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El Patrimonio Cultural Folklórico

 

Perspectivas para su entendimiento

Preliminares

Actualmente los procesos de globalización y migración han desencadenado movimientos y flujos culturales importantes en el cono sur de América. Las expresiones culturales más ricas en contenidos y tradiciones empiezan a cobrar vigencia, por su gran valía, autenticidad, estética y contenido. Se suma una realidad indiscutible, el turismo como fenómeno económico y de desarrollo para regiones como el Norte Argentino.

Las Academias del Folklore de Salta y Formosa con un profundo compromiso con el patrimonio Folklórico de la República Argentina, establece como prioridad activar acciones de proteccionismo e intervención para el justo resguardo de este tesoro cultural nacional.

El Folklore como Patrimonio Cultural (1)

Definición:

El hombre, como  ser social, modifica su medio natural, construye obras arquitectónicas y urbanísticas, moldea objetos, en definitiva, crea, diseña y produce bienes materiales concretos y tangibles. Estas expresiones adquieren un sentido completo sólo cuando puede revelarse, más allá del objeto en sí, su valor subyacente. El hombre construye también otro tipo de manifestaciones a las que les otorga una  significación particular, las que se expresan en una forma intangible e inmaterial. Son los bienes que dan cuenta de una identidad enraizada en el pasado, con memoria en el presente,  reinterpretadas por las sucesivas generaciones, que tienen que ver con saberes cotidianos, prácticas familiares, entramados sociales y convivencias diarias. Estos bienes hablan, por ejemplo, de la singularidad de ciertos oficios, músicas, bailes, creencias, lugares, comidas, expresiones artísticas, rituales o recorridos de "escaso valor físico pero con una fuerte carga simbólica". A esta suma de patrimonios diversos denominamos Patrimonio Cultural Folklórico. Todas sus manifestaciones son complejas, dinámicas y por lo tanto modificables y mantienen una interdependencia mutua. Tanto el Patrimonio Tangible, como el éste Patrimonio Intangible componen el Patrimonio Cultural de cada grupo social. Se construyen históricamente, como resultado de las interacciones sociales, y otorgan especial sentido de pertenencia e identidad a la sociedad que los originó. Mantienen entre sí una relación dialéctica ya que lo "tangible logra mostrarse en toda su riqueza en tanto deja al descubierto su alma folklórica intangible. Por su parte lo intangible se vuelve más cercano y aprehendible en tanto se expresa a través del soporte de lo material". El Patrimonio Intangible impregna cada aspecto de la vida del individuo y está presente en todos los bienes que componen el Patrimonio Cultural: monumentos, objetos, paisajes y sitios. Todos estos elementos, productos de la creatividad humana, y por lo tanto hechos culturales, se heredan, se transmiten, modifican y optimizan de individuo a individuo y de generación a generación.


Introducción:

El estado argentino manifestó interés en el rescate del patrimonio tradicional, especialmente el inmaterial, al menos desde 1921 en el que el Ministerio de Educación organizó la llamada Encuesta del Magisterio con las respuestas de la cual se formó la Colección de Folklore. Esta consiste en aproximadamente 88.000 páginas manuscritas elaboradas por maestros de escuelas nacionales primarias en todo el país. Constituye un registro invalorable del relato oral argentino, que ha permitido condensar por escrito aspectos de la cultura popular, en un corte temporal que se realizó en toda la extensión del territorio de nuestro país. Testimonia un proyecto político centrado en la representación de la nacionalidad argentina a través de sus expresiones culturales hispano-indígenas.

El material a recolectar debía referirse a tradiciones populares antiguas nacionales y/o locales. Para llevar adelante esta tarea, el Consejo Nacional de Educación, elaboró unas instrucciones para  los maestros que proponía la siguiente clasificación:


1. Creencias y costumbres
2. Narraciones y refranes (tradiciones populares, fábulas, anécdotas, leyendas, cuentos, refranes, adivinanzas)
3. Arte
4. Conocimientos populares


El material así recolectado que está depositado en el INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA Y PENSAMIENTO LATINOAMERICANO, ha dado lugar a numerosos estudios sobre cuentos, poesía, creencias y tradiciones de todo el país, aún se sigue consultando y en este momento acaba de ser microfilmada.

