “las Venecianas”.

CARROZA ARTÍSTICA:

1° Premio: “Pierrots y Colombinas”
2° Premio: “Piratas”.
Otros premiados fueron: “Camión Adornado”, “Trajes de Fantasía”, “Los Apaches”.
La Comisión de Corsos recibió un subsidio de quinientos pesos, para hacer frente a gastos.
Así se fueron los festejos del Carnaval de 1937. Los Corsos seguían recuperando lentamente el terreno perdido.
Los jujeños también tuvieron sus festejos y donde la cosa estuvo dura fue en los pagos de Fraile Pintado, las autoridades locales no dieron permiso para Bailes Públicos y los de carácter familiar, fueron rigurosamente limitados. Solamente el día 7 de febrero, en el hotel del Señor Damaso Paez se organizó una reunión de máscaras infantiles que estuvo muy linda.
De la narrativa habrá observado que con respecto a los Corsos de Calle La Florida; los organizadores habían optado por hacerlos desaparecer con anestesia y paulatinamente. En 1935 no hubo corsos. 1936 sí. A partir de 1937, y durante once años el circuito de la calle La Florida careció del brillo de las guirnaldas y el ritmo festivo de comparsas y murgas. Once años durante los cuales no se realizaron corsos. Hacia finales de la década del cuarenta, casi sorpresivamente, este histórico lugar del carnaval pareció querer reverdecer laureles, la cosa no pasó de un intento pues la histórica “Calle de la Alegría” y sus corsos yá habían sido heridos de muerte. Se vivía así las últimas expresiones de un Corso Popular que marcó época desde 1909 en que se había organizado el primer desfile. En 1947 este querido corso volvió a ser organizado pero, ya nada sería igual.


EL CARNAVAL DE 1938

LA INAUGURACIÓN DE LA PILETA DE LA PLAZA ALVARADO:

Hasta 1938 existió, desde el punto de vista del tránsito vehicular, la costumbre de estacionar los vehículos en la mitad de la calle, nó como se estila hoy en día hacia uno de los laterales. Justamente será durante este año cuando el Intendente decide derogar dicha disposición, comenzó con algunas calles como Corrientes y Pellegrini. Después de sucesivas postergaciones, pudieron ser inaugurados los Baños Públicos (hoy pileta de la Plaza Alvarado), acto al cual asistieron el Arzobispo Monseñor Roberto J. Tavella, El Ministro de Gobierno Dr. Víctor Cornejo Arias y el Secretario Municipal Señor Raúl H. Pulop y otras autoridades gubernativas, municipales, militares y eclesiásticas. Gran cantidad de público acompañó a las autoridades y presenció un festival de natación, mientras los acordes de la Banda de Música de la Provincia daban un marco espectacular a la jornada. Esto ocurrió el domingo 30 de enero de 1938 a horas 18.

LOS PRIMEROS PASOS:

En los primeros días de febrero, comerciantes y autoridades municipales comenzaron a mantener contactos para tratar temas referentes al Carnaval y sus Corsos.
El sábado 12 de febrero, en la Oficina de La Dirección de Control de la Municipalidad se decidió constituir la Comisión Organizadora, que tuvo como Presidente Honorario al Intendente Municipal Don Ceferino Velarde. Presidente Titular fue designado el Señor Manuel Albeza; Tesorero Ángel Obeid; Secretario, Armando Frías y Vocales: Mariano García, Domingo Ferretti, Antonio Gana, Heriberto Sid y Bartolomé Salas. El martes 15 de febrero, Albeza, Gana y Ferretti, a nombre de la Comisión mantuvieron una entrevista con el Gobernador de la Provincia, solicitando su contribución y ayuda; así mismo solicitaron del Intendente Municipal la sesión de materiales para la iluminación como así también los palcos.
Heriberto Sid y Domingo Ferretti fueron designados para la tarea de lograr la colaboración de las casas de comercio.
Los Corsos habían sido previstos para los días 26, 27 de Febrero y 1 y 6 de Marzo. Comenzaron a horas 21,20 y se prolongaron hasta las 1 de la madrugada.
Tendrían un solo circuito: La Plaza 9 de Julio. Como usted observará ya nadie hablaba del Corso de calle La Florida.
Los organizadores elevaron nota a la Gerencia de la Compañía Eléctrica del Norte, solicitando el suministro gratuito de energía eléctrica para la iluminación de la Plaza 9 de Julio durante la realización de los Corsos. Mediante otra nota, solicitaban de Y.P.F la contribución de dinero en efectivo o premios, con el mismo fin.
En el orden nacional, el 20 de febrero de 1938 asumía el cargo de Presidente de la Nación Argentina Roberto Miguel Ortiz.
Mientras tanto la Comisión solicitaba la colaboración popular y a través de la Prensa y volantes acicateaba al “Espíritu fino y chispeante, al espíritu cultivado y la gentil belleza de las mujeres hermosas...”
Se pretendía lograr de los Corsos el sinónimo de la fiesta de la luz, de la flor y de la serpentina. Se instaba a reciclar viejos años, floridos de juventud. Se invitaba a que las familias en pleno concurrieran a los corsos, llevando flores para recoger sonrisas.
Los vehículos con propaganda pagaron diez pesos por noche y treinta pesos por cuatro jornadas. Los camiones tres pesos; las chatas de cuatro ruedas tres pesos; los automóviles particulares y de alquiler, al igual que los coches un peso.
Para acceder a un palco se debía pagar dos pesos por noche o seis pesos por las cuatro jornadas.
Se prohibió el ingreso al circuito de desfile de ómnibus, bañaderas, carros de dos ruedas y jinetes.
El uso de pomos estaba prohibido durante el corso, y solamente se lo permitió después de las 24,30 horas.
Por aquellos tiempos el Gobierno, a través de la municipalidad, intentaba mantener la identidad arquitectónica de la ciudad, así sancionaba ordenanzas instituyendo premios y exonerando del pago de impuestos a los que construyesen con estilo colonial.
Al igual que en años anteriores realizaron sus tradicionales bailes el Club 20 de Febrero, el Sporting Club, el Centro Argentino y la Sociedad Española. También esta vez el Carnaval y sus Corsos estuvieron mezclados con las elecciones, en este caso para elegir Legisladores Nacionales, Provinciales y Concejales Municipales en la Provincia. Estas se llevaron a cabo el día domingo 6 de marzo de 1938, por lo tanto la jornada de Corsos prevista para el sábado 5 fue suspendida.

PREMIOS PARA LOS PARTICIPANTES?

COMPARSAS?

1? Premio? cien pesos y una medalla de oro.
2? Premio? cincuenta pesos y un cajón de vino.
3? Premio? veinticinco pesos y un cajón de vino.

CARROZAS?

1? Premio? veinticuatro botellas de vino.
2? Premio? un juego de té y café, metal niquelado de cinco piezas.
3? Premio? un potiche de vilana.

SEÑORITAS MEJOR ATAVIADAS?

1? Premio? Seis pares de medias finas de seda.
2? Premio? Una bombonera fantasía.
3? Premio? Una caja con bombones finos.

DISFRACES MAS ORIGINALES?

1? Premio? Para Señoritas? Un juego de manicura.
1? Premio? Para Caballeros? Un velador cristal.
1? Premio? Para Niños? Un traje cow-boy o piel roja.
2? Premio? Para Señoritas? Un reloj pulsera y una polvera
2? Premio? Para Caballeros? Una lámpara velador.
2? Premio? Para Niños? Una máquina fotográfica.
3? Premio? Para Señoritas? Una máquina fotográfica.
3? Premio? Para Caballeros? Una lámpara velador.
3? Premio? Para niños? Una flauta triple y un frasco de caramelos.

CONJUNTO DE MASCARAS?

1? Premio? Un reloj despertador y un frasco de loción.
2? Premio? Un potiche y un frasco de colonia.
3? Premio? Un frasco bombonera.

Estos premios fueron exhibidos en las vidrieras de la Casa Plá.
Por supuesto que una vez pasadas las elecciones, el corso podía terminar cuando quisiere. Por eso mismo la Comisión Organizadora se reunió y decidió que el último corso se llevaría a cabo el domingo siguiente de estas elecciones y que en la noche del sábado la Plaza 9 de Julio sería iluminada como propaganda aunque no se realizara Corso Oficial. Se decidió también otorgar un premio de veinticinco pesos a la máscara más original, buscando imprimir así mayor entusiasmo a la realización del último Corso, que por otra parte, durante este año habían alcanzado poco lucimiento, con relación a años anteriores.
Los Corsos de General Güemes no tan solo tuvieron una gran colaboración de los comerciantes de la zona sino la enorme concurrencia y participación de sus vecinos. Prueba de ello es el Señor Pedro Leonarduzzi quien donó la luz para las cinco noches de los Corsos y la Municipalidad corrió con todos los gastos de la instalación eléctrica.
En estos pagos la Comisión Organizadora de los Corsos rendía cuentas. Se obtuvieron doscientos ochenta pesos por ingresos brutos y los egresos sumaron doscientos cincuenta pesos. El sobrante fue donado a las Cooperadoras de las Escuelas N? 29 y N? 177.

FINAL Y PREMIADOS:

Aquí en la Capital, la última jornada de Corsos fue muy animada. Numerosas carrozas participaron del desfile, hubo derroche de serpentinas, pomos, papel picado y flores. La enorme concurrencia sobrepasó los cálculos más optimistas, por lo tanto en las manzanas de la Plaza 9 de Julio el tránsito se hizo dificultoso. Hubo gran animación y ningún desorden y después de la media noche el juego con agua logró su apoteosis.
De acuerdo al veredicto del Jurado los premios se distribuyeron así?

COMPARSAS?

1? Premio? “La Estudiantina”
2? Premio? “Los Indios Chamol”
3? Premio? “Los Caballeros Modernos”.
3? Premio? ?bis?? “Indios Cobrizos”- ?este premio fue creado la última noche y consistía en veinticinco pesos?.

CARROZAS?
1? Premio? “La Noche”
2? Premio? “Andaluzas”
3? Premio? “Los Mejicanos”

SEÑORITAS MEJOR ATAVIADAS?

1? Premio? “Las Tirolesas”
2? Premio? “Las Enfermeras”
3? Premio? “ Caballeros de Chistero”

Además fue premiado “Carlos Chaplín” caracterizado por Sebastián Trapano.

EL CARNAVAL DE 1939

Llegado el año nuevo, la humanidad, a pesar de que lo presentía, se sentía impotente para frenar una de las mayores catástrofes universales, como lo fue la Segunda Guerra Mundial ?1939 - 1945?.
En los primeros días de febrero la Comisión Directiva del Centro Boliviano de Socorros Mutuos, trabajaba a pleno para poder concretar sus Bailes de Carnaval.
El Intendente Interino, Dr. Carlos Saravia Cornejo, procedió a citar para el día sábado 4 de febrero a autoridades comunales, vecinos, directivos de Prensa y comerciantes a una reunión para constituir la Comisión Organizadora de los Corsos del Carnaval, y sus respectivas Subcomisiones, que se organizarían bajo los auspicios de la Municipalidad.

LAS CARPAS DE CARNAVAL:

Las Carpas, que en cierta manera no representan otra cosa que la resultante de una respuesta popular? pues ustedes recordarán que desde los primeros tiempos, tratados en esta investigación los Sectores Aristocráticos encontraron en las Tertulias y posteriormente en el Corso de la Plaza 9 de Julio, lugares apropiados para expresar sus necesidades sociales y su alma carnavalera. El pueblo mientras tanto quedó relegado al juego con agua y a la práctica de destrezas criollas. Se debe tener en cuenta que por esos tiempos no existían instituciones populares que tuvieran las estructuras arquitectónicas suficientes como para albergar gran cantidad de personas. El ingenio popular o tal vez la visión comercial de algún paisano concibieron a ese montaje rudimentario, propio de las comunidades nómadas, como una alternativa superadora del problema? así surgieron las Carpas. Que al tener una serie de limitaciones de carácter estructural, sanitarias, piso de tierra, etc. y por las propias características de sus concurrentes hicieron que los sectores oligárquicos tuvieran de ellas un concepto, que en el mejor de los casos las catalogaban de antros de perdición, beberaje y prostitución. De allí la permanente preocupación de estos sectores para que estas estuvieran lo más alejadas posible de la zona urbana, pues en esa concepción profundamente discriminatoria les resultaba intolerable imaginar la convivencia de bellas niñas cubiertas de papel picado y “encantadas por las mojaduras” que le propinaban señoritos de cuello blanco o duro, con los inmigrantes de las Carpas con su perfume a cerveza y vino añejo con agua. En alguna época llegó a imponerse aquello de “... Los cueros que se enfardan en las barracas, cuando están aprenzados, se encuentran mas holgados que los divertidos de las Carpas...”.

LOS PRIMEROS PREPARATIVOS:

La Comisión Oficial de Corsos, constituida los primeros días de febrero de 1939 gestionaba ante el Intendente Municipal que ampliara a ochocientos pesos, la partida de quinientos pesos que ésta había destinado como contribución para los Corsos.
La Casa Villagrán donó una bicicleta para que fuere otorgada como premio, al igual que Virgilio García que donó una máquina de coser.
Los días de corsos fueron el 18, 19, 21, 25 y 26 de febrero. El circuito fue establecido en la Plaza 9 de Julio, donde se instalaron dos mil lamparillas eléctricas para darles luz de color a los desfiles, estos comenzaban a horas 21 y se extendían hasta las 1º de la madrugada. La Municipalidad, mediante resolución prohibió el establecimiento de cualquier local bailable a menos de tres cuadras de Escuelas, Iglesias, Instituciones públicas y del Parque San Martín.
Los Corsos de este año, en cuanto a su producido, fueron totalmente destinados a beneficio de las víctimas de Chile. Estuvieron amenizados por un variado programa musical, que se expandió a través de los altoparlantes, de la Banda de Música de la Provincia.
El de 1939 será el primer corso en el cual, formalmente el público pagará una entrada de diez centavos cada uno, o caso contrario debía adquirir un número de una rifa que se había organizado al efecto ?que tuvo como premios la bicicleta de Villagrán, la máquina de coser de Virgilio García y un receptor de radio de onda corta y larga, donado por José Vidal?.
Personal Municipal era el encargado de establecer un control, que garantizaba el cobro de las entradas en los puntos de ingresos a los corsos.

LA FIESTA POPULAR Y SU DESARROLLO:

En Buenos Aires, los porteños se divertían en su afamado y divertido corso de la Avenida de Mayo. En Salta, mientras tanto la primera Jornada de su corso, la del domingo 19 de febrero alcanzó proporciones de gran animación ante una nutrida concurrencia de público, aunque escasa, en esa primera jornada, de carrozas y disfraces. El día anterior, sábado no se pudieron realizar los Corsos debido a la lluvia. Ello incidió, en cierta manera, para que los carnavaleros no se mostraran con todo su esplendor. En cada una de las bocacalles de las cuatro esquinas de la Plaza 9 de Julio, personal policial y municipal no solo resguardaron el orden sino que garantizaron el pago de la entrada. De todas maneras comparsas y disfraces infantiles le pusieron color al corso.
En alguna de esas veredas carnavaleras posiblemente se haya entablado el siguiente contrapunto?

el? - Vestidita de gitana
estas linda, corazón,
con tu boquita de grana
como pimiento morrón...

ella? - Vé, cállate malatraza,
cara de escuerzo pichón,
pá disimular esa facha
disfrazate, ¡por favor?

El jueves 23 de febrero de 1939, en su página número nueve, y como crónica social, el diario “Nueva Época” a través de un artículo titulado “La decadencia del Carnaval como triunfo de la Mujer”, nos permite en cierta manera afianzar nuestra visión sobre el criterio o concepto de la Aristocracia con respecto al Carnaval, el artículo dice lo siguiente?
“Desde un punto de vista estético, la decadencia del Carnaval equivale al triunfo de lo elegante sobre lo grotesco, a esa sustitución de lo charro y vulgar por lo refinado y “chic”, a una prevalencia, en fin, de la gracia y del gusto artístico”.
“ La Gente, la multitud que se divertía ya oyó contar como se divertían las generaciones anteriores con los Payasos, los Diablos y las Comparsas, con los disfraces improvisados y las caretas ridículas, se lamenta de que el Carnaval esté en trance de muerte. Ocurre sin embargo, otra cosa? El Carnaval está en momentos de transformación y no de agonía”. Realzando el rol femenino en los festejos decía?
“En buena parte efectivamente, la mujer ha sido el factor de la transformación que convierte al Carnaval en una fiesta de elegancia en un certamen de gracia y distinción, de ritmo y colorido. Ella hizo que se trocara el juego rústico por la gentileza de la serpentina, del ramillete y el pomo; el ruido ensordecedor y estridente e inarmónico por la envolvente música de la danza, el grito por la frase galante he ingeniosa al oído; lo característico por lo plástico; lo deforme y común por lo agradable y personal. La Mujer celebra ahora en Carnaval un desfile de creaciones, un concurso de belleza, un desafío de encantos”. El artículo rozaba el campo de la polémica teocrática al afirmar:
“Y lo que la Mujer quiere, puede no quererlo Dios, pero lo quiere el Hombre... Ante una mujer elegantemente ataviada, el Hombre no podía presentarse con groseros trajes de confección, alquilados a última hora y haciendo cabriolas circenses. Ha tenido que ceder a la imposición del “chic” femenino y habituarse a una nueva modalidad y a una nueva sensibilidad carnavalesca”.
En sus últimos párrafos se denota, el porqué de la desaparición del corso popular de la Calle La Florida. La intención era regresar los festejos hacia una concepción foquista y discriminatoria. Así leemos:
“ Por eso el carnaval va dejando de ser callejero y se refleja en las Salas donde brilla lo exquisito y encuentra verdadero recreo el espíritu.
Si el Carnaval ha decaído, congratulémonos de su decadencia porque ha perdido todo lo que tenía de chocante y de plebeyo. Para ganar en decoro y grandeza. Su nuevo valor, es otorgado a la presencia de la Mujer, al empeño de la Mujer por elevar esta fiesta a una categoría de suprema distinción.
La decadencia del Carnaval, en el sentido apuntado es su legítimo triunfo...”
La claridad del artículo y su mensaje, nos ahorra palabras.

A través de fotografías, se puede observar las características de los Corsos de 1939, que por otra parte en su jornada de cierre lograron gran animación; llama poderosamente la atención observar de como, a pesar de ser jornada nocturna, la mayor parte de los hombres portan sombreros elegantes, sacos, en muchos casos trajes. Por otra parte, sorprende gratamente el tamaño y la calidad de algunas carrozas artísticas, por el contrario las carrozas humorísticas solo consistían en simples camiones en los cuales se habían trepado grupos de enmascarados.
En 1939 la Comisión adjudicadora de premios se expidió de esta manera:
CARROZAS:
1° Premio: “Molino”- lámpara donada por la Sociedad
Italiana.
2° Premio: “El Camión de los Novios”- un cajón de vino
donado por Michel Torino.
3° Premio: “Los Siete Enanitos y el Rey”- un juego de té donado por la Casa Severino Cabada.

PREMIO ESPECIAL:

“Damas de Galera”- un bebé donado por Tienda “La Argentina”.

COMPARSAS:
1° Premio: “Los Títeres”- premio de setenta pesos en
efectivo.
2° Premio: “ Habitantes de Marte”- cincuenta pesos en
efectivo.
3° Premio: “Indios Tobas”- cuarenta pesos en efectivo.
4° Premio: “Indios Araucanos”- treinta pesos.

DISFRACES INDIVIDUALES:

1° Premio: “Dragón”- cincuenta pesos.
2° Premio: “El Mono de Tarzán”- treinta pesos.
3° Premio: “Robin Hood”- veinte pesos.

Con respecto a las Comparsas, se puede observar dos detalles: que convivía la presencia de la Murga con la nueva versión de la Comparsa representando a comunidades aborígenes; y que el jurado todavía no había dividido en categorías esa expresión, hasta el momento las Murgas ganaban premios superiores a las Comparsas-Indios.
Los premiados retiraban sus premios de la Casa del Señor Simón Amado, previa autorización del Presidente de la Comisión Oficial de Corsos Señor Arrigo Morossini.
Recordemos que se había organizado una Rifa, a los efectos de recaudar fondos para los damnificados de Chile, a los ganadores se les otorgó el plazo de un mes para retirar los premios.

CORSOS DE FLORES EN CERRILLOS Y GENERAL GÜEMES:

Llamativamente, la celebración estaba prevista para un solo día. Se llevó a cabo el día 5 de febrero a partir de las 20 horas. Estuvo organizado por una Comisión mixta. La Comisión de Señoras tenía como presidenta a la Sra. Aidé Leguizamón de Alvarez; vicepresidenta Angélica Peñalba de Silvester y vocales: Amalia C. de Figueroa, María Castellanos, Angélica de Ferrary, María de Segón.
La Comisión de Caballeros tuvo como presidente al Mayor Jaime A. Maramón; vicepresidente Augusto Castro; tesorero, Justo Figueroa; secretario, Antonio Segón; prosecretario Juan Ferry.
A su desfile, en carácter de invitado de honor, concurrió el Gobernador de la Provincia, Dr. Luis Patrón Costas, el Intendente Municipal de la Capital, Ceferino Velarde y también estuvo presente la Banda de Música de la Policía.
Todo un éxito en cuanto a concurrencia de gente y disfrazados. Dado el éxito de los mismos, su Comisión Organizadora decidió concretar una última jornada de Corsos de Flores para el día domingo 12 de febrero. El mismo se desarrolló a partir de horas 20 encontrando la medianoche a los cerrillanos en plena manifestación carnavalera.
En el departamento de General Güemes los carnavaleros no se quisieron quedar atrás y también organizaron corsos que se llevaron a cabo los días 19, 20 y 21 de febrero, alrededor de la manzana comprendida entre las calles Leandro N. Alem, Capitán Saravia, Juan B. Alberdi y 6 de setiembre. Circuito que contó con una muy linda iluminación.
La entrada fue absolutamente gratis para toda clase de vehículos. Se premió a la mejor carroza, comparsa y máscara y el desfile fue amenizado por una Banda de Música.
El día 20, después del corso se realizó en la Plaza un baile público.

LOS CORSOS CAPITALINOS: ORGANIZADORES Y GOBIERNO:

Volviendo a Salta Capital, diremos que la Comisión Organizadora de los Corsos tuvo como Presidente Honorario al Dr. Carlos Saravia Cornejo (Intendente Interino); Presidente efectivo: Arrigo Morossini; Vicepresidente Primero: José Arnandi; Vicepresidente Segundo: Martín Córdoba; Tesorero, José Amado; Secretario: Policarpo Romero y por primera vez se decidió que todas las vocalías estuvieran ocupadas por los directores de los diarios locales.
El Gobierno de la Provincia de Salta no colaboró en la organización de los Corsos, aduciendo de que ya había hecho una entrega de cinco mil pesos en favor de los damnificados de Chile. Particularmente el señor Gobernador hizo una donación de cincuenta pesos.
Los días de corsos fueron el 18, 19, 21, 25 y 26 de febrero. Comenzaban a las 21,30 y culminaban a las l° de la madrugada. Fueron amenizados por la Banda de Música de la Policía y la colocación de altoparlantes se debió a una colaboración de la Radio Difusora Local. Los Palcos tenían un precio de cinco pesos por noche y veinte pesos por la temporada. Los carruajes de propaganda pagaban veinte pesos.
El jurado para los premios estuvo integrado por Obeid, Romero, Marocco y Valdiviezo.

¡CAFAYATE Y PICHANAL JUGARON CON AGUA!

Terminó el Carnaval dejando el recuerdo de los Corsos que se llevaron a cabo en Cafayate los días domingo y martes de carnaval y domingo de tentación. El desfile se efectuó en la calle Salta con gran concurrencia de público y vehículos.
En los pagos de Pichanal, también hubo Corsos, que al final terminaron convirtiéndose en amables retretas en las que se hizo derroche de alegría jugandosé animadamente con serpentinas, flores y pomos, hasta pasada las tres de la madrugada y a los que se sumaron tres concurridísimos bailes oficiales.
Además será el año 1939, justo para el Carnaval, cuando al pueblo de Pichanal se lo proveyó de agua potable mediante la perforación que se realizó en los terrenos de la Municipalidad. Como diría alguien “el carnavalero agua quiere”.

LA PLATA Y LA POESÍA:

Para tener una idea de lo que se recaudaba en una jornada de corsos de Salta Capital les contamos que solamente en la correspondiente al día martes 21 de febrero se recaudó en concepto de entradas generales setecientos cuarenta y siete pesos con sesenta centavos; por patente de vehículos ingresaron doscientos pesos con cincuenta centavos, a los cuales se sumó una entrega del Banco España de cincuenta pesos.
Como se puede observar no es mucha la información obtenida y relacionada con las celebraciones de este año. Cuestión, salvo raras excepciones, que caracteriza a aquellos años en que los festejos están cercanos o insertos a los periodos electorales. La cuestión política en estos casos se superpone, cuando nó anula la información al respecto, aunque rara vez deseche al carnaval en el contexto de la consecución de votos.
Lo despedimos al Carnaval de 1939, y como el que le sucedía era un año netamente político (Salta debía elegir Gobernador) vale, a modo de preparación este poema:

VA DE RETRO

Satán, envuelto en grasa de sulfuro
y portando un vetusto catalejo,
cansado de sufrir el humo oscuro,
y el verdoso reflejo,
de las tremendas llamas infernales;
de un brinco se plantó sobre la tierra,
mansión archimesquina de mortales,
de odios, de envidias y de guerra.

Por pura coincidencia, en la Argentina
liberal y pelúdica sin vueltas,
vino a parar su “humanidad ladina”,
uñas y colas sueltas...
satisfecho del éxito obtenido,
los cuernos se lustró contra una roca
y, pensando sacar mejor partido,
ensayó sonreír con su ancha boca.

Largo tiempo duró por cual camino
sus pasos dirigir. El de “El Manzano”.
Le pareció el más lindo,
ya que en su reino fantasmal y arcano
leyendo papeluchos y pasquines,
habíase enterado que llevaba
del valle a los confines
donde el vino sulfúrico manaba.

Desde una cumbre contempló a lo lejos,
más teniendo la vista algo cansada
pidió el concurso de los catalejos
que eran una monada...
y vio los Valles verdear en viñas,
ubérrimas en pámpanos y en frutos,
y vio a las coyas ir por sus campiñas,
derrotados, famélicos, injutos,
vió más. Vió mucho más Satán y dijo:
- En vano ha sido mi venir a tierra.
Ya sé que ha punto fijo
hoy puedo descansar de hacer “ mi guerra”.
Aquel Feudal Señor tan importante
anilina y periódicos de rama...
¡Me vuelvo a los infiernos! ¡Ya hay bastante!
¡Me han copado la dama!

Se hundió en la tierra el infernal Sufeta,
dando una “silva” al máximo Poeta ...
-Cachi Adentro, marzo de 1939-.

EL CARNAVAL DE 1940

¡OTRA VEZ LAS CARPAS!

El carnaval de este año comenzó con una manifestación de los vecinos de la calle Rondeau entre Boulevard Belgrano y Caseros. Se quejaban por la instalación de una carpa de bailes públicos que según ellos contrariaba lo reglamentado por la municipalidad que decía, que las carpas debían instalarse hacia el oeste de la vía del ferrocarril. Argumentaban que la estrecha vecindad con la Plaza Alvarado y los baños públicos, a los cuales concurrían muchas familias y bañistas, la presencia de estas carpas significaba un peligro y solicitaban no se le permita su asentamiento.
El que seguramente no compartía el criterio de los vecinos era Don Rosalindo Alvarez que, como quien espera el carnaval, empinó el codo de tal manera que fue a parar al interior del canal a la altura de Entre Ríos y Sarmiento, donde fue descubierto a las 7,30 horas de la mañana por el cabo Castro que lo llevó detenido.

CERRILLOS Y SUS FESTEJOS:

El domingo 28 de febrero se llevó a cabo la primera jornada del corso cerrillano, realizado a beneficio de la iglesia parroquial. Se iniciaba a las 20,00 horas y se prolongaba hasta cerca de las 24,00.
El Presidente de la Comisión Organizadora fue el Dr. Ernesto Zenteno Boedo; Secretario Don Pío Cesar Figueroa; Tesorero, Augusto Castro y vocales: Julio Velarde, Justo Figueroa, Justo Aguilar, Zapata, Mario Figueroa Echazú, Antonio Zegón, Celestina de los Ríos, José M. Rauch, Francisco Alvarez, Carlos E. Figueroa, Santiago Esquiú, Carlos Ferrari Sosa, Hugo P. Villar, Rafael Ángel Figueroa, Francisco Uriburu, Juan Carlos Macaferri, Facundo Zuviría Uriburu, Martín Cornejo, Francisco García, Carlos Torino, Nestor Arias, Oscar Landivar, Lucy Alvarez, Arturo Saravia Gottling, Julio Outes, Gilberto Mendez, Ladislao Castellanos, Pío Alberto Saravia, Julio Mera, Oscar Larrán y Roberto Clement.
Los corsos fueron todo un éxito. Gran concurrencia, un buen número de carruajes, alegría por doquier y una buena organización.
Las chatas y camiones pagaron dos pesos para desfilar por el circuito; automóviles un peso, otros vehículos cincuenta centavos; jinetes a caballo veinte centavos y copiando al corso del año anterior en la capital, los cerrillanos cobraron una entrada al público de diez centavos.
1940 fue un año eminentemente político, pues los salteños eligieron su gobernador. La lucha entre demócratas y radicales fue encarnizada y los corsos no pudieron escapar, como nunca antes lo pudieron hacer, a los avatares de la política. Así, muchos se quejaron por la propaganda política realizada por los demócratas en el corso cerrillano a través de un camión dotado de un potente altoparlante que desfiló ante la angustia de los radicales.
Campo Quijano, no se quedó atrás y los días 4, 5 y 6 de febrero concretaron unos corsos bien iluminados. Estos corsos fueron organizados por un gran número de familias veraneantes, donde se destacó el Sr. Francisco Valdés Villagrán. Hubo un marco de gran alegría y el carnaval fue despedido con un gran baile, en la casa de esta familia.
La Comisión de Señoritas estuvo integrada por Elsa Díaz; vicepresidenta, Adela Bertini y secretaria, Angélica Villa.
La Comisión de Caballeros estuvo presidida por el ingeniero Carlos Marín; vicepresidente, Welindo Castillo y secretario, Santiago Artaza. El corso se llevó a cabo en la calle principal bien iluminada y ornamentada con gallardetes y guirnaldas.

El diario El Intransigente, cuyas oficinas estaban ubicadas en calle Mitre N° 251, incentivaba a los carnavaleros. Sus fotógrafos de 10 a 12 y de 16 a 18 horas fotografiaban, para su posterior publicación a todos los disfrazados que concurrieron.

En Tartagal, el domingo 4 y lunes 5 de febrero se llevaron a cabo hermosos corsos. El del día martes no pudo concretarse debido a la lluvia. El paisanaje, se divirtió como pudo, ya que los trabajadores no habían cobrado, lo que repercutió en carpas y bailes donde la concurrencia fue menor a la de años anteriores.
Situación diferente a lo ocurrido en la Capital de Salta donde los bailes realizados por los bancarios en el City Bar, y los del Centro Argentino, Sociedad Española, Sporting Club y Peña Española fueron catalogados de sensacionales por la gran concurrencia y alegría de los mismos.
Como todos los años anteriores, la feligresía católica realizaba actos de desagravio al corazón eucarístico de Jesús, los tres días de carnaval.
El clima carnavalero y político acosaba a los salteños y en las carpas y en los corsos alguien se encargó de desparramar estas:

COPLAS PARA CARNAVAL

Un buen criollo aquel, que aplaude
la extinción de las langostas;
terminando con el fraude
se termina Patrón Costas.

Eche caña y sirva pisco
¡Tiemblen las filas contrarias!
que ya viene Don Francisco
Don Francisco Javier Arias.

Le han de salir urticarias
al rival flojón y viejo
con Francisco Javier Arias,
y el gaucho Julio Cornejo.

Para dar mis convicciones
siempre me encuentro seguro
no hay machetes ni matones
cuando existe el cuarto oscuro.

Hilito de alambre, alambre
si querís andar desnudos
y ver al pueblo con hambre
votando a los orejudos.

Como sería el fraude que se practicaba por la época, que en un ejemplar del diario “El Intransigente” del día domingo 4 de febrero de 1940, en su página N°4 se publicó el siguiente artículo:

El Carnaval y las Libretas de Enrolamiento

“ Las autoridades de la Unión Cívica Radical nos piden recordar a todos los ciudadanos votantes de la Provincia, que hallándose en las fiestas de carnaval es absolutamente indispensable que se abstengan en lo posible de concurrir a ellos y si lo hicieran no lleven consigo sus libretas de enrolamiento para evitar el secuestro que ya se proyecta, dejándolos en la casa al cuidado de la esposa que sabrá defenderla con suficiente energía...”
No era de extrañar la instalación de carpas carnavaleras por parte de los conservadores, como lo hicieron en Cerrillos por ejemplo, o la instalación de canchas de taba en el propio local del comité.
El fraude, por aquellos tiempos formó parte de las actividades cotidianas de la política a pesar de que el articulado de la Ley de Enrolamiento castigaba con prisión de uno a tres años o a la inhabilitación de cargos de cinco a diez años a los ciudadanos o funcionarios que sustrajeran o retuvieran en su poder libretas de enrolamiento.

Del carnaval de Campo Santo, destacamos el conjunto de disfraces titulado “Hawaianas” integrado por Rosa Nelly Paz, Angélica Villa, Adela Bertini, Rina López Tenco, Angélica Zerega y Elva Díaz Saravia.
Mientras que en Tartagal, el Carnaval fue celebrado con gran fervor. Este éxito se debió, en parte, al trabajo de los integrantes de la Cooperadora Escolar “Ayudemos a la niñez” de la Escuela Nacional N° 162 y de los dirigentes del Club Olld-Boys, quienes pese a los reducidos medios de que disponían, lograron que el Corso y los bailes gozaran de mucha animación y alegría.
El domingo 11 de febrero, a partir de las siete de la tarde, desfilaron las mascaritas infantiles que pusieron su cuota de alegría a la numerosa concurrencia. Se destacaron “El Cisne”, representado por la niña Dolly Mecle; “Capitán Pirata”, por el niño Carlitos Morales; “Holandesa”, Graciela Martearena; “Chinito”, Stergo Panayotidis y “Rusita” representado por la niña Dadi Vuistaz; en cuanto a Carrozas el primer premio le correspondió a “Los Beduinos” y “El Molino”. El segundo premio a la carroza “Los Estudiantes”.
En máscara suelta fue premiado “El Esqueleto”.
Seclantas: en estos pagos, no se realizaban corsos pero sí brillantes bailes, y este año se destacó el llevado a cabo, después de un suculento almuerzo, en la casa de Gerardo Abán donde a más del baile de Cuecas, Chacareras y Zambas, se dio rienda suelta al juego con agua y almidón, destacandosé en estas actividades Demetria Aguirre de Abán, Elvesia López de Abán, Rosa Aguirre de Abán, Luisa de Durand, María Lola, Elvira y Sara Pons, Sara Elsa Abán, Felina Durand, Carmen Aguirre, Justina Carral, Pepe Cabral, Alberto Nieva, Alfonso Abán, Felix Cardozo, Olayo Díaz y Justo Farfán.
Cafayate: en el salón municipal, iluminado y decorado especialmente se llevó a cabo un hermoso baile de disfraz y fantasía que duró hasta que los primeros resplandores del alba hicieron que la bulliciosa concurrencia abandonara el recinto acompañado, a lo lejos por el golpe quejumbroso de una caja que activada por alguna curtida mano de paisano le daba su adiós lastimero al carnaval de 1940.

MOMO EN LA CAPITAL:

Se puede afirmar que el carnaval de ese año fue bastante tranquilo sin alborotos mayores y con las contradicciones normales para estos casos.
En la capital de Salta, el primer día de Carnaval correspondió al domingo 4 de febrero, y a pesar de que los cálculos previos eran pesimistas, pues se observaba una especie de falta de interés en el ambiente; en la práctica los festejos superaron los cálculos y el júbilo de las carnestolendas pusieron en las sociedades notas vibrantes. El juego con agua bullicioso y alegre. El corso, concurrido y entusiasta, los bailes llenos de risas, luces y colores. Aunque en forma desorganizada, con mucha improvisación, la gente vivió su carnaval de manera llamativa.
Después del mediodía, hombres, mujeres y niños ganaban las calles armados de los consabidos baldes y tarros, y dispuestos a mojar y a mojarse. No faltaban los vehículos que transportaban a grupos de personas de ambos sexos, que apareciendo de improviso, solían desarrollar un espectacular duelo de agua y harina, que convertía a las calles en un centro de alboroto y de alegría sin par, en un marco de festejo respetuoso. Empapados todos los participantes, los locales permitían a los visitantes volver a llenar sus recipientes de agua para que pudieran partir y repetir las escenas en otro lugar de su periplo. No faltaba quien quedara empapado por el agua que le llovía desde los balcones o que, de improviso, surgía desde los zaguanes. El juego con agua forma parte de todo un contexto donde la astucia, la picardía, la sorpresa, velocidad y puntería posibilitaban el logro de los objetivos. Donde el mojado o la mojada después del “disgusto” inicial, creía encontrar motivo para la venganza, y llenando su balde de agua iniciaba un contraataque que degeneraba en una lucha sin cuartel que duraba horas.
El Corso: Con respecto a este tema podemos decir que la Municipalidad solo se comprometió a colocar la instalación eléctrica, no así los palcos. Pese a todo, contra lo que se preveía, en la noche del domingo 4 de febrero hubo corso. Antes de las 22 horas, inicio del desfile, las veredas de la Plaza albergaban a una gran multitud. Poco a poco comenzaron a llegar algunas carrozas, muy bien adornadas; las comparsas, que durante el día anduvieron recorriendo las calles “chiroleando” le pusieron una nota distintiva a este improvisado corso y permitieron que éste adquiriera brillantes contornos. Las serpentinas, pomos, flores y papel picado le agregaron la cuota de color y alegría a un corso que no tuvo Comisión Organizadora, y que de haber existido tal vez hubiera permitido una mayor concurrencia de carrozas y disfrazados.

Para los bailes que se desarrollaron en el Club 20 de Febrero los bailanteros solían proveerse de los elementos necesarios (globitos de agua, pomos, serpentinas y papel picado) en grandes almacenes de José Vidal, que estaba ubicado en España esquina Zuviría.
Le habrá llamado la atención de que no se haya constituido una Comisión Organizadora de los corsos como en años anteriores, a pesar que ya desde Enero se amagaba en su constitución e inclusive no faltaron quienes proponían que los corsos de este año se llevaran a cabo en las Avenidas Belgrano y Sarmiento y argumentaban que con los nuevos trabajos de pavimentación estas avenidas ofrecían las comodidades necesarias para garantizar que los festejos asumieran proporciones brillantes. Posiblemente las andanzas del famoso “Mate Cocido”, terrible pistolero, del cual el paisanaje elaboraba versiones más que novelescas y que tenía como teatro de sus hazañas el territorio del Chaco, hayan distraído la atención de tal manera que descuidaron la organización de la Comisión.

JAIME CAPÓ Y SU CARPA:

De entre los bailes, y especialmente las carpas, vamos a rescatar una, que seguramente traerá grandes recuerdos a los salteños, la “Carpa de Don Jaime Capó”, que en el año 1940 estuvo instalada en la calle Rondeau entre Boulevard Belgrano y España. Tuvo una capacidad para cinco mil personas y fue amenizada por una orquesta integrada por seis profesores.
Abrió sus puertas desde el sábado 3 de febrero y funcionó hasta el día 11 del mismo mes. Los sábados, la gente podía ir a bailar desde horas 21 y los domingos y días de carnaval desde las 15 horas. Don Jaime Capó solía tener por socios a los Señores Martínez y Barraza.
Y así, para la mayoría se fue el Carnaval; aunque algunos ni se enteraron de que éste había concluido el martes 6 y proseguían empinando el codo y sin disminuir su espíritu carnavalero ya sea porque no tuvieron tiempo para enterarse o simplemente porque les parecía que tres días de carnaval eran muy pocos. Eran los que solían darles trabajo extra a la Policía y terminaban en un calabozo añorando los días pasados y esperando el regreso del Carnaval.



EL CARNAVAL DE 1922

Desde el 12 de Noviembre de 1921 la administración del Gobierno de Salta había sido intervenida. El Gobierno Nacional designó al Dr. Arturo S. Torino en el cargo de Interventor Federal desde el 12 de Noviembre hasta el 1º de Mayo de 1922.
Con la llegada de los sectores medios a la administración del poder, la oligarquía de viejo cuño, de ninguna manera perdió las riendas del mismo; sin embargo ya no eran los amos y señores de cuanta actividad se desarrollara. Los corsos soportaban los avatares de una crisis, en cuanto a brillo y concurrencia. La lectura que se debe realizar es la siguiente: éstos en Salta nacieron y fueron una expresión de distracción, divertimento y protagonismo de los sectores aristocráticos de nuestra capital, el pueblo, hasta entonces, tuvo una participación tan escasa que prácticamente rozaba lo nulo. Con el surgimiento del primer corso popular en la calle Florida, en 1907, los sectores más postergados encausaron a través de él sus actividades carnavaleras. Con el radicalismo en el gobierno, la oligarquía nacional, entre ella la de Salta, perdió cierto grado de protagonismo y esto se notó claramente en los corsos de la Plaza 9 de Julio.
También la prensa lo manifestó en sus páginas. Como si las tristezas o las penas de un sector, ineludiblemente debieran ser socializadas hacia el resto de la comunidad. La vieja costumbre de estos sectores, en el sentido de personalizar los logros , los gozos y socializar las penas y el esfuerzo. El diario “Nueva Época” del 7 de Febrero manifestaba: “Nuestra Ciudad bosteza y se dispone a dormir, tal vez porque creerá que esta actitud evita todas las contingencias que esta dura prueba de la vida nos depara sin excepciones. Todo es lamento, todo es objeción o queja. Las viejas máscaras simbólicas de la primitiva comedia italiana ya no le cautivan. Toda la significación del carnaval, de esa sonrisa que desarruga los ceños más adustos como un relámpago de ilusión o de esperanza, isla provisora, oasis salvador en medio de nuestro terreno o camino, no son sino farsas que se agregan a la farsa mayor.
¡Pobre Carnaval! que mala le espera en nuestra ciudad. Mal ha de pasar bajo toda esta tempestad de pasiones y de acontecimientos que nos tornan más áspero el camino. Y es que somos ingratos. Hay que echar a costas siquiera un segundo, todo aquello por lo que aún reímos y por lo que aún lloramos. Y al ser complacientes, galantes con el deforme Polichinela, con el enharinado pierrot, con la veleidosa colombina o con el amantísimo alto poeta de Arlequín seremos complacientes con nosotros mismos, todo lo que tienen de humanas las máscaras clásicas, por todo lo que identifican con nuestra modalidad, su defecto, y ¿porqué no? sus virtudes, sus alegrías y su optimismo.
Carnaval llegó presto. ¡Qué importa!. La vieja ciudad histórica asistirá a sus funerales desde el lecho a donde va a capear las malas contingencias del tiempo. Y que se diviertan los simples que son los esperanzados”.
Como se observa, los viejos sectores del poder, estaban convencidos de que la única máscara del Carnaval era la de su propio acontecer. Antes el inusual y confuso momento que vivía esa clase social, sus integrantes personificaban un Carnaval agonizante, enfermo de esplendor. Ellos mismos, desde los palcos que alquilaban alrededor de la Plaza 9 de Julio, conscientes o inconscientes se estaban reflejando en el decaimiento de esos corsos que le pertenecían y que habían gozado de gran esplendor en otras épocas, lo veían caminando con paso dificultoso, con una mueca petrificada que ahondaba las arrugas de su cara donde no sabía si adivinar o sonreír, una mueca dolorosa. Los cascabeles del esplendor social habían enronquecido. Le aumentaban al carnaval sus penas y por reflejo esto repercutía en sus propias tristezas.
En el campo popular, mientras tanto, se vivía una especie de fervor inverso. Un grupo de jóvenes y niñas resolvieron, a mitad del mes de febrero iniciar las tareas tendientes a organizar el corso de la calle La Florida.

JUAN MANUEL DE ROSAS CELEBRANTE DEL CARNAVAL:

“El restaurador de las leyes” no solo fue un gran impulsor de las celebraciones del carnaval, especialmente en los arrabales donde los negros candomberos le pusieron su condimento particular, sino que durante su segundo gobierno llegó a ordenar la supresión de los festejos. Tal era su fama de carnavalero, que en Salta los paisanos desparramaban de boca en boca aquella vieja anécdota que relacionaba a Juan Manuel de Rosas y al Carnaval. Contaban que el correísta Olivares acababa de regresar a Santiago del Estero con la contestación a una comunicación para el gobernador Ibarra, que había llevado por el desierto del Chaco; y Rosas se paseaba por la sala a la calle hoy denominada Moreno, frente a la biblioteca, haciéndole repetidas preguntas sobre el itinerario que había seguido y lo que hubiese encontrado digno de atención, cuando sintiendo pasos en la vereda se asomó sin levantar la persiana, vio que el comandante Aguilar con sus sesenta años, había colocado abajo del cordón de la acera una canasta con huevos de olor, y de cuando en cuando se agachaba para proveerse de algunos y arrojarlos a Manuelita Rosas, que, con otras damas jugaba echando jarros de agua a los que se acercaban o le tiraban bombitas con agua olorosa. A veces el agua que dirigían a Aguilar alcanzaba a mojar la vereda, y éste evitaba el líquido corriéndose a un lado.
Mandó Rosas traer un balde de agua y dio instrucciones a Olivares.
Volvió Aguilar a proveerse de algunos huevos de olor y cuando se inclinó a sacarlos de la canasta alzó Olivares la persiana y Rosas derramó el contenido del balde en las posaderas del comandante. Lo lanzó de cabeza en la canasta y Olivares dejó caer la persiana.
Una silbatina y estrépitos; risa general festejó la broma, y Aguilar, con la parte trasera mojada se retiró confuso a cambiarse de ropa jurando no volver a jugar al Carnaval en el resto de su vida, mucho menos cerca de la presencia de Rosas.

