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Felipe Varela viene... y se va.

Por CLAUDIO OMAR ARNAUDO

El Caudillo

Nació en 1821 en el pueblo catamarqueño de Guaycama (o Huaycama), Departamento de Valle Viejo, hijo de Javier Varela y de Isabel Rearte, en su infancia vivió con su familia en Guandacol (1) , en la provincia de La Rioja. Según algunos investigadores pasó los primeros años de su vida con la tradicional familia Nieva y Castilla, del Hospicio de San Antonio de Piedra Blanca, de la cual era también pariente. Fue testigo de la muerte de su padre en el combate librado el 8 de setiembre de 1840 sobre la margen derecha del Río del Valle, entre las fuerzas federales  de Santiago del Estero y las unitarias de Catamarca.

Bajo el tutelaje del Comandante Pedro Pascual Castillo, amigo de su padre, visitara  lugares desconocidos de la región, en sus frecuentes viajes con arrías de animales hacia Chile.  En Guandacol, poco después, formó su hogar con una hija de su protector, Trinidad Castillo. Se sabe que tuvo varios hijos, entre los que se cuentan Isora, Elvira, Bernarda y Javier.

Con su padre político se dedicó, además, al engorde de hacienda para los mercados chilenos de Huayco y Copiapó. Esos continuos viajes y el trato con peones y pequeños ganaderos, le dieron un amplio conocimiento del paisano humilde de la región y de los vericuetos de la cordillera la que cruzaría muchas veces.  poco a poco, fue acrecentando su prestigio entre la peonada y la gente del campo.

Luchó junto al Comandante Castillo en la Coalición del Norte contra Rosas, a las órdenes del caudillo Ángel Vicente Peñaloza, quien se había plegado a esa causa por lealtad al gobernador riojano Tomás Brizuela, jefe de aquel movimiento. Pero vencida la resistencia norteña pasó con sus compañeros de infortunio a refugiarse en Chile.

Varios investigadores sostienen que  Varela regresó al país recién después de la caída de Rosas, pero documentos encontrados por el doctor Ernesto S. Zalazar, de Chilecito, La Rioja, señalan que, por lo menos, en 1848 ya se encontraba en Guandacol. El historiador Félix Luna, en su obra Los Caudillos, afirma que tuvo en sus manos un pasaporte militar chileno expedido al Capitán o Comandante Felipe Varela, antes de 1850. En este periodo adquiere vinculaciones y un vago sentido americanista. (2).

Por esos años Varela entró en amistad también con el coronel Tristán Benjamín Dávila, acaudalado vecino de Famatina. Dávila perteneció primero al partido unitario y después de Caseros se incorporó a los ideales de Urquiza, para pasarse, luego de Pavón, al mitrismo. Varela no sólo trabó amistad con el coronel Dávila, sino que se había asociado a sus negocios, entre ellos un molino harinero. Eran los tiempos en que catamarqueños y riojanos comercializaban prósperamente con Chile con arrías de mulas, venta de harina, aguardiente, vinos, algodón, y otros frutos de la región.

Después de la Batalla de Caseros se incorpora  al Ejercito de la Confederación, donde revista varios años. En 1855 figura con el grado de Teniente Coronel en el Regimiento 7° de Línea, con asiento en Rio IV, provincia de Córdoba.(3)

Dentro de sus actividades militares, es de destacar que bajo las órdenes de Justo José de Urquiza, participó de la Batalla de Pavón, en el año 1861, donde luego de la controvertida “derrota” de este a manos del General Bartolomé Mitre, pasa a enrolarse en las filas del Chacho Peñaloza, en clara sublevación contra las autoridades nacionales.

Un año después de Pavón, Regulo Martínez, amigo de Mitre le escribe a este que Varela “…fue la única  fiel criatura que tuvo Urquiza en Pavón y después de Pavón…”.Algunos investigadores opinan que sirvió a las órdenes del General Paunero, lo cual es poco probable por sus ideales federales al estilo Chaco Peñaloza “antirosista” y “antiporteño”. 

A mediados de 1862 Varela, con el grado de Coronel, está en La Rioja después del Tratado de la Banderita(4) . En julio de este año es nombrado, a instancias del Chacho Peñaloza, Jefe de Policía y virtual Comandante de armas de la Provincia de La Rioja, de este modo el Chacho Peñaloza tiene el control de las milicias riojanas. Recorre la provincia riojana, ganando adeptos para su causa.

Un enviado de Mitre le escribe a este: “…El Coronel Varela que hace de jefe de policía y gobernador… yo lo conozco desde Chile y por más que don Domingo Oro lo recomienda, es un gaucho malo, corrompido hasta la medula de los huesos…”

Luego de recorrer en parte la provincia de Catamarca, donde mantiene distintas reuniones en las aéreas rurales, regresa en un intento de invasión, pero no logra su cometido. A las órdenes del “Chacho” Peñaloza combatió contra el General Paunero, en los enfrentamientos de Las Playas y Lomas Blancas, donde son derrotados.