El interés en el estudio de esta parte del patrimonio inmaterial que podríamos llamar a grandes rasgos “folklore”, continuó en la década del 40 del pasado siglo con la creación del Instituto de Musicología dirigido por Carlos Vega quien estudió la música tradicional criolla e indígena de la Argentina y el Instituto Nacional de la Tradición (hoy INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA Y PENSAMIENTO LATINOAMERICANO) dirigido por Juan Alfonso Carrizo, recopilador y editor de los cancioneros tradicionales del Noroeste argentino (de ambos Institutos así como de la Encuesta de Folklore pueden consultarse detalles en las fichas de Instituciones Gubernamentales).

Asimismo como recolectores y editores de cuentos tradicionales podemos mencionar, entre otros, a la Dra. Berta Vidal de Battini quien en 12 volúmenes terminó de publicar en la década del 70 sus recopilaciones de cuentos llevadas a cabo durante más de 30 años y a Susana Chertudi, quien publicó, como investigadora del INSTITUTO NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA Y PENSAMIENTO LATINOAMERICANO, dos volúmenes de cuentos tradicionales en la década del 70.

En cuanto a las Artesanías, el Fondo Nacional de las Artes desde 1960 ha apoyado mediante su estímulo a la producción artesanal y ha otorgado premios y subsidios para investigaciones en folklore. Hace más de 30 años la mayoría de las provincias han creado mercados artesanales más o menos exitosos que han tratado así de evitar la extinción de este saber. El estado nacional creó en 1985 el Mercado nacional de Artesanías que funciona en la ciudad de Buenos Aires.

Otros aspectos del patrimonio inmaterial como las festividades no han contado con tanto apoyo a nivel estatal.

La actualidad 

La Argentina, dentro de los países de América del Sur, tiene sus particularidades poblacionales. A grandes rasgos es un país con escasa población indígena y con una absoluta mayoría de población criolla y de descendientes de inmigrantes europeos.

En los últimos 40 años nuestro país ha recibido también grandes contingentes de inmigrantes de países limítrofes -especialmente Uruguay, Paraguay y Bolivia- y más cercanamente asiáticos, especialmente coreanos que se suman a un también tradicional migración japonesa.

Estas características afectan como es natural a sus manifestaciones culturales y a lo que pudiéramos considerar patrimonio tanto tangible como intangible.

Paradójicamente, aunque la población mayoritaria, especialmente de las zonas económicamente mejor posicionadas, es la descendiente de inmigrantes europeos, no es la que ha aportado más al patrimonio intangible de la Argentina y tampoco es el de ellos el patrimonio más estudiado o el que se considera que hay que proteger. Salvo manifestaciones muy locales no encontramos aportes significativos o enriquecedores al folklore, la narrativa popular, las artesanías o las fiestas que se hayan considerado patrimoniables.

Por el contrario, a pesar de su posición social y económica marginal, las manifestaciones culturales indígenas o criollas son a las que todos se refieren cuando estudian o recuperan el patrimonio intangible o inmaterial.

Una excepción sería la ciudad de Buenos Aires en cuyo patrimonio tangible e intangible ha tenido mucho que ver la inmigración europea e incluso la escasa población africana de la época colonial, como por ejemplo el carnaval, y el tango.

Grupos de inmigrantes muy localizados en otras partes del país han conservado su patrimonio –los galeses en Chubut o los polacos en Misiones por caso- en lo cual ha tenido que ver su asentamiento como “colonias” durante mucho tiempo, cosa que no sucedió con la gran inmigración europea italiana y española que a su gran volumen sumó el no haberse asentado, en general, en espacios acotados y exclusivos, lo cual motivó su rápida inclusión y aceptación por parte de la población local y la consiguiente pérdida de su patrimonio tradicional.