FESTEJOS PASADOS POR AGUA:

Para el corso de la Plaza 9 de Julio se fijaron las noches de desfiles para los días 26, 28 de febrero y el 6 de marzo de 1922 en horario de 21 a 24 horas. Los coches pagaron una entrada de cinco pesos por noche; otros vehículos en general tres pesos por noche; el alquiler de los palcos se cobró diez pesos por noche; el permiso fijado para la construcción de palcos en las veredas fue de cuatro pesos; cada vendedor ambulante de pomos y serpentinas pagó un peso por noche y cada vendedor de flores cincuenta centavos. Se prohibió terminantemente el juego con harina.
Sobre llovido mojado diría la abuela. A la tristeza que traía en sus propias alforjas el carnaval de este año se le agregó la lluvia caída durante los tres días previstos para su celebración. De cuando en cuando, aprovechando los momentos en que la lluvia paraba, la gente daba rienda suelta al juego con agua en diferentes calles de la ciudad; especialmente en la calle Florida desde la Corrientes hasta la San Luis, por donde nadie podía pasar sin recibir sendas baldadas de agua. También la harina estaba en su apogeo, a pesar de que el edicto policial prohibía el juego con agua y con harina.
Ninguno de los dos corsos (Plaza 9 de Julio - La Florida) pudo llevarse a cabo, a causa de las inclemencias del tiempo.
Solo en La Florida el lunes 22 de febrero a la tarde, aprovechándose de una hora de lluvia escasa, se organizó un pequeño desfile que duró muy poco. Ante las protestas y disgustos de los más entusiastas, y a pedido de un grupo de señoras y niñas la municipalidad decidió acceder a que el día miércoles lº de marzo, se llevara a cabo una jornada de ambos corsos, la que estuvo medio carachenta, pero que pudo concretarse. Las autoridades municipales, que habían concurrido un momento al corso de la calle La Florida debieron soportar una fuerte presión que les hizo acceder a que al día siguiente, jueves pudiera realizarse otra jornada de corsos desde las 17 a 21 horas.
A falta de información sobre los corsos la prensa apelaba a las noticias policiales y a ponerle la grajea humorística a la situación. Nueva Época, el jueves 2 de marzo publicaba:

POR CAUSA DE CARNAVAL

“En la calle Mendoza Nº 385, vive una enamorada pareja: Rosa Rodríguez y Juan de Dios Reyes.
Para ellos la vida es una delicia. Las horas pasan y las horas llegan y ellos siempre amándose, acariciándose.
No hay nada como el amor libre para ser feliz, durante 362 días en el año. Solo durante tres días, en esos tres días fatales de carnaval, peligra la dicha y tranquilidad.
El día 26, primer día de la Fiesta de Momo, Rosa y Juan de Dios, sentaditos en su cotorre, bebían festejando el día de la risa.
Cuando menos pensaron, la sangre de Baco hizo su efecto y es sabido que el hombre como la mujer, cuando se embriagan se sienten más enamorados y los enamorados se sienten ebrios.
Y así fue que Rosa mirando fijamente a su Juan, y Juan mirando fijamente a Rosa se querían más.
- Mi ricura
- Usamiquito mío.
- Prienda querida.
- Mi Juan del Diablo
- Cómo!...como has dicho ¿ Juan del diablo? no sabes que soy Juan de Dios y Reyes apelativo?.
- Si mi Juan
- Así! sabís que a un Dios no se le ofiende y que a un rey se lo respeta. Entonces porque no me respetás a mí que soy un Reyes, o sean varios reyes juntos?
- Pero Juancito...
- Nada. Tomá pa que te recordés siempre que a mi, Juan de Dios y Reyes no me debes tomar pal churrete.
Y sin más ni más, le aplicó un formidable castañazo en las “carretillas” de la pobre Rosa que queriendo imitar al Tony California, fue dando tumbos y quedó sentada en medio del barro.
Alarmados por el ruido, las vecinas salieron a indagar quien se suicidaba, cuando vieron aparecer a Rosa toda negra como si hubiera jugado al carnaval con barro, que fue a la comisaría a denunciar lo ocurrido.
Al verla el subdelegado, y saber que se llamaba Rosa, dijo filosóficamente. Si esta es Rosa, los repollos serán claveles”.

¿Qui fú qui lo herito?

“ Todo por tu causa carnaval maldito. Cuantas ilusiones muertas, cuantas esperanzas deshechas, cuantos hogares entristecidos, cuantos celos, cuantas traiciones y cuantos ...zapatos rotos.
Todo por tu causa carnaval maldito...
Y por causa de carnaval, el día 27 fue encontrado en una casa de la Mendoza entre Ituzaingó y Pellegrini el sujeto Guillermo Ríos, hombre que no bebe agua porque teme a la hidropesía, que no toma leche porque no es ternero, pero que bebe vino para hacerse colorao y no parecer palúdico.
Los muchachos de la segunda, al ver a Ríos que estaba herido en la piojosa- con permiso Marianito Borja no solo usted tiene piojosa- preguntáronle a Guillermo quien lo había herido.
- Estee... una estrella borracha... ¿sabe? estee..., estaba chupando ¿comprende? bueno, se asustó, soltó la botella y me pegó en el zapallo y un caschi me mordió el garrón.
Los muchachos no quisieron creer y ... en campaña, luego, comprobaron que Guillermito encontróse en el bailongo de Pedro Altamirano, Corrientes 965, y que allí fue herido.
No sabemos que están por hacer los muchachos de la segunda. Cuidado Pedro no vayas a dar con tus huesos en un calabozo del Lopresti - Hotel ”.

VAYA CON LOS MOZOS

“ Dionisio - pero no el otro - este es Bejarano (parecido a berenjena, ¿no?) se encontró con Santiago Cabezas - ánimas benditas un hombre con tantas cabezas como la serpiente del cuento - en la calle Caseros al poniente donde las madres no crían y los chicos no saben llorar.
Bejarano que no se llama así porque sea viejo ni porque nació en Béjar sinó porque es hijo de su padre, que se llamó Bejarano, es hombre que en carnaval se siente doble porque ve triple. En cambio, Santiago Cabezas tal vez por su apellido se cree tucumano y la va a cabezazos con cualquiera.
Y así fue que ayer, al encontrarse ambos en la Caseros, Bejarano gritó ¡Viva Irigoyen! y Cabezas le retrucó ¡Viva Carnaval!
- No quiero
- Yo quiero
- No quiero que quieras Cabezas.
- Viva Carnaval.
- Cállate.
- No quiero.

Y fue lo suficiente para que Bejarano le aplique un mosquete en el “ mirador” izquierdo a Santiago y éste, haciendo justicia a su apellido, le aplicara un cabezazo a Bejarano.
Y después de un rato de bejaranazos y cabezazos, ambos resultaron con deterioros en el “scracho” y un “mocho” entremés vino a poner fin al espectáculo y los portó al Palacio Peyret, donde ahora están en amistad”.

Los corsos de la Plaza 9 de Julio también tuvieron su jornada no prevista, tal la realizada el domingo 5 de marzo de 21 a 24 horas. El ingreso de los carruajes a este corso se realizó por calle Buenos Aires y Caseros. Las localidades se vendieron, al igual que en los corsos de los años anteriores en la casa del señor Salvador Chirimonti, Clara Mollinedo de Zavaleta y Sara S. de Solá.
En la tristeza de la aristocracia salteña brilló una pequeña luz el lº de marzo cuando en casa de Lindor Alemán se llevó a cabo un divertido baile de máscaras. Se había convocado al pueblo de la provincia para elegir tres diputados al Congreso de La Nación y diez electores de Presidente y Vicepresidente de la República, para el día 2 de abril de 1922, y el clima político comenzaba a impregnar la actividad del medio.

EL CARNAVAL DE 1923

LAS AUTORIDADES PROVINCIALES Y LOS ORGANIZADORES DE LOS CORSOS:

1923 nos encuentra con un nuevo gobernador, el doctor Adolfo Güemes, salteño nacido en 1873 y fallecido en 1947. Gobernó la provincia desde el 1º de mayo de 1922 hasta el 1º de mayo de 1925. Este nieto del héroe tuvo en su gabinete como Ministros de Gobierno a Antonio Ortelli y Luis López; como Ministros de Hacienda a Rafael P. Sosa y Julio C. Torino; como Jefes de Policía a Brígido Zavaleta, Lucio Ortíz y Juan Martínez y el cargo de Intendente Municipal fue ejercido por Luis Langou y Juan Campilongo. Será justamente este gobernador, su Ministro de Gobierno, el intendente Langou y el Jefe de Policía Zavaleta los que integraron la Comisión Honoraria de los corsos de carnaval del año 1923 que se llevaron a cabo en la Plaza 9 de Julio.
La Comisión Directiva de estos corsos estuvo integrada por Rafael R. Gómez, David Schiaffino, Alejandro Mollinedo, Ernesto Gattamora, Arturo Gambolini, Cleto M. Toledo, Luis del Amo, Ramón Terrés, Arturo D. Prinaro, Ángel Galarreta, Augusto Castro y Salvador Chirimonti.
Estos corsos se llevaron a cabo los días, domingo 4, martes l3, jueves l5, domingo 18 y lunes 19 de marzo. La Comisión Directiva solía reunirse en el Plaza Hotel.
El día 8 de febrero reunidos los integrantes de La Comisión Organizadora de la Plaza 9 de Julio decidieron designar en el cargo de presidente de la misma a David Schiaffino, Ángel Galarreta como Secretario y Ramón Terrés como Tesorero. En medio de un ambiente público favorable continuaban todos los aprestos para la organización de los corsos. La municipalidad designó sus inspectores para el corso oficial, estos fueron:
En la entrada al corso en la esquina formada por las calles España y Mitre los inspectores fueron José Astigueta y Ramón Unzaga.
Inspectores Organizadores: calle Mitre y Caseros Julio A. Tula; Buenos Aires y Caseros Ricardo Romano; Alsina y España José P. Tedín.
Cobrador Oficial: Pedro Popoff.
Inspectores Controladores: Belisario Santillán, Meliveo Sandoval, David Gudiño Bazán y Eugenio Pulido.
Jefe de Servicios: Eduardo Guzmán Arias.
A los muchos premios previstos en el corso de la Plaza 9 de Julio se le agregó el del Señor Gobernador de la Provincia Dr. Adolfo Güemes, un objeto de arte; El Intendente Municipal, un juego de té de electro-plata; Antonio Canudas donó una cubierta para auto Ford; Isasmendi y Cía. donó dos estatuas de bronce. Los premios que se otorgaron a las mejores carrozas, autos y máscaras se exhibieron en la Casa Dell’ Acqua. Las entradas para palcos y bancos se vendían en el Plaza Hotel.
El Corso Oficial de la Plaza 9 de Julio, resultó un fracaso en su jornada del domingo por la noche y el martes no pudo iniciarse por la lluvia. Faltó el entusiasmo de años anteriores.
El desfile de corsos realizado el jueves 15 en la Plaza 9 de Julio no levantó la puntería, seguía carachento. Recién en la última noche, 19 de marzo, este corso logró mayor concurrencia, debiendosé lamentar la mala organización del tráfico lo que produjo justas protestas del público.
Lo producido en este corso, en un cincuenta por ciento, fue destinado a la sala de primeros auxilios de la Asistencia Pública, recordemos que entre los integrantes de su comisión organizadora se destacaron como vocales los doctores Washington Alvarez, Juan Carlos Costas, Francisco Cabrera, Emilio Espeleta, Rafael M. Gómez, Alejandro Mollinedo, Ernesto Cattamora, Luis del Amo, Cleto M. Toledo, José M. Gallo Mendoza, Arturo D. Prinario, Augusto Castro, Alfredo Fonzalida y Salvador Chirimonti. La Comisión Recolectora de fondos estuvo integrada por Ernesto Cattamora, Rafael Gómez y Augusto Castro. El circuito de la Plaza 9 de Julio contó con un gran palco oficial y treinta y dos palcos para familias adornados por la Empresa Fonzalida.
Los palcos tuvieron un precio de doce pesos por noche y treinta pesos por las tres jornadas. Por bancos entre palcos de cuatro a seis asientos tenía un costo de cincuenta centavos por asiento. La entrada al corso para autos, camiones y chatas cinco pesos por noche. Coches tres pesos; vendedores de pomos y serpentinas tres pesos. Vendedores de flores cincuenta centavos. Vendedores ambulantes en general un peso por noche.
Los recaudadores de colaboraciones lograron obtener un total de trescientos ochenta y cuatro pesos entre los que se destacaron el Plaza Hotel con veinticinco pesos, Bar Emporio con quince pesos, Casa Chirimonti diez pesos, Casa Pinilla treinta pesos, Martín Crossa veinte pesos, José Vidal treinta pesos y otros.

LOS FESTEJOS EN LA “CALLE DE LA ALEGRÍA”:

Por otra parte los corsos de calle La Florida también tenían su comisión organizadora presidida por el señor Miguel Ribó (h), Pedro Boggetto, Jaime Sansó y Segundo Escudero; quienes decidieron que estos se llevarían a cabo los días domingo 4 de marzo, por la tarde, lunes 12 por la noche, martes 13 por la tarde, sábado 17 por la noche y domingo 18 por la tarde. En un principio se había fijado su recorrido desde calle Urquiza a Rioja.
Fue todo un éxito durante los tres días en que se realizó. La concurrencia de público, peatones y vehículos fue muy satisfactoria, reuniendo mayor entusiasmo durante las batallas de flores y serpentinas sostenida con igual derroche de alegría en el transcurso de las dos horas y media de su duración. Los disfraces y trajes de fantasía, aunque escasos, fueron de buen gusto.
El Domingo de Tentación había despertado un inusitado entusiasmo en su festejo. El Corso de La Florida tuvo el domingo por la tarde una clausura digna de su esplendor. Como en ningún año, una fila compacta de carruajes y automóviles llenaba ambos costados de la calzada.
Por primera vez el circuito del corso de la calle La Florida ocupó ocho cuadras, desde Caseros a Tucumán.
El público que concurrió superó todos los cálculos imaginables y se jugó con mucho entusiasmo. También destacamos entre los miembros de su comisión organizadora a Abraham, de La Vega, Amado, Peral y Defazzio. El éxito fué tal que se calculaba un producido de más de mil ochocientos pesos. Los organizadores inmediatamente solicitaron permiso para realizar el domingo 25 de febrero un corso de flores, el que se llevó a cabo de 18 a 20 horas.

LOS CARNAVALEROS QUIEREN BAILAR:

Como preparando el clima necesario para los festejos del carnaval las Damas del Aéreo Club General Güemes realizaron el 11 de febrero a partir de las diez de la noche un baile de serpentinas en El Pabellón de Los Lagos.
Otro acontecimiento coronado por el éxito fue el baile llevado a cabo en el Plaza Hotel, el sábado por la noche. El baile de disfraces y fantasía propiciado por los jóvenes de la colectividad española, estuvo muy animado.
No podemos decir lo mismo del baile de máscaras y fantasías llevado a cabo el mismo día en las instalaciones del Club 20 de Febrero. La Aristocracia seguía de capas caídas.
El jueves 15 de febrero, en el local del Aéreo Club General Güemes, Pabellón de Los Lagos, se llevó a cabo un baile de “Cretona” hasta las veinticuatro horas el cual tenía como condición para poder ingresar, el concurrir con traje de fantasía.

EL TRANVÍA INICIA LA CONQUISTA DEL OESTE:

El año 1923 también se destacó porque en los últimos días del mes de enero se inauguraron los trabajos para instalar el servicio de Tranvía hacia el oeste (partía por calle España, en un desvío producido en la 20 de Febrero y se dirigía hacia la Estación Campo Caseros); su prolongación hacia el oeste brindaría servicios a un barrio de nutrida edificación cuya fisonomía antigua y vetusta era el reflejo de su propio aislamiento. Se esperaba que la zona cobrara desde entonces una nueva visión estética.
Por esos tiempos, en ese territorio, no faltaba la guitarra provocadora ni la muchacha que azuzando con sus ojos de terciopelo invitara el sentimiento a la belleza. El Tranvía llevó como consecuencia la ampliación de las fiestas, por la facilidad del transporte, aumentando la concurrencia a las tradicionales chicherías.

HAGAMOS CUENTAS: “PA’ MANTENER LA AMISTAD”:

Así pasó el carnaval de 1923. En las calles hubo abundante derroche de agua. Los Corsos de la calle Florida volvieron a demostrar que no necesitaban propaganda, prácticamente se realizaban en forma espontánea y los que concurrían a él podían respirar un ambiente de contagiosa alegría, a diferencia de los corsos de la Plaza 9 de Julio donde se notaba claramente, en forma acentuada, un incomprensible distanciamiento de clases que le restaba espontaneidad, lo que traía como consecuencia una falta de animación manifestada en un raleado y lento ir y venir de carruajes, a pesar de que este corso oficial contaba con la presencia de la banda de Música Policial, cosa que no ocurrió en los corsos de la Florida. En éstos al mejor grupo de niñas le correspondió un premio de cinco libras esterlinas donadas por el Gobernador de la Provincia, al mejor vehículo adornado un objeto de arte donado por el Intendente Municipal; y el jurado estuvo integrado por los señores Miguel Ribo ( h) Nicolás Defazzio, Francisco de La Vega y Pedro Boggeto.
El Carnaval dejó el recuerdo de los bailes en el Río Arias, que según “la gente culta” no eran recomendables porque esos acontecimientos habían degenerado en un escandaloso y vergonzoso manifiesto de mujeres de vida licenciosa, y solicitaban al Consejo Municipal se denegaran los permisos en lo sucesivo, a dichas reuniones.
Momo, el Dios bullanguero, había vuelto a demostrar su carácter inmortal. Cien veces se lo había visto languidecer a veces con signos inequívocos de agonía, pero siempre se lo veía volver para poblar las calles con las cabriolas de sus fieles huestes cascabeleras. Dejó reafirmado su reto a la cordura y su convocatoria a las muchedumbres ávidas de expansiones y dispuestas a romper las rígidas normas de la disciplina social. El Carnaval fue y será siempre la rebelión contra las costumbres predominantes, es en última instancia, la manifestación de un demócrata rey de la alegría.
Es el que permite la magia de que matronas se exhiban como mucamas y estas como exóticas princesas. Será siempre el anciano tamizador de las frustraciones y las esperanzas sociales, el que posibilita que atildados y aristócratas jovenzuelos puedan representar a pobres verduleros y el querido lustrabotas a un Conde o mosquetero con trincheta al cinto.
Él subvertirá todas las órdenes sociales y a todos por igual alcanzará su locura y risa.

EL CARNAVAL EN LOS SALONES

I

Al salón donde triunfa la hermosura,
en brillante legión entra formada
la fastuosa y alegre mascarada
que el áureo vaso de festín apura.

Pajes de deslumbrante vestidura
Preceden a la turba alborozada,
que rompe en estruendosa carcajada
pregonando el amor y la ventura.

De las gasas despréndese incitante
el exótico aroma penetrante
que amenaza embriagar con sus efluvios.

Y reina de la fiesta seductora
recibe a la comparsa bullidora
gentil mascota de cabellos rubios.

II

Del salón en el ángulo olvidados,
donde el estruendo del festín no alcanza
escuchando los ecos de una danza
miro girar un mundo alborozado.

Cubierta con espléndido tocado
la máscara gentil hacia mí avanza,
y así, en dulces momentos de esperanza,
le pregunté con tono emocionado.

¿Quién eres tú, tapada bulliciosa,
y cual magia es la tuya misteriosa
en afán tan ingrato como el mío?

Y con acento de amargura lleno,
con voz pausada y ademán sereno
ella me respondió: - ¡soy el hastío!

Ángel Ripoll

EL CARNAVAL DE 1924

“SALTA, LA LINDA” Y UN ROSTRO DIFERENTE:

La Salta de 1924 presentaba un aspecto diferenciado de la de finales del siglo XX. Por aquellos tiempos todavía estaba bañada por las aguas del Río de Arias conservando en su seno vivientes reliquias arquitectónicas como La Catedral, El Templo de San Francisco, El Convento de San Bernardo, La Iglesia de la Candelaria, el vetusto y querido Cabildo, que por entonces tenía sus bajos ocupados de Comercios y fraccionada la parte superior para viviendas particulares.
Su planta romana, en forma de tablero de ajedrez era cruzado por el servicio de tranvías eléctricos y nuevos edificios comenzaban a ser parte de su historia como la Escuela Normal, el Banco de la Nación, la Estación del Ferrocarril, el Hospital del Milagro, el Banco Hipotecario Nacional. La ciudad iba desde la Estación hasta los márgenes del Río Arias.
El Mercado San Miguel representaba por entonces, especialmente en las primeras horas de la mañana, un epicentro polifacético de actividades sociales y comerciales. Amplio y bien mantenido, extraordinariamente concurrido, ofrecía una serie de notas pintorescas entre las que se destacaban los pequeños puestos merenderos en donde el chocolate con churros y la pizza de media mañana se convertían en los vértices de la convocatoria.
En las calles próximas a nuestro querido mercado, abundaban los comercios de talabartería, tomillería y numerosas tiendas, la mayoría de cuyos propietarios eran turcos, que solían exhibir colgados de los costados de sus puertas y en los marcos de las mismas los típicos ponchos, mantas y mandiles coloridos. Tiempos en que los cueros de Salta se distinguían entre el resto; los aperos y lazos eran de fama conocida.
Durante el último quinquenio la edificación urbana había sido muy escasa lo que repercutía en el costo del alquiler, que era elevado. La construcción del Ferrocarril Huaytiquina había permitido que en la capital se asentara un crecido número de familias, ingenieros contratistas y empleados de los ferrocarriles. Tiempos en que pocos se privaban del placer de atravesar el Campo General Belgrano para trasladarse a la Villa Veraniega de San Lorenzo a través de un camino de diez o doce kilómetros por sobre las Lomas del Oeste hasta llegar a esa quebrada verde y deliciosa, donde un manso arroyuelo, nacido en las vertientes de la montaña, con aguas claras y brillantes como el cristal andan bañando ese rincón paradisíaco e invitando permanentemente al descanso reparador para que después, en el regreso, el visitante, pudiese observar desde los faldeos, cercanos a lo que hoy es el Templete de San Cayetano, una panorámica de esta ciudad destinada a elevar los mejores suspiros del que la contempla. Por entonces en las cercanías de los Cuarteles y sobre todo de La Estación del Ferrocarril había comenzado a surgir una populosa barriada.
Este paisaje, territorio verde de paseo y de sueños, solía ser transitado por hombres y mujeres vistosamente ataviados por sus prendas domingueras, montados a caballo en sus mulas bien enjaezadas y llevando en sus árganas una buena provisión de frutos, quesos, aloja, chicha y dulces propios de la región.

SIN CORSOS EN LA PLAZA

1924 viene a representar la manifestación más cruda de la crisis que soportaba la Aristocracia salteña en su relación con el Carnaval. Este año no se realizaron corsos alrededor de la Plaza 9 de Julio. Ya vimos como desde la asunción de los radicales al poder, el corso de la Plaza 9 de Julio perdió, año tras año, el esplendor de otrora. De todas maneras, como en años anteriores, los tradicionales días de carnaval fueron bien recibidos en Salta. Se jugó con mucho entusiasmo y decisión sin que ninguna mala nota trabara su normal desarrollo.

EL CORSO DE LA CALLE LA FLORIDA: SOLO POR LOS PALOS.

Los corsos realizados durante tres jornadas en la calle La Florida, tarde y noche, se vieron concurridas y animadas en el juego de serpentinas, flores y pomos.
Ya consolidado alcanzó grandioso brillo, con mayor razón al no haberse realizado el de la Plaza 9 de Julio, donde solía entretenerse y reunirse la aristocracia, que quedó sujeta, en su divertimento, al baile de disfraz realizado en el Club 20 de Febrero y en algunas casas de distinguidas familias, como por ejemplo de la señora Julia Ríos de Alemán el viernes 7 de marzo, o al otro día, sábado, el llevado a cabo en el salón social de la Sociedad Española de Socorros Mutuos.
Fue año de un solo Corso. Por primera vez desde el inicio de estos festejos en 1898 no se realizó el de la Plaza 9 de Julio, lo que en última instancia viene a reafirmar el concepto que los corsos, en la capital de Salta siempre estuvieron sujetos a los vaivenes sociales y políticos.
Seguramente el año 1924 no se quería despedir sin dejar su grajea positiva. Con los últimos días, el 28 de diciembre, el día de los inocentes nació Juan José Salvatierra, el que muchos años después fue conocido como “El Patito” uno de los grandes carperos de la Historia del Carnaval Salteño. De él nos acordaremos en varias oportunidades y en páginas posteriores. Por lo pronto solo diremos que el Patito nació el mismo año en que las aguas del Río Arias se llevaron al Puente i’Palo y falleció un 10 de febrero de 1998, el mismo año en que los carnavaleros salteños celebraron el centenario de sus corsos.

EL CARNAVAL DE 1925

Todo año que nace sirve para realizar los balances necesarios y también para alimentar esperanzas. Es por ello que 1925 llegó acompañado de ilusión, en especial de los niños que manifiestan en la noche de Reyes la majestuosa presencia de la inocencia.
En este marco de acontecimientos el Intendente Municipal interino ya proyectaba la realización del tradicional corso popular. Había que aprovechar la crisis aristocrática que había impedido la realización de desfiles en la Plaza 9 de Julio el año anterior y también el tremendo prestigio que había logrado consolidar el corso de La Florida, por lo tanto se decidió ampliar aún más el circuito de desfile iría desde calle Belgrano a Tucumán. Serian diez cuadras para que el pueblo se expresara en plenitud.
Lo producido en dicho corso fue destinado a las obras del nuevo Lazareto Municipal, que se construía por entonces.
Los corsos se llevaron a cabo los días 21, 22, 23, 24 de febrero y también el día 1º de marzo, bajo los auspicios de la autoridad comunal. Tuvo jornadas vespertinas y nocturnas.
En su transcurso se permitió el juego con serpentinas, papel picado y flores, pero se prohibió el uso de disfraces de trajes militares o eclesiásticos.
Este corso comenzaba a las nueve de la noche y terminaba pasando las veinticuatro. El gobernador de la provincia Dr. Adolfo Güemes fue nombrado Presidente Honorario de estos festejos acompañado en las vocalías por Luis E. Langou, Miguel Ribó (h), Lucio Ortiz y Rodolfo V. Hernández. La Comisión Ejecutiva tuvo como Presidente a Welindo Toledo; Vicepresidente Primero a Nazario Amado; Vicepresidente Segundo Rafael Barni; Secretario Juan Abraham; Tesorero Ángel Abraham.
Comisario del Corso se designó a David Schiaffino y Alejandro Mollinedo y los vocales eran los señores Félix Lávaque, José Fernández, Guillermo Villagrán, Marcos Gutiérrez, Arturo Gambolini, Ángel Galarreta, Luis del Amo, Luis Guardo, Mamerto Villagrán, Ricardo Usandivaras, Enrique Bargioni, Miguel Pascual, Oscar Suarez, Ceferino Velarde, Antonio Ordoñez y Gabriel Salóm. La dirigencia tenía la responsabilidad de encargarse de la organización, arreglo, distribución de premios y percepción de las entradas del corso.
LA NOCHE DE REYES

Como remembranza
que en sombras se pierde;
como vago ensueño,
muy débil, muy tenue,
aún guardo en el alma,
que nunca envejece,
el grato recuerdo
de ansias inocentes,
de infantiles miedos
a regios desdenes
de esperanzas dulces,
de dudas crueles,
que en mi despertaba
la noche de Reyes.

Después, aunque el tiempo
mató indiferente
ensueños y leyendas
que ya nunca vuelven,
y aunque con la lucha
la ilusión se pierde,
queda en las batallas
que el hombre sostiene,
más débil el cuerpo
y el alma más fuerte.
Por eso aún recuerdo
muy débil, muy tenue
como remembranza
que en sombras se pierde,
cuando espero el logro
de un deseo ardiente,
de amor o fortuna,
vanidad o suerte,
aquellos temores
e ingratos desdenes,
esperanzas dulces
y dudas crueles
que en mi despertaba
la noche de Reyes.

Noches de esperanzas;
sueños de placeres
que la luz del día
luego desvanece.
En hombres y niños
suelen ser frecuentes
y son en la vida
la noche de Reyes.
Celso Lucio.

LAS BRAVAS AGUAS DEL RÍO ARIAS:

La inocencia de los niños que se mezcla con las angustias de un mundo adulto. Así en la mañana del jueves 22 de enero los arrabales de la Capital se enteraban del extraño accidente ocurrido en las aguas del río Arias, cuando el auriga Ángel Valdiviezo llegó con su carruaje a la playa húmeda todavía por la extraordinaria creciente de días previos, y como de costumbre, hizo entrega del coche a uno de los tantos menores que solían ganar sus monedas dedicados al lavado y limpieza de vehículos.
Valdiviezo, mientras el muchacho iniciaba su labor se retiró a un almacén vecino en procura de algunos comestibles. Posiblemente porque el chico pretendió cambiar la ubicación del coche castigando el caballo, o porque éste en un momento de intranquilidad avanzó sobre el cauce, lo cierto fue que la impetuosa correntada arrastró al vehículo y al animal, sumergiéndolos entre el enorme caudal de las aguas. A los tumbos y siguiendo la corriente, el vehículo y el caballo, que era ya cadáver, fueron a estrellarse en un recodo del río, a la altura de la calle La Florida.

EL PUENTE I’ PALO Y SU SUCESOR:

El viejo y querido puente carretero existente sobre el Río Arias, fue construido por el contratista don Hilario Duponts, bajo la inspección del Departamento Nacional de Ingenieros Civiles, en mérito de lo dispuesto por decreto del 11 de Setiembre de 1872 extendidos por el Ministerio del Interior y que lleva la firma del Presidente Sarmiento.
Este recordado puente era de madera dura, de trece tramos, con una luz total de 83,90 metros. Costó la cantidad de veinticinco mil doscientos ochenta fuertes y fue librado al servicio público en el mes de febrero de 1873. El Río Arias, era de régimen torrencial y castigaba periódicamente con sus crecientes y arrastres al viejo Puente I’ Palo que se mantenía en pié debido a la conservación permanente y a diversas reparaciones, trabajos que estuvieron a cargo del Departamento Nacional de Ingenieros hasta el año 1898, fecha de creación del Ministerio de Obras Públicas, y desde aquella fecha, de la Dirección General de Vías de Comunicación y Arquitectura y más tarde de La Dirección General de Puentes, Caminos y Telégrafos. Todas esas oficinas técnicas fueron cuidadoras permanentes de esa histórica construcción que durante más de medio siglo facilitó las comunicaciones carreteras de la ciudad de Salta con las localidades del Sud. Las bravías aguas del río Arias terminaron arrastrándolo un verano de 1924. Su desaparición representó todo un problema para las autoridades gubernamentales ya que se dificultaba la comunicación con el Valle de Lerma. En primera instancia se lo sustituyó provisoriamente con una pasarella, también de madera, que duró hasta 1928, cuando también fue derribada y arrastrada por las aguas del río.
Durante 1925 ya se pensaba en la sustitución del viejo puente de madera, que si tenemos en cuenta la narrativa que venimos haciendo, se había constituido en una preocupación por su permanente deterioro. Este año la Dirección General de Puentes y Caminos, después de proyectar un hermoso puente de hormigón armado y de licitar su construcción, elevó a la aprobación del Poder Ejecutivo el contrato Ad-Referendum firmado con la empresa Pescaretti y Cía. la que se comprometió a ejecutar las obras por la suma de 123. 235, 25 Moneda Nacional.
La obra proyectada, que no es otro que nuestro querido Puente Velez Sarfield contemplaba los tres arcos rebajados, construidos de hormigón armado, siendo la luz del arco central de 30, 09 metros. Y la de los laterales de 26, 165 metros la que hacía una luz total de 82, 42 metros. El ancho de su calzada es de ocho metros. Y en un principio se habían contemplado que sus veredas para el tránsito de peatones tendrían 1,50 metros. Tanto los estribos como los pilares son de hormigón.
Este puente, que a finales del siglo XX está firme para el tránsito, es en cuanto a decoración severa y elegante y su construcción tuvo un costo final de ciento ochenta mil pesos moneda nacional aproximadamente.

¡A DIVERTIRSE EN EL CORSO POPULAR!

Mientras tanto la Comisión Organizadora de los corsos de la Florida obtuvo de la Municipalidad ochenta bancos para formar palcos, cuyo abono para todas las jornadas costaba treinta pesos y diez pesos por noche; y si el corso era vespertino cinco pesos por jornada. La entrada para autos en los corsos nocturnos costaba cinco pesos y para los vendedores de artículos de carnaval un peso por día.
Un conjunto de paisanos se dirigió, mediante nota, a los directivos de la empresa del Tranvía, solicitándole se instrumentara de nuevo el servicio de acoplados, que especialmente los días feriados, permitían el descongestionamiento y aglomeración en los coches cerrados.
El día sábado 21 de febrero de 1925 a las nueve de la noche fue inaugurado el corso popular.
En los escaparates de la casa Dell’ Acqua ( Alberdi y Caseros) se exponían los premios estipulados por la Comisión para las mejores comparsas, disfraces, conjunto de señoritas, máscaras, coches, automóviles, chatas y carros adornados.
Los premios por esos tiempos consistían en juegos de té, reloj fantasía, medallas de oro, estatua fantasía, ánforas de terracota, lámparas eléctricas para velador, etc.
Los tiempos eran de notoria escasez de dinero, por lo tanto en las calles, como de costumbre, se jugó con agua, barato elemento al alcance de todos. El único derroche fue la alegría manifestada en el sobresaliente corso de la Florida que por primera vez tuvo un circuito de diez cuadras donde la afluencia de carruajes y público fue considerable. Pero los avatares económicos incidieron para que los participantes no se destacaran por su originalidad, al contrario, los disfraces y adornos de vehículos, estuvieron rozando lo cursi o chabacano, lo que no incidió en la alegría y para suerte no se registraron incidentes.

LA MASCARA

Me disfracé una vez y todavía
conservo aquella cara de cartón
que me sirvió para ocultar la mía.
Veinte años ya que duerme en un rincón
esa vieja careta ya empolvada
y siempre con idéntica expresión.
Y siempre con la misma carcajada.
- ¿Cómo haces tú - le preguntaba un día -
para estar siempre de tan buen humor,
aún en los momentos de dolor
cuando se ensaña en mí la suerte impía?
¡Feliz de tí que nada te desvía
porque no tienes corazón ni amor,
la máscara repuso : - Y tú, que gánas
con llorar como imágen de retablo?
Que la gente se diga: ¡“Pobre Diablo”!
Lo siento, más tus lágrimas son vanas,
no me importa un comino tu aflicción.
Haz como yo, que sin cesar me río;
y si sangra tu pobre corazón,
cúbrete el rostro con el rostro mío
para no ser objeto de irrisión.
Desde entonces escondo mi ansiedad
bajo aquella alegría que despierta,
y paso por un célebre egoísta.

Trilussa.

Consagrada ya la fiesta popular en calle La Florida, que superaba año tras año sus mejores antecedentes.

¡LLEGÓ LA HORA DE LOS PREMIOS! ¡VIVAN LAS CARROZAS!

Dado su éxito la comisión organizadora resolvió celebrar un corso más de flores y serpentinas, el domingo 8 por la noche, corso que no pudo llevarse a cabo debido a la intempestiva lluvia. Las instalaciones comenzaron a ser levantadas pues la comisión organizadora decidió, en primera instancia no fijar nueva fecha, pero en los días subsiguientes, fue tal la presión de los diferentes sectores sobre la comisión que ésta cedió a que la última jornada fuese pospuesta para el domingo 15 de marzo; jornada que se pudo concretar y en la que se dieron a conocer la adjudicación de los premios que se otorgó en carrozas a “Faraón” del Señor Rozeto, el premio Gobernador de La Provincia , a la carroza “Lazareto Municipal” del señor José Pérez, el premio Intendente Municipal, a la carroza “Castillo” de Gregorio Avellaneda, el premio Consejo Deliberante a la carroza “Biplano” de Segundo del Barco, una medalla de oro para “Las Japonesas” de las señoritas Bruzzo; el premio Casa Pinilla fue concedido a “las Favoritas del Sultán” de las señoritas González; el premio comisión de corsos para “Las Arañas” de las señoritas Salgueiro como así también para “Los Corazones” de las señoritas Torres Hernandez. Premio Adolfo Zago para “Avestruces” señores Páez y Moreno. Casa Dell’ Acqua: “Bailarinas”, señoritas Caprini. “La Provincia” para “La Noche” de Luisa Ida Cresini. Medalla de Oro: “El Sol”, señor José Isasmendi. Comisión de Corsos : pareja “Porota y Lerois”; señoritas Martiarena y Quiroga. Medalla “El Sol” señoritas Isabel Aguilar, R. Burgos y otras.

LA PRIMERA COMPARSA “DE INDIOS” EN LA HISTORIA DE LA CELEBRACIÓN CAPITALINA:

De acuerdo a la investigación realizada creemos encontrarnos ante el primer precedente de una comparsa, al estilo de las que conocemos actualmente que desfiló con el nombre de “Indios de la Pampa” y que recibió un premio de cincuenta pesos moneda nacional. Lamentablemente no pudimos conseguir el nombre de su cacique, integrantes y barrio de proveniencia, pero junto a “Los Cachis”, figurarán para siempre en la Historia del Carnaval Salteño.
Así se fue el carnaval de 1925 con sus Corsos. En los oídos de alguna prenda donosa habrán quedado grabadas frases como estas.

DESPUES DE CARNAVAL

A una máscara.

Bien sé que dijiste palabras fugaces -
vanas, y vagas como tu alegría; - bien se -
que eran buenas y suaves tus frases en el seno
rojo de la algarabía.

Pero con tus frases gastadas y vanas,
a pesar de la misma ilusión que llevabas,
parecías el fruto de orgías paganas con la
luz que en los ojos obscuros brillaba.

Descubriste tu rostro de zíngara loca -
mostrando tus ojos más claros y audaces,
y así, por encanto la flor de tu boca -
discreta y prudente guardóse las frases.

Igual, pues, tus ojos hablaban lo mismo,
los mismos fulgores de tu fiesta pagana,
y tu mirada era siempre un abismo aún sin
la farsa de máscara vana.

Igual pues la frase por siempre ya ida -
estaba en la flor de tus labios, vibrando;
- igual pues tus formas cantaban la vida -
¡ Y tu cuerpo era un astro ilusorio!
Alberto E.

Para finalizar, debemos decir que 1925 fue el segundo año en el cual no se llevó a cabo el corso alrededor de la Plaza 9 de Julio.

LOS CORSOS DE 1926

El día viernes 5 de febrero de 1926 se reunieron numerosos comerciantes, con la intención de estrechar ideas que permitieran concretar la realización de los corsos. En realidad debe leerse, que esta reunión implicaba la preocupación de los comerciantes salteños que sentían afectados sus bolsillos ya que en los dos años anteriores la Aristocracia Salteña no había realizado el corso en la Plaza 9 de Julio. Por estos tiempos se asumía como lógico que los sectores de mayor poder adquisitivo, fueran los que más gastaban en este tipo de actividades (cuando el corso pasó a tener la conducción y el protagonismo de los sectores populares, la situación se revirtió) y el corso de la Plaza 9 de Julio era para el comercio local una excelente fuente de ingresos, más allá de los avatares de la política y las circunstancias sociales.
Los Corsos de la calle La Florida eran multitudinarios, y se encontraban en su pleno apogeo. Tanto que sin proponérselo prácticamente había reemplazado al Corso de la Plaza 9 de Julio. Estaba bien que el pueblo se divirtiera en grande, pero los comerciantes entendían que si se realizaban los dos corsos se duplicaban los ingresos.
Después de una deliberación, las personas reunidas resolvieron que se debían adoptar todas las medidas necesarias para que el carnaval de este año tuviese cinco jornadas de Corsos, dos alrededor de la Plaza 9 de Julio y tres en la ya tradicional calle Florida.
Seguidamente se eligió una numerosa comisión encargada de la organización y trabajos necesarios para el corso, que estaría bajo el control de la municipalidad.
Todo el producido de esta actividad sería destinado a la obra de terminación del frente del Cementerio que hoy conocemos como el de La Santa Cruz.

LA COMISIÓN ORGANIZADORA Y SU TRABAJO:

La comisión organizadora tuvo como presidente a Arturo Gambolini; Vicepresidente Ángel Galarreta; Secretarios Nasif Duva y Eugenio Borelli: Tesorero Felipe Paz y Vocales: José M. Gallo Mendoza, Vicente Cordeiro, José Saravia, Gustavo Marrupe, Juan P. Sansón, Timoteo Alvarez, Agustín Usandivaras, Luis del Amo, Rafael Barni, Guillermo Velarde, José S. Sosa, Virgilio Nafur, José Fernández, Guillermo Villagrán y Manuel Albeza.
Comisario General de Los Corsos fue designado Martín Labroussans. La reunión se llevó a cabo en el local del Diario “La Provincia”.
Se puede observar en la constitución de esta Comisión como los dirigentes del corso de la Florida tienen preponderancia quedando las principales figuras del viejo corso de la Plaza 9 de Julio relegados a un segundo plano.
Volvieron a reunirse el miércoles 10 para instituir un premio de cien pesos en efectivo a la mejor comparsa, igual cantidad al mejor conjunto de señoritas en carroza adornada (premio Club 20 de Febrero). El premio “Paz Hermanos” consistente en un artístico adorno de mesa. El premio “Casa Villagrán” un artefacto eléctrico para mesa de luz al mejor coche adornado. “Casa Spaventa”, una medalla de oro al mejor disfraz infantil. “Casa Lérida”, un gramófono mirona a la mejor máscara infantil. “Casa Bacaro”: un estuche estrato a la señorita que presente el mejor disfraz, “Casa Zago”: un jarrón dorado a la máscara más espiritual (?). Ceferino Velarde ochenta pesos al mejor disfraz masculino. “Casa Amarilla” seis botellas de sidra “La Princesa” al mejor jinete. Masitería “La Barcelonesa”: una artística bombonera a la máscara más estrafalaria. Vicente Cordeiro dos docenas de cerveza para la Banda de Policía.

EL CORSO DE LA CALLE LA FLORIDA:

En la Capital de Salta todo era movimiento febril en la espera del Carnaval. Así se fijó para el corso de la Florida el calendario de desfiles; se llevaron a cabo los días 13 de febrero por la noche de 21 a 1 de la madrugada; el l4 de febrero por la tarde de 17 a 20,30 horas; el 15 por la tarde y por la noche; el 16 por la tarde; el 20 por la noche y el 21 por la tarde.
Llamativamente, con respecto al año anterior, hubo un intento tendiente a quitarle una cuadra al circuito, se propuso que el trayecto fuera de Rioja a Boulevard Belgrano. Ya veremos como la propuesta, a pesar de haber sido aceptada en primera instancia, luego fue modificada.
Los miembros de la comisión recolectora de fondos del corso de La Florida estuvo integrada por los señores Felipe Paz, Nazario Amado, Miguel J. Chamé, Timoteo Alvarez, Julio Suarez Caro y Francisco Ortelli. El señor Juan P. Sansón fue designado para realizar los trabajos de organización.
Debemos aclarar que en último momento se decidió respetar todo el circuito del corso de la Florida, es decir fue de Belgrano a Tucumán. El tráfico estuvo bien organizado, no se registró ninguna congestión.
Entre los carros adornados que hicieron su presentación, entre aplausos y elogios, destacamos al “Plus Ultra” arreglado por el señor M. López de la iglesia de La Viña. Le seguía en originalidad el de “La Murga Esponja” que amenizó los corsos con hermosas piezas musicales.
Otra característica importante de los corsos de 1926 es la escasez de hechos policiales.

EL CORSO DE LA PLAZA 9 DE JULIO:

El corso de la Plaza 9 de Julio, tendría solo tres fechas de desfiles, todos por la noche, fijadas para los días 14, 16 y 21 de febrero.
La comisión recolectora de fondos para este corso estuvo integrada por Román Villagrán, Eugenio Borelli, Martín P. Córdoba, Jesús Bernabé y Ceferino Velarde. En éste se fijó el ingreso de autos en cinco pesos, coches tres pesos. Precios que se repitieron en el corso de La Florida, donde para los desfiles de la tarde se fijó la tarifa para el ingreso de autos en tres pesos, coches dos, vendedores con puestos dos, ambulantes uno y jinetes dos pesos respectivamente.
La Comisión Organizadora solicitó que la municipalidad se hiciera cargo de la instalación de los palcos en la Plaza 9 de Julio, en donde todos los trabajos de su organización estuvieron a cargo de una subcomisión integrada por Ángel Galarreta, Eugenio Borelli y Bernabé.
La sucursal Ángel Villagrán decidió otorgar un premio de cien pesos a la mejor orquesta que recorriera los corsos. David Michel Torino cincuenta pesos en efectivo al automóvil de alquiler mejor adornado. Farmacia Ortelli cincuenta pesos en efectivo al mejor conjunto de disfraces. Crivellini, Pozzi y Bonari una libra esterlina al mejor cómico del corso. Confitería “La Royal”: dos docenas de cerveza para La Banda de Policía. Como se ve, a los integrantes de esta Banda les gustaba mucho esta bebida.
Se repartieron por las calles de la Salta de entonces volantes que invitaban a los diferentes puntos de festejos.
Lamentablemente la organización del corso de la plaza no tuvo la efectividad que logró el de calle La Florida. Asistió una enorme concurrencia de público, una gran cantidad de vehículos y sobresalió la presencia de las distinguidas figuras del mundo social, pero aquí la autoridad policial descuidó la organización del tráfico y desde las 22, 30 hasta que terminó el corso no les fue posible arreglarlo, no obstante obligaron a ocupantes de numerosos vehículos a salir del corso para entrar de nuevo, situación que le restó animación, brillo y originó protestas.
Entre los disfraces originales se destacó por su parecido el que representaba al Dr. Joaquín Castellanos. Arturo Alemán fue el imitador y lo hizo con tanto “realismo” que mereció los elogios y los aplausos de la concurrencia. Como vemos la aristocracia se tomaba revancha de “La Oveja Negra”, que había apostado su acción de gobierno a defender los intereses del pueblo.
Otros que hicieron reír a los niños y hasta las madres más severas fueron los tres disfrazados de coyas montados en llamas imitadas con bolsas.
Por segunda vez en la Historia de los Carnavales de Salta y sus corsos una comparsa representaba una comunidad indígena y recorrió sus calles. Otras dos en clásico estilo murgas también participaron, una de ellas llamada la comparsa “Los Obreros Unidos”.