En su huida son perseguidos por el Coronel Arredondo, separándose del “Chacho” cerca de Chilecito, no logrando reunirse nuevamente con su Jefe debido a las intensas persecuciones del Comandante Linares, viejo conocedor de los movimientos montoneros. Ya en Chile, se entera que el Chacho Peñaloza fue asesinado en la localidad riojana de Olta.

Pese a las pérdidas económicas, Varela se mantiene firme en sus ideales, confía en el General Urquiza, como Jefe Federal, pidiéndole en una carta, ayuda para proseguir su causa, poniéndose además,  a sus órdenes.

En mayo de 1865, encontrándose en Chile, se entera del estallido de la guerra contra el Paraguay, regresando para incorporarse a las filas de Urquiza.(5)

Un mes y medio después, en la rendición de cuentas de Urquiza al Gobierno Nacional, por una suma que se le entrego al caudillo entrerriano para pertrechos militares, figura el recibo por $ 159,25 al Coronel Varela “…para ayuda de sus gastos desde Chile a Basualdo…”.

En diciembre del mismo año, Varela pide a Urquiza permiso para un breve viaje “…de un galope a Chile…” por razones particulares.(6) Se dirige a Buenos Aires para gestionar la cobranza de sueldos atrasados. El entonces Vicepresidente, Marcos Paz, autoriza el pago de $ 2.000, sin mayores trámites, prosiguiendo su viaje a Chile.(7)

En tanto los Regimientos de Línea seguían ocupando provincias y reprimiendo a los antiguos insurrectos. En la provincia de La Rioja, uno de sus oficiales era su gobernador, el Comandante Diego Wilde, proponía “desnaturalizar” a los pobladores rebeldes a otra zona.

Estos incidentes, sumado a los frescos recuerdos de las campañas de los “Coroneles de Mitre”: Sandes, Rivas, Arredondo e Irrazabal, con sus fusilamientos, incendios de propiedades, enajenación de bienes, etc., acentuaban la furia contra las clases acomodadas, vinculadas a la ideología gobernante y, usufrutuarías del poder que habían montado una red comercial y financiera, que predominaban por sobre los señores rurales, reducidos por las guerras a la miseria.

Cada reclutamiento para servir a la guerra contra el Paraguay, se convertía en una “sublevación en potencia”,  nadie quería servir en esa guerra, agravándose en setiembre de 1865 al conocerse la derrota de Curupayti.

En Mendoza se subleva la policía local, que armaron a los presos, se declara en rebeldía el contingente que debía ser trasladado al Paraguay, a órdenes del General Juan de Dios Videla. La rebelión cuyana estaba en marcha. Se autoproclaman federales, usando a modo de simbología el “cintillo rojo punzo”.

Las tropas gubernamentales son derrotadas en la Rinconada del Pocito. En San Luis se hace cargo del gobierno provincial  el Coronel Felipe Saa.

Galope y Povaderal:

Luego de su breve experiencia junto a Urquiza, arreglar, en parte, sus asuntos financieros con el gobierno nacional, el Coronel Varela se traslada a Chile, donde prepara sus planes, apoyado en ese país por sus contactos, favorecido en gran medida, por el desencanto trasandino ante la falta de solidaridad por parte de nuestro país en el conflicto bélico de Chile y Perú contra España.

El Coronel chileno Estanislao Medina se suma a Varela, con dos batallones compuestos en su mayoría por chilenos y una minoría de argentinos exiliados, re forzados con tres pequeñas piezas de artillería. Una llamativa bandera blanca y punzo de seda, acompaña a la tropa, con las leyendas “Federación o Muerte”, “Viva la Unión Americana”, “Viva el Ilustre Cap. Gral. Urquiza”, “Abajo los Negreros Traidores a la Patria”.

El 10 de diciembre de 1866 se conoce en la provincia de San Juan la proclama de Varela, no solo tuvo amplia repercusión, sino que además logro el pase de gran parte de las fuerzas gubernamentales de San Juan y aéreas de influencia a las fuerzas revolucionarias, como también la fuerte adhesión de caudillos locales, junto a sus pequeñas fuerzas. Viendo a Varela, como el sucesor del “Chacho” Peñaloza

En enero de 1867, Varela cruza desde Coquimbo a Jáchal, ocupándola sin combatir. Hasta entonces los alzamientos fueron acciones en forma aislada, Varela se reúne con los cabecillas rebeldes, surgiendo la dirección de Varela, basada en el último párrafo de su manifiesto:

  • Urgencia de la Constitución del 53 sin sus reformas.
  • Paz con la Republica del Paraguay.
  • Unión con las Republicas Americana

No es fácil establecer si estos puntos sumado al sentimiento “antiporteño” y “antimitrismo” eran meras formar verbales aptas para entusiasmar a las masas o se traducían en un pensamiento político conductor  y combinaciones previas de alta política internacional.

Lo cierto es que al asumir Varela el comando de la insurrección, transforma los incidentes cuyanos en una revolución nacional, la ultima en su tipo del Siglo XIX. (8)  

Los hechos relacionados con esta revolución estuvo signada por una curiosa manifestación popular: las coplas populares de perduración en el tiempo, el “ciclo Varela” fue acompañado por bombo y guitarra e incorporado al folclore tradicional.

