EL INGENIO SAN ISIDRO DE SALTA

Antecedentes del Primer Ingenio Azucarero en la Argentina

Por Diego Cornejo Castellanos

“El estudio de la Historia tropieza a veces con serios inconvenientes,
deslizándose los acontecimientos a través del tiempo, los cubre el olvido
con su polvo, ocultando cuestiones, hechos y personajes interesantes”

Dr.Atilio Cornejo

Resulta significativo verificar tanto en la bibliografía existente sobre este tema como por la existencia de innumerables antecedentes documentales, que al indagar los orígenes de la industria azucarera puedan encontrarse opiniones tan disímiles entre los historiadores e investigadores, quienes con gran empeño intentaron dilucidar cuándo tuvo lugar el nacimiento de la explotación y producción de la caña de azúcar, y que pese a ello, no lograron en su época consensuar un juicio definitivo al respecto. Este hecho lo pude constatar, al momento de cotejar los diferentes criterios, a partir de los cuales emitieron sus juicios los investigadores, especialmente aquellos cuyas obras salieron a la luz con anterioridad al siglo XX. Pero lo que sí estimo como verdad incontrastable y evidente, que en gran medida motivó esta sucinta relación de los hechos: es mi convicción de que el verdadero artífice de aquella incipiente y próspera industria nacional, fue el coronel de milicias don Juan Adrián Fernández Cornejo y Rendón, y esta afirmación trataré de fundamentarla sustentándome en fuentes documentales reconocidas por las diversas corrientes historiográficas.

Nacido en Locumba, Corregimiento de Arica, Perú, el 12 de marzo de 1738, se arraigó en Salta, e introdujo la caña de azúcar al tiempo que fundó el primer ingenio azucarero argentino en el actual Departamento de Campo Santo, llamado antiguamente valle de Siancas. Dicha heredad la obtuvo Cornejo por merced real a la que denominó La Viña, por cuanto allí se consagró también al cultivo de la vid, y comprendía por el sur, el río de Siancas, por el norte El Potrero del Paraíso; por el Naciente, el camino real que pasa por Cobos, línea recta hasta El Bordo para la parte del Poniente hasta el camino que viene de Las Lanzas a cuatro cuadras más arriba sobre otro Bordo.

Firma de Dn. Juan Adrián Fernández Cornejo y Rendón

Con el transcurso del tiempo, investigadores y profanos en la materia aseveraron que el verdadero creador e impulsor de la industria azucarera en nuestro país, fue el insigne obispo y doctor don José Eusebio Colombres, quien en la provincia de Tucumán con denodado ímpetu y visión progresista alentó el desarrollo industrial del azúcar en la región, cuando en 1821 instaló su primer trapiche para la molienda de ese cultivo.

Estudiosos como Emilio J.Schelh, en sus dos publicaciones fruto de sus indagaciones sobre esta materia: “La caña de azúcar en Tucumán. Memoria de su introducción y propagación” y “La industria azucarera argentina”, afirmaba: “…En Salta se conoció la caña desde algunos siglos atrás. Ruy Díaz de Guzmán en la Argentina, de 1612, se refiere que los españoles la encontraron indígena en los bosques orientales del Tucumán, aunque la mayor parte de los historiadores antiguos están contestes en que la caña, no es originaria de América”, acotando:

“…pero sea de esto lo que fuere, es sabido que ella existió a principios del siglo XVI, siendo más tarde su propagador en Salta D.Antonino Fernández Cornejo, que inició los cultivos en 1760, cultivos que en seguida se propagaron, alcanzando considerable desarrollo durante el gobierno de don Andrés Mestre, en el departamento de Orán”. Por último el referido escritor consignó: “En ese entonces se utilizaban los jugos para hacer miel y tabletas, comenzándose algo después la confección de pilones de azúcar, que los jesuitas fabricaban ya desde hace tiempo atrás en la reducción de Lules (Tucumán)”.

El historiador Schehl erróneamente confunde a don Juan Adrían con su hijo don José Antonino Fernández Cornejo, pues se remonta a 1760, es decir al año en que don Juan Adrián iniciaba su acción productiva en Salta.