BAILE Y JUEGO CON AGUA:

Ambos corsos se desarrollaron en un clima de entusiasmo, con mucho ánimo y buen éxito. Si usted se hubiera encontrado en la cima del cerro San Bernardo la noche del sábado 13 de febrero, habría observado que en medio de la tremenda oscuridad que por entonces rodeaba el Parque San Martín, sobresalía un rayo de luz, que identificaba el baile de disfraz, organizado por jóvenes entusiastas en El Pabellón de los Lagos. En su espléndida terraza se bailó hasta las primeras horas de la madrugada.
El juego con agua, como siempre formó parte de la alegría, la expansión y la risa. En todas las calles durante la mañana y la tarde de los tres días del Carnaval se jugó con entusiasmo, aunque algunos consideraron que se abusó del agua, que era arrojada libremente a los transeúntes desde azoteas, puertas y ventanas. La prensa culpaba a la municipalidad y decía que ello era la resultante de la falta de un edicto de policía que la reprima.
Con respecto a los corsos ya dijimos que fueron un éxito, adquirieron máximo esplendor en los últimos días; especialmente el de La Florida donde la concurrencia, con entusiasmo, libraba una batalla de flores y serpentinas.

LA PASARELLA SOBRE EL RÍO ARIAS Y LAS CARROZAS:

Entre otras cosas los salteños también tenían otras preocupaciones. Por gestiones del Dr. Carlos Serrey, la pasarela sobre el Río de Arias fue ampliada y habilitada para el tráfico de vehículos, logrando así impedir que sufrieran mayores inconvenientes algunos servicios de aprovisionamiento de la ciudad.
El Puente I’ Palo, derribado por las aguas en 1924, no había sido reemplazado, todavía, por otro puente y esta precaria pasarella brindó su servicio hasta 1928.
Grandes sectores de la economía salteña presionaban a los representantes en el Congreso para que trasladasen las inquietudes al Ministerio de Obras Públicas para que se construyera el puente que hoy conocemos como Velez Sarfield, que no se había construido por el fracaso de la empresa constructora que hizo mal los cálculos.
Entre las carrozas destacadas en este carnaval, citamos a la que simulaba el Trono de un Sultán, acompañado de sus favoritas y custodiado por dos guardias armados con lanzas y cimitarras. Otra fue “Las Joyas”, se había colocado sobre un coche un gran estuche y dentro de este una niña representando un rubí custodiado por las Hadas. Otra carroza destacada fue la que representó a la “Fábrica de Fósforos Salta”.

LAS CELEBRACIONES EN CERRILLOS Y EN CAMPO SANTO:

En Cerrillos se lo celebró con mucho entusiasmo de todo el pueblo. Los corsos resultaron hermosos alcanzando un éxito brillante por el número de carrozas y coches adornados y así también por la numerosa concurrencia que se dio cita en ellos. Todos los beneficios obtenidos fueron destinados a la Sociedad Conferencia de San Vicente de Paúl .
En los corsos cerrillanos se destacaron las siguientes carrozas, que obtuvieron los premios instituidos por la comisión:
“La Mano Negra”: ocupada por las señoritas Gian Paoli, Orsino, Murga: “La Noche”: señoritas Gollado; “La Cruz Roja”: por las señoritas Pereti y varios coches con bailarinas y damas antiguas ocupados por las niñas Alvarez, Zapata y Gottling. Otra carroza fue “El Chino” por Juan Carlos Macafferri.
Este pequeño departamento hermano a la Capital no se quiso quedar atrás y comenzó a copiar de la estructura organizativa de Los Corsos Salteños. Se resolvió fijar fechas para un corso a llevarse a cabo los días 14, 16 y 21 de febrero, cuyo producido también fue destinado a beneficiar al Consultorio Médico de esa localidad y por primera vez, al estilo capital, se fijó precio para la entrada de automóviles en dos pesos cada uno y por noche, la entrada de coches un peso, sulkis cincuenta centavos y los palcos a un peso por noche.
Otro lugar donde se celebró el carnaval con alegría y éxito fue en Campo Santo donde por primera vez en su historia se realizaron corsos, los cuales resultaron muy lucidos.

EL CORSO DE DESPEDIDA:

En la Capital mientras tanto, a pesar de no estar previstos se resolvió realizar el domingo 28 de febrero un corso de flores de despedida y entrega de premios a los participantes. Mientras se vivía un clima de agitación política que se mezclaba con los últimos escozores del carnaval. Se realizaban en todo el país elecciones de diputados el domingo 7 de marzo.
También debemos recordar que desde el 1 de mayo de 1925 y hasta el día 1 de mayo de 1928 gobernaba la Provincia de Salta el Dr. Joaquín Corbalán, nacido en 1870 y fallecido en 1936 que tuvo como Ministro de Gobierno al Dr. Ernesto M. Araoz; Ministros de Hacienda Don Alberto Blas Rovaletti, como Intendente Municipal a Eduardo Arias y Adolfo García Pinto y como Jefe de Policía a José Chavarría.

EL CARNAVAL DE 1927

EL PRIMER CORSO ORGANIZADO POR LA MUNICIPALIDAD:

1927 será el año en que por primera vez la Municipalidad de Salta tomó a su cargo, en forma total, los trabajos de organización de los Corsos.
Los días fijados para el desfile fueron el 27 y 28 de febrero y también el 1 de marzo.
Posiblemente el gran éxito de los corsos de la Florida, con su marco de público multitudinario, como así también buen rédito económico que los corsos producían, hayan incidido para que el Intendente Adolfo García Pinto tomase la decisión de municipalizar los Corsos.
La primera resolución adoptada fue que el producido de los corsos sería destinado íntegramente a la asistencia pública. Como diría la abuela, “Por la plata baila el mono”.
Los salteños expresaban públicamente su preocupación por el incremento desmedido de las Casas de Juego de Azar. La proliferación de garitos y tabernas, donde el paisanaje dilapidaba sus ingresos era considerado sumamente preocupante.
La Lotería, La Quiniela, las aristocráticas Carreras, como la popular celebrada en canchas improvisadas, El póker, La Pinta, La Taba, El Monte, La Ruleta, El Treinta y Cuarenta, El Ferrocarril formaban parte de este cáncer social.
El día domingo 13 de febrero, El Valle Calchaqui disfrutaba de una gran satisfacción. En Alemanía, en el río de su nombre, en el primer paso del camino a Cafayate, San Carlos y Santa María se inauguró un puente carretero. Obra construida bajo la dirección de la Oficina Nacional de Puentes y Caminos.
El Carnaval comenzaba a embeber las actividades de los salteños y la Sociedad Española preparaba, como todos los años, sus bailes de disfraces. Rápidamente se procedió a la colocación de los palcos e instalación eléctrica en los circuitos de los dos corsos de la Capital: el de La Plaza 9 de Julio y el de la calle la Florida.
La municipalidad, encargada de la organización de los corsos concedió los trabajos de la ornamentación al pintor Juan B. Valle.
El sábado 19 de febrero en “El Pabellón de Los Lagos” se llevó a cabo un baile de “Cretonas” que estuvo muy animado y concurrido.
En muchas oportunidades los corsos del Carnaval de Salta coincidieron con alguna elección. Así a finales de febrero, en pleno carnaval los salteños se preparaban para los comicios del 6 de marzo para proceder a la renovación parcial de las cámaras.
En ese clima, las Tertulias y las selectas convocatorias bailables se llevaron a cabo en las casas de las familias Alvarado Zerda, Figueroa Campero, Dávalos Michel, en casa de la señorita Elva Rosa Arias y otra en la casa de la señorita Nina Arias.
El corso de la Plaza 9 de Julio ocupó las cuatro calles laterales ( Caseros - Alsina - Mitre y España). Se fijó el precio de la entrada para coches en cuatro pesos y para autos en seis pesos. Para el Corso de la calle la Florida el precio de ingreso para coches fue de tres pesos y para autos de cinco pesos.
En su edición del miércoles 23 de febrero de 1927 el diario Nueva Época, denunciaba que a tanto había llegado la corrupción del juego de azar, que se habían instalado mesas de juego en el Pabellón Centenario y textualmente denunciaba de que los empresarios de esa clase de negocios no se cuidaban de decir que lo tenían todo arreglado con la Policía, mediante el pago de tres mil pesos de coimas y que “grite quien grite el asunto se llevará adelante”.
Si bien el Dios Momo fue recibido con la tradicional alegría, se puede decir que a pesar de los trabajos realizados por la comuna los Corsos de 1927 no tuvieron el entusiasmo de otros años.
El sábado 27, primer día previsto para estos corsos empezó a caer una lluvia persistente, que hizo que todos los que anhelaban divertirse en grande para el Carnaval mostraron sus caras compungidas.
Sin embargo el domingo por la mañana el cielo, si bien no estaba despejado, se encontraba desprovisto de amenazadoras nubes negras. Después del mediodía apareció el sol, que por la mañana se mostraba oculto, el ambiente tomó color y calor e invitaba al juego con agua. Hubo un gran entusiasmo en esta diversión que declinó bastante el lunes para volver a resurgir con toda su alegría el martes 1 de marzo.
Con respecto a los corsos afirmamos que los de este año no tuvieron el entusiasmo de otrora. Los que se realizaron en la calle Florida estuvieron carentes de animación, nadie sabía explicar a que se debió esto ni tampoco la poca entrada de carruajes.
El debut de la municipalidad como organizadora de los corsos no estuvo marcada por el éxito, y a pesar de su preocupación, como nunca, del arreglo de las calles que fueron utilizadas como circuito de los corsos, estos no tuvieron la alegría que caracterizaban a las fiestas de Momo.
El sábado por la noche no se pudo efectuar el corso de la calle Florida porque la lluvia lo impidió.
Se concretaron al día siguiente, domingo, por la tarde y a pesar de que se notaba entusiasmo, no entró ningún carruaje adornado, viéndose solamente uno que otro automóvil o coche con ocupantes disfrazados.
Por la noche del mismo día se realizó el corso de la Plaza 9 de Julio, que ofrecía un magnífico aspecto por la iluminación artística, los cuadros festivos que se colocaron y los bien arreglados palcos. Hubo animación y entusiasmo.
El día lunes por la tarde y noche hubieron corsos en la calle La Florida. De los cuales el de la noche fue el que merece especial mención por la alegría que reinó en el mismo.
El día martes 1 de marzo, por la tarde se realizó el corso en la Plaza 9 de Julio donde hubo derroche de alegría y risa. Los carruajes hicieron su aparición en este corso, admirandosé el arreglo de varios de ellos entre los que destacamos a uno que representaba la estatua de Güemes, otro el “Trono Persa” ; “El Rancho y sus Gauchos”. Llamativamente desfiló un auto en el que iba el diputado nacional David Michel Torino y el grupo intransigente, “en todos los tiempos se cuecen habas”.
Otro carruaje destacado fue en el que viajaban “Las Presidiarias” y “Las Malonas”.

UN BAILE DE CLASE MEDIA

Intentaremos narrar un baile de carnaval en los sectores medios de la sociedad. Este se llevó a cabo el día domingo 27 de febrero en la casa de la señora Mercedes P. de Nieva Cisneros, ubicada en la calle Mendoza donde asistieron inclusive gente del pueblo y meritorios obreros.
La casa ofrecía en su interior un aspecto animado y bullicioso. Las luces distribuidas con profusión, iluminaban todos los rincones de la amplia vivienda, que por otra parte estaba profusamente adornada de plantas y flores.
Una orquesta, integrada por un piano, dos violines y un bandoneón ejecutaban lindas piezas de baile. Las mesas se habían instalado en un rincón, bajo los viñedos verdes y se hallaban flanqueados en ambos costados por rosales en flor, de trecho en trecho lamparitas eléctricas proyectaban luces vivas y animadas dándole un marco fantástico a ese rincón realzado por el conjunto carnavalesco.
Fue una fiesta de disfraces y fantasía. Niños con elegantes y vistosos trajes parloteaban con esa ruidosa sonoridad con la que irrumpe la juventud en sus ratos de expansión; el ambiente estaba cargado de risas, palabras picarescas y chistosas ocurrencias.
Aproximadamente a las once de la noche se inició el baile. Pasaron pocos minutos y la animación era general, mesas ocupadas y la pista concentrando a los danzarines mientras en rincones poéticos se veían parejitas conversando con animación. Máscaras y mascaritas bulliciosas cruzando en todas direcciones, se mezclaban aldeanas, pierrots, cocoliches, hadas, moros, criollitas de percal, gauchos. Si miramos ese ambiente desde una altura prudencial podríamos observar como una carcajada mata un llanto, una risa ahoga un dolor; una máscara infunde realidad, mientras un antifaz ocultaba un semblante fatigado por la lucha diaria. Pero mientras la orquesta interpretó sus mejores canciones, nadie se acordó del rigor de la vida y encontraron en este ambiente una precaria retribución, una especie de trueque, por la lucha cotidiana que se desarrollaba para ganar el pan de cada día.
En la pista danzaba la María Canduela vestida de princesa oriental; Celia Nieva Cisneros de colla boliviana; Romellia Monteros de gitana; Felisa Gómez de trompito; Virginia López de india; Rosa Gutiérrez de pierrots; Emilio Mercado de Carlitos Chaplín; José Serrano de Sol; José Toledo de brujo; Pedro Judo de mosquetero; Rodolfo Peralta de tripitas y Juan Bianco de maquinista.
Lentamente las últimas estrellas se fueron marchando, junto con ellas los bailarines, con sus disfraces gastados y ojos fatigados emprendieron el regreso; el carnaval les permitió, aunque más no sea por unas horas, olvidarse de los problemas mundanos. Al fin y al cabo en unos días más había que votar; en todo caso pensar en esas responsabilidades, se podía hacerlo después del último desfile de corsos que se llevó a cabo el día jueves 3 de marzo por la noche en la calle la Florida, para recuperar el corso del día martes, que se había suspendido por la lluvia mientras el poeta esbozaba estos versos:

¡A VOTAR !

Como ha llegado el momento
de conseguir electores
la horda de redentores
se viene como a un malón;
quieren la liberación
de turbas encadenadas
¡y una fuente de empanadas
es signo de redención!

Desean salvar a la patria
de su dolor y sus males
y van tras de sus ideales
con noble desinterés,
para evitar un revés
en nuestro turbio destino,
da Cafayate Torino
y dá responsos Valdés.

Y surgen innumerables
las víctimas del deber,
todo prometen hacer
por esta patria Argentina,
el patriotismo domina
y morirán en sus aras
Agustín Usandivaras
y el Doctor Marcos Alsina.

Con las manos enguantadas
se estrechan manos callosas,
las limusinas lujosas
arrastran sucios gañanes;
comisarios y rufianes
no esconden sus simpatías
y todas las osadías
se aceptan a los patanes.

La dulce fraternidad
parece cosa resuelta
y mientras voten, Espelta
será bueno y generoso.
Hasta el colla más roñoso
verá con animación
que le llega del Patrón
un recuerdo cariñoso.

¡Pobre Patria! ¡ Pobre Salta!
es muy negro tu destino
si solos reos y vino
tienen ellos para tí,
yo nunca desconocí
los deméritos ajenos
y siendo de los más buenos
pido el voto para mí.

Gauffín.
Algarrobo, Carnaval 1927.

¡CORRELIGIONARIOS Y MOMO UN SOLO CORAZÓN:

Queda como una anécdota del Carnaval de 1927, que una vez instalados los palcos alrededor de la Plaza 9 de Julio, y dos días antes del inicio del carnaval, los radicales utilizaron esa estructura carnavalera y montados sobre un palco procedieron a la proclamación de los candidatos Irigoyenistas. Demostrando que del carnaval a la política no hay nada más que un paso. “Los Peludistas” madrugaron al rey Momo y en un clima de cohetes y dianas triunfales alquiladas de alguna murga desarrollaron su acto en el cual no estuvieron ausentes las serpentinas ni las flores.
Otro detalle anecdótico para remarcar es que la Comisión Organizadora de los Corsos, a beneficio de la Asistencia Pública no tan solo prohibió el juego con agua sino también castigaba con multa a los que arrojaran serpentinas usadas. Se permitió la entrada de caballos siempre que estos siguieran en las filas de los vehículos. El día 4 de marzo estaba previsto un corso nocturno en la Plaza 9 de Julio y si bien asistió numeroso público el corso no se pudo llevar a cabo por falta de carruajes.
El último día del carnaval coincidió con el día de la elección y el Diario “El Cívico Intransigente” satirizaba al respecto dando como una supuesta primicia la nómina de las comparsas de disfrazados que obtendrían premios. Recordemos, que el acto eleccionario duraba hasta las seis de la tarde y el corso se iniciaría a horas veintiuna.
El diario decía con sarcasmo que el primer premio le sería otorgado a don José María Decavi por su disfraz de Tanque Irresistible.
El segundo premio debería ser otorgado al Doctor C. Torino disfrazado de pantalla peludista a media luz; tercer premio al doctor Carlos Aranda de hombre popular; cuarto premio que se otorgaría a comparsas y disfraces según el Cívico, correspondía a la Comparsa de Aviadores compuesta por el doctor Ernesto M. Araoz; el doctor Paco Costas y el doctor Cornejo Arias. Quinto premio al doctor Francisco Uriburu de lata de nafta etiqueta amarilla; sexto premio al doctor Joaquín Corbalán de Dr. Robustiano Patrón Costas. Séptimo premio al Dr. Patrón Costas de Gobernador; octavo premio al Dr. Luis Linares de Padre Eterno Político.
Este mismo diario hizo referencia al fracaso de los oficializados festejos del carnaval y planteaba que el balance del producido sería poco menos que grotesco y que consideraba que se había gastado más dinero, en adornos, luz eléctrica y en cuadros artísticos y al puro estilo liberal planteaba que en este “estado criollo” , cada vez que él intervenía en un asunto la cosa marchaba como el cangrejo.

¡QUE SIGA LA FARRA!

Los corsos de 1927, al igual que los actuales: todo el mundo sabe cuando comienzan pero nadie sabe cuando terminan, así por causa de las permanentes lluvias y la politiquería, los festejos que debían concluir el día 1 de marzo, llegado al sábado 19 y domingo 20 del mismo mes andaban buscando sus últimas jornadas. A pesar del buen tiempo, dos noches espléndidas, estos Corsos previstos constituyeron dos rotundos fracasos. Para colmo de males en estas dos últimas jornadas la Municipalidad había dispuesto que sus ingresos estuvieran destinados para ayudar a las víctimas de Jujuy. Aparecieron las críticas a la decisión de la comuna de no haber permitido que la Asociación Pro-Patria pudiera concretar los corsos de flores que había proyectado en la calle Buenos Aires; y todos coincidían en que Salta había quedado en una situación risible ante la provincia hermana, pues lo que aportaría la Municipalidad de Salta sería la suma no mayor de cincuenta pesos. Todos pedían una urgente rendición de balance económico.
Con respecto a los cuadros y pinturas a los cuales se hacía referencia en las críticas, corresponde aclarar que este año la comuna había dotado al circuito de graciosos cuadros, de acuerdo a la fiesta que se celebraba. Concretamente podríamos decir que el Intendente García Pinto fue el precursor de la ornamentación de los circuitos del corso con lo que hoy nosotros llamamos las pancartas carnavalescas y que los salteños de 1927 llamaban cuadros.
En Cerrillos, la llegada de Momo fue celebrada con todo entusiasmo. Se realizaron corsos alrededor de la plaza principal y estuvieron muy concurridos.

LOS CORSOS DE 1928

DE CÓMO SE PRETENDIÓ VIGORIZAR EL CORSO DE LA PLAZA 9 DE JULIO Y BOICOTEAR AL DE CALLE LA FLORIDA:

A partir de la inserción de la Municipalidad de la Capital como organizadora de los Corsos Salteños tenemos, en primera instancia, dos aspectos para el análisis; el primero es que los Corsos de la Plaza 9 de Julio recobrarán su vigor y protagonismo y en segundo lugar, que a partir del fracaso de su primera participación organizativa, veremos cómo lenta y gradualmente el Corso Popular de la calle La Florida irá perdiendo gravitación, hasta que lo hagan dasaparecer.
Este no es un análisis antojadizo, sino que se lo puede ir relacionando con una serie de aspectos y resoluciones que se fueron adoptando. En enero de 1928 se reunió una Comisión mixta, designada por El Intendente García Pinto, que analizó el tema de los Corsos. Resolvió con respecto a la iluminación de los mismos, que esta sería duplicada, y pongamos atención de que manera. El Corso de la Plaza 9 de Julio, que solamente tenía un circuito máximo de cuatro cuadras tenía una potencia eléctrica, en cuanto a iluminación, de cien mil bujías en su recorrido total, (ya veremos que dentro del plan tendiente a la desaparición del multitudinario corso popular comenzaron por achicar su circuito, que este año tendría cinco cuadras, de Corrientes a Tucumán) con un total de potencia de cincuenta mil bujías, es decir mayor recorrido, mayor cantidad de gente y menos iluminación.
Los Corsos tuvieron una Comisión Organizadora presidida por Diego Zavaleta; como Secretario a Dolindo F. Premoli; Tesorero Manuel Albeza y Vocales a Nicolás Arias Uriburu, Julio Velarde, Emilio Kuehl y Aarón Frias.

¡PUENTE I’PALO PORQUE TE HAS IDO!

Los salteños, por otra parte, proseguían preocupados con el Río Arias, especialmente con respecto al Puente que permitiría atravezarlo. Se esperaba con mucha expectativa la agilización de los trabajos para el montaje de un Puente que sustituyera al viejo “Puente I’ Palo” . Esto acarreaba la dificultad de comunicaciones con lugares como La Isla, Cerrillos y el Valle de Lerma desde los cuales llegaba la provisión de artículos de primera necesidad como ser leche, verdura, carne. Para colmo de males una torrencial lluvia caída el 7 de enero arrasó con la única y pequeña parte del puente que la empresa en largos meses había logrado construir, lo que despertó fuertes críticas relacionadas a su capacidad operativa. Recordemos que a la anterior empresa concesionaria se le habían rechazado los trabajos por la mala madera que empleaba y se llamó a una nueva licitación, la que, en el parecer de la gente, trabajó con mucha lentitud. La misma creciente no solo se había llevado una parte del tramo del puente en construcción y materiales tirados en la playa, sino también la pasarela que posibilitaba un acceso transitorio. Dentro de esas preocupaciones el pueblo de Salta se enteraba con mucha satisfacción que los Senadores Nacionales por la provincia Doctores Serrey y Linares habían logrado la aprobación por las Cámaras Nacionales de un proyecto que destinaba la suma de novecientos cincuenta y cuatro mil pesos para obras de saneamiento y embellecimiento de la ciudad de Salta.
Dinero que tenía objetivos concretos como por ejemplo:
Dique de toma y afloramiento en el río Arias con la consiguiente red de canales de riego para toda la zona Oeste y Norte de la ciudad.
Obras de desagüe de La Laguna de Chartas y otros varios pantanos. Algunos de estos trabajos habían sido ya efectuados bajo la dirección del Ingeniero Sanitario Señor Oscar C. Pickel.
Obras de Drenaje en pozo Bravo, en la calle Caseros y en otros varios puntos, entre otros.
Hacia mediados del mes de febrero la Empresa del puente sobre el río Arias no daba visos de solución al problema, todo estaba paralizado, situación que era aprovechada por los changos de las adyacencias como para chirolear algunas monedas. Por el módico precio de diez centavos ayudaban al paso de personas y bultos ¡De donde habrán sacado la costumbre los changos de Villa Cristina de andar chiroleando, empujando autos parados cuando se inunda la esquina de San Juan y Jujuy!.

LOS PRIMEROS PREPARATIVOS:

En la primera semana de febrero, la división de investigaciones de la Policía local comenzó a emitir las boletas, permisos correspondientes para los disfraces que participarían de los Corsos. Todos los preparativos previos eran vividos con igual intensidad en la villa veraniega de San Lorenzo, donde se había decidido realizar corsos de Carnaval.
El gobierno de la Provincia, en un acuerdo de Ministros, resolvió cooperar con la suma de trescientos pesos, a los que debían sumarse otros cien donados por el Club 20 de Febrero, también el Comercio contribuyó con dinero y objetos para la distribución de premios.
La comisión resolvió instalar dos palcos en la calle Florida y San Juan. Uno estaría destinado para las autoridades y el otro para la Banda de Música. En las bocacalles se emplearon para su iluminación cien lámparas y en la esquina de Corrientes, hoy San Martín, que era la entrada del corso, se colocó un arco voltaico con ciento veinte lámparas.

¡QUE LO CUMPLAS FELIZ! (CUANDO EN LOS CUARTELES SE ORGANIZABAN CARRERAS DE EMBOLSADOS):

El carnaval con su alegría embebía todos los estratos sociales e institucionales. Es llamativo poder comprobar que aún en los Cuarteles Militares, por aquellos tiempos, se practicaban una serie de actividades recreativas de raigambre bien popular. El Regimiento Cinco de Artillería Montada, acantonada en la Guarnición Salta cumplía el 11 de febrero de 1928, el treinta y dos Aniversario de su fundación. A las nueve de la mañana se llevó a cabo una Misa de Campaña, al mediodía un almuerzo especial para la tropa pero lo lindo ocurrió por la tarde y ponga atención al programa de actividades:

1- Carrera de velocidad, 200 metros (sub-oficiales casados)
2- Carrera de velocidad, 200 metros (sub- oficiales solteros)
3- Cinchada , diez hombres por batería.
4- Carrera de obstáculos cuatro soldados por batería.
5- Carrera de embolsados, cuatro soldados por batería.
6- Gallina ciega tres soldados por batería.
7- Carrera de tres piernas, cuatro soldados por batería.
8- Carga de caballería, ocho soldados por batería.
9- Gitana de la botella, dos soldados por batería montados en perros.
10- Carretilla humana, ocho soldados por batería.
11- Fútbol: primera división de Artillería y Gimnasia y Tiro y a horas 21,30 gran baile en el Casino de Sub-Oficiales.
Como podemos observar los Cuarteles en sus festejos tenían un aire romántico al estilo de los centros vecinales en sus primeros tiempos. Vaya a saber porque razones nuestros Militares dejaron de lado las carreras de embolsados, tres piernas, carretilla humana y el fútbol y se dedicaron a los Golpes de Estado.

EL CORSO DE LA CALLE LA FLORIDA:

Como la Comisión Organizadora de Los Corsos había dispuesto acortar el circuito de la Florida (decisión contradictoria ya que se la adoptó en el momento de mayor apogeo de estos Corsos) los años anteriores el circuito había sido desde Belgrano hasta la Tucumán y para 1928 se decidió que fuere desde la Corrientes hasta la Tucumán. Lo cual despertó airadas protestas de los comerciantes que tenían sus locales en la calle Florida de Corrientes a Caseros, quienes se dirigieron al presidente de la Comisión Organizadora, Diego P. Zavaleta solicitando la modificación del circuito, desde San Juan a Caseros, con el argumento de que se trataba de barrios comerciales y poblados y que ellos necesitaban la colocación de sus productos a fines del Carnaval. Le enrostraban a la comisión, el haber contribuido con dinero, en la creencia de que el corso pasaría por el frente de sus respectivas Casas Comerciales. La referencia a este detalle nos permite afirmar que los corsos en Salta siempre estuvieron ligados a los vaivenes de la Economía, la Política y porque nó durante mucho tiempo a las decisiones de los aristócratas capitalinos.
La Aristocracia mientras tanto se preparaba para el Carnaval a través de sus tertulias, como por ejemplo la que se llevó a cabo el 17 de febrero en la casa de la familia González Pérez o la del jueves 22 en la casa del señor Ricardo Isasmendi con su baile de disfraz y fantasía; por supuesto damos por sentado el baile “Caté” de la crema salteña en los salones del Club 20 de Febrero.
La Comisión Organizadora de los Corsos resolvió dar respuesta negativa al pedido de los comerciantes de la calle La Florida que solicitaban la modificación del circuito. Los argumentos para la denegatoria fueron lo exiguo del tiempo que restaba para el inicio de las fiestas y además que cualquier ampliación o modificación del recorrido implicaba mayores gastos que la comisión no estaba en condiciones afrontar por cuanto ya había sido aprobado el presupuesto expuesto.
Según el ingeniero Kuehl el costo de las instalaciones desde Corrientes hasta Caseros, tal lo peticionado por los Comerciantes, representaría un gasto de seiscientos pesos, pues implicaba las siguientes erogaciones: dieciocho guirnaldas para tres cuadras con quince receptáculos sin lámparas a quince pesos cada una, total doscientos setenta. Doscientas setenta lámparas de cuarenta w. a seis pesos con setenta cada una, total ciento noventa pesos.
Colocación, retiro y guarda de los mismos, setenta pesos.
Suministro de corriente, por los cuatro corsos, o sea seis horas al precio de 0,43 pesos el kilowat, total veintitrés pesos.
Imprevistos, cincuenta y seis pesos, total general quinientos noventa y nueve pesos, que según la Comisión no podía afrontar.
Otro argumento de la Comisión consistía en que el Corso no podía prolongarse hasta calle Caseros porque la calle La Florida era angosta, resultaría difícil para la vuelta de los vehículos, especialmente autos y camiones. En consecuencia el corso tendría que prolongarse hasta el Boulevard Belgrano, y en ese caso por el largo trayecto, los corsos resultarían deslucidos y los gastos ascenderían a ochocientos pesos.
Los Corsos de 1928 tuvieron lugar los días 19, 20 , 21 y 26 de febrero. El sábado 18 se procedió a ensayar la iluminación en el horario de 21 a 21,30.
El Corso en la calle La Florida debía comenzar el día 19 en el horario de 18,00 a 20,30 horas.
La prestigiosa y numerosa Colonia Sirio Libanesa no solo había resuelto la realización de un baile de honor de Socios y Amistades, en su local de la calle Corrientes sino que estos paisanos Sirio Libaneses que tenían sus Casas de Comercio en la calle La Florida en el radio de Corrientes a España, y que habían contribuido para sufragar gastos, decidieron una especie de boicot a los corsos e instaban a no participar. No tuvieron éxito ya que los mismos gozaron de gran concurrencia y animación. Los salteños, queriendo olvidar, aunque sea por breves horas, los sinsabores que regala la vida a los hombres, se entregaron a los brazos de la alegría y la locura. Y a pesar de que una lluvia persistente impidió la realización del primer corso (día domingo), la alegría y la diversión se concentró en varias casas donde se bailó con mucho entusiasmo.

EL CORSO DE LA PLAZA 9 DE JULIO:

Mientras que el de la Plaza 9 de Julio, el mismo día, desde las 21 hasta las 24. Comenzó al día siguiente 20 de Febrero, pero solo en el corso de la calle La Florida, pues ese día todo el circuito de la Plaza estaba reservado para la gran fiesta en el Club 20 de febrero.
El día 21 hubo corso por la tarde en La Florida y por la noche en la Plaza 9 de Julio. Lo mismo ocurrió el día 26 con la clausura de estos corsos.
Los coches, automóviles, camiones, jardineras, adornadas o sin adornar pagaron tres pesos en el corso de La Florida y cinco en el de la Plaza.
Los vehículos pagaron por noche también como concepto de entrada la suma de treinta pesos en los corsos de la Plaza y quince en los de la Florida. Los jinetes tuvieron completamente prohibida su entrada.
En los días subsiguientes los dos corsos tuvieron una gran afluencia de coches y disfrazados.
En la finca “San Francisco”, casa del señor Teodoro Bejarano se realizó un gran baile público, a través de una carpa donde una gran concurrencia vivió una animada y entusiasta jornada durante los días de Carnaval, en lo que vendría a ser un antecedente de la famosa carpa del Lalo Musa.
Y el carnaval de 1928 que se caracterizó por su brillo, iluminación y ornamentación; por una gran concurrencia de público, carruajes, autos, comparsas, máscaras sueltas y donde el corso de la Plaza 9 de Julio comenzó a recuperar fuerzas en detrimento del Corso de la calle La Florida, no podía ser ninguna excepción, por eso la Comisión de Corsos decidió que el domingo 4 de marzo se realizaría otro Corso en la plaza principal. Ya se estaba en plena Cuaresma. Corsos que fueron denominados de Micareme. Usted se preguntará ¿En 1928 la Iglesia permitía corsos en Cuaresma? y nosotros le responderíamos que ese domingo 4 de marzo, día de último corso había elecciones de renovación parcial de La Cámara de Diputados en Salta ¿ le dice algo esto?.

LOS PARTICIPANTES PREMIADOS:

El asunto es que hubo corsos de Mi-Careme, concurrió mucha gente y carruajes y también se entregaron los premios. El primer premio en comparsas le fue otorgado a los “Jacquelinos” (una medalla de oro y treinta pesos en efectivo); el segundo premio lo obtuvieron “Los Mejicanos” (medalla de oro y veinticinco pesos). Máscaras en Carruajes: el primer premio fue para “Castillo de la Cruzada” (un estuche relojero). Segundo premio “Loritos” (un estuche relojero). Tercer premio “La Ruleta”( un par de estatuas). Máscaras Sueltas: primer premio “Mulita” ( un reloj metal amarillo). Segundo premio “Oso” ( un estupendo florero de cristal).
El primer premio de los coches adornados “Castillo de Las Cruzadas”, perteneció al señor Gregorio Avellaneda. El conjunto “de Los Loritos” estaba formado por las señoritas María Ester Ruiz de Los Llanos, Ermelinda Hoyos y Elina Aguilar. También se les entregó un artístico objeto de arte a “Las Ruletas” constituido por las señoritas Juana Campos, Ana Mendoza, Juana Vargas e Isaula Mamaní. Otro premiado fue “El Avestruz” del señor Benito E. Mercado.
El viernes 16 de marzo se terminó con la tarea del retiro de las instalaciones eléctricas, palcos, arcos, etc. que formaron parte de las estructuras del corso, ese mismo día el presidente de la Comisión Diego P. Zavaleta anunció que durante la semana siguiente se daría lugar a la publicación del Balance respectivo de las fiestas del Carnaval, al igual que la Comisión Organizadora de las fiestas carnestolendas de Salta de los años 1994, 1995 y 1996, jamás dieron a conocer ese informe contable de una actividad que mueve mucha plata a su alrededor.
Se fue el Carnaval de 1928 y los salteños volvieron a poner su mirada sobre las bases de lo que sería el Puente Velez Sarfield. La empresa constructora era la UME. HNOS., y se consideraba que la construcción del mismo estaba bastante retrasada y quedaba para los salteños el siguiente poema:

RECUERDO DE CARNAVAL

¿No te acuerdas, Colombina,
que en un Baile de disfraz
para estar más peregrina
te quitaste el antifaz,
y tu dulce boca extraña
que en silencio yo besé;
me dió gotas de champaña
que bebiste en el “bufet”...?

Son los rápidos amores.
Como el que hubo entre tú y yo,
Serpentinas de colores
que desgarran los pierrots;
pero guardo en la memoria,
todo rosa y todo gris,
el recuerdo de esa historia
que es la esencia de París...

Yo dí fuego a tus cornices
recostado en el diván,
entre griegos y arlequines
que bailan el “can-can”
y olvidando, por ser buena,
tus temores y tu fe,
aceptaste con la cena
mi cariño y mi cupé...

¿Que me importa que hoy agraves
tus desdenes ante mí,
si te dije lo que sabes
y tu sabes lo que oí?...
Por tu honor, que así lo pide,
tengo trazas de olvidar,
más no temas que te olvidé
ni te obligo a recordar...

Son los rápidos amores,
como el que hubo entre tú y yo,
serpentinas de colores
que desgarran los pierrots,
pero guardo en la memoria
toda rosa y todo gris,
el recuerdo de esa historia
que es la esencia de París.

DE MANUEL UGARTE.

LOS CORSOS DE 1929

El país de los argentinos a partir del día 12 de Octubre de 1929 era presidido nuevamente por el Dr. Hipólito Irigoyen en representación de la Unión Cívica Radical. La Provincia de Salta desde el día 1 de mayo de 1928, será gobernada por el Dr. Julio Cornejo ( 1874-1935), quien lo hará hasta el 7 de mayo de 1930, depuesto por la revolución del 6 de Setiembre. Cornejo tuvo como Ministros de Gobierno al Dr. Carlos Aranda, Luis C. Uriburu y al ingeniero Rafael P. Sosa. Su Ministro de Hacienda fue el Dr. Julio C. Torino. Sus Intendentes Municipales: Luis Langou- Félix R. Usandivaras y Carlos Outes. Como Jefe de Policía ejerció Hugo M. Villars.
A mitad del mes de enero Salta se enteraba que el cuarenta y cinco por ciento de los conscriptos de la Armada, que fueron revisados en Tucumán y entre los que estaba comprendido el contingente de Salta, fue declarado no apto para el servicio militar.
Las causas de las afecciones que presentaban estos ciudadanos fueron determinadas así:
Veintitrés por ciento mala dentadura; nueve por ciento, bocio debido a insuficiencias glandulares y que tendían al cretinismo y otras lesiones de menor importancia. De los revisados nacidos en Tucumán el cuarenta y cuatro por ciento no sabía leer ni escribir; de Salta el treinta y cuatro por ciento y de Jujuy el cuarenta y siete. Esto nos pinta un panorama social de la región allá por 1929.

COMISIONES ORGANIZADORAS – CIRCUITO Y EL PRIMER CORSO DESARROLLADO EN LA AVENIDA BELGRANO:

Paralelamente a esto, los salteños se enteraban de la constitución de la comisión que tendría a su cargo la organización de los corsos de La Plaza 9 de Julio y los de la calle La Florida y además serían los encargados de organizar el desfile de máscaras infantiles a realizarse en el Parque San Martín.
Presidente fue designado Francisco P. Ilvento; Vicepresidente Samuel Gómez Henriquez; Tesoreros Ricardo Solá y Nazario Amado; Secretarios Luis W. Meersohon y Alberto Gamboa; Vocales: Angel Galarreta, Antonio Assan, Manuel Durán Castro, Juan Berbel, Ramón Caranés, José Fernández y Antonio Serrano.
El martes 15 de enero, en una reunión celebrada en la municipalidad, la Comisión de Corsos resolvió después de un largo cambio de ideas, ampliar el circuito del Corso de la Plaza 9 de Julio. Los vehículos entrarían por la calle Mitre siguiendo por Alberdi hasta Alvarado, de ésta hasta Buenos Aires, Alsina y España, dando una vuelta a la plaza, para después tomar otra vez la Alberdi y repetir el recorrido ya mencionado. Se dispuso que el trayecto de las calles de ampliación del corso contaría con palcos y ornamentación.
Al día siguiente, en otra reunión llevada a cabo bajo la presidencia del titular señor Francisco Ilvento y con la asistencia del Intendente Municipal, Señor, Luis E. Langou; luego de un prolongado cambio de ideas se designó como presidentes honorarios de la Comisión de Corsos al Gobernador de la Provincia Dr. Julio Cornejo, al Intendente Municipal, Langou y al Jefe de Policía Comandante Hugo de Villars. Asimismo se constituyeron tres comisiones de Hacienda, encargadas de recolectar fondos, integrados de la siguiente manera: Primera Comisión: Nazario Amado, S. Gómez Henríquez, Antonio Assan y Julio Cornejo (h). La Segunda estaba integrada por: Juan Berbel, Manuel Duran Castro, Julio Cornejo (h) y Luis Meershon. Tercera Comisión: Francisco P. Ilvento, R. Alberto Gamboa.
La Comisión de Propaganda quedó integrada por Ramón Caramés y Angel Galarreta.
Se resolvió llamar a licitación pública para la construcción de cuarenta palcos, destinados a la Plaza 9 de Julio.
Se prohibió totalmente el juego con agua, decisión que fué notificada a los propietarios de casas ubicadas en el circuito de corsos.
El Concurso Infantil de Máscaras se llevó a cabo el martes 12 de carnaval a partir de las cinco de la tarde en el Rosedal de los Lagos.
El Corso de “MI-CAREME” se llevó a cabo el día 24 de febrero a partir de las 21 horas. Esta jornada, tendrá el privilegio de figurar en la Historia del Carnaval Salteño como el primer año en que un corso se lleve a cabo en el Boulevard Belgrano, reiteramos éste se llevó a cabo el día 24 y en cuyo transcurso se procedió al reparto de todos los premios obtenidos por carrozas, máscaras y comparsas.


EL CORSO DE LA PLAZA 9 DE JULIO:

Para el corso de la Plaza 9 de Julio la comisión dispuso se coloquen tres mil quinientas lámparas, convenientemente distribuídas para darle mayor atractivo a las fiestas. Entre los postulantes para hacerse cargo de los trabajos de instalación del alumbrado y construcción de palcos, se presentaron los siguientes:
Palcos: Antonio Pereyra, Campos y Aguilera, Antonio C. Romero, Amador Hnos. Julián Carrasco y Aserradero Fonzalida.
Alumbrado: A. D’Uva y Cía, Casa E. Paladini, Casa Villagrán y Marrupe y Burgos.
Se aceptó la propuesta elevada por la Casa Villagrán para la instalación del alumbrado; y para la construcción de los palcos, las propuestas de los señores Alfredo Fonzalida, Pascual Amador y Antonio Pereyra.
Mientras tanto, en las afueras del centro, los ensayos de las diversas comparsas habían comenzado, se destacaban “Los Jacquelinos”, “Los Mejicanos” y “Los Piratas”.
Los corsos del año 1929 se llevaron a cabo el día domingo 10 de febrero por la tarde en la calle la Florida y por la noche en la Plaza 9 de Julio; lo mismo ocurrió el día lunes 11. El día martes 12 por la tarde y por la noche el desfile fue solamente en la Florida.
El sábado 16 hubo corsos solamente vespertinos en la calle la Florida. Mientras que el domingo 17 hubo corsos por la tarde en la Florida y por la noche en la Plaza 9 de Julio y el domingo 24 de febrero por primera vez en la Historia del Carnaval se llevó a cabo el corso despedida en la Avenida Belgrano.
Para el corso de la Plaza 9 de Julio el precio de los palcos era por noche de catorce pesos y por toda la temporada de treinta y cinco pesos mientras que para el de la calle la Florida costaban por la tarde cuatro pesos, por la noche nueve pesos y por dos noches quince pesos.
Los autos particulares pagaban por corso cinco pesos; los coches de plaza tres pesos. Bicicletas adornadas, jinetes, sulkys pagaban tres pesos ; Carroza adornada cinco pesos , carrozas de propaganda veinte pesos por corso respectivamente.
El comisionado general de los Corsos fue el Señor Luis V. Meersohon y Subcomisarios los señores Mario Ovejero Paz y Eduardo Negrete.
Hubo bastante colaboración para la concreción de los corsos, entre las que se destacan: el Gobernador Cornejo quinientos pesos, Municipalidad de la Capital doscientos pesos, Enrique Renzi cien, Pedro Soler cincuenta, Francisco Bum treinta, Sucesión Miguel de Los Ríos, García Hnos. treinta, Casa Dell’ Acqua treinta, Miguel Pascual diez, José María Solá, diez, Casa Mena cincuenta, Standard Oil cien, Jefatura de Policía cien pesos respectivamente.
Para el lunes 5 de febrero habían quedado terminados los cuarenta y cinco palcos mandados a construir por la Municipalidad en los Aserraderos de los señores Fonzalida y Pereyra. Eran sólidos y de mejor estética que los reemplazados. Eran portátiles y habían sido pintados con vivos colores (años anteriores al no estar pintados eran cubiertos con telas).
Los premios estipulados por la Comisión Organizadora para los más destacados en los Corsos se exhibían en las vidrieras de la Casa Plá.
En la Plaza 9 de Julio, algo parecido. Densamente concurrido pero dejando mucho que desear con respecto al entusiasmo y al arreglo de Carruajes, que solía observarse en otros años.
Salvo una que otra carroza adornada, el resto de los vehículos no llamó mayormente la atención.
Lo mejor que tuvo el carnaval de 1929 fueron sus comparsas que recorrían las calles de la ciudad: “Los Piratas Unidos”, “Los Jacquelinos”, “Los Clowns”, “Los Dominó” y dos comparsas de indios, una de Campo Santo y otra de la Capital.
El día martes 12 de febrero se llevó a cabo el desfile de máscaras infantiles en los lagos ante un crecido número de público simpático y bullanguero.
En los corsos mayores se destacó “La Jirafa”, una máscara bien lograda.
Por disposición del Intendente Langou se resolvió concretar un Corso extraordinario alrededor de la Plaza 9 de Julio en la noche del jueves 14, también dispuso que el sábado 16 a partir de las seis de la tarde en el Pabellón de los Lagos se obsequió con un Lunch a los cien niños que participaron del desfile de máscaras infantiles.
Para este corso extraordinario se notó que la iluminación fue más potente que en las noches anteriores. El desfile de máscaras y de carrozas fué discreto, destacándose la del “Ganzo”.

¡HAY QUE RENDIR CUENTAS!