Otra particularidad fue que al finalizar las conversaciones en San Juan, los jefes revolucionarios  se hicieron fotografiar por el fotógrafo Aguiar. Lo que en la actualidad seria “la foto oficial”.

El retrato de Varela coincide con la descripción del historiador Francisco Centeno, quien conoció a Varela cuando era niño, en oportunidad que este invadió su Salta natal:

“…Varela era de estatura alta y bizarra; su faz fina, muy enjuto de carnes como todo criollo puro, criado sobre el caballo, alimentado eternamente de carne; usaba la barba sin pera, pero largas las patillas a la española, ya canosas, de pómulos sobresalientes y de ojos de mirar fuerte como ave de rapiña. Vestía pantalón-bombacha, chaquetilla militar con alamares y calzaba botas de caballería. Ancho sombrero de campo cubría su cabeza. Parecía representar la edad en que se ha pasado la mitad del término de la vida…”. Y en otra parte expresa que “…Varela no carecía de cierta gallardía militar…”.

Varela envía a Chilecito a su segundo, el Coronel Medina, para luego juntos invadir Catamarca. En tanto va recibiendo adhesiones e incorporaciones de caudillos locales junto con sus fuerzas regulares. Ya en tierras catamarqueñas se destaca el Coronel Medina a Tinogasta, donde los rebeldes salen airosos de su prueba de fuego.(9) Se cuenta que entre los prisioneros tomados por los rebeldes se encontraba el Comandante Luis Quiroga, quien tomaba mate con el Coronel Medina, cuando este le dijo “…apure ese mate, compañero, porque ahurita nomas lo voy a mandar a fusilar…”, y así fue, después de terminado el mate ordeno su fusilamiento.

Al conocer la noticia del triunfo, Varela pide a los pudientes de Chilecito aprovisionamiento para sus fuerzas, a lo que respondieron que  “…no había suelas para hacer cananas”, enojado el caudillo les grito “Felipe Varela sabe cómo hacer cumplir sus ordenes… Que entreguen esas suelas o mandare hacer cananas con el cuero de cuantos salvajes unitarios hay en este pueblo…(10) Provisto, Varela parte a Catamarca.

Con la partida de los rebeldes hacia Catamarca, la provincia de La Rioja es tomada por una columna  de las fuerzas acantonadas en Tucumán, acción que pone en fuga a numerosos simpatizantes de la revolución y que deseaban incorporarse a esta. Posteriormente arriba a tierras riojanas Manuel Taboada al frente de sus fuerzas santiagueñas.

Varela se entera de las acciones de Taboada en tierras catamarqueñas, a la espera de un pronunciamiento revolucionario que no ocurre. Por entonces y con las distintas incorporaciones, Varela contaba con alrededor de 5000 hombres, uno de los ejércitos más numerosos hasta entonces.

El 8 de abril Varela inicia su camino hacia la provincia de La Rioja, cometiendo un grave error al forzar la marcha en medio de un calor abrazador, llevando a su ejército al límite de sus fuerzas. Por otro lado Varela ignoraba que el 1° de abril, el Coronel Arredondo había derrotado en San Ignacio,  a las fuerzas cuyanas al mando de Saa y Videla, desbaratando la revolución en Cuyo.

Por otro lado mientras Varela hacia bendecir a su tropa por el cura párroco de Arauco,  enviando una intimación a Taboada.

El 10 de abril los revolucionarios avistan, exhaustos, la ciudad de La Rioja, Taboada había dispuesto a sus fuerzas en torno a un pozo, propiedad de un tal Vargas, a una legua de la ciudad, armando trincheras con ramas espinosas. El combate comenzó con fuego de artillería(11) y las cargas de los hombres de Medina.

La primera parte del combate fue favorable a Varela, que por errores tácticos y arrestos individuales de sus jefes, no pudo volcar la batalla a su favor, sufriendo enormes pérdidas, retirándose luego a Chilecito.

Taboada se abroquelo alrededor del pozo de agua, sosteniendo su posición,  tomándole al enemigo gran parte de sus banderas y dos piezas de  artillería, pero sin caballería, para poder perseguir a los rebeldes.

Lo que hasta antes de esta batalla parecía orden, con sus partes, banderas y todos los ingredientes castrenses. Sus batallones “cazadores federales”, “Capitán General Urquiza”, “General Peñaloza”, “Constitución” y otros, constituían un ejército,  después de Pozo de Vargas, las fuerzas varelista, se convirtieron en bandas armadas y montoneros huyendo como podían del lugar.

Luego de la batalla, la geografía riojana se ve envuelta en una “caza de brujas” por ambos bandos, el Coronel Irazábal en persecución del enemigo, captura a tres jefes montoneros que los ejecuta bajo el tormento del “cepo colombiano(12) , otros son fusilados, mientras el Coronel Medina hace ajusticiar a punta de lanza al Comandante Tristán Dávila, otros integrantes de “familias decentes”, son asesinados en Chilecito.

Varela escribía a uno de sus jefes “… con los enemigos se trata como ellos nos tratan a nosotros…”. En cercanías de Guandacol, Varela se entera de la derrota en Cuyo, de la célebre “foto de San Juan” queda prácticamente solo, pese a ello decide seguir adelante, confiando que el General Aniceto Latorre en Salta y el General Octaviano Navarro en Catamarca se pronunciaran a su favor.