A la hora de hablar de una identidad nacional, al menos desde principios del siglo XX, la imagen del gaucho ha sido la arquetípica en la Argentina.  

Festividades –Las tradicionales fiestas de los santos similares a otros países de ibero América siguen teniendo gran importancia en muchas provincias argentinas, algunas de ellas conservan elementos muy antiguos y específicos como son el baile con los “cuartos” de animal (fiestas de algunos santos como  Santiago en el Noroeste Argentino), o la fiesta de San Juan Bautista incluyendo la caminata por las brasas en varias provincias del Noreste Argentino. También están vigentes algunas fiestas tradicionales de grupos indígenas como el Carnaval chiriguano-chané o el Nguillatún entre los mapuches del sur del país, fiestas, sobretodo la última acotada a los grupos indígenas que la han transmitido ya que forma parte de su cosmovisión por tratarse fundamentalmente de una “rogativa”.

Más modernas, pero sumamente concurridas son en la Argentina todas las fiestas vinculadas a la producción o el deporte. Son muchas y en múltiples localidades del país, tales, la “Fiesta Nacional del Trigo”, “del ternero”, de la pesca de determinados peces,  “de la papa”, “de la flor” organizada por los cultivadores de flores de origen japonés, “del maíz”, de la “Vendimia”, etc.

Por otro lado procesos de reetnización y valoración del pasado indígena en los últimos años ha reinstalado y reinterpretado la fiesta de la Pachamama o la revalorización de alimentos prehispánicos como la variedad de papas andinas o la quinoa. No es ajeno a esto el que a partir de 1994 la Argentina ha declarado constitucionalmente su reconocimiento como  país multicultural y pluriétnico a través del reconocimiento de la preexistencia étnica y cultural de los Pueblos Indígenas, garantizando  - entre otros derechos - el respeto a su identidad, y el derecho a una educación bilingüe  e intercultural (Art. 75 inc. 17) y otorgando al Congreso Nación la atribución de dictar leyes que protejan la identidad y pluralidad cultural, la libre creación y circulación de las obras del autor; el patrimonio artístico y los espacios culturales y audiovisuales (Art. 75 inc. 17).

Esta visión pluralista considera que el patrimonio cultural se hace y rehace cada día y  no es ni fundamental, ni exclusivamente  lo que se preserva en los MUSEOS, sino aquello que se recrea en cada copla, cada fiesta, cada pieza de artesanía, y cada plato de comida.  Le pertenece al pueblo actual, en un proceso continuo de construcción de su identidad, recibiendo una tradición particular de las generaciones pasadas que se pone en acto en función de su situación presente.    

Merece una mención el tema de la producción artesanal en nuestro país; ésta no ha sufrido como en otros de la región, la influencia de la producción masiva, por no haberse producido, hasta ahora el consumo masivo que deriva de una gran afluencia turística. Esto ha redundado en la preservación de una gran autenticidad. Las artesanías criollas e indígenas continúan siendo  producción y muchas veces comercialización familiar y su conocimiento se transmite  por generaciones a través del ejemplo y de la ayuda que los niños brindan a sus mayores. Los valores estéticos del tejido, la cestería, la madera y el cuero son notables y, en este momento, gracias a la situación económica general del país, que hace que se produzca en términos mundiales, a muy bajo precio, es una interesante aporte a la economía familiar.
Mención aparte merece el crecimiento notables de las organizaciones que rescatan el “Tradicionalismo” y las fiestas vinculadas a las destrezas ecuestres y al gaucho. Es un fenómeno que ha crecido en silencio y que mueve a miles de personas a lo largo y ancho del país. 

La Preservación:

El antropólogo Antonin Artaud nos dice: “Las verdaderas tradiciones no progresan, ya que representan el punto más avanzado de toda verdad. Y el único progreso realizable consiste en conservar la forma y la fuerza de dichas tradiciones”, esto quiere decir que la repetición de hechos, costumbres, mitos y tradiciones es el atributo esencial del saber popular, marca su vitalidad y hace precisa su identidad. Pero, convengamos que estos conceptos están más dentro del deseo que de la realidad científica, ya que incluso los mitos más perdurables, como surge de todo análisis diacrónico, precisan reestructurarse para no perder vigencia.

