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"La Carpa de Don Jaime" Zamba

Música: Los hnos. Gutierrez

Letra: José Rios

Intérprete: Julio Ulivarri

 

LA CARPA DE DON JAIME
Dentro del pecho tengo un recuerdo 
 de talco y almidón, 
 y un carnaval de olvido 
 se ha detenido en mi corazón.  
 
 Agua y harina las mascaritas 
 lindas para bailar  
 y un cajón de cerveza  
 sobre la mesa para empezar.  
 
 Para usted, que no está 
 sólo tengo esta zamba 
 y un blanco pañuelito, 
 que hallé solito en el carnaval. 
 Quién lo vendrá a buscar 
 al pañuelito del carnaval.  
 
 Cajas y coplas bajo la lona 
 hasta el amanecer  
 y de papel pintado el decorado  
 sabía tener.  
 
 Llena de albahaca está la carpa 
 de Don Jaime Capó  
 y alojita colada nos convidaba  

 me acuerdo yo.

 

ZAMBA DEL CARPINTERO


Carpintero de mi tierra
salteño trabajador
que con el alma contenta
cualquier herramienta
le rinde mejor.

Quiero ensamblar esta zamba
a fuerza de garlopín
que una vez que esté pulida
que tenga la vida
del virabarquín

Estribillo

Carpintero . . . Lindo oficio
¿Quién no lo quiere aprender?
¡Déjeme "Maistro" que cante
lo noble y fragante
que hay en su taller!

Huelen a cedro tus manos
y al roble tu corazón
siempre la misma tarea
golpea y golpea
martillo y formón.

En una tarde cualquiera
cansado de trabajar,
deja la "changa" y agarra
su vieja guitarra
y se pone a cantar

Letra: José Ríos
Música: Simón Gutiérrez

LA FELIPE VARELA

Felipe Varela viene
por los cerros de Tacuil.
El valle lo espera y tiene
un corazón y un fusil.

Se acercan los montoneros
que a Salta quieren tomar.
No saben que en los senderos
valientes sólo han de hallar.

Mañana del 10 de octubre
de sangre por culpa de él.
Entre ayes al cielo sube
todo el valor por vencer.

Ya se va la montonera,
rumbo a Jujuy esta vez.
La echarán a la frontera
de allá no podrá volver.

Galopa en el horizonte
tras muerte y polvaderal,
porque Felipe Varela
matando llega y se va.

José Ríos - Juan José Botelli


 

José Ríos

ació el 22 de septiembre de 1923. Aunque después de terminar sus estudios primarios y parte del secundario hizo un poco de todo para ganarse la vida, trabajó preferentemente en carpintería, oficio que llegó a dominar como pocos. Sin embargo, finalmente dejó la madera para dedicarse exclusivamente a la creación. Pertenece a la generación de letristas del folklore que pusieron a Salta en la cumbre más alta del cancionero popular argentino, durante el movimiento que encumbró las expresiones telúricas, el famoso "boom" del folklore surgido en nuestro país alrededor de la década de 1950.

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Escribió numerosas canciones, especialmente zambas, milongas y serenatas que le dieron justo renombre. Compuso esas piezas en conjunto con José Juan Botelli, Eduardo Falú, el "Cuchi" Leguizamón, César Isella, los hermanos Gutiérrez, Eduardo Madeo y otros compositores que pusieron música a sus exitosas letras. A riesgo de resultar injusto, tal vez debería decirse que las más famosas fueron, probablemente, "La Felipe Varela", "Doña María Ríos" y "Zamba del carpintero", aunque esta enumeración necesariamente resulta muy exigua.

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Escribió quince libros de poemas y tres plaquetas. Los libros fueron "Unos cuantos versos" (1961), "Tiempo de Felipe Varela" (1962), "Coplas de carnaval" (1970), "Los días ausentes" (1973), "Poemas silenciosos" (1977), "Letras con música" (1978), "Cafayate y otros temas" (1980), "Por el camino de siempre" (1982), "Enfoques" (glosas poéticas para fotografías de Antonio Chávez, 1984), "Habitantes de baldíos" (1985), "Atardeceres" (1987), "Cantología" (1988), "El caracol dorado" (1990), "Poemas vespertinos (1991) y "De este lado del río" (1993). Las plaquetas fueron "Hacia las casas enterradas" (1984), "Nartividad y tríptico" (1987) y "Plaqueta III" (1992).

Con Ernesto Cabeza escribió: "Argentina que canta","La guitarra perdida", "La buena moza" y "La misma estrella".

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A los 81 años, cuando la mayoría de los creadores se dedican a vivir con sus recuerdos, José Ríos aún siguía escribiendo y manteniendo la misma capacidad de asombro a pesar de algunos inconvenientes físicos que le impidían realizar sus antiguas caminatas.

Nos dejó un 5 de noviembre de 2004.

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A la casa vacía

Recuerdo que era de piedras y adobes

aquella casa.

Una tarde nos fuimos y quedó vacía

frente a la plaza.

 

Adentro, en el zaguán, la cancel abierta,

los escombros,

una maceta rota con raíces rotas

y el asombro.

 

Era casi verano. Cerramos el taller,

llevamos la garlopa,

y enrollada en un rincón, como esperando

quedó la soga de tender la ropa.

 

Volví para mirar si no olvidaba

alguna cosa útil;

estaba el patio sin barrer y en la pileta

una camisa inútil.

 

Sin que a nadie le doliera,

una muñeca rota sobre el toldo.

En la patilla, las últimas cenizas

tapaban el rescoldo.

 

En la pared del fondo se leía

un sabio pensamiento

y la fecha que fijamos para el día

de nuestro casamiento.

 

Al tiempo de partir

miré las banderolas.

Del cielorraso colgaban sus harapos

y más atrás, las sombras, solas.

 ( Del libro Cantología)

 

 

 

 

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