Deben recordar ustedes que en la narrativa del corso anterior habíamos planteado que la Comisión Organizadora se había comprometido a dar una rendición de cuentas que jamás ganó la luz. En 1929 amplios sectores planteaban que durante el año anterior la Comisión Organizadora había efectuado gastos y recolectado fondos por una suma muy apreciable, tanto, que los materiales adquiridos eran para que en años sucesivos no se tuviese necesidad de otra cosa que de la mano de obra para instalar los palcos, adornos y lámparas eléctricas.
La comunidad observaba con atención que la comisión organizadora de los corsos de 1929 procedió como si existieran esos elementos, y según algunos comentarios, solo se habían encontrado algunas guirnaldas para el alumbrado y otros pequeños adornos, la mayoría de ellos inservibles. La Municipalidad decía no tener conocimiento de la existencia de maderas, cables, etc. para la ornamentación de las calles y plazas y por ello la comisión debió encargar la construcción de palcos transportables cuyo costo era de sesenta y tres pesos cada uno.
Recién, cuando se planteó esta situación, Don Diego Zavaleta, Presidente de la Comisión Organizadora de los corsos de 1928 salió al cruce con un informe contable, y dijo que entre lo que se recolectó del comercio y el producido neto de los referidos corsos se había llegado a la suma de dos mil seiscientos pesos y no a cinco mil o seis mil como se comentaba en el ambiente. Que con ese dinero se tuvo que hacer frente a los gastos de alquiler de madera para palcos a la firma García y Cía.; adquisición de ornatos, hilos eléctricos y lamparillas, cuyo total de potencia alcanzó en los dos corsos (Florida y Plaza 9 de Julio) a trescientas mil bujías presentando una iluminación que hasta entonces no se había conocido en los Corsos. Que otra parte de la madera fue gentilmente cedida por el señor Antonio Pereyra quien solo cobraba en caso de daños y desperfectos. Zavaleta dijo que todo el material adquirido en propiedad había quedado en los depósitos de la Municipalidad y que de él estaba usando la Comisión actual en las nuevas instalaciones, pese a sus negativas; y que esto podría demostrarse en el detalle de que los hilos eléctricos eran los mismos hasta con sus carreteles. En cuanto a que hubiese vales pendientes en la Municipalidad, dijo que su valor no excedía de doscientos pesos y el hecho debía atribuirse a que los fondos oficiales no alcanzaban para los gastos y que esos vales habían de canjearse con unos tirantes de quina que la Comisión traspasó a la comuna. Aclaró, que el año anterior solo se habían construido veinte palcos, por cuyo arriendo se cobraba diez pesos cada uno por noche y no se llegaron a alquilar todos. Que por entradas de autos o coches se cobró tres pesos, y se había dado entrada gratis por una noche, de modo que en realidad los ingresos no fueron abundantes. Terminó diciendo, Zavaleta, que conservaba en su poder (?) toda la documentación detallada de gastos e ingresos y que estaba dispuesto a ponerla a disposición de quien deseara conocerla, pero que de ninguna manera estaba dispuesto a entregarla a los funcionarios, pues no le inspiraban ninguna confianza y que no podía consentir que se dude de su honorabilidad. Cosas del Carnaval.

EL CORSO DE LA CALLE LA FLORIDA:

La comisión organizadora había dispuesto acortar el corso de la Florida hasta la calle San Juan (como observarán este Corso Popular viene siendo vapuleado en los últimos años) inmediatamente se conformó una Comisión Pro-Prolongación del corso hasta calle Tucumán, formada por los señores Manuel R. Guzmán y Alejandro Makluf, que recolectó entre el vecindario comprendido entre las calles San Juan a Tucumán la suma de doscientos sesenta y ocho pesos con cincuenta centavos, tendientes a sufragar los gastos que ocasionaría la prolongación solicitada.
El Intendente Municipal, Langou, prometió a la comisión influir para que el corso de calle la Florida llegara hasta la Tucumán como siempre.
La exhibición de premios, que estaba prevista en las vidrieras de la Casa Plá no se llevó a cabo en ella sino que en los Escaparates de la Casa Dell’ Acqua, por ofrecer mejores ventajas para la propaganda, por estar en un sitio más céntrico y por la capacidad de sus vidrieras.

“COMPARSA DE INDIOS”

De la investigación del Carnaval y los Corsos habíamos establecido en 1925 la presencia por primera vez de una comparsa, al estilo de las actuales, es decir representando a una comunidad indígena.
Pero será recién en 1929 cuando podamos establecer por primera vez datos tan importantes como el nombre de una comparsa, su cacique y algunos de sus integrantes. Se trata de la comparsa “los Pieles Rojas”. Provenientes del Ingenio San Isidro, Campo Santo, participó de los desfiles de corsos capitalinos de la Calle La Florida.
Su cacique era Pablo Toledo, que en nuestro modesto criterio se constituyó en el primer cacique de Comparsas identificado en la Historia de Los Corsos Salteños; tenía como ayudante a M. Alvarez. Disfrazados de indios a M. Alvarez, J. Llanos. Como Toba a J. Córdoba, A. Gutierrez, F. Burgos, A. Toledo, S. Flores, L. Zurita, F. Farfán, J. Rodriguez, R. Avila, J. Santillán y disfrazado como Gaucho la integraba Coronel Díaz.
Los vecinos de la calle la Florida, al sud, no estaban dispuestos a resignarse a que se rompiera la tradición de que el corso llegara hasta la calle Tucumán y proponían, que en última instancia se sacrificara una cuadra de España a Belgrano, de ser necesario en el caso de que el número de vehículos no respondiera a tan larga extensión. Como prueba de ese sentimiento y manifestación popular dejamos constancia de los vecinos que aportaron dinero para lograr este objetivo:
Mercedes Elías, Adela Molina, Francisco López, Ester Carrillo, Julia Davids, José Gambolini, Dolores Morales, Vicente Villanueva, Hilario Roano, Ricardo Alemán, Miguel Vediuno, Dolores Z. de Pissioni, Carlos García, Candelaria de Sanchez, Benito Fernandez, Sosa del Valle, Luisa Aguirrebengoa, Susana de León, J. A. Jater, Nicolasa Rodriguez, Mercedes Villa, Angélica Romero, Rafael Zorrilla, José de Maíz Pérez, Carlos Meregaglia, Clelia Arce, Clarisa Ruiz, Juan Guchea, Florentín Torres, Daniel Anachuri, Juana de Cointi, Ecolástica Guaymás, Carmen Rosa García, Felipe Revuelto, Juana Arancibia, Luis de Vedia, Celestino Burgos e Indalesia Bravo.
Sobre la marcha la comisión resolvió bajar el precio de los palcos, por noche diez pesos y por la tres noches, incluídos el de Mi-Careme que se llevó a cabo en el Boulevard Belgrano, costó treinta pesos en la Plaza 9 de Julio. Para el Corso de la Florida por la tarde cuatro y por la noche seis pesos respectivamente.
El Jurado para discernir los premios estuvo integrado por Francisco P. Ilvento, Luis Demersun, Alberto Gamboa, los directores de los Diarios “El País”, “La Provincia”, “La Voz del Norte”, “Nueva Epoca” y “Nueva Era”, todos diarios de la Salta de entonces.
La rendición del corso del año anterior, 1928 proseguía dando dolores de cabeza. Diego Zavaleta tuvo que aclarar que cuando dijo que la recaudación de dichos corsos había alcanzado a una suma aproximada a dos mil seiscientos pesos, no tuvo en cuenta las entradas posteriores que hacían ascender al total de la recaudación a cuatro mil quinientos ochenta pesos. Como se observa la cosa no estaba nada clara.
Las primeras jornadas de corsos resultaron muy animadas, a pesar de que gente memoriosa y nostalgiosa decía que en comparación de años anteriores este carnaval había resultado semiaburrido y sus corsos muy decaídos. Carnaval donde el juego con agua fué la característica más sobresaliente de las fiestas, lo que en cierta manera salvó la alegría.
Los corsos de la calle la Florida volvieron a concentrar una inmensa cantidad de público que, apiñada en veredas y esquinas esperaba en vano el desfile de Carruajes. Fué un verdadero y lamentable fracaso. Solo contados coches recorrían el largo trayecto presentando la extensa calle un aspecto verdaderamente monótono; hasta que a las horas veinte el estruendo de dos bombas anunció que había terminado la fiesta sin que hubiese tan siquiera comenzado en forma.
El fenómeno fue curioso pero de fácil diagnóstico; la oficialización del tradicional corso, la serie de disposiciones drásticas adoptadas en un sitio donde antes era libre y barata la diversión popular en la barriada de la Banda, terminaron por ahorrar la expansión de todo aquello tan pintoresco que se realizaba en la calle la Florida. Poco a poco se lo iba matando al Corso Popular.
Para los que buscaban explicación al fracaso del corso de la Florida, hubo quien dijo que el Edicto Policial fué tan rígido, ya no se limitaba a prohibir el estallido de petardos, arrojar aguas, harina o coloretes, tiros al aire, sino que establecía otras severas disposiciones a lo que se sumaba la honda crisis reinante que no podían dar otro resultado de un Carnaval triste sin orquesta, como un prólogo seguro de tristeza a las elecciones de marzo.
La Usina Eléctrica había resuelto cobrar setenta pesos por hora de consumo en la calle Florida y cincuenta y cinco en la Plaza 9 de Julio, destinando de las sumas recaudadas un porcentaje a beneficio de las obras del frente del Cementerio. ¡Qué churo! ¡A los villeros le cobraban más caro la luz que a los del centro!.
La crisis económica era tan aguda que el juego en los Corsos había quedado limitado a arrojarse serpentinas, que era lo más barato, siendo raro ver tirar flores y gastar pomos como en épocas anteriores. Se evidenció también en las diversas carpas establecidas para los bailes públicos, en las afueras de la ciudad la gente que a ellos concurría se limitaba a mosquetear a los pocos que adentro se divertían porque no tenían dinero para gastar.

¡QUEREMOS BAILAR!

El sábado 9 de febrero tuvo lugar el clásico baile de disfraz y fantasía de la Sociedad Española; el lunes 11 tuvo lugar el baile de disfraz en las instalaciones del Club 20 de Febrero.
Hubo otro baile muy concurrido que se llevó a cabo en la casa de la señora Celina E. de Avila y el sábado 16 se realizó el baile de carnaval de la Sociedad Sirio Libanesa.


EL CORSO DE MICAREME Y LA ENTREGA DE PREMIOS:

La jornada llevada a cabo el domingo 24 de febrero en el circuito de la Avenida Belgrano adquirió simpáticos contornos, como número final de las fiestas carnestolendas y en el transcurso del cual se procedió a hacer entrega de los premios.
Asistió un numeroso público, haciendosé por momentos imposible el trayecto, debido al excesivo número de vehículos que entraron y a los peatones que desfilaban por el centro de la avenida. El corso se prolongó hasta las 0,30 horas no decayendo en ningún momento el entusiasmo en el juego. La Comisión decidió conceder el primer premio en Comparsas a “Los Jacquelinos” (medalla de oro donada por el Gobernador de la Provincia).
Segundo premio en comparsas para “Los Piratas” (una artística copa de plata donada por la Casa Durán Castro y Cía.), el Director del Conjunto era Moisés Racedo. En cuanto a Disfraces Individuales, los premiados fueron: Angel Marinaro “Gaucho” un reloj pulsera donado por “Nueva Era”. Fortunato Saba “Viejo”, una estatua antigua donada por Félix Usandivaras. Primer premio para carroza a “Las Catorce Provincias” de Blanca Torino ( un juego de tazas donadas por la Comisión de Corsos).
Gorgonio Avellaneda, “carroza El Cisne”, un artístico jarrón por el Bazar Güemes. Ramón Barbarán, carroza “La Canasta”, una araña eléctrica, donada por el Intendente Municipal, Señor Luis Langou (Barbarán destacado en esta investigación como el primer carrocero salteño, proseguía en actividad, brindando su aporte a las celebraciones). René Salas, “Aeroplano”, un plafonier.
Otros premiados fueron: Bernardo Albarracín, “Gaucho”, una guitarra, donada por la Casa Riba. Cullén y Aboda, “Jirafa”, un corte de casimir para un traje sobre medida, donado por la Casa Plá. Chicas Torres, Morcillo, carroza artística, una máquina fotográfica, donada por la Casa Villagrán. Chicas Terán y Saavedra, carroza “El Pabellón Argentino en Sevilla”, un juego de fumar.
Dijimos que lo rescatable lo habían aportado las murgas. A continuación les transcribimos varios de sus cánticos que le pusieron ritmo y color a las calles de las barriadas salteñas agobiadas por la crisis económica de 1929.
CARNAVAL
PARRANDA

¡ Oh, carnaval, carnaval!
Suena el aire rumoroso...
Danza el oso.
y con su traje de raso,
pasa luciendo el payaso
su nariz fenomenal.
¡Oh, Carnaval!
trémulo de campanillas
y brillar de lentejuelas,
y garrulas maravillas
de locuelos y locuelas.
¡Qué zaragata!
Como nube de mosquitos,
nos llueven los papelitos
por el cuello y la corbata
¡Oh, carnaval!
Tú nos pone deliciosamente mal...

La muchacha,
del brazo de su muchacho,
¡Linda chica vivaracha!
¡Que suerte la del mamarracho!
una serpentina,
detrás de tu cuerpo se va hasta la esquina.
La música de Charanga
renueva su tole, tole.
Cae una broma guaranga.
Suena un ¡ “Bravo” ! salta un ¡ “Ole”!
luces, ruídos
nos ahogan por ojos y oídos
¡Oh , carnaval, viejo zorro!
Ponte el gorro
de cocinero mayor
Trae el vino que estimula
y frié para nuestra gula,
con salsa de besos, chuletas de amor.

EL GAUCHO

¡Que salga ese Moreira,
con daga de latón!
Que baile la Moreira,
si no sabe el Pericón...

¡Ya se formó la rueda
En tus manos, paisana,
el alma se me enrieda
como el abrojo entre la lana.

Si esta sí y esta nó,
y que tome y que dé
¡El corazón me rayó
con la punta del pié!

¡Salga ese Gaucho lagaño
con barbas de tallarín!
si no sabe tomar caña,
que le sirvan pipermín...

Y en la güeya, paisana,
que el camino es largo,
su disprecio me da gana,
lo mesmo que el mate amargo.

EL CANDOMBE

¡Tamba catamba tan!
Pasan los negros candomberos...
Betún y carmín.
Sobre las motas, grandes sombreros.

Y entre los labios de berenjena,
la risa llena
con crema de chocolatín,
¡Ratachán, ratachín!

¡Tamba catamba tan!
la negra candombera,
con sus crespos tirabuzones
va destapando los corazones.

La cadera
tiene un ritmo de alucinación
los pechos son como proas,
y sus brazos dos negras boas
para extrangular mi pasión...
¡Tamba catamba tan!
¡Tatachín, tatachán!
¡Tamba catán!
cuando bailan, siembran
-Ébano en flor-
Un almizcle letal con olor
a embra.
Lujuria africana,
filtro del pecado,
que amarga y alegra
trafica manzanas
de la Eva negra.
¡Tamba catán! ¡Tamba, tamba, catán!
los negros candomberos pasando ván...

Hollín
de las hogueras de Satán.
¡Ratachán!
¡Ratachín!
¡Tan!
¡Tan!

LA SERPENTINA

La Serpentina,
en una zumbadora émbola,
se desenrula con ritmo de culebra.
La mano enguantada,
la recoge como un espiral.
Pero, por último no pesca nada,
Porque dio - Sábalo viejo - el,
no cae en tentaciones de papel.

A UNA MÁSCARA

Enardeces mi pasión,
con tu cuerpo de judía
juegas con mi corazón
de tal modo, que te mataría.

Mujer de garra ideal,
vibrante como un puñal.
Eres rubia crespa y mala,
y me has hecho mucho mal,
¡Vida Mía!

Beso la tierra que huellas
con tus delicados pies
y me embriago con estrellas
si me miras... y tu ni me ves,
¡Vida Mía!

¡Eres Yudit o eres Lía!
Un Satánico sabor
tiene tu cuerpo de trágica flor
te mataría... ¡ Y me mataría!

UN BORRACHO

-¡Que hable el ciudadano!
gritan las máscara - ¡Que hable!...
-Que hable contra el inhumano
impuesto, y contra el sable,
y el cacique que nos humilla
y el amo que nos oprimió...
El borracho se despierta y chilla:
-¡Viva yo! ¡Viva yo!

UNA PELANDOSCA

-¡Vamos a bailar, querido!
- No puedo, perdí el compás.
-Entonces, ¿a qué has venido?
¡tampoco me convidás!

¡A que cenemos!
¿Qué hacer, Dios mío?
Nada...tengo mucho frío,
hermana... ¡morir habemos!

PIERROT

Una mueca demacrada
hace la luna en el cielo
ya no te espera tu amada
con una rosa en el pelo,
¡Pobre Pierrot!...

Sin cuerdas la mandolina,
roto el traje lunaresco
si te viera Colombina
con esa facha de viejo,
¡Pobre Pierrot! ...

¿Qué fué de la mascarada,
de Arlequín y Polichinela,
y la aventura trufada
con besos y francachela,
Pobre Pierrot?

Sabes que el dolor es largo,
que el placer no es duradero.
Sabes que el vino es amargo
y que el amor es artero
¡Pobre Pierrot! ...

La luna, con cara triste,
naufraga en la solicitud...
¿Qué te has hecho, que te hiciste,
luna de mi juventud?
¡Pobre Pierrot ! ...

EN CARNAVAL

Presuroso ya Momo se presenta
trayendo en pos de sí las alegrías
la tristeza fugáz ante él se ausenta
dejando el campo libre a sus manías.

Ríe, corre, salta y al llegar
se nota en él y en su disfráz luciente
un deseo infinito de gozar
inspirando diabluras a las gentes.

Las hermosas salteñas ya te esperan
preparan también ellas sus colores,
cantan, juegan, en fin, se desesperan
por brindarte gustosas sus amores.


Despierta, juventud, saluda ansiosa
al Dios Momo que viene a divertirte,
goza con frenesí, sé bulliciosa
no dejes un momento de reírte.

Y honrad hasta el delirio al Dios Burlón;
gocemos de ebriedad enloquecida,
vengan risa, entusiasmo, ilusión,
sea un perpetuo Carnaval la vida.

El carnaval en los pagos de Campo Santo, tuvo su festejo que alcanzó brillantes contornos, a través de un baile de disfraces que se llevó a cabo en el Hotel del señor Humberto Mazafro, allí concurrió lo más destacado de la sociedad de este pueblo, que lució vestidos y elegantes disfraces de muy buen gusto.

LOS CORSOS DE 1930

CRISIS Y REYES MAGOS:

1930 es un año difícil en el contexto de la Historia Universal. Las consecuencias de la crisis de Wall Streett que puso en jaque al Sistema Financiero Internacional. Crisis que inclusive fue la causante central y principal del desmoronamiento del Presidente Hipólito Irigoyen. Los cierres de fábricas, la desocupación, la rebaja de salarios, el desabastecimiento de alimentos y otras manifestaciones dieron lugar a una explosión social que la Corriente Liberal de Historiadores confundirá premeditadamente como una expresión de incapacidad administrativa por parte de los Radicales y que dará lugar al Golpe de Estado de setiembre de 1930.
En ese clima social y político llegaba el año nuevo, y con este el día de Reyes.

DIA DE REYES

( Cuando yo te veo correr, andrajoso,
huerfanito triste de mi calle vieja
por un mandamiento que yo no conozco
me siento más buena,
más buena... ¡ y más mala!)

***
Deja tu zapato, allí en la ventana,
cabecita triste de mi barrio pobre;
deja tus zapatos que, tal vez mañana,
encuentres en ellos la gracia de un cobre.

***
Déjalos, muchacho... El organillero
que vive en el fondo de tu conventillo,
rengueando, rengueando, con gesto altanero,
tal vez saque cinco del negro bolsillo,
o si no esa vieja que te reta tanto
pero que te quiere por sumiso y bueno
para que no llenes tus ojos de llanto
pondrá un muñequito de trapo relleno.

***
Me miras con ojos de asombro y de pena
porque no te nombro los tres reyecillos...
No te acuerdes de ello, pues sus cestas llenas
no se acuerdan nunca de los conventillos.
No te acuerdes de ellos, ni de sus maletas,
ni de sus paquetes, ni de sus borricos.
Deja ese trabajo para los poetas,
para los poetas y los niños ricos.

***
Deja tus zapatos sobre la ventana;
no pienses en nada, cabecita tuna;
deja tus zapatos que, tal vez mañana,
encuentres en ellos un rayo de luna.

***
(Cuando yo te veo correr, andrajoso,
herfanito triste de mi calle vieja,
por un mandamiento que yo no conozco
me siento más mala,
más mala... ¡Y más buena!)
Celina Estela Riganelli.

SALTA Y EL CERRO SAN BERNARDO

Desde hace 440 millones de años, es decir desde el nacimiento mismo, viene acompañando el acontecer de la salteñidad.
Dicen los geólogos que fue durante el Período Primario o Paleozoico cuando este territorio dejó de ser un Mar Ordocívico para empezar a constituir el espacio geográfico que hoy se conoce como “Salta, La Linda”.
Desde entonces esa mole de piedra y tierra que se levanta a 1458,42 metros sobre el nivel del mar y a 284,92 metros sobre el nivel de la ciudad anda observando y acompañando todo lo que aconteció y acontece en nuestra ciudad.
Con los años fue ganando y perdiendo amigos y quizás si pudiera hablar, él nos diría que mas los perdió que los ganó. Y para afianzar esta postura nos contaría quizás que una de esas primeras pérdidas se manifestó cuando junto a su nacimiento vio desaparecer las dulces aguas del bravío Río La Caldera, que bajando desde lo que hoy es el barrio El Milagro atravesaba el Campo de Castañares para venir a embeberlo desde El Gallinato hasta lo que hoy es Villa Las Rosas. Recordaría también que el río quiso amortiguar sus penas dejándole una vena cargada de aguas que alguna vez los salteños bautizaron como la Zanja Blanca o Zanja Vieja, que debió sucumbir junto a sus viejos e históricos puentes ante los embates del progreso.
El cerro fue ganando otros amigos, que de tan cariñosos lo abrigaban dulcemente con su follaje y flores, contándose de entre las mejores amistades los Lapachos, Tarcos, Tipas, Algarrobos y Ceibos que solían agasajarlo con un multicolor marco florido que le ponían gala a su epidermis. Tal véz él los contaría entre sus más entrañables pérdidas.
Así, con el pasar de los años, hubo de adoptar una clásica vestimenta; todo verde con un estampado de flores multicolores y se fue acostumbrando a ser considerado como el patriarca mayor. Nunca supo establecer si su vida se desarrolló en un marco de monotonía o convulsión.
Cuanta sorpresa le habrá causado la aparición de los primeros hombres, pero se habrá dicho que era bastante “grandecito” para andar asustándose. Los habrá observado tomar posesión en el Tambo del Inga, en los alrededores de la Laguna de Chartas, en el territorio de Bella-Vista, en las cercanías del Arroyo del Arenal y en tantos otros lugares. Cuantas lágrimas habrán derramado sus ojos milenarios cuando se encandilaron con el brillo de Yelmos, Arcabuces y Cotas portados por hombres que venían a desalojar a sus primeros vecinos. Desde entonces nada fue igual, todo fue distinto. Desde 1535 lo avistaron ojos europeos y en 1582 le aposentaron a sus pies una ciudad como él nunca antes había conocido.
A quién habrá apoyado cuando los indígenas pretendieron socavar las bases de los asentamientos. Solo él, con su silencio, puede atestiguar sobre la barbada figura de Hernando de Lerma habitando su rancho en Extremaduras. De la bravura de Silpitople, sucesor de Juan Calchaqui poniéndole cerco al villorio en 1589 dejando como secuela de su frustrado ataque a un santo que cobrará sueldo de capitán por más de doscientos años y los óleos necesarios para que el cerro fuera bautizado con el nombre de “San Bernardo”. Porque solamente él podría desenmascarar a los que hicieron caminar por sus faldas al Santo declarado Patrono de la Ciudad con una narrativa calcada en 1589 y en 1701. Como al cacique Juan Calchaqui, nadie le preguntó su opinión para bautizarlo, al indio lo llamaron Juan y a él San Bernardo y los mismos que empaparon su mollera con sus óleos comenzaron a dinamitarlo para quitarle lajas, piedras y machetes en mano le talaron a sus hermanos floridos para convertirlos en leñas de mil fogatas y con cada trozo de su cuerpo cubrieron calles, cimientos de casas y catedrales, cercaron campos y construyeron durmientes para extender las vías de ese carromato tirado de a caballo que transportaba gente y lo llamaron Tranway.
Como un venerado fantasma intemporal anduvo observando la miseria de los nuevos habitantes. Los mismos que ahorraban plata para comprar blasones y títulos nobiliarios, a los que lustraban con alcurnias y prosapias. Los que ganaban las calles espantados y en paños menores cuando la tierra temblaba y también en otras circunstancias como por ejemplo cuando Felipe Varela decidió visitarlos por unas horas.
El fue testigo de la construcción del Cabildo y también de su venta. De los desbordes de las embravecidas aguas del Río Primero, del Tagarete de Tineo y también de sus disecaciones.
Hasta la llegada del Cólera en 1886/87 pudo ufanarse de haber preservado su virginidad. Todavía podía mostrar su vestimenta inmaculada. Pero será a partir de este acontecimiento que todo girará alrededor de una convulsionada voragine y las cosas cambiarán bruscamente. Después de la muerte, llegó “el progreso”. Se disecaron los pantanos y lagunas. Se talaron bosques. Se creó una nueva cárcel. Llegó el primer tren. La primera bicicleta comenzó a recorrer las calles empedradas con piezas de sus canteras. Llegó la luz eléctrica para desvelar su hábito nocturno y a partir de 1898 comenzó a acostumbrarse a que los salteños convirtieran su Plaza Principal en una Salamanca para los carnavales. Pero él sabía perfectamente que ante tantas cosas raras los ojos no tardarían en posarse en su imagen. Así “de puro agradecido” alguien creyó que era “justo” clavarle en su testa a partir del 1º de Enero de 1901 una cruz de 800 kilogramos de peso y años más tarde, finales de 1903, un Cristo Redentor que pesa dos toneladas, de bronce. Por supuesto que todo esto conllevaba la construcción de un camino, que en primera instancia se trazó desde lo que hoy es el Sporting Club hasta su cima hasta que, allá por 1926, se comenzó a planificar la construcción de otro que permitiera el acceso de vehículos por el extremo sur.
A fines de enero de 1930 volvió a tomar cuerpo la idea de hermosear el cerro San Bernardo, mediante un camino para automóviles hasta la cumbre del mismo que según un cálculo hecho por la oficina Técnica Municipal costaría aproximadamente setenta mil pesos. Se comentaba que el Gobierno de la Provincia iniciaría gestiones ante el Ministerio de Obras Públicas de la Nación a los fines de concretar la obra. Ya durante la Intendencia de Adolfo García Pinto, por iniciativa del Presidente del Consejo Deliberante , Ceferino Velarde, se proyectó un camino de circunvalación a la cima del pintoresco Cerro, aceptandosé un acabado trabajo de que fué autor el Ingeniero Ciufit, ex Jefe de la Oficina de Obras de Salubridad Local.
Obra que fue inaugurada el 20 de Febrero de 1933 y cuyo asfaltado se logró entre el 24 de Febrero de 1971 y Diciembre de 1972. La construcción de ese camino pareció abrir las tranqueras a la locura. Una locura propia de lo más irracional de los racionales y así tuvo que soportar las andanzas del “Loco Castro”, “El Fushila”, gitanos que aspiraban engrosar sus cuentas con el bronce del Cristo; comerciantes que creyeron ver en ese mismo Cristo la plataforma o vidriera necesaria para promocionar sus productos, como la que realizó en la década del ‘50 Don Carlos Pagliari.
Así, entre tantos recuerdos alguien creyó necesario fijar su día de cumpleaños y todos estuvieron de acuerdo en que éste fuera establecido el 3 de Mayo de cada año, fecha que los salteños marcaron a fuego en los almanaques del afecto, como El Día del Cerro. De cómo se llevaban a cabo estas celebraciones, hablaremos en la próxima edición, como también lo haremos de otras actividades, que con el tiempo lo fueron hiriendo de muerte; porque como dicen nuestras queridas vecinas “Hay Amores que Matan”.

LA CELEBRACIÓN DEL DÍA DEL CERRO:

Hablar de la celebración del Día del Cerro implicaba para muchas generaciones de salteños un acontecimiento muy especial. Tanto que requería de preparativos particulares. Desde una semana antes todos los ámbitos del quehacer cotidiano se veían convulsionados en comentarios. Los chicos en las escuelas, los empleados en las oficinas, los parroquianos en bares y el resto de la población en las plazas, almacenes y tantos otros lugares comentaban respecto de estos preparativos. Al igual que la celebración del carnaval, el Día del Cerro era una convocatoria donde las diferencias sociales quedaban señaladas de hecho. Valían lo mismo ricos y pobres, funcionarios y obreros, enterradores y cantores.
Fueron celebraciones que conformaban parte del presupuesto familiar. Los ahorros se realizaban tendientes a adquirir “pilchas” y víveres para la jornada. Los cantores ensayaban un largo repertorio de canciones a través de las cuales esperaban lucirse el día señalado. Los músicos templaban cajas, guitarras y bombos, instrumentos infaltables para estas ocasiones.
Alguien dijo que “la organización vence al tiempo”, por lo tanto nadie descuidaba detalles y todos los aprestos eran planificados. Se debía hablar con el “cochero” y pedirle precios para el traslado del conjunto de elementos que requería toda una jornada fuera del hogar; otros trataban de congraciarse con el vecino dueño de una “chata” o camión. Más que nunca se hacía necesario una visita al compadre para organizar la jornada y tratar de compartir los gastos de la adquisición de víveres, el traslado de los bultos y de más esfuerzos.
Para mucha gente la noche anterior al día del cerro tenía grandes semejanzas con la Noche de Reyes Magos. Quizás a diferencia de que los pequeños no colocaban sus zapatos al pie de la cama en la espera de Melchor, Gaspar y Baltasar, sino que en esta oportunidad sus calzados acompañaban la presencia de la pelota, el balero, los trompos, figuritas y hasta de algún barrilete que conformaban parte de “la Artillería” necesaria para tan especial circunstancia.
Todos se entregaban al sueño reparador en forma temprana, pues con las primeras luces del alba las familias conformaron parte de las grandes caravanas que se encaminaban hacia el objetivo prefijado: el cerro.
Hacia allí marchaban las siluetas de abuelos, tatas, compadres, vecinos acompañados de perros, loros y cuanto otro bicho pudiera llevarse.
Era una Salta noctámbula y misteriosa en pleno movimiento. A la escasez de luz artificial la complementaban las luces intermitentes de linternas y lámparas a kerosene que semejando a tucu-tucus quebraban la densidad de las sombras y acompañaban el rumoroso paso de las multitudes. Así los primeros fogones y el rumoroso vocinglerío le daban al cerro y a su zona circundante un marco multicolor que sorprendía a las primeras luces del día y lo acompañaría durante la jornada.
Los que no habían podido concurrir solían ganar los patios de las casas y de tanto en tanto depositaban sus ojos en la lejanía “tanteando pal lao del cerro” en el intento de deleitar sus ojos con el espectáculo que a la distancia adquiría contornos propios. El cerro se constituía entonces en el punto neurálgico de la convocatoria. Allí todos eran señores. Borrachos, cantores, poetas, lanceros, viboreros, adivinadores, coleros y rezadores tinían tanto status como el Sr. de prosapias adquiridas con mucho tiempo, blasones o en abundosos monederos.
Sin conformar parte “del primer mundo” el cerro había estructurado su propio marketing. Nadie se escondió en los recovecos conceptuales de la propiedad privada. Todo era público. Solo había que llegar primero, elegir el lugar y compartirlo de la mejor manera con los circunstanciales vecinos que tenían las mismas apetencias: destinar todo un día en familia en las faldas de un querido amigo: El Cerro San Bernardo.
Mientras los grandes desembarcaban con sus bártulos (cuidando especialmente que las damajuanas se sintieran cómodas y ajenas a cualquier posibilidad de daño) los chicos colaboraban buscando champas y palillos que permitieran el encendido de la fogata.
De pronto ya nada era igual. Todo era increíblemente diferente. Lleno de voces, cantos, humaredas. Ningún pintor podría haber inventado tal paisaje. Esto era solo producto de la convocatoria y la algarabía popular. Los niños se deleitaban trepando, saltando, subiendo y bajando escarpadas laderas, creando, de tanto corretear, nuevas sendas para acortar caminos a cuesta de grandes medallones y moretones que lejos de constituir un agravio conformaban parte de las grandes condecoraciones que atestiguaban la batalla librada. El paisanaje mayor había planificado los mínimos detalles. Quienes harían primero el Viacrucis sin alterar el cronograma de actividades. El mate cocido con poleo aromatizaba los corazones desde temprano. El bollo con chicharrón deambulaba de mano en mano y adobaba los sueños de la gente pobre. La humareda no solo hablaba de un campamento, sino que elevaba hacia los cuatro puntos cardinales un mensaje lleno de capitas, dulces de cayote, rosquetes, mientras una olla de barro guardaba celosamente el postre que agasajaría a tantos paladares alimentados con manjares tales como el Anchi, la Mazamorra y el Queso I’Cabra con miel.
A nadie le importaba si el que cantaba tenía buena voz o si era un eximio ejecutante de la guitarra o simplemente un rasgador de circunstancias. La gente que bajaba por estrechos senderos y que provenía del Viacrucis ya había pedido los perdones necesarios y suficientes no solo por los pecadillos desparramados durante el año sino especialmente por los que iban a desarrollar entre tanto asado, vino, mate cocido y canto.
De que película robaron esa imagen donde un señorito de traje, moñito y sombrero copita intentaba mantener el equilibrio apoyado en su bastón, cuantos niños “disparados a mil por hora” esquivaban árboles, viejas y perros y en enloquecido frenesí levantaban la polvareda suficiente para que los viboreros pudieran “armar el círculo donde curiosos adquirían mil ungüentos.
Nada de esto captó la televisión ni fue trasmitido vía satélite. Todo quedó grabado en las retinas de generaciones perdidas en el largo túnel del tiempo.
El desarrollo urbano y el crecimiento vegetativo de la población sumado a una serie de elementos que “el progreso” agregó a las actividades cotidianas (envases de vidrios, plásticos, cartón, pilas etc.) constituyeron una especie de bomba de tiempo encendida en contra de nuestro querido cerro.
Desde la fundación misma de la ciudad la explotación de sus canteras de lajas y piedras constituyeron un serio problema a pesar de que años posteriores se habilitaron dos nuevas canteras (la de Tres Cerritos y la Pedrera) el daño fue irremediable. Muchos edificios históricos atestiguan este aporte y explotación (el Cabildo Histórico-la Catedral-la Iglesia de La Viña-Convento de San Francisco...). A esto se le sumó la irracional explotación de la que fue objeto por parte de los leñateros. Las recuas de mulas transitaban las calles de Salta con sus cargamentos de leña rescatados de nuestro querido cerro. Muchas generaciones suplieron la ausencia de gas, cocinas a kerosene y otros adelantos con las viejas cocinas de leña, braseros y fogones que obligaban a una desorbitada explotación de nuestros bosques y cerros. El 2º de Octubre de 1936 se sancionó la ley Nº 1649 que gravaba con un impuesto la explotación y transacción sobre bosques, estableciendo en lo referente a leña, un impuesto de 0,20 centavos por tonelada de leña campana, 0,05 centavos por tonelada de leña fagina, mientras que para las maderas en viga, rollizos y cáscaras establecía un impuesto de 0,60 centavos por tonelada de cáscara de Cebil igual impuesto correspondió a la tonelada de Quebracho Colorado, Quina, Lapacho, mientras que la tonelada de Cedro Crespo, Cebil Moro, Pacara, Tipa, Quebracho Blanco, Nogal y otras maderas no especificadas, el impuesto correspondiente era de 0,70 centavos.
Hoy en día nuestro cerro soporta tremendas mutilaciones, debido a la construcción de viviendas que poco a poco van poblando las faldas a pesar de las normas de construcción vigentes que deberían impedirlo y que son permanente y misteriosamente avasallados.
El poeta Juan Carlos Dávalos en su libro “Los Buscadores de oro” (1928) con el título de El Cerro San Bernardo nos dice: “... Estrechos senderos trillados por las cabras y los leñadores reptan hacia las cumbres, buscando las pendientes menos costosas. Se los divisa desde la plaza...”. El poeta en su libro “Salta, su alma y sus paisajes” (1947) nos pinta un panorama de esta explotación a través de su poema “Un Leñador” que en un fragmento dice: “Bajando del cerro, a cuestas/ trae un horcón de lapacho/ lo saludo y en el suelo/ su carga ha depositado”. Por nuestra parte en el libro “El Ultimo Poema” hemos inserto un trabajo titulado “Salta” en algunos de cuyos versos dice: “Tierra confundida en dulzura/ emocionado/ mi corazón canta/ al contemplar tanta hermosura/. Desde el cerro San Bernardo/ te confieso tierra querida/ he comprobado en la lejanía/ eres lo más precioso/ de mi bendita Argentina”.

COMISIÓN ORGANIZADORA DE CORSOS Y LOS PRIMEROS PREPARATIVOS:
El día lunes 10 de febrero de 1930, mediante un decreto de la Secretaría de La Municipalidad se confirmó la Comisión de Corsos que tendría a su cargo las diligencias preliminares a la realización de los mismos y de la recaudación de los fondos, cuyos sobrantes serían nuevamente destinados a la Asistencia Pública; componían dicha comisión: Pedro F. Campilongo, Brígido Zavaleta, David Schiaffino, Alfonso Figueroa, Ramon Caramés, Virgilio García, Idelfonso Fernández, Alejandro Mackluff, Hugo Romero, Jorge V. Sly, Ricardo D’ Angelo, Carlos Arias Aranda, Ernesto Centeno Boedo, Timoteo Alvarez, N. Lérida, Arturo Gambolini, Arturo Prinario, José María Gallo Mendoza, Ángel Abraham, Antonio Serrano, Florentín Torres, José Fernández, José Chaud, David y Felipe Páz, Nazario Amado, Germán Alcobet, Ángel Galarreta y Armando Castillo.
En tanto los cerrillanos trabajaban con entusiasmo para la organización de un Corso y dos Bailes de Disfraces.
Nuevamente las elecciones, previstas para el día 2 de marzo, estaban totalmente emparentadas con las actividades carnestolendas; había quienes proponían la suspensión de la organización de los corsos. Pero la comisión organizadora no solo confirmó su realización, sino que fijó fecha de reuniones los días lunes, miércoles y viernes a horas veintiuna y treinta en el local del Consejo Deliberante.
Fueron designados Presidentes Honorarios: Dr. Julio Cornejo, Dr. Carlos Oustes y Comandante D. Hugo M. de Villars.
La Presidencia de la comisión fue para David Schiaffino; Vicepresidente fue designado Ramón Caramés; Secretarios Germán N. Alcobet y Ángel Galarreta; Tesorero Timoteo Alvarez; Revisor de Cuentas Florentín Torres y Delegado de la comisión al departamento ejecutivo José F. Campolingo.
La Comisión de Ornatos recayó en los señores Ricardo D’ Angelo, Ángel Galarreta, Jorge Sly y Ángel Abraham.
Arturo Gambolini presidió la Comisión de Propaganda y también la comisión especial para la adjudicación de premios a los disfraces infantiles.

EL DESARROLLO DEL CORSO POPULAR:

Para los corsos de la calle La Florida se fijó el circuito comprendido entre las calles Alvarado a Tucumán y el desfile se llevó a cabo los días 3 y 8 de marzo de 21,30 a 1 y los días 4 y 9 de marzo desde 18 horas a 20,30.
Al igual que el año anterior la comisión, en los días previos al corso decidió bajar los precios para coches, autos y carrozas.
Los Corsos de la Florida prosiguieron en plena etapa de decadencia. Estos, de 1930, fueron demasiado pobres en relación a años anteriores, y que habían dado motivo a bautizar a esta calle como “De la Alegría”. La oficialización de este corso proseguía dando resultados negativos y ya era mucha la gente que elevaba sus voces para que dejaran en plena libertad al público para la improvisación de su expansión.

EL CORSO DE LA PLAZA 9 DE JULIO:

Tuvo por circuito las calles circundantes a la histórica Plaza 9 de Julio y por Alberdi desde Caseros a Urquiza, aprovechando la “Vía Blanca”. Es el segundo corso de la Plaza 9 de Julio que rompe su tradicional circuito y se llevó a cabo los días 2 , 4 y 9 de marzo desde las 2l,30 hasta las 1 y el lunes 3 desde las 18 a 20, 30 horas. Como se aprecia la Comisión Organizadora intercambiaba días y horas para evitar la superposición de los Corsos.
Cada disfráz, se decidió en primera instancia, tendría que pagar cincuenta centavos por toda la temporada de los corsos. Ya veremos en que terminó el asunto.
Los autos y coches abonarían dos pesos por corsos de la tarde y tres pesos a la noche. Los camiones, carros y carrozas pagarían por la tarde tres pesos y por la noche quince pesos. Los vehículos de propaganda por la tarde diez pesos y a la noche veinte pesos.
Los vendedores ambulantes pagaban cincuenta centavos por corso, los que tenían puestos fijos pagaban dos pesos.
Con respecto a los palcos particulares se abonaba diez pesos por toda la temporada y por los palcos municipales treinta pesos. Si se deseaba alquilar un palco para presenciar el desfile de un solo corso se debía pagar diez pesos.
El palco oficial, que fue soberbiamente arreglado estuvo ubicado en la esquina de las calles Caseros y Mitre.
Se prohibió el juego con agua durante las horas del Corso, los infractores eran detenidos y sancionados con multa.
Los contraventores al tráfico eran castigados con la expulsión del vehículo más una multa.
La decisión de pretender cobrarles cincuenta centavos a las máscaras, produjo tal revuelo, que la Comisión Organizadora dio marcha atrás y aclaró que ese importe solo se le cobraría a los Vendedores Ambulantes de serpentinas, pomos y demás artículos de diversión.
Preocupaba por entonces la proliferación de bailes públicos carnavaleros, la Prensa en especial, llamaba la atención a las autoridades sobre el ilegal ejercicio de la prostitución de menores de edad a cargo de los “Caras Blancas o Caras Lisas”. Parecía contradictorio, que la policía, en cumplimiento de los edictos policiales, se multiplicara en perseguir a los chiquillos que andaban tirando baldadas de agua en las alegres fiestas de barrio e interrumpir el corso por infracciones sin mayores consecuencias, mientras la prostitución y el libertinaje tomaban grandes proporciones.
El ejemplar del diario “Nueva Época” del viernes 28 de febrero da cuenta de una interesante noticia relacionada con el descubrimiento de documentación histórica. Decía:
“Accidentalmente nos hemos enterado del hallazgo de numerosos documentos históricos de una autenticidad a toda prueba, los que se encuentran en poder de un propietario de Hotel de una villa cercana a la ciudad, quien, ante nuestro requerimiento, nos lo enseñó pero guardando el secreto de la forma como los obtuvo, limitándose a decirnos que se los obsequiaron.
Se trata de cartas auténticas del General Manuel Belgrano, relacionadas con su Campaña del Norte. Algunas son de carácter sentimental y hablan de un poco feliz idilio amoroso del vencedor de Tristán. Una de ellas va acompañada de un mechón de cabellos rubios que Belgrano envía como recuerdo a la dama de sus ensueños. Una carta de la señora de referencia, dirigida a Belgrano, le habla de amistad y admiración y termina negando al general toda esperanza de amor.
Posee también la persona a que aludimos, cartas del general Güemes y una dentadura postiza de este, que iba dirigida a Tucumán para ser arreglada y que es de suponer no volvió a poder del jefe de los gauchos a causa de los inconvenientes de la guerra.
Hemos visto una serie de vales libres de deudas que hacían referencia a la Campaña del Ejército Patrio, conciliados por los mismos comerciantes en actos de desprendimiento en favor de la causa emancipadora.
Existían, asimismo, viejísimos papeles remontados algunos a dos siglos y entre los que se destaca un libro cuyas tapas en fino cuero, por la dedicatoria que lleva, hace suponer que fueron confeccionados con piel humana, acaso la de un adversario quien pagó con la vida sus desmanes.
El feliz propietario actual de tan importantes documentos, piensa ordenarlos prolijamente para luego venderlos a quien tenga interés en ellos...”
En este tráfago de acontecimientos el clima electoralista había posibilitado los predios necesarios para la instalación de carpas de bailes y canchas de taba cerca de la Iglesia Parroquial de la Merced, lo que fue considerado una falta de respeto a la autoridad eclesiástica y a la dignidad administrativa.
La comisión dispuso que el corso de Mi-Careme (significaba media Cuaresma) se llevara a cabo en la noche del domingo 16 de marzo en la Vía Blanca o sea calle Alberdi desde Caseros a Urquiza.
El corso de la Plaza 9 de Julio, al contrario seguía su escalada de repunte. Se vió sumamente animado repleto de vehículos cargados de señoritas, jóvenes, caballeros y niñas en un marco de alegría, serpentinas, flores, confites, pomos y al final agua en gran abundancia.
Las comparsas estuvieron presentes con gran bullicio, pero la atención del público se polarizó en las originales máscaras sueltas, entre las que se destacaron un notable elefante con sus dos conductores que lo contenían cuando amenazaba a enfurecerse; un cabezón enorme que metía miedo a los chiquillos y alegraba a los mayores; un niño figurando un reloj despertador, una cuadrilla de árabes del desierto.

