Finca “La Viña”

 

     Esta Finca esta ubicada en la localidad rural de Betania (Campo Santo) fue donde estuvo establecido el Paraje de la Viña, lugar donde se sucedieron los acontecimientos de la "Historia de la Virgen de la Candelaria de la Viña" y lugar donde queda como única huella de estos tiempos la antigua sala o Escuela Vieja, como es conocida en la actualidad.

     Cuenta la historia que este Paraje estaba situado a espaldas de la ciudad de Salta y a dos leguas del Fuerte de Cobos; entre sus primeros pobladores, la familia Fernández Pedroza, oriundo de la provincia de Extremadura ( Europa ), se radicó en estas tierras, donde construyó una Capilla para rendir culto a Nuestra Señora de la Candelaria, en el año 1.633, cuya imagen fue traída de Coimbra, Portugal.

     Esta Capilla, conocida como el Santuario de La Viña era considerada como protectora de este paraje de los continuos ataques que los aborígenes realizaban en la zona.

     Una carta del vicario Francisco Castellanos de 1.733, expresaba: “que en este poblado hacía ya cien años que no se vio muerta a ninguna persona por daño de los indios infieles”.

     Y ocurrió un día que una terrible invasión de aborígenes chaqueños destruyeron primero los fuertes de Balbuena y San José y llegar en la noche del 10 de Setiembre de 1.735 sobre Cobos y la hacienda de la Viña, que también fue asaltada e incendiada.

     La capilla que contenía a la Santa Madre sufrió los mismos daños, siendo la Imagen acribillada a flechazos por un indio que la confundió con una persona e intentó degollarla derramando sangre de sus heridas y una india que se encontraba cerca le robó el Niño, teniéndolo alrededor de 8 o 9 años cautivo, pudiéndose recuperarlo después de estos años.

     Después de estos trágicos días, la imagen de la Virgen de la Candelaria fue llevada a la ciudad de Salta, venerada en la actual Iglesia de la Viña.

 

LA ANTIGUA SALA

 

     Esta representa una típica construcción de los tiempos coloniales, sus gruesas paredes y fuerte tirantería resisten todavía a las inclemencias ajenas.

     Su identificación histórica se encuentra a comienzos del siglo XVII con el asentamiento de la familia Fernández Pedroza. En 1.756 la finca fue adquirida por Félix Arias Rengel, quien la vendió dos años más tarde a Tomás Cornejo y éste la traspasó a su hermano “Juan Adrián Fernández Cornejo” en 1.759.

     Es este último dato, el de mayor valor histórico que posee esta propiedad, por considerarse a Don Juan A. F. Cornejo el iniciador de la Industria Azucarera del país y cuya actividad dio como consecuencia la formación del pueblo de Campo Santo, o sea es el fundador implícito de este pueblo.

     Desde esta casa que data según un dintel de su puerta de 1.764, comenzó don Juan A. F. Cornejo su loable obra en este valle.

     A partir de 1.799 pasó a su hijo, Gaspar Fernández Cornejo. Por distintas ventas, esta propiedad fue pasando de dueños en dueños, hasta hacerse poseedor de esta don Delfín Leguizamón, persona distinguida de la Sociedad Salteña, quién fuera también Gobernador de la Provincia de Salta en dos oportunidades (1.817 y 1.893) y reemplazara en una vez al Gobernador Sixto Ovejero en el año 1.896.

     Hasta los días actuales se recuerda, las jornadas de descanso que realizaba el Gobernador en esta Casa - Finca: “Cuando los sábados a media tarde el cochemotor que pasaba frente a esta finca, se detenía y descendía el Gobernador y el día domingo con pañuelo en la mano hacía señal al maquinista de parada para que lo trasladara de nuevo a la ciudad”.

     Esta propiedad estuvo en su poder desde el año 1.907 hasta el año 1.924, cuando por compra directa fue adquirida por Don Cayetano De Marco, inmigrante de origen Italiano, que llegó a estas tierras con el noble sueño de trabajo y progreso.

     Gracias al permiso otorgado por Don De Marco, estas viejas paredes sirvieron como Establecimiento Educativo, ya que aquí funcionó la primera Escuela Primaria de Betania, donde concurrían los niños de la zona, y tuvo abiertas sus puertas hasta el año 1.967 aproximadamente.

     En los días actuales, esta antigua sala sigue desafiando al tiempo y a la historia, y a pesar de ser ignorada como reliquia cultural, se resiste a desaparecer.

 

 

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