Con esto queremos expresar que la preservación no significa “embalsamamiento cultural”, no quiere decir que nos tenemos que poner en la ardua tarea de andar cuidando que la gente no deforme las leyendas o anden cambiando las fechas de un misachico.

El historiador inglés Arnold Toynbee decía que cuando hay que andar petrificando la cultura es signo de la decadencia de la civilización, a la que define “… ensayo de antemano frustrado de mantener incólume el estilo ancestral a través del empleo de medios mecánicos y hasta de la fuerza, lo que termina de quitar la más leve huella de vida”.

Pedirles a los artesanos que se limiten a realizar fieles copias de las creaciones de los antepasados es limitar el espíritu creativo con que se nutre el folklore y reducir al hombre a un animal que reitera de generación en generación su modus de vida.

La preservación bien entendida del patrimonio cultural folklórico se resume en cuatro palabras: investigación, estudio, enseñanza y divulgación. La frase: “No se quiere lo que no se conoce y no se defiende lo que no se quiere” sintetiza el espíritu que encierran las cuatro palabras antedichas.

El cambio evolutivo es justamente una renovación que refuerza y proyecta la identidad. Pero ese cambio debe ser un sano resultante de la fusión del pasado con el presente y no por aculturación destructiva que viene generando el nuevo fenómeno de la globalización.

Los cambios sanos se dan mediante una adopción selectiva y no por imposición masiva de la cultura dominante.

Podemos decir que el folklore es precapitalista pero más justo y  preciso sería definir al folklore como acapitalista, su destino no es desaparecer en la posmodernidad globalizadora sino alcanzar su propia modernidad.

Si nuestro patrimonio cultural folklórico desapareciera derrotado ante el desafío de preservación sería el triunfo de la colonización espiritual de nuestro pueblo.

La Mercantilización de la Cultura

Uno de los fenómenos más representativos de las transformaciones socioculturales en la época contemporánea se refiere a los cambios en los modos de producción y consumo de cultura. La cultura es decir, la manifestación de las ideas, significados, valores, sentimientos y experiencias humanas, a diferencia de lo que ocurrió en el pasado, ha sido convertida en un producto de consumo generado desde las industrias culturales. Este fenómeno se conoce como el proceso de Mercantilización de la Cultura.

Que significa: desde el arte los seres humanos crean sentimientos preciosos e irrepetibles, objetos de amor, de belleza, de estética. Desde la publicidad los mercaderes ofrecen estos sentimientos, les ponen un valor de compra y venta y lo subastan al hambriento mundo consumidor que todo lo devora.

Dicho de otro modo, en el tiempo actual la cultura ha sido cosificada, convertida en un producto o mercancía que se vende y se compra, y que al igual que otros productos y bienes materiales, responden al proceso de elaboración, distribución y comercialización industrial en masa: con propietarios, trabajadores, intermediarios, consumidores etc.

Las mercancías culturales, en este sentido, ya no son parte de los artistas, ya no son parte de la gente ni de su entorno o región; se vuelven parte de un espectáculo o show exhibicionista, de un valor que ya no depende de su belleza si no de su fama y su peso en oro. Y todo va de la mano, los fenicios de la industria imbuidos de estas mercancías marcan la tendencia de la moda en ropas, perfumes, autos, casas, e incluso se aplica a los espacios de recreación y turismo. Y todas estas tendencias, que en la jerga del mercado se llaman "servicios", nos eligen los gustos, lo que debemos comprar, lo que debemos disfrutar. El servicio nos compra – no al revés.

Y el círculo se cierra cuando estos objetos consumibles que tienen la marca como esencia, nunca se presentan con estos valores sustantivos sino que se subliman en aspectos culturales. Extraña paradoja humana – convertimos lo ideal en objetos de consumo y luego lo barnizamos de cultura.