EL PRIMER CORSO INFANTIL
DE LA PLAZA 9 DE JULIO

Vimos como durante 1929 se había concretado un exitoso Corso Infantil en Los Lagos del Parque San Martín. Durante 1930 la Comisión Organizadora de los corsos decidió que el concurso de máscaras infantiles tendría lugar el domingo 8 de marzo a partir de horas dieciséis treinta en la Plaza 9 de Julio y se instituyeron los siguientes premios:
Premio de Honor: primero medalla de oro; segundo bombonera; tercero muñeca lency. Disfráz de Fantasía: primero una muñeca lency; segundo un muñeco elefante; tercero un trencito; cuarto una grúa. Traje Regional Argentino: primero un muñeco lency; segundo un payaso músico; tercero un perrito. Traje Regional Extranjero: primero un oso; segundo un payaso; tercero un autito. Caracterización libre: primero una muñeca; segundo un muñeco; tercero un muñeco; cuarto una polvera.
Se puede afirmar que fue una hermosa fiesta de los niños. Una enorme cantidad de público se aglomeró a los alrededores del palco oficial siendo impotente la policía, secundada por personal municipal y particulares para poder ordenar el desfile, que en última instancia, se hizo así más alegre, al quedar menos reglamentado. No faltaron por supuesto los papás y las mamás que protestaron los fallos del jurado que se expidió otorgando premios entre otros a los siguientes niños: Violeta Franco, Cruz Prat, Rene Masciarelli, Gladis Moyano, Susana Torino, Sofía Alvarez Leguizamón, Pascual Ascensio, Betty Ugarriza, Arturo Figueroa, Raul Alberto Rodriguez, María Valdéz Martinez entre una cantidad impresionante de niños.

EL BALANCE DE LAS CELEBRACIONES:

Hasta antes de los corsos de Mi-Careme, los de la Comisión Organizadora andaban chochos de la vida, lo recolectado alcanzaba a cuatro mil dieciséis pesos con un egreso por gastos, hasta ese momento de dos mil ochocientos pesos.
Hacia la mitad de marzo se pudo saber que los dos corsos (Plaza 9 de Julio y Calle La Florida) tuvieron en conjunto un ingreso de 5173,50 pesos. Descontado los gastos se calculaba que aproximadamente tres mil pesos podrán ser destinados a la Asistencia Pública y se solicitaba que los mismos fueran destinados para la adquisición de una nueva ambulancia, pues la que existía se había destruido en parte en un reciente accidente callejero.
En términos generales, como no cabía de otra manera, en el marco de la crisis que azotaba al mundo, se puede decir que el carnaval de 1930 fue bastante deslucido donde fundamentalmente predominó el juego con agua en las calles, las cuales, como pocas veces, estuvieron carentes de máscaras, salvo unos cuantos chiquillos que por las noches recorrían algunas vías de la ciudad.
Los Corsos, tuvieron mucha concurrencia pero poca participación de carruajes, la mayoría eran autos oficiales, los que no pagaban derecho de entrada, para colmo de males y siempre tendiente en una línea de desprestigio del Corso de la Florida el día lunes 3 de marzo se lo suprimió, efectuando inconsultamente en su reemplazo el desfile en la Plaza 9 de Julio, lo que determinó justas protestas del vecindario y el comercio de la citada calle, que había colaborado para los gastos de la organización del mismo.
Para que no queden dudas del boicot que era víctima el Corso Popular por parte de las autoridades municipales, en una de las jornadas la policía arbitrariamente ordenó el cierre del comercio perjudicando a éste pues le impedía vender el stock de artículos de Carnaval.
A ninguno de los dos corsos se presentaron carrozas adornadas dignas de atención.
El domingo 9 de marzo, en la calle Dr. Julio Cornejo del pueblo de Campo Santo se llevó a cabo la última jornada de los corsos de carnaval, organizados por la Comisión Vecinal, el que debido a la temperatura desapacible y amenaza de lluvia tuvo una exigua concurrencia de carruajes y la tristeza de un ambiente frío, siendo casi nulo el juego.
Así se fueron los festejos de 1930. Queda para remarcar el hecho de que fue realizado alrededor de la Plaza 9 de Julio por primera vez un corso infantil y que al circuito de la Plaza, por segunda vez se le sumó la Vía Blanca, es decir que se extendió por Alberdi en primera instancia hasta la Urquiza, pero al final se lo extendió hasta la calle Corrientes (San Martín, que por ser más ancha facilitó el movimiento de los vehículos en la vuelta).
Al día siguiente del último corso los salteños que marchaban rumbo a sus trabajos podían observar que los montones de serpentinas ardían , despidiendo un humo espeso que ascendía perezosamente hacia el espacio en esas mañanas diáfanas y luminosas de nuestra serena Salta. Por allí alguno tendría la suerte de encontrar un ramito de flores entre el conjunto de tirillas de papel multicolor, esas mismas serpentinas que desenroscadas, y luego de una elegante trayectoria, habían quedado embebidas en el perfume de la mano que las había arrojado. Quien sabe si alguien, por allí no tiene guardado como una reliquia, disecadas ya, algunas de esas flores, que mustias evocaran la ilusión de los tiempos idos. Allí anduvieron nuestros abuelos trabajadores y soñadores transitando esas calles que después nos albergarían, sin saber quizás que las páginas de la Historia se preparaban para contar que estaba próximo el primer Golpe de Estado del País de Los Argentinos. El diablo había quedado suelto.

EL CARNAVAL DE 1931

El Gobernador Julio Cornejo, depuesto por la revolución del 6 de setiembre de 1930, fue reemplazado por el Coronel Ernesto Day, desde el 7 hasta el 22 de setiembre de 1930, en calidad de Delegado Revolucionario. A partir de ese día y hasta el 30 de junio de 1931 ejercerá el poder de facto el General Gregorio Velez.
Ejerció la intendencia de la capital, en 1931 el Señor Avelino Araoz, se hizo cargo de la misma el día miércoles 7 de enero. Se ocupó con urgencia de un peligro que amenazaba a la ciudad que era el desbordamiento del Río Arias. Salta estaba convulsionada por los terremotos ocurridos en la Poma. Enero fue un mes de muchas lluvias, por lo tanto era mucho el trabajo que debía desarrollar el Jefe de Obras Públicas de la comuna señor Julio Velarde, el Secretario Señor D. Premoli y el ingeniero Jefe de Departamento de Obras Públicas de la Provincia Nolasco F. Cornejo.

EN MEDIO DEL TERREMOTO NOS PREPARAMOS PARA EL CARNAVAL:

El clima social y económico no era el mejor, sin embargo se adoptaban recaudos tendientes al festejo del carnaval. El jefe de policía daba a conocer el viernes 9 de enero el Edicto de Carnaval por el cual se establecía que el juego sería permitido los días 15, 16, 17 y 22 de febrero. Se prohibió el uso de caretas o antifaces, el juego con líquidos, cohetes, bombas de estruendos, petardos, balas de papel y varitas simples. No se permitió el uso de trajes militares, sacerdotales y policiales, ni tampoco la caracterización de personajes políticos. Los disfrazados de Comparsas no podían usar distintivos políticos. Los infractores serían detenidos y sometidos a proceso como autores de desmán y desorden.
La Policía instaba a la población a exteriorizar en el carnaval “Alegría Espiritual y Culta, para lo cual no habrá limitaciones” . Y en su artículo sexto amenazaba explícitamente cuando decía: “este edicto se expide bajo el imperio del Estado de sitio y de La Ley Marcial con juzgamiento rápido y severo en todos los casos de infracción”.
Al terremoto de La Poma, a mediados de enero se le venía a sumar la fuerte tormenta que azotó Orán, que también se vio violentamente sacudida por un temblor.
Los golpistas en el poder, decidieron prohibir terminantemente las carpas y los bailes públicos, se prohibió “la reprochable costumbre de echar agua cuando el entusiasmo es mayor”. Por lo tanto solo se pudo jugar con papel picado, flores, serpentinas y mikalina. El que deseaba jugar con pomos debía hacerlo después de las 24 horas. ¿Cómo sería un corso sin antifaces ni caretas?
El diario “Nueva Época” el jueves 22 de enero comentaba sobre este Edicto destacando que el carnaval tenía un carácter eminentemente popular y que por lo tanto la prohibición del juego con agua en las calles, diversión inofensiva y barata se iba a echar de menos. Los bailes públicos, decía, no los llamados de carpa o públicos, en el sentido de la falta de control suficiente no podían ser prohibidos, ya que el pueblo no tenía institución a donde acudir para poder divertirse, y tiene derecho a hacerlo ya que El Carnaval es su fiesta, y consideraba que más que prohibirlo la cuestión pasaba por rodearlo de precauciones policiales.
A todo esto muy pronto se sumaron los reclamos, al conocerse los nombres de los integrantes de la Comisión de Corsos de Carnaval. Se habían excluido a los comerciantes , periodistas y personas vinculadas a los círculos artísticos y la comisión nueva estaba formada de empleados municipales con el secretario de la comuna a la cabeza.
La mano venía dura, y una resolución de la Jefatura de Policía establecía que los sujetos de malos antecedentes no podrán disfrazarse para el Carnaval.
Presidente de la Comisión de Corsos fue designado el Dr. José María Zambrano; Secretario José Mejuto González; Tesorero Alejandro Mollinedo quienes trabajaban presurosamente para poder concretar los dos corsos salteños.

LOS CORSOS DE LA FLORIDA:

El intento estaría destinado a revitalizar el Corso de la calle la Florida, al cual algunos consideraban se lo había debilitado al decidir su prolongación hasta calle Belgrano, pues con esa medida se mató su brillo y entusiasmo; el criterio era volver a su circuito tradicional de calle Corrientes a Tucumán.
Justamente, este año, los vecinos de esa calle solicitaban, mediante nota, al intendente municipal el asfaltado de este tramo de la calle la Florida. Argumentaban a su favor, la densidad de su edificación, cada vez más modernizada. La simpatía que irradiaba la tradición del viejo Barrio de La Banda; se remarcaba que esta calle era el eje virtual que dividía el circuito de norte a sur. Firmaban la nota entre otros Pascual Chagra, José Fernández, F. Lavaque, Museli Hnos. Nasif Duba, Jacobo Domingo, María Cabrera, Ricardo Schulze, Oscar Díaz, Carmen V. de Masciarelli, Salomón Saman, Vicente Villanueva, Antonio Ruiz, Ricardo Alemán, Hilario Ruano, Juan González y Santiago Aguilar. Pedido que a finales del mes de enero obtuvo una respuesta positiva cuando el Intendente Municipal anunciaba que se había dispuesto el asfaltado de las calles Rivadavia, entre Mitre y Alsina y Florida desde Corrientes a Tucumán. Es de imaginarse la satisfacción del vecindario de la zona que tal vez halla dado motivo a la inspiración de José Solís Pizarro cuando escribió su poema: “FLOR DE ARRABAL”:
Yo sueño, medito y fumo,
cuando envuelta en blanco tul
tu imagen surge entre el humo
y en ese instante presumo
verte triunfante, de azul.

***
Y cuando llega la noche
ahondando lo espiritual,
me parece áureo broche
en luminoso derroche
esa flor de arrabal.

***
Eres toda locura
de mi bohemia juvenil;
la vida ya no me es dura
y la viste de hermosura
tu blancura de marfil.
***
Risas, luces, alegría;
en mis quimeras, lucero;
tu cariño me daría
si cediera a mi porfía
el corazón hechicero.

***
Y en tu negra melenita
un remedio de mi mal,
por magia, niña, escogida,
para dar al que se agita,
el alma del arrabal.

En la calle la Florida los coches pagarían dos pesos , los automóviles tres pesos y los carros de propaganda diez pesos.
A moción del Sr. Obeid se anunciaba en primera instancia un nuevo circuito para el corso de la calle la Florida, de San Juan a Boulevard Belgrano, suprimiéndose el recorrido de San Juan a Tucumán, lo que venía a romper la tradición y también dejaba de lado un tramo importantísimo por concurrencia y participación social mientras se pretendía afianzar otro, desde Alvarado a Belgrano, que siempre había sido considerado el más flojo del circuito; es decir, que lo extendía al perímetro y no le aportaba gran concurrencia. Estos desaciertos incomprensibles, en cierta manera serían las causales de la muerte de este gran Corso Popular, que desde 1909 se había convertido en una tradición impuesta por la juventud y el vecindario del Barrio de La Banda, que lo había hecho absolutamente suyo; sin iluminación, pues se realizaba en las tardes, sin cobro de entrada. Sin la rigidez de la actitud policial, sin embargo jamás se había registrado un incidente ingrato en su circuito. Las bellas chicas del vecindario y sus alrededores se divertían más y mejor con los concurrentes de todas las condiciones sociales. Tal era el clima social que en varias oportunidades se habían llegado hasta allí desde el Gobernador hacia abajo, todos en busca de sana expansión.
En 1931 producto de su oficialización, este corso había quedado convertido en una magnífica Vía Blanca, larga, muy larga, con veredas repletas de curiosos y un vehículo que de muy en cuando solía desfilar y que hablaba de la vejez sin gracia en que había comenzado a decaer el Corso.

LOS CORSOS DEL BOULEVARD BELGRANO:

El Boulevard Belgrano era restaurado por la Oficina Municipal y tomaba un bello aspecto con verdes canteros adornados de palmeras. Agregandosé a esto el arreglo de la avenida Zerda, prolongación de dicho Boulevard con lo que se esperaba que Salta contara con un gran paseo, solo restaban el arreglo de las pocas cuadras pavimentadas con canto rodado.
El lluvioso martes 3 de Febrero, en horas de la tarde, bajo la presidencia del Dr. José María Zambrano se reunió la Comisión Organizadora de los Corsos. Decidió adjudicar al electricista José Morales, los trabajos de iluminación del circuito. Además se resolvió integrar una Comisión de Comerciantes a la que se insertaron los señores Arrigo Morossini, P. Martín Córdoba, A. Stern, Antonio Faraldo, Nazif Duba, Ángel Obeid y Ramón Gutiérrez.
Este año también habría concurso de máscaras infantiles, que en los últimos años se había constituido en el número más brillante del Carnaval.
Para el corso de la Plaza 9 de Julio los coches pagarían tres pesos y los automóviles cinco;
Los desfiles se llevaron a cabo los días 15 de febrero por la noche en la Plaza 9 de Julio; el 16 por la noche en la calle La Florida; el día 17 por la tarde en la Florida y por la noche en la Plaza 9 de Julio, al igual que lo ocurrido el día 22. Un total de seis días de desfile de los cuales, los de la noche comenzaban a las veintidós horas y culminaban a las una de la madrugada.
Si usted quería ocupar uno de los palcos debía abonar veinticinco pesos por las tres noches o diez pesos por cada jornada. A diferencia de los años anteriores no se colocaron palcos en medio de la calzada en la Plaza 9 de Julio, por razones de estética y comodidad para el tráfico.
El Corso Infantil se llevó a cabo sobre la calle Caseros, en la Plaza 9 de Julio, los días Martes de Carnaval y Domingo de Tentación a partir de las seis de la tarde.
El jurado de premios para los corsos estuvo formado por los señores David Michel Torino, Arturo Gambolini, José M. Gallo Mendoza, Gustavo Marocco, Mamerto Villagrán y Ángel Galarreta.
El jurado del Corso Infantil estuvo formado por el Dr. José María Zambrano, José M. Gallo Mendoza y Juan B. Valle.
Los premios del corso del año 1931 estuvieron expuestos en la querida y hoy desaparecida Casa Grimoldi, en la Mitre entre España y Belgrano; una casa que usted recordará perteneció a la familia Aguirre, fundadores de la ciudad, desde allí, en sus balcones, Pío Tristán pudo comprobar la presencia del Ejército de Belgrano sobre el Campo de la Tablada, horas antes de la Batalla de Salta. Casa, por otra parte, que fue la residencia del Gobernador el Dr. Cleto Aguirre ( 1864-1866), el verdadero constructor de nuestra querida Plaza 9 de Julio.
Las autoridades policiales decidieron conceder permiso para que las damas pudieran usar antifaz en los corsos.
Ante la queja de periodistas y comerciantes, que se consideraban excluidos por la Comisión Organizadora de los actos del Carnaval; se resolvió instalar un palco, el número catorce, destinado a los hombres de prensa, este sería instalado en el extremo de la calle Mitre, en la Plaza 9 de Julio. Estos lejos de saltar de alegría, criticaron la decisión pues entendían que el verdadero sitio del periodismo estaba en el palco que debía ocupar la derecha del palco oficial.
La ornamentación de la Plaza 9 de Julio había sido realizada con buen gusto.
La presencia del Presidente, el Teniente General José Félix Uriburu, le brindó a los salteños el ingrato privilegio de que un hijo de esta tierra fuere el primer golpista de La Historia Argentina. Se resolvió prolongar la Vía Blanca desde la calle Urquiza hasta la Estación del Ferrocarril lo que implicaba la instalación de focos y la inversion de muchos kilowats.

LA INAUGURACIÓN DEL MONUMENTO
AL GENERAL GÜEMES

El 20 de febrero de 1931 no solo se recordaba un aniversario más de la Batalla de Salta, librada el 20 de febrero de 1813, sino que además, como parte de su recordación se inauguró, al pié del Cerro San Bernardo uno de los Monumentos más hermosos y merecidos del país en homenaje al General Martín Miguel de Güemes.
El lunes 16 de febrero se produjo la llegada de un tren especial que conducía a la comitiva del Presidente Provisional, entre la que se encontraba la esposa de éste y su hija. A horas once de la mañana se produjo el arribo que fue saludado por una multitud de concurrentes.
A las cinco de la tarde, a pesar de estar anunciado para las dieciocho horas se produjo la llegada de los aviones de La Aéreo Posta en que viajaba Uriburu, al Aeródromo de Campo Belgrano, al cual concurrió un gran gentío. A los laterales del Hangar tuvieron acceso los miembros de las distintas comisiones de agasajos y los periodistas. A las 17,30 se hizo presente la esposa del Presidente acompañada por las señoritas Elva Castellanos de Velez, Elvira Oliva de Linares y Mónica Costas de Cornejo. ( La esposa del Presidente era Aurelia Madero de Uriburu) en otro automóvil, junto a la familia del Interventor Nacional, General Velez se encontraba la hija del mandatario, señorita Elena Uriburu Madero.
La Escolta Presidencial estaba constituída por un escuadrón del V de Caballería General Güemes mientras las otras unidades de la guarnición junto con las delegaciones del 17 , 18, 19 y 20 de Infantería formaron en la de Armas frente a la Línea de Cuarteles. Bajo la autoridad del Comandante de la Guarnición Coronel Day.
A las 18,45 horas, por el lado sud-oeste de la ciudad aparecieron las siluetas de las dos magníficas Aéreo Postas. Cuando el primer avión, que transportaba a Uriburu toco tierra los soldados y oficiales fueron impotentes para contener a la Aristocracia Salteña que rodearon al viajero y expresaron su gozosa alegría batiendo palmas y murmullos de entusiasmo.
Ubicados en un automóvil de alquiler, descubierto; en el asiento posterior iba el Presidente y su esposa y en los asientos delanteros los Generales Gregorio y Francisco Velez, ocupando también un sitio en el automóvil el Jefe de la Casa Militar de la Presidencia.
A un lado del coche se colocó el Jefe de la Guarnición Coronel Day y al otro el Comandante del Destacamento Julio Briario.
El trayecto estuvo acompañado de un público numeroso y curioso.
La comitiva se dirigió hacia la casa destinada para el alojamiento del Presidente, que fue el nuevo local del Banco de La Nación Argentina.
Las damas de la Aristocracia terruña habían decidido poner su gragea emotiva; en la habitación destinada a Uriburu, sobre la mesa de luz, colocaron el retrato de su madre.
El martes 19 Uriburu y todo su séquito visitó el Panteón de Las Glorias del Norte y los Camarines de los Santos Patronos.
Al mediodía en la Residencia de La Montaña, en San Lorenzo se le ofreció un banquete por parte del Dr. Robustiano Patrón Costas y su esposa, Elisea Ortiz de Patrón Costas. Después del almuerzo, se realizó un paseo por las Lomas, a las 18,00 todos asistieron al té que se sirvió en honor de Elena Uriburu Madero. La Prensa Nacional cubría cada uno de estos pasos, que a su vez fue agasajada con un almuerzo, donde a la hora del champagne habló Arturo Gambolini.
A la noche Uriburu concurrió al Baile de Fantasía en el local del Club 20 de Febrero donde fue recibido apoteóticamente. Antes de dirigirse al Club 20 de Febrero , el Presidente dio vueltas a la Plaza 9 de Julio donde se llevaba a cabo el desfile del animado Corso de Carnaval. El día 19 en el Pabellón de Los Lagos se realizó el Banquete que el Intendente Municipal, Avelino Araoz, ofreció a los periodistas visitantes. Asistió Uriburu quien fue muy aplaudido.
En Salta se encontraba el primer equipo del Club Ferrocarril que disputó un partido de Fútbol en el Campo de Gimnasia y Tiro con el equipo de la Selección Salteña. El resultado final fue un empate de cero a cero. Se calculó la presencia de cinco mil personas. La fiesta fue amenizada por la Banda de Música Provincial dirigida por Riggio.
A las 17,05 dio el puntapié inicial del partido. Tras unos previos minutos de juego, el árbitro lo suspendió para permitir que Uriburu diera otro puntapié inicial en este caso fue un golpe a la pelota. El seleccionado salteño fue integrado para la oportunidad por: Botelli, Velázquez y Toranzos; Barraza, Ibarra y Moya; Villena, Cornejo, Zerda, Castellanos y Lazarte. Con el empate la copa en disputa quedó para los salteños.
Al otro día, 20 de Febrero, Salta vivenció un acontecimiento de magnitud. En la Iglesia Catedral se ofició una misa, mandada a celebrar por el Presidente Uriburu en acción de gracias “por la protección que La Providencia dispensa a su gran obra ciudadana”. A pesar de la lluvia caída casi durante toda la mañana, gran cantidad de público se acercó a la Plaza 9 de Julio. A las 16,30 el Presidente, acompañado por el Ministro de Justicia e Instrucción Pública Dr. Ernesto Padilla; Interventores Nacionales Dr. Tito Arata, contra-almirante Deaireaux y Dr. Pablo Calatayud; El Interventor Nacional en Salta General de División Gregorio Velez, los Ministros de éste, Dr. David Zambrano y Señor Martín V. Cornejo; el Presidente de la Comisión de Agasajos, General de Dirección Ricardo Solá, General Zerda y otras altas personalidades militares, civiles y eclesiásticas. El gentío aplaudía el paso de la comitiva, el Presidente respondía con sonrisas lleno de simpatía en su rostro ¿ y los Radicales donde estaban?.
Uriburu entró a la Catedral siendo recibido por el Monseñor Campero Obispo de la Diócesis, Arias Valdés y otras dignidades.
Frente al templo rendía honores, y estaba atento por si las moscas, un batallón del Veinte de Infantería.
A la culminación del Tedeum Monseñor Vergara pronunció una oración patriótica. A la salida del templo se repitieron las manifestaciones de aplausos mientras la comitiva, en automóvil se dirigía a la inauguración del Monumento al General Güemes.
Hasta aquí, Salta a través de diferentes estamentos políticos-sociales y militares, avalaba el Golpe de Estado ocurrido en el país de los argentinos. Como diría Cesar Fermín Perdiguero ¿churo no?.
Debido a las lluvias la zona circundante al monumento era toda un barrizal, cubierto por un impresionante gentío como pocas veces se dió en la Historia de los salteños. Debemos aclarar que lo que hoy es la zona de mayor Aristocracia Arquitectónica, era por aquellos tiempos una villa de emergencia.
Toda la Avenida Zerda, hoy Paseo Güemes, se encontraba cubierta de gente. Como en todo acontecimiento político de este calibre, los figurones estaban a la orden del día y a “los codazos limpios” pugnaban una ubicación cerca del golpista.
Las tropas estaban formadas hacia el norte del monumento; las banderas ubicadas en línea frente al Palco Oficial. A bastante distancia, el pueblo ocupaba los espacios disponibles. El Palco Oficial ubicado en uno de los costados del Monumento a bastante altura, fue ocupado por Uriburu, su esposa e hija; el Ministro de Justicia e Instrucción Pública, los Interventores, Delegados Especiales, Miembros de la Comisión de Agasajo y recepción. A la hora de los discursos lo hicieron: Uriburu, Gregorio Velez, Coronel Tasse, Delegado de los retirados del Ejército y la Marina; señor Montegriffo delegado de Lanus; el delegado del Centro de Residentes Salteños en Buenos Aires y Asociación Patriótica, Dr. Saravia Castro; Emma Solá de Solá por la Sociedad Pro-Patria y José Hernán Figueroa.
Contradictoriamente, como una jugarreta del destino, le correspondió al primer Golpista Argentino el honor de tirar de la cuerda para descubrir el gran monumento a uno de los próceres de la americanidad: Martín Miguel de Güemes; mientras el avión militar “De Woutine” realizaba pruebas de acrobacia aérea, piloteado por el Teniente Lagos.
Terminado los discursos la comitiva presidencial se trasladó hacia el local de la Defensa Anti-Palúdica desde donde Uriburu presenció el desfile de las tropas y gauchos que venidos desde Cerrillos, Rosario de Lerma, Chicoana, La Viña, Güemes, Campo Santo, vinieron a rendir homenaje al Héroe Gaucho.
Como vemos la Comitiva Presidencial vino a comer y bailar en Salta ya que a la noche la Sociedad Salteña volvió a convocarse en el local del Club 20 de Febrero donde damas luciendo trajes riquísimos y caballeros de impecable frac que contrastaban con uniformes militares cantaron a viva voz las estrofas del Himno Nacional Argentino. ¿ y los Radicales donde estaban?.
Siguiendo con el raid de bailes y comilonas nadie se quería quedar atrás. El Centro Argentino de Socorros Mutuos llevó a cabo la velada Literaria- Musical en homenaje a Uriburu. Más de quinientas personas concurrieron al banquete en honor al Presidente en el Casino Provincial donde improvisó un discurso Manuel Alvarado.
Los periodistas no se quedaban atrás a la hora de la masticada y también eran agasajados por Robustiano Patrón Costas en La Montaña.
La Sociedad Sirio Libanesa también llevó a cabo una fiesta en homenaje al 20 de Febrero y al Señor Presidente.
El personal de división de investigaciones detuvo a Ángel Martín San Millán y Gerardo Bravo quienes encontrándose al frente del Club 20 de Febrero proferían palabras contra el Gobierno provisional mientras San Millán expresaba que la Bandera Argentina no debía encontrarse flameando en el aristocrático Club 20 de Febrero. Los detenidos fueron trasladados al departamento de policía en carácter de incomunicados. Y según informes policiales, tanto San Millán como Bravo fueron sindicados como gente de “ideas avanzadas”.
Se iba el Carnaval de 1931, que en realidad quedó postergado a una segunda línea debido a las previsiones y al desarrollo de los actos organizados con motivo de la inauguración del Monumento al General Güemes, de todas maneras, se habrán percatado de un pequeño y gran detalle: ES EL PRIMER CORSO, DE LA HISTORIA DEL CARNAVAL DE SALTA QUE TUVO LA PRESENCIA DE UN PRESIDENTE DE LA NACIÓN, paseando aunque más no sea efímeramente por su circuito (antes de asistir a la fiesta que se le brindó en el Club 20 de Febrero) ustedes se preguntarán porqué si era costumbre de que cada año cuando se realizaba el baile central “en el Club”, se suspendían todas las actividades populares cercanas, por supuesto principalmente las que se podían llevar a cabo en la Plaza 9 de Julio; sin embargo usted vió como las cuestiones de la política lo pueden todo y en este año sí hubo Corso, muy especial, para que el Presidente pasara a dar las hurras.
Podremos decir que después de tantos banquetes y agasajos más de uno esperaba la Cuaresma para empezar un ayuno que lo salvara del empacho. De todas maneras, la Comisión Organizadora de los Corsos decidió realizar el de “Mi-Careme” en la calle La Florida el domingo 1 de marzo por la tarde, y otro en la Plaza 9 de Julio por la noche. Había que salvar la ropa, pues el objetivo político había sido logrado, pero en cuanto a corsos muy poco es lo que había pasado y había que entregar los premios. La pregunta era a quien, pues pocas habían sido las notas sobresalientes. Solamente tres coches arreglados desfilaron, distinguiéndose “El Molino”, “Las Cegadoras”. En definitiva, era necesario un poco más de Corso.
Como diría el Poeta, los corsos salteños andaban necesitando que alguien les haga Upa!
UPA!

“Upa”! se dice al niño pequeñuelo
para que se enderece, anime y ande,
y para el hombre, eterno niño grande,
“Upa” es la voz de su mejor anhelo.
* * *
“Upa”, al que alce de la menta el vuelo,
dome al instinto y la pasión comande.
“Upa”, a la vida que el ideal expande,
“Upa”, a la humanidad que tiende al cielo.
* * *

“Upa” al amigo y “upa” al enemigo;
“upa” al bueno y a los que el mal agrupa.
En el vicio triunfante o el castigo.
* * *
Y a mi alma, pequeñuela, que la luz chupa,
y hace pininos hacia lo alto, digo!
deja, alma mía, tus pañales, y “upa”!

-Joaquín Castellanos-

FASCÍCULO N? 9

PLAN DE OBRA
TOMO I (1864-1950)
?LA HISTORIA DEL CARNAVAL DE SALTA?
comprende Cinco Tomos de 350 páginas cada uno.
La publicación en fascículos será mensual, bajo el sello
editorial de la Biblioteca Popular “JUAN CARLOS DÁVALOS” y
abarcará el período 1864-1994.


AUTORES:
PROF. MIGUEL ÁNGEL CÁSERES.
PROF. FERNANDO GUSTAVO CÁSERES.

COORDINACIÓN:
ERNESTO MIGUEL ARAOZ

DIAGRAMACIÓN?
EDITORIAL MILOR

FOTOGRAFÍAS?
NESTOR JULIO CÁSERES
ISIDORO ZANG
FOTOTECA DEL ARCHIVO HISTÓRICO DE SALTA

COLABORADORES?
GREGORIO CARO FIGUEROA
Prof. VÍCTOR HUGO CÁSERES
SOFÍA M. OROPEZA
FIDEL VERA
MILENKO J. JURCICH
JULIO LEÓN

IMPRESIÓN?
EDITORIAL MILOR
Mendoza 1221 - Salta
Tel. 087-225489

EDITORIAL:
BIBLIOTECA POPULAR
“JUAN CARLOS DAVALOS”
10 de Octubre 551. Salta - Rep. Arg.
Tel. 087-314571 - Fax (Idem)
FOTO DE TAPA:


EL CARNAVAL DE 1941

LOS FESTEJOS CERRILLANOS:

El avispero comenzó a moverse por el lado de los pagos de Cerrillos donde, presidida por el Mayor Jaime San Ramón, en el local de la Municipalidad se llevó a cabo una reunión en la cual se decidió que el día domingo 2 de febrero se realizaría un Corso de Flores, como asimismo un baile. Todo con carácter benéfico. Trabajaron activamente con este fin el Coronel Landivar, San Ramón, Ángel María Figueroa, Hugo De Billers, las familias Castro, Moya, Ferrary, Lérida, Terán, Arias, Córdoba, Saravia, Castellanos, Uriburu Velarde, entre otros. El baile se llevó a cabo en la casa de Doña Damiana Echazú de Figueroa.
El corso resultó de tal éxito, que la comisión de vecinos que tuvo a su cargo la organización resolvió reeditarlo el domingo 9 de febrero, y teniendo en cuenta la enorme concurrencia que había asistido al primero, se resolvió extender su recorrido. El mismo iba desde la esquina norte de la Plaza hasta la esquina ocupada por la Oficina de Correos y Telégrafos? trayecto en el cual a más de la decoración se reforzó el tendido de luz eléctrica. Al igual que con el primer corso, todo lo producido fue destinado a beneficio de la Iglesia Parroquial local, dinero con el cual se hizo frente a los gastos de refacción de dicha institución.

CAPITAL: LOS CORSOS LLEGARON EN BICICLETA:

En la capital de Salta, a través de la Federación Ciclista Salteña se tomaban las iniciativas elementales para que los corsos no tuvieran la improvisación del año anterior. El presidente de la misma, Dr. Rafael Villagrán se entrevistó con el Intendente Interino Sr. Juan Professione y el Secretario de la Municipalidad Sr. Raúl Pulop acordando las siguientes condiciones? que el circuito para los corsos sería la Plaza 9 de Julio. Habría cuatro desfiles y su producido sería distribuido de la siguiente manera? un veinticinco por ciento para la Escuela de Ciegos? veinticinco por ciento para el Aero Club, “Pro-Formación de un piloto salteño” y el restante cincuenta por ciento para la Federación.
Los precios para el acceso de carrozas, disfraces, coches de propaganda, fueron reducidos con relación al año anterior pues el objetivo era lograr una mayor concurrencia de los mismos.
Se decidió cobrar una entrada a los corsos consistente en diez centavos, con exclusión de mujeres y niños.

LA DESTILERÍA DE CHACHAPOYAS:

Este año 1941, concretamente el día martes 18 de febrero a horas once se procedió a realizar la ceremonia inauguración de la Destilería de Yacimientos Petrolíferos Fiscales ?Y.P.F.? que hoy conocemos como la Planta de Chachapoyas ?ave de la región?. El predio que centurias atrás albergó a una gran comunidad indígena, y que en documentación de los tiempos de la Fundación de Salta se la encuentra citada con el nombre de “Tambo del Ynga” y que fue uno de los pocos, o quizás el único lugar donde se recogieron pectorales de oro ?en el lugar habitó una comunidad indígena también conocida con ese nombre?.
Al acto inaugural concurrió el Gobernador de la Provincia de Salta Dr. Abraham Cornejo, que estuvo acompañado de su esposa e hija? el Vicegobernador Dr. Ernesto Miguel Aráoz? el Ministro de Gobierno Señor Jaime Indalecio Gómez? el Ministro de Hacienda Dr. Adolfo García Pinto ?h?? el Intendente Municipal Ceferino Velarde y el Jefe de Policía Coronel Oscar M. Landivar.
El Dr. Abraham Cornejo ?1874-1941? gobernó la Provincia desde el 01 de mayo de 1940 al 01 de diciembre de 1941, año en que falleció.
También concurrió el Presidente de Y.P.F., Ingeniero Ricardo Silveira? el integrante del directorio, Dr. Enrique Patrón Costas. Cabe aclarar, el día de la inauguración, el cargo de Intendente de la Capital de Salta era ejercido interinamente por el Señor Juan Professione. También concurrió el Arzobispo de Salta Monseñor Roberto J. Tavella, entre otros. Este acto fue transmitido en directo por L.V.9 Radio Provincia de Salta.


EL CARNAVAL EN TARTAGAL

El Intendente Juan José Traverso estimuló la constitución de comisiones para los festejos del carnaval. El presidente de la comisión organizadora fue Roque Brozicevich? vicepresidente el Señor Miguel Tomás? secretario Pedro W. Marquez Salado? prosecretario Raúl Lafourcade? tesorero Miguel Farjad y las vocalías estaban ocupadas por? Roberto López Lanzi, Basilio Sabba, Eduardo Salem, Edmundo Flores, José Elías Chagra.
La señora Angélica C. Traversi fue designada Presidenta Honoraria de la subcomisión de damas y la señora Martha R. de Tomás su Presidenta.
La subcomisión de corsos estuvo integrada por José Elías Chagra, Eduardo Guzmán Arias, Edmundo Flores y Raúl Lafourcade. También se constituyeron subcomisiones de Hacienda y Bailes.

LOS CORSOS DE LA PLAZA Y LOS BAILES:

El sábado 2 de marzo se llevó a cabo un corso en la Plaza 9 de Julio. Desde temprano la gente ya estaba instalada en el perímetro circundante al desfile. El entusiasmo fue creciendo a medida en que hicieron su aparición los vehículos.
El desfile de las comparsas fue acompañado por el aplauso generalizado ante las buenas caracterizaciones individuales y de conjuntos como así también se destacaron los originales disfraces de quienes ocupaban los vehículos.
Como era costumbre llegada las doce de la noche el público daba rienda suelta al juego con agua.
El entusiasmo de los corsos también se manifestaba en las carpas las que se vieron invadidas por una gran afluencia de público.
Hubo varias de éstas que estuvieron instaladas dentro del radio urbano y que acompañaron a los carnavaleros en su raid bailantero que tuvo epicentros como la Sociedad Española, el Centro Boliviano, un gran baile popular llevado a cabo en el Parque San Martín, el Sporting Club, el City Bar, donde llevaba a cabo sus encuentros bailables el Centro de Empleados de Comercio.
Los corsos de 1941 fueron exitosos, desde todo punto de vista. El producido económico de las cinco jornadas fue de dos mil trescientos treinta y tres pesos con cincuenta centavos, habiendo egresado como gastos doscientos siete pesos con cincuenta centavos por lo tanto el beneficio final fue de dos mil ciento treinta y cinco pesos con sesenta y cinco centavos? del cual a la Escuela de Ciegos le correspondió la cantidad de quinientos treinta y un pesos con cuarenta y un centavos, siendo igual suma para el Aero Club.
A la Federación le correspondió la cantidad de ochocientos veintitrés pesos con doce centavos, de los cuales doscientos cinco pesos con setenta y cinco centavos fueron destinados al Club Gimnasia y Tiro, Ciclistas Unidos, Ciclistas Salteños y Cicles Box Club.
La Subcomisión encargada de adjudicar premios se expidió de esta manera?
CARROZAS?
1? Premio? “los Pilcomayos” - una radio Philco.
2? Premio? “Los Indúes”- un jarrón artístico, un frasco
de loción, un corte de Trubalos, una máquina
fotográfica y una navaja de afeitar.

COMPARSAS?
1? Premio? “Los Bucaneros”- tres cajones de vino y dos
de cerveza.
1? Premio ?bis?? “Murga Camila” - un cajón de cerveza y
doce pares de medias.
2? Premio? “Comparsa Indios” - dos cajones de cerveza.

Otros premios? al mejor varón disfrazado? “La Mule”- una camisa y un juego de lapiceras estilográficas.
Primer premio a la mejor pareja? “Caballero y Dama Antigua”- una lapicera estilográfica, una máquina de afeitar y dos frascos de loción.
Una vez concluido el corso, los niños salteños volvían a sus menesteres tradicionales, donde se mezclaba la escuela con los juegos infantiles, juegos que inspiraron a Manuel J. Castilla para escribir?

ROMANCE DEL TROMPO

Trompo de siete colores
que en la acera de mi casa
para que gocen los niños
bailabas a las mañanas.
Trompo de siete colores
con tu lata despintada
sin saberlo parecías
una pequeña gitana.

¡Trompo de siete colores
me acuerdo cuando bailabas?...

Los niños formaban rueda,
mejor dicho, te abrían cancha.
¡Y era de ver el donaire
que tenía entonces tu danza?
tus colores eran uno
y eran una las miradas
que tú, de poquito a poco sin querer,
las enrollabas.

¡Trompo de siete colores
me acuerdo cuando bailabas? ...

Tu música era de grillo
en la calle desolada.
Tu música por la noche
hacía dormir a la infancia.

Trompo de siete colores
hoy solo eres una lata
que los niños han tirado
en un rincón de la casa.

Se rompió un día tu cuerda
cuando más lindo bailabas?
dudaste un segundo y luego
tu púa escribió palabras
de despedida en la acera?
y se llevó la mañana
tu música para siempre.
Los niños que te miraban,
los niños no comprendieron
que te quedaste sin alma...

Trompo de siete colores,
trompo de estampa gitana,
los grillos todas las noches
te están reglando su alma,
trompo de siete colores
en un rincón de la casa.

¡Trompo de siete colores,
te está llorando mi infancia?

Habrán notado que tanto el corso de 1940 como el de 1941 no fueron oficializados, es decir fueron realizados en forma privada, limitándose la Municipalidad a proveer la iluminación del circuito. En 1941 el Intendente Municipal, mediante resolución adjudicó a Juan M. Caro los trabajos de la iluminación alrededor de la Plaza 9 de Julio.
LAS CELEBRACIONES EN EL INTERIOR DE LA PROVINCIA:

Llamativamente los corsos volvieron a tomar vigor y éxito durante todo este tiempo de carnaval. Los niños del Valle de Lerma disfrutaban de las funciones circenses que les brindaba el circo de los Hnos. Armengot.
En Rosario de Lerma, el carnaval fue celebrado con entusiasmo. No hemos podido confirmar la realización de corsos, pero sí el desfile callejero de varias comparsas.
Campo Quijano? en el Portal de los Andes se concretaron corsos los días 23, 24 y 25 de febrero y el día domingo 2 de marzo. Los corsos se llevaron a cabo bajo los auspicios del Club Huaytiquina y la comisión organizadora estuvo presidida por Jorge Jovanovich. Fueron jornadas no solo de entusiasmo sino de gran brillo.
General Güemes? El circuito elegido para los corsos estuvo ubicado en las Avenidas Leandro Alem, entre las calles 6 de Setiembre y C. Saravia, los días 23, 24 y 25 de febrero y también el 2 de marzo. El Centro de Empleados de Comercio se adhirió a la festividad carnestolenda organizando grandes bailes populares.
Sobresalió por su original y llamativa vestimenta la comparsa “Los Indios Cobrizos” que fueron muy aplaudidos.
Muy cerca de allí en El Bordo, se había instalado una carpa “La Salteña” donde se llevó a cabo un gran concurso de disfraces.
Los corsos de Tartagal: a pesar de las lluvias caídas el sábado y domingo inicial la gente no disminuyó en su alegría y solía agruparse en bares y locales donde se improvisaban bailes que duraban hasta la madrugada.
Fue elegida reina del carnaval tartagalense la señorita Tita Tomás. En el corso infantil llevado a cabo el domingo 24 de febrero resultaron premiados: Pocho Tomás “Napoleón” y Quique Traversi “Gaucho”, y la niña Dally Mecle “Dragón”.
En Rosario de la Frontera, en la Plaza Independencia hermosamente adornada, se desarrollaron corsos de flores, juegos populares y concursos de bailes. Las tareas de la organización de estos festejos estuvo a cargo de la Junta Argentina de Aviación y fueron amenizados por la Banda de Música de la Municipalidad.
En Orán, todas las previsiones de festejos fueron malogradas por la lluvia. A la tristeza que ésta impregnó se le sumó la alarmante depresión económica para hacer del carnaval oranense una tristeza total.

CORSOS - COSTUMBRES Y STATUS:

Los corsos organizados por la Federación Ciclistas Salteños fueron considerados como exitosos, y el criterio de no cobrar entrada a las carrozas adornadas y coches de plaza, había dado resultados positivos en la recuperación de la salud de los mismos.
Contradictoriamente, desde la Capital de Salta se realizaban los intentos de revitalizar el corso, que es una manifestación del carnaval, siempre y cuando estos se desarrollaran en un clima de “cultura y buenas costumbres”? lo que no significaba otra cosa que podía existir toda la diversión posible, que el espíritu carnavalero podía ser reflotado, pero a no confundirse? todo debía desarrollarse bajo las previsiones, los reglamentos y la concepción de lo que era “el orden y las buenas costumbres”.
La Aristocracia Salteña fruncía el ceño al recordar e imaginar, solamente la posibilidad de que volviere ha renacer un carnaval como los de antes, en los cuales no eran los corsos precisamente la manifestación principal de ese carnaval, sino que las cabalgatas y el entierro eran las principales prácticas que durante siglos habían sido admitidas y toleradas.
Las Cabalgatas, en un principio consistían en que dos o tres paisanos montaran sus cabalgaduras y a través de largos caminos, sendas y a veces a campo traviesa buscaban el rancho más cercano. En otras oportunidades una ronda a los caseríos más próximos para ir a beber su aguardiente, su caña o cualquier otro beberaje y donde practicaban juegos de destrezas, el juego de la taba o realizaban apuestas en los reñideros de gallos o simplemente disfrutaban de los bailes en los patios de tierra para luego regresar, con las primeras luces de la madrugada a su clásica rutina.
Pero con el tiempo, y con el crecimiento de la población se produjo la invasión de pueblos y ciudades por parte de cabalgatas de cien o doscientos jinetes, hombres y mujeres de la campaña, que venían a integrarse a los festejos carnavaleros que se desarrollaban en las viejas carpas de “El Chañar”, “El Tucumancito” o “El Infiernillo” que eran por esos tiempos los arrabales de la aldeana capital salteña. Estas gigantescas cabalgatas carnavaleras, que a los ojos de la aristocracia salteña debían figurar como verdaderos malones que virtualmente se adueñaban de las calles, se trepaban a las veredas creando un clima de zozobra. Jinetes, que una vez concluidos sus paseos por las carpas y fondas, montados en sus briosos corceles, describían cabriolas y se asestaban empellones con sus cabalgaduras, todo sin interrumpir el galope desenfrenado. La “civilización” no podía concebir que ebrios de alegría y “chicha muquiada” anduviesen prorrumpiendo frenéticos alaridos y llenando los espacios con estridentes cantos, coreados al son de incontables bombos y cajas. Era “la Chusma”. Una especie de salvajismo total, un ataque desenfrenado e irracional a la sociedad “chic”. No podían ni querían tolerar a esos hombres que venían luciendo sus mejores pilchas ?chiripás, de flecos, anchos cinturones de cuero tachonado de monedas, monturas, riendas y rebenques chapados?? mujeres vestidas de pollerones que llegaban al suelo y cubrían el anca de sus briosos matungos, que debían arremangar forzosamente al desmontar para no enredarse en sus pliegues. Paisanas que solían engalanar el esbelto busto, envolviéndolo desde el cuello y hombros de sendas pañoletas de espumilla, floridas y de vivos colores. Cómo entender a esta gente que jamás dejaba de portar su ramillete de albahaca o yerbabuena en las solapas, orejas y manos, mucho más cuando después de danzar zambas, cuecas, chilenas y chacareras podía vérselas embadurnadas en su rostro, con puños llenos de papel picado y almidón en guerras o combates donde los huevos con agua florida eran los elementos indispensables. Este “Malón” que jamás aceptado por la gente “chic”. Andaba de chicherías en chicherías en “tomos y obligos”.
La aristocracia quería un carnaval, sí, pero un carnaval más “civilizado” y acorde a su “status”. En definitiva, se pretendía desnaturalizarlo.