Pese a que el Coronel Medina y sus hombres se retiran a Chile, llevándose un importante botín, producto de los saqueos en Chilecito y Tinogasta.(13)

Marcelino Reyes dice: “Las fuerzas de Taboada fueron las  que más practicaron el Pillaje. Cuando emprendían el regreso a la provincia de Santiago del Estero se llevaron todo aquello que fue de fácil transporte hasta su provincia, animales, utensilios,  muebles, etc., inclusive hombres y mujeres fueron llevado engrilletados…”(14) .  También en una carta Pedro Bazán escribe a su hermano Abel  “… el(15) quiere vacas y mulas más que todo y el que le vé estos dos artículos le vé la cara de unitario aunque sea el mismo Laballe…”

El Padre Laurencio Torres escribe también al Dr. Bazán después de la segunda entrada de Taboada a La Rioja “…las terribles alteraciones qe sufrido de los montoneros colorados y después de los montoneros celestes del norte… el comisionado del norte(16) no hizo otra cosa q. venir y sentarse aquí como lo hizo la otra vez a perseguir hombres y mujeres por q. no tenían bacas, caballos, mulas, ni burros q. quitarles mientras q. toda la montonera estaba en chilecito haciendo atrocidades…”(17) .

Un testigo presencial relata muchos años después: “…los santiagueños tomaban todo lo que  querían, familias enteras dejan sus casas y se escondían en los cerros, llevando lo que consideraban de más valor y enterrando antes de salir, todo lo que podían. Entonces se sufrió mucho y algunas familias quedaron pobres porque le llevaron tropas de mulas, hacienda y todo aquello que constituía su fortuna. Mientras los santiagueños hacían su saqueo, yo decía al general (Taboada) que esto me parecía injusto y él me contestaba: -Cállate “shulca”,  nada hacen los unitarios de La Rioja con darme tres días de saqueo libre, puesto que yo he hecho mucho más que ellos…”(18).

Vale aclarar que para hacer un juicio de valor sobre estos saqueos, hay que tener en cuenta que estas prácticas eran comunes en esos tiempos, donde las tropas eran en muchos casos mercenarias, y otro tanto hombres indigentes que veían en el “saqueo” un medio de vida “legalizado” a cambio de jugarse el pellejo.

Sabiendo que la gente rica le era hostil, carente de apoyos externos o internos para subsistir a sus necesidades, presionados muchas veces  por propia tropa y acosados por la carestía geográfica por donde se desplazaban, Varela y muchos otros, practicaron un uso reprochable pero desgraciadamente muy común en esa época. 

De aquellos 5.000 hombres, Varela dispone de unos mil hombres y tres jefes leales: Elizondo, Manuel Ambrosio Chumbita  y Santos Guayama.

Se acerca la Montonera…

En cuanto a los hechos  que desembocaron en la toma efímera de la Ciudad de Salta, Varela lo hizo por Molinos donde lo esperaba una fuerza de 700 hombres al mando del Coronel Pedro José Frías. La columna de 250 hombres al mando del Coronel Sebastián Elizondo, según el Dr. Atilio Cornejo, dispersó en la cuesta del Tacuil, a las fuerzas del Coronel Frías, a pesar de su mayor número. Una referencia válida, expuesta por el citado historiador Cornejo, es una carta de doña Gregoria Beeche de García fechada el 30 de agosto de 1867 a su hijo diciendo: (…) Hacen tres días que llegó chasque de don Peque (Pedro José) Frías, de Molinos, diciendo que Varela estaba a los quince días. Es demás el decirte, desde ese momento la confusión que hay en el pueblo. Ayer dispusieron que marchen 400 hombres a reunirse con don Peque. Ya están saliendo. Van muchos decentes, entre estos don Baldomero (Castro), Pancho Uriburu, Martín Torino, don Ángel y muchos más (…)

Felipe Varela estuvo en Rosario de Lerma?

Para los interrogados sobre esta cuestión, respondieron “no creo que haya estado…”, “es un mito…  habladuría de la gente…” los menos respondieron que “si… estuvo, inclusive paso la noche en una antigua casa que aun está en pie…. que todavía conserva el techo i´ torta, está a la vuelta de la iglesia por la calle 9 de julio…”.

El historiador local Hugo Galván se refiere sobre el tema en su “Efemérides de Nuestra Historia”:…Y el combate en Rosario de Lerma el menos conocido por la misma historia. El 8 de octubre de 1867, Varela entró a Rosario de Lerma con el objetivo de obtener víveres para su tropa, que ya venían hambreadas y, luego tomar Salta para aprovisionarse de cabalgaduras y pólvora (19)

Cuando llegó aquí, luego de hacerse de algunas animales, se encontró con una partida militar y, junto a sus montoneros los enfrentó cuerpo a cuerpo, justo en las inmediaciones de la que hoy es la plaza central del pueblo, venciendo a las fuerzas regulares y poniéndolas en fuga…” (20)

Ese mismo día don Juan Martín Leguizamón, nombrado Jefe del Estado Mayor, dispuso la defensa de la plaza, construyendo barricadas y trincheras que llevaron el nombre de las 14 provincias. (21)

La toma de la Ciudad de Salta

La tarde del 9 de octubre el Gobernador Ovejero recorrió a caballo las trincheras, para alentar con su presencia a los defensores. Se reunieron 255 armas de fuego, entre escopetas, fusiles y rifles y a falta de balas se fundió los moldes de plomo que pertenecía a la imprenta de los niños expósitos. La pólvora se fabricó en el Colegio Nacional, pero resultó de mala calidad.

