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Carlos Juárez Aldazabal

ace en Salta 1974. Es poeta, investigador, docente y periodista cultural. Colabora en medios del país y del exterior.

Adazábal obtuvo el Primer Premio en Ensayo otorgado por el Fondo Nacional de las Artes por su libro "El aire estaba quieto", en el que trabajó sobre la producción discográfica del Dúo salteño. Fue seleccionado entre 400 trabajos presentados. Localismo vs. globalización.

Actualmente investiga la relación entre cultura popular y música folclórica. Resultado de ese trabajo es el libro El aire estaba quieto. Cultura popular y música folclórica , que acaba de obtener el Primer Premio en Ensayo del Fondo Nacional de las Artes.

Como poeta obtuvo, entre otros, el Primer Premio Regional de Poesía (NOA) de la Secretaría de Cultura de la Nación y el Primer Premio del II Concurso “Identidad, de las huellas a la palabra”, organizado por Abuelas de Plaza de Mayo.

Entre sus poemarios publicados figuran: La soberbia del monje (1996, subsidio de la Fundación Antorchas), Por qué queremos ser Quevedo (1999), Nadie enduela su voz como plegaria (2003),El caserío (2007) y Heredarás la tierra (2007). Junto a otros poetas de su generación es responsable del proyecto editorial El suri porfiado y de la revista de poesía La costurerita .

Es Magíster en Comunicación y Cultura y Lic. en Ciencias de la Comunicación (FCS-UBA), docente del Seminario de Cultura Popular y Masiva (Carrera de Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales de la UBA) y becario doctoral del CONICET (desde 2005). Publicó, junto a la socióloga Julieta Mira, el ensayo Reconstruir el tejido social: La Trama de Palermo Viejo(Corregidor, 2003).

En 2002 obtuvo la Beca Nacional en Investigación Literaria del Fondo Nacional de las Artes, con el tema: “Literatura y Deporte. Penúltimo poema del fútbol de Bernardo Canal Feijóo”.

 

     

    Hain


    Por este lago he pasado muchas veces,

    he tirado mi flecha a la distancia
    y recogí el alimento,
    primero sorpresa,
    más tarde orgullo.

    El animal temblaba.

    Con su herida llamaba a mi boca
    para darme el aliento.

    Tiempo atrás,
    mis pasos anduvieron
    por estas playas,
    pero eran otros los pies,
    era otro el que estaba
    entre los perros
    imitando al cazador de cormoranes.

    Tiempo atrás,
    mi sombra se escondía
    con el lobo marino
    de la infancia.
    Hoy estoy solo.

    Un espíritu me acecha
    para darme el espanto.
    Pero voy a vencerlo.

    Muchos espíritus
    habitan en la tierra,
    mujeres vengativas
    con garras espantosas.

    Espíritus atroces.

    El hain ha comenzado hace dos días,
    mis tías ya lloraron la inocencia
    y mi madre maldijo a la gran luna
    con la pintura roja sobre el pelo;
    confiaban en mis fuerzas,
    por eso sus plegarias detuvieron los males.

    Retorno victorioso al campamento.

    El espíritu ha huido como un búho,
    y la calma es posible.

    Llevo mi presa con el orgullo firme,
    dispuestos los oídos para escuchar la historia
    en la voz de los hombres,
    dispuesto a ser un hombre
    con el valor entero,
    con el firme coraje de la caza.

    En la choza mis pares me reciben
    (digo "mis pares" porque ya soy un selk'nam,
    porque he dejado los hábitos del juego
    para probar la muerte del guanaco)
    y palmean mi espalda con aprecio,
    y dividen la carne,
    y nos sentamos juntos en la ronda.

    Después se asustan.

    El espíritu me llama,
    impaciente y airoso.

    Ahora me descarna
    con su pico de búho,
    alimentando el hambre,
    mientras sufro alaridos
    de mi propia garganta.


    Los poemas seleccionados pertenecen al libro:
    “Nadie enduela su voz como plegaria. ”

    Hain: ceremonia selk'nam (ona) por la que los adolescentes varones pasaban a la adultez. Servía para justificar el patriarcado asegurando el dominio simbólico de los hombres sobre las mujeres.

    La luna en la mitología selk'nam representaba una fuerza maligna. La malignidad de la luna se sustentaba en el relato que narraba el paso de una supuesta sociedad matriarcal al patriarcado. La luna, gran matriarca, odiaba a los selk'nam porque eran producto de los hombres míticos (entre ellos el sol) que habían destruido su mundo. Durante la ceremonia del hain las mujeres insultaban a la luna para que no acabara con la vida de sus hijos.

    La palabra "selk'nam" significaba, en un sentido estricto, "los hombres". Los adolescentes eran aspirantes a selk'nam.

     

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