Un ejemplo muy sustancioso es el retoque (retoqueteo) o embellecimiento del casco histórico de la ciudad de Salta. En todas las esquinas se colocaron forjados faroles "coloniales" de potente luminaria. En el marco del patrimonio arquitectónico de la ciudad nunca existieron históricamente. En la plaza 9 de julio se levantó el pavimento y se colocó en su lugar adoquines florentinos que se usaban en la antigua Sevilla. En Salta nunca se vio esto – se usaba laja de piedra sedimentaria muy abundante en el Valle de Lerma. O sea – No se discute que Salta ha quedado muy bella pero se disfrazó una ciudad colonial de otra ciudad colonial. Lo correcto habría sido realizar un trabajo de embellecimiento respetando los cánones hitóricos y de seguro habría quedado igualmente bello.

Ahora bien, en materia de folklore, la industria festivalera mercantilista de Cosquín o Jesús María distorsionan los valores, las vestimentas, la música y las danzas en pos de un mejor show o espectáculo televisivo donde el regente es el dinero, el cual, nada tiene que ver con las tradiciones y los saberes populares.

Perspectivas

Ante el fenómeno de la expansión turística, que va re-significando los entornos sociales y culturales con el paso de los años, deberíamos plantearnos, el establecer un sistema de desarrollo sostenible, que minimice los impactos que éste genera en el patrimonio folklórico y en la identidad cultural.

Buscar el equilibrio entre la mercantilización y la conservación. No sólo insertando el patrimonio en el sistema comercial, como un producto más, sino mostrándolo de tal forma que no pierda su significado para los nativos, que no se descontextualize y estereotipe, y que sirva realmente de encuentro entre culturas, haciendo participes a ambas partes, turistas y anfitriones, de esta visión rescatada de las culturas.

Es un desafío para las Academias de Folklore, pues se encuentran ante una nueva oportunidad histórica de proteger la cultura.

La Carta Internacional de Turismo Cultural nos dicta: "El Patrimonio natural y cultural es al mismo tiempo un recurso material y espiritual y ofrece una perspectiva de desarrollo histórico. Desempeña un papel importante en la vida moderna y el público en general debería tener acceso tanto físico como intelectual y/o emotivo a este Patrimonio. Los programas para la protección y conservación del patrimonio natural y cultural en sus características físicas, en sus valores intangibles, expresiones culturales contemporáneas y sus variados contextos, deberían facilitar a la comunidad anfitriona y al visitante, de un modo equilibrado y agradable, la comprensión y el aprecio de los significados de este Patrimonio".

Folklore Vs. Globalización (2)

El término "globalización" ha merecido en los últimos tiempos la atención de los estudiosos e investigadores del mundo. Unos consideran que la globalización es un proceso benéfico -una clave para el desarrollo económico, a la vez que inevitable e irreversible-. Otros la ven con desconfianza, incluso temor, debido a que consideran que suscita una mayor desigualdad dentro de cada país y entre los distintos países, amenaza las fuentes de trabajo y las condiciones de vida y obstaculiza el progreso social y fundamentalmente interfiere en las culturas regionales.

Una comunidad está constituida de acuerdo a ciertas creencias, valores y preceptos, los cuales han sido cultivados por generaciones para mantener la identidad colectiva de esa comunidad. La transmisión de ese legado es parte de lo que diferencia a una sociedad de otra y en cierta forma ese conjunto de preceptos son los que caracterizan o identifican a un grupo social de otro.

Pero frente a la globalización, esta herencia empieza a tener serios problemas para mantenerse intacta. Los cambios promovidos por la cultura global atacan la diversidad cultural con el fin de homogeneizar sus costumbres, creencias y valores.

Los medios de comunicación privilegian y difunden los valores y creencias estándares que el mundo occidental y globalizado considera los apropiados y por tal motivo las personas, y en especial, las nuevas generaciones están expuestas a estas influencias.