Varela penetró por Molinos, asolando lo que encontraba a su paso, especialmente las fincas de los Gómez y de los Isasmendi, en particular Colomé, perteneciente a doña Ascensión Isasmendi de Dávalos, viuda del ex gobernador don José Benjamín Dávalos; se vio obligada a refugiarse en la hacienda de su prima hermana en San Isidro, Campo Santo. (22)

En Aguas Calientes robaron muchos objetos de la Iglesia. Una de las partidas de Varela encabezada por Santos Guayama, bajó a San Carlos y Cafayate. Allí ultimaron a Dámaso Rodríguez y a Liborio Ochoa. (23)

El día 9 de octubre de 1867, Varela llegó a la ciudad practicando un reconocimiento de la plaza, y lanzándose al ataque, fue rechazado, retirándose por la noche, al Campo de la Cruz, hacia Vaqueros.

El día siguiente, 10 de Octubre, mandó una comunicación al gobernador Ovejero, intimándole a que entregara la plaza en el término de dos horas, garantizándole su persona, y la de todos los suyos, al tiempo que le prevenía, que de no contestar “lo haría responsable, ante Dios y la Patria, de los perjuicios consiguientes, y de la sangre que se derrame en los momentos del combate”. La respuesta recibida, fue que si él tenía soldados, el gobernador también los tenía, y cañones para defenderse. Varela entonces ordenó atacar la plaza “y, después de dos horas y media de vivísimo fuego, quedó definido el combate por los míos, quedando yo dueño del campo”. (Ovejero- Leguizamón).

Enviando el ultimátum y la respuesta de los 10 rifleros de Leguizamón. En esta acción Varela perdió 200 hombres entre muertos, heridos y prisioneros. De los defensores de la ciudad murieron don Baldomero Castro, don Natal Castro, D. Patricio Varela, D. Borja Avedaño y otros más.

El Jefe del estado Mayor D. Juan Martín Leguizamón recomienda por su heroísmo al Comandante de Artillería D. Francisco Host, y al Gral. Manuel Puch. El Jefe de la Plaza Gral. Nicanor Flores así lo confirma. Los primeros combates se libraron al norte de la plaza principal, especialmente en casa de la señora Candelaria Viola de Ortiz. La tropa de Varela durante una hora, saqueó las iglesias y las casas de familia. (23)

Las mujeres refugiadas en los templos, fueron echadas a sablazos, y las tiendas saqueadas. El Gobernador Ovejero, don Manuel Puch y muchos vecinos se refugiaron en el templo de San Francisco. Los sacerdotes fueron apaleados tratando de hacerles confesar el paradero de los refugiados, lo que no lograron.

Las casas de comercio de los vecinos principales fueron arrasadas. También degollaron a personas indefensas y mataron al anciano Juan Motta en un altar de la Iglesia de San Francisco. También arrearon haciendas y caballadas y cuanto botín encontraron en su camino. Se suceden luego movimientos militares, al mando del Coronel Martín U. Cornejo y el General Octaviano Navarro en el centro de esta ciudad.

De vuelta a Salta….

A mediados de diciembre de 1868 Varela, luego de su exilio en Bolivia, vuelve a invadir Salta, dirigiéndose desde Antofagasta por el Altiplano, hacia Santa Rosa de los Pastos Grandes para caer sobre la ciudad de Salta.

El gobierno de la provincia, movilizó a la Guardia Nacional, destacando al Teniente Coronel D. Delfín Leguizamón en Luracatao con 180 hombres(24) , y el Mayor Juan Solá con 700 hombres en Pucará, departamento de Rosario de Lerma, mientras el Gobernador Ovejero, partió al mando de 600 hombres al pueblo de Molinos.

Luego, desde Tucumán, el Mayor Julio Argentino Roca. Luego después de algunos acontecimientos, un encuentro en Cabecera de las Salinas, provoca la completa derrota de Varela que logra escapar con 30 hombres hacia Antofagasta.

El Teniente Coronel Leguizamón, desde su campamento de Ruparca, el 14 de enero de 1869, da parte al Jefe de las fuerzas movilizadas de la Provincia, Tte. Coronel Julio A. Roca, de la derrota de Varela. Termina felicitando a Roca, a la Provincia y a la Nación por el triunfo alcanzado en las Salinas, por una división a su mando.

Dice en una parte: “…la Montonera ha terminado…”. A su vez Roca, desde Molinos comunica al Ministro de Guerra y Marina de la Nación la eficacia de las decisiones de don Delfín Leguizamón y la eficaz cooperación prestada por los propietarios de esos departamentos y principalmente por los señores Dr. Benjamín Zorrilla, D. Calixto Linares y D. Ricardo Isasmendi.

