s muy común, entre los que pasaron los setenta años, al encontrarse con algún conocido o amigo tras los saludos de práctica buscan la oportunidad para intercambiar el nombre de medicamentos que les es de utilidad para superar problemas vinculados a la próstata, cataratas, diabetes, hipertensión arterial, artritis o artrosis, asunto cardiovasculares, entre otros males.
Cada uno se convierte en galeno para convencer sobre las virtudes de tal o cual remedio.
A continuación averiguan como asunto de la tertulia temas de actualidad para después, en la mayoría de los casos, pasar a considerar hechos anecdóticos de sus épocas juveniles. Entre estos sucesos surge la de una mujer que con el correr del tiempo pasó a ser una figura emblemática de la Salta de antes.
Los memoriosos de aquel pasado muy poco saben de Milagro Zorrilla, una tucumana nacida en Trancas en el año 1848 y que, en su más tierna juventud, se radicó en Salta para vivir en un rancho ubicado en la cercanía del Regimiento 5 de Caballería.
Hasta aquí nada nos dice para distraer la charla de los contertulios, pero sí con el condimento que acompaño. Su piel era muy oscura y los cabellos con que coronaba su cabeza era un ensortijado muy negro. Parecía plato de moras.
De paso corto, cubría sus pies con zapatillas blanca nieve, en sus días de trabajo, su vestido había perdido su color original por su constante lavado. Era muy difícil definirlo.
Milagro Zorrilla prácticamente mantenía su espalda encorvada durante el día lavando en "su" batea la ropa de los oficiales y subalternos del C-5. A los soldados conscriptos los trataba de una manera suave y afable como "m'hijitos". También, su oficio de lavandera, lo ejercía en otras unidades militares tales como los regimientos Artillería y 2 de Montaña.
Su pasión por el Ejército la hizo acreedora, con el mayor respeto, ya por los militares o los pobladores de esta "muy noble ciudad" de los siguientes motes: "/*La Cuartelera"*, "*La Mulata Zorrilla"*, *"La Sargenta"*, *"La Negra Milagro"*. /
En cada fecha patria salía vestida con un largo guardapolvo almidonado de tono blanco que le llegaba hasta sus tobillos y en su pecho exhibía cintas de color de nuestra bandera nacional. Acompañaba a los soldados desfilando marcialmente.
La "/ * Negra del Monumento * /", a la que se le atribuía haber sido la mujer o descendiente de algún guerrero del Paraguay, en todas las ceremonias patrias ya sea acompañando al abanderado que iniciaba el desfile o atrás de la Fanfarria sostenía un palo donde flameaba una bandera de papel, confeccionada por ella misma. Nunca quiso cambiarla por otra.
Su mirada pareciera buscar en el infinito alguna escena guerrera donde podría haber perdido la vida uno de sus seres muy queridos.
Milagro Zorrilla falleció en Salta el 12 de julio de 1957, vale decir cuando contaba con 109 años, recibiendo los honores militares propios a los que se les tributa a los jefes y oficiales que pasaron a la eternidad.