Por su parte el Dr.Arsenio Granillo en su obra “Descripción de la Provincia de Tucumán” manifestó:

“…el Presbítero don José Eusebio Colombres, diputado al Congreso Constituyente de 1810, es el que introdujo (el azúcar) del Perú en 1821. Pero documentos existentes en el archivo de la Tesorería General de la Provincia demuestran que cuando tuvo lugar la expulsión de los Jesuitas, poseían éstos en su estancia de Lules un retacillo de cañaveral y un trapiche para moler caña, pasaje textual sacado del Inventario de las existencias de dicha estancia, practicada el 13 de de agosto de 1767, que prueba no sólo que se cultivaba, sino que también se beneficiaba la caña”. Ahora bien, si los jesuitas contaban con estos cultivos antes de 1760 y luego por Real Cédula de la Corona de España son expulsados en 1767, de “todos los dominios pertenecientes a los reyes de España”, nos encontramos que en los diferentes círculos dedicados a la investigación se produjo una auténtica “laguna histórica”, como acertadamente la definió el doctor Atilio Cornejo. Paradójicamente, es a don Juan Adrián Fernández Cornejo a quien le cupo dar cumplimiento a la disposición emanada de la Corona, expulsando del territorio salteño a los jesuitas. Pero a partir de ese hecho, advertimos que en ningún momento, autor alguno supo aportar respuesta a algunos interrogantes de gran significación: ¿durante el lapso comprendido entre 1767 hasta 1821 qué destino corrió el cultivo del azúcar?, ¿existieron establecimientos destinados a la producción azucarera?, o ¿quién propagó y consolidó las bases de la industria azucarera en ese período de casi 54 años?. Pese a los antecedentes que hacían referencia a la existencia de dicho cultivo en el transcurso de los siglos XVI y XVII en determinadas regiones tucumanas, como lo atestiguaron Paul Groussac y por los relatos del Padre Lozano, ambos autores coincidieron en manifestar: “

Queda comprobado que la caña de azúcar se cultivaba en distintos puntos del Tucumán, a principios del siglo XVII y tal vez a fines del XVI, utilizándosela únicamente como fruta, pues no existe noticia de que se le diese utilidad industrial hasta mediados del siglo XVII.

Estas referencias consolidaron la tesis de autores como los doctores Bernardo Frías, Adrián F.Cornejo Lascano y Atilio Cornejo, quienes fundamentaron sus juicios, en virtud de las pruebas documentales y testimonios recogidos en el seno de sus hogares, por cuanto en ellos se conservaban todavía pruebas dignas de credibilidad sobre tema, por ello en estos autores encontramos que sus posiciones son convergentes en cuanto al justo y merecido reconocimiento que manifiestan hacia la figura de don Juan Adrián Fernández Cornejo, por ser él quien introdujo la caña de azúcar proveniente del Perú y constituirse en el fundador del primer ingenio azucarero argentino. En un pasaje de sus Tradiciones Históricas (segunda serie) el Dr. Frías consignaba refiriéndose a Cornejo lo siguiente:

“…importó de Tacna (Perú) las primeras cañas dulces a la tierra argentina. Las introdujo cargadas sobre las mulas, frescas y verdes, como correspondía a quienes iban a desempeñar la misión de semillas, envueltas se comprende, con infinitos cuidados que requería un viaje tan largo, tan penoso y tan expuesto como aquél. La planta se produjo, y creció, dando el fruto como el dulce del Perú, según la expresión del poeta Chocano".

Otro contribución sustancial sobre el tema, es el opúsculo inédito que escribiera el doctor Adrián F.Cornejo Lascano, a quien cita reiteradamente el doctor Atilio Cornejo, llevaba por título: “Contribución a la Historia de Salta y de sus próceres”, en uno de sus párrafos atestiguaba:

“…los cultivos y su elaboración se practicaron de 1760 a 1766, con mucha imperfección y se hacían con negros esclavos, traídos ex profeso del Perú” , revelando que: “la primera caña de azúcar que se introdujo, se distingue hoy con el nombre de criolla , y aunque da un jugo de excelente calidad, se ha abandonado porque crece muy poco, por cuya razón se preocuparon de introducir variedad de plantas” .

A modo de conclusión y con el objeto de esclarecer antiguas controversias, hago mías las expresiones de doctor Atilio Cornejo al expresar categóricamente:

“…confirmando lo expuesto, vale decir, don Juan Adrián Fernández Cornejo y Rendón fue el fundador de la industria azucarera argentina , dado que todos los investigadores han asignado a la obra de los jesuitas en Lules, el carácter de mero ensayo que por lo demás, fue interrumpido y, en cambio, la obra de aquél, ha sido el punto de arranque de la industria azucarera, que implantada en Salta, se propagó luego hasta llegar a su sede principal en Tucumán, con el tiempo; confirmando, digo, tal afirmación, ofrezco como prueba irrebatible las constancias del juicio sucesorio de don Juan Adrián Cornejo, existentes en el Archivo de Salta”.

