Oración

mantísimo Jesús mío, hermosura eterna de la Gloria, mi Dios crucificado y todo mi bien, justo Juez y piadoso Padre, que, no contento vuestro amor con haber bajado del cielo a la tierra a buscar al pecador; haber derramado vuestra sangre en el ara de la Cruz y haber instituido el Sacramento Eucarístico de vuestro Cuerpo y Sangre en la Santa Misa, quisisteis venir en vuestra milagrosa imagen a esta ciudad de Salta, a buscar como Pastor Divino a la oveja perdida. Y cuando más olvidada andaba de vuestro singular amor, hicisteis estremecer la tierra con espantosos terremotos, y revelasteis a vuestro siervo no cesarían hasta que os sacasen por las calles. Os suplico, mi Dios crucificado, que por vuestra mansedumbre soseguéis la inquietud de mi espíritu, para que pueda yo corresponder agradecido, buscándoos sólo a Vos, pues sois el descanso de mi alma y mi único bien. Y si por haberos ofendido temblase mi alma de llegarse a Vos, dadle voces desde esa Cruz, con que interiormente le digáis: "Mira, hijo mío, cuánto sufro por tu amor, y tú ¿qué es lo que haces por Mí, sino sólo ofenderme? Pero ven a mis brazos, que Yo clamaré a mi Eterno Padre diciendo: "Padre, perdona a este hijo ingrato, que no ha sabido lo que ha hecho al haber despreciado a su Dios y Redentor" Y, si todavía vuestro amor retira de mi los ojos de su piedad, por mi ignorancia e ingratitud, ponedlos en vuestra Madre, María Santísima del Milagro, mi Protectora, por cuyos méritos y piadosa intercesión, espero se templarán vuestros enojos, y me daréis gracia para que os pueda servir en esta vida y alabaros en la eterna. AMÉN.

Doce estrellas del Cielo de María

(Estrofas)

1

Dios te salve, Madre
Reina de los Cielos,
esperanza nuestra,
refugio y consuelo.

(Coro)

2

Virgen del Milagro
gloria de este pueblo,
en quien siempre halla
todo su remedio.

3

Si son nuestras culpas,
muchas en extremo,
tus misericordias
son más con exceso.

4

Ya el castigo estaba
sobre nuestros yerros,
más lo detuvieron
tus piadosos ruegos.

5

Al pie del sagrario
allí intercediendo,
el perdón pediste
de nuestros excesos.

6

Mudando colores
tu semblante bello
a entender nos dió
tu pena y consuelo.

7

Empeñada estabas,
y echaste Tú el resto,
para que el castigo
no tuviese efecto.

8

"Perdona -decías-,
mi Dios, a este pueblo;
si no la corona
de Reina aquí os dejo".

9

"Yo por fiadora
salgo en este empeño,
y a mi cuenta corre
no más ofenderos".

10

Confundirte quiso
el dragón soberbio,
pero con tu planta
le quebraste el cuello.

11

Haz, Madre y Señora,
que todos logremos
el fruto, después
de aqueste destierro.

12

En esta novena
que humildes hacemos,
nuestra petición
por tu amor logremos.