EL ENTIERRO DEL CARNAVAL:

Usted, que habita la Salta de finales del siglo XX, imagínese a todo este paisanaje saliendo de una carpa el Domingo de Tentación, que es cuando debe realizarse el entierro del carnaval: conformando un cortejo, siguiendo un féretro, donde a manera de andas, se porta un muñeco, vestido con toda la indumentaria gauchesca, que representa al carnaval fenecido, y mezclada en ella la viuda del extinto de riguroso luto con su rebozo negro que la cubría íntegramente de la cabeza a los pies, seguida por la compacta comitiva fúnebre de gauchos y mujeres, en clima de consternación, con lloros fingidos, embargados de abatimiento y desazón, golpeando el parche de sus cajas y entonando quejumbrosas lamentaciones. Después de recorrer las principales calles de la ciudad llegaban a la Plaza Mayor, hoy 9 de Julio, inmaculado y exclusivo centro de recreación por aquellos tiempos, en donde entre renovados llantos y hayes lastimeros se procedía a inhumar los despojos del carnaval, nada más y nada menos que en el sótano de la histórica y monumental pirámide que solía alzarse en el centro de la plaza (pirámide que mandó a construir el gobernador Cleto Aguirre en 1865 y que se mantuvo hasta el año 1912, en que fue demolida) mientras cada uno de los asistentes arrojaba un puñado de tierra sobre el ataúd, del que hoy llamaríamos Pucjllay.
¡No Señor! la oligarquía salteña no tenía porque aguantar a esa chusma, que para ellos no formaba parte de “la civilización occidental y sus buenas costumbres”.

Por aquellos tiempos el poeta Manuel J. Castilla escribió este poema:

CARNAVAL CERRILLANO

Una luna desteñida
está dormida en las cajas.
Vino rodando del cerro
y se introdujo en las carpas,
para poner pedacitos
de sueños en las miradas
y destrenzar en los pechos
el lazo de una esperanza.

¡El carnaval de Cerrillos
tiene la luna en las carpas!

Tiene criollos morenitos
y chinas endomingadas
que se prenden a la oreja
un ramillete de albahaca
que los aros no pudieron
jamás perfumar la gracia.
Gauchos que bailan un gato
o desarrollan la zamba
que punza en las espuelas
y canta en las guitarras.

Tiene muchachas humildes
y changuitos de alpargata
que derraman su tristeza
bajo la noche estrellada.
Viejas que frente al camino
están “simbando” empanadas
junto a la luz de un farol
escapado de una carpa;
y que llevan en el rostro
hecha surco la nostalgia
rostros que mas bien parecen
estar labrados en tala.

¡El carnaval de Cerrillos
tiene luna y tiene zambas!

De los pechos más adustos
se fugan leves palabras.
Se enredan las serpentinas
en las “zambas” y en las cajas;
fabrican papel picado
las polleras coloreadas
mientras enhebran los grillos
su rosario de sonajas.

Una luna desteñida
está dormida en las cajas.

¡El carnaval de Cerrillos
enciende la madrugada!

LA HORA DE RENDIR CUENTAS:

El carnaval había concluido y había llegado la hora de rendir cuentas.
La tesorera de la comisión organizadora de los corsos de Cerrillos, señora Nélida Castro de Castro rendía cuentas:

INGRESOS:

Por entrada de primer corso -------------------------$ 95,80
Por entradas al vermut ------------------------------ $ 114,80
Por cuentas del mar ----------------------------------$ 169,00
Por entradas al segundo corso -----------------------$ 305,60

TOTAL .............................................................$ 685,20

GASTOS:

P/ alquiler altoparlante ----------------------------------------$ 10,00
Pago ayudantes (Señores: Divas, Rojas, Guaimás y Arias)--$ 16,60
Electricistas - Señor Adán Moreira ---------------------------$ 16,00
Hielo y acarreos (Señor Tejerina) ----------------------------$ 5,80
Empanadas (señor Rossi) --------------------------------------$ 10,00
Acarreos muebles en camión (Sr. Guaimás) ------------------$ 9,00
Confitería Ritz --------------------------------------------------$ 40,00
Almacén Garrido ----------------------------------------------$132,15
Beneficio líquido entregado al cura párroco A. Peralta--$ 246,05

En la Capital de “Salta, la Linda”, la Federación Salteña de Ciclismo, organizadora de los corsos alrededor de la Plaza 9 de Julio también rendía cuentas:

Total recolectado ---------------------------------------$ 2.333,30
Gastos efectuados ----------------------------------------$ 207,65
Para Escuela de Ciegos ----------------------------------$ 531,41
Para la formación de un piloto salteño -----------------$ 1.062,82

Del porcentaje que le correspondía a la Federación se descontaron $ 239,70 para pagar los gastos atrasados de la entidad. Corresponde en consecuencia a cada club afiliado la cantidad de $ 205,80.
Si observan los datos; la Escuela de Ciegos y el Aero Club ganaron el doble que la correspondiente a la totalidad de los corsos de Cerrillos; cada entidad afiliada a la Federación de Ciclismo ganó el importe como si hubieran organizado ellos un corso total en Cerrillos es decir que los salteños eran altamente lucrativos.
Con respecto a los palcos. El Oficial estaba situado en la esquina de Caseros y Alberdi, donde se apostaba todo el elenco gubernamental. Los dos palcos apostados a la izquierda del oficial estaban destinados para el diario “El Intransigente” y “Nueva Época” y los dos de la derecha para los diarios “La Provincia”, “El Pueblo” y “Salta”.

EL PRIMER ENCUENTRO DE COMPARSAS

El carnaval de Salta había comenzado, a través de sus corsos, a albergar la presencia de las comparsas que representaban a las comunidades indígenas. En 1941 podemos identificar a los integrantes de la comparsa “Los Indios Tahoras” integrada por gente del barrio del Matadero Municipal y constituida de la siguiente manera: Demetrio Argañaráz, Marcos Acuña, Nestor Barrios, Eduardo Miranda, Daniel Fernández, Julio Ruiz, Teodoro Cañizares, Juan Tejerina, Fausto Aguirre, Juan Carlos Vargas, Miguel Ángel Rodríguez, Salvador Silvestre, Humberto López, Ricardo Jorge, Justo Poclava, José Castillo, Juan N. Alvarez, Humberto Barboza, Fermín Rojas, Rafael Velez, Tomás Iñigo, Benito Rosales, Manuel Jorge y Martín Gómez, quienes participaron de los desfiles del corso y llenaron de alegría las calles de la ciudad.
Por primera vez en la Historia del Carnaval Salteño y sus comparsas se producirá un “Encuentro de Comparsas”. El mismo se produjo el día miércoles 26 de febrero de 1941 y tuvo como protagonistas a los integrantes de las comparsas “ Los Pieles Rojas” y “Los Indios Tahoras” de Barrio El Matadero. La primera era oriunda de la calle Entre Ríos hacia el oeste. El encuentro se produjo en las calles Ituzaingó y Alvarado, donde después de producidos los cantos amistosos pasaron a los cantos rabiosos y luego apelaron a sus lanzas, látigos, garrotes y puños, para terminar presos en la Seccional Segunda.
Con esto quedó demostrado que el accionar de las comparsas no se limitaba a cantar, dar vueltas en los corsos y provocar la alegría de los niños, sino que como queriendo reencarnar las viejas luchas tribales se trenzaban en feroces enfrentamientos. Se podía narrar así el primer encuentro de comparsas, con el cual el carnaval de 1941, seguramente será recordado de manera especial.

EL CARNAVAL DE 1942

¡SIN CARETAS NI ANTIFACES!

La cosa comenzó mal. El día martes 20 de enero el Jefe de Policía Navor I. Frías dio a conocer el reglamento del carnaval mediante el cual se pretendía prevenir alteraciones del orden existente que atentaran a la moral y a las buenas costumbres.
El carnaval de 1942 correspondió a los días 15, 16, 17 y 22 de febrero.
El juego con agua estuvo permitido de 14 a 18,30 horas. Se permitió la instalación de carpas y bailes públicos.
En el transcurso de los corsos quedó absolutamente prohibido el juego con agua y quienes quisieran hacerlo debían esperar para después de la una de la madrugada.
Lo llamativo de 1942 es que la policía prohibió el uso de caretas y antifaces en los corsos y en los bailes públicos. Navor Frías formó parte del elenco de gobierno que acompañó al Dr. Ernesto Miguel Araoz (1891-1971) que gobernó Salta desde el 1º de diciembre de 1941 hasta el 14 de Junio de 1943. Asumió en su carácter de vicegobernador ante el fallecimiento del titular Dr. Abraham Cornejo.
Sus Ministros de Gobierno fueron Eduardo Arias y Roberto Rovaletti; Ministro de Hacienda, Obras Públicas y Fomento Jaime I. Gómez y en la Intendencia Municipal estuvieron Ceferino Velarde y Eduardo Víctor Cornejo.
Se había convocado a elecciones para elegir tres diputados nacionales el domingo l° de marzo, es decir que el carnaval se vería nuevamente politizado o al menos influido por el desarrollo de la campaña electoral.

EL INTERIOR CARNAVALERO:

Cerrillos: Bajo los auspicios de la cooperadora escolar de la escuela provincial “Gobernador Solá” del pueblo de Cerrillos se llevaron a cabo los días domingos 1 y 8 de marzo corsos, cuyo circuito fue la plaza de esa localidad.
Teniendo en cuenta el éxito logrado durante el carnaval del año anterior la municipalidad otorgó ocho permisos para el funcionamiento de bailes públicos.
Los corsos alcanzaron gran lucimiento. Numerosos vehículos recorrieron el itinerario fijado ante una multitud agolpada en las aceras.
Campo Quijano: en estos pagos también se constituyó una comisión organizadora para el desarrollo de los corsos, comisión que estuvo integrada por los señores Miguel Ángel Guzmán, Humberto Carraro y Armando Carraro.
El carnaval en General Güemes: hasta la primera semana de febrero no se había constituido la comisión organizadora. La Municipalidad, que aspiraba a que los corsos se realizaran con el brillo del año anterior, le ofreció al Club Hospital Regional, la organización de los mismos. Por aquellos tiempos la comisión directiva de dicha institución se destacaba por la cantidad y calidad de sus acciones. Mientras tanto, los días domingos, en la plaza pública, la Banda de Música Municipal brindaba sus habituales retretas en horas de la tarde.
Muy cerca de allí, en Campo Santo, sí se había constituido la comisión organizadora de los corsos, que trabajaba activamente, y había dispuesto la realización de los desfiles para los días 15, 16 y 17 de febrero, a llevarse a cabo en las calles principales de la localidad, las que fueron especialmente ornamentadas. En cuanto a bailes, los mismos se llevaron a cabo organizados por la Sociedad Sirio Libanesa, que contrató la Orquesta de Casal, de la Capital, encargada de amenizar las reuniones.
Como vemos el interior trabajaba con mucho entusiasmo para encauzar sus ánimos carnestolendos; así por ejemplo en Rosario de la Frontera los corsos lograron obtener el reconocimiento de toda la comunidad por su lucimiento. El éxito de los mismos se debió a la gran tarea desarrollada por su comisión organizadora, entre los que se destacaron Miguel A. Carpinacci, José Andreu y José Pérez.
En los pagos de EL Bordo no se pudieron concretar corsos, a pesar de tener una comisión organizadora; y como “a falta de pan buenas son las tortas” el paisanaje debió conformarse con el baile organizado por la Cooperadora Escolar Apolinario Saravia, llevado a cabo en los salones del Ferrocarril del Estado.
En Cafayate, no hubo corsos pero sí bailes públicos. Especialmente se manifestó una costumbre de la época, que era realizarlos en la plaza pública.

LOS CORSOS MERCANTILES:

Mientras tanto en la Capital de Salta, la Comisión Directiva del Centro de Empleados de Comercio solicitaba al intendente, mediante nota, se le permitiera a esa entidad organizar los corsos. Solicitud que fue contestada en forma afirmativa, ante lo cual las autoridades del centro adoptaron los recaudos para el inmediato inicio de los trabajos de iluminación y ornamentación en la Plaza 9 de Julio, lugar donde se desarrolló el desfile carnavalesco. Se colocaron sesenta palcos, volviéndose a la vieja costumbre de instalarlos en el centro de las calles, Caseros, Mitre, España y Zuviría. El primer desfile se desarrolló el sábado 14 de febrero en un clima de gran entusiasmo, superando los cálculos más optimistas, desbordando las calles del tradicional desfile. La plaza ofrecía un aspecto imponente donde se volvió a manifestar el tradicional derroche de gracia, alegría y la vigencia de las serpentinas y flores.
El tiempo electoral incidía en el corso, algunos se habían encargado anónimamente de hacer correr el rumor de que se cobraría treinta centavos para poder ingresar al circuito cuando en realidad el precio que se cobró fue de diez centavos para los peatones.
Las carrozas presentadas y auspiciadas por el Comercio de la Plaza demostraron gracia y sentido estético donde bellas jóvenes lucieron plenamente para el deleite de los ocupantes de palcos y veredas. Las comparsas “De Indios” le pusieron su cuota de color y brillo al desfile.

HAY QUE CUIDAR LA VISTA:

Cuando se habla de carnaval, entre algunos de sus componentes principales, la harina y la pintura, se recuerdan miles de anécdotas al respecto; pero los que no estaban de acuerdo con esa costumbre, o en última instancia, expresaban su gran preocupación al respecto, eran los integrantes del Patronato Nacional de Ciegos, quienes manifestaban a viva voz prevenciones sobre los peligros a que se hallaba expuesta la visión durante las fiestas de carnaval. La costumbre de recoger del suelo serpentinas o papel picado, objetos que al ponerse en contacto con agua o polvos contaminados pueden producir graves afecciones; alertaban también sobre quienes arrojaban estos mismos objetos con gran violencia a los ojos de sus circunstanciales compañeros de juego y que en muchas oportunidades habían producido lesiones de diversa gravedad. Más aún, no faltaban quienes acercaban a los rostros y a los ojos varitas u otros elementos de juego igualmente peligrosos.
Ustedes recordarán que hubo una época en que el juego se encauzaba hacia el uso de elementos nocivos al organismo, como por ejemplo: alquitrán, D.D.T., cal, etc.

ALEGRÍA CAPITALINA:

Grata impresión dejaron los bailes públicos, llevados a cabo en el Parque San Martín, organizados por El Sindicato de Mozos y Anexos. Este año se bailó en carpas ubicadas en las afueras de la ciudad, en la Sociedad Española, Sporting Club, City Bar. Como siempre, en cuanto a bailes populares, la carpa de Jaime Capó era la más comentada y concurrida, instalada en el Luna Park Salteño, ubicado en Rondeau esquina España y que contaba con la actuación de la gran orquesta Quilmes. Tanto era el éxito de los bailes, que dos empresas de transportes cubrían el servicio hasta las puertas de las carpas. (líneas 7 y 5).
En la capital la gente del Centro Empleados de Comercio, que había trabajado con tanto empeño en la organización de los corsos, estaba muy contenta. El público había apoyado con su presencia, las carrozas y disfraces le dieron magnificencia que se complementó con la alegría y el entusiasmo de todos. Los organizadores estaban muy conformes ya que debieron trabajar con premura ante la demora en la concesión del servicio correspondiente para estructurar los corsos de carnaval. El objeto de la recaudación era ayudar a una institución de beneficencia, instalar un Consultorio Médico gratuito para el gremio de empleados, también destinar fondos al Aero Club Salta.
Hubo noches en que los palcos estuvieron ocupados totalmente, otras que no lo estuvieron tanto; pero lo importante es que al igual que en años anteriores todos los desfiles se desarrollaron en perfecto orden, tanto por la vigilancia impuesta por la Policía como por los organizadores.
El importe total de lo recaudado alcanzó la suma de mil setecientos cuarenta y cinco pesos de los cuales se dedujeron mil ochenta y seis por gastos, la ganancia líquida fue entonces de seiscientos cincuenta y ocho pesos con diez centavos de los cuales trescientos veintinueve pesos con cinco centavos correspondió al Centro de Empleados y Obreros del Comercio. Para el Hospital del Milagro y el Aero Club Salta ciento sesenta y cuatro con cincuenta y tres centavos a cada institución.
Se iba el carnaval y toda la atención habría de ser depositada en las elecciones nacionales que se llevaron a cabo el día domingo lº de marzo y que en Salta ganaron los representantes del Partido Demócrata Nacional, que consagró como diputados provinciales por la mayoría a los Doctores Luis C. Arana, Francisco Uriburu Michel, Alberto C. Velarde y Juan N. Solá.

EL CARNAVAL DE 1943

LOS FESTEJOS PROVINCIALES:

Nuevamente sería el departamento de General Güemes el que abriría el fuego.
El circuito para los clásicos corsos correspondió a la avenida Leandro Alem, entre Capitán Saravia y 6 de Setiembre que estuvo bien iluminado y complementando a sus corsos los bailes organizados por la Sociedad Española de Socorros Mutuos que tuvieron un gran éxito. Los corsos fueron muy animados. A pesar de la ausencia de comparsas abundó el papel picado, pomos y máscaritas sueltas. Terminados estos Corsos-Retretas, la gente concurrió a los bailes organizados en la Confitería París y en la Sociedad de Ayuda Mutua.
Por primera vez podemos contactar con las fiestas carnestolendas de Metán. organizados por la municipalidad se realizaron corsos los días 6, 7, 8, 9, 13 y 14 de marzo. Comenzaban a las 20,30 horas y culminaban a las 24. El circuito donde se llevaron a cabo estos lindos corsos fue el de la Avenida 9 de Julio y 20 de Febrero, desde la calle Pueyrredón hasta la calle Güemes.
Circuito bien iluminado. Se habían instalado altoparlantes. Tanto el inicio como la terminación del corso era anunciado con bombas de estruendo.
Lo llamativo es que éstos eran corsos-retretas, es decir exclusivamente para peatones, por lo tanto se prohibió la entrada a toda clase de vehículos y de jinetes a caballos. Al igual que en el corso de la Capital se prohibió terminantemente el juego con agua.
En estos pagos el alumbrado público era malo. El clima social estaba marcado por una acentuada pobreza, sin embargo se organizó un baile amenizado por una orquesta venida desde Tucumán.
Se debe destacar el esfuerzo de los carnavaleros ya que la situación europea traía aparejada una gran escasez de material.
Como podemos observar en el interior de la provincia, el carnaval se vivenció plenamente.
Rosario de la Frontera: si bien no se organizaron corsos, sí se concretó el baile elección Reina Miss Carnaval 1943, bajo la dirección de la subcomisión de Damas Pro-Tiro Federal. Los fondos recaudados fueron destinados a la construcción del polígono. Esto de la elección de la Reina tuvo gran aceptación ya que la candidata María Lola González fue elegida por tres mil treinta y siete votos y Virginia Carpinacci, mil doscientos ochenta y un votos; lo llamativo fue que la princesa primera denunció fraude y se negó a asumir.
Tartagal: No hubo corsos, solo el baile organizado por el Club Olld Boys y la Sociedad Ortodoxa. Otro baile destacado fue el realizado por el Bar Central de Abdo Chapac.
Chicoana: A pesar del gran esfuerzo para organizar corsos, no se los pudo concretar, y se tuvieron que contentar con un baile organizado por el “Quiosco del Carmen” los días 13 y 14 de marzo.
Campo Quijano: El baile de carnaval se llevó a cabo en el salón comedor del personal de los Ferrocarriles del Estado y fueron a beneficio de la acción católica, organizado por las señoritas y caballeros de la comisión.
Orán: En estos pagos sí hubo corsos, que se desarrollaron con gran entusiasmo en el circuito de la calle Carlos Pellegrini y también un baile que fue organizado por la Sociedad Española.
Como se puede apreciar los tiempos políticos y económicos incidían sobremanera en los festejos del carnaval, con mayor fuerza en el interior.
Entre los integrantes de la comisión organizadora se destacaba la presencia de las siguientes personas: El Intendente Municipal Dr. Arturo F. Poma; Presidente delegado de los Boys Scout Argentinos, Ricardo Villares; Presidente del Club Argentino de Bochas, Tomás Carletti; inspector municipal, Andrés Toledo (h) y el Señor F. Sarpaj. Los corsos fueron muy concurridos y con gran presencia de disfrazados.
En El Tabacal, este año no se desarrollaron corsos, pero el Club Atlético Juventud Unida, organizó dos bailes familiares en las instalaciones del hotel “El Ingenio”, alcanzaron un éxito brillante. Hablando de bailes en la Capital de Salta, éstos se desarrollaron en el Sporting Club, Sociedad Española, Club 20 de Febrero, Sociedad Sirio Libanesa y en las carpas, donde no faltaron incidentes.

CORSOS CAPITALINOS: ENTRE VECINOS Y COCHEROS:

En la Capital de Salta los corsos se llevaron a cabo alrededor de la Plaza 9 de Julio organizados por “La Comisión Oficial de Vecinos”.
Recordemos que el mundo se encontraba en los últimos años del desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, por lo tanto se debía tener en cuenta que la nafta se había convertido en un elemento de lujo y muy escasa por lo que tomaba mayor importancia la presencia de los Coches de Plaza. Los organizadores solicitaban a los aurigas el arreglo y limpieza de los coches ya que se había prohibido la entrada de automóviles por la escasez de nafta, y se habilitaba la entrada a toda clase de vehículos de tracción a sangre.
Para el año 1943 los premios instituidos fueron:

CARROZAS:

1º Premio: $ 400
2º Premio: $ 300
3º Premio: $ 200
4º Premio: $ 100

COMPARSAS O CONJUNTO ORQUESTAL:

1º Premio: $ 200
2º Premio: $ 100
3º Premio: $ 50

MEJOR DISFRAZ:

1º Premio: $ 50
2º Premio: $ 30
3º Premio: $ 20

Además se otorgaron dos premios más de cincuenta pesos cada uno y también dos valiosos premios a los mejores palcos adornados.
Fue designado comisario general de corsos David Diez Gómez para controlar el juego con agua y todo acto reñido con el orden.
El día lunes lº de marzo, la Municipalidad de la Capital designó a la comisión vecinal encargada de la organización de los corsos. Esta dejó de poner acento en las tramitaciones burocráticas, en asambleas pomposas, y de forma sencilla y práctica trabajaba para que las fiestas carnestolendas gozaran del entusiasmo y el brillo que merecían.
Se invirtieron alrededor de dos mil pesos destinados a premios. La instalación de guirnaldas y ornamentos en el circuito fue costeada por la comisión organizadora, al igual que la impresión de afiches y volantes, donde el Gobierno y el Comercio prestaron su colaboración.
Los integrantes de la comisión, que trabajaban “Ad-Honorem”, decidieron no cobrar entrada al público, como tampoco a vehículos y comparsas, pues eran del criterio que los corsos eran fiestas populares al cual todos tenían derecho de concurrencia.
El producido de los mismos fue destinado por un lado a la Escuela de Ciegos y por el otro lado al Hospital del Milagro.
Las agrupaciones que pretendieran obtener premios debían concurrir por lo menos tres noches a los desfiles. Los vehículos con propaganda pagaron por ingresar al circuito veinte pesos por noche. Los palcos costaban diez pesos la temporada o tres pesos por noche.
Los corsos fueron amenizados por la Banda de Música de la Policía y los equipos de amplificación (altoparlantes) fueron un aporte del Ministerio de Gobierno.
Entre los integrantes de la comisión organizadora estuvieron Bartolomé Salas, Luis David Mendieta, Virgilio García, Ángel Galarreta, Francisco Oberti, Héctor Obeid, David Schiaffino, Ricardo Falú y Simón Amado.
Los días de carnaval correspondieron al 7, 8, 13 y 14 de marzo. Los corsos se iniciaban a las 21,30 y eran clausurados a las 0,30 horas.
El martes 2 de marzo, a horas 16, el Gobernador de Salta Dr. Ernesto Aráoz fue entrevistado por los integrantes de la comisión vecinal. El Gobierno de la Provincia confirmó su aporte de dos mil pesos moneda nacional para los corsos.
El mundo se debatía en una espantosa crisis. Las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, traerían aparejado la escasez de nafta y alimentos, así el miércoles 3 de marzo de 1943 Mathama Ghandi ponía término a su ayuno voluntario que se había prolongado por veintiún días.
El carnaval de 1943 había tenido sus corsos, y estos habían sido en cierta manera, exitosos, a pesar de que la vigilancia fue escasa y de que la comisión organizadora había realizado varios pedidos que no fueron cumplimentados. El orden durante las fiestas carnestolendas no fue alterado, hubo sí algunos pequeños hechos como por ejemplo que los palcos alquilados por familias, estuvieron en la mayoría de los casos ocupados por otras personas, lo que dio lugar a algunas situaciones enojosas y violentas.
En un principio la comisión decidió realizar la última jornada de corsos el domingo 14 de marzo, lo que no pudo concretarse debido al mal tiempo.

LA CARPA DEL JAIME Y “UNA CANA AL AIRE”:

El sábado 13 de marzo de 1943, en la carpa de “Jaime Capó” se encontraba el Jefe Interino de Investigaciones con un grupo de empleados de esa dependencia. En un momento dado de puro aburridos la emprendieron con la vajilla del negocio que en un santiamén quedó hecha añicos. Al escuchar el ruido de la cristalería, acudió un oficial de la seccional primera, quien solicitó a los ruidosos parroquianos, tuvieran a bien guardar la debida compostura; pero al no obtener ninguna obediencia a sus indicaciones, decidió dar cuenta a su superior, el comisario de la Sección Señor Díaz, quien se encontraba en otro lugar de la carpa de recorrida en compañía del comisario de órdenes. El Comisario tampoco fue obedecido por lo que optó por dar cuenta a su vez a su superior el comisario de ordenes. Pero entre estas idas y venidas los muchachos ya habían terminado con todas las botellas y vasos de su mesa y de las vecinas. Al final el comisario seccional instruyó un sumario que elevó a la Jefatura y colorín colorado aquí nada ha pasado.
La grata sorpresa de este carnaval lo constituyó “La Murga Lírica de Atocha”, que con sus pitos, flautines y otros instrumentos muy bien ejecutados, llenó las calles de cantos festivos. El capitán de esta murga fue Julio Gómez y entre sus integrantes se destacaron Julio Echenique, Salvador Filli, J. A. Gutiérrez, C.A. Fortuni Quesada.

POR LA PLATA BAILA EL MONO:

La comisión vecinal organizadora de los corsos presidida por Arrigo Morossini culminó expresando sus satisfacciones por los resultados logrados.
En Salta, la subcomisión encargada de recolectar fondos trabajaba activamente. Virgilio García aportó doscientos pesos al igual que Tienda “La Argentina” y la carpa de Jaime Capó y Martínez; Sastre y Cía. contribuyó con ciento cincuenta pesos al igual que Martín Córdoba y Mueblería Imperio; Grandes Almacenes Vidal aportaron cien pesos; mientras Fotos García, Casa Heredia, Farmacia Alemana y Jabón Federal aportaron cincuenta pesos cada uno. La Comisión, en retribución a estos aportes dispuso la distribución de palcos entre las firmas que contribuyeron con la propaganda comercial. La venta de palcos estuvo a cargo del presidente Arrigo Morossini, en su domicilio de calle Alberdi N° 221.
Algún problema se suscitó entre la comisión organizadora y la carpa de Jaime Capó, ya que la primera resolvió devolverle a los carperos los doscientos pesos, con los que ésta había colaborado; con el argumento de que la comisión organizadora no debía recibir donativos. Desconocemos las razones del conflicto, pero recordemos que Capó no había sido el único en hacer un aporte y a los otros no se les devolvió nada.
La Sociedad Española organizaba sus clásicos bailes de carnaval, y los promocionaba diciendo: ¡Qué bien se baila en piso firme!, anunciando la actuación de la Orquesta Típica Salazar y Vasjaz Chouza. Por aquellos tiempos la entrada a un baile tenía un costo de treinta centavos, las damas ingresaban gratis y aclaramos que el local institucional estaba ubicado en calle 20 de Febrero N° 672.
Una comparsa salteña “La Expedición al África en busca del eslabón perdido”, que había sido organizada por Antonio Corrado y estaba integrada por treinta esclavos negros, dos exploradores nativos, una diosa blanca, dos brujos, un médico, cuatro exploradores y dos exploradoras; agrupación que desfilaba transportando numerosos animales en jaula (un puma, osos, corzuelas, monos, zorros, y perros). Se trasladó, especialmente invitada, el día 13 de marzo a San Pedro de Jujuy para participar de los corsos de aquellos pagos.

COMPARSA - ADOQUÍN Y VECINDARIO:

Durante el carnaval de 1943 desfiló en los corsos una comparsa de indios, “Los Mohicanos” que estaba integrada por Julio Báez, Juan Carlos Villa Crespo, Alfonso Guantay, Gregorio Alvarez, Manuel Arroyo, Máximo Ontiveros, Miguel Ángel Molina, Florentín Colque, Nicasio Sosa, Julio Liendro, Ricardo González, Néstor Bustamante, Juan Carlos Estrada, Domingo Quezín, Roberto Aramayo, Justo Romano, Genaro Prado, Nicolás Soto y Alberto Plaza. La comparsa supo ganar sostenidos aplausos en sus desfiles por el corso y además era seguida por una multitud de simpatizantes cuando salían a “chirolear” por las calles.
1943, es el año en que se constituirá una de las barriadas más afamadas y de gran historial social en la Capital de Salta; Villa Cristina (fundada el 8 de setiembre de 1943). Ubicada al Sud-Oeste de la Capital, por aquellos tiempos era uno de los extremos, en cuanto a expansión urbana. Sus límites estaban dados por la calle 11 de Setiembre (hoy calle Pellegrini, por entonces adoquinada, y por donde transitaba el Tranvía buscando las márgenes del Río Arias). La calle Corrientes, hoy San Martín, Lamadrid y Coronel Vidt. En ese territorio se desarrollaban las actividades deportivas de los integrantes del Club Atlético Pellegrini (nacido el 15 de Agosto de 1930, en una reunión realizada en Bar “El Pigall”, que estaba ubicado en Pellegrini y San Juan). Desde esta barriada se organizó una original mascarada que participó de los corsos del carnaval denominada “Los Artilleros de Pellegrini”, que estaban disfrazados con el uniforme de los distintos clubes de la Capital Federal y que estaba integrada por: José Pedraza, Nestor Barrios, Vicente Narz, Juan Narz, Antonio Daher, Domingo Gómez, Juan José Flores, José Eguizabal, Carlos Morales, Alfredo Cruz, Alfredo Gutiérrez, Marcos Flores, Marcos Chaile, Rogelio Gaudelli, Pablo Avalos, Juan Ibarra, Dionisio Troncoso, Antonio Castillo, Jorge Astigueta, Miguel Narz, Humberto Rivero, Jorge Guzmán, Antonio Cruz, Roque Armengot, Cesar Saravia, Juan Carlos Vargas, Francisco Portal, Antonio Pedraza, Miguel Espinosa, Humberto Vera y Ramón Narz.
A pesar de que hubo días en que la lluvia no permitió la expansión del ánimo carnavalero; cuando no llovió el paisanaje jugó con agua desde las primeras horas de la tarde y los corsos congregaron a una entusiasta muchedumbre en la Plaza 9 de Julio. Los palcos se encontraban totalmente ocupados, al igual que las calles que bordeaban el circuito. Por primera vez, se llegó una Comparsa de “Indios Jujeños” para desfilar en los Corsos de Salta, desde Ledesma, fueron “Los Pieles Rojas”.
Otras de las mascaradas que le dieron brillo al desfile de los corsos, reiterando la información de que por entonces las comparsas, a pesar de que lentamente marchaban hacia representaciones totalmente de “indios”, todavía albergaban en su seno algunos mascarones, por ejemplo la que tenía como Cacique a Evangelisto López y como Subcacique a Ignacio Lazcano y donde participaban Demetrio Villagra, Florencio Ortiz (Patoruzú), Jacinto Azart (Viejo) y disfrazados de indios lo hacían: Isidro Vaca, Pablo Díaz, Aurelio Romero, Albino Vera, Gualberto Rojas, Román Costilla, Serafín Martínez y Carlos Díaz; disfrazados de diablos: Santos Lizarraga, Cerafino Olmos, Teófilo López, Lorenzo Calisaya, Juan P. Vera, Gervasio Calisaya.

LA HORA DE LOS PREMIOS:

La comisión encargada de entregar premios decidió lo siguiente:

CARROZAS:
1° Premio: Desierto.
2° Premio: Desierto.
3° Premio: “Acorazado Moreno”
3° Premio (bis): “Pa’ que bailen los Muchachos”
4° Premio: “Rancho de los Recuerdos”

Se entregaron dos premios estímulos. Cincuenta pesos a “Canasta de Flores Rojas” y veinte pesos para “Los Chinitos”.

COMPARSAS:
1° Premio: “Expedición al África”
1° Premio (bis): “Los Locos de la Cortada”
2° Premio: “Los Indios Mohicanos”
2° Premio (bis): “Los Penachos Verdes”

En esta categoría también se establecieron dos premios estímulos de treinta pesos cada uno para “Los Últimos Mohicanos” y “Los Flechas Rojas”. Y un premio de diez pesos para “La Murga Lírica de Atocha”.

DISFRACES:

1° Premio: “La Momia”
2° Premio: “Príncipe del Pájaro Verde”.
2° Premio (bis): “Mocho a Cococho”.
3° Premio: “Hombre de las Cavernas”.
3° Premio (bis): “Patoruzú”.

PRESENTACIONES ORIGINALES:

1° Premio: $ 100 - “El Cisne”.
2° Premio: $ 50 - “Leguizamo”.

Los premios fueron entregados en la casa de Arrigo Morossini y los fondos sobrantes de los corsos (mil pesos), la comisión los destinó como estaba previsto, a beneficio de la Escuela de Niños Ciegos, Maternidad y Asilo de Ancianos Santa Ana.

LAS CHICHERÍAS CAPITALINAS:

El carnaval de 1943 dejó grandes recuerdos a su paso, uno de ellos era una hermosa Chichería que estaba ubicada en calle Caseros N° 1331. Esta tenía su fama nacida allá por 1918, donde los guitarreros encontraban el marco necesario para que los bailarines danzaran zambas, cuecas y chacareras. A esta chichería se sumaba “El Jardín Salteño” ubicado en calle Caseros, pasando la vía, un paraje al aire libre donde todos los domingos a partir de horas quince se podía consumir chicha, aloja y se bailaban danzas nativas. Quien podrá olvidar al “Pato Tuerto”, ubicado en calle Caseros casi esquina Olavarría, local que permitió la diversión de los salteños de entonces; y qué vamos a decir de las ubicadas en la zona de la Coronel Vidt y Pellegrini, territorio de curtiembres, hasta donde llegaba el Tranvía y donde se destacaba el Bar de la familia Varela, por allí muy cerquita nomás, en el pasaje Mosconi e Ituzaingó, estaba “la vereda alta” que formó parte de las diversiones de generaciones de paisanos.

EL SEGUNDO ENCUENTRO DE COMPARSAS:

Ocurrió en la Capital de Salta. En este caso se enfrentaron “Los Indios Bohemios” y “Los Pieles Rojas”.
Comparsa, ésta última, que después de este encuentro fueron llamados despectivamente por sus rivales. “Los Pieles Blancas”. Iban por la calle Pellegrini, “chiroleando”, acompañados de una gran barra de chicos y jóvenes. Los espejuelos brillaban con los rayos del sol y junto al colorido de las plumas de los gorros le ponían un marco espectacular a la vieja calle de los adoquines, cuando al llegar a la esquina de la Coronel Vidt se encontraron, en topetazo “imprevisto”(aclaramos el encomillado, pues era costumbre que la multitud de changos que acompañaban a la comparsa, como así también los vecinos del lugar, siempre sabían preavisar a los comparseros sobre la presencia de otra agrupación extraña, preaviso que servía para que estos guardaran los gorros en alguna casa y pudieran organizar todos los movimientos defensivos u ofensivos; o sea que este topetazo, en cierta manera era premeditado). Lo cierto es que se encontraron frente a “los Indios Bohemios”, quienes se estacionaron en la esquina y esperaban cantando, a los brincos, una seña del cacique quien sobresalía, realzando su majestad por la majestuosidad de su gorro lleno de espejos, entre el balanceo de los diablos infatigables.
La noticia corrió como un reguero de pólvora; los changos salían desesperados “como balas” desde los ranchos cercanos, algunos montaban raudamente en sus bicicletas pues no querían perderse ningún detalle del “Encuentro”. Las mamas con la aflicción pintada en sus rostros se dirigían velózmente hacia el lugar del suceso con la aflicción de que algún ser querido pudiera sufrir alguna lesión. Avanzaban secando sus manos en los raídos delantales que las acompañaban en las tareas hogareñas.
Mientras “Los Bohemios” en un atronador retumbar de cajas cantaban:

Ay como nos duele el torso,
somos los Indios Bohemios,
de tanto andar en el corso
y de no sacarse el premio.

Pero que si al fin y al cabo
aquí estamos para cantar
y si sale algún centavo
nos volvemos a alegrar.

Somos los Indios Bohemios
y ya se vá el carnaval
ya se vá, hay, hay, hay.

Los curdas que a esa hora regresaban de la farra corrida, al observar la carretela tirada en el piso, colocada en la esquina, daban la imagen, en su balanceo de querer inclinarse sobre la calle, para acompañar el ritmo del canto y la danza de los comparseros; ¡pero nó!, se inclinaban por la influencia del alcohol y nó para dejar, ni rescatar monedas.
Esto no pudo ser percibido por “Los Pieles Rojas”, quienes creyendo que se trataba de lo primero, se retiraron mordidos por el microbio de la competencia y saltaron sobre el empedrado como si fueran indios auténticos; gritaban, vociferaban como pidiendo carne cruda para el Vermut. Pasado un rato se calmaron un poco y organizadamente comenzaron a acercarse a la esquina; donde, como correspondía los Caciques debían entrevistarse y lanzar sus cantos. Previamente hubo una consulta entre éstos y sus muchachos.
-¿Le damos de palos?- preguntó el Cacique.
-Nó- nó! gritaron guturalmente los Indios- y agregaron.
-Los venzamos por las propias armas, los venzamos cantando.

Dicho esto el cacique se adelantó unos pasos, hacia donde lo esperaba el otro. Los Indios, con su asentimiento largaron la primera estrofa.
Estarán bien empilchados
pero eso no es más que espuma,
si están en este estado
es porque subió la pluma
y digamos las cosas francas,
que somos los pieles rojas
y nó los pieles blancas.

A todo esto el otro Cacique se adelantó y dijo:

¿Dicen que subió la pluma?
¿Dónde subió y que tal es?

Su colega se adelantó intentando responder, pero el Cacique no se lo permitió y siguió diciendo:
Sus macanas nos abruman
quien va a subir es usted,
va a subir de una patada
y en el aire estará un mes.

El cacique contrario azorado, y rojo de rabia, quiso esbozar una contestación pero su boca se cerró bajo el puño del primero, que a su vez recibió un feroz puntapié. Los caciques se trenzaron como gallos de riña sin darse tregua y sus indios lo acompañaron hasta formar tal trifulca donde todos se obsequiaban palos mutuamente. A todo esto las viejas curiosas espantadas y a los alaridos, rameando a sus guaguas, mientras lejos, muy a lo lejos, la Policía Montada, venía a galope tendido haciendo tronar sus guardamontes y pitos, para intentar parar el encuentro.

TIEMPOS DIFÍCILES:

En lo que respecta al período 1944-1945, en lo atinente al carnaval algunos datos son desarrollados en el Tomo V de este trabajo. Confesamos que desde el punto de vista heurístico tuvimos grandes dificultades para acceder a documentación oficial sobre el tema.
En lo político recordamos que desde el 16 de Junio de 1943 y hasta el 4 de Julio del mismo año, la administración fue ejercida por el Comandante de la V División Coronel Roque Lanús. Será reemplazado por el comisionado nacional, Gral. José Morales Bustamante que desde el 4 de Julio de 1943 ejerce la Intervención Nacional en Salta hasta el 15 de Agosto de 1944 y desde esta fecha hasta el día 6 de Diciembre de 1945 ejerció la intervención un civil, el Dr. Arturo Secundino Faccio.
Período álgido en la vida nacional y por supuesto también en la provincial. Desde la Revolución de 1943 hasta el 17 de Octubre de 1945 mucha agua correría bajo el Puente de la Historia del País de los Argentinos.

EL CARNAVAL DE 1946

El año encontraba al pueblo de la nación albergando tremendas expectativas en lo político. El anterior había cobijado en su seno un hecho de tal magnitud (17 de Octubre de 1945) a partir del cual nada sería igual.
En Salta los hombres de la actividad política discernían sobre la incidencia de “el Juego de la Taba” en el pueblo.
En el plano internacional, “La segunda Guerra Mundial”, había concluido. Sus consecuencias se harán sentir por mucho tiempo, como por ejemplo, en la primera quincena de enero de 1946 el Comercio de Salta había instrumentado un paro total de actividades, que ya en el tercer día de su concreción había convertido a Salta en una ciudad prácticamente desierta.

HOMENAJE AL COCHERO:

Hay un personaje, un trabajador, que de ninguna manera podemos dejar de resaltar. El mismo que con la llegada de los primeros automóviles (1905), y mucho más en su apogeo, fue prácticamente marginado y discriminado. Es el mismo el que en todos estos años especialmente desde 1943 al 1945 ante la escasez de nafta (que llegó a obligar en algún momento a prohibir la circulación de automóviles en los corsos) fue el que salvó a estos desfiles populares con sus carromatos adornados con las mejores galas. Ese hombre que sentado en el pescante soportando los inclementes rayos del sol, bajo la amenaza de los chaparrones, desafiaba todos los días a la naturaleza. El que buscaba ganarse honradamente el diario sustento; y el que a pesar de sus tremendos esfuerzos, al igual que muchos otros trabajadores, nunca pudo ponerle freno a los aumentos exorbitantes del alimento, vestido, reparación de sus carruajes y la subsistencia de su animal.
El cochero se constituyó en una de las figuras más populares de la Sociedad Salteña de otros tiempos. Cuando su oficio había desaparecido en muchas ciudades del país, arrollado por el alud de los tractores y el brillo de la carrocería de los autos, aquí, en Salta se seguía marcando con prestancia la subsistencia de su mágica presencia. El que conoció todas las calles, sus personajes, y transportaba las mil y una noches con sus leyendas y narraciones; el preferido de los turistas que en sus vehículos contactaban en forma más directa con el sabor del acontecer popular.
El mismo que después de superadas las contingencias de la guerra comienza a preparar el camino a su desaparición y que en esta Historia del Carnaval de Salta debe tener el reconocimiento que merece uno de los principales artífices de la subsistencia de los corsos salteños.
Nos ponemos de pié porque estamos hablando de “El Auriga”, nuestro querido Cochero de Plaza.

CERRILLANO Y CARNAVALERO:

Casi siempre daban el puntapié inicial a las celebraciones de Momo. Organizados por la Cooperadora de la Escuela “Gobernador Manuel Solá” se llevaron a cabo hermosos corsos los días domingos 10 y 17 de febrero en la plaza “Serapio Gallegos”. Comenzaron a las horas 18,30 y una vez concluidos los corsos de flores se realizó un baile en el salón municipal, donde se procedió a elegir la reina del carnaval cerrillano. En honor a la verdad tenemos que decir que el corso del domingo 17 comenzó y se desarrolló en un marco de alegría pero de pronto se desató la lluvia. A pesar de que más de la mitad del corso se había desarrollado los cerrillanos, ni lerdos ni perezosos, lo consideraron no realizado y decidieron que el 20 de febrero debía efectuarse otro para recuperarlo, los carruajes pagaban dos pesos para ingresar y los jinetes cincuenta centavos. Los concurrentes al corso, peatones, pagaban veinte centavos.
Las celebraciones prosiguieron el Domingo 3 de marzo, el Lunes 4 y el Martes 5 en el mismo lugar y con los mismos horarios.

BASQUETBOLISTAS Y FUNCIONARIOS:

El día domingo 24 de Febrero de 1946 los salteños eligieron gobernador por lo que usted puede imaginar en que marco se vivenció el carnaval de este año.
Al momento en que se realizaron los corsos salteños del año 1946, ejerció el cargo de Interventor de la Provincia el Coronel Ángel W. Escalada, y lo hizo hasta el 14 de Mayo de 1946. Durante su administración las autoridades municipales, a través del Director de Control, Juan Salvador Sosa, expresó “no permitiré que se hagan corsos en esta ciudad; que cada cual se divierta como pueda, yo no me tomaré el trabajo para que la Federación se beneficie”, se expresaba así ante las autoridades de la Federación Salteña de Basquetboll, que había solicitado permiso para organizar los corsos.
Los delegados de la asociación, insistieron, destacando la conveniencia de hacer los corsos, que no solo beneficiaban a esta modesta entidad, y al comercio que había adquirido ya los artículos del carnaval, sino que también representaba una sana diversión para el pueblo. El Director de Control remarcó “todo eso está de más y entiéndalo bien, si el ministro me exige que haga los corsos antes, presentaré mi renuncia”.
Eran tiempos complejos y conflictivos. El día miércoles 27 de Febrero Salta comentaba azorada el lance caballeresco que se había concertado entre los doctores Santiago Fleming y Juan Carlos Cornejo Linares. El duelo se efectuó a sable, de filo contrafilo y punta, actuando de padrinos los señores Abel Arias Aranda y Elio Alderete por parte del doctor Fleming y los señores Arturo Torino (h) y Julio Díaz Villalba por parte del doctor Cornejo Linares. Ambos resultaron con heridas en el rostro y el cuerpo y se dio por finalizado el duelo dadas las condiciones en que había quedado uno de ellos.

