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Historia de la tercera Iglesia Matriz

Imagen aproximada de la tercera iglesia basada en las descripciones históricas

i bien fue en el año 1710 cuando se designa a la ciudad de Salta como Capital de la Gobernación, ya desde tiempo atrás los Gobernadores del Tucumán la preferían como residencia, tanto por lo benigno del clima como por lo próspero del comercio y también por la necesidad de asegurar los límites de la conquista frente a las numerosas invasiones de los aborígenes de toda esta zona. Es por estos años cuando el Gobernador don Esteban de Urízar y Arespacochaga inició, aún a su costa, la construcción del tercer Templo Matriz de la ciudad de Salta.

El tiempo que demandaría la construcción de la nueva Iglesia Matriz requería de un lugar distinto para la realización de las actividades propias del culto, es entonces cuando se designa a la Capilla de San Bernardo como Vice Parroquia cumpliendo desde entonces, las funciones de Iglesia Matriz.

Fue este fiel gobernante, quien al acercarse la fecha de las festividades del Milagro de 1712, enterado de que los testimonios originales que certificaban los hechos ocurridos durante los terremotos de 1692, se habían extraviado en los archivos del Juzgado Eclesiástico, ordenó que se levantaran nuevos testimonios de testigos presenciales, intachables e indudables para que quede otra vez fijada la verdad de lo ocurrido. Son estos los documentos que llegaron hasta nuestros días.

En el año de 1714, se concluía la obra de la tercera Iglesia Matriz de la ciudad de Salta.

Tampoco de este Templo existe algún dibujo o cuadro, pero sí se conocen algunos datos adicionales. La obra encarada era de una envergadura tal que los recursos oficiales destinados a tal fin resultaron insuficientes por lo que se designó una comisión para recaudar los fondos necesarios, nombrándose al Maestre de Campo Alonso Ruíz de los Llanos como Mayordomo de la obra.

El Maestre de Campo Pedro Díaz de Loria fue designado para dirigirla y el Sargento Mayor Diego de Avila como su ayudante.

Existe en el Archivo y Biblioteca Históricos de Salta alguna documentación acerca de las personas y/o familias que hicieron aportes destinados a la construcción del Templo. Debemos recordar también que existía una disposición real que mandaba que todos los vecinos debían aportar a la construcción de iglesias según la calidad de cada ciudadano haciendo un prorrateo de sus caudales (Cfr. Teresa Cadena de H., “Iglesias de Salta” en Cuadernos del IV Centenario de la Fundación de Salta).

Según Teresa de Hessling, “la construcción tenía 76 varas; y media de largo por 14 varas y media de ancho. Sus cimientos eran de piedra y barro revocados de dos varas y media de ancho por dos varas de alto. La altura llegaba a 10 varas. En su frente se abrían tres pares de puertas, las grandes del medio estaban umbraladas.

El techo se asentaba en 16 cumbreras de 5 varas cada una, en madera de cedro y se asentaban en 15 pares de tirantes de cedro con sus canes y labores de escultura. Entre tirante y tirante se colocaron 32 cornisas afrisadas. Se ataban por debajo de tirantes trabajados. Veinte soleras embebidas en la pared se colocaron para los corredores por la parte de afuera y 240 canes bolados servían en el alero. El piso era de tablas de cedro de cuatro varas de largo”.

Respecto al interior no tenemos noticias de cómo era; pero un interesante documento de 1752 nos permite intuir que en esos momentos se quería enriquecerlo de un modo poco común.

En este documento aparece un maestro desconocido hasta ahora, el dorador y encarnador de imágenes, Juan de Armijo, que se comprometía con el mayordomo don Jacinto López de Vera a “… dorar el retablo del Altar Mayor de la dicha Iglesia y entregarlo en un todo acabado en el término de un año y dos meses… y … por ciento y dos rostros que ha de encarnar le ha de pagar a siete reales asimismo en plata. Y dicho encarne se entiende con el cuerpo y ropaje…”

Por su parte, el mayordomo se obligaba a “…que a dicho Maestro se ha de dar casa en que vivía a costa de la fábrica y un peón para que este lo ocupe en hacer cola, moler yeso y acarrear agua y otras cosas precisas para dicha obra…”

En opinión de los autores del “Patrimonio Artístico Nacional de la Provincia de Salta”, el número de figuras es realmente insólito y no coincide con el tamaño del edificio y cuesta suponer cómo podrían estar dispuestas ya que no se conocen obras de tal envergadura.

Considerando que pudiese existir algún tipo de exageración en este documento, lo que si queda bien en claro es que la obra, tanto en su aspecto exterior como interior, era realmente importante.

 

Fuente: http://catedralsalta.org/la-primera-iglesia-matriz/

 

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