En “Fallos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Argentina”, Tomo 9, año 1870 consta parte de las actuaciones y sentencia de la Corte en relación a la causa “José Víctor Nieto, Juan Calderón y José Manuel Le por Rebelión y Abijeato”, donde se consigna el robo de ganado en la Quebrada del Toro y Las Cuevas.

Hacia el fin del Quijote de Los Andes

Enfermo de Tuberculosis y carente de apoyo, Varela se refugió en Chile. El gobierno trasandino, poco amigo de dar albergue a un insurrecto reincidente, lo mantuvo brevemente en observación antes de permitirle asentarse en Copiapó.

El 4 de junio de 1870 la enfermedad acabó con su vida, en Nantoco y sepultado en el cementerio de Tierra Amarilla, Chile. El gobierno catamarqueño repatrió sus restos(26) , pese a la oposición del Ejecutivo nacional encabezado por Domingo Faustino Sarmiento.

En agosto de 2007, la legislatura de Catamarca solicitó al gobierno nacional el ascenso post-mortem del coronel Felipe Varela al grado de general de la Nación. En junio de 2012 fue ascendido post-mortem al grado de general de la Nación por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner:

         Bs. As., 4/6/2012

VISTO el expediente del registro del MINISTERIO DE DEFENSA N° 15.099/10, lo propuesto por el Ministro de Defensa, y

CONSIDERANDO:

Que por el expediente precitado tramita la propuesta para el ascenso post mortem, al grado de General del Ejército, del Coronel Felipe VARELA.

Que Felipe VARELA nació en el año 1819, en el pueblo de HUAYCAMA, en el DEPARTAMENTO VALLE VIEJO, en la PROVINCIA DE CATAMARCA, hijo del caudillo federal Javier VARELA y de Doña Isabel REARTE.

Que, en lo que concierne a su trayectoria militar, perteneció al EJERCITO DE LA CONFEDERACION ARGENTINA, llegando a desempeñarse como Segundo Jefe del Regimiento 7 de Caballería de Línea. A mediados de 1862, Felipe VARELA ya tenía el grado de Coronel (v. SABSAY, Fernando; Caudillos de la Argentina, pág. 381, Ed. El Ateneo, BUENOS AIRES, 2002).

Que la figura de Felipe VARELA está signada por la doble condición de militar y político, unida inextricablemente en las largas guerras civiles de la ARGENTINA del siglo XIX.

Que en su trayectoria política insistió en levantar las banderas de un federalismo asentado en los derechos provinciales contra el centralismo porteño. Junto con esta perspectiva federal, VARELA también sostuvo, con ideas y en la batalla, su férreo rechazo a la injusta Guerra de la Triple Alianza de los Gobiernos de la ARGENTINA y URUGUAY y del Imperio del BRASIL contra la REPUBLICA DEL PARAGUAY.

Que su rebelión federal se fundamentó en el mismo autonomismo de las provincias y las regiones argentinas y de las naciones americanas en contra de políticas que ya subordinaban a las naciones del continente a la política expansionista y hegemónica del Imperio Británico.

Que su proyecto de “Unión Americana” recogió la perspectiva continentalista de Simón BOLIVAR y de José de SAN MARTIN. Así, en el manifiesto, con ese nombre, del 1º de enero de 1868, VARELA proclamaba: “SOLDADOS FEDERALES: Nuestro programa es la práctica estricta de la Constitución jurada, el orden común, la paz y la amistad con el Paraguai y la unión con las demás Repúblicas Americanas” (v. ORTEGA PEÑA, Rodolfo, y DUHALDE, Eduardo L.; Felipe Varela, Caudillo Americano, pág. 353, El Bloque Editorial, BUENOS AIRES, 1992).

Que, por lo tanto, corresponde rescatar, en torno a la figura de VARELA, esas DOS (2) ideas, la de la “República Federal”, por un lado y, por el otro, la voluntad y la aspiración de la unión y de la solidaridad americana. En este contexto, reconocer su mérito y empeño político y militar, ascendiéndolo al grado de General del Ejército, cumple un propósito pedagógico para las nuevas generaciones de oficiales de las Fuerzas Armadas; y aplica, con justicia, la finalidad de igualar sus méritos frente a otros soldados de su tiempo.

Que el servicio permanente de asesoramiento jurídico del MINISTERIO DE DEFENSA ha tomado la intervención que le corresponde. Que la presente medida se dicta en uso de las facultades otorgadas por el artículo 99, incisos 1, 12 y 13, de la CONSTITUCION NACIONAL.

Por ello,

LA PRESIDENTA DE LA NACION ARGENTINA DECRETA:

Art. 1° — Promuévase al grado de General del Ejército “post mortem” al Coronel Felipe VARELA.

Art. 2° — Remítase al HONORABLE SENADO DE LA NACION a los fines de su acuerdo respectivo.

Art. 3° — Comuníquese, publíquese, dése a la DIRECCION NACIONAL DEL REGISTRO OFICIAL y archívese. —

Fdo.: Dra. Cristina Fernández de Kirchner. — Arturo A. Puricelli.