Tan difíciles eran los momentos que toda orden inmediatamente recibía una contraorden, así el día Jueves 28 de Febrero, el Ministro de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública daba a conocer una resolución mediante la cual se autorizaba la realización de corsos en toda la provincia.
También se autorizó el uso de trajes de fantasía o de disfraces; pero se prohibió el uso de caretas y antifaces. Los integrantes de comparsas debían estar todos perfectamente identificados. Se prohibió la utilización de “tubos” lanza-perfumes, bolas de papel, bombitas boers y otros elementos como, el empleo de vejigas o varitas simples con plumeros. No se podía utilizar aparatos para lanzar serpentinas tampoco recoger papel picado del suelo; los bailes debían tener prohibida la propagación de cantos, discursos y danzas indecentes. Se prohibía viajar en estribos, guardabarros y paragolpes de los vehículos.
Los comerciantes de la zona céntrica presionaban a la intendencia municipal para que los corsos se concretaran, la comuna había dispuesto su nó realización pero así mismo había dado consentimiento para la instalación de carpas.
En un ambiente atrofiado, por los tiroteos, pedradas, gritos y amenazas de la política, se acentuaba lo dispuesto el año anterior (1945) cuando debido a la escasez de nafta y a la restricción de la energía eléctrica los corsos habían sufrido un duro golpe.
Si Ud. leyó con atención la argumentación y la metodología utilizada para anunciar que la municipalidad había dispuesto no realizar corsos en el año 1946, diremos que podemos coincidir, que viniendo de autoridades políticas éstas pueden ser consideradas como impolíticas, por lo tanto no nos puede sorprender que ante una homogénea actitud por parte de los comerciantes salteños y la prensa, ésta actitud fuera revista. Tanto que a último momento, en los primeros días de marzo se decidió la organización de corsos.

LOS CORSOS CAPITALINOS:

Se llevaron a cabo los días 2, 3, 4, 9 y 10 de marzo. El circuito elegido fue el de la Plaza 9 de Julio, el cual fue prestamente ornamentado e iluminado.
El carnaval de este año no tan solo tuvo un hermoso baile público-popular que se llevó a cabo en el Parque San Martín, sino que los carnavaleros también pudieron disfrutar de los bailes organizados por la Sociedad Sirio Libanesa, a través de las damas de la colectividad. Otro baile destacado fue el del Sporting Club, llamado “El Baile de Mamarrachos”, donde se divirtieron los asociados y la prestigiosa entidad del Parque San Martín. Como en años anteriores en el Club Virgilio García se volvió a organizar sus exitosos bailes de carnaval, mientras el Patronato Nacional de Ciegos volvía a reiterar, como en todos los carnavales, sobre los peligros que acosaban a la vista en corsos y bailes, donde personas inescrupulosas e irresponsables arrojaban papel picado y serpentinas recogidas del suelo los que en contacto con el polvo se convertían en vehículos de infección para los ojos.
El asunto es que habría corsos. Por lo tanto los niños, que lo consideraban su fiesta, preparaban sus disfraces y los jóvenes esperaban poder tejer sus romances entre perfumes de pomos y lazos de serpentinas, las comparsas esperaban la oportunidad para volver a ganar las calles. El ambiente volvería a tener el rumor de orquestas, el colorido de luces y la incógnita de disfraces y ojos ansiosos escudados en antifaces y máscaras. Las flores volverían a ganar el espacio intentando unir dos almas.
“Momo” había llegado y durante los tres días de su festejo, increíblemente, en un pueblo con una más que fuerte influencia católica se entregaba a la práctica de rituales paganos. Porque la fiesta del carnaval, siempre fue considerada la fiesta de todos, sin distinción de edad, ni clase social, capaz de albergar a los espíritus angustiados y a los corazones optimistas, el carnaval, en cierta manera es la fiesta del amor y la esperanza en un planeta embebido de odios y rencores.

LOS BAILES Y “EL MEJORAL”:

¿Se acuerdan del “Mejoral”? cuantas generaciones de argentinos consumieron el popular calmante. En el solar deportivo de Mitre y Necochea, se llevaron a cabo bailes bajo los auspicios de “Mejoral”, los cuales fueron amenizados por cuatro orquestas: “La Típica” de Mario Vallejos, cantando Roberto Miranda, “La Folklórica” que dirigía Juan Vallejos. Este baile fue un suceso donde se eligió a “Miss Carnaval”, y se llevaron a cabo concursos de tangos, fox-trox, wogie-bogie y vals.
Otro baile que hizo “roncha” fue el llevado a cabo en el “Colmado Sevilla” cuyas pistas de bailes tenían piso de mosaico y donde actuaba la Típica Martiniano con su cantor Oscar Beltrani y la Jazz Louis y su Crooner Julio de Jarvis, los bailes tenían un costo de entrada para damas de cincuenta centavos y caballeros un peso.
No se quedaba atrás El Luna Park Salteño que estaba ubicado en Necochea N° 735 y que amenizaba la fiesta bailable del carnaval con música grabada.
Ante el cúmulo de prohibiciones enunciadas por el ministro de gobierno y la municipalidad, circuló una sátira anónima:

DECRETO DEL CARNAVAL MARCIANO

Nos, por la gracia “de arriba”
ministros de este gobierno
con sede en la “choopería”
dictamos este decreto:

No se puede usar caretas,
El carnaval no es política
¿Podrán salir a la calle
los colaboracionistas?

Los changos -dice el ministro-
no seguirán las comparsas,
porque a esta fiesta señores
no hay que tomarla a la farsa.

Los que se tomen las manos
y sientan la vida grata
no deben bailar muy juntos
y menos sobre una pata.

Prohibido tomar cerveza,
aloja y otra bebida.
Porque el ministro a vetado
“el empleo de la vejiga”.

No se puede usar plumeros
“bomba boers”, agua caliente
lo que nunca utilizamos,
porque eso aquí no es “corrientes”

Ni bombas de olor, ni de aguas
usaréis, porque no hay gomas...
En cambio Usía permite
jugar con bombas atómicas.

Pues en este carnaval
hay que ser serio en amores
y no hay que atar un piolín
en el ramito de flores.

Hay que hacer del carnaval
un carnaval como en Marte
Pues los “marcianos” jamás
hánse mandado la parte.

La rosca de serpentina
al golpear hiere la cara
por eso yo recomiendo,
tirarla desenrollada.

No haya tango arrabalero
ni haya cantos indecentes
y hasta no queda muy bien
que el cantor muestre los dientes.

Ahora pueden ir al corso
tranquilamente los opas
porque se ha prohibido echar
papel picado a la boca.


Volviendo a la Capital, el carnaval fue celebrado por los sectores populares con mucho entusiasmo, colaboró con el ánimo festejante el espléndido clima, lo que permitió a los amantes del juego con agua, desarrollarlo plenamente. En los bailes de la ciudad se pudieron observar las caravanas de muchachos con sus baldes repletos de agua y numerosos camiones con jóvenes que recorrían las calles.
Por la noche el corso se vio muy concurrido y en todas sus jornadas se jugó animadamente con pomos y papel picado.
La aristocracia salteña, como siempre se divirtió a lo grande en las instalaciones del Club 20 de Febrero donde se llevó a cabo, “El Baile de Los Solteros” y en el transcurso del cual resultó elegida reina la señorita Amalia Lona Albretch, a la cual el poeta César Luzzato le dedicó el siguiente poema:

A LA REINA DEL BAILE DE LOS SOLTEROS

Y reunidos una noche,
con acento de reproche,
los luceros,
convinieron que la esfera
azul, más hermosa fuera,
si certeros,
eligieran con presteza
una reina de belleza
singular;
y cuidando su fortuna
resolvieron a la luna
proclamar;
Soberana de la altura,
perla de luz y ternura
lirio azul.

Y de luceros rodeada,
mágicamente velada
por su tul;
esa reina de la noche
hace en el cielo derroche
de esplendor;
los solteros en su fiesta,
esa inquietud manifiesta
la tuvieron;
y por eso niña hermosa,
reina como lo es; la rosa;
te eligieron;
Es verdad que los solteros
no tienen de los luceros
más que su gran soledad,
pero en cambio, tú, a la luna.
Oh, reina, sin duda alguna
la superas en beldad.

LA MURGA DEL PROFESOR:

Como un recuerdo del carnaval de 1946 traemos a la memoria una de las murgas que vistieron de colorido las calles de Salta, y que con sus bandas y cantos llenaron el ambiente de espíritu de diversión. La murga fue bautizada “La Murga del Profesor Ventajita” y estaba integrada por Alfredo Molina, Luis G. Cancino “La Viuda Alegre”, Francisco Moisés Rossi “Sisebuta”, Nestor Vera “Don Fulguencio”, Francisco Farfán “Pobre Diablo”, Alberto Agüero “Ñato Crostas”, Alejandro Cañizares “Sancho Pobre”, Fausto Ochoa “Pomidoro”, Francisco Luis Hoyos “la Toro Mocho”, Donato López “Carpancha”, Trinidad Patricios “Don Nicola”, José Bellido “Popeye” y Miguel Guzmán “Busca Sencillo”.
Carnaval que tuvo sus dos últimos días de corsos el sábado 9 y domingo 10 de marzo. Corsos que reiteramos, fueron organizados a última hora por la municipalidad, y que para tener esa característica, estuvieron bastante lindos.
El carnaval daba lugar a expresiones como esta:

SALPICÓN CARNAVALERO

Fijate como maniobran
esos guarangos que saltan,
y a las mujeres les faltan
y a los maridos los sobran.
Disfrutan haciendo mal
a las personas discretas.
¿Quién diablos son?
son caretas,
caretas del carnaval.

Tiene Tomás Garramuño
los puños tan formidables
que el día que está intratable
a todos mete en un puño,
y como frente a don Tomás
no hay una faz que resista,
es el suyo, ¡Dios me asista!
más que un puño un antifaz.

Van al corso Juan y Marta
viste ella de bataclan,
mientras luce el pobre Juan
unas narices de a cuarta
y ocurre de sopetón
que ella se pasa al camión
de unos tonys infelices,
mientras Juan se queda con
una cuarta de narices.

Los hijos de José Paz,
jugador afortunado,
disfrazarse han proyectado,
más carecen de disfráz.
¡Y cómo! ¿Paz no les dió
para disfrazarse?
nó.
No lo creí tan tirano,
pues, con fichas en la mano,
hace fácil dominó.
Alberto Pidemunt.

EL INTERIOR Y SUS FESTEJOS:

En Pichanal, el carnaval se festejó con escaso brillo y se limitó a un gran baile que se llevó a cabo en la confitería Bristol.

En Rosario de Lerma, se concretaron los corsos organizados este año por El Centro de Ex Alumnos de la escuela “Dr. Francisco de Gurruchaga”, que tomaron la iniciativa con la finalidad de conseguir fondos para construir el mástil de la escuela.
Las celebraciones quedaron para el recuerdo. El hermoso corso se llevó a cabo en la calle principal, frente al hotel Colón.
En Vaqueros don Teófilo Reyes que estaba a cargo de la comuna decidió prohibir todos los bailes de carnaval; se le armó tal trifulca y fueron tantas las presiones que debió revocar esa medida.
En Campo Santo, el carnaval estuvo muy triste, quizás, haciendo honor a su nombre. Le echaban la culpa al Interventor Municipal, al parecer era poco amigo de la diversión además de contradictorio, pues al no haber corsos, había dado autorización para que se realizara un baile el domingo 10 de marzo, pero de improviso resolvió cambiar de opinión y suspendió todo tipo de reunión bailable, es decir que el Dios Momo no tuvo cabida en estos pagos.
En Angastaco, la juventud agasajó al Dios Momo mediante un paseo campestre y donde participaron entre otros los integrantes de las familias Arzelan, Miralpeix, Cayo Grau, Díaz, Chalup, Agüero, Rivero, Carrón. Luego del almuerzo, en un marco de gran alegría se organizó un baile que se prolongó hasta avanzadas horas de la tarde.
La crisis económica, los vericuetos de la política y las permanentes prohibiciones que la municipalidad y otros estamentos del poder daban a conocer dio lugar a que los salteños expresaran esa situación y esbozaran una sonrisa a través de:

AL RONQUIDO DE LA PAVA

Considere, señor jefe,
que el oficio a veces hincha
y si nos priva el matear
tendremos que hondear ulinchas.

Y esta medida es igual
-lo digo de buena fé-
que quitarle a los empleados
la tacita de café.

Además, tenga por cierto
que en este pago aburrido,
más fácil es tomar mate
que verlo al “Mate Cocido”.

Puede prohibirnos Usía
el comernos un agente
pero es una alevosía
vetar el trago caliente.

El “morado” al hombre pierde
pero el mate solo alegra,
¿Porque jefe, sólo al verde
lo pone en la lista negra?.

El ministro nos prohibe
tirar las bombas cantando
y la gente dirá ahora
que Ud. nos está bombeando.

El gobierno hecho una tromba
la tradición apolilla:
uno prohibe tirar bombas
y otro chupar la bombilla.

Y si en este tren seguimos
-aunque es un caso distinto-
tendremos que chupar medias...
medias vasijas de tinto.

Nadie aquí tiene la culpa,
no es envidia ni dislate:
Que a unos les sobre yerba
y a otros les falte mate.

Al final, pues no queremos
decir ningún disparate:
¿Con qué quiere que pensemos
si nos prohibe usar el mate?

En lo policial las cosas no pasaron a mayores. Fue un carnaval tranquilo, circunscripto a algunos altercados entre quienes después de jugar con papel picado, pomos y de empinar de más el codo, resolvieron afiliarse en el gremio de los “HORNEADORES”, que son aquellos que en seguida levantan presión y entran a repartir bollos y tortas a diestra y siniestra. No faltaron quienes detenidos por andar haciendo “eses” en la vía pública, le echaron la culpa al carnaval.
“Momo” había llegado con sus árganas repletas de sueños y de esperanzas a poner una sonrisa sobre el dolor cotidiano de los mortales vivos, luciendo sus disfraces multicolores y la incógnita de sus antifaces. Anduvo sembrando las calles de papel picado, perfumando la ciudad con sus pomos y sus flores.
Y se marchó con la cara mojada, el disfraz raído y el cuerpo cansado. El otoño le tendió una alfombra de hojas amarillas, por la cual momo se marchó dejando en los oídos del paisanaje el bullicio ensordecedor con el que matizó sus preocupaciones.
Los corsos de la capital fueron muy concurridos, haciendo la aclaración que era necesario un más decidido apoyo oficial para éstos, que este año quedaron en manos del entusiasmo y la iniciativa popular.
También quedará en el recuerdo la carpa de Jaime Capó y los bailes populares del Parque San Martín.

A RÍO REVUELTO GANANCIA DE PESCADOR:

Para despedir al año 1946, creemos necesario recordar en un justiciero homenaje a una entidad deportiva nacida justamente en ese año; nos referimos al “CLUB DE PESCA SALTA”, fundado el 18 de Junio de ese año, que en actividad deportiva viene a representar el primer club dedicado a la práctica de la pesca deportiva en nuestra provincia.
El acta de fundación dice que nació en el local de la Asociación de Obreros Cristianos, ubicada en la calle Urquiza N° 539, y muy pronto sus dirigentes alquilaron el local para su primera sede social que estuvo en calle Lerma N° 1.
En 1996, esta entidad cumplió sus hermosos primeros Cincuenta Años de vida. En tal feliz circunstancia recordamos a los integrantes de esa primera comisión directiva:
Presidente: Marcelino Benavente.
Vicepresidente: Ángel Spaventa.
Secretario: Mario Di Primo.
Pro-Secretario: Víctor Fernández
Tesorero: Luis Castellani
Pro-Tesorero: Juan Venasar
Vocales: Eduardo Sachetti
Antonio Castellani
Narciso Aguirre
Felix Pernac.

Revisora de Cuentas:
Felix Cardozo
Juan Caro
Luis Bun

De Estatutos:
Marcos Gutiérrez
Adolfo Albornoz

Estos fueron sus fundadores, los que estuvieron rodeados de una gran cantidad de socios, simpatizantes y adherentes; justamente la memoria, el afecto, el reconocimiento nos obliga a recordar a algunos de los primeros socios de esta importante institución, que la memoria se convierta entonces en el vehículo que nos traiga el nombre de:
Eriberto Duran
Alfio Gangi
Eduardo Ibañez
Albino Arias
Nicolás Montoya
Bernardo Vázquez
Antonio Alvarez
Gregorio Pintado
Humberto Postigo
Armando Marcial

Hasta el año de las Bodas de Oro los destinos del “Club de Pesca Salta” fueron regidos por treinta y seis comisiones directivas. Hacia 1998 su sede social, local propio, estaba ubicada en Aniceto Latorre N° 285, desarrolla sus actividades este grupo de soñadores y dirigentes del deporte presididos por Miguel Ángel Duran.


EL CARNAVAL DE 1947

LOS QUE TRABAJARON PARA LA ORGANIZACIÓN DE CORSOS:

La gente por estos tiempos amenizaba sus días leyendo las aventuras de “El Otro yo del Dr. Merengue” que solía publicarse en las principales revistas y diarios de entonces. Fue un personaje creado por un gran humorista: Divito.
En la última semana de enero de 1947, mediante resolución del departamento ejecutivo municipal se designa a las personas que integrarían la comisión organizadora de los corsos, estos fueron: el Director General de Control Sr. Salvador R. Sosa; representante del diario “El Intransigente”, Sr. Juan Arturo Jull; por el diario “La Provincia”, Cesar Abreú Brizuela; por el diario “Norte” el querido amigo y poeta Cesar Fermín Perdiguero; por la emisora oficial L.V.9, Dr. Armando Caro y por Y. P. F. el Sr. R. Gallo, quienes trabajaron con mucho ahínco intentando recuperar el brillo de los corsos de antaño.
En la primera reunión, se distribuyeron los cargos. La presidencia fue para Salvador Sosa; como secretario fue designado Nestor Gutiérrez; Tesorero, Juan Carlos Martínez Saravia; vocales, Ingeniero Ricardo Sosa, Dr. Armando Caro, Cesar Abreú Brizuela, Juan Arturo Jull y Cesar Perdiguero.
La Subcomisión de Propaganda la integró Jull, Brizuela y Perdiguero; la de Hacienda: Sosa, Martínez Saravia y la de Ornato: Caro, Brizuela y Sosa.
El día jueves 30 de enero, los integrantes de la comisión entrevistaron al gobernador de la provincia que era Don Lucio Alfredo Cornejo (1902-1962) quien gobernó Salta desde el 14 de Mayo de 1946 hasta el 1° de Mayo de 1949, y tuvo como Vicegobernador a Roberto San Millán. El cargo de Ministro de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública fue ejercido por José Solá Torino y Julio Díaz Villalba. Su Ministro de Hacienda, Obras Públicas y Fomento fue el ingeniero Juan W. Dates. Jefes de Policía fueron Julián Santos Huidobro y Hugo Cano. El cargo de intendente municipal fue ejercido por Arturo Torino.
Los trabajos de iluminación de la Plaza 9 de Julio, circuito de los corsos, fueron adjudicados a Salvador Chirimonti, en razón de ser su presupuesto el más bajo de los presentados. Los mismos aprestos se llevaron a cabo en Embarcación, donde los vecinos solicitaban que este año se organizaran corsos.

EL CIRCUITO DE LA PLAZA Y UN RESUCITADO:

Para los corsos de la Plaza 9 de Julio los días de desfile fueron 15, 16, 17, 18, 21 y 23 de febrero. Comenzaban a horas 21,30 y culminaban a las horas 1,30.
“1947, imprevistamente será el año en que resucite el querido y popular corso de calle La Florida, donde los días 16, 18, 20 y 23 se concretó el regreso del carnaval a esta querida calle salteña”.
Los premios instituidos para este año fueron:
CARROZAS:
1° Premio: $ 500
2° Premio: $ 300
3° Premio: $ 200
4° Premio: $ 100
5° Premio: $ 50
COMPARSAS INSTRUMENTALES:

1° Premio: $ 300
2° Premio: $ 150
3° Premio: $ 150

COMPARSAS:
1° Premio: $ 200
2° Premio: $ 100
3° Premio: $ 50

PREMIOS INDIVIDUALES:

1° Premio: $ 100
2° Premio: $ 50
3° Premio: dos de $ 25
4° Premio: cuatro de $ 20
5° Premio: cinco de $ 10

En el año 1947, si Ud. quería ocupar un palco tenía que pagar nueve pesos por la temporada o dos pesos por noche.

¡SE TERMINARON LAS PROHIBICIONES!

Los tiempos políticos habían cambiado y estaban transformando al país.
Por lo pronto diremos que la policía permitió el uso de pomos y papel picado, flores, serpentinas y micalina. El juego con agua era permitido de 14 a 18 horas. No se prohibió el uso de caretas y se permitió la instalación de locales bailables, entre ellos sobresalió el “Tango Club”, que estaba ubicado en la calle Balcarce N° 448, donde actuaron “Los Caballeros del Swing”, Los Hermanos Tarantini con Nelly Díaz. Otro baile destacado fue “El Palacio del Baile”, ubicado en Alberdi 714, donde actuó Enrique Forti y su orquesta típica donde cantaba Carlos Varela.

LOS COSTOS DE LA DIVERSIÓN:

Para festejar el carnaval de 1947, el comercio de plaza ofreció un gran surtido de elementos como ser: micalina, la bolsita mediana costaba veinte centavos y la grande cincuenta centavos.
Sombreritos de Fantasía: diez centavos.
Castañuelas: el par, dos pesos con cuarenta.
Cornetas: cada una, cinco centavos.
Asusta suegras: diez centavos.
Pitos de lata: diez centavos.
Caretas: desde diez centavos hasta tres pesos con cincuenta.
Guirnaldas y Gallardetes: la docena cuatro pesos.
Faroles y Campanas (adornos): cuarenta centavos.
Antifaces de cartón: cinco centavos.

LOS PAGOS DEL INTERIOR DIJERON PRESENTE:

En Campo Quijano, se realizaron corsos los días 16, 17, 18, 22 y 23 de Febrero. El circuito donde se llevaron a cabo fue la Avenida 9 de Julio, desde el paso nivel de la estación ferroviaria hasta la esquina de la calle Buenos Aires. Las subcomisiones de trabajo fueron integradas por representantes de centros deportivos, culturales y representantes de diarios.
Por supuesto no faltaron los bailes, entre los que se destacó el de la elección de la reina, y donde resultó elegida por mayoría la señorita Lola Rodríguez, quien fue coronada por la presidenta de la comisión de fiestas, señorita Lucy Romero, que le impuso la banda y le hizo entrega de un hermoso ramo de flores.
Se recordarán también a través de la memoria los tylburis y disfraces que recorrían los corsos de Campo Quijano.
En Rosario de Lerma, este año se desarrollaron corsos y bailes. Los mismos fueron realizados por la comisión organizadora de los corsos de flores; que instituyó hermosos premios donados por la sucursal de Amado Daruich, Alberto Alvarez, Pastor Ahuerma, Rosa Velarde, José Gómez y P. Alderete. Los bailes se llevaron a cabo en la sede social del Club Juventud Unida y fueron amenizados por tres orquestas, también se utilizó el salón municipal.
El corso tuvo como circuito la calle 9 de Julio.
Los carnavaleros, que concurrían a las carpas y bailes que se llevaron a cabo en el Valle de Lerma, eran transportados por la empresa de ómnibus, “Transporte Automotor del Norte Argentino”, cuyos servicios eran reforzados.
Los corsos de Rosario de Lerma, comenzaban a las 19 horas y este año, como pocos, los festejos en honor al Dios Momo alcanzaron total lucimiento y se caracterizaron por el entusiasmo y la alegría de los participantes. Una multitud pudo disfrutar de cinco jornadas de corsos.
Quedarán para el recuerdo estos corsos que se concretaron los días 16, 17, 18, 19 y 23 de febrero y gracias al apoyo del pueblo, pero en especial a su comisión organizadora que estaba integrada por las señoras: Adelina de Rivero, Felina Cinco, Rosa de Velarde y Sara Requis y los señores: Cesar Boeri, Francisco Gómez, Alberto Alvarez, Gregorio Zuleta, Nestor Ahuerma, Carlos F. Cabirol, José Elías, Oberdan Lamónaca, Oscar Capalvi, Nazario Alderete, Roberto Tanus.
En Cerrillos, los corsos de flores, se llevaron a cabo en la calle principal y su primera jornada correspondió al domingo 16 de febrero. Comenzaban a horas 19 y culminaban a horas 22.
En Orán, el carnaval fue celebrado con grandes festejos. Para ello se había constituido una comisión que era presidida por Pedro Moreno, se designó Vicepresidente a Rafael Rebollo; Secretario, Carín Abdala y Vocales: Felipe Silva, Dr. Julio Tula, David Toranzo, Roberto Terrones, Hernán Cortez, Mafutd Nallar, Federico Fretes, Gines Ballesteros, José Yazlle, Ricardo Marsilli, Pedro Codutti, quienes trabajaron con mucho énfasis. Se concretaron corsos en las calles Carlos Pellegrini, entre Alberdi y General Güemes, circuito apropiadamente ornamentado. El comercio colaboró en gran forma y se premiaron a carrozas, máscaras y trajes de fantasías.
Se destacó el baile social del “Club Argentino”. Los corsos estuvieron lucidos y entusiastas. El presidente de la comisión Don Pedro Moreno, con gran satisfacción entregó el primer premio a la carroza “Los Marineros” integrada por las señoritas Magdalena Garzón, Haydeé Carrizo, Adriana Ciriaco, María y Carmen Albarracín y un grupo de jóvenes que pusieron el broche de oro y alegría a estos corsos.

EN LA CAPITAL PAPI ELIGIÓ LA REINA:

Los corsos mayores estuvieron acompañados por un hermoso desfile de disfraces infantiles, con una gran cantidad de participantes.
Ud. se preguntará cuanto costaba un pomo, elemento imprescindible para los festejos del carnaval, la docena costaba cuatro pesos con noventa y cinco centavos, un lanza-perfume grande, un peso con setenta y cinco, lanza-perfume gigante, tres pesos.
La Sociedad Española y la Sociedad Italiana, no estuvieron ausentes con sus bailes y presentaban los mismos números artísticos: en típica a Humberto Maldonado (Maldo), en versos Alfredo del Valle, en Jazz, Los Dados Grises con su crooner Julio de Jarvis, la típica de Mario Vallejos con su ritmo de bailables y los versos de Pedro Cané y también presentaban a Alfredo Servidio y su diabólico jazz.
Todos estos fueron los condimentos del carnaval de 1947. Momo sabía que en esta ciudad siempre encontrará la puerta abierta. Solo bastaba que presentara su cara plateada, la carcajada a flor de labios como riéndose del amor y de la vida. Porque el carnaval, fiesta pagana en su esencia, en el noroeste del País de los Argentinos unió a su tradición un “rito” indígena con sabor a tragedia. Ese mismo carnaval que los primitivos cristianos llamaron “La fiesta de la carne”. El que llegaba sin pasaporte alguno y durante tres días gobernaba el ánimo del paisanaje. El que permitió que las comparsas ganaran las calles con el brillo de sus vestimentas y espejuelos asistiendo a una multitud de changos, muchos de los cuales solo llegaron a conocer la ciudad siguiendo a una comparsa, aún a riesgo de que al regresar a la casa tuviera que soportar un vendaval de azotes.
Carnaval que permitió que el corso de la Florida volviera a manifestarse, este año el circuito correspondió desde San Martín a Tucumán, y como corso de flores se llevaba a cabo de 16 a 21,30 horas, en que comenzaba el de la Plaza 9 de Julio para que los salteños pudieran apreciar el esplendor de carrozas y máscaras, que durante cuatro años habían sido prohibidas.
La comisión encargada de elegir la reina del carnaval estuvo presidida por Salvador Sosa. El Dr. Alberto Austerlitz, Presidente de los Amigos del Arte; José León Lo Guidice, Director de L.V.9. Jorge Amado, Secretario de la Municipalidad y el Escultor Dagoberto Papi.
Los bailes carnavaleros, se llevaron a cabo en las instalaciones de el Sporting Club, los salones de la Sociedad Sirio Libanesa, Club Gimnasia y Tiro. Lo llamativo fue el baile organizado por el “Círculo Riverplatense” de esta ciudad, que el sábado 15 de febrero, organizó un baile en su sede de calle Balcarce 1.419, baile de fantasía que estuvo muy animado. El mismo día el Club Social Cultural y Deportivo Virgilio García, organizó el primero de sus cinco bailes de carnaval.

LOS BAILES DEL CARNAVAL:

La Municipalidad de la Capital de Salta, de común acuerdo con el Jefe de Policía resolvió autorizar el funcionamiento de los bailes públicos desde horas 22 hasta las 5 de la madrugada, solamente las parrilladas fueron autorizadas a funcionar hasta las seis. Como dato ilustrativo, diremos que en nuestra ciudad funcionaron veintidós locales bailables en distintos barrios, los que estaban bajo el control de las siguientes seccionales:
Seccional Primera: “Club Gimnasia y Tiro”; Santiago Jerónimo, en Catamarca 1180; “La Cabaña” en Mariano Boedo y San Martín; Sociedad Sirio Libanesa, San Martín 681; Tomasa de Dorado, en Santa Fe e Independencia; Florencio Alonso, en Buenos Aires 1033; Salta Club, en Aberdi 718; Sociedad Italiana, en Zuviría 380; “La Talita”, en Zabala esquina Santa Fe; “Sporting Club”; “Esperanza T. de Aráoz”, en Santa Fe esquina Independencia.
Seccional Segunda: Belgrano 1438; Capó y Martínez, en Lamadrid 47; “La Mika”, Pellegrini 562; Carpa de Pellegrini y Coronel Vidt, Florida esquina Pasaje Castellanos y el de la Sociedad Española.
Seccional Tercera: tenía bajo su control tres bailes públicos que se llevaron a cabo en Centros Peronistas. Estos veintidós bailes públicos fueron exitosos y se desarrollaron en paz, con sana alegría. A esta altura de la Historia del Carnaval, se podía notar un desplazamiento de los festejos a los pueblos de la campaña, donde se festejaba a Momo con mayor libertad y entusiasmo; prueba de ello era la cantidad de carpas que se levantaban por doquier. En ese contexto el corso capitalino quedaba como una pálida muestra de lo que fueron las fiestas en otras épocas de esplendor; más aún, lentamente iban adquiriendo el perfil de un gran espectáculo para los chicos.

ARMAMENTO CARNAVALERO:

El carnaval de 1947, se desarrolló en un marco de gran fervor popular que se expresó en el juego con agua en los barrios, en los bailes vecinales y familiares, donde el uso del pomo, lanza-perfume, serpentina, papel picado le daba un contexto y el colorido propio de los grandes acontecimientos carnavalescos y donde no faltaban por supuesto caretas, antifaces, cornetas, gorros de papel, sombreritos miniaturas que ante el sonido estridente de pitos, matracas y cascabeles, conformaban un marco multicolor que desde temprano y con mucho entusiasmo mujeres y hombres habían obtenido al preparar sus jornadas de bailes con faroles chinescos, guirnaldas de papel y donde los chicos también participaban activamente con sus pistolitas lanza-agua y sus atuendos cargados de lentejuelas. Bailes que normalmente concluían con algunos “curdelas” que con las primeras luces del día emprendían un regreso quién sabe adonde, sin saber si iban o venían. Cuando el silencio ganaba el espacio que horas antes era puro bullicio el piso se encontraba convertido en un inmenso mosaico multicolor por las serpentinas y el papel picado y como testimonio de la jornada vivida, sobre una mesa quedaba un parafáz de celuloide, que había servido de protector de la vista contra el papel picado y el talco.
Los salteños capitalinos, no quedaron disconformes con sus corsos, que se llevaron a cabo en la Plaza 9 de Julio y que empezaban a las 9,30 de la noche y se prolongaban hasta las 1,30 de la madrugada. Para su satisfacción al menos se había intentado resucitar el corso de la calle La Florida, que ya nunca volvería a tener el brillo de los años anteriores. Las abundantes lluvias que acosaban los días del carnaval en cierta manera le restaron brillo a los tradicionales corsos, y por este motivo dos de sus jornadas debieron ser suspendidas.
Dicen los ancianos, que del carnaval saben mucho, que Momo, solamente se siente satisfecho cuando se lleva a alguien, en ese sentido la cuota estaba cumplida porque en la carpa de Eustaquio López, en los pagos de Amblayo, el martes 18 de febrero, Clemente Campero de 28 años de edad debido a un encontronazo con Ciriaco Tapia, recibió un tiro que le causó la muerte.

“QUIÉN ME QUITA LO BAILAO”:

Los changos y los no tanto, que como todos los años alborotaban sus corazones con los preparativos y sus participaciones en las fiestas carnestolendas; el febril trabajo de los murgueros que no tan solo ponían a la consideración su capacidad creativa sinó también la honra de los barrios representados; los comparseros que dejaban muchas horas de sueños, preparando sus frenteras y previendo hasta los detalles más insignificantes donde no dejaba de contemplarse la posibilidad de algún encuentro; los organizadores de bailes y los músicos que andaban meta trazar cruces de cenizas en los patios para que no llueva y poder concretar así sus bailes, donde los paisanos se sacaban el gusto. La alegría del regreso de los corsos de la calle La Florida, a los cuales podremos, por unos pocos años más, contactarlos, pues no tardarán de desaparecer.
Entre los bailes, también destacamos el que se realizaba en la Pellegrini y Coronel Vidt, el baile “Quilmes”, que era amenizado por la orquesta de Ignacio Gramajo que había venido desde Tucumán. Quedará la imagen de algún carnavalero regresando desde alguna carpa, con su “acuyico” compañero, por estos tiempos era famosa la coca “carnavalito”, traída desde Bolivia, fraccionada y seleccionada que se vendía en paquetitos de diez y veinte gramos. La lluvia que malogró varias jornadas de corsos, y, vaya contradicción, también varias jornadas del juego con agua. También quedará para el recuerdo el ingenio popular, o porque nó la “chicana” política, como por ejemplo, este:

SALPICÓN

No hemos visto en carnaval
al político sotreta,
al comerciante vampiro
que cobra más de la cuenta,
a aquel que quiere exportar
lo que aquí más escasea
al industrial que produce
y el solito se aprovecha,
al que hace faltar jabón,
aceite, pan y manteca,
al que lo que compra dos
lo vende luego a cuarenta
al pulpo acaparador,
al caudillo sinvergüenza
al apóstol renegado
y al mentiroso profeta...
En fin que caretas hubo,
pero faltaron “CARETAS”

Por el desarme se trenzan
y se insultan con pasión
¿De qué desarme nos hablan,
si arman tanta discusión?

Hay quien busca recompensa
de su buen trabajo a costa,
y donde menos se piensa
salta... la voraz langosta.

Pretende Chile el tratado
modificar otra vez,
lo cual a nadie ha extrañado,
puesto que no hay dos sin tres.

La tercera es la vencida,
sostiene un refrán también,
si se calma la medida,
veremos quién vence a quien.

Los molinos otra vez
andan por la huelga mal.
¿O habrá de pan escasez?
posiblemente, aunque ésta es
harina de otro costal.

¿No hay jabón porque en verdad
está faltando el producto
o porque, aunque hagan jabón,
nos están jugando sucio?

EL INCENDIO Y LOS ENCUENTROS DE COMPARSAS:

El carnaval se iba, pero por mucho tiempo, los salteños recordarían ese gran incendio que se produjo en la noche del miércoles 26 de febrero en el negocio de “Colmegña Hnos.”, que estaba ubicado en calle San Martín N° 765, y que había puesto en serio riesgo a todas las familias que habitaban la manzana comprendida entre las calles San Martín, Ituzaingó, Florida y Mendoza; y para la Historia de Salta y sus comparsas nadie se olvidaría que 1947 fue “EL AÑO DE LOS TRES ENCUENTROS DE COMPARSAS”.

El primero se produjo el lunes 17 de febrero a las nueve de la noche en las esquinas de las calles Balcarce y Boulevard Belgrano, es decir a la vuelta del circuito de los corsos; tal vez nunca sepamos el nombre de las comparsas, porque hasta esa habilidad tuvieron, no solo de enfrentarse y pelear frente a la Central de Policía, sino la de no comprometer a la agrupación, para que no sea descalificada de los corsos, ocultando sus nombres. El asunto es que se toparon mano a mano y sin cantos protocolares entraron a meterse palos, provocando un tremendo desorden, en el cual no faltaron las tortas y los bollos. Después de un rato, intervino la policía que “invitó” a algunos indios comparseros a “descansar” un momento en el local de la Central de Policía; logrando después de algunas idas y venidas, que los caciques hicieran “las paces” largándolos a todos; tal vez simplemente porque las fuerzas del orden, entendían por aquellos tiempos que estos encuentros, formaban parte de las reglas del juego, por lo tanto, si las cosas no pasaban a mayores, las sanciones no eran muy severas.

El segundo encuentro tuvo lugar dentro de la jurisdicción de la seccional tercera de policía y en este si tenemos nombres de comparsas y comparseros.
Esto ocurrió el domingo 23 de febrero, diremos que prácticamente pisándole el poncho al final del carnaval. En horas de la tarde, se toparon dos comparsas que se andaban “teniendo ganas” desde hacia bastante tiempo, y una de ellas era la comparsa “Los Cumbranos”, que había salido a “chirolear”; se encontraba bailando y cantando frente a la cantina ubicada en Mitre y O’Higgins, cuando de golpe y porrazo se les apareció la comparsa “Los Indios Chamoles”, que pretendieron tomar cautiva a la comparsa adversaria. Ante tan audaz pretensión, es de imaginarse, de ninguna manera podía solicitarse que se respetaran los códigos de vieja usanza para los encuentros, y sin más trámite se armó el malón. Entre el estridente sonar de los pitos, cantos salvajes y el revolear de látigos y hachas se lanzaron todos a la carga, sin que faltara algún espectador que también se las agarrara a pedradas contra los combatientes, trenzados a puñetazos y garrotazos.
En un principio intervino la Policía Federal, que debió utilizar la máxima energía para poder separar a los enceguecidos rivales, hasta que llegó el personal policial de la seccional tercera, que logró aplacar los ánimos. Del parte de guerra pudo saberse que del combate quedaron los siguientes heridos: Crespín Aban, herido en el cuero cabelludo y hospitalizado; Andrés Cejas, con herida leve en el labio; Juan Carlos Farfán, con herida cortante en el rostro y golpe de carácter reservado en el ojo lado derecho. No tenga dudas que un montón de comparseros que no cayeron presos estarían en sus casas colocándose papa con sal sobre sus hematomas y narrando con mucha exageración, los detalles de este encuentro de comparsas, que vistos en el tiempo, siguen acrecentando la imaginación de tanta gente.
Con respecto al primer encuentro, en entrevista personal con José Servando Herrera, que integraba la comparsa “Los Cumbranos”, nos dijo que “...el mismo se desarrolló en el lugar citado y el enfrentamiento correspondía también a la comparsa “Los Cumbranos” pero en esta oportunidad con la comparsa representante del barrio “El Matadero”, cuyo cacique era José Argañaráz, conocido como “El Opa Gallo”...”. Los Cumbranos se encontraban en la calle Belgrano, frente a la plaza del mismo nombre, por esos tiempos el Boulevard solía tener una platabanda en su centro. Muchos de los comparseros estaban “desparramados” entre los canteros de la plaza y los bordes de esa platabanda. El Cacique de los Cumbranos, era Cándido Mendoza, conocido como el “Coto Silvano” que tenía como cacique ayudante al “Negrito Puca”.
El ataque fue totalmente por sorpresa, lo que los comparseros de entonces podían llamar una “traición”, pues no se habían respetado los códigos elementales para estas circunstancias. En las penumbras, sorprendidos, desorganizados, fácil es prever que la mejor parte le correspondió a los seguidores del “Opa Gallo”. (aclaramos que las versiones respecto al día del encuentro varían. Unos dicen que fue el día citado anteriormente y otros afirman que en realidad ocurrió el martes de carnaval), los Cumbranos golpeados y tremendamente enojados, se juramentaron venganza. Difícil les resultaba aceptar que uno de sus gorros mayores (el correspondiente a Gregorio Alvarez, “el Bigote” que vivía en la Necochea y Bolivar, había caído cautivo de la comparsa adversaria). Un gorro mayor en estos encuentros era considerado un trofeo de guerra, por eso cuando se preveía la posibilidad de un encuentro, los comparseros buscaban en las casas vecinas albergar a los niños y guardar sus gorros, pero aquí la sorpresa había impedido todo tipo de previsión.
El tercer encuentro. La revancha no tardó en llegar, el día domingo 23 de febrero la comparsa del barrio El Matadero asistió al desfile del corso de la calle la Florida, cuyo circuito iba desde San Martín a Tucumán, justamente al llegar al final los estaban esperando los Cumbranos. En todos los alrededores de la Iglesia de los Padres Carmelitas, ubicada en las calles Tucumán y Florida, fue el territorio donde la comparsa del “Opa Gallo” fue apaleada de lo lindo.

EL CARNAVAL DE 1948

ELECCIONES Y QUEJAS:

Este año también tenía sus motivos para politizar de alguna manera, al carnaval. El viernes 9 de enero de 1948, mediante decreto del Poder Ejecutivo se convocaba para el día domingo 7 de marzo a elecciones para la renovación parcial de ambas cámaras legislativas. En la primera semana de enero Salta ardía de indignación reclamando por el servicio de colectivos. Se quejaban de que a determinadas horas del día eran escasos y se convertían en latas de sardinas, que llegaban cuando se les daba las ganas, tocaban bocinazos atronadores, que sus conductores se largaban a todo escape cuando se creían a cubierto de la vigilancia policial y municipal buscando provocar el accidente diario. Se los acusaba de atentar la dignidad, el buen olfato y la salud de los pasajeros a través de la indecorosa y antihigiénica vestimenta de los guardas, a los cuales se los consideraba desgreñados, desarrapados, sucios y malolientes. Se solicitaba a las empresas que se los proveyera de uniformes adecuados, nó para que lucieran, “como modelos de pasarela” pero sí de una manera decente y que se les exigiera que se bañen y se peinen. ¿Venía dura la mano no?
Otra queja famosa estaba relacionada con los famosos toldos que habían comenzado a ponerse de moda. Hasta entonces quien más quien menos aspiraba a tener su pequeño toldo en el fondo del patio para sumergirse en un remanso y defenderse de los torrentosos aluviones del sol tropical y poder “hacer una buena siesta”. El problema eran los toldos públicos, es decir los colocados en los negocios que se constituyeron en un atentado a la integridad física de los peatones.
No faltaron quienes llegaban a casa con un “chichón en la cabeza”, tal vez sin darse cuenta que habían corrido el riesgo de quedar con un ojo menos o con la sesera destapada como consecuencia de un imprevisto choque con los hierros de soporte de sus toldos, donde más de una paisana había quedado con su sombrero desparramado sobre la vereda en el encontronazo.
Y aunque usted no lo quiera creer ya por aquellos tiempos se quejaban los salteños de los baches en las calles y de las baldosas flojas en las veredas, que en más de una oportunidad había arruinado la vestimenta de damas y caballeros, cuando nó había empapado a algún descuidado, en un carnaval improvisto y forzado. Cuando al contactar con estas quejas uno no sabe si está en 1948, o en los últimos años del siglo XX.

ORGANIZACIÓN Y PREMIOS:

A fines de enero el Intendente Municipal de la capital dictó una resolución (miércoles 21 de enero) mediante la cual se designaba la comisión organizadora de los corsos del carnaval. En una reunión llevada a cabo en la Dirección General de Control, el Intendente Dr. Arturo Torino, logró conformar la comisión que fue presidida por Jorge Aranda Huerta; Secretario, Antonio Rodríguez; Tesorero, Alberto Campilongo y Vocales: Gustavo Marocco (h), Juan Jull, Julio Afranllie y Nolazco Zapata quienes resolvieron entrevistar al Ministro de Economía, Juan Dates para pedirle ayuda económica, y al Ministro de Gobierno, Díaz Villalba para pedirle la cooperación oficial de la emisora L.V.9. El Ministro de Economía decidió aportar dos mil quinientos pesos para la organización de los corsos (el año anterior, 1947, había aportado mil quinientos pesos, o sea que el aporte se incrementó en mil pesos), estos fondos debían ser destinados a costear los gastos de instalaciones y ornatos alrededor de la Plaza 9 de Julio, que había sido elegida como circuito para la realización de los corsos.
Durante 1948, hubo corsos en la Plaza 9 de Julio y también en la calle la Florida. Los premios instituidos fueron:

CARROZAS:
1° Premio: $ 500
2° Premio: $ 300
3° Premio: $ 200
4° Premio: $ 100
5° Premio: $ 50

COMPARSAS INSTRUMENTALES:

1° Premio: $ 300
2° Premio: $ 150
3° Premio: $ 50

COMPARSAS:
1° Premio: $ 200
2° Premio: $ 100
3° Premio: $ 50

MASCARAS INDIVIDUALES:

1° Premio: $ 100
2° Premio: $ 50
3° Premio: $ 20
4° Premio: $ 10
Se designaron los integrantes del jurado para el desfile de máscaras infantiles, que estuvo integrado por: Nelly Zabaleta de Struckhoff, señora de Mirau, Delia Mirta Blanco, Miriam Peyret de Hernández y Obeid de Gana.
El jurado encargado de otorgar premios a las carrozas, comparsas y máscaras, estuvo integrado por: Cesar Luzzato, Dr. Austerlitz, Sr. Casto, Aranda Huerta y Enrique Arana.
Si Ud. quería acceder a un palco debía pagar diez pesos por toda la temporada o tres pesos por noche. Los vehículos cerrados pagaban una entrada de tres pesos por noche, mientras que todos los demás vehículos tenían libre acceso.
En cuanto a bailes se destacaron, la Confitería Ritz y Palacio del Baile, a los que se sumó el Club Atlético 9 de Julio, que por aquellos tiempos tenía su sede en la calle Arenales (hoy Islas Malvinas) N° 196, que organizó un muy lindo baile “Mi-Careme”. Otro baile distinguido fue el del Club Virgilio García, que se llevaba a cabo en Balcarce 1440.
La comisión organizadora dispuso que se constituyera la carroza oficial, para que en la misma pudiere desfilar la candidata que resultara elegida reina del carnaval de 1948.