La UNESCO plantea que la homogeneización de la cultura es uno de los grandes peligros de la globalización. O sea el dilema presente se encuentra polarizado por la homogenización cultural frente a la diversidad cultural.

Este ataque a las culturas nativas no ha sido paulatino ni racional en todos los casos, sino que por el contrario, ha sido repentino y abrupto. En los últimos veinte años el mundo ha cambiado radicalmente por causa de los avances de la tecnología y fundamentalmente por la llegada de internet.

Las consecuencias apenas se empiezan a notar, antropólogos, historiadores, filósofos y pensadores, se preocupan por explicar los impactos tangibles que tanto las sociedades y las culturas reportan como peligrosos e irreversibles a sus tradiciones.

Las culturas tradicionalistas o divergentes a la occidentalización se sienten amenazadas ante tal situación, intentan preservar a toda costa la acumulación de conocimientos propios, pero no es posible encerrar en una cúpula de cristal al bagaje cultural.

Causas de la Globalización:

Económicas:
1.    La mundialización de la economía. 
2.    la fragmentación geográfica de la producción,
3.    la mejora del comercio internacional.
4.    la mejora de la financiación global y de las nuevas alianzas estratégicas entre el capital y la tecnología.
Tecnológicas:
1.    La importancia del factor conocimiento y en concreto la innovación.
2.    La cobertura planetaria de las comunicacionesLos satélites orbitales y las nuevas redes están cambiando radicalmente  el panorama de las telecomunicaciones, produciendo cambios transcendentales.
3.    La eclosión de nuevas e importantes tecnologías en las dos últimas la informática, la biotecnología, la nanotecnología o la inteligencia artificial.
Políticas:
1.    la apertura de fronteras,
2.    la pérdida de poder de los estados nacionales.
3.    El control de la economía de las compañías multinacionales

Por lo descrito anteriormente, hoy se habla de una nueva era a partir de 1980 por causa del auge de las comunicaciones las cuales acortan las distancias territoriales y lingüísticas-culturales, no existe problema con los horarios, e incluso reduce los espacios físicos permitiendo acceso a un libre flujo de información;

Es importante resaltar que en la actualidad, más del 80% de los habitantes de los países desarrollados utilizan computadoras a diario, ya sea en su trabajo o en su hogar. Las computadoras han permitido un rápido desarrollo de otras tecnologías, como la robótica y las telecomunicaciones.

Puede decirse que han cambiado radicalmente nuestra forma de vivir. Una fusión explosiva del video, el audio, el teléfono y la computadora sobre la base de este proceso se encuentra la nueva capacidad de transformar toda comunicación en información digital. De enviarlas a través de las líneas telefónicas o cable, de almacenarla mediante software. Nuevos alambrados de fibra óptica, nuevas técnicas de conmutación, y nuevos desarrollos en la informática están creando un mundo sobrecargado de información.

Una cosa es segura, que el resultado ha sido que éstas tecnologías emergen como instrumentos transversales a la sociedad, es decir, penetran y se integran prácticamente en todas las actividades y hoy no es posible prescindir de ellas, puesto que en sí mismas pautan el tiempo, la manera de trabajar, aprender, comunicarse y de gobernar.

Ahora bien, la pregunta clave sería si estas nuevas tecnologías de la información sirven para menguar la pobreza en los países emergentes.

La respuesta es que las Tecnologías de Información y Comunicación no son una panacea para solucionar todos los problemas del desarrollo, tales como la pobreza. Por ello, las políticas dirigidas en su desarrollo deben ir acompañadas de estrategias que reduzcan la sustancial brecha entre los que tienen y no tienen conocimiento e información. En pocas palabras la globalización en este sentido recrudece la desigualdad social y la exclusión en los países pobres del mundo, acentúa la trasculturación, y multiplica la cultura del consumismo compulsivo y la estrategia comercial de la industria del entretenimiento fomentando adicciones o conviertiendo a los ciudadanos-consumidores en sujetos pasivos.