Decreto N° 850/12

 Hugo Galván en su ya citada “Efemérides de Nuestra Historia” expresa: “… La zamba “La Felipe Varela”, de José Ríos, muestra al General Felipe Valera, jefe popular y americanista, como un salvaje y sanguinario. Composición nada más alejada de la verdad. Eran los partidarios de la facción liberal y la oligarquía porteña…”.

“Sin embargo, al rigor de la historia, la cuarteta recogida por Juan Alfonso Carrizo expresa: "De Chile llegó Varela, / y vino a su Patria hermosa. / Aquí ha de morir peleando / por el Chacho Peñaloza…".

“Los caudillos federales fueron derrotados en los campos de batalla, a pesar de su coraje, por el mejor armamento y mayores recursos de sus adversarios…”

“Uno de los caudillos más denostados y menos conocidos es Felipe Varela, a quien la (
ex) Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, eleva al generalato post-mortem al último caudillo federal que encarnó nada menos que los sentimientos de la Unión Americana, esa vocación compartida por San Martín, Bolívar, Artigas…” 


“Pero, la toma de la ciudad de Salta por la montonera de Varela, es uno de los acontecimientos que la historiografía oficial jamás ha “perdonado” al caudillo. Y el combate en Rosario de Lerma el menos conocido por la misma historia…”

 

 

 

(1) Este  pueblito riojano recostado sobre la precordillera de Los Andes, tenía un intenso tráfico comercial con la Republica de Chile, sus fuertes influencias con el país vecino quedan evidenciadas en los aperos de montar, en el acento del lenguaje local y en la veneración a la Virgen de Andacollo, entre otras costumbres.

(2) En octubre de 1855 figura en Vallenar (Chile), ostentando el grado de capitán de carabineros. Con otros oficiales argentinos, también emigrados, concurrió al asedio de La Serena, en defensa del gobierno chileno. Por su diligencia y coraje en la sofocación de la revuelta recibió un sable.

(3) En 1858 lo nombra con frecuencia su jefe, el Coronel Baigorria.

(4) El Tratado de La Banderita se firmó el 30 de mayo de 1862 en cercanías de Tama, provincia de La Rioja, acordado y firmado entre el rector de la Universidad de Córdoba, en representación de Wenceslao Paunero, jefe de la fuerza expedicionaria al interior,  y el caudillo riojano Ángel Vicente Peñaloza. El objeto de esta convención era la firma de la paz (hecho que ambos lados buscaban) y luego un intento de cambio de prisioneros que no fue posible debido a que los dirigentes porteños habían fusilado a todo prisionero del bando del caudillo.

(5) El periódico “El Paraná”, del 6 de junio de 1865, informa: “… Coronel Varela. Este valiente Gefe, que ha servido como Edecán de S.E. el Capitán General en otras campañas y que se hallaba en Chile, ocupado de negocios particulares, inmediatamente que supo la guerra en que esta el país, se ha venido al país con diez oficiales argentinos, y pasa a donde está su antiguo Gefe, ha pasado la cordillera, en el peor mes, Mayo, haciendo el viaje desde Chile hasta Rosario en catorce días…”

(6) Teniendo en cuenta que Varela ofrece sus servicios en forma voluntaria, su ausencia prolongada en el tiempo hace que por su condición de militar, incurra en una deserción agravada por su situación de oficial superior y por los hechos bélicos que imperaban en ese momento, acción esta que no fue observada en su momento por las autoridades correspondientes, a modo, tal vez, de un guiño pacificador. La otra acción audaz de Varela fue el exigir el pago de deuda, al gobierno nacional, lo que demuestra que su regreso no es un “acto de patriotismo, sino de objetivos personales.

(7) Francisco Centeno, en su obra sobre la invasión de Varela a Salta, publicada en 1921.

(8) Con la incorporación de tropas extranjeras, pudo haber tenido incidencias internacionales

(9) En un acto de romanticismo el Coronel Medina invita al jefe local, el Comandante Melitón Córdoba, “… a que salga a los campos de San José a presentar batalla, pues haciéndolo así procederá V.S. como militar y como hombre que se interesa por el bienestar de los pueblos que representa” a fin de “evitar los grandes males que ocasionaría al pueblo una batalla habida en el…”

(10) Vicente Almandos Almonacid en su obra “Felipe Varela y sus Hordas en la provincia de La Rioja”, Cordoba 1869.

(11) Cuenta la tradición que el Comandante Brizuela, que tenía una banda de música, mando a tocar una zambacueca, muy popular por entonces. Un testigo relata muchos años después: “… El efecto fue extraordinario, las tropas electrizadas con los acentos del baile nacional, prorrumpieron en gritos, en vivas al General y mueras al enemigo… Todos los soldados empezaron a bailar arremangándose el chiripa y tomando el fusil por el medio…”. El escenario de la batalla, es actualmente un suburbio riojano, en donde cada vez que se toca o baila una zamba, se está evocando, aun sin saber, aquella gesta riojana entre el sol abrazador e intensa metralla, en medio de sed de agua. Sin tal vez saberlo, esta lucha por ideales también se convirtió en una lucha por un recurso natural “el agua”.