AGUA Y TRISTEZA:

El de este año será un carnaval pasado por agua, lo que le restaría animación a sus festejos. Si bien en las calles no hubo el bullicio que podía esperarse, en los bailes públicos y los realizados en los centros sociales, la concurrencia fue extraordinaria.
El domingo 8 de febrero, como prueba de lo que dijimos anteriormente, se desató en gran parte de la provincia una lluvia torrencial, que en el caso concreto de Cerrillos, produjo la inundación del pueblo con derrumbe de casas y destrozos en las quintas, que hicieron necesario que fuerzas del ejército concurrieran a prestar auxilio a los pobladores.
Podemos afirmar que el carnaval y los corsos de 1948 no se puede contar entre los más brillantes de la historia de los mismos por muchas razones. Lentamente por diferentes circunstancias se habían ido dejando de lado una serie de prácticas rituales y actividades que formaban parte importante del carnaval. Por ejemplo en tiempos anteriores solía procederse al entierro de Momo, algunas de cuyas manifestaciones hemos narrado en otras páginas. En algunos barrios era simbolizado por una caja fúnebre, macabra reminiscencia de un féretro, a través de un interminable cortejo, que seguida por chicos y grandes, a veces solía hacer su entrada al corso en medio de una verdadera conmoción.
Los corsos de este año volvieron a mostrar más allá de su pobreza o su brillo, que era muchísima la gente que seguía trabajando buscando reanimarlo y darle nueva vida.
Otro aspecto diferenciador con los tiempos pasados es que el carnaval antiguo tenía a la calle como especial escenario. Los bailes en esos tiempos tenían cierto carácter restrictivo, que hacía que no fueran “para todo el mundo”. Hacia mitad de siglo en cambio, los bailes se habían popularizado increíblemente, y parecía ser el principal lugar donde se había concentrado el carnaval.
Volviendo a los corsos de este año, no fueron muchas las jornadas realizadas debido a las lluvias, cuando se los pudo concretar gozaron de una animación extraordinaria.
Con motivo de las fiestas del carnaval, la administración provincial de vialidad acordó un permiso especial a la empresa de ómnibus de Víctor M. Villa, para la instalación de un servicio de transporte de pasajeros, durante los días del carnaval, entre esta ciudad y el vecino pueblo de Cerrillos.
El día 14 de febrero, en el horario de 18 a 22 horas y en el circuito de las Avenidas Sarmiento y Belgrano, se llevó a cabo una hermosa y muy concurrida jornada de desfiles y máscaras infantiles.
En los corsos de la calle la Florida, los desfiles comenzaban a horas 18,30 y culminaban a las 20,30; mientras que los de la Plaza 9 de Julio empezaban a las 22 y culminaban a las una de la madrugada.
Como dijimos anteriormente, el clima no ayudó al lucimiento de los corsos y a los festejos del carnaval. Una pena porque los organizadores habían obtenido dos mil quince pesos, como aporte de las firmas comerciales del medio y de otras personas que brindaron su colaboración en estos intentos de revitalizar los corsos.
Los bailes, como en años anteriores, se desarrollaron con gran éxito, entre los que se destacaron “El Palacio del Baile” (local del Salta Club), que fue amenizado por cuatro orquestas, “El Colmado de Babilonia” (Sociedad Italiana) y “El Colmado Sevilla” (Sociedad Española), que fueron amenizados por cinco grandes orquestas, a más de los ya clásicos bailes de carnaval del Centro Argentino, Sporting Club y las carpas, entre las cuales por supuesto sobresalía nítidamente la de Jaime Capó. Sin dejar de lado los bailes organizados por el Club Deportivo Social y Cultural Virgilio García.
Hablando de lluvias podría decirse que en casi todos los años se sentía su presencia en los días de carnaval, pero en 1948, el enemigo se mostró implacable, como si las puertas del cielo habían sido olvidadas abiertas en preanuncio de un diluvio. Los que más sufrieron fueron los chicos, pues eran ellos los que gozaban en plenitud los corsos.
Hoy en día casi desapareció el papel picado y la serpentina, puede resultar dificultoso comprender el regocijo que producían sus juegos. Por aquellos tiempos el papel picado y la serpentina al igual que pomos y lanza-perfume, se mantenían vigentes, pero había un elemento que sí estuvo ausente en estos festejos: los ramitos de flores.
Que hermoso era poder observar cuando eran arrojados al paso de un transeúnte que al recibir la ofrenda caía en cuenta que muchas veces un corazón estaba palpitando en el extremo del brazo que arrojó la flor. Con tanta delicadeza solía armarse un ramito, se lo matizaba con pétalos blancos, rojos, amarillos y hojas de lirio que respaldaban las corolas y les daban firmeza y duración. Eran tiempos en que el corso no era un espectáculo, sino una romería popular donde el pueblo era verdaderamente protagonista. Posiblemente fueron las mujeres las que cedieron ante la indiferencia materialista de los hombres. Porque si ellas se hubieran mantenido firmes, exigiendo a su manera mantener esas costumbres de los ramos de flores de la estación que alfombraban con pétalos el lugar de su paso, se hubiera prolongado esa manifestación romántica y amorosa que tenía un encanto especial.
En 1948, el revuelo del papel picado y el trazo que marcaba una serpentina, eran una costumbre que hoy ha desaparecido.
Hubo varias carrozas, la mayoría de ellas adornadas con gusto, pero el tiempo pasaba y las viejas representaciones de escenas del teatro clásico o las bulliciosas jardineras también iban desapareciendo. Se añoraban la representación del barco con rueda engalanado de marinería femenina; el rancho criollo con el palenque; el horno , el mortero y una china vivaz sirviendo el mate a su gaucho. Tan solo quedaban las comparsas de indios que iban logrando mayor capacidad de disciplina, pero que en cierta manera representaban comunidades que no eran propia de la región. A todo esto en 1948 la lluvia le agregaba su cuota negativa.

TIERRA ADENTRO:

La lluvia también afectaba las celebraciones de los paisanos en el interior de la provincia, como por ejemplo en Rosario de la Frontera, donde el agua y el frío hicieron fracasar el corso quitándole calor y color.
En Cafayate, se organizaron corsos y bailes de carnaval que estuvieron a cargo de la cooperadora de la Escuela Nacional N° 718, de Tolombón. Los mismos pudieron concretarse gracias a la generosidad de la sucursal José Román, Domingo Daruich, el Hotel Colonial y J. Duarte que permitieron que se pudiera premiar a las carrozas, mascaritas y parejas de bailes.
En El Carril, sobresalían los bailes organizados por el Club Sportivo El Carril. Pero más llamativo en este pago es que los integrantes de la comparsa de “Indios Cobrizos Carrileños”, lanzaban un público desafío a cualquier comparsa para sostener un contrapunto en Rosario de Lerma, el domingo 15 de febrero. En realidad nadie respondió al mismo y se darán cuenta que era prácticamente un desafío público a un encuentro de comparsas. De todas maneras varias de éstas se encontraron nó en Rosario de Lerma, lugar donde pretendían los carrileños, sino en Campo Quijano, donde alegres mascaradas, vistosos disfraces y comparsas bulliciosas recorrían las calles para agasajar a “Momo”. Tres comparsas se hicieron presente, y allí estuvieron los “Indios Cobrizos” de El Carril, cuyo cacique era Pedro Carrazana y estaba integrada por veintiocho personas. También concurrieron “Los Charrúas” y “Los Halcones”, comparsas de Salta Capital, y en definitiva no pasó nada.

BOMBITAS DE NYLON - REINA Y PREMIOS:

Las vidrieras de una querida tienda, “El Guipur”, exhibían el reloj pulsera marca “Karen”, que había donado Raúl Goldow, a la que resultara Reina del Carnaval 1948.
En el corso los integrantes de la comisión organizadora obtuvieron el reconocimiento a todo su esfuerzo, más allá de que la lluvia les hubiere jugado en contra. El clima era espectacular, ya desde la tarde en todos los barrios de la ciudad y a través del juego con agua, el vecindario había dado rienda suelta a su entusiasmo.
“La gran innovación de este año fue la aparición de las bombitas de “nylon”, que pretendían hacer olvidar a las clásicas de goma”.
María Josefina Alcalá, fue designada reina del carnaval de 1948, quien paseó su gracia en la carroza oficial.
Los premios fueron distribuidos de la siguiente manera:

CARROZAS:
1° Premio: declarado desierto.
2° Premio: “Casa Colonial”- de Jesús Alcalá
3° Premio: “Patio Español”- representó al Club Estrella.

MURGAS INSTRUMENTALES:
1° Premio: “Las Chicas Atómicas”.
2° Premio: “La Vaca Lechera”.
3° Premio: “Los Caídos del Catre”.

MASCARAS INDIVIDUALES:

1° Premio: “Mono King-Kong”- de Mario Maneghetti.
2° Premio: “La Jirafa”- de Vicente Barragán.
3° Premio: “Picaflor”- de Nicolás Quiroga.
4° Premio: “La Vaca”- de Mario Robera.

Para finalizar la narrativa de estos corsos diremos que “Los Caídos del Catre”, que obtuvieron un tercer premio y por lo tanto les correspondía quinientos pesos, donaron este importe a la Escuela de Ciegos.
La carroza “Patio Español” que obtuvo el tercer premio estaba integrada por: Marta Blasco, Eda Marccuzi, Pierina Zanier, Dora Ferré, Gladys Aybar, Mariela Carrizo, María Zurita, Yolanda Montilla, Olga Parra, María Antonia Reyes, Fanni Luisa Salas, Pedro Flores, Luis Farfán, Hugo Ruiz, Nestor Aguilar, Oscar Fernández, Juan Carlos Carrizo, Eduardo Salas y Antonio Lisandro Carrizo.
La reina de los bailes del carnaval en Gimnasia y Tiro, resultó Aida Morosini.
No nos olvidemos de las comparsas que desfilaron y fueron premiadas. El primer premio le correspondió a “Los Halcones”. El segundo premio para “Los Charrúas” y el tercer premio fue declarado desierto.
La comisión organizadora hizo entrega de los premios: en las dependencias de la Dirección de Control el lunes 16 de febrero, con lo cual dio por terminado el carnaval de 1948.
El miércoles 3 de marzo, en su última reunión, la comisión de corsos después de una breve deliberación, resolvió adquirir elementos para la organización de futuros corsos a realizarse, disponiendo que el excedente de fondos fuese distribuido entre entidades benéficas como: El Hospital de Tuberculosos - El Patronato de la Infancia - La Escuela de Ciegos y el Asilo León XIII, a cada una de las cuales le correspondió cien pesos y para la Escuela Sarmiento se destinó la cantidad de sesenta pesos.

EL CARNAVAL DE 1949

Para la Historia Argentina será el año cuando las mujeres de la Patria consiguieron el importante derecho de poder votar y elegir autoridades, es decir, obtuvieron el verdadero reconocimiento de ciudadanas. Tan importante conquista tuvo en Eva Perón a su nervio motor.

LA ORGANIZACIÓN VENCE AL TIEMPO:

La última semana de Enero circulaba en el ambiente la versión de que el departamento ejecutivo municipal trabajaba activamente intentando conformar la comisión organizadora de los corsos.
Especialmente el interior, gozaba todavía de algunas facetas que impregnaron, a través del tiempo, el corazón del paisanaje. Por ejemplo, en la primera semana de febrero, el circo “Hnos. Parra” deleitaba con su presencia y funciones a los cerrillanos. En su espectáculo, al que promocionaba “totalmente renovado”, anunciaba la actuación de “Las Águilas Voladoras”, el recitador salteño “Capó”, el guitarrista local Eleuterio Guantay, “Mis manos ligeras”, Los Tonys, “Todo Entero”, “Foquito” y el popular enano “Cuarto Litro”, además el espectáculo iba acompañado de un conjunto dramático. Quien no recuerda este circo que marcó emotivamente a tantas generaciones como después lo hará el Parque del Dr. “Chalita”.
Con respecto a la comisión organizadora de corsos, sus inicios no fueron del todo sobresalientes. Así el 4 de febrero se había previsto una reunión en la municipalidad pero por falta de número, tuvieron que postergarla para el lunes 7 de febrero. El Director de Control, Salvador Sosa, realizaba todo esfuerzo a su alcance para que las tareas comenzaran a ser emprendidas. Recién el día 10 se pudieron reunir y conformar las subcomisiones de trabajo. La de Hacienda quedó integrada por: Salvador Sosa, Agustín Paratz y Mario Di Primo. La de Propaganda: por Arturo Jull, César Fermín Perdiguero, Carlos Otero y Salvador Michel Ortiz. La comisión encargada de obtener un subsidio por parte del gobierno provincial, estuvo integrada por, Sosa, Caro, Michel Ortiz y Di Primo. Inmediatamente comenzaron todos los trabajos tendientes a acondicionar la Plaza 9 de Julio como circuito central de los corsos.
A mediados de febrero, la Jefatura de Policía comenzó a expedir los permisos de disfraz.
Sobre varias propuestas presentadas, la comisión decidió otorgar los trabajos de instalaciones eléctricas, alrededor de la Plaza 9 de Julio al comerciante Pedro Caro, quién se comprometió a realizar todo lo que figuraba en el pliego de condiciones por la suma de cuatrocientos setenta y cinco pesos, moneda nacional. Presupuesto muy inferior al de otros postulantes cuyos montos no bajaban de quinientos y mil doscientos pesos.

EL PUEBLO QUIERE DIVERTIRSE:

El carnaval de 1949, tuvo corsos los días 26, 27 y 28 de Febrero y también los días 1 y 6 de marzo. Los desfiles se iniciaban a horas 22 y culminaban a las 1 de la madrugada. Llamativamente éstos tuvieron un brillo como en sus mejores tiempos, a pesar, de que en sus primeras jornadas el tiempo no acompañó. Se percibía una especie de ansiedad incontenible, como un querer tomarse desquite por las lluvias que aguaron los últimos carnavales. Las calles fueron desbordadas por una espontánea alegría popular.
Numerosos conjuntos de máscaras recorrían los barrios. Las clásicas comparsas, representando a comunidades indígenas, con sus plumajes multicolores y sus típicos cantos, empaparon como un mensaje de autenticidad y con un perfume de albahaca el ambiente carnavalero.
Los diversos locales bailables estuvieron acompañados de una animación extraordinaria, en la Sociedad Italiana, en el Salta Club, Centro Argentino y Club 9 de Julio al igual que en las carpas, los bailanteros disfrutaban en plenitud.
Como sería el entusiasmo reinante que a pesar de las bajas temperaturas, se jugó con agua en casi todos los barrios de la ciudad. De ninguna manera podían faltar los clásicos encuentros entre las barras de jóvenes, que trepados en camionetas y camiones recorrían las calles con tachos llenos de agua y salpicando con harina a cuanto se prestara al juego.
Se habrá observado que cuando en la capital el carnaval era carachento, el interior de la provincia adquiría brillo en los festejos. Sin embargo, 1949 significa un año de gran repunte para los capitalinos. Por el contrario, el encanto de las viejas carpas iluminadas de chilenas, pañuelos y buenas mozas desaparecieron en las localidades vecinas.

VILLA CRISTINA: ENTRE POETAS Y MURGUEROS:

Este carnaval permitió el lucimiento de una muchachada animosa y entusiasta que había logrado formar el conjunto “Los Hijos de la Noche”, que tras pacientes ensayos en las cercanías de la San Juan y Esteco, de la entonces floreciente Villa Cristina, que comenzaba a mostrar su formidable empuje espiritual y un crecimiento sostenido donde la alegría del trabajo junto al culto a la noble amistad y un espíritu romántico-poético, habían comenzado a marcar prácticamente a esta barriada. Allí de una reunión de amigos, nació la idea de formar la murga, que siguiendo las huellas dejadas por los inolvidables “ Jaquelinos”, “ Piratas” y “Mejicanos”, sus predecesores, que durante muchos años animaron los carnavales salteños, “Los Hijos de la Noche” agregaron sus toques originales.
Uniformados con un disfraz de atrevida fantasía llenaron las calles con sus cantos chispeantes en un clima de buen humor que generaban los payasos, brujos y cómicos. En total eran treinta sus integrantes, y su director era Dionisio Troncoso, un hombre que en los años subsiguientes se destacó en el plano deportivo. Para todos se convirtió en el “Coya Dionisio”, que en 1949, soñaba con que el jurado les otorgara el primer premio.
Esta comparsa-murga, también tenía entre sus integrantes a mujeres. Su indumentaria, si bien de fantasía, en vistosos colores representaba la vestimenta de comunidades del incanato.

MARTE Vs. MOMO:

El viernes 4 de marzo, bajo la presidencia de Salvador Sosa y con la asistencia de la totalidad de sus miembros se reunió la comisión municipal de corsos, entre otras medidas dispuso prolongar los desfiles para los días 12 y 13 de marzo en la Plaza 9 de Julio y que el domingo 6 se realizara un corso de flores en la calle La Florida, entre las 18 y las 20,30 horas. El desfile de máscaras infantiles se llevó a cabo el día domingo 13 a partir de las cuatro de la tarde en la Plaza 9 de Julio frente al palco oficial. A los niños se les repartió juguetes y caramelos. La comisión puso su acento en la preocupación por aquellos que no respetaban el reglamento y desarrollaban el juego con agua en el transcurso de los corsos.
Los bailes proseguían llenos de concurrencia y brillo. En Mitre 1235 funcionaba el “Recreo Norte”. El Club Gimnasia y Tiro, a través de la subcomisión de natación realizó hermosos festejos bailables, el Club 9 de Julio, en su local de calle Arenales Nº 337, realizó bailes de “Mi-Careme”, que alcanzaron gran lucimiento, el Club Virgilio García, iniciaba sus bailes a partir de horas 18 y la novedad consistía que en Sección Vermouth, solían elegirse a los mejores disfraces de niñas.
En Embarcación, los bailes de carnaval mas lucidos fueron los llevados a cabo en el local de la Sirio Libanesa.
Ud. habrá observado, a través del desarrollo de este trabajo que en el período 1914-1918, en el cual se desarrolló “La Primera Guerra Mundial”, en el país, pero en especial en Salta, se hicieron grandes esfuerzos tendientes a no interrumpir los festejos por Momo. Es como si, muchos siglos después, “Marte”, el Dios de la Guerra, hubiera vuelto a sostener un duro enfrentamiento con “Momo”, Dios de la Alegría. Si usted, preguntara quien ganó, le podríamos responder que aún sin causarle la muerte, “Marte”, se impuso a su adversario. Durante los períodos citados observamos como lenta, pero gradualmente, se desarrolló un proceso de decadencia que superaba a todos los esfuerzos de la comisión organizadora. Mientras el mundo se desangraba, por estos pagos “Momo”, no cesó en sus andanzas pero pagó como tributo a su osadía, el costo de un tremendo desgaste, como consecuencia de la gran crisis social que con hambre, desocupados, falta de nafta, disminución de ventas, aumento de las tarifas, desabastecimiento de alimentos, etc. trajeron aparejados en primera instancia la desaparición de uno de los más hermosos, concurridos y populares corsos como lo fueron los de la Calle la Florida, a partir de allí un detrimento gradual y progresivo de los festejos del carnaval y el corso en todas sus manifestaciones. Así no pasará mucho hasta que los tres históricos días del carnaval que solían ser feriados nacionales, fueran convertidos en días absolutamente laborables y que los corsos subsistentes, se convirtieran solamente en un espectáculo pasatista, vaciado prácticamente en forma total de sus connotaciones culturales.
En algún momento planteamos la arraigada creencia de que “El Diablo” (personaje impuesto por la iglesia que falazmente fue emparentado con Momo y el Pucjllay) todos los años durante el carnaval se “lleva a alguien” como alimento. Durante el carnaval de 1949 como parte de los festejos cerrillanos se tuvo que lamentar la muerte de dos personas y otras dos con heridas de gravedad como producto de que un vehículo fue violentamente embestido por un coche-motor que regresaba desde Alemanía.
Los fallecidos Juan Flores y Andrés Castillo, se sumaron para engrosar una larga lista de víctimas de los carnavales, sobre la cual no pusimos acento por no ser el objeto central de este trabajo. Los carnavaleros sufrían las consecuencias del alcohol.

LA CREACIÓN DE LA CATEGORÍA “COMPARSA DE INDIOS”:

El martes 8 de marzo volvió a reunirse la comisión organizadora, en este caso para resolver el otorgamiento de premios a los participantes de los corsos, cuya decisión fue:

CARROZAS:
1º Premio: Declarado Desierto.
2º Premio: “Caperucita Roja”- $ 800.
3º Premio: Declarado Desierto.
4º Premio: “Los Vieneses”- $ 200.
5º Premio: “Los Chorotes” - $ 100.

COMPARSAS INSTRUMENTALES:

1º Premio: “Comparsa Tihuanacu” - $ 500.
2º Premio: “Los Candomberos de Mozambique” - $ 300.
3º Premio: “Los Hijos de la Noche”- $ 150.

DISFRACES INDIVIDUALES:

1º Premio: Conjunto “Y mañana serán hombres”- $ 300.
Los dos premios otorgados fueron los siguientes:
“El Torerito”- $ 50; “El Gaucho” - $ 50; “Arabes a Caballo” - $ 120; “Robin Hood” - $ 40; “Tres Cadetes” - $120; “El Árabe”- $ 20; “Mejicano”- $ 20; “El Millonario”- $ 20; “La Tortuga” - $ 50; “Arabes a Pié”- $ 12; “La Jirafa” - $ 50; y se instituyeron nueve premios de diez pesos cada uno.
Con respecto a las comparsas de indios la decisión fue dejada pendiente hasta el sábado 11, para lo cual se citó a todas a presentarse a horas 23, frente al palco oficial, donde previa demostración de aptitudes, danzas, cantos y caracterización se les otorgaría premios.
La reina del carnaval 1949, fue consagrada Julia Stofan. Esta hermosa niña salteña pudo compartir su linda sonrisa con los que concurrieron a los dos corsos finales el sábado 12 y el domingo 13.

UNA ESTRELLA COMPARSERA:

Con respecto al carnaval salteño, diremos que José Servando Herrera, uno de los hombres más representativos de la Historia de la Comparsa Salteña; el popular “Josito” hará su debut como cacique de comparsa.
Este año se desarrolló lo que podemos llamar “El primer concurso especial de comparsas de la Historia del Carnaval de Salta”. Porque si bien en años anteriores las comparsas de indios habían participado, a la hora de los premios, se los mezclaba con las comparsas instrumentales (que vendrían a ser una especie de murgas actuales); pero este año el jurado decidió crear una categoría especial, la de comparsas de indios justamente, y al haberse adoptado esta decisión por primera vez, se organizó un desfile especial donde estas agrupaciones pudieren acreditar sus valores y donde podrían ser considerados en base a su vestimenta, cantos y danzas. El anuncio de este concurso despertó un singular entusiasmo entre los integrantes de las comparsas, para las cuales se habían establecido un primer premio de cuatrocientos pesos, el segundo de doscientos pesos y un tercero de cien pesos.
El último día de corsos, domingo 13, una gran expectativa albergaba a esa muchedumbre, convocada en la Plaza 9 de Julio. Había llegado el momento de distribuir los premios asignados a las mejores carrozas, comparsas y disfraces, además se procedería a la coronación de la reina del carnaval de 1949. El clima era impresionante, ya desde la tarde con el desfile de máscaras infantiles, se había distribuido juguetes y golosinas entre los niños asistentes y se había ido creando un ambiente especial. Era un “entierro” tardío.
Pasadas las 23 horas, cuando en el palco oficial ubicado en el ángulo noroeste de la esquina de Mitre y Caseros, tuvo lugar el acto de coronación de la reina, esto hizo que el público se agolpara sobre el lugar y la homenajeara con prolongados aplausos, mientras el Director General de Control, Salvador Sosa, colocaba en su testa la artística corona especialmente preparada al efecto.
A partir de entonces las comparsas de indios tendrían un nuevo y relevado protagonismo, especialmente en la vida de los corsos. Había nacido para el carnaval un cacique que lo marcará para siempre, el cacique “Josito”, que debutó en ese cargo y jerarquía comparsera obteniendo el primer premio, pero esa es otra historia que narraremos en otro tomo de esta investigación.

PA’ QUE BAILEN LOS MUCHACHOS:

Los salteños bailaban los éxitos del momento como por ejemplo: “Los Ejes de mi Carreta”- Milonga de Francisco Canaro; “El Busca Pié”- Tango por Osvaldo Pugliese; “Vea-Vea” Tango por Roberto Firpo; “Adiós Mariquita Linda”- Fox -Trox por Barry Moral y tantos otros éxitos musicales.
Los corsos nacidos en 1898, tuvieron en este período de, cincuenta y un años de vida (1898-1949), épocas de esplendor y de angustias, donde la política marcó a los carnavales y sus celebraciones de fuerte manera. Estos serían como una manifestación de recreación y pasatiempo aristocrático. A pesar de que en este período encontramos al corso verdaderamente popular como lo fue el de la Florida sumido en un proceso tendiente a su desaparición, de aquí en adelante observaremos como los mismos fueron tomando cada vez más una raigambre, de carácter popular. Muy pronto se los sacará del circuito de la Plaza 9 de Julio, algunos argumentaron que por razones del crecimiento urbano y la escasez de espacio otros dirán que se debió a qué con el avance de los tiempos la aristocracia salteña recaló en otros lugares, actividades y pasatiempos dejándole “sus corsos” para el pueblo.

EL CARNAVAL DE 1950

NUESTROS QUERIDOS PESEBRES:

El pueblo de Salta, como siempre, había recibido al año nuevo en el marco de los festejos pero también de la reflexión espiritual, que correspondió en estas circunstancias en especial a la navidad. Justamente en la representación de “El Nacimiento”, se destacó un hombre muy ligado al carnaval y a las comparsas, Benito Garnica, quién por aquellos tiempos no solo lograba atraer gran cantidad de personas de todos los sexos, sino también despertaba el asombro del paisanaje a través de sus novedosos “Pesebres”. Posiblemente Garnica haya sido uno de los primeros salteños que al bagaje artístico de sus representaciones le agregó sapiencia técnica, y a través de ella convirtió estos nacimientos como si fueran vivientes, a través de movimientos mecánicos.
El pesebre de 1950, se representó en su domicilio de calle Miguel Ortiz Nº 798, en una habitación de cuatro por cinco metros. No solo las figuras del “Niño” y ángeles lograban un continuo movimiento, también ríos, acequias y cataratas eran nutridos de agua, mientras los espectadores podían escuchar el canto de los ángeles y de los pájaros, todo esto logrado, como decíamos a través de efectos mecánicos y técnicos. Los pesebristas, son verdaderos artesanos dotados no solo de una alta cuota de capacidad estética, sino también de un profundo compromiso espiritual - teocrático; por eso a través de un gran comparsero, cuya biografía adjuntamos a la “Galería de Caciques”, rendimos un merecido homenaje a quienes supieron despertar en tantas generaciones de salteños sentimientos de amor, respeto y fe; los que a través de sus pesebres nos permitieron vivir momentos maravillosos, cuando por las tardes y, después del baño, las mamas nos permitían, “bien pitucos”, salir a recorrer el barrio, cantar “misachicos”, y endulzar nuestros labios con algún caramelo cosechado en esas recorridas.

ORGANIZACIÓN Y RENDICIÓN DE CUENTAS:

El Jueves 26 de Enero de 1950, el Intendente Municipal, Carlos Xamena, mediante decreto constituyó la comisión organizadora de los corsos. La misma estuvo integrada por el Director General de Control, Carlos H. Mondada; el Director de la Policía de Tránsito Camilo Reinoso; el Jefe de Electro-Técnica, Agustín Paratz; el auxiliar de Tesorería, Alberto Campilongo, también estuvo integrada por Mario Di Primo, José María Mirau, Enrique L. Janin, Cesar Fermín Perdiguero y Enrique S. Arana.
Como en todos los tiempos se cuecen habas, el Intendente Municipal se vio obligado a emplazar a los integrantes de la comisión organizadora del año 1949, para que en el término de cuarenta y ocho horas, procedieran a rendir cuenta de su cometido y hacer entrega de todos los elementos y valores que obraron en su poder.
Estas medidas adoptadas por el intendente, vinieron a representar una total desmentida a todas las versiones que circulaban en el sentido de que este año no se realizarían corsos.
El comercio aplaudió la decisión municipal. Se debe tener en cuenta que por aquellos tiempos muchos comerciantes de plaza realizaban importantes inversiones en artículos de carnaval, por lo tanto sus expectativas al respecto eran muchas.
En el penúltimo día del mes de enero Mondada fue designado presidente de la comisión organizadora, Campilongo ocupó la secretaría, mientras que Arana fue designado tesorero.
La Comisión de Hacienda, estuvo integrada por: Mondada, Di Primo y Arana. La de Propaganda, por: Mirau, Janin, Arana y Perdiguero; la Comisión de Ornato, se integró con Moya, Paratz y Reinoso.

LOS CORSOS DEL CENTENARIO SANMARTINIANO:

1950, concretó sus corsos alrededor de la Plaza 9 de Julio, los días 18, 19, 20, 21, 25 y 26 de febrero. Los desfiles comenzaban a horas 21,30 y concluían a las l de la madrugada. Este año gozó de hermosos desfiles de máscaras infantiles que se efectuaron en el Parque San Martín el día 26 de febrero de 18 a 20 horas.
Se trabajó con mucho fervor, todos sin excepción, querían que el Año Sanmartiniano tuviere un carnaval y unos corsos acordes a tan especial circunstancia; especialmente teniendo en cuenta el arraigo de estas fiestas en el corazón del pueblo.
El Gobernador Interino Xamena, dispuso dos cosas, primero garantizarles el apoyo del gobierno para la concreción de los corsos, y en segundo lugar que todos los fondos que ingresaran a la comisión debían ser depositados en una cuenta bancaria especial, que debía girar bajo la firma del presidente y del tesorero y que todos los gastos que se efectuaran se debían hacerlo con libramientos de cheques.
A diferencia de años anteriores, en esta oportunidad, los palcos solamente se alquilaron por toda la temporada, es decir no podían adquirirse por noche y cada uno tenía un costo de veinte pesos.
Se estableció categorías para la instalación de kioscos. La primera categoría comprendía las esquinas de la Plaza 9 de Julio hasta un radio de quince metros; la segunda categoría en mitad de cuadra y la tercera en los restante lugares de las avenidas anteriores de la plaza principal. Los permisos tenían un costo para la primera categoría de cien pesos, para la segunda de setenta pesos y para la tercera de cincuenta pesos por toda la temporada. Los vendedores ambulantes pagaron treinta pesos por la temporada.
Todas las personas o agrupaciones aspirantes a premios en los corsos debían hacer firmar una tarjeta de asistencia por parte de la comisión municipal de corsos, cuya “Comisión de Contralor” estuvo integrada por Arana, Mondada y Di Primo. Todo lo referente a la carroza oficial estuvo bajo la batuta de Luis García Bes.

Al igual que en años anteriores la iglesia católica realizaba actividades especiales intentando contrarrestar la nociva influencia de “Momo”. Así la Acción Católica organizó tres días de ejercicios espirituales en la Caldera y durante los tres días de las fiestas del carnaval se rezaba la Santa Misa en San Francisco.

Los premios establecidos para los participantes en los corsos fueron los siguientes:

CARROZAS:

1º Premio: $ 800
2º Premio: $ 500
3º Premio: $ 350
4º Premio: $ 300

COMPARSAS INSTRUMENTALES:

1º Premio: $ 400
2º Premio: $ 250
3º Premio: $ 100

COMPARSAS DE INDIOS:

1º Premio: $ 200
2º Premio: $ 100
3º premio: $ 50

DISFRACES INDIVIDUALES: (damas)

1º Premio: $ 100
2º Premio: $ 50
3º Premio: $ 30

Los mismos montos correspondieron para disfraces a caballeros.
Al mejor palco se lo premió con cien pesos, al segundo con cincuenta y al tercero con treinta pesos. Al disfraz más original le correspondió un premio de cincuenta pesos.
En cuanto a máscaras infantiles se estableció un premio para conjuntos de cincuenta pesos y un segundo premio de treinta pesos.
Los individuales tuvieron tres premios ( tanto para niñas como para niños) de treinta, veinte y diez pesos cada uno.
Todo aspirante a premios tenía la obligación de participar por lo menos en cuatro de los seis días de corsos, con la obligatoriedad de participar del último.
La policía por su parte prohibió terminantemente, durante los días de carnaval el uso de sifones de soda, lanza-perfume y otros líquidos corrosivos o inapropiados.
El juego con agua fue permitido entre las 15 y las 18 horas.
El comercio y muchas instituciones intermedias colaboraron con gran entusiasmo con la comisión organizadora; mientras las cuadrillas de obreros municipales trabajaban en la colocación de más de ochocientos focos que iluminarían las arterias de alrededor de la Plaza 9 de Julio, el itinerario de los corsos.
Tal vez, no le dimos la importancia necesaria a las indicaciones de la policía con respecto de la seguridad durante el carnaval. El jefe de policía teniente coronel Marcelino Benavente, comunicó a la población sobre severas medidas adoptadas para evitar la consumación de cualquier desmán o acto que pusiere en peligro la tranquilidad y el derecho a divertirse por parte del público o disfrazados. Una de las mayores preocupaciones de las autoridades policiales era el auge de las patotas en los barrios alejados.

EL INTERIOR TAMBIÉN SE DIVIERTE:

En General Güemes, en el Valle de Siancas, también se celebraron los carnavales con corsos que se llevaron a cabo los días 19, 20, 21, 25 y 26 de febrero, estuvieron lindos estos desfiles y se otorgaron premios a las mejores carrozas, murgas, comparsas y disfraces.
La comisión organizadora trabajó con mucha capacidad y también pudo concretar el domingo 26 un hermoso corso infantil.
Mucha gente concurrió a presenciar estos desfiles donde los vendedores de papel picado, serpentinas, pomos y otros artículos desarrollaron su actividad en forma organizada.
En Campo Quijano, también hubo corsos los días 18, 19, 20, 25 y 26 de febrero. Los mismos se desarrollaron en la Avenida 9 de Julio entre las calles Alberdi y 20 de Febrero desde las 20 hasta las 22,30 horas.
El brillo de los corsos en el interior de la provincia, se vio acompañado por la alegría de la gente que concurría a bailes y a carpas.
En estos tiempos había una bebida que normalmente escaseaba en la temporada: la cerveza, cuyo precio en la carpa era de dos pesos y en otros tipos de bailes de un peso con setenta.
En Tartagal, por ejemplo, la comisión oficial presidida por Leandro L. Vespa , que tenía como secretario a Oscar A. Roco; tesorero a Miguel Monte, integrada también por Olivio Masarasqui, Antonio Mosa, Juan Esper, Enrique Farjat, Ramón Manzur, Humberto Milanesi, Eduardo Escuded, Noemí Chibán, Diego Amat, Francisco Prieto y Andrés Bonifacio, entre otros pero con gran apoyo por parte del comercio lograron concretar la realización de corsos oficiales que se llevaron a cabo los días 19, 20, 21, 25 y 26 de febrero alrededor de la Plaza San Martín en el horario de 21 a 24 horas.
Se establecieron premios para carrozas de quinientos, doscientos y cien pesos y para comparsas o murgas de cien y cincuenta pesos. También se premiaron los mejores disfraces femeninos y masculinos. La entrada a estos corsos era completamente gratuita, y el éxito de los mismos se vio complementado con los divertidos bailes del Círculo Argentino y la Sociedad Sirio Libanesa.
Donde no hubo corsos y “ Momo” fue celebrado mediante bailes es en los pagos de La Merced, organizados por el Club Deportivo La Merced y en Chicoana, donde bailaron en el salón de la municipalidad. En Joaquín V. González, los bailes fueron organizados por el Club Central Norte.
El miércoles 23 de febrero se expidió el jurado encargado de discernir los premios para máscaras infantiles. El primer premio correspondió a Susana Torres que caracterizó a “ Carmen Miranda”. El segundo a Gustavo Joaquín “ Andalúz”, el tercero a Marta Soler “Bailarina Rusa”. Estas mascaradas no tan solo contaron con gran cantidad de participantes, sino que se destacaron por la calidad de los disfraces que desfilaron en el marco de una gran cantidad de público. Los premios fueron entregados el domingo 26 en el transcurso de un “Matinee” infantil que se llevó a cabo en el Cine Argentino a horas diez.

LA CARPA DE JAIME CAPÓ Y EL ENOJO DE “LOS TANOS”:

Ante el repunte de los festejos del carnaval, en los barrios comenzó a renacer el ánimo festivo, este año se destacará por la novedad de que los directivos del Barrio Obrero trabajaban activamente para concretar un concurso de máscaras.
El sábado 18, tal estaba previsto, una verdadera multitud asistió al primer desfile del corso de la Plaza 9 de Julio, organizado por la municipalidad de la capital.
Gracias a la tarea de los organizadores y a la cooperación policial, los asistentes se divirtieron sin tener que soportar los atropellos de las “barras” que solían cometerse en años anteriores.
El circuito de desfile había sido dividido en dos vías lo que posibilitaba ambular por las calles con comodidad.
Dentro de la espectacularidad, lograda por la presencia de carrozas, comparsas y murgas se destacaron plenamente las máscaras infantiles. En las primeras jornadas la presencia de carrozas fue escasa (solamente cuatro o cinco concurrieron a dar animación a la fiesta) pero se destacaron éstas por el buen gusto en su presentación y las alegorías presentadas. Entre las murgas, ganaron sostenidos aplausos “La Copacabana Club” y “Los Chorotes” que lograron obtener la risa de todos los presentes. Las comparsas de indios lograron imponer su presencia y asimismo comenzaron a ser consideradas como la parte más sustancial de los corsos.
Jaime Capó y su socio Martínez, instalaron su carpa en el local de la Sociedad Italiana, Zuviría N° 380, donde se destacó la actuación de la orquesta de Jazz de Don Contreras y la típica de Pedro Rioja.
Ante la gran cantidad de aspirantes a reina, se integró un jurado especial con Mondada, Di Primo y Arana además se posibilitaba que todas las casas comerciales que vendían artículos relacionados con el carnaval, y que estuvieran ubicadas en un perímetro de doscientos metros a la vuelta de la Plaza 9 de Julio, pudieran permanecer abiertas inclusive durante el horario de corsos.
No vaya a creer que la instalación de la carpa de Jaime Capó en el predio de la Sociedad Italiana no tuvo sus vericuetos.
No fueron pocos los que levantaron sus voces pues entendían que la carpa menoscababa el prestigio de la institución.
Especialmente muchos vecinos consideraban amenazada su tranquilidad y algunos socios manifestaban su disconformidad con esta desviación mercantilista de los fines de la institución. Tal vez no se daban cuenta que el carnaval resurgía de sus propias cenizas, “ un ave fénix mitológico”, y cuando este se manifestaba era sinónimo de risas y locuras, donde la racionalidad queda suspendida por un tiempo. Diremos que más conmoción que la de estos quejosos producía la gran escasez de cerveza, ante lo cual todos reclamaban, pues se consideraba que era producto de una “avivada” por parte de los comerciantes para sacarse de encima otras bebidas de poca salida. Para los carnavaleros ese era un verdadero problema y nó andar “ perdiendo tiempo” revisando estatutos, para ver si eran cumplidos.

LA BELLEZA Y EL CARNAVAL:

Como reina del carnaval 1950, fue proclamada María Teresa Benavidez. Esta hermosa niña salteña tuvo la suerte de ser elegida reina de un carnaval que fue celebrado con hermosos corsos, que en todas sus jornadas contó con la asistencia de una extraordinaria cantidad de público. Corsos que rescataron la presencia galana de la flor y su perfume. Donde numerosos vehículos convenientemente adornados como así también innumerables disfrazados, muchos de los cuales hicieron verdadero derroche de buen gusto, originalidad y pusieron en el desfile la nota brillante.
La reina del carnaval fue elegida en el transcurso del último corso del año. Cuando este se encontraba en su momento álgido de animación, se anunció que se iba a proceder a la coronación y proclamación de la reina. El acto se desarrolló poco después de las 23 horas en medio de una gran expectativa y de un marco extraordinario de público congregado en la Plaza 9 de Julio. La elección de María Teresa dio lugar a una prolongada ovación que aprobó el fallo del jurado. La reina participó de los corsos como integrante de la carroza “La Ballena”, en la cual, esta joven de singular belleza paseó su gracia y simpatía.
La soberana del carnaval fue coronada por el Gobernador de la Provincia, Dr. Oscar H. Costas y por el Vicegobernador Sr. Carlos Xamena, quienes se encontraban acompañados del Ministro de Gobierno Oscar M. Araoz Aleman, el Ministro de Acción Social y Salud Pública Guillermo Quintana, el Ministro de Economía Juan Armando Molina y el jefe de policía Marcelino Benavente, además por supuesto de los integrantes de la comisión organizadora. Luego de ser coronada María Teresa fue paseada en triunfo en la carroza oficial junto a su cortejo que estuvo integrado por María Fanny Zirpolo, Noemí Zirpolo, Rosa Estela Moreno, Georgina Moreno, Marta Ester Lenon, Beba Suarez García, María Cristina D’Jallad, Lucía Carmajnola e Irene Moisés.
Era la última jornada de corsos de un carnaval que fue festejado como pocas veces en los barrios, donde entusiastas grupos de carnavaleros habían desarrollado una verdadera batalla de chapuzones con aquellos que eran transportados en vehículos y que cruzaban la ciudad de un lado para el otro. Recién después de las cinco de la tarde se podía en cierta manera franquear con tranquilidad la línea de agua.
El carnaval se despedía ahogado y con este poema:

HA MUERTO EL CARNAVAL

“Con flores, serpentinas, papel picado y pomo,
ha sido sepultado esta mañana Momo”
quizás diga hoy la crónica, de un diario matinal...
Pero esas cuatro líneas, como sentencia fría,
encierran todo un drama de pena y de ironía.
Hay muertes más terribles en todo Carnaval.

Decimos cada hora “La vida es una farsa”
sin embargo, ¡qué poco! que dura la comparsa
alegre y bulliciosa, la “murga” y su canción...
Hoy que se van del todo, llevando la alegría;
siento asco de la vida por tanta hipocresía,
y me vuelvo de nuevo misántropo y hurón.

No ha faltado el chistoso que ante una señorita
pasada en los “cuarenta” le dijo “ Mascarita”,
mirá que te conozco, sacáte el antifaz...
No sabe que la pobre, pasóse largos días
gozando a solas locas, remotas fantasías,
anticipados triunfos, que no le dió el disfraz...

Yo vestiré de nuevo mi traje de tristeza
y todas las mañanas, rumiando la pereza,
despertaré buscando mi risa de bufón
y ahogando con bostezos la cruel monotonía
saludaré al vecino, gastando algún “ buen día”
que en vez de grato augurio, será de compasión.

Yo ví a un desconocido, vestido de fantoche
reír desesperado, durante el día y la noche
como si ahogar quisiera en risas su hondo mal...
Quizás hoy en la calle lo encuentre todavía
ignore los motivos de su melancolía
y yo también reiría de su dolor trivial.

Serás tu la de siempre, muchacha casquivana
mostrando tu silueta detrás de la ventana
y repartiendo risas, cuando te vé el patrón...
Pues sabes, pobrecita, que toda tu alegría
ha muerto esta mañana, sonriendo en su agonía
por no arrancar de golpe tu póstuma ilusión.
-Clemente Ortiz-

EL ESPLENDOR Y SUS PREMIADOS:

De acuerdo al veredicto del jurado los premios fueron distribuidos de la siguiente manera:
CARROZAS:
1° Premio: declarado desierto.
2° Premio: “La Cautiva de los Timbúes”
3° Premio: “El Rancho de Arizona”

COMPARSAS INSTRUMENTALES:

1° Premio: declarado desierto.
2° Premio: “Los Raspas”
3° Premio: “Los Caballeros del Sud”

COMPARSAS INSTRUMENTALES 2° SERIE.

1° Premio: “Los Piratas”
2° Premio: “Los Suertudos Desgraciau”

COMPARSAS DE INDIOS:

1° Premio: “Los Tauras”
2° Premio: “Los Indios Cobres”

CONJUNTOS:

1° Premio: “Los Arqueros de Robin Hood”
2° Premio: “Los Arabes”
3° Premio: “Fantasía”

CONJUNTOS HUMORÍSTICOS:

1° Premio: “Almacén de los Chorotes”
2° Premio: “Los Linyeras”
3° Premio: “Los Gatos de Pogrú”
4° Premio: “Copacabana Club”

DISFRAZ MAS ORIGINAL:

“El Millonario”.

INDIVIDUALES CABALLEROS:

1° Premio: “ El Yate”
2° Premio: “Dos Bailarinas”
3° Premio: “El Conde”

INDIVIDUALES MUJERES:

1° Premio: “ Cleopatra”
2° Premio: “Cesar”
3° Premio: “La Tirolesa”
Aclaramos que el primer premio individual “EL Yate”, era un motivo alusivo al 20 de Febrero y al Año Sanmartiniano, que llamó la atención por su sentido patriótico y estaba integrado por los niños Edgard y Pablo Ferreira Irigoyen.
El Centro Vecinal de Villa Belgrano en su local de calle Juramento 1420, realizó un hermoso baile de carnaval.

BIBLIOGRAFÍA

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- Claves - Periódico independiente- Dirigido por Pedro González.

Diarios:
- El Cívico- Dirigido por Luis Peña- 1891.
- La Conciliación- Dirigido por David Orellana - 1891.
- El Comercio- Redacción Anónima 1891-Diario de la mañana .
- Eco del Norte - Tomas Olivera - 1891 - Diario dela tarde.
- Tribuna - Por Wenceslao de Gorriti- 1896 - Diario de la tarde.
- La Montaña - Por Manuel Alvarado - 1902 .
- El Pueblo- Por Edelmiro Avellaneda - 1904- Bisemanario .
- Tribuna Popular - Por Casiano Hoyos - 1904 .
- La Provincia- Por Arturo Lizondo - 1906 .
- Nueva Época - Por Arturo Gambolino - 1910 .- Diario de la tarde.
- La Opinión - Por Enrique Sanmillán - 1910- 1913.
- El Intransigente - Por Alberto C. Casado - 1918.
- Norte - Por B. González Arrili - 1919- Diario de la tarde.
- El Cívico Intransigente- Por José María Gallo Mendoza- 1920 .
- El Tribuno - Por R. Romero - 1947-1997. Diario de la mañana .
- Eco del Norte -