Entonces: La globalización es y será una amenaza pero también una oportunidad.

Llegado este momento, hay que preguntarse que hacer?, que camino seguir? Ya que hasta ahora pocos han podido aprovechar sus bondades y la mayoría han pagado sus consecuencias.

Consecuencias nocivas de la globalización (homogenización cultural)

Pero la globalización no produce un efecto de transculturación puesto que no existe  interacciones culturales confrontadas donde se produce un proceso de mutua influencia, donde el intercambio da por resultado una nueva cultura o neocultura.

En este caso la globalización trae consigo la pérdida de la cultura original al momento de adoptar la cultura impuesta y ya sea de manera voluntaria o impuesta, la implantación significa forzosamente quitar y poner algo sin necesariamente pasar por un proceso de interrelación entre culturas. Esto se denomina aculturación.

La globalización puede ser considerada como la imposición de una cultura única y hegemónica, válida por estar respaldada por la ciencia, la tecnología y los valores liberales, con la finalidad de implantar una sociedad universal y planetaria (cultura occidental).

Está pasando y fundamentalmente en las grandes ciudades latinoamericanas, que las nuevas generaciones ya globalizadas sin legado cultural heredado parten casi de cero y sin posibilidades de crear su propio futuro cultural. Sin un pasado que marca un sentido ético y moral los jóvenes de hoy encaran al mundo con una utópica amoralidad donde el “sálvese quien pueda” determina su devenir.

Como encarar la globalización:

En ciertos aspectos, la globalización es indetenible, vital y hasta necesaria. No debe ser vista, en todos los aspectos, como un enemigo a enfrentar; como hemos visto en ciertos aspectos nos amenaza y en otros presenta oportunidades.

Se debe analizar cada caso para tomar las decisiones adecuadas. Una oposición directa y simple, ayuda poco. La estrategia debe ser la negociación, y no el enfrentamiento en todo momento.

En lo cultural el pluralismo es la mejor opción para defender el multiculturalismo o diversidad cultural ante una homogeneización. Sin caer por un lado en el relativismo ni tampoco por el otro en el absolutismo.

El pluralismo según León Olivé (1999) evita los dos extremos y alienta la interacción armoniosa y creativa de las culturas en función de preservar su propia identidad y enriquecerla en base a la diversidad. Se toma en cuenta que el liberalismo justifica las políticas intervencionistas en la cultura (Joseph Raz, 1994), en aras de las libertades individuales y los valores que según él son absolutos e universales y que podrían ser válidos para cualquier cultura en cualquier tiempo y lugar. También es cierto que toda cultura merece ser respetada, los derechos humanos, basados en nociones de dignidad y necesidades básicas representan legítimas finalidades que cualquier cultura acepta como verdad fundamental y por tanto cada cultura busca su identidad y protege su derecho a ser respetada y valorada.

Es un hecho que la globalización cultural no es únicamente un problema derivado de la extensión contemporánea de las redes tecnológicas de comunicación. Esta es apenas una de las facetas de una dinámica integradota de las economías y las culturas, cuyos antecedentes se remontan que se han sucedido en la historia de Occidente.

Ante esta magnificación de las tecnologías de información y comunicación (TIC), debemos imaginarnos qué representó para el hombre la aparición de la escritura, la imprenta, el telégrafo, el teléfono, el radio; pero más aún el televisor. El telégrafo y luego el teléfono representaron verdaderamente el primer salto en el dominio del tiempo y el espacio. Pero no por esto podemos negar que la aparición de estos medios han debido representar una revolución tecnológica.

Finalmente, si tomamos conciencia que no se puede frenar al invasor – hay que utilizar sus propias armas para detenerle – la ciencias de las comunicaciones debe ser utilizada para preservar, conservar, proteger, divulgar y poner en valor el patrimonio cultural de los pueblos.

Las herramientas que nos da la misma globalización quizás sea la clave de la defensa de nuestra cultura.

 

Por José de Guarda de Ponté

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