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Juan Martín Leguizamón
Historiador güemesiano del siglo XIX

Por Ricardo N. Alonso

uan Martín Leguizamón fue un erudito salteño que tuvo una actuación descollante en la Salta de mediados del Siglo XIX. A pesar de haber escrito y pensado cuestiones fascinantes en ciencia, debatiendo temas profundos con los sabios europeos de su tiempo tales como la teoría de Darwin, su obra es hoy casi desconocida.

El hallazgo de un archivo inédito de Juan Martín Leguizamón (1830-1881), que había permanecido más de cien años en Buenos Aires, nos permitió volver sobre la figura de uno de los hombres paradigmáticos de la vieja Salta. Alicia Poderti dio a conocer recientemente facetas inéditas de la vida de Leguizamón como político, bibliófilo, educador e historiador salteño de proyección nacional e internacional. Veamos aquí su actuación como científico. Son varios los campos en que actuó y lo ubicaron como un pionero para la ciencia de Salta. Por sus aportes a la arqueología aparece mencionado once veces en las "Obras Completas" de Florentino Ameghino, quien es considerado como uno de los más grandes paleontólogos de todos los tiempos. De los escritos de Ameghino se desprende que Leguizamón coleccionó toda clase de objetos arqueológicos de la región salteña dando interpretaciones propias e interesantes sobre éstos.

En sus escritos, Ameghino lo coloca a Leguizamón entre otros notables y dice textualmente: "Los trabajos de Estanislao Zeballos, Francisco Moreno, Liberani, Juan Martín Leguizamón, Ramón Lista y Hernández han dado por resultado la formación de numerosas colecciones de una gran importancia para el estudio de las razas humanas que han ocupado el suelo de la República Argentina en épocas más o menos lejanas, anteriores a la ocupación del país por los españoles".

Al realizarse en París la exposición Universal de 1878, nuestro comprovinciano envió una colección por la cual fue premiado y que constaba de lo siguiente: Un lote de cráneos humanos encontrados en túmulos por Arturo Dávalos; huesos humanos; hacha de piedra muy bien pulida; piedra pulida, de forma esférica aplanada, muy bien trabajada, que probablemente fue un arma de guerra; una piedra rectangular, muy delgada, con una cavidad de la misma forma en su centro y numerosas entalladuras en sus contornos, que probablemente sirvió de pequeña cubeta para moler colores o de aparato para contar, a juzgar por los numerosos surcos que hay en ella; un martillo de cobre y una campanilla de cobre; y una medalla, encontrada en los Valles Calchaquíes, que tiene la siguiente inscripción: "Teniente General Hotman, comandante de las tropas del Don, caballero de varias órdenes", todos elementos encontrados en los Valles Calchaquíes, y pertenecientes a los indios de igual nombre a los que Leguizamón menciona como calchaquís. Otro lote con material de los indios choromoros (hachas, piedras pulidas) procedente del Tala y encontrados por Romualdo Mora (resulta interesante saber que este señor era el padre de Lola Mora, artista universal nacida en Salta, como quedó demostrado por las investigaciones de Antonio Sorich). También un cráneo humano muy antiguo, atribuido a la tribu de los humahuacas, encontrado por el señor Schopinski; y además un cuchillo de madera de grandes dimensiones y una cabeza de un ídolo hecha con tierra cocida, hallados por el doctor Outes en un antiguo túmulo en el paraje denominado Incahuasi (la mansión del Inca). Finalmente, fragmentos de hueso de un mastodon, hallados cerca de Rosario de la Frontera, equivocadamente atribuidos a un gran gigante de forma humana. Esto último tiene gran interés porque se trataría de los primeros restos de mamíferos fósiles mencionados para Salta y porque todavía se ven resabios de toda una literatura que atribuía a gigantes humanos antediluvianos a cualquier hueso fósil de gran tamaño que se encuentra. Esto llevó también a que se mencionara en casi todas las biografías (Rafael Sosa, Fernando Figueroa, Atilio Cornejo) una faceta paleontológica de Leguizamón que evidentemente no la tuvo. Con respecto a la Exposición Universal de París y los materiales expuestos por Leguizamón, creo haber descubierto una conexión inédita hasta ahora y que tiene que ver con la expedición de la nobleza sueca a Salta en 1901, bajo el mando del Barón Erland Nordenskiold y del Conde Eric Von Rosen. Esto surge claramente, por los objetivos comunes, cuando se compara la carta a Leguizamón del Dr. Paul Topinard, de la Sociedad Antropológica de París y la presentación de los suecos a la sociedad de Antropología y Geografía de su país. Hay que destacar que Leguizamón ya había sido nombrado un año antes de la exposición Universal, esto es en 1877, miembro correspondiente de la Sociedad Antropológica de París y, como tal, mantenía correspondencia científica con importantes eruditos europeos, como surge de algunos de sus escritos. Fue un estudioso de las obras de autores como Bufón, Cuvier, Humboldt, Pascal, Lyell y Darwin, para citar los más notables. En nuestro país mantuvo amistad y correspondencia científica con el perito Moreno, Bartolomé Mitre, Ameghino y Ambrossetti. Leguizamón fue uno de los miembros fundadores de la Sociedad Científica Argentina, que bajo la dirección de Estanislao Zeballos nucleó en su seno a los más granado del pensamiento científico de fines del Siglo XIX. En los anales de la sociedad publicó dos importantes trabajos: "Descripción del Campo de Pucará (Salta)" y "Cartas sobre Antigüedades Americanas". Merecen mencionarse además entre sus estudios arqueológicos y antropológicos los siguientes: "Discos de los Calchaquíes", "Flechas de los Calchaquíes", "Ruinas de fortalezas indígenas en Catamarca, Salta y Jujuy", "Ligeros apuntes sobre el Reino de Arauco" y "El imperio de los Incas". En todos estos trabajos desarrolla ideas originales sobre las razas que poblaron nuestra región en tiempos pretéritos y se interroga acerca de cómo llegaron a América. Es realmente interesante una carta en donde el prestigioso antropólogo francés Paul Topinard le dice a Leguizamón que le parece sumamente llamativa su teoría de que hubo una oleada de inmigrantes que llegaron por el Pacífico.

