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Ernesto Bisceglia

Doscientos años no son nada: Debemos volver a Tucumán

Nos debemos otro Congreso de Tucumán, esta vez para independizarnos de Buenos Aires, de la hegemonía porteña y para hacer realidad alguna vez el federalismo.

Se ha ido dejando atrás la idea de que el “Cumpleaños de la Patria” era el 25 de Mayo de 1810 para dejar paso a la idea de que la verdadera fecha patria debe ser el 9 de Julio de 1816 cuando con valentía y toda certeza de ánimo se declaró la Independencia en el marco del Congreso de Tucumán.

Esto es así porque aquella fue una convocatoria de los pueblos del interior, porque Buenos Aires no hubiera conseguido esa Declaración de Independencia. Fue ese interior profundo el que hizo posible la Patria y la sigue haciendo, porque allí se cultiva, se produce, se extraen todos los recursos que hacen que el Gobierno central tenga vida.

La diferencia más concluyente entre ambas fechas reside en que el de Mayo de 1810 fue un Movimiento de la clase dirigente porteña con una fuerte motivación económica, la de lograr la ansiada cuestión del libre comercio, propiciada por los ingleses desde sus invasiones en 1806 y 1807. En cambio, en Tucumán, lisa y llanamente se inscribió en la historia la palabra “Independencia”.

Aquel año de 1816 era el peor momento para declarar la Independencia porque salvo Buenos Aires, toda la América restante había sido recuperada por los españoles. En ese punto hay que dar el crédito que merece el General Martín Miguel de Güemes que selló la frontera norte al paso de las invasiones realistas, permitiendo además de la preparación del Plan Continental de San Martín, la Declaración de la Independencia en Tucumán.

“¡Hasta cuándo esperamos declarar nuestra Independencia!”, le escribe el Libertador a Godoy Cruz en abril de ese año; y agrega: “¿No le parece a Usted una cosa bien ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y cucarda nacional y por último hacer la guerra al soberano de quien en el día se cree que dependemos?”

Superando las anécdotas históricas y las actuaciones de los protagonistas de aquella Gesta, conviene recordar que a pesar de haber transcurrido 200 años desde aquellos días, hoy aún existen cuestiones irresueltas que han cambiado en su forma pero no en el fondo, las que dilatan en el tiempo el ejercicio pleno y verdadero de una autonomía cierta.

En el plano internacional nada ha cambiado y la República Argentina continúa sujeta a los dictados del Departamento de Estado del Imperio norteamericano, de los Organismos de crédito internacional y de los grupos de acreedores que presionan para lograr incluso a través de leyes nacionales la satisfacción de sus intereses económicos.

En el aspecto interno la dicotomía Puerto-Interior continúa vigente y lo que en aquella época se llamada renta de la Aduana ahora se llama coparticipación federal, que de reparto puede que algo tenga pero que de federal no lleva más que el nombre. Los gobernadores aún deben peregrinar a Buenos Aires a mendigar dineros que provienen de los recursos naturales que se explotan.

Hay que volver a reunirnos en Tucumán

Quedan cuentas pendientes; por ejemplo, no ha podido concretarse el sueño de la Gran Nación Sudamericana que pensaron el General José de San Martín y Simón Bolívar, anhelo postergado a causa de los políticos que miran la cuestión desde las ideologías antes que desde el sentido de hermandad latinoamericana.

Dentro de las fronteras argentinas, ese nuevo Congreso de Tucumán, como Aquel que fuera expresión visceral del interior profundo debe venir a sentar la independencia de los gobiernos locales del centralismo porteño para para hacer realidad alguna vez el federalismo que proclama la Constitución Nacional.

Es primordial declarar la “Independencia cultural” a través de una reforma educativa que promueva y permita una política provincial en esta materia, mientras se revisan las currículas para ir adaptándolas a las nuevas exigencias del conocimiento emocional, luchando además por eliminar los índices de semianalfabetismo y analfabetismo que todavía subsisten.

Muchas otras cuestiones habría que tratar en ese hipotético Congreso, por eso ajustadas son para cerrar nuevamente esas palabras de San Martín, cuando se pregunta en aquella carta a Godoy Cruz: “¿Qué relaciones podremos emprender cuando estamos a pupilo?”

Cuando se continúa dependiendo de las decisiones nacionales para sobrevivir, sometidos a la voluntad de gobiernos que repitiendo la historia buscan únicamente su interés y perpetuación en el poder.

Hace doscientos años, esos incipientes estados provinciales tuvieron el coraje de reunirse demostrando la fuerza que tienen las decisiones populares y cambiaron el curso de nuestra historia sellando para siempre un destino independiente. La pregunta ahora, es si será posible volver a hacerlo.-

Por: Ernesto Bisceglia

 

 

 

 

 

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