Don Juan Adrían Fernández Cornejo falleció viudo de doña Clara de la Corte y Rosas en su hacienda de Campo Santo el 10 de diciembre de 1797, dejando una prolífica descendencia. Efectuados los actos sucesorios correspondientes. El Ingenio San Isidro pasó a manos de su hijo el coronel mayor don José Antonino Fernández Cornejo, ateniéndome a lógicas razones de espacio, me limitaré a destacar su importante trayectoria en el Ingenio de su propiedad.

José Antonino Fernández Cornejo

En 1798, Cornejo emprendió una intensa labor tendiente a acondicionar las tierras y adquirir nuevos elementos para su establecimiento industrial. De Lima (Perú), transportó herramientas indispensables para un mejor desarrollo de las actividades en San Isidro.

En 1813 le proporcionó al ejército patriota al mando del General Manuel Belgrano un sitio donde acampar y puso sus cañaverales para alimento de los animales con los que se movilizaban las tropas libertadoras. La producción de caña de azúcar se incrementó notablemente desde Campo Santo hasta Orán, cabe recordar que don Vicente Uriburu había adquirido en 1832 las tierras ubicadas en la Misión de Zenta (Orán). Atento a estos resultados, es que puede conferirse veracidad a las afirmaciones de Groussac, en el sentido de que el obispo Colombres había llevado a Tucumán elementos provenientes de Campo Santo; con el tiempo, el Ingenio dirigido por Colombres llegó a superar al salteño, tanto en su producción de azúcar como cualitativamente en materia de infraestructura y maquinarias. Con el apoyo de su familia, don José Antonino Fernández Cornejo logró sentar las bases para proyectar al Ingenio San Isidro a una posición destacada dentro de la industria azucarera argentina.

Falleció el 8 de agosto de 1850 en Campo Santo, y sus restos reposan actualmente en el Panteón de las Glorias del Norte, erigido en la Catedral de Salta, junto a los del General Dn.Martín Miguel de Güemes y a otros próceres que a lo largo de sus vidas honraron a nuestra provincia.

Tiempo antes de su muerte, en 1844 uno de sus hijos don Juan Nepomuceno decidió trasladarse a San Pedro de Jujuy dedicado al trabajo azucarero, allí permaneció unos años, pero razones de salud, determinaron su regreso a Salta y a partir del fallecimiento de su padre, a quien había secundado en sus labores don Juan Nepomuceno volcó todas sus energías con el propósito de transformar al Ingenio San Isidro en una verdadera empresa acorde con los requerimientos de la época, alentado por la competencia que se estaba generando a raíz de la instalación de nuevos establecimientos azucareros en el norte, como el de don Miguel F.Aráoz, el de los señores Sixto y Querubín Ovejero, el Ingenio Ledesma que primitivamente perteneciera a la familia Ovejero, posteriormente la Sociedad Ovejero, Zerda y Usandivaras, que despues se transformaría en un centro azucarero de avanzada.

Don Juan N. Cornejo y Usandivaras adoptó iniciativas realmente innovadoras para San Isidro, importando del Perú nuevas clases de caña de azúcar, la primera máquina para blanquear el azúcar proveniente de Inglaterra, como también instauró una serie de medidas de contenido social para beneficio de los indios que allí trabajaban.

A principios del mes de julio de 1880 encontrándose trabajando con la centrífuga vieja, don Juan Nepomuceno se resbaló, precipitándose en ella, inutilizándose sus dos piernas. Trasladado desde Campo Santo a su hogar aún existente, en la calle Alvarado 577 de esta ciudad, a causa del deterioro físico que le produjo ese fatal accidente, muere el 11 de agosto de 1880.

“Bien puede decirse de él – afirmó Atilio Cornejo – que fue el innovador y el mártir de la industria azucarera argentina”.

Con posterioridad el Ingenio San Isidro pasó a manos de Ugarriza, Uriburu, Dorado y otros propietarios. En los albores del siglo XX nuevamente, aquél el histórico emporio azucarero regresó a manos de la familia Cornejo, en virtud de la compra que efectuara don Pedro F.Cornejo Ceballos, continuando su obra sus sucesores el doctor Julio Cornejo y doña Mercedes Cornejo de Figueroa, y sus hijos, nietos y demás descendientes procuraron incrementar el rol productivo del Ingenio, dotándolo de nuevos adelantos tecnológicos, al tiempo que se sumaron a la búsqueda de nuevos destinos para el intercambio comercial con el exterior de nuestro país, hasta que el año 1992, por razones de diversa índole, determinaron el cierre del ciclo iniciado doscientos años atrás en que el Ingenio San Isidro perteneció a la familia Cornejo. Sirvan estas líneas para testimoniar mi admiración y gratitud a la memoria de cada uno de nuestros antepasados, quienes mediante su esfuerzo y patriotismo, legaron una página de gloria a la industria azucarera argentina.-