El pensar eso con un océano infinito como el Pacífico resulta más que temerario entonces. Sin embargo, ahora sabemos que el nivel del océano ha fluctuado mucho durante el Cuaternario a causa de las grandes glaciaciones, y que al bajar el nivel del mar quedaron expuestas islas, como por ejemplo los guyots submarinos, que pudieron haberse usado de bases. No hay que olvidarse que los polinesios fueron y son óptimos marinos y sus naves podían transportar hasta cien remeros, además de guerreros, algo de agua y alimentos. Al parecer llevaban una sola vela tejida con fibras vegetales, pequeña y curiosamente puesta al revés, es decir, con la punta hacia el fondo de la embarcación. Es evidente que con estas embarcaciones los polinesios podían navegar de isla a isla, en un radio de cien millas. Además se sabe que por medio de palillos y piedras, indicaban las posiciones de las islas, a manera de primitivos mapas geográficos.

Leguizamón escribió un trabajo en francés en 1879, titulado "El Hombre Blanco" que mereció el segundo Premio Mundial de la Societé d´Antropologie de París, en 1877, y que al parecer le habría llevado veinte años de investigaciones, de acuerdo con sus biógrafos. Por comentarios epistolares que le hace a Bartolomé Mitre, sabemos que allí discute entre monogenismo y poligenismo, el alma plastidula y la generación espontánea, la evolución del hombre entre otros temas candentes de la época. En un momento en que el positivismo estaba en apogeo, Leguizamón se enfrenta como un teórico erudito a los sabios europeos que habían centrado sus posturas en la evolución anticreacionista y en el materialismo a ultranza.

Entre la inteligencia y la materia

Leguizamón es un creyente que no quiere un conflicto entre la ciencia y la religión. Se declara como situado en un punto medio entre las fuertes teorías en boga. Es curioso ver que en estos últimos años han surgido decenas de libros escritos por científicos y académicos internacionales que están en la misma dirección que planteaba Leguizamón hace 130 años. Reforzando esto y con respecto a la posición antimaterialista de Leguizamón, el antropólogo Néstor Homero Palma rescata una de sus frases de la carta a Mitre donde dice: "Siempre ha comprendido, que el mundo de la inteligencia, no es ni puede ser jamás el mundo de la materia, pues el valor del hombre no consiste, a mi juicio, ni en su cráneo, ni en su corazón, ni en el resto de su cuerpo, sino en el carácter intelectual que le da supremacía...".

Encontramos también en sus escritos una frase estupenda de geología teórica que dice: "Por mi parte, fundado en ciertas pruebas que he la felicidad de ver y palpar, me he atrevido a decir a los sabios europeos a quienes he tenido la fortuna de dirigirme, que la América es a mi juicio un cronómetro mucho más seguro y exacto, que los hasta hoy se habían tenido presente en Europa para calcular las transformaciones correspondientes a la Epoca Cuaternaria y a la presencia del hombre en aquel período sobre la superficie del planeta que habitamos". Si bien el cronómetro preciso para el hombre terminó siendo Africa (totalmente desconocida desde el punto de vista de la paleo-antropología en los tiempos de Leguizamón), la Argentina resultó ser el mejor cronómetro de las faunas terciarias y cuaternarias.

Las edades mamífero establecidas en Argentina se usan en todo el continente. Tal vez la faceta más clara que surge del análisis del texto a Mitre es la pertenencia de Leguizamón como un teórico y un filósofo de la ciencia, dos disciplinas que hasta ahora no habían considerado sus biógrafos.

Por todo lo hasta aquí visto, tenemos en Leguizamón a un verdadero sabio salteño, pionero de los estudios arqueológicos y antropológicos de la provincia, un pensador de relieve contemporáneo de los grandes sabios del Siglo XIX, con muchos de los cuales debatía sus ideas. Entre ellos sería interesante descubrir por ejemplo las cartas que intercambió con Paul Broca, cirujano y antropólogo de París, famoso por sus estudios del cerebro y del área ligada con el lenguaje que lleva su nombre. El análisis cuidadoso de los textos leguizamonianos arrojará nueva e intensa luz sobre una parte de la historia de nuestra provincia.

El Tribuno 29-05-2000

 

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