(12) El cepo colombiano consistía en colocarle al prisionero los brazos extendidos, atarle dos fusiles con tiento de cuero. Este procedimiento, según algunos historiadores, fue introducido al país por el venezolano, oriundo del estado Guárico,  Domingo López de Matute, quien luego de desertar junto con un grupo de colombianos ingresa al país, radicándose en Salta, participando en varias luchas internas. Fue fusilado la Finca las Costas, en la ciudad de Salta.

(13) Si bien las montoneras no respetaban la propiedad privada, las fuerzas gubernamentales también se dedicaban al pillaje cada vez que tuvieron oportunidad o necesidad. El Coronel Irrazabal que se instalo junto con el Comandante Linares en Chilecito, entendió que la colaboración que le prestaban los lugareños a su tropa era insuficiente, por consiguiente armo una supuesta insurrección, obligando a los pudientes del lugar, bajo amenaza de muerte, a entregar recursos (Domingo H. Dávila – Revista de Derecho, Historia y Letras – 1899).

(14) Teniente Coronel Marcelino Reyes, Bosquejo Histórico de la provincia de La Rioja, Bs. As. 1913.

(15) Se refiere al General Taboada

(16) Se refiere al General Taboada.

(17) Feliz Luna, La Rioja después de la Batalla de Vargas, La Rioja 1949

(18) Dn. Luis Rincón de Villa Bustos – Sanagasta – La Rioja, en la Encuesta del Consejo Federal de Educación, levantada en 1921sobre temas folclóricos. Cit. Por Olga Fernández Latour, Cantares Históricos de la Tradición Argentina, Buenos Aires, 1960.

(19) Hugo Galván afirma que el poste que se ve en esa esquina tenía varios agujeros producto de impactos de armas de fuego entre la Montonera de Felipe Varela que bajó de los Valles Calchaquíes por la cuesta de El Manzano con dirección a la Ciudad de Salta y tropas salteñas se enfrentaron en la actual plaza central, lamentablemente este poste lo quitaron  al construir la vivienda de la familia Bejarano, desconociendo su posterior utilidad.

(20) Sergio Rodríguez comenta que la Plaza Central de Rosario de Lerma, antiguamente formaba parte de la propiedad de Torino de Viana. En ese lugar, en su momento se llevaba a cabo los remates de ganado, que se anunciaban al toque de un tambor. Antes de su actual, “Torino de Viana” nombre tuvo otros, como por ejemplo “Eva Perón”.

(21) Tal vez como de alguna forma nacionalizar el conflicto armado.

(22) Era su prima doña Hortensia Valdés Gorostiaga, casada con don Juan Fernández Cornejo.

(23) En el historial de “Fallos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Argentina”, se puede apreciar parte de procesos judiciales en relación a los saqueos del lugar.

(23) Daniel Balmaceda en su libro “Historias  Insólitas de la Historia Argentina” describe este curioso episodio: “…En una de las catorces trincheras que defendían la ciudad, los montoneros hieren de muerte a un joven llamado Patricio Varela, quien se encontraba junto a su hermano Rafael y el anciano padre de ambos. La escena fue dramática, pero de inmediato el hombre mayor dijo a los atrincherados: “No importa, muchachos, que muera mi hijo. Todavía me quedan cuatro para defender a la patria”. Semejantes palabras encendieron a los defensores, quienes, con el deseo de vivar al padre del hijo caído, exclamaron con emoción: “Que viva Varela”. “…Del otro lado de la calle, la paisanada de las montoneras  escucho los gritos y vivas. Y embargados por la emoción  -claro que pensando que vivaban a su jefe Felipe- se sumaron a los alaridos. En un instante, de uno y otro lado se escucharon los “Que viva Varela”. Furioso ante semejante espectáculo, el anciano Varela salió de la trinchera y les grito a los atacantes: “Es a mí, miserables, a quien viva esta gente, y no a vuestro jefe, que es un asesino y ladrón. Yo también me llamo Varela, pero soy honrado y patriota”. “…Un par de balas disuasivas devolvieron al pobre hombre a su trinchera…”

(25) El archivo Leguizamón consigna 400 efectivos.

(26) En 1977 el escritor Miguel Bravo Tedín viajó a Copiapó. Gestionó el certificado de que en el cementerio de Tierra Amarilla fue enterrado, el 6 de junio de 1870, el “cadáver del finado” don Felipe Varela, casado con Isabel Castillo. Un experto guía lo llevó al lugar que fue cementerio, borrado del mapa por una avalancha o aluvión de barro, allá lejos y hace tiempo. Ahí no podían ubicarse los restos de nadie. Sin embargo, en 1974, con ceremonias oficiales, alusivos discursos y desfiles cívico-militares, se repatriaron los restos de Felipe Varela y se depositaron en la Catedral de San Fernando del Valle de Catamarca. El guía de Bravo Tedín sintetizó: “una mentira piadosa”. De Tierra Amarilla, Bravo Tedín trajo un puñado de huesos humanos y de suelo, para entregarlos en Guandacol, sin darlos como del caudillo.

 

CLAUDIO OMAR ARNAUDO
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